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Relato erótico: “Prostituto 12 Ayudo a Zoe a vengarse de su gemela” (POR GOLFO)

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POLICIA portada3
Hay un viejo proverbio árabe acerca de la venganza que dice:
 
“Siéntate a la puerta de tu casa y verás el cadáver de tu enemigo pasar
 
La moraleja de esa frase se puede resumir en que el tiempo pone a cada uno en su lugar y que no siempre es necesario actuar porque muchas veces es el destino quien te brinda la posibilidad de vengarte. Eso fue lo que le ocurrió a Zoe en su eterna lucha con su hermana Jane.
Estaba desayunando con una marchante de arte, intentando exponer, cuando recibí la llamada de mi amiga. La teniente Blair, mi perra policía, estaba nerviosísima y casi a gritos me pidió verme:
-¿Te ocurre algo?- pregunté preocupado.
-No, pero tienes que ayudarme-
Cómo no tenía nada que hacer esa mañana,  quedé con ella en mi casa a las doce, tras lo cual,  colgué y me dediqué a convencer a la dueña de la galería para que me permitiera colgar mis cuadros en una muestra colectiva.
Al terminar y llegar a casa, estaba feliz porque había conseguido que esa mujer hiciera un hueco para mi obra. Sé que no fue muy ético pero os tengo que confesar que en contraprestación, me había tenido que tirar a esa cincuentona en el baño del restaurant. Cuando abrí la puerta de mi apartamento, me encontré con Zoe, tranquilamente sentada en el sofá del salón.
-Hola cachorrita- dije a modo de saludo.
Mi amante, tal y como habíamos acordado siempre que estuviera en casa, estaba desnuda y poniéndose en posición de sometimiento, aguardó  mi caricia. Tengo que reconocer que me gustaba verla así: de rodillas, con los brazos extendidos y la frente pegada al suelo. Esperó inmóvil hasta que pasé mi mano por su lomo y levantándole la cabeza, mordí sus labios.
-Puedes hablar- dije satisfecho por su entrega.
-Dueño mío, necesito su ayuda- contra lo que suele ser usual en una pareja como la nuestra, no me gustaba la palabra amo y por eso desde el inicio le obligué a referirse a mí como su dueño.
-¿Cuéntame?- contesté mientras me sentaba frente a ella y le hacía una seña que significaba que quería poseerla.
La rubia sonrió al ver que iba a tomarla y sin esperar nuevas instrucciones, me abrió la bragueta. No hizo falta que me motivara con su boca porque nada más liberar mi miembro, este se hallaba completamente erecto. Al percatarse de ello, mi zorrita se puso encima de mí y sin más dilación se fue ensartando lentamente. Zoe, sabía que me gustaba lento y por eso ralentizó su penetración. La lentitud de su empalamiento me permitió apreciar cada uno de los pliegues de su sexo y solo cuando sintió que mi glande chocaba con la pared de su vagina, me dijo:

 

-Uno de mis soplones me ha informado que esta tarde venden a mi hermana-
-¿Y?- contesté interesado a donde quería llegar porque antes que ella lo supiera, yo ya estaba informado porque desde que me la había tirado, había estado en contacto con ella. Nunca se lo dije a mi amante pero, Jane, al descubrir conmigo nuevas sensaciones, se quedó impresionada por esa forma de placer y contra mi opinión,  había seguido experimentando con la dominación y el sado.
-Me gustaría que la comprara – dijo mientras empezaba a incrementar su cabalgar.
-No lo comprendo- le respondí dando un azote a su trasero, ¿Para qué quieres que me haga con esa esclava?-
-Aunque es una hija de puta, también es mi hermana y temo por ella, mi dueño. Según mi contacto, puede ser comprada por una red de tráfico de blancas-
Supe que mentía descaradamente, le importaba una mierda lo que ocurriera con ella, lo que realmente quería es ser su dueña. Como con anterioridad ya había decidido hacerme con ella, le prometí que lo intentaría mientras con mis dedos le pellizcaba uno de sus pezones.
-Gracias- chilló de dolor al sentir la dura caricia e imprimiendo mayor velocidad a sus caderas, buscó corresponderme con un orgasmo.
La brutal excitación mostrada por mi cachorrita al oírme que iba a tomar como sumisa a su parienta, le traicionó.  Con sus pezones erectos como nunca, Zoe se puso a gemir como poseída al imaginarse a su hermanita siendo tomada por mí. Era tal su calentura que mordiéndole la oreja, le amenacé:
-Te prohíbo correrte, zorrita-
Mi veto la sacó de las casillas y casi llorando, me imploró que le diera permiso:
-¡No!- solté disfrutando de su angustia –ya tienes bastante premio con la puta que te voy a conseguir-
Zoe, asintió, consciente de que si quería colaborar en el adiestramiento de Jane, tenía que complacerme y por eso apretó sus mandíbulas en un intento de evitar que su cuerpo se dejara llevar por el placer. Al percatarme de sus esfuerzos, busqué su tropiezo diciéndole al oído:
-Me encantará ordenar a Jane que se coma tu coño. Estoy seguro que mi perrita estará feliz al sentir a su hermanita lamiéndole el chochito-
-Por favor- gritó desesperada, -¡No siga!-
La humedad que brotaba de su entrepierna me advirtió de la cercanía de su fracaso y decidido a que me obligara a castigarla, le detallé el modo en el que iba a jugar con mi nueva adquisición:
-Lo primero que voy a hacer es atarla desnuda a una mesa y pedirte que relajes su esfínter con la lengua-
La imagen de Jane a su merced terminó por asolar sus últimas defensas y sin poderlo evitar se corrió en silencio. Su fracaso y el saber que me había dado un motivo para azotarla fueron suficientes para que explotando en su interior, bañara con mi semen su vagina. Zoe, recibió mi simiente sin hablar y tras comprobar que me había vaciado, se levantó y caminando a gatas  hasta la cómoda del salón, sacó de uno de sus cajones mi fusta:
-Mi dueño tiene que aleccionar a su perra- dijo al llegar a mi lado.
Siguiendo el estricto protocolo aprendido para esos casos, le pedí que me pasara sus esposas. Al hacerlo, llevé sus brazos a la espalda y cerrando los grilletes en sus muñecas, la puse de pie con las rodillas estiradas. Entonces tirando de sus brazos, la obligué a bajar la cabeza de forma que puso su culo en pompa esperando el castigo. Esa era mi postura favorita ya que la sumisa al temer perder el equilibrio, experimenta un correctivo doble. Por una parte, sufre el dolor de los azotes pero por otra, al tratar de evitar la caída, ve forzado su columna por la acción de las argollas.
-¿Preparada?- pregunté.
-Sí, mi dueño-  contestó con un deje de alegría en su voz.
No tuve que ser ningún genio para conocer que tras esa aceptación, existía el convencimiento que el castigo iba a ser nimio en comparación con el placer que ver a su odiada hermana en mis manos le iba a proporcionar. Por eso en esa ocasión no me cohibí y dando inicio a su correctivo, le solté un duro latigazo.
-Ahh- aulló al sufrir el escozor del cuero sobre sus nalgas.
-No te quejes o esta noche será Jane quien lo haga-
Mi amenaza surtió efectos y a partir de entonces, mi cachorrita asumió sin protestar todos y cada uno de los flagelos que propiné sobre sus preciosos cachetes. Cuando terminé, sus nalgas mostraban un color rojizo producto de los golpes recibidos pero su cara delataba su satisfacción:
“Esa noche culminaré mi venganza” pensó sonriendo.
Adquiero una nueva cachorrita:
Había quedado con Zoe a las nueve en su casa. Al subirse en mi porsche, me satisfizo comprobar que había obedecido mis instrucciones y que bajo su gabardina, venía desnuda con el único adorno de su collar de esclava:
-Estás guapísima- le dije mientras acariciaba uno de sus pezones.
Gimiendo como una gata en celo, se retorció sobre el asiento del copiloto y separando sus rodillas, puso su sexo a mi disposición para que lo inspeccionara.
-Bien hecho- solté al comprobar que tal y como había dispuesto, llevaba alojado en el interior de su vulva un conjunto de bolas chinas.
-Lo que agrade a mi dueño, me hace feliz- respondió orgullosa de haber cumplido.
-Me alegra saberlo y como la casa donde vamos está retirada, me apetece relajarme-
-¿Puede su cachorra complacerle con una mamada?-
-Puede y debe- respondí sin retirar la mirada de la carretera.
La que puertas a fuera era una orgullosa teniente de la policía de Nueva York se agachó sobre mis rodillas y deslizando sus manos por mi entrepierna, sacó mi miembro de su encierro y me empezó a masturbar. Cuando comprobó que mi pene estaba erecto abrió sus labios y tras dar una de serie de besos a mi glande, se lo fue metiendo lentamente mientras con los dedos me daba un suave masaje a los testículos.
-Como no te esmeres más, va a ser la puta de tu hermana la encargada de las mamadas- le solté mientras forzaba su garganta presionando su cabeza contra mi sexo.
Temiendo verse desplazada usó la boca como si de su sexo se tratara, imprimiendo un ritmo feroz a su felación.  La  profundidad con la que se embutió mi pene en su interior hubiese provocado a cualquier mujer, no adiestrada para ello, dolorosas arcadas pero Zoe en cambio resistió impasible las violentas incursiones. Al cabo de unos minutos, no pude más y descargando en su boca mi placer, me corrí. Mi perrita no perdió la oportunidad de saborear hasta la última gota y después de lamer a conciencia mi pene, dijo sin levantar su mirada:
-¿Está mi dueño relajado? o ¿Desea acaso usar el culo de su propiedad?-

 

Solté una carcajada al escuchar sus palabras.
-Me gustaría pero tengo que reservarme para mi nueva perrita- le respondí sabiendo que al decirlo se consumiría de celos.
-Mi querido dueño, siento ser yo quien se lo diga pero deberá fijarse bien antes de hacer una oferta. ¿Quién sabe cuántas pollas ha tragado esa zorra?. Estoy segura que tendrá el coño escocido y el esfínter desgarrado de tanto usar-
-Y ¿Qué me sugieres?- pregunté viendo por donde iba.
-Deje que sea yo quien la inspeccione. Me dolería  que malgastara su dinero pagando demasiado por esa perra sin pedigrí-
Me hizo gracia que tratara de menospreciarla aduciendo a una supuesta falta de linaje, sobretodo porque ella y Jane compartían hasta el último de los genes al ser univetilinas y provenir ambas del mismo cigoto pero sabiendo que estaba influenciada por el odio, no dije nada y le permitir ser a ella quien la examinara. 
-Se lo agradezco, mi dueño amado- contestó temblando de la emoción.
Para entonces, acabábamos de llegar al chalet donde iba a ser la subasta por lo que le ordené que se pusiera una máscara que tapara su cara por completo-No quería que al ver que era la gemela de la subastada, subieran el precio artificialmente ya que en ese mundillo, una pareja de gemelas esclavas era algo infrecuente y por eso se valoraba en exceso.
Zoe se la colocó y bajándose del coche, me abrió la puerta. Tranquilamente, aguardó en posición de quieta. De pie, con las piernas abiertas, las manos a la espalda y la cabeza baja esperó a que saliera y cuando lo hice, puso en mis manos una correa que até a su collar.
-Vamos- ordené.
Mi perrita se dejó llevar y moviendo su trasero en señal de alegría, entró tras de mí en la casa. Tras unas breves presentaciones, donde obligué a Zoe a demostrar lo aprendido, nadie en ese lugar tuvo duda de hallarse frente a un amo estricto y dominante.
-¿Dónde está la carne?- pregunté al encargado de vender el lote.
El susodicho era un gigantesco negro con cara de pocos amigos que al oír mi tono, se me encaró exigiéndome respeto:
-¿No entiendo a qué se refiere?- respondí sin saber qué ley había infringido.
-No es carne sino ganado selecto- contestó con gesto serio –Nuestra mercancía  está al menos tan adiestrada como la suya-
-Veremos- dije aliviado por no haber metido la pata.
Acto seguido, me llevó a ver el género. Una docena de hombres y mujeres permanecían sobre una tarima, esperando que alguien del público pidiera inspeccionarlos. No me costó encontrar a Jane. La rubia se alegró al verme entrar pero al percatarse que su hermana me acompañaba, cambió de actitud y con gesto huraño, bajó la cabeza. Cómo no quería que nadie supiera de mis intenciones, me entretuve examinando lo expuesto antes de decirle a mi ayudante que inspeccionara a una preciosa negrita de grandes pechos.
Zoe no se hizo de rogar y cogiéndola de la coleta, la puso de rodillas y llevando sus manos tras la nuca, le obligó a poner recta su espalda, tras lo cual le abrió la boca y contándole los dientes, se dio la vuelta y me dijo:

 

-Amo, esta zorra parece sana. ¿Qué quiere que compruebe?-
-Dime que tal sabe- respondí como si nada mientras charlaba con un parroquiano interesado en mi asistente.
Zoe, tras meter sus dedos en el interior del sexo de la negrita, se los llevó a la boca y me contestó:
-Fuerte pero dulce, ¿quiere probarlo?-
-Sí, dame un poco-
Esta vez, mi ayudante forzó la elasticidad del sexo de la sumisa al introducirle tres dedos. La negra gimió al ver horadado su sexo pero sobre todo cuando deleitándome en su sabor, dije en su oído:
-Si no sales cara, esta noche dormirás conmigo-
El rostro de la esclava reflejó que dicha perspectiva sería de su agrado y obviando que estaba ante un público extenso, la morena adoptó la posición de esclava del placer por si me apetecía hacer uso de ella.
Solté una carcajada pero pasando a la siguiente sumisa que no era otra que Jane, le levanté la cabeza y mirándole a sus ojos, le pregunté su nombre:
-Mi nombre no importa, será el que mi nuevo amo me ponga- contestó altanera.
Su hermana aprovechó su arrogancia para  castigarla con un doloroso pellizco en los pezones. No se midió, cogiendo ambos entre sus dedos, se los estrujó y retorció hasta que con lágrimas en los ojos, Jane me pidió perdón diciéndome su nombre.
-Si llego a comprarte te llamaré “Chita”, no te mereces tener nombre de persona”- y dirigiéndome a Zoe, le pedía que la revisara.
Mi cachorra sonrió y poniéndose unos guantes, abrió las nalgas de su hermana y sin mediar palabra, forzó su esfínter introduciéndole todas las yemas de su mano.
-Me duele, puta- chilló quejándose del maltrato.
Su chillido provocó el silencio de los presentes y tuvo que ser su dueño de entonces,  el que pidiéndome perdón, le soltara un guantazo por la falta de respecto a un posible comprador.
-Amo, ¡Usted no comprende!- se trató de defender Jane, insistiendo en su desobediencia.
Su dueño cabreado porque tal actitud bajaba el precio que podría conseguir, trató de aminorar el daño, ofreciéndome usarla gratis.
-Yo no, pero le importa que sea mi perra la que la pruebe-
-Sí, claro- contestó el propietario porque un show lésbico podría hacer olvidar lo sucedido.
Tendríais que haber visto las caras de ambas al escuchar el permiso. Zoe no cabía de gozo, se la veía excitada y no pudo reprimir un grito de alegría cuando le ordené que se pusiera un arnés. En cambio su hermana estaba desolada. Con lágrimas en los ojos, esperó postrada sin poder hacer nada por evitarlo que la rival de su niñez llegara a su lado y abriéndole las nalgas, empezara a sodomizarla con violencia.
-¡Argg!- gritó de dolor al sentir campear al enorme pene de plástico por sus intestinos.
Mi sierva no se compadeció de ella e incrementando la velocidad de sus embates, la cogió de la melena a modo de riendas.
-Muévete puta. Demuestra lo que sabes hacer- le gritó a la vez que tiraba hacia atrás de su melena.

 

Temiendo una nueva reprimenda, Jane se mantuvo en silencio mientras su hermana disfrutaba de su posición y solo cuando forzando aún más su entrada trasera la agarró de los pechos, su propia calentura hizo que empezara a gozar. Al darme cuenta, obligué a mi cachorra a bajarse del estrado y volver a mi lado.
-¿Por qué me ha parado?- molesta, me susurró al oído.

 

-¿Eres idiota o qué?- contesté – Si la gente  se percatara de su orgasmo, subiría el precio-
Asintiendo con la cabeza, se arrodilló a mi lado y agachando la cabeza, me besó los zapatos en señal de obediencia. Su actitud servil consiguió la aceptación unánime de la concurrencia, llegando incluso uno de los amos presentes a decirme si estaba interesado en venderla:
-¿Cuánto pagarías?- pregunté ante la horrorizada mirada de Zoe.
El tipo tras pensárselo unos instantes, me respondió:
-Veinte mil dólares-
Solté una carcajada al descubrir que tenía un pequeño tesoro pero haciéndome el ofendido, contesté:
-Por ese precio, te la alquilo una semana-
Contra toda lógica, el fulano me pidió mi email para permanecer en contacto y como en ese momento nos avisaron que iba a dar inicio la subasta, quedamos en seguir hablando al terminar la misma. Para quien no lo sepa, en esos ambientes al primar la privacidad, todos los tratos se hacen por correo electrónico para evitar problemas con las autoridades.
-¿No pensarás venderme?- me susurró Zoe en cuanto el posible comprador se fue a ocupar su silla.
-Depende. En esta vida todo tiene un precio- respondí muerto de risa.
Mis palabras consiguieron inculcar el miedo en ella y temblando de terror, se mantuvo postrada a mis pies mientras el encargado subía al estrado con un altavoz.
El primer sujeto en ser subastado fue un culturista. Por sus músculos se notaba que dicho sujeto había invertido muchas horas en su cuerpo y eso se tradujo en el precio. De todos los presentes solo dos personas licitaron por él: una cincuentona con cara de mala leche y un mariquita escuálido. Al final fue el homosexual quien se lo llevó a casa por siete mil dólares ante el cabreo de la señora. En cambio, el rubio se mostró alegre al ser adquirido por un hombre.

 

La segunda liza consistió en dos mujeres de pelo castaño. Aunque a mi parecer eran insulsas y de segunda calidad, al ser bisexuales y mostrar un adiestramiento ejemplar, hubo un reñido  pugna por ver quien se las agenciaba y al final el comprador tuvo que pagar trece mil euros por incorporar a esos dos especímenes a su harén.
Como los siguientes lotes tampoco eran de mi agrado y quería que todo el mundo creyera que estaba interesado en la negrita, estuve alabando de sobremanera su belleza ante mis tertulianos.
Un árabe vestido de occidental, refutando mi gusto, adujo que la morena no era de su agrado porque la veía poco instruida.
-Eso es lo bueno. En las manos de alguien como yo, se puede convertir en una obra de arte. Fijaros en mi cachorra, cuando llegó a mí, no sabía siquiera hacer una mamada y ahora es una experta- y sin pedir opinión a la rubia que tenía a mis pies, le pregunté si quería una demostración.
El sujeto en cuestión aceptó mi sugerencia y ante la mirada pasmada de Zoe, la llevó hasta su silla y le obligó a hacerle una felación.
-No me falles o te arrepentirás- amenacé a mi perrita al ver el desinterés con el que se arrodilló frente al norafricano.
Mi advertencia espoleó su ánimo e imprimiendo todo su saber en la mamada, levantó el aplauso de los presentes. Al volver a mi lado, me preguntó con ira en sus ojos si estaba complacido con mi sierva. A modo de respuesta, le contesté en voz alta que sí y que a modo de premio, le permitía elegir entre el ganado a alguien para ser su esclavo:
-Dueño mío. Me gustaría que compraras a la tal “Chita”-
Indignado, recriminé su mal gusto, aduciendo que era un ejemplar del que difícilmente se podría sacar nada provechoso.
-Lo sé pero aun así la quiero. Deseo castigarla por el modo en qué se ha dirigido a usted-
Dirigiéndome al fulano que tenía al lado, soltando una carcajada, dije casi gritando para que todo el mundo se enterara:
-Por eso sigue siendo sumisa, le falta eso que diferencia a un instructor de un verdadero amo. Es acojonante que entre todo el grupo subastado le guste esa zorrita desobediente-
Todo el mundo me dio la razón.
La subasta seguía mientras tanto y por eso, cuando el organizador llevó a la mitad del estrado a la negrita, fui el primero en pujar:
-Dos mil dólares-.
La morena sonrió al ver que cumplía mi palabra. Se veía a la legua que deseaba ser adquirida por mí pero desgraciadamente para ella y en gran parte gracias a mí, su cotización subió como la espuma llegando el árabe a pagar por ella casi treinta mil dólares. Su antiguo dueño estaba como en una nube, ya que, ni en su mejor sueño pensaba recibir por ella más de cinco mil euros.
Fue entonces cuando sacaron a Jane a subasta. Increíblemente la concurrencia la recibió con pitos, de forma que al final conseguí comprarla por apenas mil quinientos pavos. La gemela se mostró desolada al enterarse que era yo su nuevo dueño y llorando dejó que su hermana le ajustara un collar con mi emblema.
-Tráeme a “Chita”- ordené sin descubrir todavía mis cartas.
Zoe arrastró a mi nueva adquisición hasta mí y obligándola a adoptar la postura de esclava del placer, me mostró orgullosa la captura.
-Aquí la tiene- dijo mientras le soltaba un azote en el trasero.
Lo que no se esperaba mi cachorra fue que en ese momento, le dijera:
-¡Quítate la máscara!-
Sin darse cuenta de mis intenciones, la teniente se despojó de su careta de modo que todo el mundo se percató que eran iguales. Lo que empezó siendo un murmullo se convirtió en un clamor cuando alzando la voz, pregunté al organizador si admitían nuevos lotes. Me contestó que por supuesto y ante la desolación de las gemelas, las puse a la venta advirtiendo que de no alcanzar el precio que creía justo por ellas, me las quedaría.
Como comprenderéis la venta de ese par de rubias alcanzó un precio desorbitado ya que todos querían quedarse con esos ejemplares tan extraños en ese mundo.  Alucinado contemplé la pelea que protagonizaron cinco amos por agenciarse a las dos muchachas. Cuando la subasta llegó a su fin, el precio se había elevado hasta los doscientos mil dólares. El postor no era otro que el árabe ricachón que había disfrutado de la mamada de Zoe. Fue entonces cuando el subastero me preguntó si estaba de acuerdo con esa suma.
-Todavía, no- respondí y dirigiéndome al tipo,  dije: -Si acepto me quedaría sin esclava. Si añades la negrita a esa cifra, ¡Son tuyas!-
El tipo cerró el trato con un apretón de manos. Como último favor le pedí que me dejara despedirme de las hermanas, a lo cual no puso ningún impedimento. Estaban todavía llorando cuando me acerqué a ellas.
-¿Por qué lo has hecho?- preguntó Zoe, completamente desecha.

 

-No creeréis que he olvidado vuestro chantaje. Como dicen en México: “perdono pero no olvido”-  e intercambiando esclavas, salí del local con mi morena sin mirar atrás.


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Relato erótico: “Un día de huelga” (POR DOCTORBP)

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Estaba inquieta. Llevaba tiempo dándole vueltas a este día, un día de huelga. Para Miriam llegaba tarde. A pesar de estar en contra de las cosas que estaban sucediendo últimamente consideraba que este movimiento no era más que un paripé y que la huelga debería haberse celebrado mucho antes, cuando aún era posible hacer cosas. Ahora, no tenía sentido.

Así, había decidido ir a currar a su puesto de trabajo, impasible ante posibles presiones que intentaran disuadirla. No obstante, no podía evitar cierto temor por los más que probables piquetes que la esperarían a ella y otros compañeros a la entrada de las oficinas.

Por suerte, pensó, la empresa había dispuesto de autocares que conducirían a los empleados hasta la seguridad del interior del edificio, evitando una confrontación directa con las masas que intentaran detenerlos. Pero, aún así, el nerviosismo que le provocaba aquel hormigueo en el estómago era inevitable.

Mientras se arreglaba pensaba en todas y cada una de las idas y venidas que le había dado al asunto durante la última semana y más se convencía de que iría a trabajar. A pesar del temor, era una mujer valiente, íntegra y no la iban a disuadir de sus ideas por unas simples amenazas. Pensaba en los piquetes y en sus malas artes para tratar que la gente no acudiera a sus puestos de trabajo. Más que piquetes informativos los llamaría piquetes agresivos. Se rió para sus adentros.

Una vez en el autocar que la conducía al trabajo, Miriam se encontró con el resto de compañeros que habían decidido acudir a su jornada laboral. Algunos de ellos, como Miriam, tenían claro que la huelga no tenía ningún sentido, era tardía y no conseguiría nada más que aplacar el malestar general de aquellos a los que no les daba la cabeza para más y pensaban que esta maniobra podía tener cualquier tipo de consecuencias. Nada más lejos de la realidad. Además, comprobó que no era la única a la que los piquetes le imponían respeto. Los había visto en acción en tiempos pasados y la verdad es que eran bastante contundentes en sus formas.

A medida que se acercaban a su destino, empezaron a oír la algarabía que la masa sindical formaba en las cercanías de las oficinas. Por suerte, habían habilitado una especie de pasillo cercado con vallas para que los autocares pudieran pasar alejados de la muchedumbre que pretendía detenerlos.

Al encarar la recta final, Miriam comenzó a divisar, a lo lejos, la cuantiosa multitud que los esperaba con pancartas, megáfonos y numerosos cánticos y lemas en contra de lo que ellos pensaban era una deshonra, ir a trabajar en ese día.

A medida que se acercaban, la intranquila mujer pudo divisar a compañeros y/o conocidos que la increpaban desde la prudencial lejanía. Su corazón empezó a palpitar con fuerza, dolida ante la incomprensión que le suponía la situación. Compañeros con los que ayer hablaba amistosamente, ahora la insultaban simplemente por no ejercer su derecho a huelga. Los rostros desencajados, llenos de rabia, le provocaban un malestar inusitado que alcanzó su máximo esplendor cuando vio a Cosme, su mejor amigo dentro de la empresa, entre el gentío.

Cosme era un chico adorable, un trozo de pan y trataba a Miriam como una reina. Ambos se llevaban muy bien, tenían cierta complicidad y en los últimos años, como compañeros de trabajo, habían llegado a entablar una muy buena amistad. Y precisamente por eso a ella le dolió tanto verlo a través del cristal del autocar, con la misma cara de odio que el resto de compañeros que lo secundaban, increpando a los integrantes del vehículo, compañeros que habían decidido ir a trabajar.

Miriam se lo quedó mirando y, por un instante, le dio la sensación que ambas miradas se cruzaban y ella, pudorosa, retiró la vista rápidamente sin tiempo a saber a ciencia cierta si él la había reconocido. Aunque la distancia era considerable y no debía ser fácil ver el interior del autocar, ella tuvo la impresión de que Cosme la había divisado y, aún así, había seguido con sus gritos y vítores en contra de ella y el resto que pensaba como ella. Se sintió dolida, apenada.

Una vez en el interior del edificio, no cesaron los comentarios sobre lo ocurrido, disertando sobre las personas que habían visto, dando su opinión sobre la huelga y los motivos y consecuencias de la misma, etc. Miriam se centró más en sus compañeros, en cómo era posible que hoy la insultara alguien a quien ayer saludada cordialmente y quien, seguramente, mañana le hablaría como si nada hubiera pasado.

No fue hasta bien avanzada la mañana cuando la gente comenzó a trabajar como si de otro día cualquiera se tratara. Aún así, la falta de muchos de sus compañeros se notaba. El ambiente enrarecido, el volumen de trabajo liviano, el escaso ruido ambiente… mas Miriam sí tenía faena acumulada y no precisamente por su culpa.

Ninguno de sus compañeros le llegaba a la suela de los zapatos. A pesar de estar al mismo nivel en cuanto a sueldo y categoría, Miriam tenía mucha mayor responsabilidad, llevando temas que no se le presuponían por su cargo pero para los que estaba sobradamente capacitada. Además, se encargaba de ayudar a compañeros que no eran capaces de sacar su trabajo adelante, por mucho más simple que fuera. Tampoco hacía ascos a enseñarles una y otra vez cosas que directamente no entendían u olvidaban tarde o temprano para volver a preguntarle lo mismo nuevamente. Miriam estaba quemada y un día de parón le habría venido divinamente para desconectar, pero no se lo podía permitir. Ni sus ideales ni su bolsillo.

Miriam vivía en pareja y, aunque no les faltaba el dinero, tampoco se podía permitir dejar de cobrar un día sin más. Tenían lo justo para vivir bien, pero en ningún caso podían derrochar o dejar de mirar por el dinero. Y ese era otro de los motivos por los que había decidido no hacer huelga. Aunque parezca una contradicción, lo poco que cobraba por lo bien que hacía su trabajo, era un motivo para no ir a la huelga, aunque en ella se luchara contra casos como el suyo.

Pasada la media mañana, Miriam pudo respirar más tranquilamente. Había avanzado bastante faena y los pocos compañeros de su departamento que habían ido a trabajar estaban lo suficientemente ociosos como para no molestarla demasiado. En un momento de relax le vino a la mente lo acaecido durante la llegada a las oficinas. Visualizó el rostro desencajado de Cosme y luego recordó momentos vividos con él.

Cosme no trabajaba en el mismo departamento que ella. Se habían conocido puesto que él era informático y, durante un tiempo, fue el encargado de solventar los problemas del PC de Miriam cuando se quejaba de algún nefasto incidente informático. El chico, aunque tímido, era muy amable y a Miriam le pareció sumamente agradable. Tras una avería más grave de lo normal en la que estuvieron en contacto más tiempo del habitual, hablando por teléfono y conversando mientras él desarrollaba su trabajo, se hicieron amigos. Cosme comenzó a soltarse y abrirse más, bromeando con Miriam y comenzaron a enviarse mails simplemente para saludarse o para contarse cosas que nada tenían que ver con el trabajo. Si llevaban tiempo sin verse, uno u otro se desplazaba y hacía una visita de cortesía al puesto del otro y así fueron intimando más y más hasta convertirse en los grandes amigos que ahora eran.

Envuelta en sus pensamientos, se sorprendió al escuchar la voz del indeseable de su jefe. Si Cosme era un trozo de pan, Iván, su responsable, era todo lo contrario. Miriam no lo soportaba. A parte de lo ninguneada que la tenía y de las muchas deficiencias profesionalmente hablando que mostraba, era mala persona. O eso creía ella.

-Primero de todo quería agradeceros el esfuerzo que habéis hecho por venir. Sé que no es agradable ver a vuestros compañeros increpándoos por algo a lo que tenéis derecho, a venir a trabajar, igual que ellos tienen derecho a hacer huelga. Sin duda hay gente que no lo entiende correctamente. Los piquetes, que aparentemente tanto saben sobre nuestros derechos, tendrían que aprender que el poder acceder a nuestro puesto de trabajo es uno de ellos. Hay que respetar las decisiones de los demás y entender que el derecho no es una obligación. Y que conste que no me inclino hacia una u otra postura, simplemente digo que ambas deberían poder ejercerse con total libertad. Entiendo que los que habéis venido es porque no entendéis esta huelga tan tardía – y, tras una pausa en la que buscó la complicidad de alguno de sus empleados sin encontrarla, bromeó: – Ya somos 2 – y sonrió provocando las risas de algunos trabajadores.

Miriam estaba asombrada escuchando aquel pequeño discurso. Aunque no se rió de la triste broma de su jefe, se sintió extrañamente respaldada por sus palabras que reflejaban bastante fielmente su manera de pensar al respecto. Su jefe acababa de impresionarla gratamente, algo que jamás pensó que pudiera suceder, y se sorprendió a sí misma sonriendo y aún se sorprendió más al ver que Iván la miraba y le devolvía la sonrisa. Miriam se quería morir y apartó rápidamente la vista borrando su sonrisa y dejando un semblante duro mientras el resto de la oficina le hacía la pelota a Iván riéndole la gracia.

El mediodía llegó y Miriam, junto con unas compañeras, se dispuso a marchar a comer. Antes de hacerlo estuvieron discutiendo largo y tendido sobre dónde ir. No les apetecía demasiado enfrentarse con los piquetes que pudieran quedar custodiando las salidas de las oficinas, pero no tenían más remedio que salir fuera a comer. Por suerte, las palabras de Iván habían subido la moral de los trabajadores que se veían con más ánimo de hacer frente a los equivocados compañeros que fuera pudieran increparlos. Y Miriam era del mismo parecer, sentía que su jefe le había insuflado el poco valor que le faltaba para afrontar la salida sin problemas.

Por suerte, las noticias que llegaban del exterior es que a esas horas no había demasiados problemas para salir. Otros compañeros que lo habían hecho antes no se habían encontrado con demasiados sindicalistas, cosa que terminó por convencer al grupo para salir a comer. No obstante, decidieron marchar por una de las puertas de atrás e ir a un restaurante que se encontraba a pocos minutos de allí andando tras confirmar, mediante llamada telefónica, que estaba abierto.

Mientras iban comentando el mono tema del día salieron a la calle y allí se encontraron con uno de los sindicalistas ataviado con todo el arsenal del buen piquete. Se trataba de Guillermo, el pervertido compañero de Miriam.

El grupo, envalentonado por la superioridad numérica, se encaró con el solitario piquete mientras Miriam recordaba el mucho asco que le tenía. Guillermo llevaba poco tiempo en la empresa y, al entrar, se sentó justo en frente de ella. Era un hombre mayor, cercano a los 50 años, un viejo verde que no dejaba de mirar a la preciosa mujer, unos 20 años más joven, que se sentaba en frente. Guillermo no era precisamente discreto y Miriam odiaba aquellas lascivas miradas que eran continuas desde el primer día. Cuando sentía su mirada le provocaba un asco y rabia desorbitada, hasta el punto de haber deseado clavarle un bolígrafo en el ojo. Lógicamente jamás lo hizo con lo que el hombre se sintió libre de seguir, día tras día, desnudándola con la mirada. Miriam consideraba que era un pervertido, pero procuraba evitar pensar lo que podía llegar a hacer más allá de eso.

El hombre ahora parecía cohibido ante las recriminaciones del grupo que se disponía a ir a comer, pero cuando Miriam pareció despertar de sus pensamientos, descubrió la mirada lasciva que durante toda la jornada de trabajo la devorada, clavada nuevamente en ella. El odio se apoderó de ella y se unió a los gritos contra el hombre que en ningún momento les había dicho nada.

Tras el desagradable incidente, el grupo llegó al restaurante. La comida fue amena a pesar del tema de conversación del cual Miriam comenzaba a cansarse. Lo peor es que esto mismo que estaba oyendo una y otra vez tendría que volver a oírlo en casa con su novio, por teléfono con sus padres o comentarlo por internet con los amigos. Empezaba a estar saturada.

Cuando terminaron de comer y de pagar se dispusieron a volver al trabajo. El grupo estaba más tranquilo que antes de salir y parecía haber olvidado que los piquetes podían estar nuevamente esperándolos. De ese modo, nadie se preocupó cuando Miriam se disculpó volviendo al restaurante para comprar tabaco. Ella misma, despreocupada, indicó al resto que fueran tirando, que en seguida los alcanzaba y el resto no le dio mayor importancia, dejando que su compañera fuera sola al restaurante para luego volver a las oficinas sin ninguna compañía.

Miriam se percató de lo imprudente que había sido cuando volvía con el tabaco y se acercaba a la entrada trasera por la que habían salido. Sus nervios volvieron a emerger pensando que el número de piquetes podía haber aumentado. Se tranquilizó pensando que si sus compañeras habían seguido sin esperar ni avisarla es que no se habían encontrado follón. De todos modos, pensar en volver a encontrarse con Guillermo no era lo más tranquilizador que se podía desear. Ni tan solo el grato recuerdo de las palabras de su superior servía para desechar el asco que el viejo verde le provocaba. Y cuando lo vio se temió lo peor.

Efectivamente no había follón. El hombre seguía estando solo, pero esta vez, junto a la pancarta y el megáfono que llevaba en las manos, el tío se había colocado un pasamontañas provocando el terror en la asustada mujer que, a pesar de todo, decidió no dejarse impresionar y acceder a su puesto de trabajo ignorando a aquel energúmeno.

-¿Dónde te crees que vas? – le dijo la extraña voz distorsionada por la tela del pasamontañas que ocultaba el rostro del piquete. Miriam lo ignoró – ¿Te he preguntado que a dónde te crees que vas? – alzó la voz, pero siguió sin recibir contestación de Miriam que ya lo había rebasado y estaba un par de metros alejada del encapuchado.

El hombre reaccionó en un gesto rápido acercándose a la mujer y sujetándola del brazo.

-¡Te he dicho que a dónde vas!

Miriam sintió el tirón del brazo parándola en seco obligándola a girarse, quedando su indolente mirada en frente de los ojos de su compañero. No dijo nada.

-Ya no eres tan valiente, eh… ahora que estás sola ya no eres tan valiente… – le soltó con sorna, incitándola…

-Voy a trabajar – reaccionó por fin – ¿me dejas? – le insinuó mirando la mano que aún la retenía.

-Estás muy equivocada si crees que esta tarde vas a entrar ahí dentro… – le respondió con rabia, alzando la mirada por encima de Miriam, divisando la entrada a las oficinas que estaba tan cercana.

-¿Y cómo cojones crees que me lo vas a impedir? – comenzó a sulfurarse.

La reacción de la chica pareció sacar de sus casillas al hombre que la retenía. Sabía perfectamente el carácter que tenía Miriam y no quería que se creciera. Quería que la obedeciera.

-¿Qué te parece así? – le soltó un cachete en la cara.

Miriam no se lo esperaba. Aunque no le dolió físicamente sí que lo hizo interiormente. ¿Quién coño se creía el puto Guillermo para ponerle la mano encima? Ni él ni nadie tenía ningún derecho a hacer aquello. Le sacó de sus casillas por un instante, pero intentó tranquilizarse y controlar la situación.

-Si me vuelves a poner una mano encima, te jodo la vida – le amenazó con aire chulesco, de superioridad. No necesitaba las alentadoras palabras de Iván para sentirse superior al desgraciado de Guillermo – Es más, te vas a arrepentir de esto…

El hombre parecía dubitativo. Pensó que la torta tal vez no había sido la mejor idea. Había provocado justo lo contrario de lo que pretendía. Miriam parecía tan altiva e imponente, segura de sí misma, que temía realmente por él, por su puesto de trabajo, su familia… todo lo que ella pudiera hacer para joderle.

-No tendré que volver a pegarte si me haces caso – dijo al fin inseguro, pero sin soltar el brazo de su presa.

-¿Me estás amenazando? – le desafió.

La actitud de Miriam le estaba poniendo cada vez más nervioso. Notaba el sudor acumularse bajo el incómodo pasamontañas.

-No, sólo digo que…

Pero Miriam no le dejó acabar cuando se dio media vuelta para dirigirse a la entrada del trabajo. Sin embargo, el brazo que la retenía no la dejó marchar y empezó a forcejear para liberarse. Notó que la mano aumentaba la presión para evitar soltar lo que sujetaba y empezó a sentir dolor.

-Déjame ir… – ordenó en mitad del forcejeo.

-Te he dicho que no – insistió.

-Me haces daño… – se quejó, pero el hombre seguía impasible.

Miriam, cansada de la situación, golpeó con la mano libre el hombro de su compañero intentado provocar que la soltara. El piquete, nervioso ante la situación que se le había descontrolado, notó una punzada de dolor provocada por el golpe de su compañera y, en un acto reflejo, golpeó con todas sus fuerzas a la chica. El bofetón en la cara hizo que los dos se detuvieran al instante, dejando de forcejear.

Miriam no se lo esperaba. La ostia había sido considerable. Le pitaba el oído y notaba el calor de la sangre que resbalaba por la comisura de sus labios. Se asustó, se asustó mucho por primera vez. Con las piernas temblando, se agachó, resignándose.

-Está bien – dijo con voz temblorosa – ¿qué… qué quieres…?

La adrenalina bullía en el interior del hombre. La rabia de sentirse inferior a aquella mujer se había desbordado al recibir aquel maldito golpe. Y, al verla allí, sumisa, se sintió poderoso.

-Te dije que me hicieras caso. Esto no tendría por qué haber pasado – y se inclinó para pasar el pulgar por los labios de Miriam, recogiendo la poca sangre que allí había.

-Por favor, déjame ir, si quieres no voy a trabajar, pero déjame marchar –suplicó temiéndose lo peor.

Miriam sabía que Guillermo era un pervertido y se asustó pensando lo que podría hacerle un depravado que era capaz de golpearla. Maldijo que por culpa de la fuerza física se viera en esa situación. Y contra más lo pensaba, más asustada se sentía.

El hombre caviló unos instantes pensando la mejor opción. Simplemente quería darle un susto, hacer que no fuera a trabajar, pero en ningún momento quería golpearla.

-No puedo hacer eso. Si te dejo marchar podrías avisar a tus compañeros o acceder por otra entrada.

¿Pensaba retenerla de por vida? Miriam estaba al borde de la desesperación. Y, en un último intento alocado, pegó un tirón para intentar zafarse de Guillermo. La puerta estaba tan cerca… Por fin consiguió soltarse de la mano que la retenía y se alzó para comenzar a correr. Tenía la sensación de que iba muy lenta, el corazón le iba a mil por hora y, a escasos metros del objetivo, tropezó. Los segundos antes de darse de bruces contra el suelo fueron eternos. Pensó en lo torpe que era y en lo que ese tropiezo podía significar. Se aterró.

El piquete no se esperaba esa maniobra. Cuando vio a la mujer corriendo hacia la puerta de entrada a las oficinas pensó en salir corriendo en dirección contraria. Por suerte para él, decidió lanzarse a la desesperada con la intención de alcanzarla antes de que toda su vida se viniera abajo. Al ver que no la pillaría se lanzó con los pies por delante intentando zancadillearla. Los segundos hasta contactar con ella le parecieron eternos. Por su mente pasó lo torpe que había sido confiándose y dejando marchar a la mujer que podía joderle la vida. Se estiró todo lo que pudo y con la punta del pie consiguió tocar ligeramente el talón de Miriam. Suficiente para desequilibrarla y hacerla caer. Ahora debía levantarse más rápido que ella y volver a retenerla. Se lo iba a hacer pasar muy mal, pensó con rabia.

Ella intentó levantarse todo lo rápido que pudo, sin mirar atrás. Y cuando lo logró, notó la firme mano que la volvía a sujetar del mismo brazo ya dolorido. Su mundo se vino abajo.

-Hija de puta… te vas a enterar – y pegó un tirón arrastrando el cuerpo de la desesperada mujer.

-No, no lo hagas, por favor… – sollozó.

El enmascarado la llevó hasta un callejón oscuro y profundo cercano al lugar donde estaban. La calle cortada era conocida por ser lugar habitual de drogadictos, jóvenes que hacían botellón o vagabundos que buscaban cierto cobijo para resguardarse del frío en las largas noches de invierno.

Mientras se dirigían hacia allí, Iván salía por la puerta hacia la que tan sólo unos segundos antes corría Miriam desesperada antes de ser alcanzada por su nefasto compañero de trabajo.

El agresor no tenía claro lo que iba a hacer con la mujer. Ya la había asustado, ya había conseguido que no fuera a trabajar. Ahora únicamente quería vengarse del mal rato que le había hecho pasar. Al llegar al final del callejón la tumbó en uno de los colchones mugrientos en los que seguramente había dormido algún sin techo o fornicado alguna pareja joven antes o después de ponerse hasta las cejas de alcohol y/o sustancias psicotrópicas.

Al verla allí tumbada, temblorosa, se fijó en lo buena que estaba. Por primera vez en la vida veía a Miriam, aquella mujer tan imponente, segura de sí misma e inteligente, en una situación de sumisión total y la polla se le puso dura. Se le ocurrió que podía aprovecharse un poco de la situación.

-Déjame verte ese labio – le soltó en tono conciliador, intentando calmar la situación, buscando que la chica se confiara.

Pero Miriam no estaba por la labor. El hombre se agachó sobre el colchón, a su lado, y tuvo que agarrarle el rostro para girarle la cara para verla frente a frente. El labio había vuelto a sangrar ligeramente y el encapuchado acercó su cara a la de Miriam levantándose ligeramente el pasamontañas. Ella intentó apartarse, pero él la retenía con fuerza. Cuando estuvo a escasos milímetros de su rostro, el hombre sacó la lengua y con ella lamió la sangre chupándole la barbilla y los labios.

Ella se moría de asco. La repulsa que sentía por Guillermo era desmesurada y mucho más tras lo que había hecho y estaba haciendo. Sacó cierto valor para escupirle en la cara, pero rápidamente se arrepintió de haberlo hecho.

Aunque llevaba el pasamontañas, un poco de saliva cayó sobre el ojo del tío. Aquello le sacó de sus casillas. Cuando parecía que Miriam estaba más dócil siempre tenía que sacar ese temperamento para hacerlo sentir inferior. Encendido, el hombre se dispuso a magrearle los pechos mientras le comía la boca.

Miriam intentaba escabullirse zarandeando a su compañero, pero era imposible. El hombre la estaba babeando intentando introducir la viperina lengua en su boca, sellada a fuego. Mientras intentaba evitar su lengua, notó como el desgraciado metía las manos bajo el jersey, buscando sus pechos. El hombre se había sentado sobre ella impidiendo que pudiera escaparse. No tuvo tiempo de pasar miedo. La estaban violando y debía concentrarse en evitarlo.

El violador quería que abriera la boca, pero no lo conseguía y tenía las manos ocupadas magreando las duras carnes del vientre de Miriam. En seguida subió hasta sus pechos. Eran firmes y grandes. Tiró del sostén, rompiéndolo, y pudo notar el contacto directo con tremendos senos, con los excitantes pezones tiesos de la chica. Entonces se le ocurrió. Apretó con fuerza uno de los pezones provocándole el suficiente dolor como para que abriera la boca. El hombre aprovechó para introducir su lengua y lamer cada uno de los rincones.

Miriam se estaba ahogando. El muy bruto le había metido la lengua hasta la campanilla y le había llenado la boca de babas. Necesitaba respirar. Así que le mordió el labio haciéndolo sangrar. El hombre retiró el rostro sorprendido. Y ella le miró desafiante.

-Te lo debía.

-Serás hija de puta… – le soltó con una sonrisa malévola que hizo temblar a la chica, poniéndole la piel de gallina en todo el cuerpo.

El hombre escupió en el rostro de la víctima.

-Te lo debía – le dijo con sorna y aprovechó para lamerle el rostro recogiendo con la lengua su propia saliva mientras levantaba el jersey dejando al aire libre los hermosos pechos de la mujer.

El hombre se llevó la mano a la bragueta y, como pudo, abrió la cremallera para sacarse la polla completamente tiesa. Empezó a masturbarse mientras besaba a la chica bajando por su cuello hasta llegar a las tetas donde se paró a saborear el delicioso manjar que le proporcionaba el melonar.

-Por favor… Guillermo… si lo haces te arrepentirás toda tu vida – intentó la vía psicológica para salir del atolladero.

El hombre se sobresaltó, incorporándose para mirar a su víctima.

-Si supieras lo buena que estás… Si supieras lo buena que estás me entenderías. Te he deseado tanto, tantas veces. Esto no es más que un halago hacia tu persona.

Miriam pensó que estaba chalado y comprendió que únicamente podía salir de allí si alguien la ayudaba. Gritó, pero sabía que nadie la oiría. Volvió a gritar y se detuvo al notar las sacudidas que el hombre pegaba con el brazo. Alzó la cabeza y vio la paja que se estaba haciendo. Se quería morir.

-Eso es… mírame, mírame la polla. Es toda tuya. ¿La quieres? ¿Te gusta?

El hombre se acercó al rostro de la chica, dejando de masturbarse y mostrando triunfante su pito completamente erecto. Miriam se fijó que era bastante normal. Unos 12 centímetros.

-Siempre había imaginado que la tenías pequeña – quiso dañarle el orgullo – y estaba en lo cierto.

Aquellas palabras no le sentaron demasiado bien y volvió a abofetearla. De la ostia, los ojos humedecidos de Miriam soltaron las primeras lágrimas mientras el indeseable energúmeno que tenía encima colocaba su pene entre sus hermosos pechos. Con una mano agarró ambos senos, juntándolos y empezó el vaivén para hacerse una cubana. Inclinando el cuerpo hacia atrás, con la otra mano, comenzó a frotar la entrepierna de la chica.

A los pocos minutos Miriam comenzó a tener sensaciones enfrentadas. Sus ojos no dejaban de humedecerse ante la impotencia de estar siendo violada, pero las caricias en su entrepierna empezaban a ser placenteras. Eso aún le daba más rabia provocándole las lágrimas que se deslizaban por su rostro. A medida que el chocho le iba picando cada vez más, más se fijaba en la punta de la verga que asomaba y desaparecía entre sus turgentes pechos al ritmo de las sacudidas de su compañero. Empezaba a ver aquel bonito glande como un premio más que como un castigo y eso la atormentaba por dentro.

El hombre se apartó de ella, levantándose y liberando los brazos que había estado aprisionando con las piernas mientras la agarraba del pelo alzándola también a ella. El hombre acercó la polla hacia la boca de la mujer, que se negaba a abrirla. El tío restregó su miembro por los carnosos labios de Miriam mientras le suplicaba buscando su favor.

Miriam se resistía a pesar del fuerte olor a polla que se introducía por sus fosas nasales. Era todo tan sucio: el mugriento colchón, el desangelado callejón, el indeseable Guillermo, la aterradora violación… que aquel intenso olor a sexo masculino la terminó de poner cachonda. Quería evitarlo, pero cuando el hombre apretó sus mejillas para que abriera la boca, no puso mucha resistencia. El cipote estaba salado.

-Te juro que como me la muerdas, te mato – la amenazó. Pero ella no pensaba morderle precisamente.

El hombre empezó a follarse la boca de su compañera, intentando meterle la polla hasta la garganta mientras le agarraba del pelo para que no se escapara. La mujer se atragantaba cada vez que el cavernícola le tocaba la campanilla con el glande. Miriam tenía la boca reseca y cada vez que la polla salía de su garganta, lo hacía impregnada de babas solidificadas que rodeaban el cipote y hacían puente entre la boca de ella y el miembro de él. Las babas se iban acumulando y resbalando por la verga hasta alcanzar los huevos del hombre desde donde colgaban, blanquecinas y espesas, hasta caer sobre el asqueroso colchón.

A medida que el violador se iba relajando iba minimizando la fuerza de sujeción del pelo de ella hasta que al final, sin darse cuenta, la soltó. Pero Miriam no escapó y siguió chupando polla a pesar de la libertad de la que gozaba. Cuando él se percató, se asustó, pero en seguida se sintió triunfante cuando se dio cuenta de que Miriam, tocándose los pechos, se desvivía, sin forzarla, chupándole la tiesa vara.

-¿Ves, putita? Si al final sabía que te gustaría… – se arriesgó.

Miriam, al oír esas palabras, se detuvo y lo miró desafiante con una mezcla de odio, excitación y asco.

-Eres un cabrón. ¿Cuánto hace que deseabas esto? – le provocó, pero él la ignoró.

El violador se agachó para deshacerse de los pantalones de la chica. Estaba desabrochando los botones cuando ella aprovechó para deshacerse del pasamontañas estirando de la parte superior descubriendo el rostro sudoroso de su violador.

-¡Cosme! – se sorprendió al ver que el hombre que la había golpeado, humillado, maltratado, ultrajado y violado era su querido amigo.

No sabía cómo reaccionar y recordó la cara desencajada con la que lo vio esa misma mañana increpándola a ella y al resto de integrantes del autocar junto con el resto de piquetes. Instintivamente se retiró de su amigo, sentada como estaba sobre el colchón, alejándose hacia atrás.

-Miriam… – quiso suavizar la situación, desdramatizarla, pero no supo cómo. La empinada verga era la dueña de su cuerpo y sus decisiones – Ven aquí – prosiguió con la lujuria marcada en la cara, adelantándose buscando nuevamente el contacto con su amiga.

Cosme introdujo la mano en el pantalón de Miriam por la abertura que habían dejado los botones ya abiertos. Ella, aún en shock, no reaccionó y le dejó hacer. Cuando los dedos del chico alcanzaron su sexo sintió una oleada de placer que se enfrentaba a sus pensamientos. ¿Era su adorable Cosme el que la estaba mancillando? ¿No era Guillermo? Saber que el autor de esa pesadilla había sido alguien tan cercano y no un loco pervertido aún le pareció más sucio, más mezquino y desagradable. Y, por tanto, más cachonda se estaba poniendo.

Mientras Cosme daba con el punto exacto que le provocaba el primer orgasmo, ella agarró el pito de su amigo por iniciativa propia y comenzó a masturbarlo. Cosme estaba confundido. Su identidad había sido revelada y no sabía lo que eso podía implicar. Al parecer, Miriam se había calentado tanto con la situación que, por el momento, todo parecía seguir igual o mejor que antes de perder su máscara. Sin embargo, su comportamiento hacia ella, todo lo que le había dicho y hecho ¿cómo les afectaría de ahora en adelante? No creía que Miriam siguiera con la idea de joderle la vida, pero tampoco creía que todo lo ocurrido no tuviera consecuencias.

-¿Quieres que lo hagamos? – le preguntó un Cosme sin autoridad tras la pérdida de su pasamontañas al igual que Sansón al perder su melena.

Ella no respondió. Deseaba que el chico la tratara como antes, la vejara, e intentó decírselo con la mirada. Siempre se habían entendido muy bien y no parecían haber perdido esa facultad.

Cosme se deshizo de los tejanos de la chica pegando un par de tirones. La cogió del pelo y tiró de ella para levantarla. Miriam sintió el dolor del tirón en su cuero cabelludo. Le gustó el ímpetu de su amigo. Cosme le dio media vuelta, poniéndola de espaldas y la puso a cuatro patas para insertarle el rabo en el chorreante coño. El violador seguía agarrándola por el pelo con lo que cada sacudida iba acompañada de su correspondiente tirón.

-Basta… – suplicó ella cuando no pudo soportar el dolor.

El chico le soltó la melena y, agarrándola por las caderas, empezó a embestirla con fiereza provocando que Miriam tuviera que apoyar las manos en el piso para no precipitarse contra el suelo por segunda vez en el mismo día.

A medida que la dolorida cabeza iba recuperándose, el placer de sentir aquella polla rozando sus paredes internas iba en aumento. Estaba a punto de correrse cuando divisó algo que se movía al frente. Se asustó pensando en algún vagabundo que pudiera estar durmiendo la mona en la oscuridad del callejón. A medida que se disipaba la incertidumbre, sus temores iban en aumento.

El hombre que se acercaba había estado viendo la escena desde un principio. Como había quedado con Cosme, el joven amigo de Miriam se encargaría de asustarla para que no accediera a su puesto de trabajo. La disuadiría y, de alguna forma, la convencería para traérsela al callejón. Lo que no se esperaba es que las cosas se le hubieran complicado tanto al muchacho. No pensaba intervenir, pero ahora que la identidad de Cosme había sido revelada…

Miriam, al ver el rostro de Guillermo acercándose, se quería morir. Había olvidado que, en un principio, había creído que aquel asqueroso era el que había provocado toda la situación y no le gustaba la idea de que apareciera en escena definitivamente. Llevaba una gabardina. Al abrirla mostró el pecho descubierto y Miriam, al bajar la mirada, vio aquel pollón sobrehumano. Se corrió por segunda vez en el día.

-Así que te pensabas que la tenía pequeña… – le provocó Guillermo, cuando llegó a la altura de la pobre chica, agarrándose la flácida polla para acercarla al rostro de Miriam.

La chica alzó la mirada y le dedicó un gesto de desprecio total. Bajó la vista y se topó con aquel pollón que en reposo debía medir unos 18 centímetros. La excitación iba en aumento.

-En realidad jamás me he parado a pensar cómo la tenías – le replicó con sinceridad. De haberlo sabido… pensó.

-Pues a partir de ahora vas a soñar con ella, niñata.

-¿Cuánto tiempo llevas tú soñando conmigo? – le replicó hábilmente.

-Sólo tenía que bajarme los pantalones para que te abrieras de patas, ¡zorra!

Y Miriam abrió la boca para saborear el cipote que tenía enfrente, pero Guillermo apartó su miembro dejándola con las ganas. Volvió a acercar la verga mientras ella le miraba desafiante, pero en cuando volvió a abrir la boca, él volvió a quitarle la comida, alzando el nabo que sujetaba con su mano. Al tercer intento, el hombre bajó poco a poco la polla mientras ella le esperaba con la boca abierta. El grueso glande entró en contacto con la lengua de la chica que notó el peso de tan tremendo artefacto a medida que su dueño lo depositaba en su boca.

A todo esto, Cosme había dejado de penetrarla y le estaba haciendo un cunnilingus cuando Miriam agarró el rabo de Guillermo y empezó a masturbarlo sin dejar de chuparle el glande. Poco a poco fue notando cómo el miembro del cincuentón se iba endureciendo y, a medida que crecía de tamaño entre sus manos y en el interior de su boca, iban aumentando los flujos vaginales que inundaban el rostro del informático.

Cuando su amigo le robó el tercer orgasmo se separó de ella para colocarse junto al hombre mayor. Estaba claro lo que quería. Miriam se sacó el pollón de la boca y, antes de comerse la otra verga, echó un vistazo al monstruo que tenía delante. Parecía un pene de caballo, debía medir más de 25 centímetros e impresionaba verla tiesa, suspendida en el aire, rodeada de venas verdes a punto de estallar. Casi se corre sólo de verla. La agarró con la zurda y, mientras se la meneaba, se introdujo la pollita de Cosme en la boca.

Estuvo un rato mamando alternativamente los cipotes de los dos hombres cuando el pervertido de Guillermo se separó de ella para tumbarse en el mugriento colchón, siempre con la gabardina puesta. Cuando pasó por detrás de la chica la agarró del pelo, separándola de Cosme y doblándole el cuello.

-¡Bestia! – se quejó la damisela.

-Lo que va ser bestia va a ser la empalada que te voy a hacer…

Sólo de pensarlo un cosquilleo recorrió el cuerpo de la joven que deseó sentir aquel poste rodeado de verde hiedra rasgando su cuello uterino. Guillermo estaba tumbado con el pollón mirando al cielo cuando Miriam, a horcajadas, bajó su cuerpo hasta que su lubricado y escocido coño entró en contacto con la punta de semejante aparato.

Guillermo había fantaseado con esa diosa desde que entró a trabajar en la empresa. La había desnudado millones de veces con la mirada, pero jamás se había imaginado que pudiera estar tan buena. Los considerables pechos puestos exactamente en su sitio, el vientre plano y las curvas de su cadera, las largas y bonitas piernas y esa caliente concha con esos prominentes labios vaginales que ahora rozaban su descomunal polla. No se podía creer que esto estuviera pasando. Cerró los ojos y disfrutó de la sensación de sentir aquellos labios adhiriéndose a su venosa polla, dejando un rastro de fluido vaginal, y de su glande rasgando las paredes internas del coño más deseado de la oficina. Abrió los párpados y vio a Miriam con los ojos en blanco, en éxtasis y aprovechó para acariciar los turgentes pechos que bamboleaban delante de sus ojos.

Al sentir las manos de Guillermo aferrándose a sus tetas no aguantó el placer de sentirse rellenada por semejante pollón y se corrió por cuarta vez. Estaba recuperándose del orgasmo cuando sintió el empujón de Cosme que echó su cuerpo hacia delante. Se encontró de golpe con la cara de Guillermo, que hizo el esfuerzo de alzarse para robarle un morreo. Le dio un poco de asco besar al viejo, pero no apartó la boca.

Ante la mirada del joven apareció el rosado ano de Miriam. Sin pudor, el chico empezó a acariciarlo poco a poco hasta que, de golpe, introdujo un dedo en el agujero de la chica, sorprendiéndola.

Era la primera vez que algo o alguien penetraba su agujero trasero y no le gustó la sensación. Intentó quejarse, pero su amigo le tapó la boca con la mano libre. Nuevamente se asustó. No quería que le petaran el culo. Intentó quejarse, zafarse pero los quejidos amortiguados por la mordaza de carne y hueso fueron ignorados y los movimientos de su cuerpo fueron interpretados como consecuencias del placer recibido. Sin poder evitarlo, notó el duro falo de su amigo informático conquistando su culo. Quiso gritar, pero la mano aún la amordazaba.

Ambos compañeros del trabajo de Miriam, su querido amigo y el indeseable pervertido, se acompasaron enculándola y follándola respectivamente de manera que ninguno perdiera el ritmo de las sacudidas. Cuando Cosme notó que la resistencia de su amiga se desvanecía, retiró su mano para dejarla gemir de puro placer. El quinto orgasmo llegó acompañado de un enorme suspiro de satisfacción.

Cosme aprovechó para sacar todo el amor que sentía por su compañera y amiga. Mientras le metía y sacaba el USB en la ranura trasera se pegó a ella para besarla en el cuello mientras le acariciaba la espalda con ternura. Los gestos receptivos de la exuberante mujer que giraba la cabeza buscando la boca de su amigo fueron demasiado para Cosme que se corrió mientras se comía la boca de Miriam. El primer chorro de semen lo soltó en el ano de la chica, pero en seguida sacó la verga para lanzar el resto de la corrida sobre las nalgas y la espalda de ultrajada mujer.

Mientras Cosme se apartaba, Miriam se levantó liberando el cipote que llevaba minutos dentro de su coño. Sin que Guillermo se levantara, la chica se agachó buscando nuevamente los 25 centímetros largos de carne manchada con el líquido blanquecino que la raja de ella misma había emanado. No le importó y relamió cada centímetro de tranca hasta dejarla reluciente. En ese instante, Guillermo se agarró el miembro con la mano y empezó a masturbarse. Miriam sabía lo que venía y abrió la boca sacando la lengua lo más cerca de la punta de la polla.

El primer chorro la sorprendió. Un escupitajo impetuoso de leche saltó varios centímetros por encima del rostro de Miriam que se acercó más para el siguiente recibirlo en el interior de la boca. Ese segundo chorro, aún poderoso, impactó con fuerza en el paladar de la chica que se retiró ligeramente recibiendo el tercer manantial en la lengua. Los siguientes chorros perdieron intensidad y ella se aferró a la polla intentando recibir toda la leche que pudiera. Cuando el hombre mayor terminó de correrse, la chica dejó caer la mezcla de saliva y todo el semen que había retenido en la boca sobre el pubis del hombre donde se juntó con los restos de lefa que ya habían caído allí de primeras.

-Sabía que eres una buena puta – le insultó el viejo verde – Te pueden las pollas grandes, eh.

Miriam, avergonzada, no le contestó y se retiró para hacerse un ovillo, dolorida. Cosme no había articulado palabra alguna desde que se corriera sobre su amiga. Los dos permanecieron callados mientras Guillermo alardeaba de lo macho que era.

-Ves tirando – le indicó Guillermo a Cosme cuando ambos estuvieron vestidos. El joven obedeció sin despedirse de su amiga.

El cincuentón se acercó a Miriam y la amenazó.

-Como se te ocurra decir una sola palabra de lo que ha ocurrido esta tarde, te juro que te mato. Supongo que al chaval – refiriéndose a Cosme – no le querrás hacer ningún daño. Al pobre se le ha escapado de las manos y sólo cumplía órdenes mías – se confesó – Y respecto a mí… ten mucho cuidado – le soltó inculcando el temor en el desangelado cuerpo de la chica – Piensa que si te portas bien, a lo mejor te dejo verla otra vez – le vaciló agarrándose el paquete y mostrándoselo orgulloso a la pobre víctima.

Cuando Guillermo se marchó, a Miriam le invadieron todas las culpas y rompió a llorar. Se había dejado violar y lo había disfrutado, mucho. El problema no era haber puesto unos cuernos, algo que jamás se le hubiera pasado por la cabeza, era la forma como había sido. Y con quién. Aunque lo de Cosme podía tener un pase, recordar lo que le había hecho le apenó más de lo que estaba. Pero lo peor era haberlo hecho con Guillermo que no sólo era un viejo verde, sino un prepotente, un chiflado. Eso sí, reconocía que tenía una polla tremenda y saberlo le jodía aún más pues no sabía si a partir de ahora podría resistir sus pervertidas miradas sin mojar las bragas. Se dio asco a sí misma.

Mientras esperaba a Guillermo, Cosme seguía dándole vueltas a lo sucedido. Estaba muy nervioso y arrepentido. Aunque follarse a la espectacular Miriam era un privilegio al alcance de nadie se arrepentía de haberlo hecho por la forma como había ocurrido. Tuvo la impresión de que lo sucedido acabaría con su bonita amistad y, aunque la relación de ambos fue cordial en el futuro, no se equivocaba. Por suerte, por fin llegó Guillermo que le sacó de sus atormentados pensamientos.

Los violadores se marcharon mientras Guillermo pensaba en el sueño que había hecho realidad. Aunque su plan se había torcido ligeramente, al final se había chuscado a la mujer que llevaba deseando día tras día desde su incorporación a la empresa. Se sintió bien y se imaginó cómo serían los próximos días en el trabajo imaginando el precioso cuerpo de Miriam tras su provocativa ropa. Como siempre, pero a partir de ahora conociendo al detalle cada uno de los rincones de su cuerpo.

-¡Miriam! Te he estado buscando – la destrozada mujer oyó una voz familiar – ¿Qué te ha pasado? ¡Madre mía! ¿estás bien?

Iván había salido a buscar a su mejor empleada cuando las compañeras le advirtieron que tardaba mucho en regresar del restaurante y se preocupó al descubrir a Miriam tirada desnuda sobre ese asqueroso colchón. A pesar del tiempo que llevaba enamorado de ella fue incapaz de fijarse en el precioso cuerpo que ante él se vislumbraba. El amor que sentía hizo que lo primero que pensara fuera que estaba en peligro e hizo todo lo posible por hacer que se sintiera mejor. La ayudó a vestirse e incorporarse y escuchó la historia que Miriam se inventó a medida que la contaba.

Miriam se sorprendió al descubrir el amable trato que su superior le dispensó. Sin embargo, pensó que era lo mínimo que te puedes esperar de alguien que se encuentra a una indefensa mujer en las condiciones en las que ella se encontraba. Pero, aunque le costó reconocerlo, finalmente se vio obligada a admitir que su jefe tal vez no era el cabrón que ella se pensaba. Incluso, pasado el tiempo, llego a considerarlo el héroe que podría haberla salvado de los malditos acontecimientos acaecidos aquella fatídica tarde del día de huelga.

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Relato erótico: “Prostituto 15 Dina quiere ser violada” (POR GOLFO)

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Sin título1

Mi jefa viene a verme:
Como prostituto sé que cuando la gente deja volar su imaginación y se recrea en fantasías da como resultado las situaciones mas morbosas y raras con la que uno no ha soñado siquiera. Un ejemplo claro fue cuando Johana me llamó una tarde para comentarme la extraña petición de una clienta:
-Alonso, ¿Vas a estar en casa?-
Desde que Tara me abandonó, mi jefa aprovechaba cualquier oportunidad para verme y por eso no me extrañó que me lo preguntara. Por mucho que había tratado de explicarle que estaba bien y que ya me  había recuperado de su traición, no me creía y mirando por su inversión, cada vez que podía se auto invitaba a cenar. Más que harto del marcaje al que me tenía sometido, le contesté que no.  Por mi tono comprendió que no estaba de humor pero como tenía que hablar conmigo, respondió:
-Necesito verte, así que ¿O me esperas o me dices donde vas a estar?-
La firmeza con la que me habló me hizo a regañadientes aceptar verla y cabreado hasta la medula, le contesté que la esperaba hasta las siete, ni un minuto más:
-Allí estaré- me soltó colgando el puto teléfono.
“Esta puta cree que es mi dueña y me trata como a un niño”, maldije enfadado al advertir que me había dejado hablando solo al otro lado del auricular. Aunque gracias a ella vivía como un pachá, interiormente la acusaba de mi separación, ya que, una de las razones principales por las que Tara me dejó era que no soportaba que fuera un prostituto. Las dos horas que tuve que aguardar encerrado entre las paredes de mi apartamento, lejos de calmar mi cabreo, lo hicieron incrementar y por eso decidí hacerle pasar un mal rato.
Desde que nos conocíamos, había surgido entre nosotros una extraña química que hacía que nos atrajésemos y repeliésemos por igual. Johana, en sí, era una mujer pelirroja preciosa. Dotada por la madre naturaleza de unos pechos que harían suspirar a cualquier hombre, me había dado calabazas siempre que había hecho un intento por acercarme a ella. Era consciente que le atraía pero se negaba aduciendo que lo nuestro eran negocios.
“¡Te vas a joder!”, pensé mientras planeaba mis siguientes pasos, “si no sabes si te atraigo o te doy asco, hoy te vas a enterar”.
Aprovechando que siempre que venía a casa, nunca llamaba al timbre sino que usaba las llaves que le había dado para un caso de emergencia, decidí darle un escarmiento y la esperé tumbado en mi cama, totalmente desnudo.
Eran las siete menos diez cuando la oí llegar. Al no verme en el salón ni en la cocina, mi querida “madame” creyó que la había dejado plantada y enojada, gritó:
-¿Alonso?-
-Estoy en mi habitación- contesté desde la cama.
La muchacha, ajena a lo que se le avecinaba, entró en mi cuarto y al verme en pelotas sobre las sábanas, exclamó preocupada:
-¿Estas mal?-
 -¿Tú sabrás?, según las clientas que me consigues, estoy francamente bien- respondí cogiendo mi pene entre las manos y enseñándoselo.
Por su cara, mi exhibicionismo le molestó pero fue incapaz de retirar sus ojos del miembro que perversamente masajeaba frente a ella.
-¿Qué coño haces?- hecha una energúmena me soltó y tras reponerse de la sorpresa inicial, me gritó: -¡Tápate!-
-Lo siento pero no puedo- contesté levantándome y cogiendo un bote de Nivea, me la empecé a untar por mi cuerpo. –Tengo que salir y no querrás que nuestra clientela encuentre mi piel reseca-
Su desconcierto fue total al saber que estaba luciendo mi anatomía con el único propósito de molestarla pero a la vez, sabía que no podía evitarlo porque la razón que le había dado era de peso. Johana esperó callada unos minutos creyendo que sería rápido pero al ver que me eternizaba con la crema, me preguntó:
-¿Vas a tardar mucho?-
-Unos quince minutos- respondí  muerto de risa y poniendo el bote en sus manos, le susurré al oído: -Si quieres que me dé prisa, ¡Ayúdame!-
Mi descaro consiguió sacarla de sus casillas y bastante enfada, soltó:
-¿Te gusta jugar? ¿Verdad?-
Mi jefa obtuvo como única respuesta una sonrisa. Al advertir mi recochineo, me miró diciendo:
-Si quieres jugar, ¡Juguemos!-

 

Cuando creía que iba a ayudarme con la crema, hizo algo que no me esperaba: imprimiendo toda la sensualidad que pudo, ¡Se empezó a desnudar!. Cómo comprenderéis me quedé acojonado al observar como esa pelirroja dejando caer su vestido al suelo y desprendiéndose de su ropa interior, se quedaba completamente desnuda frente a mí. Creyendo que lo que quería era marcha, me acerqué a ella pero en cuanto vio mis intenciones, dijo:
-Cómo se te ocurra tocarme, ¡Te corto los huevos!-
Sin saber qué hacer, me la quedé mirando. Johana sonrió al ver mi confusión y abriendo el bote, cogió crema y melosamente se la empezó a untar por los pechos mientras me decía:
-¿Te parece bien que hablemos de negocios?-
Os juro que jamás creí que mi estratagema diera como resultado que por primera vez pudiese disfrutar de la visión de sus pechos y menos que esa fría mujer se pellizcara los pezones en mi presencia solo para devolverme la jugarreta. Alucinado y bastante excitado, no me quedó más remedio que reconocer que esa chavala tenía un cuerpo de escándalo mientras veía como sus manos recorrían lentamente y sin ningún pudor toda su piel. Siempre supuse que Johana estaba buena pero al verla así, me di cuenta de mi error:
¡Estaba buenísima!.
No solo era una mujer delgada de grandes tetas sino la perfecta combinación de genes la habían dotado de un culo espectacular que no desmerecía en nada al resto de su anatomía. La pelirroja disfrutando de su nuevo poder, se dio la vuelta y agachándose sobre el sofá, me dejó claro que era una oponente formidable cuando echándose un buen chorro, se embarró sus nalgas mientras me decía:
-Una de mis clientas quiere un servicio un tanto especial y le he prometido que te iba a convencer de hacerlo….-
-¿Qué quiere?- respondí mirando absorto cómo con los dedos se separaba sus dos cachetes y regodeándose en la visión que me estaba brindado, mi jefa untó de crema la raja de su trasero.
-Poca cosa, tiene la fantasía de ser violada- soltó como cualquier cosa mientras se daba la vuelta y separando sus rodillas, me mostró orgullosa un sexo pulcramente depilado – Sé que es raro pero me ha firmado un documento donde te exime de cualquier responsabilidad, afirmando que sería sexo consentido-
Debí negarme de plano pero en ese momento, mi mente estaba deleitándose con la vulva casi adolescente de la pelirroja. La muchacha sabiéndose deseada, separó los labios con sus yemas y mientras acariciaba su clítoris, me dijo:
-Está todo arreglado, me ha dado las llaves de su casa y cómo no quiere saber cuándo vas a hacerlo, me ha informado que va a estar sola todas las noches hasta fin de mes-
Os juro que ni siquiera me di cuenta de que mi pene había reaccionado y que totalmente erecto, se mostraba en toda su extensión. Queriendo alargar el momento, le pedí la dirección pero entonces, Johana cogiendo su ropa se empezó a vestir mientras me la daba. Al terminar y cuando ya salía de mi apartamento, me soltó:
-Aunque seas un prostituto, no puedes negar que eres hombre. Creía que me iba a ser imposible convencerte pero ya ves, con solo enseñarte una teta, has aceptado-
-¡Zorra¡- la insulté.
Ella no se inmutó y cerrando la puerta tras de sí, soltó una carcajada mientras me decía:
-Por cierto, tienes una bonita polla-
Hundido y humillado, me vi en mitad del salón con una erección de caballo mientras mi supuesta víctima se iba victoriosa sin daño alguno. “¡Será una calientapollas pero tengo que reconocer que es brillante!” maldije mientras me  volvía a la cama a liberar la tensión acumulada en mi entrepierna.
 Cumplo su encargo:
Esa tarde por mucho que intenté borrar de mi mente la imagen de mi jefa y la crema, me resultó imposible porque cada vez que lo intentaba, volvía con más fuerza el recuerdo de esa calientapollas. Yo que me creía un halcón resulté ser una paloma en cuanto Johana se lo propuso. Usando mis mismas armas, esa mujer me venció con tal facilidad que me quedé preocupado. “Va a resultar que me gusta esa zorra” pensé mientras tratando de olvidar mi ridículo, abría el dossier sobre esa clienta:
 “¡No puede ser!” exclamé al descubrir que la supuesta trastornada que quería sentir una violación era una primorosa morena de veinticinco años. Cuanto más miraba su foto, más raro me parecía todo al no comprender como una monada cómo esa, deseaba ser follada sin su consentimiento.
“O está como una puta cabra, o lo que le ocurre a esta tipa es que está cansada de los hombres que sin duda la cortejan y quiere probar que alguien la tome sin su consentimiento” sentencié cerrando la carpeta y yéndome a arreglar.
Aunque esa noche no tenía ninguna cita, decidí ir al Hilton a ver si había alguna ejecutiva con ganas de juerga. Mientras me duchaba, seguí pensando en mi jefa de forma que sin darme cuenta, me volví a excitar sin que el agua fría pudiera hacer nada por remediarlo.
“A la que violaría sin pensármelo dos veces es a ella”, me dije al percatarme mientras lo enjabonaba de la erección de mi miembro.
Os juro que si no llega a ser porque debía ahorrar fuerzas por si esa noche triunfaba, me hubiese masturbado nuevamente en su honor. Necesitaba follar para mitigar el calentón con el que esa puñetera pelirroja me había castigado y por eso, me vestí con mis mejores galas y salí a conquistar Nueva York. Esa noche todo me salió mal. Al coger un taxi, pinchó y cuando traté de tomar otro, me fue imposible porque parecía como si toda la ciudad hubiera pensado en lo mismo. Tras media hora soportando en una esquina el calor de Manhattan, decidí irme andando. Para colmo de males, al llegar al hotel, descubrí que todo el ganado medianamente pasable estaba ocupado con mi competencia y tras varios intentos infructuosos, me quedé comiéndome los mocos en una esquina del bar mientras los demás prostitutos hacían su agosto.
“¡Hay que joderse!”, pensé al observar a un jodido italiano de baja estofa saliendo con una rubia espectacular, “si hubiese llegado antes ese culo seria mío”.
Molesto y con alguna copa de más, salí del local al cabo de tres horas. Harto de que durante todo ese tiempo solo se me hubiera acercado una anciana borracha, decidí irme a casa pero cuando ya estaba en la parada del taxi, me di cuenta que al salir de mi apartamento, había cogido las llaves de Diana, la fetichista que quería ser violada. Cómo casualmente su piso estaba a unas manzanas de distancias, solventé hacerle esa misma noche la visita.
“No creo que se lo esperé. Al fin y al cabo, hoy se lo ha pedido a Johana  y según ella tengo un mes para hacerlo” pensé mientras me dirigía a pata hasta su dirección.
Estaba caminando hacia allí, cuando caí en que si se suponía que debía parecer una violación, no podía ir a cara descubierta y por eso al toparme con una tienda de chinos abierta 24 horas, entré y me compré unas medias que colocarme en la cabeza. Ya que estaba en ese establecimiento, también me agencié con un par de bolsas de tela y una cuerda para dar mayor veracidad a mi actuación. Debieron ser las copas pero curiosamente al llegar a su portal, no estaba nervioso cuando lo lógico es que estuviera a terrado con lo que iba a hacer. Entré en el edificio con las llaves de la cría y llamando al ascensor, subí hasta el décimo piso. Ya en el descansillo, busqué la letra D y sin hacer ruido, abrí el apartamento.
Al cerrar la puerta y girarme, comprobé que no había luz en la casa y poniéndome la media, empecé a recorrer la casa. Por el lujo con el que estaba decorada, comprendía que además de estar buena, esa muchacha tenía pasta. Se notaba por todo, desde los cuadros colgados en las paredes hasta los muebles destilaban clase y dinero. Al pasar por la cocina, cogí un cuchillo con el que dar más realismo al asalto y tranquilamente fui en busca de la muchacha.
La encontré dormida tranquilamente en su cama y para evitar confusiones verifiqué que fuera la misma de la foto que tenía en el móvil.
“Es ella” determiné tras comprobar sin lugar a dudas que esa cría era la misma que me había contratado y entonces poniéndole el cuchillo en la garganta, la desperté.

 

Os podréis imaginar el susto con el que se despertó al abrir los ojos y toparse con un tipo con una media en la cara mientras en su cuello sentía una fría hoja de acero. Tapando su boca con mi mano, evité que su grito despertara a los vecinos y entonces le dije con voz fría:
-¡Zorra!, si no gritas no te va a pasar nada-
Fue entonces cuando comprendí que la muchacha se había repuesto del susto y que había comprendido que yo era el tipo que había contratado porque en vez de llorar, sonrió mientras me decía:
-¡No me violes! ¡Por favor!-
Disgustado por su pésima actuación, decidí darle un escarmiento y soltándole un tortazo, le grité:
-Aunque venía a robar quizás aproveche para darte un revolcón- y sin esperar su reacción, le di la vuelta y cogiendo la cuerda la até.
-¡Me haces daño!- se quejó cuando apretando los nudos, la inmovilicé con los brazos atados a sus tobillos.
Sin compadecerme de ella, la cogí del pelo y tirando de su melena, le pregunté:
-¿Dónde tienes las joyas?-
La morena me miró asustada por primera vez e intentando comprender lo que ocurría me dijo casi llorando:
-Johana no me dijo nada de robar-
Aproveché su desconcierto para darle otro guantazo mientras le decía que  no sabía de qué hablaba. La cría histérica me preguntó si no era el amigo de la pelirroja y al contestarle que no la conocía y que ya podía irme diciendo donde guardaba las cosas de valor, se quedó aterrada.
Incapaz de asimilar lo que le estaba ocurriendo, Dina me rogó que no le hiciera nada y que tenía todo en una caja fuerte en el salón.
-Te voy a soltar para que me la abras pero no intentes escapar o te mato- dije mientras la desataba.
A esas alturas, la cría ya estaba convencida de que yo era un delincuente y mientras la llevaba hacía esa habitación, no paró de llorar.
-¡Cállate!, puta- le exigí retorciéndole el brazo.
Su gemido angustiado me informó de que estaba consiguiendo llevarla a la desesperación y  cuando temblando se puso a introducir la combinación, aproveché la ocasión para contemplar a la morenita.
“Está buena” me dije valorando positivamente el estupendo cuerpo que se podía vislumbrar bajo la lencería negra que llevaba.
Pequeña de estatura, tenía un par de peras dignas de un banquete pero lo mejor era ese culito tierno y bien formado que desde que la vi postrada en la cama se me había antojado.
-¡Date prisa!- le solté con el único objetivo de aterrorizarla.
Hecha un flan, tuvo que hacer dos intentos para conseguir  abrir la caja. Cuando lo consiguió le ordené que metiera todas las joyas en una de las  bolsa de tela, tras lo cual, la volví a llevar a su cuarto.
-¿Qué me vas hacer?- musitó acojonada cuando la lancé sobre la cama.
-Depende de ti. Tienes que ser una zorra de lujo para dormir así- le grité mientras con el cuchillo desgarraba su sujetador.
Dina, pávida, tuvo que soportar que prenda a prenda fuera cortando toda su ropa, Cuando ya estaba desnuda sobre la cama, pasé el filo de acero por sus pechos y jugueteando con sus pezones, le dije con voz perversa:
-¿No querrás que cuando me vaya, te deje una fea cicatriz?-
Esa cría que fantaseaba con ser violada cuando  vio que iba en serio, se meó literalmente.  Incapaz de retener su vejiga, Dina se orinó sobre las sabanas al estar segura de que su vida corría peligro y con voz temblorosa, me respondió:
-No me hagas daño, ¡Te juro que haré lo que me pidas!-
Satisfecho al tenerla donde quería, la obligué a arrodillarse a mis pies e imprimiendo todo el desprecio que pude a mi voz, le ordené que me hiciera una mamada. Reconozco que me encantó verla descompuesta mientras sus manos me bajaban la bragueta y más aún cuando esos labios acostumbrados a besar a hombres con dinero, se tuvieron que rebajar y abrirse para recibir en el interior de su boca el pene erecto de un supuesto delincuente.
-Así me gusta, ¡Perra!. ¡Métela hasta dentro!-
Tremendamente asustada y con su piel erizada cual gallina, mi pobre clienta se metió mi miembro hasta el fondo de la garganta. Sin quejarse empezó a meter y sacar mi extensión mientras gruesos lagrimones recorrían sus mejillas. Tratando de reforzar mi dominio pero sobre todo su humillación, le ordené que se masturbara al hacerlo. Sumisamente, observé como esa niña bien separaba sus rodillas y llevando una de sus manos a su entrepierna, se empezaba a tocar.
-Debiste ser la putita del colegio y ahora estoy seguro que eres la amante de algún ricachón, ¿Verdad?- le solté para seguir rebajando su autoestima y cogiendo su cabeza entre mis manos, forcé su garganta usándola como si su sexo se tratara.
A la chavala le dieron arcadas al sentir mi glande rozando su campanilla pero temiendo contrariarme se dejó forzar hasta que derramándome en su interior, me corrí dando alaridos. Mientras lo hacía le ordené que se tragara toda mi simiente y ella, obedeciendo no solo se bebió toda mi corrida sino que cuando mi pene ya no escupía más, se dedicó a limpiarlo con la lengua.
Viendo su buena disposición, la obligué a ponerse a cuatro patas en la cama y entonces, le pregunté si tenía un consolador. Totalmente avergonzada, la muchacha me contesto que tenía uno en el cajón. Sacándolo se lo di, tras lo cual le dije que si quería seguir viva cuando me fuera, quería verla masturbándose con él empotrado en el trasero.
-Soy virgen por ahí- se quejó en voz baja.
-Tú verás- le informé- ¿o te metes ese aparato o tendré que ser yo quien te rompa el culo?-
No tuve que repetir mi amenaza, cogiendo un poco de flujo de su vulva, la muchacha untó su consolador antes de con gran sufrimiento, desvirgar su entrada trasera. Fui testigo de cómo sufrió al ver forzado su esfínter y de cómo esa cría una vez con él introducido hasta el fondo, se empezaba a masturbar. Poniéndome a su lado, cogí uno de sus aureolas entre mis yemas y dándole un pellizco, me reí de ella diciendo:
-Eres una guarra, ¡Tienes los pezones duros como piedra!-
La morenita gimió al sentir mi caricia y tratando de complacerme, reconoció en voz alta que era una puta. Su sumisión me dio alas y cogiendo el dildo que tenía incrustado, empecé a sacarlo y meterlo en su interior mientras la acariciaba y la insultaba por igual. La combinación de insultos y mimos fueron llevando a la chavala a un estado tal que no sabía si estaba excitada o muerta de miedo. Yo por mi parte si lo sabía, Dina aunque todavía no fuera consciente estaba totalmente dominada por la lujuria y estando al borde del orgasmo, cualquier empujón por mi parte, la haría correrse sin remedio.

 

-¿Qué prefieres cerda? ¿Qué te preñe o que te dé por culo?-
Dina asumió que era inevitable y confiada por estar tomando la píldora, me rogó que la preñara porque eso significaba mantener medianamente intacto su orificio trasero. Solté una carcajada al escuchar su preferencia y tumbándola en la cama, levanté sus piernas hasta mis hombros y de un solo empujón le clavé mi extensión hasta el fondo mientras la informaba:
-Primero el coño y luego el culo-
-Ahh- gritó al sentir mancillado su sexo.
Al meter mi miembro, descubrí que esa zorra estaba empapada y por eso sin dejar acostumbrarse a sentir su conducto relleno, imprimí a mis incursiones de una velocidad endiablada.
-¡Dios!- gritó al pensar que la partía cuando notó mi glande chocando contra la pared de su vagina.
Sin darle tiempo a reaccionar, cogí entre mis dedos sus pezones y presionándolos, ordené a mi clienta que se moviera. Para el aquel entonces la media que portaba me tenía acalorado. Por eso cogí la otra bolsa de tela y se la puse en la cabeza para seguir representando el papel de violador.
-Por favor, ¡No quiero morir!- chilló al sentir que la apretaba sobre su cuello.
-No te voy a matar, ¡Todavía!. Te la pongo para no verme obligado a hacerlo. Tengo calor y no quiero que me veas la cara-
Mis palabras consiguieron calmarla momentáneamente pero mi acción tuvo un efecto no previsto, al reducir el flujo de aire, su cerebro y la adrenalina incrementaron sus sensaciones de forma que no llevaba ni tres minutos follándomela encapuchada cuando la sentí convulsionar bajo mi cuerpo y aullando desesperada se corrió sobre las sabanas. Era tal la cantidad de flujo que brotaba de su entrepierna que realmente parecía que nuevamente esa muchacha se estaba meando.
-¿Te gusta ¡Putita!-
-Sí- gritó con sus últimas fuerzas antes de caer agotada sobre la cama.
Su entrega era total y yo, todavía no me había corrido, por lo que la obligué a incorporarse y a colocarse a cuatro patas sobre el colchón. Dina, con la visión bloqueada, se dejó poner en esa posición aunque en su interior estaba acojonada. Cuando sintió unas manos abriendo sus cachetes, intentó protestar pero ya era tarde porque, con el ojete tan dilatado como lo tenía, no me costó horadar por vez primera con un miembro humano esa virginal entrada.
Dina gritó al experimentar mi dureza maltratando su ojete pero contra lo que tanto yo como ella esperábamos no hizo ningún intento de apartarse. La tranquilidad con la que iba absorbiendo mi extensión, me permitió seguir insertando mi pene y lentamente pero sin pausa, se lo clavé hasta que su base chocó contra sus nalgas.
-¡Que gusto!- aulló sin darse cuenta que estaba aceptando ser violada y como si fuera un hábito aprendido, empezó a moverse con prudencia.
Cuidadosamente, la cría fue incrementando la velocidad con la que se  empalaba hasta que su cuerpo tuvo que soportar un castigo infernal. Los suaves gemidos fueron aumentando su volumen mientras mi víctima sentía que su esfínter se había convertido en una extensión de su sexo. En un momento dado, Dina berreó como si la estuviera matando al ser desbordada por el cúmulo de sensaciones que iba experimentando.
-¡Me corro!- chilló mientras convulsionaba sobre las sábanas.
Una vez había conseguido que la morenita se corriese, me vi libre de buscar mi propio placer y cogiéndola de los pechos, esta vez fui yo quien aceleró sus sacudidas. Al acrecentar tanto el ritmo como la profundidad de mis incursiones, prolongué su clímax de forma tan brutal que con la cara desencajada, la muchacha me rogó que parara. 
-¡No aguanto más!-
Sus ruegos cayeron en el olvido y tirando de ella hacía mí, proseguí con mi mete-saca `particular sin importarme sus sentimientos. Con la moral por los suelos, Dina fue de un orgasmo a otro mientras su supuesto agresor seguía mancillando y destrozando su culo. Afortunadamente para ella, mi propia excitación hizo que explotara regando con mi semen sus adoloridos intestinos. Aun así seguí machacando su entrada trasera hasta que mi miembro dejó de rellenar su conducto y entonces y solo entonces, la liberé.
La pobre y agotada muchacha cayó sobre el colchón como desmayada. Al verla postrada de ese modo, supe que había realizado un buen trabajo y orgulloso de mi desempeño, me levanté al baño a limpiarme los restos de nuestro desenfreno. Ya de vuelta a la habitación, Dina ni siquiera se había movido. Indefensa esperaba que me hubiese ido, pero temiendo lo contrario ni siquiera se había quitado la capucha.
Nada más sentarme a su lado, se la quité. Asustada metió la cabeza en la almohada, intentando no verme porque eso supondría que la tendría que matar para que no me identificara. Solté una carcajada al saber el motivo y dándole la vuelta, le dije con suavidad:
-Dina, ¿Te ha gustado tu fantasía?-
Al verme la cara y reconocer en ella al prostituto que había contrato, se puso a reír completamente histérica mientras me insultaba acordándose de todos mis parientes.
-¡Serás cabrón! ¡Me has hecho pasar el peor rato de mi vida!-
-¿No era eso lo que querías?- le pregunté sonriendo.
-Sí…-contestó y tras unos momentos pensando, prosiguió diciendo: -Eres un capullo pero ahora que sé que era una farsa, te tengo que confesar que he disfrutado como una perra. ¡Me ha encantado sentirme indefensa! Aunque todavía tengo un sueño que me gustaría hacer realidad-
-¿Cuál?-
-¿Te importaría atarme?-
Muerto de risa, le pellizqué un pezón mientras recogía del suelo la cuerda con la que cumplir su deseo. Dina, al sentir mi caricia, se tumbó en la cama y ofreciéndome sus brazos, me rogó:
-¡Fóllame!-

Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!

 

 

Relato erótico “Una Familia Decente 1” (POR ROGER DAVID)

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Una Familia Decente
La familia Zavala vivía feliz en su hogar, eran una familia ejemplar, estaba compuesta por el jefe de hogar, el Ingeniero Eduardo Zavala de 38 años, su esposa Andrea Rojas de Zavala de 35 y su hija Karen de tiernos 18 añitos recién cumplidos. (Se casaron siendo muy jóvenes)
Eran una familia de solidos principios religiosos, morales y éticos, ya que participaban fervientemente en una congregación dedicada a la ayuda comunitaria y obras de beneficencia, todos sus miembros, al igual que la familia de Eduardo Zavala debían demostrar una conducta ejemplar ante la sociedad, por esta situación casi todos ellos eran por si decirlo conservadores y alejados a todo tipo de actividades que pudieran dar que hablar al resto de la sociedad.
De Andrea se podría decir que era una mujer ejemplar en todo sentido de la palabra: hermosa, seria y respetable, siempre vestía con decoro y de forma sobria, una debido a sus solidos conceptos morales y otra por la exigencia de Eduardo, su marido, ya que él pensaba que toda mujer digna, integra y respetable no debía de vestir en forma indecorosa. (Sobre todo si se trataba de su mujer)
Lo mismo para Karen, su preciosa hija, que a pesar de sus 18 años recién cumplidos debía de vestir igual que su madre Andrea, siempre con sobriedad y regirse a las estrictas normas establecidas por su casi beato padre, y de la comunidad conservadora de la cual ellos eran parte.
Por lo ya descrito anteriormente, podríamos decir que igual esta singular familia se encasillaban dentro de lo que podemos llamar normal, eran felices y además de respetados en su círculo social.
Eduardo y Andrea se casaron muy jóvenes. Eduardo completo sus estudios y con mucho esfuerzo logro incorporarse a una sólida empresa del Área de telefonía, ayudado por un tío de Andrea, que ocupaba un importante cargo gerencial en esta.
Pero sigamos con Andrea, a sus 35 años Andrea se conservaba en excelentes condiciones físicas, sin ni siquiera tener necesidad de ir a un gimnasio, era dueña de un cuerpo femeninamente espectacular que a pesar de sus serias y conservadoras vestimentas, se notaba a lo lejos, que debajo de ellas se encontraba el cuerpo de una verdadera Diosa.
Rubia natural, unos preciosos ojos verdes, su cara de finas y exquisitas facciones, 1.73 de estatura y un par de piernas de ensueño. Se gastaba un pedazo de culo imponente, soberbio, duro, paradito y carnoso, con un par de tetas majestuosas, grandes y redondas pero que se adecuaban perfectamente a su cuerpo, sin caer en la exuberancia ni lo grotesco.
Todo en Andrea, su cuerpo infartante, su culo, su rica hendidura de carne, y sus tetas…estaban hechas a la perfección, para el beneplácito de cualquier macho que tuviera la suerte de poder admirarlas.
Ella siempre al salir de su casa a realizar algún trámite o cuando asistía a las distintas obligaciones que se requería, al ser miembro de la conservadora congregación a la cual pertenecía su familia, debía soportar todo tipo de miradas obscenas, murmuraciones subidas de tono, pero Andrea no prestaba atención a esto, se conformaba en mantener su actitud de mujer de estrictos valores morales y éticos, siempre recatada, seria y decente de como lo era ella. (Por ahora)
De la niña Karen podemos decir que heredo las mismas cualidades físicas que su madre. Un cuerpo perfecto, un culo exquisito hecho para estar manoseándolo por todo el día y la noche, con la diferencia que la niña Karen, nació con su pelo oscuro y heredo los ojos azules, como su padre.
Imagínense a esta niña de candorosos 18 años, de tez blanca, carita inocente y angelical, de ojos azules, labios sensuales, de muy buenos sentimientos y educada en uno de los mejores colegios religiosos, ajena a todo lo referente a cosas mundanas, como lo llamaba su padre, nunca le permitieron tener novio, tampoco salir con amigas.
Aun así algo sabia del sexo opuesto ya que por su impresionante belleza, nunca faltaron los pretendientes, pero estos siempre fueron espantados por su sobreprotector y excéntrico padre.
De sexualidad lo único que dominaba Karen, era lo aprendido en el colegio, el sexo para ella estaba hecho para tener hijos una vez que se casara.
Cuando escuchaba de sus compañeras o de su amiga Lidia, niñas que al tener otro tipo de educación, siempre le comentaban cosas o situaciones en referencia al sexo, conversaciones que a veces la espantaban debido a su formación, no se convencía que tales cosas fuesen normales, pero en el fondo de su ser sentía curiosidad por saber más de este tema, para luego recriminarse ya que ese tipo de cosas no era para niñas decentes como lo era ella.
Eduardo su padre, no era consciente del pedazo de hembras que tenía por familia, y si es que lo era por alguna extraña razón no le gustaba pensar en ello. Su tiempo libre lo dedicaba a actividades de la congregación de beneficencia y de caridad, era tanto su afán de estar siempre participando que llegaba a caer en el fanatismo. Todas sus decisiones personales las consultaba con orientadores de la dicha congregación.
Eduardo desconocía que esta situación podría desencadenar consecuencias nefastas para su familia y que esas consecuencias las terminarían pagando Andrea, su bella, seria, recatada y decente esposa, y Karen que por su inocencia, candor y belleza, sería el primer blanco para los sucesos que se avecinaban.
El sexo entre Andrea y Eduardo podemos decir que era casi normal, lo de siempre y un poco escaso a lo mejor.
Dos o tres veces al mes era suficiente para Eduardo, ya que consideraba que el sexo no era importante para la relación conyugal, el sexo para él era algo obsceno y sucio, e intentar hacer algo novedoso era como faltarle el respeto a su mujer.
Andrea estaba acostumbrada a esta situación, siempre estaba dispuesta para su marido, y cuando el la buscaba para estos menesteres, era lo típico, posición del misionero, de 05 a 10 minutos y una vez terminado el encuentro, a dormir.
En una ocasión, Andrea en un arranque de pasión y fogosidad intento practicar otro tipo de posición, algo normal dentro de la relación de cualquier pareja, lo que le costó una seria reprimenda por parte de su esposo, eso no era para personas decentes como ellos, y la mando a unas clases de orientación familiar que duraron 02 meses, con eso Andrea ya no quiso innovar en la vida íntima, pero a pesar de todo esto igual se sentía feliz con su apuesto esposo, ya que se sentía muy enamorada.
Que desperdicio, tener una hembra con  cuerpo de Diosa, con curvas endemoniadas, de belleza absoluta, tenerla tendida en una cama, con la luz apagada, con un grueso camisón de dormir que le llegaba más debajo de las rodillas y que para tener sexo se lo tenía que subir hasta la cintura, en silencio, nada de palabras salidas de tono, sin besos, sin caricias.
Y para vestirse, cada uno por separado en la soledad del baño que tenían para ambos, porque verse desnudos era algo sucio, inmoral y un montón de pelotudeces que pensaba Eduardo, pero para Andrea eso estaba bien, lo veía normal, ya que había sido su propio esposo quien había hecho que la mujer pensara de aquella forma.
Así vivía la feliz familia, sin preocupaciones.
Su casa estaba ubicada en las afueras de la ciudad, era una casa no tan grande pero si muy cómoda y con lujos, era de dos pisos, un patio grande con piscina incluida, y al fondo del patio existía una cabaña, para uso del servicio doméstico, en esta vivía don Pricilo, el jardinero, un viejo de 62 años, que al haber enviudado y que además había sido por un tiempo miembro de la congregación benéfica, Eduardo le ofreció trabajo en su casa para labores del jardín y otras tareas similares.
La idea de Eduardo era ayudarlo, ya que el pobre viejo había perdido un negocio y debido a esto y a las malas decisiones, prácticamente lo perdió todo y su pobre mujer enfermo y falleció debido a la misma situación. Eduardo más que ser un hombre solidario, tenía la imperiosa necesidad de que por lo menos así lo notaran su círculo social,  y debido a esa falsa solidaridad cometió el error más grande de su vida.
El viejo Pricilo, de solidario no tenía nada, solo a veces participaba en esta congregación, porque su mujer prácticamente lo obligaba.
El viejo se malgastaba los ingresos del negocio que había heredado su mujer en irse de parranda y con putas, era además asiduo a casas clandestinas de apuestas, en donde contraía enormes deudas económicas, pero los amigos mafiosos le tenían paciencia, el viejo era conocido y respetado y siempre había pagado, pero en el último tiempo, una vez cerrado su negocio, se estaba demorando mucho en pagar.
Claro está que Eduardo Zavala, hombre respetable y decente como según él lo decía, desconocía esta oscura parte de la vida de don Pricilo, por lo mismo en una oportunidad que lo vio en la congregación intentando conseguir un préstamo de dinero para saldar parte de sus deudas con los prestamistas y casas de azar, no lo dudo en ofrecerle trabajo.
Para don Pricilo, la última preocupación que tenía en su vida era la de buscar trabajo, no le interesaba, pero cuando vio a Eduardo a la salida de la congregación, parado frente a él con ese par de imponentes hembras hechas a la perfección, madre e hija, casi le da un infarto, al ver a las dos féminas.
Lo primero que pensó el detestable viejo fue…pero que buen par de putas…y sintió como se le empezaba a parar la verga, solo con el hecho de estar mirándolas…
Ellas, madre e hija, desconocían los desquiciados pensamientos que tenía el viejo Pricilo, lo miraron como un pobre viejito que se había quedado solo, y que ellos como una buena familia que eran, debían ayudarlo, no fuera que por su triste soledad, al viejito le pasara algo.
Así estaba embelesado el viejo Pricilo, mirando estas inocentes criaturas, desnudándolas con su lujuriosa mirada, sonriente y casi babeando…ni siquiera escuchaba lo que decía Eduardo, solo asentía y balbuceaba, de pronto cayo en cuenta que en la propuesta laboral, él se debía ir a vivir a la casa de ellos, en una casita que tenían al fondo del patio.
El viejo acepto encantado el acuerdo, y una vez hecho el trato, a los 03 días se mudó a la cabañita de madera, en la casa de la familia de Eduardo Zabala.
Don Pricilo ansiaba llegar a instalarse en esa casa, para darse el banquete de su vida, aunque sea solo mirando a las mujeres de la familia, aprovechando que a veces Eduardo por motivos de trabajo tenía que salir de la ciudad ausentándose los fines de semana, tiempo que él tendría para estar solo con ese par de Diosas, ellas por ser tan buenas de corazón, no se imaginaban los planes que tenía el viejo, aunque por ahora solo fueran fantasías.
Pero todo tiene su límite, fue una tarde en que el viejo terminaba sus tareas diarias, en que se puso a observar detrás de su ventana como madre e hija conversaban en la terraza, no podía escuchar la conversación, pero tenía vista privilegiada desde su rancho, para admirar a estas beldades.
Andrea vestía con ropa de casa, que a pesar de su sobriedad, el vestido que llevaba marcaba perfectamente la esbeltez de su figura.
Mientras que Karen lucía un vestido de verano un poco más holgado, se veían sencillamente fascinantes.
En esto estaba el viejo cuando ambas mujeres conversando en forma despreocupada se acercaron a su cabaña, el viejo ya estaba a full, sentía las tremendas ganas de masturbarse, al examinarlas se decía, pero que buenas hembras que se gasta este Eduardito. Ellas reían inocentemente, no se daban cuenta que solo a tres metros de ellas se encontraba el viejo Pricilo escondido detrás de la ventana pajeandose la verga como poseído.
El viejo no se explicaba porque lo calentaban tanto ese par de mujeres, si solo conversaban, aun con ropa lo calentaban hasta la locura…
El viejo pensaba y pensaba, como seria si las viera desnudas, el solo imaginárselas encueradas casi eyacula, pero se contuvo, y prefirió seguir  disfrutando da la masturbación que se estaba pegando, ya que tenía semejantes ejemplares femeninos delante de él, y lo que más lo calentaba, era el saber que tales ejemplares, eran madre e hija.
Fue ese el momento que lo pensó y lo decidió…las tendría que poseer, cueste lo que cueste, a las dos!!, juntas o por separado!!, pera se las iba a culiar si o si!!. Si era necesario violarlas lo haría, aunque fuera a dar a la cárcel, bien valdría la pena pensaba el viejo.
Era patética la escena que se vivía en la casa de la familia de Eduardo Zavala, ver un viejo sesentón, semi-desnudo masturbándose detrás de una ventana, mirando a dos hembras encamables, divinas y ricas inocentemente conversando, no imaginándose que el viejito a quien ellas y el jefe de hogar inocentemente lo llevaron a vivir con ellos, para ayudarlo, en ese mismo momento se masturbaba, y a la vez planeaba y decidía el momento en que las culiaria…y a cual primero? Si a la madre Andrea, o a la hija Karen.
El viejo Pricilo estaba afanado masajeando su tranca, cuando Karen inocentemente se estiro de perfil, hacia donde él estaba, el viejo pudo dimensionar su perfecta silueta, su curvilínea figura, al viejo se le juntaba espuma en la boca a tan impactante visión, aquella impresionante y estupenda mujer era la niña de la casa, Karencita!! –Pero que par de tetas se decía el viejo, que cuerpo más exquisito, –Ohhhh que culo más bien hechito que se gasta esta niña, lo veía grande y paradito, perfecto como a él le gustaban –Ahhhh…ahhhh, gemía el caliente vejete y concentrándose en la parte más sagrada de aquella niña-mujer, que era su vagina, se preguntaba que como la tendría, peludita o sin pelos?, apretadita?, olorosita?, –Ahhh, ahhh… gemía en silencio.
Con estos pensamientos el viejo ya no daba más de calentura… y empezó a balbucear para sus adentros, –Ay mi niña… ay mi niña… meee voy a coorreeeeerrrr…!!! –Ahhh tomaaaaaa, tomaaa, balbuceaba el asqueroso viejo en los momentos en que se la imaginaba metiéndole su verga, Kaarennnccitaaaaaaaaaahhhhhhhhh!!, gritaba en silencio y en su mente, –Toma puta de mierdaaaaaaaaaa!!!, hasta que le salió la última gota de semen que fueron a dar a la pared de madera debajo de la ventana de su casucha, el viejo no paro de masajearse la tranca.
–Pero que buena que esta la putita! , pensaba don Pricilo sentado y ya más calmado, y así descansando de la chorreante acabada que se acababa de mandar, fue como si el destino estuviera a su favor, en el momento de agudizar el sentido del oído, escucho parte de la conversación entre madre e hija,
–No mamá, no te preocupes, si yo estaré bien…y así aprovechare de estudiar para el examen de ingreso que me exigen en la Uni…
–Pero Karen, hija, tu sabes que a tu padre no le gusta que te dejemos sola en casa…acuérdate que estaremos fuera por seis días…
El viejo Pricilo no lo podía creer, la niña Karen se quedaría por casi toda una semana solita en la casa, o sea con el!?, –Jejejjejeje, reía el aborrecible viejo, y mientras tanto continuaba la conversación…
–Si mamá, en la mañana yo hablé con él y me dio permiso para quedarme, pero con la condición que estuviera en todo momento con mi celu, para que así el me llame y estemos en contacto… –Además dijo que hablaría con don Pricilo, para que estuviera atento por si yo necesitara algo…
–Queeeeeeeeeee? , se dijo el viejo, y todavía piensan el dejármela a cargo….jajajjajajajjajaja!!!, reía el viejo por tener tan buena suerte, y a la vez sentía como se le volvía a parar la verga nuevamente.
–Mmmmm… bueno, pero no me gusta que abusemos de don Pricilo, él es tan atento con nosotras, tan preocupado y trabajador, así que hablaré con tu padre, para que le cancele un dinero extra por hacer que tenga más responsabilidades de las que ya tiene el pobrecito.
–Si mamá, así yo me sentiré más segura de pedirle algo, si es que lo necesito…
–No te preocupes hija, hoy le diré a Eduardo que hable con don Pricilo ya que solo faltan 3 días para el viaje, nos iremos el sábado en la mañana temprano y llegaremos el próximo jueves en la noche…
–Y cuantas familias irán a la junta anual de la congregación?, fue lo último que escucho don Pricilo, cuando vio alejarse a las dos adorables mujeres.
Madre e hija caminaron hacia la casa grande en donde el viejo pudo ver que entraban y las perdía de su visión.
Fue el destino quien lo decidió, meditaba don Pricilo, –Esa niña-hembra va a ser mía!, la convertiré en mi mujer!!, en mi putaaa!!!, pensaba el viejo eufórico ante tales pensamientos y desde ese momento ya comenzaba a urdir el plan para poder violarla a su cochino antojo.
Lo que más le calentaba al viejo, era la carita de inocencia que tenía la tierna niña de 18 años, además sabía que sería fácil engatusarla, debido a la inexperiencia de la nena en temas relacionados con el sexo, menos de deseos carnales como decían los puritanos hombres y mujeres que pertenecían a la congregación conservadora, pero él se encargaría de despertarlos, tenía que tener paciencia, aun le quedaban tres días para planear todo.
Meditando en esto, el viejo se fue a tirar a su viejo y sucio catre que poseía por camastro, en el interior de su habitación, se tiró a descansar y decidió que no se masturbaría pensando en sus mujeres, término que el viejo ya empezaba a utilizar para referirse hacia Andrea y Karen, juntaría todos sus mocos, su leche y su semen para verterlo en el interior del cuerpo de la hermosa jovencita.
Fueron los tres días más largos vividos por el viejo Pricilo, ansiaba que llegara el día sábado, momento en que por fin quedaría a solas con Karen, ya que los padres de la niña se ausentarían por seis días.
Claro está que el viejo sabía que no podía entrar a la casa grande, el viejo era inteligente, no debía mostrar abuso de confianza, tenía que seguir fingiendo ser el sacrificado trabajador que vivía en su ranchito de atrás de la casa grande, agradecido de su patroncito que lo había ayudado en los momentos difíciles.
Total, pensaba el viejo ya habría tiempo más adelante para aquello, por ahora su interés apuntaba a Karen, y planeaba como se llevaría a la niña de 18 años, hasta su cochino catre, en el interior de la cabañita de madera, es ahí donde pretendía el desalmado viejo convertirla en su mujer.
El jueves en la tarde, don Pricilo se encontraba limpiando la piscina, pensando en las tremendas culiadas que se pegaría en esa semana, estaba medio caliente pensando en esto, cuando vio salir a Andrea, la otra ninfa en que también estaba interesado el vejete.
El viejo fingió no darse cuenta de la presencia de Andrea, seguía trabajando con naturalidad, la mujer al verlo no lo pensó para acercarse a él y entablar una amistosa conversación.
Don Pricilo no lo podía creer, llevaba 02 meses trabajando en aquella casa y siempre mantuvo la distancia con Andrea y Karen, con el que hablaba de trabajo y hacia los tratos era con Eduardo, el marido de Andrea, su jefe.
No era que ellas lo esquivaran, simplemente no se habían dado las ocasiones y el viejo era cauteloso, se había sabido ganar la confianza de ellos, era ya el momento de actuar, pensaba el viejo para esos entonces.
–Hola don Pricilo,  como esta?, –Tan trabajador como siempre, le dijo Andrea, dedicándole una de sus más hermosas sonrisas…
El viejo empezó a sudar, ver esa despampanante mujer rubia, de mirada verdosa, dueña de un cuerpo hecho a mano, de tetazas exquisitas y dueña de un culo perfecto y elegante, y el saber que se dirigía a él, que estaba acostumbrado solo a tratar con putas de baja calaña, con todo esto el viejo casi se cae a la piscina dé la impresión, y más aún, al llegar Andrea a su lado se le acerco y lo saludo con un besito en la cara, justo en la parte que tenía llena con verrugas.
Don Pricilo se sintió el más dichoso de los machos al oler su fragancia a hembra limpia y situar su asquerosa mano en la fina cintura de la elegante y decente mujer.
En el momento de recibir el amistoso e inocente beso, vasto para que al caliente viejo se le pusiera como fierro su verga.
–Hooola… Sra. Andrea, saludo el viejo Pricilo entre caliente y emocionado, estoy terminando de limpiar la piscina, por si la niña se quiere bañar con alguna amiga el fin de semana…
–No se preocupe don Pricilo, le dijo Andrea, –Karen no tiene amigas que vivan cerca, además nosotros no usamos la piscina, Ud. sabe lo que pensamos en nuestra congregación…
–Si, contesto el viejo, pero Ud. Sabe señora Andreita, como son estas jóvenes de hoy…
–Hablo mi marido con Ud.? , por lo del viaje, le consulta la rubia no dándole importancia a lo que le decía el jardinero.
–Si pues, y no se preocupe, porque yo estaré aquí atento a lo que pueda necesitar la Srta. Karen, jejjejejje, reía el viejo en forma abominable.
–Ay que buenito es Ud. Don Pricilo, lo dijo Andrea, dándole un afectuoso abrazo de agradecimiento, por tener tanta consideración con ellas…
El viejo ya no aguanto más y se arrimó al abrazo de esa tremenda diosa hecha mujer y le refregó su tranca en su vientre, tratando de acercárselo a su exquisita hendidura, intentaba el caliente jardinero.
El inocente abrazo no duró más de 05 segundos, pero para el viejo fue una eternidad, que rica estaba la rubia, con esos ojos verdes intensos, con esas tetas perfectas, grandes y duras que acababa de sentir aplastarse contra su pecho.
Al separarse Andrea sonreía, era una sonrisa afectuosa, encontraba simpático al tierno viejito. La rubia era tan inocente o de buenos sentimientos que no sintió o no le dio importancia, a la dureza que percibió en su bajo vientre al momento de abrazarlo, ni tampoco se fijó de como tenia parada la verga, y que en ese momento hacia leves pulsaciones sobre el asqueroso pantalón.
Don Pricilo, todavía sorprendido por el abrazo que acababa de recibir de Andrea, de su otra futura mujer, pensaba el odioso viejo, solo la observaba, la imaginaba desnuda, –¿Cómo se verá sin nada de ropa?, cavilaba el viejo, con sus bellas piernas abiertas invitándolo a subirse en ella, le miraba las finas facciones de su cara, su blanca sonrisa y dentadura perfecta.
En un momento, el viejo pensó en agarrarla a la fuerza y culiarsela ahí mismo, forzarla y violarla y descargar en su interior todo el semen acumulado en esos días, pero se contuvo.
–Nooo!!, se dijo el vejete para sí mismo, la dueña del semen que cargaba en sus hediondas bolas en ese momento era Karen, la niña de la casa, de 18 años recién cumplidos. Así lo había decidido y así seria, ya habría tiempo de gozar con la rubia y decente mujer en otros momentos.
Intercambiaron un par de palabras, y la rubia se tuvo que retirar, porque al interior de la casa sonaba el aparato telefónico.
Ahí estaba el viejo Pricilo, todo caliente mirando la retirada de la rubia recatada, seria y decente mujer, que era Andrea.
El viejo le miraba el culazo que se gastaba, como movía las nalgas en forma cadenciosa, que perfecto lo veía desde donde él estaba, y que parecido tenia Andrea con Karen su hija, solamente que Andrea tenía el pelo rubio y liso natural, mientras que el de la niña Karen era oscuro y liso, la madre tenía sus ojos verdes, los de la hija eran azules.
Con estos atributos el viejo pensaba, –Pero que gusto que me voy a dar con este par de putas cuando me las culie, cuando les reviente la panocha con mi verga, jajajaja reía el siniestro y pervertido jardinero, –Si en vez de madre e hija parecen hermanas, termino filosofando el viejo Pricilo.
En esos momentos Karen se encontraba en su habitación, tendida en su cama, al frente de esta  estaba su escritorio con una silla que la niña usaba para estudiar, la pieza era sobria, nada de posters, nada de fotografías de cantantes o actores, a la nena no le llamaban su atención.
Sus intereses se centraban a los estudios y a actividades de la congregación benéfica en la que participaba activamente junto a sus padres.
Pero algo raro estaba pasando en ella y en su cuerpo, –¿Qué será?, pensaba Karen. Lo de la menstruación, su madre ya se lo había explicado muy superficialmente, ya que esos temas no se trataban tan abiertamente en el seno familiar, y algo también sabia por lo aprendido en el colegio.
Pero esto era distinto y no se atrevía a hablarlo con su decente y seria madre, ya que sabía que no era algo bueno, algo había escuchado en una de las charlas de su congregación, de los vicios y placeres de la carne, –Será eso lo que siento?, se preguntaba la joven. La situación era que lo venía sintiendo desde hace un par de semanas.
Recordaba la niña, cuando una noche se despertó toda sudada, y como unas leves pulsaciones recorrían su vagina, se asustó, no sabía lo que le pasaba, se daba cuenta que inconscientemente sentía unas tremendas ganas de abrirse de piernas, –Pero no, pensaba la nena, eso no era bueno, no era de niñas decentes, pero porque sentía esas exquisitas ganas, volvía a pensar Karen.
Recordó también que esa noche no pudo dormir, los desesperantes deseos de abrirse y encogerse de muslos amenazaban con superarla, pero para su suerte, su fuerza interior, debido a su estricta educación le ganaron la batalla a esas infames pero ricas sensaciones.
Karen estaba en estas ensoñaciones, cuando sintió un suave hormigueo en su fina y delicada abertura intima, –Oh, otra vez no, pensaba la hembrita, y por más que intentaba pensar en otras cosas, más se acrecentaba el rico hormigueo atacando en su sagrado tajito.
–Ohhhh Dios mío pero que es lo que estoy sintiendo!!…–Se… se siente tan ricoooo….–Ahhh ahhh ahhhhhhh, balbuceaba cuando el rico hormigueo se fue transformando en deliciosas pulsaciones, que se centraban al interior de su fina panochita.
Se paró de su cama como desesperada, no sabía qué hacer, se miró al espejo, examino su bello rostro, con su alisado cabello negro peinado hacia a un lado de su carita, se contemplaba así misma, su rostro se enmarcaba exquisito a través del espejo, sus hermosos ojos azules tenían un brillo raro, su tez blanca contrastaba con el rojo purpuraceo de sus labios, se sentía extraña.
Volvió a su cama e intento calmarse, pero no podía, su cuerpo ya era un mar de sensaciones nuevas para ella, le vinieron nuevamente las desesperantes ganas de abrirse de piernas, pero no podía! No debía hacerlo!, pensaba Karen.
Su vestido de una pieza ya se le pegaba a su exquisito cuerpo debido al exceso de calor que la había invadido, ¿y si me quito el vestido?, pensó.
Opto por quitárselo, a lo mejor así se le pasaba esa extraña desesperación, que ya recorría todo su curvilíneo cuerpecito, y que se centraban en el punto neurálgico de su persona, su zorrita.
Lentamente se lo quito sentada en su cama, una vez en ropa interior se recostó nuevamente y se dio a contemplar su espléndido cuerpo lleno de curvas, pero ella era ajena a esto. Nunca se había interesado en mirarse a ella misma, pero ahora era distinto, ahora tenía interés de contemplarse.
Karen no era consciente del exuberante cuerpo que se gastaba, heredado de Andrea su madre. Tampoco se daba cuenta de las obscenas miradas que los del sexo opuesto le daban a su anatomía, era deseada por profesores, amigos, conocidos, viejos y jóvenes y por más de alguna fémina que contrariando las leyes naturales no se resistía de admirar en forma lujuriosa, ese cuerpo de diosa con carita angelical.
Karen no se daba cuenta de esto, debido a su estricta educación.
En las oportunidades que asistía, junto a su madre, a la conservadora congregación donde ellas eran miembros junto a su padre, ambas eran objeto de las lascivas miradas, no se percataban que siempre eran los hombres los que se acercaban para saludarlas, siempre muy afectuosamente, incluso hasta en la presencia de su mojigato padre, quien inmerso en sus obligaciones para la congregación, no se daba cuenta de las calientes miradas, y no tan inocentes abrazos y roces que eran objeto su mujer y su hija.
Pero nadie se atrevía a dar un paso más allá, porque todos conocían a la familia de Eduardo Zavala y era una familia respetable.
Lo que nadie se imaginaba era que en la misma casa de esta decente familia, estaba el hombre que si se atrevería a ir más allá de lo permitido, y que ya se preparaba para degustar tan exquisitos manjares, este hombre ya lo conocemos es don Pricilo, un asqueroso viejo de 63 años, que estaba dispuesto a jugársela hasta el final, para hacerse para el solo a estas dos hermosas mujeres, madre e hija, y en que su desequilibrada mente ya se imaginaba el estar acostado con ambas mujeres desnudas a su lado.
Eduardo estaba preocupado de andar haciendo el bien por el mundo, o quizás de otras cosas también.
Volviendo a la habitación de Karen, ya se encontraba semi desnuda recostada en su cama, luchando contra las placenteras sensaciones ya descritas.
Inconscientemente la niña comenzó a tocarse su piel a la altura de su vientre, al primer contacto con este sintió como se le erizaban todos los bellitos de su cuerpo incluso los de su fina y delicada panocha, y un rico escalofrió la invadió por unos instantes.
Se dio cuenta que mientras más bajaba si fina manita por su vientre hacia su vagina, más se le aceleraban los latidos de su corazón, acompañados de esa enloquecedora necesidad de abrirse de piernas, fue en esa situación que sintió el primer golpe de corriente en el interior de su vagina, –Ahhh!!… –Ohhhhhhhhhhh, pero que fue eso Dios mío, pensó la chiquilla, ya con su respiración totalmente agitada, –Fuueeee riiiii… coooooo, pensaba ya presa de oleadas de placer que se venían amenazantes.
Inmersa y concentrada en las ricas pulsaciones que atacaban en el tajo que se encontraba justo al medio de su cuerpo, se fue abriendo de piernas suavemente, no las abrió totalmente, se vio a si misma y se dijo, –Para Karen… esto no se hace, mientras los ricos cosquilleos, punzadas y pulsaciones, continuaban atacando placenteramente su panocha.
–Pero que rico que estoy sintiendo, decía la niña, –Ahhhh!!!… Mmmmm!!!… –Que riiiiiicccoo!!! –Quueeee riiiiiccoooo… –Ahhhhh… peee… rooo… nooooo… deeee… bbboooo… haaa… cerrrrrrrr… loooo…!!! –Ahhhhhhh… Mmmmmmmm…!!
Sus hermosos ojos azules miraban fijamente hacia el techo, todo era nuevo para ella, volvió su mirada hacia su vagina y se dio cuenta que su pequeña pantaletas de color celeste, estaba humedecida por un extraño líquido, aun así no se asustó.
Luego en un acto de auténtico instinto fue deslizando su mano desde su ombligo hacia la zona prohibida para ella, temblaba de nervios por acercarse y sentir lo desconocido. Bajo su mano hasta la altura de su pequeño calzoncito, ya todos mojados por la cantidad de jugos que destilaba su inexplorada zorrita.
Estaba expectante, no sabía qué hacer, no sabía que parte venia ahora, en un segundo decidió que lo mejor sería quitarse la pequeña pieza de ropa que cubría su pequeño triangulo, así a lo mejor no sería tan malo, pensó la dulce criatura que sin saberlo ya hervía de calentura.
Lo hizo antes que se arrepintiera, tomo su fina prenda por ambos lados, subió un poco sus caderas y los deslizo hacia sus bellas piernas, sacándoselo y arrojándolos a un costado de la cama, luego se sentó en esta y destrabo el fino sujetador arrojándolo a cualquier parte de la habitación, estos fueron a dar encima de su escritorio, liberando ese par de tatas que estaban para comérselas, grandes, duras, ricas y paraditas.
Se recostó nuevamente. Y ahora qué? pensó la nena con el nerviosismo de la calentura predominando en su cuerpo.
Que espectáculo más maravilloso era contemplar aquella Niña-mujer, a Karen, recostada en su cama, totalmente desnuda en la soledad de su habitación, un cuerpo perfecto, juvenil, acompañado de la inocente belleza de su dueña con un buen par de tetas que aunque ella se moviera estas se mecían suavemente, quedando casi en el mismo lugar, unas tetas esplendidas, con pezones rosaditos que ya estaban erectos, por el inconsciente enardecimiento carnal que sentía su dueña, y todo esto heredado de Andrea su hermosa madre.
Desde su estómago hacia abajo, el panorama era enloquecedor, la niña ya estaba con sus blancas y bellas piernas semi abiertas, desde su ombligo hacia abajo se veía ese espectacular monte de venus, sombreado por unos escasos y finos pelitos negros, que al contrastar con la blancura de su cuerpo, podían volver loco a cualquiera que viese semejante espectáculo.
–Pero que estoy haciendo? Se preguntaba Karen, con sus ojos cerrados, -Es que se siente tan riiiiii…coooooo… Mmmm…
Ese pensamiento fue el inicio para lo que se vino a continuación: Inocentemente la niña llevo una de sus manos a su afiebrada vagina, y pasó lo que tenía que pasar, exploto!!!.
Al primer contacto de su mano con su virginal abertura, instintivamente se abrió completamente de piernas, y de igual forma su otra mano subió para agarrarse una teta y empezar a masajearla suavemente, sintiendo así por primera vez oleadas de placer nuevo para ella.
A los pocos minutos de estar disfrutando de tan gratas sensaciones la niña empezó levemente a menear sus caderas en formas ondulatorias, mezclándolas con movimientos pélvicos de sube y baja, –Mmmmmm… Aaaaahhhh… que ri… cooooo!!, gemía Karen.
Llevaba unos 20 minutos de rico disfrute, cuando sintió que su cuerpo le exigía aún más, instintivamente se empezó a menear más fuerte, la cama de la nena ya había comenzado a crujir con ese erótico sonido que hacen los resortes ante los severos movimientos de su be y baja que hacia la nena.
No era normal la forma bestial en que se masturbaba la jovencita de tiernos 18 años, su mano derecha hacia desquiciantes círculos en su panocha, mientras su mano izquierda amasaba sus tetas y las apretaba salvajemente.
Karen no era consciente de la gran pajeada casi bestial que se estaba dando, no sabía que aquello se llamaba masturbación, lo que si sabía era que le encantaba. Sus movimientos y meneadas eran de auténtico instinto animal, sus hermosos ojos azules estaban totalmente abiertos, parecían estar concentrados en algún punto del techo de la habitación, y de sus finos y delicados labios salían salvajemente una expresión vocal de –Ssshhhhhhaaahhhh… Sssssshhhhhhaaaa… Ssssshhhhhhaaaaaaahhhh… Sssssssaaaahhhhh.
Sus bellas piernotas las tenía totalmente abiertas, dejando ver en plenitud su rica grieta intima, su pequeña alcancía de carne, se notaba apretadita, rica exquisita, sus dedos no se los metía hacia dentro de esta, ya que con el solo tacto sobre sus olorosos labios vaginales era suficiente para sacudirse en placenteras oleadas de disfrute sexual.
Que hermosa escena se vivía en esa habitación, una hermosa hembra de 18 añitos masturbándose como la más vil de las putas, sus rodillas estaban tan flexionadas que hasta casi tocaban sus hombros, para ella estar en esta posición era lo más rico que había sentido en su vida.
De pronto la nena noto que al acelerar los movimientos circulares con sus dedos, sobre su panocha, algo que la hacía estremecer aún más se acercaba, por lo que aplico más velocidad al movimiento de sus dedos, siempre haciendo rápidos círculos, y gemía cada vez más fuerte con los monosílabos de, –Shhhhahh…! Shhhaaahhhh!… Ahhhh!!… Ssshhhhhhahhhhh…!!, el orgasmo se acercaba, –Sssshhhhhaaahhhhh!! Ssssshhhhaaaaa…!!! El clímax ya estaba a punto, ssshhhaaahhhhh!!!… ssshhhaaahhhhh…!!!!, –Estaba al borde, Aahhhhh…!!! Aahhhha…!!!, AAAhhhhhhh… queeee… riiiiiiiicooooooo…!!!!!!!
Y exploto en el mas fenomenal y desquiciante orgasmo, su cintura se meneaba automáticamente haciendo una serie de movimientos circulares, a la vez que de sus labios gemía inconscientemente, –Ricooo!, Ricoooo!!, Ricooooo!!!, sus caderas se elevaron casi 50 cts. sobre el nivel de la cama, siempre meneándose circularmente y haciendo movimientos como de arremetidas contra algo…algo que no estaba allí… le daba la impresión que su tajito se contraía, como si quisiera cazar algo con este y comérselo por ahí mismo, mientras que de este misma arrojaba una abundante cantidad de flujos, jugos y líquidos vaginales, era tal la cantidad que la nena pensaba que se estaba meando.
Sabia en el fondo de su ser que su zorrita tenía que cazar algo, atraparlo y succionarlo, pero no sabía lo que era. Hasta que cayó desplomada en la encharcada cama, con sus hermosos ojos azules semi cerrados, su carita y facciones angelicales se entremezclaban con la de una verdadera viciosilla, con una leve tonalidad rosácea en sus mejillas.
Con una manita puesta en su fina pero mojada hendidura, y la otra agarrándose una teta, se durmió feliz, sin darse cuenta de lo mojada que estaba su cama.
Karen dormía profundamente en su cama, desnuda, toda desarbolada ante tal bestial paja que se había mandado esa tarde, casi una hora y media se había estado dándose ella sola, ahora en la pasividad de su cuarto, era ver un ángel dormido.
Su cuerpo perfecto, sus tetas ricas y precisas en tamaño para su cuerpo, sus bellas piernas aun las mantenía abiertas. Su apretada vagina la mostraba en toda crudeza y hermosura, se le veía rosadita y sombreada por esa escasa y fina capa de pelitos sedosos bien oscuritos, que como ya se dijo que Karen era blanquita, sus suaves pendejitos negros y brillosos contrastaban con la tonalidad de su piel.
Se despertó en esas condiciones y recordó lo acontecido, se extrañó de lo que hizo, sabía que sintió rico, exquisito, lo que no sabía que eso que le gusto tanto se llamaba masturbación, nunca nadie le hablo de ello. No se arrepintió y decidió que lo volvería a hacer en alguna otra oportunidad y sin preocupación alguna se fue a dar una refrescante ducha.
Y así paso la semana, sin alteraciones para la decente familia, incluyendo al viejo Pricilo, que se dedicó a pensar cual sería la mejor forma para encamarse con Karen, la hermosa criatura de 18 años, hija del matrimonio Zavala Rojas.
Karen dormía serenamente en su camita, ataviada por su largo camisón con el cual acostumbraba a dormir. El sueño de la dulce adolescente era sencillamente apacible.
Era día sábado cerca de las 09.00 de la mañana, sus padres se habían ido a su retiro de familias decentes de la congregación por seis días, por lo que la niña gozaría de la tranquilidad de su hogar por casi toda esa semana, la cual aprovecharía para estudiar.
Karen pensaba en repasar sus libros por todo el día, ya que el próximo miércoles debía rendir un examen para poder ingresar a estudiar a la Universidad, ese era el motivo principal por el cual no acompaño a sus padres.
En el patio de la casa, justo al lado de la piscina se encontraba don Pricilo, el jardinero, un viejo de 63 años, a quien los padres de la niña inocentemente la dejaron a su cuidado, ya que el vejete era conocido en la congregación a la cual ellos asistían.
Lo que no sabían, eran las siniestras intenciones que tenía este viejo asqueroso, y que él pensaba concretarlas ese mismo día a sabiendas que tenía todo el tiempo del mundo para llevarlas a cabo.
El sonido fue ensordecedor, la maquina generadora de corriente estaba en perfectas condiciones, pero el viejo simulaba practicarle mantención, su intención real era que Karen se despertara y saliera al patio para el poder abordarla, y poner en ejecución su plan de poder arrastrarla hasta su inmundo catre al interior de la cabaña del fondo del patio.
En efecto, por el ruido del generador la niña se despertó, se sentía tan bien ese día que se levantó en el acto, miro por la ventana de su habitación y frente a esta vio al viejito que trabajaba en su casa,
–Mmm… pensó la nena, –Este pobre de don Pricilo… siempre tan trabajador el pobrecito, nunca descansa… de pronto se le ilumino su carita, –Lo invitare a desayunar, pensó la nena, contenta de saberse de tan buenas intenciones.
Y eso era cierto, Karen a sus 18 añitos recién cumplidos, tenía un alma pura, su vida no sabía de malas intenciones, fue criada con los más sólidos conceptos morales y éticos. Siempre dedicada a sus estudios y participar en obras benéficas.
A pesar de su extrema belleza, Karen nunca había tenido novio, a lo más unos simples acercamientos amistosos por parte de otros jóvenes decentes de su congregación, eso pensaba ella, pero la realidad era que detrás de esos inocentes acercamientos, hasta los más puritanos de su conservadora congregación, sentían deseos libidinosos hacia su cuerpo, imaginaban que la tomaban, que la poseían, que se la culiaban bien culiadaaa!!, ni su madre se salvaba de las perversiones imaginadas por sus pares, ya que Karen había heredado la extrema belleza de su progenitora, (valgan la redundancia y las repeticiones), siendo ambas las protagonistas de los más oscuros deseos de la comunidad masculina en que se desenvolvían estas dos hermosas mujeres, madre e hija.
La niña se dio una refrescante ducha, seco y peino su cabello, se perfumo, su lindo rostro lo maquillo delicadamente, como lo hacían todas las féminas de su congregación. Karen nunca lo necesitó. Desayunaría con don Pricilo y luego a estudiar, pensaba Karen.
El viejo se paseaba como perro enjaulado, alrededor de la piscina, la ansiedad por ver a esa hermosa criatura, lo tenía desesperado.
Hasta que por fin sucedió lo que con tantas ansias esperaba, vio salir de su casa, a esa niña-hembra, que lo tenía vuelto loco, Karen se acercó en forma espontánea a donde él estaba y lo saludo,
– Hola don Pricilo, le dijo la nena…
– Hola Karencita, hasta que se despertó mi niña…jejeje, reía cínicamente el viejo…
Karen nunca había estado a solas con don Pricilo, pero como ya llevaba 02 meses trabajando en su casa, ya lo veía en confianza.
El asqueroso viejo la contemplaba de pies a cabeza, se la devoraba con sus ojos y su mente, le miraba sus hermosas piernas blancas, la nena llevaba un vestido que le llegaba hasta un poco más arriba de las rodillas dejando ver una buena porción de esos perfectos y potentes muslos.
Karen hablaba con don Pricilo de cosas sin importancia, además le contaba que el próximo día miércoles debía rendir un importante examen para la Uni, y bla…bla…bla…
Don Pricilo le asentía en todo, su mente estaba concentrada en ese perfecto cuerpo de mujer, esas curvas que se adivinaban bajo el vestido, como este a su vez se estiraba al llegar a la altura de sus tetas. Al viejo ya se le estaba parando la tranca, cuando la joven sorpresivamente lo invita a pasar a la terraza para desayunar.
El sucio vejete se sentía en la gloria, esa hermosa nenota le invitaba a desayunar y todo preparado por ella, con sus finas y delicadas manos, el viejo intencionalmente ya la estaba mirando como su mujer, su hembra o como su puta.
Se sentaron en la cómoda terraza, para degustar el exquisito desayuno, claro que Karen solo comería frutas y bebería un vaso de leche, la niña era muy preocupada de su estado físico.
Karen lo miraba inocentemente, pero debido a su edad y a las reacciones hormonales de su cuerpo, que ya se manifestaban, no pudo evitar examinarlo de la forma en que una hembra mira a un macho, aunque esto fuera muy remotamente, pero sucedió,
–Pobrecito de don Pricilo, pensaba la nena, cuando se fijó que el viejo al dedicarse a comer como un verdadero cerdo, le costaba masticar los alimentos, además de comer con la boca abierta, mostrando todo lo que había adentro de lo que tenía por boca, salpicando con asquerosas babas todo a su alrededor, claro que al viejo le costaba comer, la tierna joven también se pudo dar cuenta que don Pricilo tenía todos los dientes cariados de color café oscuro, dando el aspecto de que en vez de tener dentadura, lo que tenía el viejo era una masa ennegrecida, putrefacta y pestilente al interior de su boca. Si describiésemos al viejo Pricilo, podríamos decir que su aspecto físico contrastaba al máximo con el de la encomiable jovencita.
De hecho el viejo era extremadamente feo, era de tez morena, su cara era redonda y mofletuda, con una serie de verrugas que se desparramaban por todo el lado izquierdo de esta, en su cabeza tenía una maraña de pelos canosos y sebientos, al igual que su piel sebosa y grasienta, y una gordura que ya casi caía en la obesidad mórbida, ósea el viejo Pricilo era horripilante.
Mientras Karen, terminaba de hacer estas apreciaciones, el viejo eructo una flatulencia que impregno todo el sector de la elegante terraza, con un asqueroso olor a mierda, pero a la niña le parecían cómicas todas estas salidas de tan horrendo personaje.
–Y que hará hoy día jovencita, para no aburrirse, jejeje, reía y preguntaba el vejete horripilante.
–Don Pricilo, hoy me dedicare a estudiar, acuérdese que ya le comente que el miércoles debo rendir un importante examen…
–Tan importante es, mi niña? , pregunto el viejo, queriendo demostrar interés…
–Si…si… le contesto la beldad,  podría decidir mi futuro…por eso debo prepararme…
–Pues yo pensé que quizás querías ocupar la piscina Karencita, jejeje, incluso le he limpiado solo para ti, mi pequeña… (El viejo de a poco iba tomando confianza con la nena)
–Mmmm…no lo sé, para ocupar la piscina, tendría que usar traje de baño, y mis padres no lo aprobarían… Ud. Sabe que yo pertenezco a una familia decente, le respondió Karen, con su carita de inocencia.
–Mira nenita, le dijo don Pricilo… –Todas las jóvenes de tu edad lo hacen, no hay nada de malo en ello, además tus padres no están y no tienen que porque enterarse…
–Oh…don Pricilo, pero Ud. se los diría, y ahí sí que yo tendría problemas…
–Pero para eso estamos los amigos, pues nenita, le dijo el viejo, quien ya al imaginársela semidesnuda ya se le había parado la verga nuevamente.
La joven lo miro con esos hermosos ojos azules, y con una sonrisa pícara y encantadora le respondió,
–Está bien don Pricilo lo pensare, pero tendría que ser un secreto entre nosotros…
El viejo casi se orina, ante la respuesta de la dulce criatura,
–Claro que si mi niña, claro que si, le contesto el caliente viejo ya casi babeando por el espectáculo que tal vez se podría dar ese día, con esa linda adolescente que se encontraba al frente de él.
Terminaron el desayuno, y cada cual se dedicó a sus quehaceres, claro que el viejo no dejaba de estar al pendiente de lo que hacía o dejaba de hacer la nena.
A las 02.00 de la tarde de ese día sábado, habiendo ya almorzado cada uno por su lado, Karen meditaba en la conversación que sostuvo con don Pricilo ese día en la mañana. Pensaba que tal vez no era tan malo usar la piscina, además casi todas sus compañeras del colegio la hacían.
Pero ella no hacia ese tipo de cosas, eso era exhibirse, le habían enseñado sus padres. –¿Pero quién la vería?, se preguntaba, si estaba sola… solo la vería don Pricilo, ese viejito tan trabajador que vivía atrás de su casa en la cabañita de madera, si hasta ya lo miraba como su abuelito, pensaba la bella joven, no había nada de malo en ello.
En tanto, en el patio de su casa, el viejo Pricilo se acomodaba, en una confortable silla de descanso, se había ataviado con camisa y bermudas, ambos con sendas y chillonas flores tropicales de todos colores, intentando dar un toque estival a esa tarde, para ver si la nena de la casa se animaba a ocupar la piscina, para el poder el gusto de contemplar ese hermoso cuerpo de Diosa, y esperar el momento clave, para poner en acción su plan de poseerla, y saciar sus más bajos y asquerosos instintos en el cuerpo de su bella e inocente víctima, una hermosa adolescente de 18 añitos recién cumplidos.
En ese mismo momento en la habitación de Karen se vivía otro episodio clave para los oscuros acontecimientos que cambiarían el curso de la vida de tan hermosa criatura. Karen había decidido no ocupar la piscina, pero si quería tomar el sol, igual que sus compañeras del colegio, no había nada de malo en ello, además nadie lo sabría. Abrió su armario y desde el fondo de este saco una pequeña cajita color negro.
Al abrir la pequeña caja saco de su interior un diminuto conjunto de 02 piezas color azul oscuro, era un bikini, tanguita y sujetador, que le había regalado Lidia, su amiga de la infancia hacía por lo menos un año atrás.
Ella al ver que no tendría oportunidad de usarlo debido a su estricta y conservadora educación lo guardo en el armario, quedando este en el olvido, pero ahora debido a los acontecimientos que se sucedían en el interior de la casa de tan decente familia, Karen había decidido que esta era la mejor oportunidad para usarlo, claro que con la intención de tomar un poco de sol.
A continuación la nena procedió a desnudarse completamente, una vez desnuda, tomo el pequeño conjunto y se lo puso.
El conjunto era de por si pequeñísimo, la parte de abajo solamente alcanzaba a cubrir su triangulo de escasos bellitos púbicos, y por detrás, este se perdía y estiraba separando ese grandioso par de nalgas que se gastaba la nena. Que tremendo pedazo de culo era el que tenía Karen por Dios!!!.
Luego se puso el sujetador, este le tapaba un poco más de esas exquisitas aureolas que tenía en ese par de tetas exclusivas, hechas para ser manoseadas solo por algunos, solo para los más afortunados, por ahora vírgenes e inmaculadas.
Una vez puesto ese exquisito y diminuto traje de baño, Karen se miró al espejo, se estudiaba, por primera vez en su vida quería verse perfecta. Que pedazo de mujer era la nena, en aquellos momentos su cuerpo estaba   en todo su esplendor, no había nada que faltara o sobrara de su impecable y delineada anatomía, un cuerpo hecho para poseerlo, para saciarse en él, para descargar a través de su pequeña rajadura de carne, abundantes cantidades de caliente semen y de macho.
Pero por ahora este cuerpo no tenía dueño, era virgen, aunque le quedaba poco tiempo a su dueña, para conservarlo en esa condición.
Karen se admiraba al frente del espejo, estudiaba su figura, para ella era normal, desconocía que su curvilíneo cuerpo, sumado a las finas y exquisitas facciones angelicales e inocentes de su hermosa cara, provocaba lascivia con los del sexo opuesto, y por qué no decirlo, con las de su misma condición de hembras, también.
Si, habían mujeres dentro de su congregación y dentro de su colegio que siendo finas y decentes mujeres de sociedad, como también dedicadas estudiantes, que incluso alcanzaban las más altas calificaciones, que con el solo hecho de contemplarla por algunos segundos a la hermosa adolescente, sufrían un desorden hormonal y esas miradas que en un principio eran de envidia, rápidamente se transformaban en miradas de deseo carnal y de lujuria.
Karen continuaba admirándose en el espejo, solamente con su traje de baño azul, poso su mirada en el pequeño triangulo que cubría su parte más sagrada, se daba cuenta que este le tapaba solo lo necesario para que no se le viera el inicio de sus perfumados pelitos de su panocha. No le importo este importante detalle, ya que su población de vellos púbicos era escasa este le cubría prácticamente solo su fina y delicada hendidura. INSISTO a ella, no le importo.
En ese estado, la suculenta Hembra-Niña-Mujer, tomo una toalla y se dirigió al patio de su casa, en dirección hacia la piscina, que a un par de metros de esta, se encontraba la cabaña de madera, donde vivía don Pricilo, el jardinero de su casa, este la esperaba con cara de lobo feroz.
En ese mismo instante, el viejo Pricilo, estaba sentado en su silla de descanso que había instalado a la sombra de uno de los árboles que adornaban el hermoso jardín de la casa, esperando como un perro rabioso espera a su presa.
Y de pronto sucedió el milagro, para el detestable viejo fue como si se abrieran la puerta de los cielos, cuando observo que por unos de los grandes ventanales de corredera de la casa principal, hacía su aparición la criatura más hermosa que había visto en su fea existencia.
Fue como si lo dimensionara en cámara lenta, la niña Karen se aproximaba hacia el casi desnuda!…
Pero que puta más rica y más antojable!, pensaba el viejo Pricilo con la cara desencajada por el deseo a tan impactante visión, miraba ese rico triangulo azul, justo al medio de las caderas y piernas de la joven, el viejo ya casi podía adivinar como se vería esa suave hendidura si estuviera al descubierto.
Karen ya llegaba a su lado, don Pricilo tuvo que tomar aire para recomponerse,
–He decidido tomar un poquito de sol, don Pricilo, le dijo la rica de Karen a su futuro violador, ella en ese momento intentaba cubrir algo de su cuerpo con la toalla que traía, ya que nunca en su vida había estado en semejantes condiciones (casi desnuda), delante de otra persona, y menos delante de un hombre sexagenario.
En su interior la joven se cuestionaba el estar semi-desnuda al lado de un viejito que bien podría ser su abuelito, pero a pesar de los nervios que la invadían su conciencia le decía: que no había nada de malo en ello, y no había ninguna mala intención de por medio en estar en tales condiciones, casi en pelotas, delante de ese viejito que tan bien se ha portado con su familia.
Por su lado el viejo caliente de don Pricilo, ya pensaba en abalanzarse sobre el cuerpo de tan potente hembra, sentado en su silla la miraba con la boca abierta, dejando ver esa pestilente y putrefacta masa café que tenía por dentadura.
–Lo que si le pido don Pricilito, es que esto sea un secreto entre nosotros, Ud. no sabe cómo reaccionaría mi padre si se entera que le he contra decido, le solicito la nena con es carita de niña mimada.
–Pero por supuesto que si mi reina, por supuesto que sí, será nuestro gran secreto, jejeje, reía el horripilante viejo sintiendo que ganaba terreno al tener ese tipo de secretos en común con la niña Karen…la dulce Karen.
Esa situación le favorecía ante sus calientes y perversas intenciones que tenía para con la niña, ya que los podría manejar a su favor, para utilizar a su antojo a Karen.
Una vez terminado el acuerdo, Karen se sintió más segura, sus padres no se enterarían de nada, que bueno era don Pricilo con ella, pensaba la inocente criatura.
Pensando en esto, se dispuso a estirar la toalla sobre el suave pasto, el viejo veía con sus ojos salidos que todos sus movimientos eran extremadamente delicados, una vez estirada la toalla la nena se agacho y al intentar estirarla aún más se puso en cuatro patas elevando ese hermoso trasero que se gastaba hacia donde estaba don Pricilo, que ya estaba a punto de lanzarse y encularla ahí tal como estaba, pero el viejo se contenía, debía ir paso a paso.
Luego de esto la joven en forma inconsciente, en la misma posición rodeo la toalla, se deslizaba como una verdadera perra en leva según las depravadas apreciaciones del vejete, hasta que al terminar su recorrido se estiro de espaldas para ahora si tomar el sol como tanto lo deseaba.
Don Pricilo atento a toda esta situación, estudiaba embelesado todas esas curvas casi diabólicas que se gastaba tan angelical criatura. Su verga ya estaba parada al máximo, la tenía como fierro.
Karen ya disfrutaba de tan agradable baño de sol, estaba relajada, sin preocupaciones, el viejo Pricilo solo la observaba desde su silla, por ahora le daría el gusto al placer de la visión pensó para sí mismo.
El vejete, nunca en su vida había estado tan cerca de un ejemplar femenino de tales características, y con tan atrayentes atributos físicos como los de Karen, disimuladamente el viejo se sobaba la verga, se masajeaba el pico mirando de tan cerca a esa amazona con cara de niña.
Por la situación que se vivía en esa alejada casa, del resto de la urbanización, el viejo Pricilo se sentía seguro, los padres de la joven llegarían el próximo jueves, tenía 5 días para disfrutar de esa hermosa adolescente de 18 años, y si algo salía mal, solo desaparecería y asunto terminado, pensaba para si el siniestro vejete
En esto estaba el caliente de don Pricilo, cuando para disfrutar al máximo esos momentos previos a sus diabólicas intenciones que eran culiarse a la nena a como dé lugar, forzarla, violarla, usarla como un objeto para satisfacer a cabalidad sus asquerosos instintos sexuales, fue cuando decidió encender un cigarrillo y abrir una lata de cerveza solo para disfrutar aun mas, se decía don Pricilo.
Karen, al sentir el sonido de la lata, se levantó, quedando recostada y pudo observar, como el viejo bebía cerveza y fumaba, también noto un extraño brillo en su mirada.
–Don Pricilo que hace?,…le pregunto la nena, en nuestra casa no acostumbramos a beber y fumar, mis padres no lo aprobarían, le dijo Karen, con su carita de preocupación.
–Mira ricura… le contesto el viejo, quien ya se sentía con más derechos en la persona de Karen, –Tus padres no están, yo te guardo un secretito a ti, y tú me guardas uno a mí, jejeje, estamos de acuerdo preciosura, jejeje, le sonreía el miserable viejo, mirándola con los ojos enrojecidos por la calentura.
Karen lo escuchaba, no entendía porque don Pricilo la trataba con ese tipo de apelativos, ella no le había dado motivos, y fue ese el momento en que noto que el viejo le miraba fijamente el promontorio de carnes que tenía por tetas.
–Estamos de acuerdo lindura!!??, volvió a preguntar don Pricilo, ahora con más autoridad,
–Si…si…don Pricilo, contesto la dulce Karen, no muy convencida, pero sabía que el viejo tenía razón.
Ella estaba abusando de la confianza que le habían tenido sus padres, al permitirle quedarse sola en casa para estudiar. Ahora recién tomo conciencia que se encontraba semi desnuda, al lado de un hombre que no era nada de ella.
–Tranquila mi niña, es solo una cerveza y un cigarrillo, le hablo don Pricilo, para tranquilizarla.
El viejo quería seguir jugando un rato más con ella, con esa dulce criatura hecha mujer, que con tan solo 18 años, ya estaba en condiciones de recibir verga por cualquier orificio de su hermoso cuerpo según lo había dictaminado el mismo.
Y surtió efecto la estrategia de don Pricilo, Karen un poco más tranquila, se tomó el cabello, con un fino pañuelo de seda, que hacia juego con sus hermosos ojos azules, y también con su diminuto traje de baño, se veía espectacular.
Nuevamente la nena se recostó sobre su suave toalla, el haber notado ese extraño brillo en los ojos del viejo, sumado al nerviosismo y susto que sintió, cuando don Pricilo le hablo de forma tan prepotente y que a su vez la llamo lindura, ricura, preciosura. Con todas estas sensaciones y pensamientos descritos, bastaron para que estos mismos se trasladaran a la parte más sensible del hermoso cuerpo de la joven, o sea  a su zorro.
Karen comenzó a sentir ese rico y suave hormigueo en su virginal entrada anatómica, su mente se escandalizo, no se podía dar el lujo de sentir tan ricas sensaciones al lado de tan horripilante viejo, la nena ya había dimensionado que don Pricilo era un viejo feo y asqueroso, pero la había llamado ricura, preciosura, estas palabras la ponían nerviosa y la exasperaban.
Con estas ideas, el rico hormigueo, rápidamente se fueron transformando en placenteras punzadas que atacaban su parte más preciada, su vagina sentía unos ricos y leves latidos en al interior de ella, como si esta tuviera corazón propio.
Así estaba la nena, con esas ricas y placenteras sensaciones que ahora si atacaban sin misericordia su exquisita anatomía, llena de curvas demoniacas, y que nuevamente estos ataques se centraban en lo más sagrado de su cuerpo.
Con su hermosa mirada entrecerrada, se dio a mirar muy discretamente a don Pricilo, pudo notar que el viejo muy nerviosamente se llevaba el cigarro a la boca y a la vez que este pegaba una bocanada de humo, al aspirar, con su otra mano se masajeaba una enorme protuberancia que se le había formado entre sus asquerosas piernas.
La nena, no sabía que era esa cosa que don Pricilo escondía bajo sus pantalones…– Pero que es lo que será?, se preguntaba la adolecente, sintiendo cada vez más exquisitas las ricas punzadas que ya se habían apoderado de su jugosa panocha.
Tubo el impulso de parase y ella misma ir a inspeccionar que es lo que don Pricilo escondía con tanto celo, se sentía curiosa, o estaba caliente?, la nena no lo sabía.
Para intentar calmarse, la joven intento cambiar de posición, o moverse, a ver si así se le terminaba ese enloquecedor hormigueo que sentía en su cosita.
Lentamente fue subiendo una de sus exquisitas piernas, hasta deslizar su delicado pie y posarlo al lado de su otra rodilla.
En esta posición, con una pierna estirada y la otra levantada, tendida en la suavidad de la hierba, combinando la imagen con ese precioso cuerpo de Diosa, y ese diminuto calzoncito color azul, que solamente le cubría el nacimiento de su tajito, sencillamente se veía espectacular.
Don Pricilo, que no perdía un solo detalle de esa hermosa posición, que adopto la nena, estaba al borde del ataque cardiaco.
Qué imagen más hermosa, pensaba el viejo, –Esta perra esta para meterle verga por toda una noche, por lo que pensó que ya era tiempo de actuar. Termino su cerveza y apago el tabaco, y se dispuso a poner en práctica la primera parte de su plan.
Karen lo miro extrañada, se dio cuenta que se dirigía en dirección a ella, lo que más la ponía nerviosa, era que en esos momentos, continuaba con las ricas punzadas en su panocha.
–Mira preciosa, le dijo el horrible viejo…–Yo iré al pueblo por unas cervezas, te dejare sola un rato, una hora quizás, así que relájate y disfruta de la tarde…jejeje…
–Bueno don Pricilo, respondió Karen, vaya tranquilo que aquí yo lo espero…
La nena no sabía porque se sentía tan nerviosa al tener al viejo tan cerca de ella y fijarse que ahora don Pricilo no despegaba su viciosa mirada de su pequeño triangulo casi desnudo.
Además, se fijó que la gran protuberancia que el viejo escondía, ahora estaba muy cerca de su cara, y que también hacia leves pulsaciones sobre su pantalón, como amenazando salir de su escondite.
El viejo se encamino hacia la salida principal de la casa, la nena miraba como esa fofa y mórbida figura, con varices en ambas de sus asquerosas piernas desaparecía de su vista, y una vez que escucho el motor de la destartalada y cacharrienta camioneta de don Pricilo, la nenita se sintió más tranquila, la sintió alejarse.
En realidad el viejo no se dirigía la pueblo como le dijo a Karen, la idea del viejo era que la nena creyera que la dejaba sola, estaciono el vehículo y lo escondió detrás de unos árboles, para luego ponerse en marcha en forma sigilosa en dirección a la casa, de la decente familia de Eduardo Zavala.
Karen, al sentir la tranquilidad de estar sola, se dispuso a disfrutar del momento, las ricas punzadas que sentía en su panocha, no la dejaban tranquila. Sintió la imperiosa necesidad de tocarse, no sabía si debía hacerlo, pero recordó que don Pricilo no llegaría hasta dentro de una hora.
Y al recordar las exquisitas convulsiones que su cuerpo había experimentado, hace solo un par de días, la niña se armó de valor y dirigió su blanca y delicada manita, hacia su parte prohibida y simplemente empezó a gemir
-Siiiiiii…! –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…!! –Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…!!!, gemía dulcemente la hembrita necesitada de verga… –Mmmmm!!… ahhhhhhhhhhh!!!
Su mano bajaba lentamente a cada roce de sus delicados dedos con la suavidad de su piel, en esos momentos la joven era atacada por unos placenteros corrientazos de escalofríos, que nacían de cada una de sus extremidades, desde su cerebro y hasta sus pies, para luego recorrer la totalidad de su cuerpo lleno de curvas infartantes, y todos con un mismo destino, todos se iban a depositar en su casi afiebrado tajito.
–Pero que rico se sienteee!, balbuceaba por lo bajo, –Ohhhhhh!!… Mmmmmm!!!!
La calentura de a poco se iba apoderando de Karen, de esta hermosa adolescente de 18 años, que ya en este momento se disponía a deslizar su manita por debajo del diminuto calzoncito que cubría muy precariamente su panocha,
–Ahhhhhhhhhhh… quueeeee… ricoooooo!!!, gemía ya presa por la calentura…
Una vez que traspaso esa barrera de tela, Karen instintivamente, empezó a recorrer su apretada vagina con la yema de los dedos, la sentía húmeda, en su mente se preguntaba porque se le mojaba su cosita, era esto normal?, para luego olvidarse y concentrarse en esos ricos escalofríos que tanto le gustaban, ya que las ricas punzadas que sentía eran mejores que estar haciéndose ese tipo de preguntas, meditaba la nena…
–MMMMmmm…!! Aaaahhh!!!… Siiiiiiiiiii…!!!, sus gemidos de disfrute iban cada vez en mas aumento. Su azulada mirada se perdía en el infinito del cielo. Cuando llevaba solo unos minutos de suave pero rica masturbación, en alguna parte de su conciencia recordaba que don Pricilo había salido, y dijo que no llegaba hasta en una hora, todavía le quedaba tiempo pensaba la decente niña de 18 años.
– Oooohhhh!!… Oohhh!!! Uhhhhhyyyyy!!!!…, balbuceaba de calentura la pequeña hembra.
Karen pensó que tal vez tendría unos 30 minutos para disfrutar de esos ricos escalofríos que ya le tenían toda su piel erizada, incluyendo los suaves y escasos pendejos de la zorra.
Nuevamente la decente joven se abandonaba a las bondades de la carne, a esos nuevos placeres que amenazaban con enloquecerla.
– Siiiiiiiiiiii! Ahhhhhhh!!!… Shhhhahhhhhhh!!! Shhhhhhhhhaaaaaaaaaaaa!!! Oohhhhhhhhhhhhh!!!!.
Lentamente su hermoso rostro, que por lo general siempre reflejaba candidez y pureza, ahora a consecuencia de la calentura que sentía la tierna adolescente, de apoco se iba transformando, en un rostro lujurioso, en el de una verdadera puta.
– Riiiiiiiccoo!!…Ricoooooooo!!!… gemía la hermosa criatura de 18 añitos recién cumplidos, nadie se imaginaria que esa mujer tendida en el suelo y que se masturbaba con sus piernas semi abiertas y que ya para este momento tenía la cara de una autentica perra en celo, en realidad era una dulce niña de bien, que a consecuencia del exuberante cuerpo de Diosa que había desarrollado, estaba en su pleno despertar sexual.
-Ohhhhh! Diooosss!!… Ahhhhhhhhhhhh!!!…….Mmmmmm!!!! Exclamaba porcada levantada pélvica que hacía con sus marcadas caderas.
Que bien se sentía Karen, al estar semidesnuda tendida en el suelo, tocando su cuerpo, refregando sus dedos en la parte más sagrada de su sabrosa figura, su cuerpo delineado con las más exquisitas curvas, la estaban transportando a un mundo desconocido para ella, la nena sentía que nadaba en un mar de placeres…
– Rico…! Rico!! Ricoo…!!! Ricooo…!!!! Ricoooo…!!!!!  Ricooooooooo!!!!!…ahhhhhh…!!!! –Mmmmmhhh…!!!!, su cintura se movía al igual que el de la Shakira en sus videos.
Ya casi había olvidado al viejo Pricilo, sin pensarlo llevo sus manos al costado de sus caderas ampulosas levantándolas levemente, para luego proceder a deslizar el exquisito calzoncito azul, y lo hizo correr por la suavidad de sus bellas piernas hasta bajárselos completamente, quedando estos a la altura de sus delicados pies.
-perooooooo… por…que sie…..n…to esss…tooooooooooooo…!!?? Aahhhhhhhhhhh…
Muy suavemente y en forma temblorosa, con su mirada perdida en el infinito, Karen se fue abriendo de piernas, lentamente hasta quedarse totalmente abierta de patas, esperando algo, algo desconocido y que no llegaba.
– Siiiiiiiiiiiii!! Lo… quieeroooooooo…!!! (Pero que es lo que quería?) –Siiiiiiiii!!!!… Aahhhhh!!!!!
La nena dejo caer sus brazos a ambos costado de su cuerpo, expectante, se quedo en esta posición, totalmente abierta de piernas, sus pequeñitos pies unidos por su tanguita la cual estaba completamente enrollada,
– Mmmm!!… Ahhhhh!!!!
Se decidió a llevar su mano a su delicada y virgen hendidura, posándola en el inicio de su inexplorado monte de venus, apenas poblado por esa escasa cantidad de sedosos pelitos oscuros, que como ya hemos descrito, contrastaba con la blancura de su perfumada piel…
–Ayyyyyyyyy!! Aayyyyyyyyyy!!!, que…bue…no…es…taaa… es..tooooo!!!
Este era el momento que ella tanto deseaba, el momento en que la ninfa se entrega a las placenteras sensaciones eróticas, con las cuales se había congraciado, se abrió de piernas lo que más pudo, esta vez las elevo del pasto, quedando la diminuta tanguita color azul, colgando de uno de sus delicados pies.
–Siiiiiiiiiii…! Siiiiiiiiiiiiiiii…!! Mmmmmm…!!! Ahhhhhhhhh!!!
Y ahora si empezó a masturbarse como la puta que llevaba dentro, vasto con un solo par de movimientos de sus dedos, contra su rajita para que la nena automáticamente empezara a menearse…
– Asiiiiiiiiiiiii…! Asiiiiiiiiiiiiiiiiiii….!!, exclamaba la rica Karen, primero muy suavemente, en su monte de venus hacia círculos muy lentamente, con su blanca manita solo rosándolo por ahora con esto era suficiente, –Ahhhhhiiiiiiiiiiii…!! Ssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…!! Quuuee… riiiiiicoooooooo!!!
Sintió la humedad de su ranura y sin dejar de menear sus caderas en forma circular, con mucha decisión, llevo su mano que destilaba abundante néctar proporcionado por la madre naturaleza, y que ella había cosechado de su vagina, los llevo hasta la altura de su linda carita, quería oler.
Error, al sentir el embriagador aroma de su propia naturaleza, como una poseída comenzó a lamer sus dedos y no contenta con esto volvió a dirigir sus manitas para recoger más de ese juguito que iba soltando su panocha para volver a llevarlos a su boca, que rico era sentir su propio sabor pensaba la nenota.
-Ssrrppppsss…! Srrrrrppppppsss!!, era lo que se oía cuando la acalorada joven sorbía sus propios jugos recién salidos de su coño.
Mientras Karen, se encontraba, en una especie de trance erótico, dedicada a devorarse y lamerse sus ricos y propios fluidos que le eran proporcionados por su chorreante vagina, la adolescente no era consiente que desde la cabaña de madera alguien la observaba, y ese alguien era el viejo caliente de don Pricilo.
(Minutos antes)
Don Pricilo se dirigió a la parte posterior de la casa, donde el mismo había confeccionado una puerta alternativa, para que sus patrones no se percataran de sus salidas nocturnas, cuando se iba de farras con los delincuentes que tenía por amigos.
El viejo ingreso sigilosamente al interior de su cabaña por la puerta trasera, una vez adentro se dirigió a su dormitorio y en forma automática, quito toda la inmunda y hedionda ropa de cama, dejando solo el catre y el colchón.
Luego desde un baúl que tenía saco una cámara de video y la encendió,  como también se dijo para sí mismo, –Ahora si Karencita te voy a inmortalizar para tener tu imagen de la última vez que fuiste virgen…jajajaj…reía el viejo aborrecible.
Con su risa de viejo caliente, y detrás de su ventana se dio a dirigir su vista hacia donde estaba Karen…
–Ohhhh…!! Por Diosssss…!!! Madre Santa…Jesús…maría y José…!!!!, exclamo el vejete para sus adentros quedando casi paralizado. Para el desalmado viejo, fue como si le dieran un electro choque en los testículos, fue tal la impresión de este al ver a esta tan inocente niña, totalmente abierta de patas, con ese exquisito calzoncito colgando de uno de sus pies, y para colmo con una de sus manos sobándose la panocha, refregándose la zorra como una endemoniada, masturbándose, y para coronarlo todo comiéndose sus juguitos,  el viejo casi se desmaya.
Una vez repuesto el viejo pensó rápidamente, es ahora o nunca se dijo, ubico estratégicamente la cámara de video, ubicando el ángulo que abarcara la totalidad del sucio camastro donde se llevaría a cabo la violación, una vez escondida e instalada la cámara se dijo para el mismo, –Allá voy mi amor…ejejejeje!!!
Se acercó muy lentamente, hacia donde estaba Karen en plena faena masturbatoria, la nena estaba tan concentrada en su tarea, que no se dio cuenta cuando el viejo Pricilo llegó su lado.
Al viejo se le caían las babas, ante tan genial espectáculo que se estaba dando. Su verga ya estaba que estallaba a causa de todo el semen acumulado en esa semana.
Tomando fuerza y sacando todas sus aptitudes actorales, fue cuando el viejo vocifero:
– Que se supone que estás haciendo puta de mierdaaaa!!!!… le grito estando al lado de su desnudo cuerpo.
La joven en forma automática salió del erótico trance en que se encontraba, y al ver al aborrecible viejo quedo espantada, tratando de cubrir con sus manitas esas enormes tetas que se gastaba, y poniendo una rodilla sobre la otra, intentaba esconder su encharcada almeja.
–No… no…don Pricilo!, no es lo que Ud. se imagina…yo…yooo…estaba…intentaba explicar una avergonzada Karen.
–Dime pendejaaa!… que se supone que estabas haciendoooo!!!!, le gritaba eufórico el viejo… –Contestaaa!!!, le volvió a gritar…para asustar más a la espantada chiquilla…
–No lo sé don Pricilo!!, de verdad que no lo seee…!!! La nena ya comenzaba a sollozar, Snif…! snif,..!! snifs…!!!
–Así que no lo sabes!!?? Pues yo te lo explicare…te estabas pajeando la zorra, tal cual solo lo hacen las putasss!!!!. Estabas pidiendo la vergaaaaa!!!, eso es lo que estabas haciendo trola de mierdaaaa!!!!
–No don Priciloooo!… snif…!! Snifss!! –Yo… yo… no… no pedía… ee…ssso que Ud. Diceee… snif…! snif…!!
–Si putilla…! eso es lo que pedias…yo lo escucheee…!! Mira nada más como te encuentro, solo sali un rato y te transformas en una perraaaaa!!!!, le vociferaba como un endemoniado,
–Yo no soy…yo no soy…una peeeerraaaa…! Sniff…!! sniff…!!!
–Si…si lo eres… yo te vi y te escuche zorraaaa…!!! Parecías la más grande de las putasssss!!!! Así que no me lo niegues perra asquerosaaaa!!!!, Don Pricilo tomando aire y dándoselas de correcto se la jugó del todo a nada, –Lo siento pendeja, tendré que contárselo a tus padres, le amenazo finalmente el vejete.
La casi traumada joven perdiendo todo sentido de pudor se arrojó a los pies de don Pricilo, quien miraba encantado como esa hermosa nena se humillaba ante el…
–Nooo…! por favor…noooo!!… don Pricilo…no se los diga…!!! snif…! sniffss!!!, volvía a llorar la nenita…
–Lo siento putilla, no tengo otra alternativa, y en su mejor actuación el viejo saco su teléfono celular, simulando teclear los números…
–Por favor don Pricilito… por favor no se los diga…snif…snifffss…!!! Lloraba sin consuelo y toda desnuda la pobre Karen…
–Tú crees que yo soy estúpido…!!!??? Le grito el viejo, si no digo nada arriesgo a que me corran del trabajo…y con eso no gano nada…!!!! (El vejete ya iba entrando en tierra derecha….)
–Por favor don Pricilo se lo suplico…!! Haré todo lo que Ud. me pida, pero no se los diga…!!!
–Mmmmmmmm!! No lo sé…!!! No me convences…!!!
–Hare lo que Ud. Quieraaa!!, pero no les diga eso…!!!
–Que no les diga que cosa pendeja!!, inquirió el viejo…
–Que eee yoooo…mee estabaaaa tocaaandoooo…!!
–No niña, lo que tu hacías era pedir que te metieran vergaaaaaaa… Diloooo!!!!
–Es que yo no estaba pidiendo eso que usted diceeee…. Por favor don Priciloooo por favorrrr!!!!
–Si, si lo hacías…!!! Vez que no se puede confiar en ti…!!!!, lo siento los tendré que llamar para informarles de tus cochinadas!!!
Karen ya totalmente destruida…y por el miedo que el viejo llamara a sus padres se humillo y totalmente desencajada, repitió:
–Por favor don Pricilo no le diga a mis padres que yo pediaaaa… qeeeeee… meeee… meetierannnnn ver…gaaaaaaaaaaaa….sniff snifff…!!!, era la primera vez, que de su dulce voz, salieran tan vil expresión calenturienta, el viejo solo reía, y ya se sobaba las manos por lanzarse a recoger ese fruto prohibido para muchos, pero que ahora sería solo para el…
– Mmmmm!!… aun no me convences…los llamare…!!!
La niña intentando calmarse…le volvió a repetir…–Don Pricilo por favor no lo haga…yoo yo soola pediaaa queee mee metieraaan veergaaa…!!! Así está bien?? Sniffsss!!!, le repitió la nena entre sollozos, para ver si el viejo cambiaba de opinión y no la acusaba. –Por favor…continuo Karen, –No los llame hare todo lo que Ud. Me pidaaa…
–Estas segura de lo que dices putillaaa…!!, el viejo ya estaba que ganaba…
– Si…si…don Pricilo hare lo que Ud. quiera…
Al viejo se le dibujo una siniestra sonrisa al notar que tenía en sus manos a tan inocente criatura, y era verdad, Karen por su natural inocencia ni siquiera entendía las palabras que el viejo le había hecho repetir…
–Bien te daré una oportunidad, le dijo el viejo miserable, –Síguemeee!!, el viejo se dirigió hacia su cabaña de madera.
En estas condiciones la dulce Karen se encamino, así tal como estaba, totalmente desnuda caminaba hacia la cabañita de madera, debido al susto que había sentido ni siquiera se daba cuenta en las condiciones que iba al lado de un viejo degenerado, la joven no sabía a lo que iba, solo quería que sus padres no se enteraran de lo que había sido sorprendida haciendo tan desvergonzadamente.
Una vez adentro el viejo le pidió que se sentara en su cochino catre…la nena aun no entendía para que don Pricilo la llevaba hasta su cama, –Espérame… le dijo, –Ya vuelvo.
En la mente de Karen lentamente se iban formando las ideas: cama, verga, placer, su panocha, desnuda, las atrocidades que alguna vez escucho hablar a sus compañeras, pero aun no tenía la idea formada, su mente trabajaba mil, hasta que vio entrar a ese amorfo vejete asqueroso totalmente desnudo y con una herramienta de carne que se le levantaba por su tremenda panza, fue como un ejercicio matemático o una ecuación de función algebraica, en donde todos los productos calzaban y daban el resultado exacto… por fin lo entendió… mirándole la tremenda verga del vejete su mente se lo dijo: se lo iban a meteeer!!!???
Miro al viejo con cara de espanto y automáticamente cerro sus piernas, apenas pudo balbucear, muy bajito, casi inaudible, con sus ojitos azules llenos de lágrimas le dijo, –Nooo…! don Pricilooo!!, por favor eso…noooo…!!!, y el viejo con la más aborrecible de sus sonrisas, y con una cara de un auténtico degenerado, le dijo…–Siiiii pendeja calienteeee!! Eso siiiiiiiiiii!!!!

 

(Continuara)
 

Relato erótico: “Me follé a la puta de mi jefa y a su secretaria 1” (POR GOLFO)

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DE LOCA A LOCA PORTADA2

CAPÍTULO 1

Soy un nerd, un puto friky. Uno de esos tipos con pelo grasiento y gafas de pasta a los que jamás una mujer guapa se dignaría a mirar. Nunca he sido el objeto de la lujuria de un espécimen del sexo femenino, es mas sé sin lugar a dudas que hubiera seguido siendo virgen hasta los treinta, si no hubiese hecho frecuente uso de los favores de las prostitutas.
Magnífico estudiante de ingeniería, tengo un trabajo de mierda y mal pagado. Todos los buenos puestos se los dan a esa raza detestable de inútiles, cuyo único curriculum consiste en resultar presentables y divertidos. En las empresas, suben por el escalafón sin merecérselo, jamás de sus estériles mentes ha brotado una idea brillante. Reconozco que los odio, no puedo aguantar su hipocresía, ni sus amplias sonrisas.
Soy un amargado. Con un coeficiente intelectual de 165, no he conseguido pasar de ayudante del ayudante del jefe de desarrollo de una compañía de alta tecnología. Mis supuestos superiores no me llegan al talón de mis zapatos. Soy yo quien siempre resuelve los problemas, soy yo quien lleva dos años llevando bajo mis hombros el peso del departamento y nadie jamás me lo ha agradecido, aunque sea con una palmadita en el hombro.
Pero aún así me considero afortunado.
Os pareceré loco, cualquier otro os diría entre sollozos que desea suicidarse, que la vida no tiene sentido vivirla. Tenéis razón, hace seis meses yo era así, un pringado de mierda adicto a los videojuegos y a los juegos de roll, pero una extraña casualidad cambió mi vida.
Recuerdo que un viernes cualquiera al salir del trabajo, me dirigí al sex-shop que han abierto al lado de mi casa a comprar la última película de la actriz Jenna Jameson. Estaba contento con la perspectiva de pasarme todo el fin de semana viendo sus grandes tetas y su estupendo culo. No me da vergüenza reconocer que soy fan suyo. En las estanterías de mi casa podréis encontrar todas sus apariciones, perfectamente colocadas por orden cronológico.
Ya estaba haciendo cola para pagar cuando vi a la gran jefa, a la jefa de todos los jefes de mi empresa, entrando por la puerta. Asustado, me escondí no fuera a reconocerme. “Pobre infeliz”, pensé al darme cuenta de lo absurdo de mi acción. Esa mujer no me conocía, todos los días la veía pasar con sus estupendos trajes de chaqueta y entrar en su despacho. Estoy seguro que nunca se había fijado en ese empleaducho suyo que bajando la mirada, seguía su taconeo por el pasillo, disfrutando del movimiento de culo que hacía al andar.
Más tranquilo y haciéndome el distraído, la seguí por la tienda. El sentido común me decía que saliera corriendo, pero sentía curiosidad por ver que cojones hacía ese pedazo de hembra en un tugurio como ese. Resguardado tras un estante lleno de juguetes sexuales, la vi dirigirse directamente hacía la sección de lencería erótica.

“Será puta, seguro que son para ponerle verraco al presidente”, me dije al verla arramplar con cinco o seis cajas de bragas.

Doña Jimena salió de la tienda nada mas pagar, no creo que en total haya pasado más de cinco minuto en su interior. Intrigado, esperé unos minutos antes de ir a ver qué tipo de ropa interior era el que había venido a buscar. Al coger entre mis manos un ejemplar idéntico a los que se había llevado, me quedé asombrado al descubrir que la muy zorra se había comprado unas braguitas vibradoras con mando a distancia. No podía creerme que esa ejecutiva agresiva, que se debía desayunar todos los días a un par de sus competidores, tuviese gustos tan fetichistas.
Coño, ¡Qué gilipollas soy!, esto es cosa de Presi. Va a ser verdad que es su amante y este es unos de los juegos que practican”, pensé mientras cogía uno de esos juguetes y me dirigía a la caja.
Ese fin de semana, mi querida Jenna Jameson durmió el sueño de los justos, encerrada en el DVD sin abrir encima de la cómoda de mi cuarto. Me pasé los dos días investigando y mejorando el mecanismo que llevaban incorporado. Saber cómo funcionaba y cómo interferir la frecuencia que usaban fue cuestión de cinco minutos, lo realmente arduo fue idear y crear los nuevos dispositivos que agregué a esas braguitas.
Al sonar el despertador el lunes, me levanté por primera vez en años con ganas de ir al trabajo. Debía de llegar antes que mis compañeros porque necesitaba al menos media hora para instalar en mi ordenador un emisor de banda con el que controlar el coño de Doña Jimena. Había planeado mis pasos cuidadosamente. Basándome en probabilidades y asumiendo como ciertas las teorías de un tal Hellmann sobre la sumisión inducida, desarrollé un programa informático que de ser un éxito, me iba a poner en bandeja a esa mujer. En menos de dos semanas, la sucesión de orgasmos proyectados según un exhaustivo estudio, abocarían a esa hembra a comer de mi mano.
Acababa de terminar cuando González, el imbécil con el que desgraciadamente tenía que compartir laboratorio, entró por la puerta:

-Hola pazguato, ¿Cómo te ha ido?, me imagino que has malgastado estos dos días jugando a la play, yo en cambio he triunfado, el sábado me follé una tipa en los baños de Pachá-.

-Vete a la mierda-.

No sé porque todavía me cabrea su prepotencia. Durante los dos últimos años, ese hijo puta se ha mofado de mí, ha vuelto costumbre el reírse de mi apariencia y descojonarse de mis aficiones. Esa mañana no pensaba dedicarle más de esos cinco segundos, tenía cosas más importantes en las que pensar.

-¿Qué haces?-, me preguntó al verme tan atareado.

-Se llama trabajo, o ¿no te acuerdas que tenemos dos semanas para presentar el nuevo dispositivo?-.

Mencionarle la bicha, fue suficiente para que perdiera todo interés en lo que hacía. Es un parásito, un chupóptero que lleva viviendo de mí desde que tuve la desgracia de conocerle. Sabía que no pensaba ayudarme en ese desarrollo pero que sería su firma la que aparecería en el resultado. Por algo era mi jefe inmediato.

-Voy por un café. Si alguien pregunta por mí, he ido al baño-. Siempre igual, estaría escaqueado hasta las once, la hora en que los jefes solían hacer su ronda.

Faltaba poco para que la jefa apareciera por el ascensor. Era una perfeccionista, una enamorada de la puntualidad y por eso sabía que en menos de un minuto, oiría su tacones y que como siempre, disimulando movería mi silla para observar ese maravilloso trasero mientras se dirigía a su despacho.
Pero ese día al verla, mi cabeza en lo único que pudo pensar era en si llevaría puestas una de esas bragas. Doña Jimena debía de tener prisa porque, contra su costumbre, no se detuvo a saludar a su secretaria. Con disgusto miré el reloj, quedaban aún quince minutos para que mi programa encendiera el vibrador oculto entre la tela de su tanga.
En ese momento, me pareció ridículo esperar algún resultado, era muy poco probable que esa zorra las llevase puestas. “Seguro que solo las usa cuando cena con Don Fernando”, pensé desanimado, “que idiota he sido en dedicarle tanto tiempo a esta fantasía”.

Es ese uno de mis defectos, soy un inseguro de mierda, me reconcomo pensando en que todo va a salir mal y por eso me ha ido tan mal en la vida. Cuando ya había perdido toda esperanza, se encendió un pequeño aviso en mi monitor. El emisor se iba a poner a funcionar en veinte segundos.
Dejando todo, me levanté hacia la máquina de café. La jefa había ordenado que la colocaran frente a su despacho, para así controlar el tiempo que cada uno de sus empleados perdía diariamente. Sonreí al pensar que hoy sería yo quien la vigilara. Contando mentalmente, recorrí el pasillo, metí las monedas y pulsé el botón.

“Catorce, quince, dieciséis…”, estaba histérico, “dieciocho, diecinueve, veinte”.

Venciendo mi natural timidez me quedé observando fijamente a mi jefa. Creí que había fallado cuando de repente, dando un brinco, Doña Jimena se llevó la mano a la entrepierna. No tuve que ver más, recogiendo el café, me fui a la mesa. Iba llegando a mi cubículo, cuando escuché a mi espalda que la mujer salía de su despacho y se dirigía corriendo hacia el del Presidente.
Todo se estaba desarrollando según lo planeado, al sentir la vibración estimulando su clítoris, creyó que su amante la llamaba y por eso se levantó a ver que quería. No tardó en salir de su error y más acalorada de lo que le gustaría volvió a su despacho, pensando que algún aparato había provocado una interferencia.
Ahora, solo me quedaba esperar. Todo estaba ya previamente programando, sabía que cada vez que mi reloj diese la hora en punto, mi querida jefa iba a tener que soportar tres minutos de placer. Eran las nueve y cuarto, por lo que sabiendo que en los próximos cuarenta y cinco minutos no iba a pasar nada digno de atención me puse a currar en el proyecto.
Los minutos pasaron con rapidez, estaba tan enfrascado en mi trabajo que al dar la hora solo levanté la mirada para comprobar que tal y como previsto, nuevamente, había vuelto a buscar al que teóricamente tenía el mando a distancia del vibrador que llevaba entre las piernas.
Deja de jugar, si quieres algo me llamas-, la escuché decir mientras salía encabronada del despacho de Don Fernando.
Qué previsibles son los humanos, sino me equivoco, las próximas tres descargas las vas a soportar pacientemente en tu oficina”, me dije mientras programaba que el artefacto trabajara a plena potencia. “Mi estimada zorra, creo que esta mañana vas a disfrutar de unos orgasmos no previstos en tu agenda”.

Soy metódico, tremendamente metódico. Sabiendo que tenía una hora hasta que González hiciera su aparición, me di prisa en ocultar una cámara espía dentro de una mierda de escultura conmemorativa que la compañía nos había regalado y que me constaba que ella tenía en una balda de la librería de su cubículo. Cuando dieran las dos de la tarde, el Presi se la llevaría a comer y no volvería hasta las cuatro, lo que me daría el tiempo suficiente de darle el cambiazo.
A partir de ahí, toda la mañana se desarrolló con una extraña tranquilidad porque, mi querida jefa, ese día, no salió a dar su ronda acostumbrada por los diferentes departamentos. Contra lo que era su norma, cerró la puerta de su despacho y no salió de él hasta que Don Fernando llegó a buscarla.
Esperé diez minutos, no fuera a ser que se les hubiera olvidado algo. El pasillo estaba desierto. Con mi corazón bombeando como loco, me introduje en su despacho. Tal y como recordaba, la escultura estaba sobre la segunda balda. Cambiándola por la que tenía en el bolsillo, me entretuve en orientarla antes de salir corriendo de allí. Nada más volver al laboratorio, comprobé que funcionaba y que la imagen que se reflejaba en mi monitor era la que yo deseaba, el sillón que esa morenaza ocupaba diez horas al día.

“Ya solo queda ocuparme del correo”. Una de las primeras decisiones de la guarra fue instalar un Messenger específico para el uso interno de la compañía. Recordé con rencor que cuando lo instalaron, lo estudié y descubrí que esa tipeja podía entrar en cualquier conversación o documento dentro de la red. Me consta que lo ha usado para deshacerse de posibles adversarios, pero ahora iba a ser yo quien lo utilizara en contra de ella.

Mientras cambiaba la anticuada programación, degusté el grasiento bocata de sardinas que, con tanto mimo, esa mañana me había preparado antes de salir de casa. Reconozco que soy un cerdo comiendo, siempre me mancho, pero me la sudan las manchas de aceite de mi bata. Soy así y no voy a cambiar. La gente siempre me critica por todo, por eso cuando me dicen que cierre la boca al masticar y que no hable con la boca llena, invariablemente les saco la lengua llena de la masa informe que estoy deglutiendo.
No tardé en conseguir tener el total acceso a la red y crear una cuenta irrastreable que usar para comunicarme con ella. “Y pensar que pagaron más de cien mil euros por esta mierda, yo se los podría haber hecho gratis dentro de mi jornada”. Ya que estaba en faena, me divertí inoculando al ordenador central con un virus que destruiría toda la información acumulada si tenía la desgracia que me despidieran. Mi finiquito desencadenaría una catástrofe sin precedentes en los treinta años de la empresa. “Se lo tienen merecido por no valorarme”,sentencié cerrando el ordenador.
Satisfecho, eché un eructo, aprovechando que estaba solo. Otro de los ridículos tabúes sociales que odio, nunca he comprendido que sea de pésima educación el rascarme el culo o los huevos si me pican. Reconozco que soy rarito, pero a mi favor tengo que decir que poseo la mente más brillante que he conocido, soy un genio incomprendido.
Puntualmente, a las cuatro llegó mi víctima. González me acababa de informar que se tomaba la tarde libre, por lo que nadie me iba a molestar en lo que quedaba de jornada laboral. Encendiendo el monitor observé con los pies sobre mi mesa cómo se sentaba. Excitado reconocí que, aunque no se podía comparar a esa puta con mi amada Jenna, estaba muy buena. Se había quitado la chaqueta, quedando sólo con la delgada blusa de color crema. Sus enormes pechos se veían deliciosos, bien colocados, esperando que un verdadero hombre y no el amanerado de Don Fernando se los sacara. Soñando despierto, me imaginé torturando sus negros pezones mientras ella pedía entre gritos que me la follara.
Mi próximo ataque iba a ser a las cinco. Según las teorías de Hellmann, para inducir una dependencia sexual, lo primero era crear una rutina. Esa zorra debía de saber, en un principio, a qué hora iba a tener el orgasmo, para darle tiempo a anticipar mentalmente el placer que iba a disfrutar. Sabía a la perfección que mi plan adolecía de un fallo, bastaba con que se hubiese quitado las bragas para que todo se hubiera ido al traste, pero confiaba en la lujuria que su fama y sus carnosos labios pintados de rojo pregonaban. Solo necesitaba que al mediodía, no hubiera decidido cambiárselas. Si mi odiada jefa con su mente depravada se las había dejado puestas, estaba hundida. Desde la cinco menos cinco y durante quince minutos, todo lo que pasara en esa habitación iba a ser grabado en el disco duro del ordenador de mi casa. A partir de ahí, su vida y su cuerpo estarían a mi merced.
Con mi pene excitado, pero todavía morcillón, me puse a trabajar. Tenía que procesar los resultados de las pruebas finales que, durante los dos últimos meses habíamos realizado al chip que, yo y nadie más, había diseñado. Oficialmente su nombre era el N-414/2010, pero para mí era “el Pepechip” en honor a mi nombre. Sabía que iba ser una revolución en el sector, ni siquiera Intel había sido capaz de fabricar uno que le pudiera hacer sombra.
Estaba tan inmerso que no me di cuenta del paso del tiempo, me asusté cuando en mi monitor apareció la oficina de mi jefa. Se la notaba nerviosa, no paraba de mover sus piernas mientras tecleaba. “Creo que no te las has quitado, so puta”, pensé muerto de risa, “sabes que te quedan solo tres minutos para que tu chocho se corra. Eres una cerda adicta al sexo y eso será tu perdición”.

Todo se estaba grabando y por medio de internet, lo estaba enviando a un lugar seguro. Doña Jimena, ajena a que era observada, cada vez estaba más alterada. Inconscientemente, estaba restregando su sexo contra su silla. Sus pezones totalmente erizados, la delataban. Estaba cachonda aún antes de empezar a sentir la vibración. Extasiado, no pude dejar de espiarla, si llego a estar en ese momento en casa, me hubiera masturbado en su honor. Ya estaba preparado para disfrutar cuando, cabreado, observé que se levantaba y salía del ángulo de visión.

-¡Donde vas hija de puta!, ¡Vuelve al sillón!-, protesté en voz alta.

No me lo podía creer, la perra se me iba a escapar. No me pude aguantar y salí al pasillo a averiguar donde carajo se había marchado. Lo que vi me dejó petrificado, Doña Jimena estaba volviendo a su oficina acompañada por su secretaria. Corriendo volví al monitor.

“¡Esto no me lo esperaba!”, me dije al ver, en directo, que la mujer se volvía a sentar en el sillón mientras su empleada poniéndose detrás de ella, le empezaba a aplicar un sensual masaje. “¡Son lesbianas!”, confirmé cuando las manos de María desaparecieron bajo la blusa de su jefa. El video iba a ser mejor de lo que había supuesto, me dije al observar que mi superiora se arremangaba la falda y sin ningún recato empezaba a masturbarse. “Esto se merece una paja”, me dije mientras cerraba la puerta con llave y sacaba mi erecto pene de su encierro.

La escena era cada vez más caliente, la secretaria le estaba desabrochando uno a uno los botones de la camisa con el beneplácito de la jefa, que sin cortarse le acariciaba el culo por encima de la falda. Al terminar, pude disfrutar de cómo le quitaba el sostén, liberando dos tremendos senos. No tardó en tener los pechos desnudos de Doña Jimena en la boca. Excitado le vi morderle sus oscuros pezones mientras que con su mano la ayudaba a conseguir el orgasmo. No me podía creer que esa mosquita muerta, que parecía incapaz de romper un plato, fuera también una cerda viciosa. Me arrepentí de no haber incorporado sonido a la grabación, estaba perdiéndome los gemidos que en ese momento debía estar dando la gran jefa. Soñando despierto, visualicé que era mío, el sexo que en ese momento la rubita arrodillándose en la alfombra estaba comiéndose y que eran mis manos, las que acariciaban su juvenil trasero. Me encantó ver como separaba las piernas de la mujer y hundía la lengua en ese deseado coño. El clímax estaba cerca, pellizcándose los pezones la mujer le pedía más. Incrementé el ritmo de mi mano, a la par que la muchachita aceleraba la mamada, de forma que mi eyaculación coincidió con el orgasmo de mi ya segura presa.

“Que bien me lo voy a pasar”, me dije mientras limpiaba las gotas de semen que habían manchado mi pantalón, “estas putas no se van a poder negar a mis deseos”. Y por primera vez desde que me habían contratado, me tomé la tarde libre. Tenía que comprar otras bragas a las que añadir los mismos complementos que diseñé para la primera. ¡Mi querida Jenna tendría que esperar!.

 

CAPÍTULO 2

Nada más salir de la oficina, fui a comprar en el sex-shop las famosa braguitas pero cambié de opinión y compré dos coquetos conjuntos compuestos de braga y sujetador, por lo que mi trabajo se multiplicó exponencialmente al tener que añadir nuevos artilugios a los que ya tenía preparados. Especialmente difícil fue adaptar a los tangas unas bolas chinas y un estimulador anal, pero no me importó al saber lo mucho que iba a disfrutar viendo a mis presas corriéndose a mi merced.
Para estimular mi creatividad, puse en la pantalla de 42 pulgadas la escena que había grabado esa tarde. Me encantó ver a cámara lenta como esa zorra se corría, pero más descubrir que había apagado el monitor antes de tiempo, porque cuando ya creía que todo había acabado, la zorra de Doña Jimena subió a su secretaría a la mesa y quitándole las bragas, se dedicó a hacerle una comida impresionante.

“Esta guarra tiene dotes de actriz porno”, pensé al verla separar los labios de su empleada y con brutal decisión introducirle tres dedos en la vagina mientras con su lengua se comía ese goloso clítoris.

Anonadado, me relamí al observar que la jovencita se dejaba hacer y que facilitaba la penetración de la que estaba siendo objeto, sujetándose las piernas con las manos. Su siniestra jefa debía estar fuera de sí porque, mordiéndole los rosados pezones, forzó aún más el sexo de María haciendo penetrar toda su mano en el interior.
Vi a la muchacha gritar de dolor y como si fuera una película muda de los años 20 veinte, correrse ante mis ojos. Todavía insatisfecha, Jimena tiró todos los papeles de la mesa para hacerse hueco y subiéndose encima de su amante, buscó nuevamente su placer con un estupendo sesenta y nueve. Desgraciadamente, había programado que la grabación durara quince minutos y por eso no pude deleitarme más que con su inicio.

“No hay problema. Jimenita de mi alma tendrás que repetirlo muchas veces antes de que me canse de ti”, me dije mientras apagaba la televisión y me ponía a trabajar.

Me había pasado toda la puta noche en vela, pero había valido la pena sobre la mesa del comedor tenía los artilugios, productos de mi mente perversa, listos para ser enviados. Con paso firme, salí de mi casa rumbo a la oficina, pero antes hice una parada en un servicio de mensajería, donde pagué en efectivo y exigí que los dos paquetes debían de ser entregados sobre las doce.
Al aterrizar en mi puesto de trabajo, el orgullo no me cabía en las venas, gracias a mi inteligencia y a un poco de suerte, iba a tener un día muy entretenido. Haciendo tiempo, releí el mail que esa misma mañana le había mandado a mi deseado trofeo.

De: Tu peor pesadilla
Enviado el: jueves, 24 de junio de 2010 08:33
Para: “la zorra”
Asunto: Curioso video

 

Mi estimada zorra:

Te anexo un curioso video que por casualidad ha caído en mis manos, sino quieres que circule libremente por la empresa, deberás seguir cuidadosamente mis instrucciones:

1.- Como no tardarás en averiguar, he colocado una cámara en tu biblioteca. No la quites.

2.-Hoy antes de las doce, recibiréis un paquete María y tú. Debéis ponéroslo en tu oficina para que compruebe que me habéis hecho caso.

3.-Esperarás instrucciones.

Atentamente.
Tu peor pesadilla.
 
P.D. Me encanta tu culo, so guarra.
 

Sonreí al terminar, la puta acostumbrada a machacar a los hombres se iba a cabrear al leerlo, pero se iba a mear encima del miedo al visualizar su contenido. Desde que nació, se había ocupado solamente de satisfacer su ciega ambición, sin importarle que callos tuviera que pisar o que hombre tirarse para conseguirlo y por primera vez en su vida sentiría que todo eso por lo que había luchado se iba al garete.
Ni siquiera me importó esa mañana que González hiciera una de sus bromas al saludarme. Aunque no lo llegara nunca a saber, desde esa mañana, yo era el jefe. Cualquier cabrón que se me pusiera en mi camino sería despedido y todo gracias a que un viernes entré en un sex-shop a comprar una película porno.

“Te adoro mi querida Jenna Jameson”.

Al oír el sonido característico de sus tacones, encendí el monitor, minimizando el tamaño de la imagen para que nadie me fuera a descubrir. Me descojoné al comprobar que Doña Jimena cumplía escrupulosamente con su rutina. Besó en la mejilla a la secretaria, preguntó que tenía ese día tras lo cual, entró en su oficina y tras quitarse la chaqueta, encendió el ordenador. Se la veía tranquila, sacando un espejo de su bolso, retocó su maquillaje mientras se cargaba el sistema operativo.

“¡Que pronto se te quitará esa estúpida sonrisa!, puta”.

Con la tranquilidad producto de saberme seguro, esperé a que leyera mi e-mail. Su cara se transformó, pasó de la ira al desconcierto y de ahí a la profunda angustia. No pudo reprimir un grito al ver que le acababa de enviar la tórrida escena de ayer. María, al oír su grito, entró pensando que le había ocurrido algo, para descubrir a su amada jefa llorando desconsoladamente mientras en el monitor ella le estaba besando los pezones.

-¿Qué coño es esto?-, creí leer en sus labios.

Haciéndole un gesto la obligó a callar y sacándola del despacho se encerró con ella en la sala de juntas. No tuve que ser un genio, que lo soy, para imaginarme esa conversación. La zorra de la “Directora General” seguro que tuvo que convencer a su amante de que no tenía nada que ver con esa filmación y explicarla que eran objeto de un chantaje. Conociendo su trayectoria, Doña Jimena no se iba a quedar con las manos atadas, e iba a intentar atrapar y vengarse de quien le había organizado esa trampa. Tardaron más de un cuarto de hora en salir, al hacerlo el gesto de la jefa era duro y el de la secretaria desconsolado, por eso no me extrañó que nada más volver a su asiento, se pusiera a escribirme un mail de contestación. Pacientemente esperé a recibirlo, no tenía prisa, cuanto más tirara de la cuerda esa mujer, más sentiría como se cerraba la soga alrededor de su cuello.

De: “la zorra”
Enviado el: jueves, 24 de junio de 2010 9:45
Para: “Tu peor pesadilla”
Asunto: Re: Curioso video

 

Mi peor pesadilla:

No sé quién eres, ni qué es lo que buscas. Si quieres dinero dime cuanto, pero por favor no envíes este video a nadie más.

Atentamente.

Tu estimada zorra

P.D. Me encanta que te guste mi culo.

 

“¡Será hija de puta!, no esperará que me crea sus dulces palabras. La muy perra debe de estar planeando algo“, pensé al leer lo que me había escrito.

Estimulado por la sensación de poder que me nublaba la razón, empecé a escribir en mi teclado que esperando mis instrucciones, si quería podía darme un anticipo con un toqueteo de tetas frente a la cámara pero cuando estaba a punto de enviarlo, lo borré. No debía caer en su juego. Primero tenía que recibir mi regalo.
Durante diez minutos, esperó mi respuesta, poniéndose cada vez más nerviosa. Al ver que no le contestaba decidió ponerse manos a la obra y cogiendo su bolso, salió de su despacho. La vi dirigirse directamente hacia el departamento de personal. Su paso ya no era tan seguro, miraba a los lados buscando a alguien que la estuviera vigilando.
La reunión no duró en exceso y cuando salió su cara reflejaba su cabreo.

“¿Malas noticias?, pequeña zorra”.

Doña Jimena, en vez de volver a su cubículo, se metió nuevamente en la sala de juntas.

“No quieres que te vea, ¿verdad?”, estaba pensando cuando de repente sonó mi teléfono.

Al descolgar, oí su voz:

-¿José Martínez?-.

-Sí, soy yo-, respondí.

-Soy Jimena Santos, necesito que venga a verme. Estoy en la sala de juntas ejecutiva. Dese prisa y no le diga a nadie que le he llamado-.

-No, se preocupe señora, ahora mismo voy-, le contesté acojonado por enfrentarme a ella.

No podía creer que me hubiese descubierto tan pronto, no era posible que esa zorra hubiera adivinado el origen de sus problemas. ¿Cómo lo había hecho?, y lo peor, no tenía ni puta idea de que decirle. ¡No estaba preparado!. Derrotado entré a la habitación.
Sorprendentemente amable, me invitó a sentarme frente a ella y cogiéndome la mano, me dijo en voz baja:

-José, tengo un problema y según el director de recursos humanos, tú eres el único capaz de ayudarme a resolverlo-.

-¿Qué le ha pasado?-, le pregunté un poco más seguro, al ver que esa zorra estaba usando todas sus dotes de seducción.

Un hacker se ha metido en mi ordenador y me consta que ha puesto una cámara con la que espía todo lo que hago. Quiero que descubras quién es, sin que se percate, por lo tanto debes de tener cuidado, el tipo es bueno, trabajarás solo en el despacho que hay frente de mí. Te ordeno completa confidencialidad-, y entornando los ojos me dijo:-Sabré como compensarte-.

“Estúpida de mierda, estás poniendo al zorro a cuidar de las gallinas”, pensé mientras le prometía que haría todo lo posible y que la mantendría al tanto de mis progresos.

Al volver a mi estrecho cubículo, cogí todos mis papeles, las pruebas y los resultados y se los tiré encima de la mesa a González:

-¡Qué coño haces!-, irritado me gritó.

-Me acaban de asignar otro proyecto. Te quedas solo, tienes catorce días para terminarlo-.

Entusiasmado más por la venganza que por mi súbito ascenso, recogí mis bártulos y corriendo me fui a instalar en mi flamante despacho. Tenía que darme prisa ya que el mensajero no tardaría en llegar y debía de estar conectado cuando hiciera entrega de los paquetes, para dar a esas perras instrucciones precisas. Al sentarme en mi nuevo sillón, casi me corro del gusto, no solo era cómodo sino que desde ahí tenía una perfecta visión de la jefa y de su secretaria.
Acababa de ubicarme cuando María tocó mi puerta:
José, vengo a decirte que Jimena me ha pedido que te ayude en todo lo que necesites-.

-Gracias-, le respondí un poco acobardado.

-¿Quieres un café?-.

-No me apetece, otro día-.

Que servilismo el de esa puta. Necesitaban a un buen informático y como yo era el mejor disponible, no tenían reparo ahora en rebajarse a hablar conmigo, pero durante los dos últimos años, para la preciosa jovencita y la zorra de Jimena, yo no existía. “¡Eso iba a cambiar!”,sentencié justo en el momento que vi por el pasillo llegar al mensajero.
Completamente histérica, la secretaría firmó el recibí de la mercancía y cogiendo los dos paquetes, entró en el despacho de su amante. Encendí la cámara, para ver qué es lo que ocurría tras esa puerta cerrada.
María y la Doña abrieron sus respectivos paquetes para descubrir los coquetos conjuntos. Fue entonces cuando supo mi jefa que era lo que quería el chantajista, no tardó en descubrir los estimuladores de pezones, así como los demás artilugios y desnudándose mecánicamente frente a la cámara, se vistió con mi regalo, introduciéndose en su coño las bolas chinas y colocándose estratégicamente el estimulador anal, tras lo cual ordenó a María hacer lo mismo mientras ella escribía en su ordenador con el ceño fruncido un mensaje.
No tardé en recibirlo. En él, Jimena me decía que ya habían recibido el regalo y que esperaban instrucciones. Rápidamente le contesté, el juego no acababa más que empezar:

De: Tu peor pesadilla
Enviado el: jueves, 24 de junio de 2010 12:01
Para: “la zorra”
Asunto: Instrucciones.

 

Mi estimada zorra:

Tenéis diez minutos de relax, antes que ponga en funcionamiento los hábiles dispositivos que como ya has visto he incorporado. Tomároslo con tranquilidad. Si no quieres que todo se haga público, deberéis seguir al pie de la letra las siguientes instrucciones:

1.- Durante diez días, no os lo quitareis. He instalado un sensor que me avisará que lo habéis hecho.

2.- Quiero veros a las dos frente a la cámara diariamente a las cinco de la tarde.

3.-Disfrutar.

Atentamente.
Tu peor pesadilla.
 
P.D. Te tengo en mis manos. Si quieres mear o cagar, dispondrás solo tres minutos antes que me avise.

Creo que la puta se esperaba algo peor porque me pareció percibir alivio en su cara al leer mi mensaje. En cambio, María estaba super nerviosa, por sus gestos supe que estaba echándole en cara que ella tenía la culpa de la situación en la que ambas estaban inmersas. Todo estaba listo, solo debía sentarme a esperar a que el programa por mi diseñado diese sus frutos. “¡Soy un puto genio!”, pensé convencido del resultado que la serie de estimulaciones sexuales previamente programadas iba a tener sobre la libido de esas dos mujeres.
La primera en sentir que se ponía a funcionar fue la jefa. Sentada en el sillón, sus piernas se abrieron involuntariamente cuando su clítoris recibió las primeras vibraciones. Con un gesto avisó a su secretaría que ya venía. María se sentó en la mesa resignada. Poco a poco la potencia del masaje fue creciendo, encendiéndose además el mecanismo oculto en las bolas chinas. Fue cojonudo ver cómo ambas tipejas cerraban los ojos, tratando de concentrarse en no sentir nada. “Qué equivocadas estáis si pensáis que vais a soportarlo”, me dije disfrutando como un cerdo. El masaje continuado que estaba recibiendo se aceleró justó cuando sus pezones recibieron las primeras descargas. Las vi derrumbarse, lloraron como magdalenas al sentirse violadas. Sus cuerpos las estaban traicionando. Cada una en un rincón del despacho, se acurrucó con la cabeza entre sus piernas, temerosas que la otra viera que estaba disfrutando, de reconocer que se estaba excitando.
Con el vibrador, las bolas chinas y las pezoneras a máximo rendimiento, ambas mujeres intentaba no correrse cuando el estimulador anal comenzó a masajear sus esfínteres. Doña Jimena tumbada en el suelo se retorcía gimiendo mientras María tirada sobre la mesa no paraba de moverse y cuando ya creían que se iban a correr, todo acabó. Incrédulas se miraron a los ojos, incapaces de confesar a la otra que la sesión las había dejado mojadas e insatisfechas y que de no ser porque el chantajista se enteraría, se lanzarían una contra la otra a terminar lo que él había empezado.

“Ahora, otros veinte minutos de relax tras los cuales una suave estimulación intermitente que os va a tener todo el día excitadas”.

Las vi vestirse sin mirarse. Sus semblantes hablaban de derrota y de humillación. Se sabían marionetas, muñecas hinchables de un ser malévolo que desconocían. María salió de la habitación sin hablar y corriendo fue al baño a echarse a llorar desconsolada, en cambio Doña Jimena se tomó su tiempo, se pintó, se peinó y cuando ya se vio suficientemente tranquila, vino a mi despacho.
Se la veía tensa al entrar y sentarse frente a mí:

-¿Qué has averiguado?-, me preguntó.

Haciéndome el inocente, bajando la mirada le contesté:

-Más de lo que me hubiese gustado-.

-¿A qué te refieres?-.

Tomando aire, le repliqué:

-Usted me pidió que intentara averiguar quién se había colgado de su ordenador y al hacerlo no he tenido más remedio que leer sus mensajes y ver lo que acaba de pasar. Jefa, ¡Ese hacker es un verdadero cabrón!-.

Se quedó cortada al oírme, durante unos instantes se quedó pensativa. Poniendo un gesto serio, me dijo:

-Cierra la puerta-.

Obedientemente, me levanté a cerrarla. Al darme la vuelta, me sorprendió ver que la mujer se estaba desvistiendo en mi presencia. Viendo mi desconcierto, ruinmente se explicó:

-No creas que me estoy ofreciendo. ¡No estoy tan necesitada!, lo que quiero, ya que lo sabes todo, es que revises que narices ha hecho ese hijo de puta y si hay alguna forma de desconectarlo sin que él lo sepa-.

Profesionalmente me arrodillé frente a esa mujer casi desnuda y haciendo como si estuviera revisando los mecanismos, le pedí permiso para tocarla, ya que para cumplir sus órdenes no tenía más remedio que hacerlo.

-¡Hazlo!, no te cortes, no me voy a excitar porque me toques-, me respondió altanera, dejándome claro que no me consideraba atractivo.

“Cacho puta, en una semana vendrás rogando que magreé tus preciosas tetas“, pensé mientras retiraba suavemente la parte delantera de su mojada braga. Inspeccionando el vibrador llegó a mis papilas el olor al flujo que la pasada excitación había dejado impregnado en la tela.“Que rico hueles”, pensé y tirando un poco del cordón que llevaba a las bolas chinas, dije:

Señora, me imagino que el final de este cordón es en un juguete, ¿quiere que lo saque para revisarlo?-.

-Si lo crees necesario, no hay problema, pero date prisa, ¡es humillante!-.

Una a una, saqué las bolas de su sexo todavía humedecido. El adusto gesto de la perra me decía que consideraba degradante el tenerme ahí jugueteando con sus partes íntimas. Poniéndolas en la palma de mi mano, las observé durante un instante y, sin decirle nada, se las reintroduje de golpe.

-¡Qué coño haces!, ¡Me has hecho daño!-, protestó.

Riendo interiormente, le contesté:

-Lo siento pero al descubrir que llevaba un sensor, he creído que debía de volverlas a colocar en su lugar-.

A regañadientes aceptó mis disculpas, mordiéndose sus labios para no hacer evidente que la ira la dominaba.

-¿Puede darse la vuelta?-, le pregunté, -debo revisar la parte trasera-.

Sumisamente, se giró poniendo su culo a mi disposición, momento que aproveché para lamer mis dedos y probar, por primera vez, su flujo. Con bastante más confianza, puse mis manos en sus nalgas.

-Tengo que …-

-Deja de hablar y termina de una puñetera vez-, me gritó enfadada que le fuera anticipando mis pasos.

Separando sus cachetes, descubrí que la guarra además de tener perfectamente recortado el vello púbico, se depilaba el culo por entero.“Qué bonito ojete”, me dije mientras recorría los bordes de su rosado esfínter con mi dedo. El estimulador anal se introducía como había previsto dos centímetros en su interior. Tenerla ahí tan cerca, provocó que la sangre se acumulara en mi pene, produciéndome una tremenda erección que, cerrando la bata, intenté disimular.
Solo quedaba revisar el sujetador. Poniéndome en pié, la miré. Sus negros ojos destilaban odio contra el culpable de esa brutal deshonra a la que se veía sometida por tener que dejarse sobar por mí. Haciendo caso omiso a sus sentimientos, le expliqué que en el cierre del sostén tenía escondido un sensor y la batería, para que no saltar debía de inspeccionar el mecanismo sin quitárselo.
Ni siquiera se dignó a contestarme. Ante su ausencia de respuesta, palpé por fuera esos pechos, con los que tanta noches me había masturbado, antes de concentrarme en teóricamente descubrir cómo funcionaba las pezoneras. Seguía teniéndolos durísimos, como de quinceañera. Introduciendo un dedo entre la tela y su piel, estudié las orillas del mecanismo aprovechando para disfrutar de su erizada aureola.
Actuando como un médico que acaba de auscultar a su paciente, me alejé de ella y sentándome en mi asiento, le pregunté:

-¿Quiere que le haga un resumen?-.

-Eso espero, cretino-.

-Lo primero y más importante es que el hacker es un empleado o directivo de esta empresa-.

-¿Cómo lo sabes?-, me respondió por primera vez interesada.

-Es fácil, ha utilizado al menos dos dispositivos desarrollados por nosotros y que no están en el mercado-.

Se quedó meditando durante unos instantes, consciente que tenía el enemigo en casa y que sería mucho más difícil el sustraerse a su vigilancia pero que a la vez tendría más oportunidades de descubrirlo, tras lo cual me ordenó a seguir con mi análisis.

-Desde el aspecto técnico es un técnico muy hábil. El mecanismo es complejo. Consta sin tomar en cuenta a los estimuladores que usted conoce, con tres sensores, dos receptores-emisores de banda dual y baterías de litio suficientes para un mes de trabajo continuo-.

No acababa de terminar la breve exposición cuando pegando un grito, me informó que se acababa de poner en funcionamiento nuevamente. Yo ya lo sabía, habían pasado los veinte minutos de relax que el programa tenía señalado. Alterada al no saber que solo iba a ser un suave calentamiento, me pidió que agilizara mi explicación.

-Se controlan vía radio y GPS, luego les aconsejo que no visiten aparcamientos muy profundos, no vaya a ser que al perder la señal crea que los han desconectado-.

-Entiendo-, me contestó con una gota de sudor surcando su frente,- ¿y qué sabe de la cámara y del correo?-.

-Ahí tengo buenas y malas noticias. Las buenas es que es sencillo hacer un bucle a la imagen-.

-No entiendo-.

-No se lo aconsejo, pero si usted necesita estar en su despacho sin que la vea, puedo crear una serie de secuencias en las que no haya nadie en la habitación o por el contrario, algo anodino como que usted este sentada en la silla trabajando pero se corre el riesgo que si el hacker quiere jugar con usted, interactuando, se daría cuenta al no corresponder la imagen con lo que realmente está ocurriendo-.

-¿Y las malas?-.

-Bien se lo voy a explicar cómo se lo expondría a un profano. Si se pierde, me lo dice. Verá, desde el CPU de su ordenador ha establecido una compleja red por internet que va saltando de una IP fija a otra cada cinco segundos dificultando su rastreo. Para poder averiguar donde está ubicado, deberé de obtener muchos registros pero para ello debe forzar a ese tipejo a contactar con usted-.

-No le comprendo-, me contestó angustiada.

Déjeme exponérselo crudamente. La cámara, aunque está permanentemente funcionando, no emite nada, a menos que el hacker lo deseé. Es decir, solo iré acumulando registros mientras la esté observando en directo, por lo que si quiere rapidez, deberá provocarle y que se mantenga en línea lo más posible-, por mis cálculos, en pocos segundos su estimulación se iba a acelerar y la mujer iba a salir corriendo de mi oficina, por lo que siendo un bruto, le dije: -¡Tiene que ponerlo cachondo para que yo pueda localizarlo!-.

Lo haré. No se preocupe, tendrá sus registros-, me contestó, saliendo directamente de mi oficina.
Al verla irse, me reí:

“Lo que no sabes es que cuanto más te excites, más rápida será tu sumisión absoluta. Llegará el momento que solo con pensar en tu chantajista, te correrás como la perra que eres. Y no me cabe duda que para entonces, sabrás que yo soy el objeto de tu deseo”.

 

Relato erótico: “Me folle a la puta de mi jefa y a su secretaria 2” (POR GOLFO)

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no son dos sino tres2

CAPITULO 3
 

Para celebrar mi triunfo, me fui a comer a una pizzería cercana a la oficina. Estaba tan concentrado mirando la carta, que no me di cuenta que María acababa de entrar por la puerta del restaurante.

-José, ¿puedo sentarme?-, me preguntó sonriendo.

-Sí, claro-, respondí, pensando que cómo habían cambiado las cosas. Antes a esa rubia no se le hubiera pasado por la cabeza, pedirme permiso para sentarse en mi mesa.

Gracias, creía que iba a comer sola, es una suerte que hoy hayas decidido comer aquí-.
Ese fue el inicio de una conversación insustancial durante la cual, la muchacha no dejó de tontear conmigo. Supe que quería sonsacarme información, por lo visto no estaba seguro que su adorada jefa le hubiese contado toda la verdad y no se atrevía a confesarlo.
Ya en el postre, le pregunté:

-¿Qué es lo que quieres de mí?, no me creo que este encuentro haya sido tan casual.

María se ruborizó al oírme. No sabiendo como disculparse, ni que decir, empezó a llorar desconsoladamente. Siempre me ha jodido que usen el chantaje emocional, por lo que en vez de ablandarme, su llanto me encabronó.
Deja de llorar-, le dije sin querer que se me notara mi enfado, – no seas boba, que todo se va a arreglar.

Creyendo que había conseguido el objetivo, paró de llorar y bajando la voz, se explicó:

-José, sé que ese tipo no ha hecho todo esto por mí, sino por Jimena. Soy una víctima inocente-.

-Eso es cierto, pero estate segura que ahora que te tiene, no va a dejar que te escapes. Eres una presa demasiado bonita para soltarla. Creo que tu destino está irremediablemente unido al de tu amante-, contesté dándole una de cal y una de arena. Por un parte le había dicho un piropo y por otra la había acusado de usar su cuerpo para medrar en la empresa.

No es mi amante, me obligó-, protestó al escuchar mis palabras.
Por favor, ¿me crees un idiota?. Fui testigo de cómo le hacías el sexo oral y tampoco se te veía a disgusto cuando ella te tumbó en la mesa-.

 

-¿Lo vistes todo?-, me preguntó totalmente colorada.

-Si te refieres al estupendo sesenta y nueve que os marcasteis, sí-.

Derrotada, me reconoció que era bisexual pero no dio su brazo a torcer respecto a que era su amante. Según María, Jimena la usaba cuando le venía en gana sin pedirle su opinión. Intrigado por su respuesta no pude evitar el preguntarle cada cuanto era eso.
Depende-, me respondió, -hay veces que pasa un mes sin tocarme y otras que me usa toda la semana e incluso fuera del horario laboral-.

-Es decir, que si te necesita, te llama y tú vas-.

-Sí, no puedo negarme. Mi sueldo es bueno y no puedo perder este trabajo-.

Eso cuadraba, las malas lenguas llevaban hablando años del furor uterino que consumía a la jefa. Aprovechando ese halo de confianza que sus confidencias había creado, le pregunté:

-Y tú, ¿cómo te sientes?-.

-Mal, me siento permanentemente violada. Estos malditos cacharros me tienen todo el día excitada. Ese cabrón consigue ponerme a mil y cuando creo que me voy a relajar con un orgasmo, todo se para. He pensado en masturbarme pero me da miedo, no vaya a ser que se entere y me castigue por ello-.

-Si quieres eso tiene solución, no puedo anular sus sensores, pero no creo que haya problema en modificar las frecuencias para que cuando creas que no puedes mas, vengas a mí y yo libere tu tensión, haciendo que te corras-.

-¿Harías eso por mí?-.

-¡Claro!, ¿no somos amigos?-.

Su esplendida sonrisa fue una muestra clara de que se había tragado mi supuesta buena fe. María creyendo que me tenía en el bote, pidió la cuenta y tras invitarme, me dio un beso diciendo:

-Pensaré en tu oferta-.

Al verla salir meneando su trasero, pensé:

“¡Esta tía es aún más imbécil que Jimena!, si viene a mi despacho a que le ayude, su adicción por mí va a ser casi inmediata”. Me sentía un triunfador, todo se estaba desarrollando mejor que lo planeado, ya me veía comiéndole el coño a esa preciosidad mientras ella se corría sin control. La sensación de control era alucinante, después de una existencia gris se abría el cielo para mí. Saber que en poco tiempo tendría dos estupendas mujeres a mi entera disposición, me hacía sentir eufórico.

 
Al llegar a la oficina, me sorprendió ver sentada en mi flamante despacho a la gran jefa. Estaba cabreadísima, nada mas verme entrar, empezó a despotricar pidiéndome resultados. En cinco segundos, me llamó inútil, inepto y demás lindezas. Aguanté esa bronca inmerecida sin inmutarme, dejé que soltara todo lo que tenía dentro antes de responderla. Su furia no era otra cosa que el resultado inesperado de las sesiones. Al igual que su secretaria, Jimena no podía aguantar estar en permanente estado de excitación y necesitaba liberarse.
Señora, no creo merecerme esta reprimenda. Estoy haciendo todo lo posible, pero como ya le he explicado necesito datos-.

Viendo que había metido la pata y que me necesitaba, cambió de actitud pidiéndome perdón.

-No sé qué me pasa-, me confesó.-Llevo cabreada todo el día desde que descubrí que ese hijo de puta me estaba haciendo chantaje. Solo pensar que en menos de media hora, voy a ser el objeto de su lujuria, me saca de quicio-.

-Pero también le excita, ¿verdad?-.

Me fulminó con la mirada antes de responderme:

-¿Cómo se atreve?. ¡No le despido ahora mismo porque le necesito!, ¿Con quién coño se cree que está hablando?-.

Bajando la mirada, haciéndome el sumiso, le pedí perdón, casi de rodillas, diciéndole:
Le pido que me disculpe, soy un bruto insensible. Le quería explicar que creo que he descubierto qué es lo que se propone ese maldito hacker- .

-No le capto-, me confesó interesada.

Jefa, María a la hora de comer ha estado hablando conmigo y me ha contado que el hacker ha diseñado la ropa interior de forma que ustedes dos se vayan excitando poco a poco y que antes de llegar al orgasmo, les da una combinación de descargas que hacen que se les baje de golpe-.

-Si eso es verdad-.

-No se enfade pero creo que su enemigo busca convertirla en una olla a presión…-, le contesté haciendo una pausa, …Quiere mantenerlas al límite de orgasmo, para así manejarlas a su antojo. Cómo ya le he dicho a su secretaria y si usted lo considera oportuno, no creo que sea difícil alterar esos instrumentos para conseguirle un orgasmo y desbaratar sus planes-.

-No creo que lo necesite, pero vete estudiando cómo hacerlo por si te ordeno que lo hagas-, me respondió dando un portazo. ayudes

“¿Me ordenarás?. Puta, no creo que aguantes la sesión de las cinco sin venirme a rogar que haga que te corras”, pensé al comprender que había tenido un error de principiante. Cuando calculé la duración de su entrenamiento, no tomé en cuenta la angustia que les produciría la posible vergüenza de ser expuestas al escarnio público, no soportaban la idea que ese video se difundiera en internet. Si aplicaba esa variante al cómputo, la resultante era que esas dos hembras iban a rendirse en menos de dos días.

Para ahondar en ese sentimiento de vergüenza, las mujeres tenían que sentirse observadas y por ello, sonriendo, me puse a escribir un e-mail modificando las reglas. La vez pasada, se habían acurrucado cada una en una esquina, incapaces de reconocer a la otra su humillación, en cambio para esta sesión les iba a ordenar que se colocaran una enfrente de la otra y que durante los diez minutos que durara no se tocaran pero que debían no dejar de mirarse entre ellas. Satisfecho por lo escrito, mandé el correo sabiendo que en menos de treinta segundos, la zorra de Jimena lo leería. Acto seguido, encendí el monitor para espiar su reacción. Mi querida jefa cumpliendo al pie de la letra mis recomendaciones de excitar a su chantajista, estaba haciendo ejercicio medio en bolas, solo cubierta con mi regalo. “¡Qué buena está, mi futura sierva!“, me dije al comprobar que las largas horas de gimnasio, le habían dotado con un cuerpo no solo bello sino flexible.
Cuando escuchó que el clásico clic del Messenger, dio una voltereta en el aire para acercarse a mirar mi mensaje. “Está esforzándose en captar mi atención“. Tal y como había anticipado, palideció al leer que María iba a estar observándola mientras su intimidad y su persona eran violentadas. Pude leer en sus labios una palabrota.
Faltaban cinco minutos para la hora cuando vi entrar a la secretaria a la habitación. Jimena le explicó las nuevas instrucciones y entre las dos cerraron las cortinas y movieron las sillas para estar enfrentadas cuando todo empezara. Como el reo va al patíbulo, cabizbajas y humilladas se sentaron en su sitio a aguardar que diera inicio su tortura. En María, creí vislumbrar una lágrima aún antes que el vibrador incrustado en su braga se pusiera a funcionar. “Esa va la primera en caer”, pensé satisfecho mientras mi pene se empezaba a alborotar, “pero a la que realmente tengo ganas es a la puta estirada de la jefa”.

Las vi tensarse al percibir que los tres aditamentos de su ropa empezaban a trabajar al mismo tiempo. Inconscientemente, cerraron sus piernas y se aferraron a los brazos de sus asientos, buscando retrasar lo inevitable. Recordé que esa sesión iba ser más corta pero más intensa. Las descargas en los pezones serían continuas y en cambio, las vibraciones en el clítoris y el esfínter serían intermitentes, buscando calentarlas pero sobre todo confundirlas. No me hizo falta estudiar los controles para saber qué era lo que estaban sintiendo, María se agarraba los pechos intentando controlar la excitación de sus aureolas mientras que Jimena no dejaba de mover su pelvis como producto de una imaginaria penetración. El sudor recorriendo sus pechos no tardó en hacer su aparición, las muchachas jadeando, exteriorizaban su calentura. Temblaban por entero al ser conocedoras de que la otra estaba siendo coparticipe de su humillación. Cada una de ellas era víctima y verdugo. Al estar siendo violadas en público la degradación era máxima y aunque les costara reconocerlo, también su excitación. Deseaban que terminara pero a la vez anhelaban lanzarse una contra la otra, pero sabían que se les había prohibido expresamente apagar el incendio que recorría sus cuerpos con el extintor de sus bocas y manos. Jimena fue la primera en agitarse descontroladamente encima de la silla. María, quizás alentada por su jefa, rápidamente la secundó. Estaban a punto de correrse, pero sabían que antes de poder explotar todo terminaría. Miré mi reloj, quedaban solo treinta segundos. Era el momento que lanzando una salva final, las pezoneras, las bolas chinas y los dos vibradores se volvieran locos, cortando de cuajo el placer que asolaba ambos cuerpos. Disfruté viendo sus caras de sorpresa cuando esto ocurrió, asustadas las muchachas se quedaron petrificadas sin saber que hacer o que sentir, para respirar aliviadas al terminar.
Ni siquiera se miraron al vestirse, no tenían nada que decirse. María salió sin hacer ruido del despacho de su jefa y se sentó en su mesa esperando que nadie se diera cuenta que en su interior lloraba. Jimena, por lo contrario, esperó que su secretaria saliera para derrumbarse en la alfombra. La vi llorar y patalear durante cinco minutos. La orgullosa jefa estaba rota y no le importó que su chantajista la viera así, no le quedaban fuerzas ni dignidad para oponerse. Transcurrido un rato, se levantó del suelo y cogiendo su bolso, salió de su oficina en dirección a la mía. La vi acercarse, estuvo parada en medio del pasillo, luchando contra la idea de pedirme ayuda pero cuando ya creía que iba a claudicar, dándose la vuelta, cogió el ascensor. Desde mi ventana la vi marcharse.

“¿Faltó poco?, verdad. ¡Mañana caerás!”.

Su espantada me dejó la tarde libre. Sin supervisión, invertí mi tiempo en preparar las distintas trampas que mi fecunda mente había diseñado. Usaría mi nueva posición para aprovechar y desembarazarme de todos aquellos que en un pasado, se habían mofado de mí. Por supuesto, el primero en caer iba a ser mi jefe, el Sr. González. Llevaba una hora enfrascado en mi venganza, cuando tocando la puerta, María me pidió permiso para entrar.

-¿Tienes un momento?, me preguntó histérica. Sus profundas ojeras me narraban por si solas el doloroso sufrimiento que aquejaba a su dueña.

-Sí, ¿en qué puedo ayudarte?-. Era una pregunta retórica, ya que su repuesta era evidente.

José, me da mucha vergüenza pero necesito tu ayuda, no lo soporto más-, me contestó echándose a llorar.
La tonta estuvo berreando durante largos minutos, repartiendo la culpa de lo que le pasaba entre el hacker y Jimena. Al primero, no le podía perdonar haberla mezclado en su vendetta, pero era a su jefa-amante a la que acusaba directamente de todos sus males. Era una ironía del destino que eligiera el hombro de quien le estaba puteando para sincerarse. María se quería morir de la vergüenza, no podía soportar que sus padres y hermanos algún día descubrieran que había sido capaz de tirarse a una mujer para mantener un buen trabajo.
Me gustan las mujeres pero prefiero a los hombres-, afirmó intentado recalcar su independencia,-Maldito sea el día que esa zorra se fijó en mí, daría todo lo que tengo para librarme de su acoso-.

No le pude decir que no se preocupara por eso, cuando yo terminara sería del mío, del que tendría que preocuparse. En vez de ello, le ofrecí mi apoyo, jurándole que en mí iba a tener un amigo. Poco a poco se fue tranquilizando, le estaba dando una vía de escape a la que aferrarse, sin caer en la cuenta que lo que le extendía a sus pies era una trampa incluso peor que la de su odiada Jimena. Cuando ya pudo hablar tranquilamente, me pidió ruborizada que cumpliera la promesa de la comida, necesitaba liberar toda la excitación acumulada.
Me tomé mi tiempo antes de contestar:

-Cumpliré lo prometido pero, para hacerlo, necesito acoplar a un emisor de ondas una serie de aparatos que tengo en casa. Tardaré al menos cuatro horas. Mañana si quieres quedamos a las ocho, antes que lleguen todos y lo hago -.

En su cara descubrí decepción, la muy ilusa debía de pensar que su caballero andante la iba a salvar nada mas pedirlo. Por supuesto que podía proporcionarle un orgasmo en ese preciso instante, pero según mis cálculos no sería hasta las once de la noche, cuando el estrés llegara a su punto álgido. Además tenía que ser prudente, que tuviese la solución levantaría las sospechas tanto de ella como de su jefa.

“¡Qué espere, coño”.

-¿Estás seguro que mañana lo tendrás listo?, no puedo pasar otra noche en vela, sufriendo esos ataques-, susurró en un tono desesperado.

-Lo único que puedo hacer es llamarte cuando haya terminado y así sabrás que está listo-, le respondí con un doble propósito; provocarle aún más tensión al esperar mi llamada y conseguir su teléfono personal que me sería muy útil en el futuro.

Sin demora, cogió un papel que tenía en mi mesa y garabateó su número mientras me agradecía mis atenciones y me prometía compensarme de alguna forma. Tras lo cual, se acercó donde yo estaba y, por vez primera, me dio un beso en los labios, dejándome solo y cachondo en el despacho.
 

CAPITULO 4

La maquinaría estaba aceitada, el firme de la carretera en perfecto estado, tenían sus motores encendidos y sobre revolucionados, solo faltaba un pequeño empujón para que esas dos aceleraran sus cuerpos sin control y se despeñaran por el barranco. Tenía ya mis redes extendidas. Redes que al liberarlas de un siniestro chantaje, las mantendrían atadas de por vida.
Ese empujón iba a ser que ambas supieran que con solo pedírmelo, yo podría hacerlas disfrutar como nunca antes. Para ello, tenía que fabricar dos mandos portátiles que sustituyeran al teclado de mi ordenador, uno lo suficientemente aparatoso para que ellas estuvieran seguras de no haberlo visto antes, y otro tan pequeño que aún buscándolo pasara desapercibido.
Esa tarde, me volví a escapar antes de tiempo. Sabiendo que tendría que invertir por lo menos un par de horas, me fui directo a casa a trabajar. No me costó esfuerzo transformar un simple mando de la tele en un instrumento práctico para controlar los distintos aditamentos de la ropa interior de mis víctimas. Otra cosa fue crear de la nada un dispositivo no detectable que al acercarse ellas a mí, los pusiera en funcionamiento sin que ellas se diesen cuenta del cambio, y adujeran su excitación a una supuesta atracción por mí. Vencidas las trabas técnicas, lo acoplé a mi cinturón.
Miré la hora al terminar. Eran las diez y media de la noche y tenía hambre. Siempre he sido un desastre en la cocina en mi nevera no había nada decente que comer, por lo que ordené en el Telepizza una margarita. Tardaría media hora, para hacer tiempo a que llegara, decidí darme una ducha.
El agua caliente fue el detonante que necesitaba mi fértil imaginación para empezar a divagar. Bajo el chorro, soñé despierto que Jimena venía gateando sumisamente a mi cama en busca de mis caricias. Sus ojos hablaban de lujuria y rendición. Haciéndose un hueco entre mis sábanas, sus manos recorrieron mi cuerpo buscando mi pene bajo el pantalón del pijama. En mi fantasía, la vi abrir la boca y con su lengua transitar por mi sexo, antes de introducírselo completamente hasta su garganta. Siguiendo el guión de esa visión onírica, mi mano aferró mi endurecido tallo y empecé a masturbarme al ritmo imprimido por mi jefa. Estaba a punto de regar la ducha con mi semen, cuando el sonido del timbre me sacó de mi ensoñación.

“¡Puto repartidor!, podía haber tardado un minuto más”, pensé mientras salía de la ducha y cogía una toalla con la que tapar mi erección. Al abrir la puerta, me llevé la sorpresa que en vez del empleado de Telepizza, quien estaba ante mí era María. Me quedé de piedra. Casi desnudo, no tuve la rapidez ni el valor de evitar que entrara.

-Disculpa que haya venido sin avisar, pero tenía que saber cómo ibas-, me dijo mirando el bulto que resaltaba bajo la toalla.

-Estaba duchándome-, protesté.

-Por mí no te preocupes, termina que aquí te espero-, me contestó con el desparpajo que solo una mujer, que se siente guapa, tiene.

Cabreado por esa intromisión, volví al baño a secarme. “¿Quién cojones se cree esta niña para venir a mi casa?”, no podía dejar de repetir. Tardé en tranquilizarme, mi casa siempre había sido un lugar sagrado, jamás había permitido que las prostitutas, que había contratado, manchasen con su presencia sus paredes. Estaba poniéndome los pantalones cuando empecé a verle el lado bueno, si esa perra había venido por mi ayuda, se iba a llevar a casa mucho mas. Era incluso una oportunidad de oro que no podía desaprovechar, mis planes antiguos me daban de ocho a nueve para someterla, pero su indiscreción, me permitía contar con tiempo ilimitado.
De vuelta en el salón, María estaba de pie ojeando la colección de porno que tenía en la estantería. “Posee un culo estupendo”, pensé al ver su trasero respingón. Al oírme, se giró diciendo:

-Tienes buen gusto, para mí Jenna Jameson es la mejor-.

-¿Ves porno?-, le respondí extrañado. No conocía a ninguna mujer que abiertamente reconociera que era fan de ese cine tan mal catalogado por las mentes pensantes.

-Sí, me encanta, me ayuda a relajarme-.

Su respuesta me ablandó, quizás no fuera tan tonta como parecía. Tratando de verificar que no se estaba echando un farol solo por contentarme, le pregunté cuál era su película preferida. Sonrió al darse cuenta que era una prueba:

-Sin lugar a dudas es los tatuajes de Jenna, me dio mucho morbo la protagonista tatuando esos cuerpazos mientras le contaban sus fantasías-.

Prueba superada y con nota, la chica sabía de qué hablaba. Tras un momento incómodo donde no sabía que decir ni que hacer, le pregunté si quería una copa. Me preguntó si tenía un whisky.

-En mi apartamento puede faltar comida, pero nunca alcohol-, le contesté cogiendo el hielo.

Estaba sirviendo las dos copas cuando escuchamos el timbre:

-¿Esperas a alguien?-.

-No-, le respondí, -debe de ser el repartidor. Hazme un favor, sobre la cómoda hay dinero. Págale-.

Al volver, la rubia esta riéndose a carcajadas. Por lo visto el motero le había echado los tejos, diciéndole que había terminado su turno y que si quería se quedaba a disfrutar con ella de la pizza.

-¿Y qué le has contestado?-.

-Que ya tenía la mejor de las compañías-.

Me ruboricé al oírla. Esa muchacha estaba usando todos sus encantos para echarme el lazo. Lo sabía y, curiosamente, no me molestó. Tratando de evitar que al humanizarla tuviese algún reparo en usarla, le dije que ya tenía listo el emisor y que si quería podía darle lo que había venido a buscar.
Frunciendo el seño, me dijo:

-¿No me vas a invitar a cenar?, estoy que devoro-.

-Claro-, le respondí asustado por su franqueza. Había supuesto que había venido a correrse y nada más, por lo que ese cambio de actitud me desarmó.

La cena fue estupenda. María demostró tener ingenio y sentido del humor, además de estar buenísima. Paulatinamente fuimos cogiendo confianza. Me preguntó por mi vida, por mis aspiraciones y lo que más me sorprendió si tenía a alguien con quien compartir una pizza de vez en cuando.

-Soltero y sin compromiso-, le repliqué orgulloso de haber mantenido mi celibato intacto.

-Eso se puede arreglar-, pícaramente me contestó mientras recogía los platos y los llevaba a la cocina.

Había llegado el momento y de nada servía retrasarlo más. Esperé a terminar de recoger la mesa para preguntarla si estaba lista:

-¿Qué quieres que haga?-, me respondió.

-Me da corte decírtelo pero tengo que confirmar que tienes los mismos aparatos que Jimena. Necesito que te desnudes-.

Se le iluminó su cara como si fuera algo que realmente deseaba. “Está actuando”, pensé tratando de protegerme de su influjo, “no debo de caer, es una puta”, me dije buscando un motivo de no excitarme. Me quedé maravillado al ver la forma en que se desnudó. Como si fuera una stripper, María se bajó la cremallera de su falda contoneándose y sin dejar de mirarme. “Mierda, me estoy poniendo bruto”, tuve que reconocer cuando la chica empezó a desabrochar los botones de su camisa.

-Eres una cabrona-, le solté sin poder contenerme, – date prisa que si no voy a ser yo el que se ponga como una moto-.

-Me pides que me desnudes y ahora ¡te quejas!-. su desparpajo me estaba cautivando,- Si quieres que sea impersonal, ¡te jodes!-.

-Vale, vale-, le contesté tratando de mantener una aséptica posición.

Dejó caer su ropa al suelo y modelando, me hizo deleitarme con la belleza de su juvenil cuerpo. Con ella casi desnuda, aproveché el paripé de revisar los aparatos para disfrutar de su cuerpo con absoluta libertad. Me encantaron sus pechos de colegiala, sus contorneadas piernas, pero lo que realmente me cautivo fue su culo y su pubis. Dos poderosas nalgas que eran el complemento perfecto al sexo completamente imberbe que tenía.

-¿Estoy buena?-, me preguntó sin dejar de jugar conmigo.

-No lo sé todavía no te he probado, pero como dices eso se puede solucionar-, le dije metiendo un dedo en su sexo y llevándomelo completamente embadurnado de su flujo a la boca,-Sí, ¡estás muy buena!-.

-¡Qué pedazo de hijo puta eres!-, me respondió muerta de risa por mi caradura-, para eso es, pero se pide-.

Dándole una nalgada, le respondí que ya bastaba de jugar, que había venido a desbaratar los planes de ese chantajista, y eso íbamos a hacer:
Un favor, antes que empieces. Te importa poner una película y sentarte a mi lado, no quiero darle el placer de correrme como una autómata, prefiero que sea Jenna quien me excite-.

No pude negarme, y tras poner el video, me acomodé a su lado en el sofá.

-¿Cuando quieras?-, le dije.

Nerviosa, me rogó que esperara a que diera comienzo la película y que no le avisara cuando, que no quería saber que parte era natural y cual inducida. Eso no solo no me venía mal sino que favorecía su futura adicción a mí, por lo que no tuve ningún reparo en prometerle que así sería. Reconozco que no fue una decisión cien por cien racional también me excitaba la idea de verla entrando en faena por sí sola.
La película que había seleccionado no podía ser otra que su favorita. Ella al percatarse de mi elección, me dio un beso en la mejilla y apoyo su cabeza en mi regazo para verla tumbada.

-¿No te importa?-, susurró sin apartar su ojos de la tele.

En la pantalla, Jenna estaba atendiendo a una espectacular morena en su tienda de tatuajes. La protagonista quería que le tatuara un corazón muy cerca de su pubis, lo que daba al guionista el fútil motivo para que la actriz afeitara el sexo de su clienta.

-Tócame-, pidió sin mirarme,-nunca he follado viendo una porno-.

Esas palabras eran una declaración de guerra, María quería que le diese caña y recorriendo con mi mano su dorso desnudo, decidí que caña iba a tener. Recibió mis primeras caricias, diciéndome que no comprendía porque nunca se había fijado en mí. No quise escucharla, llevaba demasiado tiempo sin una mujer que me diera cariño. No podía creerla. Para tener las manos libre, programé los controles para que fuera subiendo su excitación y en menos de media hora se corriera brutalmente.
En la película, Jenna estaba pellizcando uno de los pechos de la intérprete, fue entonces cuando decidí seguir el guión marcado por el celuloide. Subiendo mi mano por su estómago, atrapé uno de sus pechos y sin importarme si estaba lista, apreté su pezón entre mis dedos.

-Ahh…me gusta-, la escuché decir mientras se llevaba su mano a la entrepierna.

Envalentonado, repetí la operación con el otro mientras le decía que era una putita muy dispuesta. Mis palabras coincidieron con la puesta en funcionamiento de los aditivos de su ropa interior, y sin poderse aguantar la muchacha me rogó que siguiera acariciándola.
Para obedecerla, me puse de rodillas. Verla tirada en el sofá, esperando mis mimos, me calentó de sobremanera. Cogí uno de sus pies, y usando mi lengua fui recorriendo cada uno de sus dedos antes de metérmelos en la boca.

-Dios, ¡qué maravilla!-, gimió descontrolada.

El suave sonido del vibrador me indicaba que aún quedaba más de quince minutos para que mis artilugios estuvieran a plena potencia. Tenía tiempo, mucho tiempo, podía disfrutar lentamente de esa cría. Bajando por su tobillo, fui embadurnando de saliva sus piernas mientras mis manos apresaban sus pechos, magreándolos. Sus caderas bailaban al ritmo de las caricias de mi boca en una arcaica danza de fertilidad. Su excitación se fue incrementando producto de mis caricias. El flujo estaba empezando a manchar la braguita. Al notar ella que ya tenía su sexo a escasos centímetros de mi lengua, me imploró que no parase que necesitaba sentirla en sus labios.
No le hice caso, ralentizando mi acercamiento, recorrí su muslo cruelmente. Tenía que llevar el control. Con la respiración entrecortada, me gritó que me diera prisa. En vez de ello, le aticé una sonara nalgada mientras le decía:

-Llevas mucho tiempo esperando a correrte, no te vendrá mal unos minutos-.

Estaba desbocada, le urgía sentir un pene entre cualquiera de sus labios. Sin pedirme permiso se bajó del sofá y sentándose en la alfombra, sacó mi pene de su encierro y hecha una loca golosa, se lo introdujo en la boca. Su humedad envolviendo mi sexo coincidió con el inicio de su estimulación anal. María no podía dejar de retorcerse de placer, mientras su mano acariciaba mis huevos y su garganta se empalaba con mi tallo.

“¡Qué buen francés!”, certifiqué al sentir que estaba usando su lengua para presionar mi glande cada vez que se lo introducía. “Esta muchacha es una verdadera máquina”.

Viéndome a su merced y sin importarle que pudiera pensar de ella después, se levantó y preguntó:

-¿Donde están los sensores?-.

-En los pechos y el coño-, le respondí sin saber a qué se refería.

Poniéndose a cuatro patas, se quitó el estimulador anal y agarrando mi pene, se lo acercó a su entrada trasera.

-¡Qué esperas!-, me gritó.

Sus palabras dieron carpetazo libre a mi lujuria y cogiendo con mi mano parte de su flujo, aflojé los músculos de su esfínter antes que, de un solo golpe, le introdujera toda la extensión de mi falo en su interior.

-¡Animal!– chilló al sentir como se abría camino en sus intestinos, pero no trató de sacarlo sino que tras una breve pausa empezó a agitar sus caderas buscando llegar a su clímax.

Verla tan dispuesta, me exacerbó y usando sus pechos como agarre, empecé a montarla sin misericordia. Tras un minuto de loco cabalgar, mi montura se empezó a cansar por lo que le tuve que espolear dándole una fuerte nalgada. Como buena yegua respondió al castigo acelerando su ritmo. María no podía dominarse, gritando y gimiendo, me pidió que siguiera azotando su trasero. Dominado por la pasión, no le hice ascos a castigar ese maravilloso culo mientras su dueña berreaba sin control.

-¡Me corro!-, bramó retorciendo todo su cuerpo sobre la alfombra.

Inconscientemente miré el reloj de mi pulsera, su clímax estaba coincidiendo con el momento álgido de la acción de los aparatos. Acelerando mis maniobras busqué sincronizar mi goce con el de ella. Agarrando su melena, tiré de ella para conseguir que mi penetración fuera total. A punto de explotar, fui coparticipe de su placer. Al rebotar mis testículos contra su coño, el flujo que brotaba libremente de su cueva salpicó mis piernas, dejándolas totalmente empapadas. Todo mi ser estaba disfrutando de ella cuando desplomándose contra el suelo empezó a agitarse como posesa, pidiéndome que abonara su sexo con mi simiente. Sus gritos fueron la espuela que me faltaba para explotar dentro de María en feroces oleadas de placer. No tuve piedad y seguí derramando mi esperma hasta que conseguí vaciar todo dentro de ella.
Al sacar mi pene, María me obsequió con una visión celestial. Abierta de piernas, tirada sobre la alfombra, su esfínter totalmente dilatado no pudo contener toda mi eyaculación por lo que me maravilló ver los blancos riachuelos, que surgían de su interior, recorriendo sus piernas. Mi adorada presa le costó recuperarse, desmayada no dejaba de gemir con los últimos estertores de su orgasmo mientras, en la tele, Jenna se corría en la boca de una apetitosa negrita. Agotado, me senté en el sofá con la satisfacción del trabajo bien hecho. Al cabo de unos minutos, gateando se acercó a donde yo estaba y con la felicidad impresa en su rostro, besó mi mano diciéndome que nunca en su vida había disfrutado de un orgasmo semejante.

-Tienes mucho que aprender-, le dije acariciándole la cabeza mientras volvía a poner en funcionamiento las pezoneras y el vibrador-, esta noche te quedas a dormir, tengo que enseñarte un montón de cosas-.

Apoyando su cabeza en mi regazo, solo pudo murmurar un GRACIAS antes que, cogiéndola en mis brazos, la llevase a mi cama.
 

CAPITULO 5

 

Una mano acariciando mi pene me despertó. Medio adormilado observé a María acurrucada a mi lado, tratando de animar a mi amorcillado tallo con sus dedos. Mi querida presa me expresaba de ese modo que no había tenido bastante con los múltiples orgasmos que asolaron sus defensas antes de caer dormida por puro agotamiento. Recordé que de madrugada, la muchacha, llorando de alegría, me rogó que la dejara descansar, que le dolía todo el cuerpo de tanto como había gozado. No habían trascurrido más de tres horas y ya estaba ansiosa por repetir.

“Esta niña me va a dejar seco”, pensé al verla ponerse en cuclillas y sin pedirme mi opinión, recorrer con su lengua mi extensión. “Qué arte tiene“, certifiqué al sentir como jugaba con mi glande, con besos y lengüetazos mientras me acariciaba suavemente mis testículos. No tuve que tocarla para que se fuera calentando de una manera constante. Era una locomotora que se dirigía hacia el abismo y su maquinista lejos de intentar frenar aceleraba cada vez más. Sus jadeos comenzaron aún antes que consiguiera despertarme por completo, Moviendo sus caderas, usó mi propia pierna para masturbarse. Fuera de sí, fui espectador de su primer orgasmo. Retorciéndose como una sanguijuela, se introdujo mi pene en la boca. Estaba poseída por la pasión, exigía como sacrificio desayunar mi leche para calmar su hambre. Aunque le costaba respirar era tal su pavorosa necesidad que, alucinado, experimenté como las paredes de su garganta se abrían para dar cobijo al intruso hasta que sus labios rozaron la base de mi falo. Su coño empapado no dejaba de rozarse contra mi piel, cuando sentí como todo su cuerpo volvía a temblar. Totalmente excitada, no supo o no pudo detenerse y levantándose sobre el colchón, la vi quitarse las bragas y las bolas chinas y de un solo arreón empalarse. Gritó al sentir mi cabeza golpeando contra la pared de su vagina y antes que pudiera, yo, siquiera moverme, caer derrotada retorciéndose mientras no paraba su placer de fluir por mis piernas.

-Estás loca-, dije poniéndole las bragas y reintroduciendo las bolas chinas en su interior,– el chantajista puede saber que te las has quitado-.

Me da igual, te necesitaba-, me respondió con una sonrisa, – y la culpa la tienes tú-.

-No sé a qué te refieres-, dije extrañado.

-No te hagas el tonto, has encendido los aparatos cuando sentiste que te tocaba-.

Entonces al oírla supe que la misión de los artilugios había terminado, María con solo tocarme se había excitado hasta el orgasmo sin ayuda exterior.
Te equivocas, no he usado el mando. Has sido tú sola-.

-¡Imposible!-, me respondió.- He sentido su acción en mis pechos, en mi coño y en mi culo. No me digas que no-.

Era el momento de confirmar mi teoría. Dándole el mando, le ordené que verificara ella misma que estaba apagado.

-José, no fastidies, te repito que lo noté-.

-Y, ¿Ahora?-.

Torciendo el gesto, visiblemente enfadada, me contestó que no.
Termina lo que empezaste-, le ordené acercando mi sexo erecto a su boca.
Nada mas sentir sus labios rozar mi glande, la excitación recorrió su cuerpo y renovando su pasión, se lanzó en la búsqueda del placer mutuo.
Cinco minutos después, tirada en la cama y con su estómago lleno de mi semen, derrotada, me miró:
-¿Qué me has hecho?, ¿porqué siento esto cada vez que te toco?-.

-No lo sé, pero creo que el chantaje ha tenido este efecto secundario. Te has vuelto adicta a mí-.

Se quedó unos minutos callada, pensando, tras lo cual sin ningún rastro de vergüenza o de rencor me contestó que si era así, ella estaba encantada. Nunca había experimentado tanto placer y si ser adicta significaba que con tocarme su cuerpo iba a volver a disfrutarlo, bienvenido.

-Hay un problema, Jimena-, le recordé.

Mi querido celebrito, ¿cómo es posible que siendo tan inteligente, seas a la vez tan tonto?, no te das cuenta que durante dos años he estado en manos de esa zorra y que con tu ayuda, le devolveremos con intereses sus desprecios-.

Solté una carcajada al oírla y usando mi nuevo poder, le pedí que se levantara a preparar el desayuno.

-Sí, mi amo-, me dijo con una esplendida sonrisa.

Después de desayunar y mientras se estaba vistiendo, le comenté que si quería no era necesario llevar el conjunto.

-Y eso ¿porqué?-

-Todavía no has caído en que yo soy el chantajista-.

Me miró alucinada y tras unos instantes de confusión me contestó:

-Eres un cabrón, pero …MI CABRON…me lo voy a poner hoy porque seguimos con un trabajo que hacer pero, esta noche, ¡Te juro que me vengaré!-.

 

CAPITULO 6

Fuimos al trabajo en el coche de María, pero antes de llegar me bajé para que nadie nos viera. Teníamos que seguir guardando las apariencias, no nos convenía que llegara a oídos de Jimena que nos hubieran visto coger llegar juntos porque podría atar cabos. Durante el trayecto, habíamos planeado los pasos a seguir, las diferentes trampas que extenderíamos a su paso para que al terminar esa jornada, nuestra odiada jefa hubiese perdido su capacidad de reacción y por eso al entrar en mi oficina, me enfrasqué en el trabajo. Ni siquiera me di cuenta que rompiendo con una rutina de años, la zorra llegó con dos horas de retraso.
Al salir del ascensor, vino directamente a verme. Me sorprendió su aspecto desaliñado. Estaba histérica, no había podido pegar ojo en toda la noche y quería saber que había averiguado.

-Muchas cosas-, le contesté, –he localizado la IP del hacker y en este instante estoy intentando romper las claves de su firewall. Solo queda esperar, en menos de veinticuatro horas, sabremos quién es y si la suerte nos acompaña, podré inocularle un virus que destroce su disco duro, borrando toda su información-.

-Entonces, solo queda esperar-.

-Sí, conviene seguirle la corriente para que no sospeche y no se le ocurra hacer públicos los videos antes de tiempo-.

Le acababa de decir que su problema se podía considerar terminado. Lo lógico hubiera sido que esa mujer hubiese saltado de alegría al saberlo, pero su semblante seguía siendo cetrino.

-Jefa, no comprendo, ¿porqué no se alegra?-.

-No sé si voy a poder aguantar hasta mañana sin volverme loca. Ese malnacido ha diseñado el instrumento de tortura perfecta. Desde que lo llevo puesto no he podido dormir ni comer, me da miedo hasta beber, por si al ir al baño saltan las alarmas. Fíjate lo mal que estoy que me parece insalvable esperar estas veinticuatro horas-.

-Ya veo. Mire no sé si le puede servir pero ya he terminado de desarollar el aparato que le conté. Solo hace falta encenderlo. Si me da usted permiso, lograría relajarse-.

Se le iluminó la cara al oírme. No era consciente pero en ese instante estaba siendo excitada por mí.

-¿En qué consistiría?-.

-Nada que no haya sentido pero amplificado. El hacker diseñó un ingenioso sistema que les llevaba al borde del orgasmo, lo único que he hecho ha sido romper esa barrera, por lo que no solo conseguirá correrse sino que según mis cálculos, el placer que sentirá será algo nunca experimentado-.

-¿De verdad?, ¿conseguirías hacerme descansar?-.

-Sí-.

-Entonces, ¿a qué esperas?-.

Señora, no creo que la oficina sea el lugar adecuado. Piense que el proceso tardará al menos una hora y cuando se aproxime, ustedes dos perderán por completo el control-.

-Entiendo-, se quedó pensando en lo acertado de mi consejo, si era la mitad de salvaje de lo que ella misma suponía, convenía hacerlo en su sitio que no tuviera testigos. –José, voy a llamar a María y nos vamos-.

No me había dicho donde pero daba igual el sitio que eligiera. En dos horas, esa mujer iba a ser nuestra sirvienta, quisiera o no. A través de mi ventana, observé a sus secretaria haciéndose la sorprendida. Tal y como habíamos previsto, Jimena no iba a poder soportar el estado de excitación continua y aceptaría gustosa cualquier vía de escape que le propusiéramos. Llevando todo lo necesario en mi maletín, las esperé en el pasillo.
Siguiendo a pies juntillas mi papel, bajé la mirada al montarme con ellas en el ascensor. Para que no desconfiara, yo debía de seguir siendo ese tímido empleado, mero ejecutor de sus órdenes. Fuimos directos al parking donde había aparcado el Jaguar. Me hizo sentar en los asientos de atrás mientras le pedía a María que se sentase a su lado.
La certeza de que quedaban minutos y no horas para liberarse, fue haciendo que humor cambiase y en menos de diez minutos, había vuelto a ser la misma hija de puta estirada de siempre.

-Mi linda, ¡cómo vamos a disfrutar!-, estaba encantada con la idea de volverse a tirar a su secretaria y refiriéndose a mí, le soltó:-Por éste no te preocupes, piensa que es un mueble, mañana cuando descubra quien es ese hacker, le daré una gratificación y todo olvidado-.

No demostró enfado por ser tratada de puta en presencia de un extraño, al contrario pude ver, a través del espejo, cómo mi ahora cómplice me guiñaba un ojo mientras le preguntaba hacia adonde nos dirigíamos.

-A mi casa-.

Fui incapaz de evitar sonreír al oírlo. Según María, Jimena solo la llevaba a su apartamento en contadas ocasiones, la mayoría de ellas cuando quería dar rienda suelta a su faceta dominante. “Esta puta no sabe donde se está metiendo” pensé, disfrutando por anticipado, al saber que entre otros artilugios esa mujer había hecho instalar una silla de ginecólogo como objeto de placer. En ella, solía atar a su secretaria para abusar de ella.
Esa zorra tenía tanta prisa que, en un trayecto que normalmente le tomaba medía hora, tardó veinte minutos. Sin bajarse del coche, abrió la verja de su chalet y sin meter el coche en el parking, nos hizo bajarnos . Nunca había estado en la Moraleja, no sabía que pudiera ser posible tanta ostentación y lujo. Se mascaban los millones que se había gastado en decorarlo. Abriendo el camino, nos llevó a su habitación. Reconozco que me quedé alucinado al entrar, en ese cuarto cabían al menos dos pisos como el mío.

-Esperad aquí mientras me cambio-, nos ordenó nada más entrar.

No nos hizo falta hablar, ambos sabíamos nuestra función en ese drama. Teníamos que seguirle la corriente hasta que se excitara, entonces y solo entonces daríamos la vuelta a la tortilla y la cazadora se convertiría en víctima. Tardó unos minutos en volver vestida, además de con el conjunto, con un antifaz y unas botas negras. Esa zorra se había disfrazado de dominatriz. Haciéndome el idiota, pregunté si quería que me escondiera en un armario para no ser testigo de lo que ocurriera.
No hace falta, me da morbo que estés mirando. Tómatelo como un anticipo-, contestó mientras desnudaba a su secretaria. María se dejó hacer. Callada, soportó sin inmutarse que su jefa desabrochara su falda y su blusa, dejándola solo con el conjunto que yo les había regalado. –Acerca la silla a la cama-, me ordenó a la vez que tumbaba sobre las sabanas a la muchacha,-quiero ver cómo te masturbas mientras me tiro a mi secretaria-

No hacía falta esperar más, sacando de mi maletín el mando a distancia, di inicio al programa que había diseñado especialmente para ella. La siguiente medía hora Jimena iba a sentir como se iba calentando hasta conseguir llevarla más allá del orgasmo, sin saber que María solo disfrutaría de una suave sesión.
La zorra de mi jefa gimió a sentir las primeras vibraciones en su coño y poniéndose a cuatro patas abrió las piernas de María. No le pidió su opinión para hundir su lengua hasta el fondo del sexo de la rubía al saber que al igual que durante los dos últimos años esta no iba negarse, le pagaba un buen sueldo y se creía en el derecho de usarla cuando le diera la gana. “Qué buen culo a desflorar. Qué poco te va a durar virgen”, pensé catalogando mentalmente como un diez las nalgas de Jimena que su lujuria me permitía observar pero no tocar por ahora. Mi cómplice me había comentado que esa mujer solo tenía un tabú en el sexo. Podía ser una ninfómana pero nunca aceptó que nadie hoyase su entrada trasera. “¡Eso va a cambiar!, de hoy no pasa que yo te desvirgue tu rosado agujero”.

La temperatura de la escena iba subiendo por momentos. Desde mi posición, pude percibir como del fondo de su coño fluía sin control un riachuelo que discurría por sus piernas, yendo a morir sobre las sábanas. María era la persona que mejor la conocía, era ella quien debía de dictaminar el momento de tomar el control y someterla. Mientras tanto solo podía observar y callar. Sin quitar ojo de la escena, fui preparándome mentalmente para el instante en que por medio de una seña previamente pactada me dijera que era el momento de actuar. María no dejaba de decirme con su mirada que me deseaba pero que esperara, que todavía Jimena no estaba lista.
Ser el convidado de piedra de un show lésbico no me resultó sencillo y más al ser consciente que una de sus integrantes lo que deseaba es sentir mi pene nuevamente deambulando por el interior de su coño, y no la lengua de la otra. La secuencia de descargas y vibraciones estaban llevando a Jimena al colapso, olvidándose de su pareja se dejó caer sobre las sábanas y retorciéndose buscó con sus manos su propio placer.
Ven. Déjame hacerte el sexo oral como a ti te gusta-, escuché decir a María mientras tumbaba a su acosadora sobre las sábanas. Cuando mi amante, aprovechándose del estado de Jimena, cerró los grilletes en torno a sus muñecas, supe que había llegado el momento de levantarme y ayudarla a inmovilizarle las piernas.

-¿Qué hacéis?-, gritó echa una furia al percatarse de que estaba indefensa.

-Evitar que te escapes mientras María y yo hacemos el amor-, le contesté mientras cogía el mando e incrementaba la velocidad de los distintos aditamentos pero sobretodo del estimulador anal.

Os ordeno que me soltéis, ahora mismo-, chilló histérica.
Poniéndose a horcajadas encima de ella, María le soltó un tortazo.

-¡Puta!, ¡cállate!. Necesito silencio para disfrutar del pene de mi hombre-.

Asustada, obedeció. Se le notaba aterrorizada al saber que la mujer que la tenía sometida había sido objeto de sus desprecios durante mucho tiempo y que ahora se estaba vengado. María me llamó a su lado. Dijo susurrando que quería que le hiciera el amor encima de su presa. Rápidamente terminé de desnudarme.

-Jimena, chúpame mientras yo disfruto de su hombría. Y hazlo bien, o ¡te arrepentirás!-, oí que le ordenaba poniendo su sexo en la boca de la mujer y dirigiéndose a mí, me rogó que me acercara.

Asiendo mi pene con dulzura, acercó su boca a mi tallo y sacando la lengua fue acariciándolo mientras me decía lo mucho que me había echado de menos y que esa puta ya no conseguía excitarla. Su odiada jefa tuvo que soportar escuchar que era un segundo plato, pero lejos de protestar, incrementó sus caricias al sentir que su cuerpo se revelaba contra esa humillación y que contra su voluntad estaba sobreexcitada. La rubia cambiando de posición se tumbó sobre Jimena dándome la espalda, dejando su sexo expuesto a mí pero permitiendo que la morena siguiera mamando de su néctar:

-Fóllame mientras está puta te chupa los huevos, ¡quiero que se trague el flujo de mi placer!-.

Comprendí cual era su intención, mi amante deseaba que fuera coparticipe de nuestro placer para forzar su sumisión. Usando mis manos separé sus nalgas y acercando mi glande a su vulva, exigí a nuestra víctima que la lubricara. Incapaz de negarse abrió su boca engullendo mi miembro mientras yo acariciaba los pechos de mi amada. Ya completamente ensalivada, fui penetrando el sexo de María lentamente para que pudiera experimentar como cada uno de sus pliegues se retorcía al dar paso a toda mi extensión.

-Te necesito-, gritó al sentir como que la cabeza de mi pene chocaba contra la pared de su vagina.

Sus palabras de pasión me dieron la motivación extra que esperaba. Usando mi miembro como ariete fui derribando una a una todas sus defensas, a la par que mis huevos rebotaban contra la cara de Jimena. La mujer no pudo evitar soltar un sollozo al oír los aullidos de placer de María. “Estás celosa, puta”. Acelerando mis penetraciones, usé los pechos de la rubia como agarre. Completamente poseída por sus pasiones, me estaba rogando que me corriera dentro de ella cuando empezó a temblar presa del éxtasis que dominaba su cuerpo, momento que aprovechó nuestra jefa para beberse con gran sed el flujo que su sexo derramaba sobre mis huevos.

-¡Me corro!-, clamó desesperada Jimena, retorciéndose bajo nuestros cuerpos.

-No la dejes-, me pidió María,- debo ser yo la primera-.

Reconozco que fui insensible a sus ruegos, pero tenía una buena razón para ello, debía ser mi pene el que la sometiera. Por eso y solo por eso, saqué mi miembro de su sexo y liberando a la zorra, le di la vuelta. Ese culo con el que tantas veces me había masturbado tenía que ser mío. Jimena chilló al darse cuenta de mis intenciones. No hice caso de sus lloros y desgarrando la tela de sus bragas, le abrí sus nalgas y cogiendo flujo del coño de María, relajé durante un momento su esfínter y de un solo golpe la desvirgué analmente. Se quedó paralizada al sentir que le rompía el culo. Había supuesto que iba a revelarse a mi agresión, pero en contra de mi previsión, esperó pacientemente a que yo marcara el ritmo. Mi rubia amante decidió que ella también quería su parte y tirándole del pelo llevó su boca a su sexo.

-¡Dale duro!-, me ordenó María.

No sé si fue eso, o verme como un semental que se estaba cruzando con la mejor yegua de la oficina, pero dándole un azote en las nalgas empecé a mover mi pene en su interior.

-Agg…-gimió al notar que sus músculos eran forzados por los movimientos de mi extensión en su trasero.

Hice caso omiso a ambas mujeres, la posesión de ese ansiado trasero me espoleó y acelerando mis penetraciones tiré de su negra melena, mientras seguía castigando sus cachetes con mi mano. La presión de su esfínter se fue relajando facilitando que la mujer se fuera acostumbrando a sentir mi verga en su interior. Paulatinamente, el dolor fue dando paso al placer, hasta que completamente rendida a mi acoso, clavando las uñas en el colchón reanudó la mamada a la rubia. Ésta al sentir la lengua de su odiada jefa hurgando en su clítoris, me miró buscando mi aceptación.

-Está bien-, al escuchar que no me importaba que fuera su boca quien la hiciera gozar, mordiéndose los labios y cerrando los ojos, se puso a disfrutar.

Ya tenía suficiente confianza con ella para sentir celos de mi montura. Pero aún así, no podía olvidar los malos ratos que le había hecho pasar ni los continuos desplantes con los que mi jefa me había tratado durante años, por eso acercándome a ella, le susurré al oído que ya había descubierto al chantajista y que entre su secretaría y yo habíamos montado esa orgía con el único propósito de bajarle los humos.

-Eres una puta de culo fácil-, le solté mientras cambia de agujero.

Su coño recibió mi pene totalmente mojado. La zorra estaba a punto de correrse y al constatarse del cambio, empezó a estremecerse pidiéndome que no parara. Obedeciendo a mi instinto de depredador, mordí su cuello coincidiendo con el orgasmo de las dos mujeres. Cabreado por no haber conseguido desahogarme, continué acuchillando su cuerpo con mi sexo, prolongando su clímax más allá de lo razonable. María al ver que no conseguía vencer mi erección se agachó a mi espalda y separándome las nalgas, violó mi esfínter con su lengua. La sacudida fue brutal, mi verga explotó anegando la cueva de Jimena con mi semen, mientras su dueña caía desplomada sobre la cama.
Tirados sobre las sábanas, nos costó unos minutos recuperar el aliento, tras lo cual, mi amante me dio un beso diciéndome:
Vámonos a casa, José. Aquí ya hemos terminado
Sabía que tenía razón, solo quedaba una cosa por hacer:
Jimena, en este pendrive, tienes las pruebas que el hacker es González. Haz lo que quieras con él, su disco duro ha sido borrado y no tiene ninguna prueba que usar en contra de ti. Mañana pasamos por el finiquito-.
Lejos de sentirse aliviada, mi querida jefa, totalmente espatarrada y con el culo roto, se echó a llorar al saber que todo había terminado. Ni María ni yo quisimos consolarla y vistiéndonos salimos de su chalet.

-Podíamos haberle pedido que nos acercara a coger un taxi-, me susurró la rubia al caer en la cuenta que teníamos que andar un largo trecho hasta la entrada de la urbanización.

-Eres una ingenua. Antes de cinco minutos esa zorra va a venir corriendo a buscarnos. Acostumbrada a mandar nunca había disfrutado del sexo realmente. Hoy, la hemos desvirgado en más de un sentido. Por primera vez en su vida ha sabido lo que es el placer y ya nunca se le va a olvidar.

 

EPÍLOGO

Esto que os he narrado ocurrió hace seis meses. Hoy en día seguimos teniendo nominalmente un trabajo de mierda, María sigue siendo la secretaria de Jimena y yo, ese empleaducho de tres al cuarto del departamento de desarrollo pero al salir del trabajo y llegar a nuestra casa en la Moraleja, nuestra altiva jefa cambia su traje de chaqueta por el uniforme de criada y se dedica en cuerpo y alma a servirnos.
 

Relato erótico: “Secuestrado, atado y humillado por mi ex suegra” (POR GOLFO)

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Sin título1

Primer acto:

Odio en lo que me he convertido, siempre me había considerado un hombre con mayúsculas. El poder, el sexo y el dinero habían marcado mi vida y hasta hace seis meses, creí haberlo conseguido. Toda mi existencia había discurrido sobre rieles. Licenciado de una de las mejores universidades de España, fui contratado por una multinacional con veintitrés años, inaugurando una brillante carrera, de manera que tras diez años de arduo trabajo era uno de los ejecutivos mejor pagados de la empresa. Respecto al sexo, siempre me había dejado llevar por las faldas, saltando de un coño a otro sin importarme los que dejaba atrás.
Desgraciadamente todo tiene un final y para mí, llegó una de tantas noches de copas. Había salido con un par de amigos de juerga y reconozco que me debí de pasar porque solo recuerdo salir de una discoteca con una rubia bajo el brazo. Estoy seguro que esa puta formaba parte del plan y que por culpa de mi bragueta, no me di cuenta del cambio que iba a representar en mi vida. Por mucho que intento hacer memoria no me acuerdo de mi secuestro ni de como llegué a donde me desperté.
Solo os puedo decir que amanecí con un gigantesco dolor de cabeza y que al tratarme de mover fui incapaz porque  estaba atado de pies y manos. Al abrir los ojos, me costó enfocar y cuando lo hice, me quedé aterrorizado al reconocer la habitación.
¡Ya había estado allí!.
Tres años antes, María me había llevado a esa casa en mitad  del campo y durante dos semanas había disfrutado de su cuerpo sin pararme a pensar que esa niña bien se había enamorado de mí. De vuelta a Madrid, había sido mi novia hasta que harto de su dependencia la mandé a volar. Todavía me estremezco recordando su llamada dos meses después de haberla dejado. La cría desesperada me pidió llorando que volviera con ella. Al no hacerle caso, me amenazó con quitarse la vida  porque, según ella, no podía vivir sin mí. Sé que me comporté como un hijo de perra, pero no aguantaba el cerco al que me tenía sometido y por eso creyendo que era un puto chantaje, le prometí que si se suicidaba, iría a su entierro. No debí ser tan duro y menos debí colgarle porque a la mañana siguiente, la policía tocó a mi puerta para avisarme de su muerte.
Por lo visto, María se había tomado un bote entero de pastillas pero antes de cometer esa locura, llevada por el dolor, había dejado dos cartas, una para su madre y otra para mí, explicando el porqué de su decisión.
Lo que en teoría era un claro suicidio se complicó porque mi ex novia dejándose llevar por la frustración había destrozado su apartamento  y su familia, podrida en dinero, había movido sus hilos buscando que me acusaran de haberla asesinado. Afortunadamente, las pruebas demostraron mi inocencia y jamás fui acusado formalmente de su muerte, pero todavía recuerdo con horror mi careo con su viejo.
Para don Lucas, un vasco de pura cepa, daba igual que tuviera una coartada o que los forenses dejaran meridianamente claro que nadie la había forzado, para él yo era el culpable del fallecimiento de su hija y a voz en grito, juró vengarse. Por mucho que intenté hacerle ver que nada había tenido que ver y que María había estado ingresada en un psiquiátrico antes de conocerme, no dio su brazo a torcer y solo la presencia de los agentes evitó que me agrediera.
Durante casi un año, estuve con líos de abogados. Personalmente sabía que esa muchacha habría tomado tarde o temprano esa decisión y que mi única culpa era no haberla hecho ni caso pero aun así me reconcomía haberle dado el último empujón. Temiendo su venganza tardé en no buscar a mi alrededor un sicario que cumpliera su mandato, por eso me alegré al enterarme de que un ataque al corazón había acabado con él y creyéndome liberado, reinicié mi vida como si nada hubiese pasado. El alcohol y las putas volvieron a poblar mis noches mientras mis días transcurrían de éxito en éxito.
Con todo ello torturando mi mente, traté de zafarme de los grilletes que me retenían pero tras muchos intentos, caí rendido al darme cuenta que ni siendo un superhombre podría deshacerme de las cadenas que me mantenían maniatado a esa cama. 
-Veo que te has despertado- oí decir a mi derecha.
Al girarme descubrí a la madre de mi ex en la puerta, sonriendo. Su rostro reflejaba la satisfacción de tenerme postrado a su antojo. Todo en ella era desprecio, no me costó comprender que iba a ser objeto de su ira y por eso, inútilmente traté de escapar. Al percatarme que era imposible, paré y casi llorando imploré su perdón.
-Por tu culpa, me he quedado sin marido y sin hija- me respondió acercándose a mí – desde hoy vas a reemplazarlos-
No comprendí sus intenciones hasta que cogiendo una tijeras, con la tranquilidad de una perturbada, esa mujer fue cortando mi ropa. Os reconozco que estaba aterrorizado, creía que había llegado mi última hora. Chillando intenté razonar con esa mujer pero ella enfrascada en su turbia labor, obvió mis ruegos y no paró hasta dejarme desnudo.

Atado y en pelotas, no pude evitar que esa arpía se apoderara de mi sexo y cogiéndolo entre sus manos, buscara obsesivamente mi erección.

-¿Qué hace?- grité al ver que esa señora de la alta sociedad,  lo meneaba rítmicamente mientras se ponía a horcajadas sobre mí..
-Llevo muchos meses sin sentir a mi hombre- soltó mientras separando sus piernas se lo introducía lentamente en el interior de su vagina. No me había fijado que mi ex suegra aun completamente vestida, venía sin bragas.
Creyendo que no era bueno en esas circunstancias hacerla enfadar, dejé de debatirme sobre las sábanas y quedándome inmóvil, permití que esa chalada tomara lo que había venido a buscar. La mujer lentamente se fue empalando mientras no paraba de decir lo mucho que me odiaba. Sin otra cosa que hacer, me puse a fijarme en mi captora. Con los cuarenta bien entrados, esa rubia si no llega a ser por su mirada homicida, podía considerarse como una mujer atractiva. Dotada al igual que su hija de grandes pechos, fue cogiendo ritmo acuchillándose con mi falo. Bajo la tela, dos enormes bultos subían y bajaban al compás de su cabalgar.
Tratando de hacer memoria, recordé que se llamaba como su hija y buscando su favor, le pedí que parara:
-Jamás, vas a darme lo que me quitaste- respondió mientras se desabrochaba los botones de su vestido y sin mediar palabra, los acercaba a mi boca -¡Chúpalos!- me ordenó.
Solo me quedó obedecer y sumisamente saqué la lengua para apoderarme de los negros pezones que esa tarada puso a mi disposición. Sus gemidos al sentir mi humedad recorriendo sus aureolas, lejos de excitarme me dejaron paralizado. Fue entonces cuando recibí su primer golpe. Con la mano abierta me cacheteó brutalmente, exigiendo que siguiera mamando de sus senos. Reconozco que me sentí indefenso y tiritando de miedo, absorbí con mi boca de sus enormes ubres.
-Vas aprendiendo- gritó acelerando el ritmo de su cabalgar.
Saltando sobre mi falo, esa mujer se ensartó sin pausa mientras su respiración cada vez más alterada me revelaba la siniestra excitación que la empezaba a dominar.
-Me encanta- aulló alegremente y llevando el frenesí de sus movimientos hasta el límite, me pellizcó dolorosamente mi pecho, diciendo: -¡Como echaba de menos a mi marido!-
La humedad que manaba de su vulva me avisó que esa mujer estaba a punto de correrse y suponiendo erróneamente que su liberación correspondería con la mía, me dediqué en cuerpo y alma a mamar sus tetas. Con la mi glande rebotando sobre la pared de su vagina, la madre de mi ex novia siguió violándome hasta que desplomándose sobre mí, experimentó un brutal orgasmo. Reptando sobre mi piel, exprimió su placer mordiéndome en el cuello. Mi grito no consiguió evitar que esa bruja soltara su presa hasta que provocándome una profunda herida, bebió de mi sangre.
-¡Qué dulce eres!- exclamó relamiéndose los labios.
Al bajarse y advertir que mi miembro seguía erecto, soltó una carcajada y poniendo su culo sobre mi cara, me exigió que relajara su ojete con mi lengua. Quise negarme pero ella asiendo mis testículos entre sus manos, me dijo regocijándose de mi angustia:
-¿No querrás sufrir más de lo necesario?- 
Humillado por tener que saborear su culo, saqué mi lengua y recorriendo los bordes de su ano, fui aflojando su esfínter mientras esa puta no paraba de gozar con mi degradación. Mi suplicio no hizo mas que empezar, María restregó su trasero contra mi cara sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo. Al cabo de unos minutos, esa maldita cuarentona decidió que su entrada trasera estaba lista y poniendo una pierna a cada lado de mi cuerpo, se fue clavando el culo sin parar de reír
-¡No sabes las veces que Lucas me usó así! Era un hombre viejo pero tenía un pene formidable-
No me pude creer lo que estaba oyendo, el marido de esa pervertida con fama de gran señora  la había acostumbrado a los placeres de la carne con una eficiencia que sería digna de encomio sino fuera porque en ese momento me estaba violando. Alucinado por el descubrimiento, me quedé perplejo al observar que sin ningún gesto de dolor esa zorra se había embutido toda mi extensión en el interior de sus intestinos y que sin esperar a que se acomodara, salvajemente me empezaba a cabalgar.
-¡Mierda!-chillé al sentir que mi pene era forzado hasta la locura.
Elevándose sobre mí y dejándose caer, esa guarra disfrutó tanto del trato que llevando su mano a la entrepierna, me gritó:
-Primero me vas a follar bien follada y luego seré yo quien te dé por el culo-
Disfrutando como la perra que era, Doña María no dejó de masturbarse mientras su estrecho conducto absorbía con facilidad cada una de las arremetidas de mi verga. Aullando y berreando sin importarle que alguien nos oyera, esa mujer buscó y consiguió ordeñarme el miembro. Solo cuando sintió que explotaba y que con bruscas sacudidas, dejaba mi simiente en su escroto, solo entonces, paró y poniendo una tierna expresión, me susurró al oído:

-Ves que fácil ha sido comportarte como mi marido. Ahora te dejo descansar durante una hora pero luego te toca sustituir a mi hija-

Quise llorar de impotencia. Solo el hecho de que si lo hacía esa engreída iba a ser consciente del dominio que ejercía sobre mí, evitó que mis ojos se poblaran de lágrimas y que como una plañidera me echara a berrear.  Cuando me dejó solo, suspiré aliviado pero al cabo de un tiempo, el no saber qué era lo que  esa bruja me tenía preparado hizo que me empezara a poner nervioso. Paulatinamente mi turbación se fue trasformando en miedo y el miedo en terror, de forma que cuando mi ex suegra apareció por la puerta, estaba nuevamente acojonado:
-¿Qué me vas a hacer?- grité al verla trayendo un recipiente caliente entre sus manos.
La cuarentona se rio y enseñándome el interior de la vasija, me contestó:
-Depilarte. Todas las semanas se lo hacía a mi niña-
Tengo que confesar que fui un idiota, al ver que era cera y que su siguiente paso era algo tan nimio como haberme la depilación, me serené.
 “¡Que pronto saldría de mi error!.  
Doña María, con fría profesionalidad, se sentó a mi lado y cogiendo una paleta de madera, se puso a extenderla. Tras dejar dos bandas de cera caliente sobre mi pecho, esperó a que se enfriara y entonces agarrando una por un extremo, jaló con todas sus fuerzas.
-¡Mierda! ¡Eso duele!- chillé al sentir cómo arrancaba parte de mis vellos al hacerlo.
Como respuesta, me dio el segundo tortazo mientras me decía:
-No te quejes, lo que tú me has hecho duele mucho más-
Comprendí que se refería a la muerte de sus seres queridos y sabiendo que de nada me serviría tratar de apaciguarla, me callé y dejé que siguiera sin quejarme. Sé que mi sumisión le dio alas, porque obviando mis gemidos de dolor cada vez que tiraba de la cera, esa perra cada vez más alegre prosiguió con su labor. En pocos minutos, se deshizo de todos los vellos que colmaban tanto mi pecho como mi estómago, dejando mi piel colorada y adolorida.
Creí que se había acabado mi suplicio al oir que me decía, comprobando el resultado:
-Ahora estas más guapo, antes parecías un oso-
Y digo creí porque reinició su faena con mis piernas. Nuevamente el dolor provocó que gimiera al sentir como arrancaba mis vellos y nuevamente mi captora me pegó una bofetada para recordarme que no debía quejarme.
-¡Puta!- le solté mostrándole todo mi desprecio.
Mi insulto la enervó y retirándose de la habitación, me dejó solo. No tardó en volver pero esta vez con un cinturón en sus manos:
-¡Te voy a enseñar lo que es dolor!- me gritó mientras descargaba un cinchazo sobre mi cuerpo.
Ese fue el primero de muchos porque esa arpía no paró hasta que completamente derrotado le pedí perdón por enésima vez. Curiosamente mis múltiples berridos no la habían apiadado, el modo en que conseguí que parara y cuando ya creía que me iba a matar, fue cuando se me ocurrió implorarla diciendo:
-¡Mamá! ¡Ya he aprendido mi castigo!-
Mis palabras suavizaron la dureza de su semblante y poniendo una sonrisa malévola en sus labios, me contestó:
-Ves que fácil es complacerme-

A partir de ese momento, fue incluso tierna al depilarme y os tengo que decir que cuando le tocó el turno a mi entrepierna, esa loca se permitió el lujo de hacerlo con brocha y jabón. No sé si fue el cambio, pero al sentir la caricia de la brocha en mis huevos, mi miembro me traicionó irguiéndose. Ella al ver mi estado, se  dedicó a excitar mi sexo mientras terminaba de afeitarme, de manera que cuando acabo, mi pene tenía una erección de caballo. Satisfecha, se levantó y con una extraña sensualidad se desnudó frente a mí junto antes de agachándose, meterse entre mis piernas. No comprendo cómo ni porqué me puso a mil ver que desnuda mi ex suegra acercaba su boca a mi miembro, pero la verdad es que desbordado por las sensaciones le rogué que me la comiera.

No se lo tuve que repetir dos veces, esa perturbada abriendo sus labios, fue introduciéndoselo lentamente en su interior mientras no dejaba de acariciar mis  testículos. Increíblemente no cejó hasta que su garganta terminó de absorber toda mi extensión y entonces imprimiendo un ritmo suave fue sacando y metiéndose mi pene de su boca.
“¡Dios que mamada!” pensé quejándome en ese momento de no poder colaborar con ella por tener mis manos atadas.
Absorta en su maniobra, María  llevó sus dedos hasta su clítoris y separando sus labios, se dedicó a masajearlo sin dejar de mamar mi miembro. Con mi mente confusa por la paliza y por lo que estaba experimentando, le pedí que me dejara corresponderle. Mi ex suegra no se hizo de rogar y poniendo su sexo a mi alcance, dejó que mi lengua se regocijara jugando con su botón.
-Sigue mi amor, ¡Como echaba de menos la lengua de mi niña!- gritó mientras frotaba convulsionando de placer su vulva contra mi cara.
Juro que nunca creí que en esas circunstancias hubiera actuado de forma semejante. Debo de admitir que bebí y lamí la vulva de mi secuestradora voluntariamente y lo que es peor, cuando sentí que se corría me dediqué en cuerpo y alma a satisfacerla, de forma que prolongué su éxtasis durante largo tiempo. Tiempo que ella consagró a  exprimir con un entrega  digna de alabanza mi pene. Cuando viendo que me iba a correr, se lo dije, mi ex suegra aceleró aún más sus maniobras, de modo que no tardé en eyacular en el interior de su boca.
María al saborear mi semen, se volvió loca y llenando mi cara con su flujo, se volvió a correr mientras devoraba una tras otra mis sacudidas.  Reconozco que pocas veces había experimentado un placer semejante, por eso cuando esa puta sacando su lengua se dedicó a limpiar los restos de mi eyaculación, no pude más que darle las gracias.
Agradecida, me agarró los huevos y retorciéndolos entre sus manos, me dijo mientras yo aullaba de dolor:
-Estoy cansada, luego nos vemos-
Agotado, roto y humillado, lloré como una magdalena cuando se fue. No era por el dolor que sentía en mi entrepierna sino por la certeza de que esa chiflada no pararía hasta someterme por completo a sus caprichos. Algo en mí, me dijo antes de quedarme dormido que si mi ex suegra había conseguido que me entregara a ella después de torturarme, cuando me hubiera tenido unos días a su merced sería su esclavo y por eso con el corazón encogido, lamenté la perdida de mi libertad.

Segundo acto.

Era la hora de la cena cuando esa perra volvió a la habitación. Vestida con un conjunto de lencería negro, tengo que reconocer que al verla no pude dejar de aceptar que esa rubia estaba buena.  Sus pechos alzados por el sugerente sujetador, me pedían a voz en grito que los acariciara y sus piernas decoradas con unas medias del mismo color hasta el muslo se me antojaron dos monumentos a los que besar. María se dio cuenta de lo que sentía porque mi miembro saliendo de su letargo, se puso morcillón al sentir su mirada.
-¡Qué putita es mi niña! ¡Se alegra al verme!- me dijo sentándose en la cama donde seguía atado.
Nada más hacerlo, me besó brutalmente, mordiendo mis labios mientras me empezaba a acariciar el pene, el cual al recibir sus toqueteos se terminó de erguir sobre las sábanas.
-¿Tienes hambre?, porque yo sí- me soltó y sin esperar mi respuesta, comenzó a masturbarme ferozmente –Dale a mamá tu leche-
La violencia de su perversa forma de amar consiguió demoler cualquier resistencia mía y cerrando los ojos me concentré en recibir placer. La bruja llevando la velocidad de sus maniobras al límite, me ordeñó con premura y cuando de mi miembro empezó a brotar el néctar que buscaba, metiéndoselo en la boca, saboreó hasta de la última gota. Yo, inmerso en un estado de confusión total, me dejé llevar y aunque cueste creerlo disfruté. Mi sumisión pareció molestarle porque llevando su otra mano hasta mi pecho, pellizcó salvajemente mis pezones, diciéndome:
-¿Recuerdas cuando te pillé masturbándote a los quince años?, fue la primera vez que tuve que castigarte por ser tan zorra y veo que no has cambiado-
Sus palabras me dejaron helado. Esa hija  de puta creía que estaba hablando con su hija. Si ya eso era perturbador de por sí más lo fue enterarme que mi pobre ex novia había recibido sus atenciones desde los quince años. “Con razón tenía depresiones” me dije al percatarme que si para mi estaba siendo imposible de soportar, para esa niña apenas salida de la niñez debió de ser el desencadenante de su locura. 
Estaba tan alucinado que no me di cuenta ni de que esa zorra se había levantado ni  de que tirando de las cadenas que me tenían sujeto, me daba la vuelta. Sé que perdí la oportunidad de escapar porque en un momento dado doña María debió de soltar al menos una de mis manos y uno de mis pies, pero la verdad es que para cuando quise reaccionar, estaba nuevamente atado y lo que es peor, dado la vuelta y con el culo en pompa. Tampoco sé de dónde sacó una fusta con la que de pronto se puso a flagelarme.
Gritando que lo hacía por mi bien, doña Maria se dedicó a castigar mi trasero sin importarle los tremendos gritos que salieron de mi garganta cada vez que sentía en mis nalgas la caricia de la vara.
-¡Así aprenderás a obedecer a mamá!- me decía.
El dolor era ya insoportable cuando de improviso cesó el correctivo y el infierno de los golpes se transformó nuevamente en una placentera caricia cuando esa loca, cogiendo crema de la cómoda, se puso a extenderla sobre mi adolorida piel:
-Lo ves, cuando te portas mal, tengo que castigarte pero al final también tengo que ser yo quien te consuele-
“Está jugando al palo y la zanahoria” comprendí pero incapaz de oponerme, me quedé inmóvil mientras apaciguaba el dolor producto de los golpes. Lejos de conformarse con un masaje, la señora separó mis nalgas y acercando su lengua a mi esfínter, me lo empezó a lamer. Jamás ninguna mujer y menos un hombre se había apoderado de esa parte tan íntima de mi cuerpo pero tras la sorpresa inicial, os tengo que confesar que la nueva experiencia me encantó. Al introducir su húmedo apéndice en mi ano, mi pene saltó como impulsado por un resorte e incomprensiblemente se volvió a poner duro. Mi captora debió disfrutar del sabor de mi entrada trasera porque durante al menos diez minutos, jugueteó con mi ojete relajando.

Juro  que no preví su siguiente paso,  cogiendo con una mano mi miembro, se puso encima de mí y fue entonces al sentir un extremo duro, supe lo que me tenía preparado. “¡La muy puta tiene un arnés!” pensé horrorizado al experimentar la presión de un glande de plástico sobre mi todavía virginal agujero.

-¡Ahh!- grité al ver horadado mi esfínter.
Infructuosamente intenté liberarme de su ataque pero doña María aprovechando que estaba indefenso, no solo no sacó el falo de plástico sino que con un movimiento de caderas lo fue introduciendo por completo en mis intestinos. Me creí morir, era tal el dolor que pensé que me iba a partir por la mitad y por eso, llorando le imploré que parara:
-Cállate, putita- soltó la mujer con un tono extrañamente dulce –Ya sabes que a mama le gusta hacerte el amor-
Paralizado por el sufrimiento y costándome hasta respirar, me quedé quieto deseando que terminara esa tortura.   Mi ex suegra obviando mi padecimiento, terminó de penetrarme y cuando la base del arnés ya chocaba contra mis nalgas, tomando nuevamente mi pene entre sus manos, empezó a moverse. Lentamente, mientras con sus dedos masturbaba mi miembro, esa puta usó su juguete para demoler la última de mis defensas. Nunca jamás se me había pasado por la cabeza que alguien me diera por culo y menos que ese alguien fuera la madre de mi ex, pero la verdad es que al cabo de unos minutos de gabalgar pausado, mi esfínter ya se había relajado e incomprensiblemente el dolor se fue convirtiendo en placer.
Doña María al percatarse del cambio, susurró a mi oído:
-Eres una calentorra-
Sus palabras fueron el inicio de una loca carrera donde esa puta machacaba sin compasión mi culo mientras se jactaba de ser mi dueña. Mi ex suegra contagiada de mi excitación movía con rapidez sus caderas, intentando que el extremo del arnés que tenía incrustado en su propio coño le llevara hasta el orgasmo.
-¡Muévete guarra!- exclamó excitada dando un sonoro azote en mis ya adoloridas nalgas -¡Quiero que te corras como la puta que eres!-
No sé si fue el golpe, si fue el dolor acumulado o si en realidad y contra toda mi lógica heterosexual, el que me tomara de esa forma me estaba gustando, pero lo cierto es que berreando entre lágrimas me corrí ruidosamente. Doña María al ver que de mi pene brotaba el producto de mi excitación, pegando un alarido se unió a mi orgasmo mientras mordía mi cuello en un intento de no gritar. El que si gritó fui yo, al sentir su mordisco, experimenté uno de los mayores placeres de mi vida y convulsionando sobre las sábanas terminé de vaciar de semen mis huevos.
Durante unos minutos yací casi desvanecido con el miembro de plástico incrustado en mi interior. Sin fuerzas para hacer otra cosa que esperar, me quedé tumbado con ella encima hasta que sin hablar, esa mujer se levantó de la cama y desapareció. Su partida me permitió desahogarme y llorando como un niño, pené mi desgracia sin importarme que mi captora me oyera. Esa zorra sin alma había acabado con toda mi personalidad en menos de doce horas y por eso, consumido por el llanto, sollocé por mi hombría perdida.


Epilogo:
 
Al cabo de dos horas, doña María retornó a la habitación. Se la veía contenta y nada más entrar, metió una cinta en el video y lo encendió mientras me decía:
-Putita, mira lo que he grabado-
Durante mas de una hora, tuve que soportar ver la humillación sufrida. Esa puta había filmado todo lo ocurrido. Cuando hubo terminado, me dijo:
-Ahora te voy a soltar pero recuerda que tengo copias de seguridad y si algo me ocurre, todos tus conocidos recibirán un ejemplar y sabrán que eres una zorrita masoquista y maricona. ¿Comprendes a lo que me refiero?-
-Si- contesté hundido porque esa mujer me tenía en sus manos.

 

Nada más liberarme de mis ataduras, recogí mi ropa y huí de esa casa, pero no de su vida porque todos los viernes, mi ex suegra viene a mi piso y renueva conmigo el perverso modo de amar con el que tenía sometida a su anterior familia. 


Si quieres ver un reportaje fotográfico más amplio sobre la modelo que inspira este relato búscalo en mi otro Blog:     http://fotosgolfas.blogspot.com.es/
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 

Relato erótico: “La profesora y el maniático” (POR WALUM).

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Hola soy Claudia, tengo 33 años, soy muy atractiva, demasiado, o sea en realidad mi cuerpo tuvo mucho que ver mis años de gimnasio, ya que siempre quise mantener todo en su lugar. Junto con mi cabello rubio bien claro y suavemente enrulado. Mis ojos color miel y grandes, mis pechos bien erguidos, desafiantes, incitan, mi perfecta cola, bien parada, resaltada por la ropa que me coloco y mis buenas piernas, no pasan desapercibidas, realmente mis medidas quedaron en 95-53-92.
Hay que sumarle a mi esbelta figura, que vivo sola en un departamento de un edificio viejo, y en mi piso soy la única habitante.
Desde que vine de mi pueblo, allá por el sur, nunca tuve sobresaltos.
Atraída por la gran ciudad, buscaba hacer mi carrera y salir del aburrimiento.
Buscaba la aventura, rechazar pretendientes, nunca traer hombres a mi departamento, solo tener la cabeza puesta en mis metas, convertirme en una excelente profesora de matemáticas, ir a bailar, salir de compras, era lo que me gustaba.
Después de unos meses comencé a trabajar en un colegio importante de la ciudad, fue un buen salto.
Llegó un día, que el colegio decidió ir de excursión a un hospital psiquiátrico y a un parque, para que conozcan un poco los alumnos, como no habían muchos profesores que fueran a ayudar con la disciplina me invitaron y yo acepté, nos encontramos a la mañana temprano, nos dijeron a quien teníamos que ver allá y fuimos, éramos 4 profesores y unos 40 o 45 alumnos mas o menos.
Cuando llegamos nos recibió un jefe médico, y comenzamos la recorrida. Después de conocerlo, el medico de muy buen habito nos invito a conocer todo el hospital, así que lo hicimos sin problemas. Recorrimos habían sectores de recreación y de arte, muy interesante, luego llegamos a otra puerta pero el medico se dio vuelta y nos dijo:
–Acá hay pacientes aislados porque son peligroso, no creo que quieran verlos.
 Los 4 ya decidimos que no era lo mejor para los chicos, pero ellos insistieron, el medico nos explicó que ninguno hablaba y que no hacían nada estando en sus celdas de altísima seguridad y que no había problema, ante estas garantías aceptamos, así que le dijimos que no había problema.
Ahí si estaban muy locos, a medida que pasábamos el medico nos contaban sus trastornos, era muy feo lo que contaba, hasta que llegamos a la ultima celda, había un sujeto sentado mirando al piso. Cuando nos vio, nos miró. Era castaño claro, de unos 35 años, pelo corto lacio, cejas muy tupidas, cara total de enajenado, gordo debía medir por lo menos 2 metros, su celda era muy fuerte se notaba, entonces el medico nos dijo porque estaba allí, era un depravado. El médico nos dijo que había violado cuatro mujeres, pero por habilidad del abogado estaba allí y no en la cárcel, aunque de cualquier manera, estaba loco. Habla poco, se masturba permanentemente y es muy peligroso hasta para sus compañeros.
Yo me quede helada al escuchar al médico y pensaba en lo sucio y vil del sujeto, él me miraba fijo y me dio mucho miedo, me quedé como atrapada ante tamaño del espécimen, los demás siguieron y yo parada por un segundo y mirándolo. Entonces el sujeto se agarró su miembro por encima del pantalón marcando un bulto enorme, luego me señalo y escuche un susurro creo o fue mi imaginación:
–La próxima sos vos mamacita. 
Yo me asuste muchísimo y salí casi corriendo, me integré al grupo y nos fuimos del manicomio.No le di mucha importancia a lo sucedido, ya que empezó el turno de exámenes y tenia que probar si mis alumnos habían aprendido bien lo que yo les explicaba.

Un día como cualquier otro, llegue a mi departamento cansada de tener que soportar a 40 adolescentes alborotados, agotada completamente, con ganas de un baño caliente y dormir, cuando, después de entrar a mi departamento, encontré un papel abajó, lo abrí y lo leí “La próxima sos vos mamacita. Ya la vas a probar”.
Del terror, la carta se me cayó al piso y me senté en la silla temblando.
¿Cómo había llegado eso a mi casa?, ¿Quién lo envió?
El pánico me invadió de tal manera que no podía reaccionar.
Traté de calmarme y pensar. Busqué el número de teléfono del loquero en la guía y llamé. Me dieron con el médico al que le expliqué todo lo que decía la carta.
“Es rarísimo. El tipo está acá en su pieza, lo acabo de ver. No entiendo como pudo ser. Tal vez sea una casualidad de otra persona, si él no sabe donde vive usted ¿cómo va a mandarle una carta?”, dijo el médico, mitad extrañado y mitad sospechando que yo mentía.
Corté, y deduje que a la policía no podía ir, con esa carta y cuando averigüen que el loco está encerrado, van a pensar que la loca soy yo.
Esa noche casi no dormí. Cerré todas las ventanas, a la puerta le di doble llave, hasta la puerta de mi pieza cerré con llave.
Iba mirando para todos lados en la calle, hasta llegar.
Tenía miedo y era como que lo buscaba entre la gente, estaba paranoica.
Luego de otro día agotador de clases, volví a casa y con miedo abrí la puerta y miré al piso, pero por suerte no había nada.
Me acosté sin dormir, pues me tocaba limpiar todo.
Cuando terminé de hacerlo, me di un baño bien caliente, me dispuse a prepararme la cena.
Mientras estaba cenando, sonó el teléfono, contesté y escuché “La próxima sos vos mamacita”. Cuando intenté preguntar quien era, cortaron.
Ahora sí, sentí como el corazón parecía salirse del pecho, como un frío helado me recorrió el cuerpo, mis pierna temblaban de tal manera que me tuve que sentar.
¿Qué hacer?, llamar de nuevo era absurdo pero tenía que sacarme las ganas de saber.
Llamé haciéndome pasar por otra persona y hable con el médico, para saber que estaban haciendo ahora el loco. El médico me dijo –Acaban de terminar de cenar y se prestaban a dormir.
La confusión mezclada con el miedo eran totales.
¿Cómo? ¿Quién?
Esa noche, nuevamente me encerré toda y no dormí. Cualquier ruido me sobresaltaba, me daba terror. No sabía cuanto tiempo mas podría resistir así.
Luego de pensarlo toda la noche, decidí que no podía seguir así y junté valor y fui al loquero al otro día. Como todos los días me levante, desayuné, me puse mi pantalón de jean celeste ajustado, mis tacos altos, una remera ajustada blanca, y salí rumbo al manicomio.
Lo vi al jefe médico y le dije lo del llamado.
-Realmente no entiendo, señorita que pasa. Ahora la voy a llevar para que lo vea. Yo le creo, pero póngase en mi lugar, tal vez usted se haya alterado al verlo y quedó sugestionada, no sé. Me dijo mirándome raro. Yo le dije que el llamado no era sugestión, y le mostré la carta. Pero él luego de leerla y escucharme seguía sin creerme.
Me llevó a la pieza del loco, me dijo que podía estar 5 minutos, mientras él se fue a una punta del pasillo a hablar con un enfermero.

El loco estaba sentado como la primera vez que lo vi, me miro, y yo le dije juntando coraje:
-¡¿Por qué me molesta?! ¡¡Termínela con sus amenazas porque acá saben todo!!
El sujeto me miraba raro como no entender lo que yo decía entonces justo intento hablar pero golpeo un bazo y se le calló al piso y el sujeto se asustó terriblemente y empezó a lagrimear.
No pude evitar sonreír al darme cuenta de que el sujeto estaba loco y que era como un bebe inofensivo, lo mire que ya se ponía a llorar y sonreí nuevamente, el sujeto se tomó nuevamente su bulto, pero ya no le di importancia, giré y me fui dándole las gracias al médico.
Me quede un poco mas tranquila pero, sin saber qué hacer. Sabía que el loco no era, entonces quien… tal vez era algún alumno que escucho lo que me dijo el loco y ahora estaba haciéndome una broma pesada.
Pasaron diez días en los que no recibí nada.
Un día como cualquier otro mirando las noticias de noche vi una urgente, se decía que había habido una fuga en un manicomio de la ciudad, yo me asuste un poco, pero los del informativo comunicaron que se trataban de pacientes del pabellón de mínima seguridad y que no eran peligrosos.
Igual por precaución y un poco de miedo cerré todo.
Pasé una noche dificilísima. Espiaba la calle permanentemente por la ventana al no poder consolidar el sueño, y solo respiraba cuando veía pasar al patrullero.
No me iba a quedar encerrada paranoicamente pensé, el esta en su celda si es da máxima seguridad y es una loco.
Al otro día estuve en mi casa, miraba televisión esperando sentir alguna noticia
Iba al colegio con un poco de miedo, pero como las amenazas habían cesado y poco a poco iban encontrando a cada uno de los locos me tranquilice, llego el viernes abrí las persianas porque adentro, en la oscuridad no aguantaba más.
Llamé a mi amiga Claudia para que viniera como todos los viernes después de que sale de trabajar, ella me dijo, que era imposible que este viernes viniera ya que había balance en la empresa y se tenía que quedar.
Yo le dije que estaba bien y me quede con un poco de miedo sola en mi casa, como no tenía que hacer comencé a probarme ropa nueva que había comprado hace unas semanas y combine toda clase de ropa, hasta que opté por unos tacos de 10 cm. mas o menos de punta de alfiler, un pantalón gris super ajustado hermoso y una remerita blanca ajustada también, un buen sostén y una minúscula tanga para que no se marcara tanto sobre el pantalón de vestir.
Después de terminar de cenar, fui a mi pieza, era muy

temprano todavía. De pronto sonó el teléfono. Atendí en el aparato de mi dormitorio.

Del otro lado de la línea escuché una voz ronca decir “La próxima sos vos mamacita ¿Te pusiste esa linda ropita para mi?
Me volví loca, me estaba viendo. Volé a cerrar la ventana y la persiana.
Volví a levantar el teléfono para llamar a la policía y no tenía tono, busqué algo por las dudas para defenderme y no había nada.
El error fue estar encerrada en la pieza. Abrí la puerta para ir a revisar si la puerta de la casa estaba con llave y congelándome lo vi al loco parado en el medio del comedor, con un celular en una mano, mientras con la otra se tocaba su bulto y se reía.
Había forzado la puerta, yo me quede atónita, pálida y temblando le dije “La policía sabe todo, vienen para acá. Váyase sino quiere que lo atrapen”.
El sujeto soberbiamente me contestó -Los de la policía deben ser videntes, porque vos no pudiste llamarlos, y no creo que lo sean. Yo comencé a gritar desesperadamente entonces el sujeto en un rápido movimiento se aproximó a mi y me dio una bofetada haciéndome caer al piso, yo del dolor me calle y casi no pude reaccionar, entonces el sujeto me dijo en tono violento -¡¡Te quedas quieta o te mato a trompadas, ya lo hice con una de aquellas cuatro, vos no me causarías problemas!! Yo respiraba agitada, me moría de miedo el corazón me salía del pecho, el sujeto era enorme y estaba justo parado delante mío, entonces me tomó del pelo fuertemente haciéndome mucho daño y me paró de un solo tirón dejándome delante de el. El sujeto me miró de arriba abajo, me miraba libidinosamente, su boca goteaba un poco mas de verme, entonces me dijo -¡Estás muy buena de verdad. Tenés unas tetas grandes y divinas, tu culo es espectacular. Te voy a perforar toda muñeca!
El sujeto rápidamente teniéndome de los pelos me dirigió hacia mi pieza, mientras yo estaba a punto de gritar entre lagrimas, y me dijo -¡¡Si gritas o haces las cosas mal, te voy a matar, no tengo nada que perder!! Luego ya en mi pieza yo temblaba de miedo y no sabia de lo que era capaz este loco, entonces vi que se empezó a sacar la camisa, luego bajó sus pantalones, quedando solo con slip negro mugriento y bajo el se notaba un enorme bulto. También mostraba su gorda persona, grande pero gorda y muy peludo su cuerpo con un olor que mataba, era totalmente desagradable verlo, el sujeto se reía y me miraba babeando, yo moría de miedo sin saber lo que ese loco era capaz de obligarme ha hacer, sabiendo que corría peligro mi vida.
El sujeto me miró y me dijo en tono fuerte -¡¡Bueno, vamos a ver, sácate la remerita despacio, siempre mirándome a los ojos sacando tu lengüita y yo te digo lo que vas haciendo!! Su boca media abierta, babeando como un ser no normal me daba mucho miedo así que hice lo que me pidió tal cual lo pidió mientras que lo miraba fijamente, el se tocaba su enorme bulto mostrando que debía tener un gran tamaño.
Cuando quede solo con el sostén blanco el loco comenzó a aproximarse a mi, yo me empecé a hacer para atrás de terror que sentía, el rápidamente estaba delante mío y por mas que yo tenia puestos mis altos tacos le llegaba a la altura de su pecho, de pronto sus brazos se abrieron y me sujetaron fuertemente, sus manos me agarraban fácilmente y me tenían totalmente aprisionada, el pánico me invadía completamente, entonces con una de sus enormes manos arrancó violentamente mi sostén dejando mis pechos expuestos, el los miró babeando para luego decirme -¡¡Que ricas tetas tenes putita!! Luego sus manos se apoderaron de mi delantera completamente, el enfermo mental las masajeaba salvajemente, me los apretaba, los movía en círculos, los juntaba y los separaba.

Me mordía los pezones, los tiraba con su boca bien para arriba, me las apretaba con sus manos, me las escupía y succionaba su saliva de ahí, mientras que gritaba eufóricamente ¡¡Mierda, que tetas! ¡Son enormes! Yo miraba con odio y miedo al depravado sujeto deleitándose con mis pechos desaforadamente. Luego apartó su cabeza de mis pechos, me miro con saliva entre sus labios y cara de enfermo y me dijo de un grito:
 -¡¡Ponete de rodillas ahora!!
Yo estaba helada, el sujeto me soltó y comencé a arrodillarme lentamente con un miedo atroz, sin saber que locura podría hacerme. Quedando de rodillas frente a enorme espécimen imponía muchísimo miedo, entonces el sujeto se bajó su mugriento slip y dejo a la vista su miembro, yo llore mientras lo miraba, era terrible, enorme, monstruoso, y estaba toda parada desafiante. El riéndose, tomó ese bruto aparato con una mano, y me pegaba con él en la cara, me lo pasó por la nariz, los labios, los ojos, el muy maldito lo mojaba con mis lágrimas dándole un hermoso placer. Era totalmente espantosa y humillante la situación a la que me sometía el loco asqueroso.
Después de como 15 minutos con esa exhibición de poder, se quedó mirándome nuevamente, entonces puso su gran pija entre el medio de mis pechos me miro y me dijo fuertemente:
 -¡¡Ahora juntá tus ricas tetas contra mi palo y movete de arriba abajo, pajeame con tus tetasas!!
Yo me sentía terriblemente humillada pero lo hice, no tenía otra opción, el movimiento era rápido, mientras lo miraba con odio y el gozaba de mi totalmente, mientras me tomaba del cuello y decía:
 -¡¡Yo se que te esta gustando puta!!
Mis lágrimas no cesaban al escuchar sus comentarios, luego me separó de el diciendo:
-¡¡Chupala zorra!!
Yo no quise hacerlo, me negué completamente, entonces el que me sujetaba del cuello me apretó violentamente diciendo:
 -¡¡Dale o te parto el cuello puta!!
Agarré su miembro con mi mano y casi no podía sostenerlo, y me lo lleve a la boca rápidamente para no dudar mas, el olor era asqueroso y su grosor casi no entraba en mi boca, mientras que miraba como gozaba ese sátiro conmigo, sintiéndose triunfador, tenerme absolutamente impotente entre sus manos, en esos momentos era suya, suya para gozarme a su voluntad, suya para satisfacer cualquier capricho de su terrible deseo sexual. Eso me mortificaba más psicológicamente que cualquier cosa. Mientras lloraba constantemente.
Yo seguía con mi humillante labor, hasta que el sujeto sacó rápidamente su miembro de mi boca, me agarró por los brazos, me puso de pie delante de el y me empujó violentamente sobre mi cama, yo caí media atónita por la violencia con la que hizo todo y me quede quieta, muerta de miedo, luego el sujeto desprendió mi pantalón gris y lo jaló fuertemente hasta sacarlo completamente, dejándome solo con mi tanga blanca y mis tacos altos. Me sentía indefensa y mi corazón no paraba de latir de miedo.

Luego se puso casi arriba mío, me acariciaba la concha por arriba de la tanga, me apoyó la cabeza de su enorme miembro y presionaba como para penetrarme con tanga y todo, escupió la tanga y la limpió con su lengua, me chupó toda la tanga. De pronto rompió la tanga de los costados, la sacó y me la refregó por la cara, se la puso en la boca y la chupaba, mientras me miraba con ojos de estar disfrutando un manjar.
Yo lloraba totalmente viendo a ese enfermo mental humillándome completamente. Luego levanto mis piernas apuntando al cielo, poniéndolas sobre sus hombros, tiró su cuerpo sobre el mío, quedando mis piernas al costado de mi cara, se subió arriba mío y me dijo con odio cerca de mi cara -¡¡Ahora yegua vas a conocer el dolor y el placer, te los voy a destrozar puta. Fuiste a verme vestida de putita solo para cagarte de risa de mí y a mostrarme tus ricas tetas y tu delicioso culito, pero ahora te tengo yo y te voy a disfrutar puta!! Estaba desencajado, totalmente loco, mientras me decía eso, me dio un cachetazo y me pellizcaba con todo los pezones haciéndome mover toda, puso la cabeza de su miembro en la entrada de mi vagina y junto con un terrible grito que dio, la metió.
Vi dar vueltas todo a mí alrededor, grite fuera de mi:
 -¡¡¡AAAAHhhhhhhyyyyyy!!
Una oleada de puntadas abajo me perforaba, sabía que me estaba desgarrando todo, lloraba y lloraba y me contorsionaba toda, era terrible, punzante y mis gritos no cesaban:
-¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!!
El saltaba sobre mi cuerpo, me enterraba su miembro en lo más profundo de mí, parecía que la cama no aguantaría sus violentas embestidas y se desplomaría en cualquier momento, mi cuerpo desaparecía bajo el suyo, era horrible y humillante. Al poco tiempo ya tenía todo su miembro adentro. El loco me miraba y me decía a los gritos:
 -¡¡¡¿Y ahora yegua?!!! ¡¡Te la enterré hasta los huevos putita. ¿Te duele no?!!! ¡¡Pero te gusta tenerla adentro te voy a reventar toda puta!!- Y siguió con un bruto bombeo.
Hasta que descargó una cantidad asombrosa dentro de mi, sentí todo su liquido entrar rápidamente hasta lo mas profundo de mi ser y el daba un grito de gozo fuertísimo:
 -¡¡¡AAAAHOOOOAAAa!!
Yo me quede media dormida, destrozada completamente, no se que mas paso por un rato, estaba mareada y sin saber que pasaría. Luego de la terrible violación que acababa de sufrir, no tenia sentido mi vida casi, cuando pude despertarme, el sujeto estaba mirándome libidinosamente como desde el primer día en que me vio y dijo en tono burlón:
 -¡¡Viste que la próxima ibas a ser vos perrita!!
Yo lloraba mas aun y quería matar al loco desaforado que ultrajaba la poca dignidad que me quedaba, el se dio vuelta y tiró sobre la cama ropa diciéndome:

 -¡Vestite puta!
Yo rápidamente lo hice añorando su huida rápida al decirme que me vistiera, el sujeto había elegido ropa muy chica, una tanga rosadita caladísima, un pantalón ajustado celeste de calza, y una remerita de colores ajustada, luego de vestirme me quede parada sin saber que hacer, entonces el me miraba solamente, miré la hora y eran las 22:20 o por ahí, supuse que tal vez el sujeto se iría para aprovechar huir en plena noche.
Pero no era así. El sujeto se había puesto su slip mugriento nada más para contener su terrible miembro. Que se lo acariciaba mientras se baboseaba conmigo y decía:
 –¡¡Que rica estas mamacita, sos una yegua infernal, ese culazo que tenes!!
Yo estaba helada parada en el medio de mi habitación, con demente sexual a 2 metros. De pronto el sujeto comenzó a aproximarse, el miedo me invadió totalmente, mi corazón latía aceleradísimo, mis piernas temblaban no sabia que haría ese enfermo ahora. El sádico me tomó con sus enormes manos de mi pequeña cintura, refregó su miembro por mi entre pierna y pasó su lengua por mi cara, yo estaba a punto de escupirlo al muy maldito, pero la fuerza con la que me tenia me daba mucho miedo.
El sujeto estaba agitado y excitadísimo se le notaba fácilmente, sus manos soltaron mi delgada cintura y se dirigieron a mi cola, la cual apretó violentamente y masajeó a su antojo rápidamente diciéndome:
 -¡¡Tenes un culito divino!!
Lloraba completamente mientras el disfrutaba de mi hermoso cuerpo, de pronto me giró rápidamente quedando detrás mío y me dijo:
 -¡¡Ahora saca este culito para afuera, paralo, movelo contra mi bulto y pedime que lo rompa, ofrécemelo!!
Entre lagrimas siempre le dije suplicando:
 –No, por favor, no cualquier cosa pero eso no.
El sujeto me tomó del pelo me pegó un terrible tirón diciéndome:
 -¡¡Ya me cansé de vos, ahora te ahorco y te lo rompo igual!!
Yo muerta de miedo al saber que estaba totalmente loco le dije:
 -No, no, no, está bien, hago todo.
Entonces hice lo que el maldito me pidió saque mi cola y comencé a refregarla por el mugriento slip de él a medida que le decía:
 -Te doy mi culito virgen ¿lo querés? Es todito tuyo.
 Luego de decir esas bajas palabras sentí que no tenía vida, me sentí la peor mujer del mundo, culpable. El sujeto gritaba excitado:

 -¡¡Insultame y pedime que te lo destroce!! Fuera de sí, apretándose con las dos manos su bultazo.
Yo ya no tenia nada que perder, estaba muerta de miedo, le dije:
 -Acá tenes mi colita roñoso de mierda, meteme esa pijita si tenes huevos y desvirgármelo, sucio hijo de puta, me das ganas de vomitar.
La bronca y la impotencia sobre salieron en mis comentarios, mientras que en un espejo veía como el sujeto me tenia por detrás apoyando su terrible miembro en mi parada cola. El se puso más que loco, y apretándome de la cintura me apoyó con violencia el temible bulto y me dijo al oído:
-¡¡Te voy a meter la pija hasta los huevos, la voy a dejar enterrada más de una hora en tu deseado culito!!
Yo presa del pánico cerré los ojos. De pronto sentí que el sujeto jalaba mi remera fuertemente hasta que consiguió romperla, mis pechos quedaron a su disposición, los cual estrujo desde atrás mientras que seguía apoyando su miembro en mi cola, los apretó rápidamente y luego me bajó de un solo tirón mi pantaloncito ajustado, yo me quede solo con mi tanguita rosada y muerta de miedo.
El sujeto soltó mis pechos y apretó mis nalgas constantemente, también apoyaba su slip que se podía sentir completamente su enorme tamaño sobre mi divina cola, yo moqueaba entre lagrimas, el sujeto solo se babeaba asquerosamente mirando, sobando y apretando mi cola, luego dijo con total morbosidad:
-¡¡Que hembra infernal sos Claudia, desde que vi tu culito cuando fuiste con el colegio, no hago mas que pensar en él, no dormí pensando en mi pene todo adentro de este divino culito, sabes, tuve que masturbarme constantemente, pero ahora las cosas cambiaron y ahora lo tengo acá totalmente indefenso esperando recibir un buen pijazo!!
Y luego largo una carcajada terrorífica, el escalofrió fue total, el miedo era insoportable, sus comentarios locos y sexo patas me asustaban mas, no sabia que hacer, no tenia muchas opciones.
El sujeto seguía manoseando mi divino tesoro mientras que seguía balbuceando:
 -¡¡Claudia te aseguro que te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo te voy a bombear salvajemente, no te vas a poder sentar en un mes puta!!
Yo estaba helada con un miedo terrible, suplicando que un milagro ocurriera, de pronto me tiró sobre la cama fuertemente, agarró mi delgada tanga y la arrancó fuertemente casi levantándome con el tirón que le dio.
Yo había quedado tendida en la cama completamente, quieta presa del pánico y terror que sentía al ver sus violentos movimientos, luego el sujeto se subió sobre mi, aunque difícilmente ya que su con su enorme tamaño me mataría aplastada, tomó mis nalgas, las separó y empezó a colocar la punta de su aterrador miembro sobre la entrada de mi hermosa cola virgen hasta ese momento, poco a poco su cabeza comenzó a abrirse en mi esfínter, el dolor era pavoroso y me hacia dar gritos histéricos de dolor:
 -¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡Noooooooo!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡Nooo!!
Pero su miembro seguía entrando cada vez mas, hasta que el sujeto paro de hacerlo, yo respiraba agitada de dolor y mis lagrimas brotaban velozmente de mis ojos, mientras que el maldito loco me decía:
 -¡¿Te gusta?! ¡¡Está toda adentro de tu delicioso culo!! ¡¿Qué sentís ahora que estás desvirgada?!
Yo lloraba desoladamente de dolor, bronca e impotencia, mientras el me deliraba y gozaba como un cerdo psicópata sexual.
De pronto el gordo sujeto apretó mis nalgas y comenzó a moverse primero lentamente y luego aceleró salvajemente, sacando y metiendo su enorme miembro en mi cola, el sujeto parecía que saltaba sobre mi, apoyándose en mis nalgas o mi espalda, apretándome contra el colchón mientras yo gritaba de dolor y desconsuelo:
 -¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡Noooo, por favor basta!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!!
Pero el sujeto no le daba el mínimo interés a mi dolor y mis gritos de clemencia y seguía acometiendo mas violentamente haciéndolo a propósito. El mundo estalló a mí alrededor. Era brutal, bestial, indescriptible el dolor, no imaginable, parecía que mi cola explotaba. La presión seguía y yo sentía como este maldito me perforaba hasta los intestinos. Mientras que se reía el sádico asqueroso, yo movía la cabeza para los costados desesperada.
Me metía su miembro fuerte como con odio. Yo seguía gritando alocadamente de dolor y bronca, mientras que el sujeto totalmente desenfrenado se subió mas arriba mío, puso sus manos sobre mi espalda y me acometía con mas y mas fuerza haciéndome gritar mas fuerte cada vez:
 -¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!!
Yo me agarraba fuertemente a la sabana, mientras sentía sus muslos chocar contra mis nalgas velozmente y el horrible sonido de su pelvis chocando contra mi cola haciendo ¡plop!, ¡plop!, ¡plop! Mientras que el sujeto gritaba:
 -¡¡Putita que culo infernal tenes!!
Yo lloraba y seguía escuchando ese asqueroso ¡plop! ¡plop! ¡plop! por las estocadas salvajes que recibía mis glúteos vibraban fuertemente con cada penetración. Yo seguía gritando casi desmayada y escuche al maldito que gritaba:
-¡¡Toma profesorita, sentí toda la leche en tu hermoso culito!!
Acabando completamente dentro de mi cola quedé atontada y media dormida.
Después de un tiempo no se cuanto, reaccione un poco entre dormida, seguía tirada sobre la cama en la posición donde había sido violada hace unos instantes, entonces sentí como el sujeto masajeaba mi cola todavía no se desde cuando, entonces dijo:
 -¡¡Dale putita recuperate, que te la quiero volver a poner en el culo!! ¡¡Me ha encantado, estaba delicioso, realmente me ha gustado mucho!!

Yo escuchaba sus asquerosas palabras sabiendo que había desvirgado mi hermosa cola, que en mi vida había pensado hacerlo y este gordo asqueroso me había ultrajado completamente. Mientras seguía con sus manoseos imparables el asqueroso y decía en tono de burla:
 -¡¡Mirá como lo tengo a tu espectacular culo, paradito, desafiándome para que lo vuelva a romper, y lo voy a volver hacer no tengo dudas!!
Yo no podía parar de llorar al escuchar sus viles intenciones, ya estaba muerta casi, mientras que el maldito loco seguía tranquilo como si nada.
Al rato después de un leve tiempo el sujeto se preparo para cumplir con su promesa, yo estaba aterrada sabiendo que no podría hacer nada para evitarlo, me levanto fuertemente y me llevo hacia el espaldar de mi cama, ahí me tuve que aferrar al espaldar y quedar casi en cuatro patas, mientras que el maldito sujeto estaba agitado totalmente excitado, yo temblaba con muchísimo miedo sabiendo que el sádico volvería a acometer contra mi hermosa cola.
El loco se colocó atrás, con una mano me tenia por la cadera teniéndome con mucha fuerza y con la otra empezó a dirigir a su gigante miembro hacia mi hermosa cola. Rápidamente empezó y a empujar, sentí que la enorme cabeza de su miembro empezaba a romper el orificio nuevamente. Yo desesperada de dolor le grite:
 -¡¡Sacala hijo de puta, degenerado, aaaahhhhyyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!!
Pero el nuevamente como antes me metió todo su miembro en mi interior. Yo golpeaba el espaldar de la cama, mientras abría mi boca buscando desesperadamente aire.
Y seguía gritando aceleradamente, mientras que el seguía metiendo su miembro, cuando entro toda en mi interior, con su boca en mi nuca me dijo vilmente:
 -¡¡Sentila bien yegua que te va a quedar el culo bien abierto!!
Y luego comenzó moverse violentamente contra mí, haciéndome gritar aun más. Pero el maldito loco, se reía y seguía bombeando cada vez más fuerte. Sus movimientos eran salvajes muy fuertes arrancándome gritos de dolor.
 -¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!!
Parecía que no acabaría mas el maldito y me haría sufrir mucho mas tiempo, pero de pronto paró sus violentos movimientos, sacando su miembro de mi ser, me tomó por la cintura fuertemente y en un movimiento violento me volteó dejándome delante de el, de rodillas. Entonces el comenzó a masturbarse delante mío mientras gritaba:
 -¡¡Mirame zorra, mirame!!
Yo lo miraba muerta de miedo y con terrible odio, entonces el maldito comenzó a descargar su asqueroso liquido sobre mi cara mientras que gritaba de gozo:
 -¡¡Aaoooo!! ¡¡Aaoooo!! ¡¡Aaoooo!!
Los chorros de su asqueroso liquido pegaban en mi frente y se corrían hasta mi barbilla, en mis cachetes, en mi pelo, entre mis ojos, en mi boca en toda mi cara y una asombrosa cantidad. Yo me sentía demasiado humillada mientras que el seguía largando su liquido sobre mi. Luego abrió un poco mi boca apretando mi mandíbula y metió la cabeza de su miembro, limpiándose.
Yo no podía ver, pero el sujeto rápidamente se vistió y sentí que salio corriendo mientras yo gritaba como loca. Me limpie como pude e intente socorrerme, fue cuando encontré una nota que decía:
 -¡¡Que rica estabas mamacita!! Yo me senté llorando completamente humillada por un demente y adolorida.



 

Relato erótico: “Otro loco” (POR WALUM)

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Sin título1

Lz
Hola soy Claudia, tengo 33 años, soy muy atractiva, demasiado, o sea en realidad mi cuerpo tuvo mucho que ver mis años de gimnasio, ya que siempre quise mantener todo en su lugar. Junto con mi cabello rubio bien claro y suavemente enrulado. Mis ojos color miel y grandes, mis pechos bien erguidos, desafiantes, incitan, mi perfecta cola, bien parada, resaltada por la ropa que me coloco y mis buenas piernas, no pasan desapercibidas, realmente mis medidas quedaron en 95-53-92.
Hay que sumarle a mi esbelta figura, que vivo sola en un departamento de un edificio viejo, y en mi piso soy la única habitante.
Desde que vine de mi pueblo, allá por el sur, nunca tuve sobresaltos.
Atraída por la gran ciudad, buscaba hacer mi carrera y salir del aburrimiento.
Buscaba la aventura, rechazar pretendientes, nunca traer hombres a mi departamento, solo tener la cabeza puesta en mis metas, convertirme en una excelente profesora de matemáticas, ir a bailar, salir de compras, era lo que me gustaba.
Después de unos meses comencé a trabajar en un colegio importante de la ciudad, fue un buen salto.
Llegó un día, que el colegio decidió ir de excursión a un hospital psiquiátrico y a un parque, para que conozcan un poco los alumnos, como no habían muchos profesores que fueran a ayudar con la disciplina me invitaron y yo acepté, nos encontramos a la mañana temprano, nos dijeron a quien teníamos que ver allá y fuimos, éramos 4 profesores y unos 40 o 45 alumnos mas o menos.
Cuando llegamos nos recibió un jefe médico, y comenzamos la recorrida. Después de conocerlo, el medico de muy buen habito nos invito a conocer todo el hospital, así que lo hicimos sin problemas. Recorrimos habían sectores de recreación y de arte, muy interesante, luego llegamos a otra puerta pero el medico se dio vuelta y nos dijo –Acá hay pacientes aislados porque son peligroso, no creo que quieran verlos. Los 4 ya decidimos que no era lo mejor para los chicos, pero ellos insistieron, el medico nos explico que ninguno hablaba y que no hacían nada estando en sus celdas de altísima seguridad y que no había problema, ante estas garantías aceptamos, así que le dijimos que no había problema.
Ahí si estaban muy locos, a medida que pasábamos el medico nos contaban sus trastornos, era muy feo lo que contaba, hasta que llegamos a la ultima celda, había un sujeto sentado mirando al piso. Cuando nos vio, nos miró. Era castaño claro, de unos 35 años, pelo corto lacio, cejas muy tupidas, cara total de enajenado, gordo debía medir por lo menos 2 metros, su celda era muy fuerte se notaba, entonces el medico nos dijo porque estaba allí, era un depravado. El médico nos dijo que había violado cuatro mujeres, pero por habilidad del abogado estaba allí y no en la cárcel, aunque de cualquier manera, estaba loco. Habla poco, se masturba permanentemente y es muy peligroso hasta para sus compañeros.
Yo me quede helada al escuchar al medico y pensaba en lo sucio y vil del sujeto, él me miraba fijo y me dio mucho miedo, me quedé como atrapada ante tamaño del espécimen, los demás siguieron y yo parada por un segundo y mirándolo. Entonces el sujeto se agarró su miembro por encima del pantalón marcando un bulto enorme, luego me señalo y escuche un susurro creo o fue mi imaginación –La próxima sos vos mamacita. Yo me asuste muchísimo y salí casi corriendo, me integré al grupo y nos fuimos del manicomio.
No le di mucha importancia a lo sucedido, ya que empezó el turno de exámenes y tenia que probar si mis alumnos habían aprendido bien lo que yo les explicaba.
Un día como cualquier otro, llegue a mi departamento cansada de tener que soportar a 40 adolescentes alborotados, agotada completamente, con ganas de un baño caliente y dormir, cuando, después de entrar a mi departamento, encontré un papel abajó, lo abrí y lo leí “La próxima sos vos mamacita. Ya la vas a probar”.
Del terror, la carta se me cayó al piso y me senté en la silla temblando.
¿Cómo había llegado eso a mi casa?, ¿Quién lo envió?
El pánico me invadió de tal manera que no podía reaccionar.
Traté de calmarme y pensar. Busqué el número de teléfono del loquero en la guía y llamé. Me dieron con el médico al que le expliqué todo lo que decía la carta.
“Es rarísimo. El tipo está acá en su pieza, lo acabo de ver. No entiendo como pudo ser. Tal vez sea una casualidad de otra persona, si él no sabe donde vive usted ¿cómo va a mandarle una carta?”, dijo el médico, mitad extrañado y mitad sospechando que yo mentía.
Corté, y deduje que a la policía no podía ir, con esa carta y cuando averigüen que el loco está encerrado, van a pensar que la loca soy yo.
Esa noche casi no dormí. Cerré todas las ventanas, a la puerta le di doble llave, hasta la puerta de mi pieza cerré con llave.
Iba mirando para todos lados en la calle, hasta llegar.
Tenía miedo y era como que lo buscaba entre la gente, estaba paranoica.
Luego de otro día agotador de clases, volví a casa y con miedo abrí la puerta y miré al piso, pero por suerte no había nada.
Me acosté sin dormir, pues me tocaba limpiar todo.
Cuando terminé de hacerlo, me di un baño bien caliente, me dispuse a prepararme la cena.
Mientras estaba cenando, sonó el teléfono, contesté y escuché “La próxima sos vos mamacita”.Cuando intenté preguntar quien era, cortaron.
Ahora sí, sentí como el corazón parecía salirse del pecho, como un frío helado me recorrió el cuerpo, mis pierna temblaban de tal manera que me tuve que sentar.
¿Qué hacer?, llamar de nuevo era absurdo pero tenía que sacarme las ganas de saber.
Llamé haciéndome pasar por otra persona y hable con el medico, para saber que estaban haciendo ahora el loco. El medico me dijo –Acaban de terminar de cenar y se prestaban a dormir.
La confusión mezclada con el miedo eran totales.
¿Cómo? ¿Quién?
Esa noche, nuevamente me encerré toda y no dormí. Cualquier ruido me sobresaltaba, me daba terror. No sabía cuanto tiempo mas podría resistir así.
Luego de pensarlo toda la noche, decidí que no podía seguir así y junté valor y fui al loquero al otro día. Como todos los días me levante, desayuné, me puse mi pantalón de jean celeste ajustado, mis tacos altos, una remera ajustada blanca, y salí rumbo al manicomio.
Lo vi al jefe médico y le dije lo del llamado.
-Realmente no entiendo, señorita que pasa. Ahora la voy a llevar para que lo vea. Yo le creo, pero póngase en mi lugar, tal vez usted se haya alterado al verlo y quedó sugestionada, no sé. Me dijo mirándome raro. Yo le dije que el llamado no era sugestión, y le mostré la carta. Pero él luego de leerla y escucharme seguía sin creerme.
Me llevó a la pieza del loco, me dijo que podía estar 5 minutos, mientras él se fue a una punta del pasillo a hablar con un enfermero.
El loco estaba sentado como la primera vez que lo vi, me miro, y yo le dije juntando coraje -¡¿Por qué me molesta?! ¡¡Termínela con sus amenazas porque acá saben todo!!
El sujeto me miraba raro como no entender lo que yo decía entonces justo intento hablar pero golpeo un bazo y se le calló al piso y el sujeto se asusto terriblemente y empezó a lagrimear.
No pude evitar sonreír al darme cuenta de que el sujeto estaba loco y que era como un bebe inofensivo, lo mire que ya se ponía a llorar y sonreí nuevamente, el sujeto se tomo nuevamente su bulto, pero ya no le di importancia, giré y me fui dándole las gracias al medico.
Me quede un poco mas tranquila pero, sin saber que hacer. Sabía que el loco no era, entonces quien… tal vez era algún alumno que escucho lo que me dijo el loco y ahora estaba haciéndome una broma pesada.
Pasaron diez días en los que no recibí nada.
Un día como cualquier otro mirando las noticias de noche vi una urgente, se decía que había habido una fuga en un manicomio de la ciudad, yo me asuste un poco, pero los del informativo comunicaron que se trataban de pacientes del pabellón de mínima seguridad y que no eran peligrosos.
Igual por precaución y un poco de miedo cerré todo.
Pasé una noche dificilísima. Espiaba la calle permanentemente por la ventana al no poder consolidar el sueño, y solo respiraba cuando veía pasar al patrullero.
No me iba a quedar encerrada paranoicamente pensé, el esta en su celda si es da máxima seguridad y es una loco.
Al otro día estuve en mi casa, miraba televisión esperando sentir alguna noticia
Iba al colegio con un poco de miedo, pero como las amenazas habían cesado y poco a poco iban encontrando a cada uno de los locos me tranquilice, llego el viernes abrí las persianas porque adentro, en la oscuridad no aguantaba más.
Llamé a mi amiga Claudia para que viniera como todos los viernes después de que sale de trabajar, ella me dijo, que era imposible que este viernes viniera ya que había balance en la empresa y se tenía que quedar.
Yo le dije que estaba bien y me quede con un poco de miedo sola en mi casa, como no tenia que hacer comencé a probarme ropa nueva que había comprado hace unas semanas y combine toda clase de ropa, hasta que opté por unos tacos de 10 cm. mas o menos de punta de alfiler, un pantalón gris super ajustado hermoso y una remerita blanca ajustada también, un buen sostén y una minúscula tanga para que no se marcara tanto sobre el pantalón de vestir.
Después de terminar de cenar, fui a mi pieza, era muy temprano todavía. De pronto sonó el teléfono. Atendí en el aparato de mi dormitorio.
Del otro lado de la línea escuché una voz ronca decir “La próxima sos vos mamacita ¿Te pusiste esa linda ropita para mi?
Me volví loca, me estaba viendo. Volé a cerrar la ventana y la persiana.
Volví a levantar el teléfono para llamar a la policía y no tenía tono, busqué algo por las dudas para defenderme y no había nada.
El error fue estar encerrada en la pieza. Abrí la puerta para ir a revisar si la puerta de la casa estaba con llave y congelándome lo vi al loco parado en el medio del comedor, con un celular en una mano, mientras con la otra se tocaba su bulto y se reía.
Había forzado la puerta, yo me quede atónita, pálida y temblando le dije “La policía sabe todo, vienen para acá. Váyase sino quiere que lo atrapen”.
El sujeto soberbiamente me contestó -Los de la policía deben ser videntes, porque vos no pudiste llamarlos, y no creo que lo sean. Yo comencé a gritar desesperadamente entonces el sujeto en un rápido movimiento se aproximó a mi y me dio una bofetada haciéndome caer al piso, yo del dolor me calle y casi no pude reaccionar, entonces el sujeto me dijo en tono violento -¡¡Te quedas quieta o te mato a trompadas, ya lo hice con una de aquellas cuatro, vos no me causarías problemas!! Yo respiraba agitada, me moría de miedo el corazón me salía del pecho, el sujeto era enorme y estaba justo parado delante mío, entonces me tomó del pelo fuertemente haciéndome mucho daño y me paró de un solo tirón dejándome delante de el. El sujeto me miró de arriba abajo, me miraba libidinosamente, su boca goteaba un poco mas de verme, entonces me dijo -¡Estás muy buena de verdad. Tenés unas tetas grandes y divinas, tu culo es espectacular. Te voy a perforar toda muñeca!

 

El sujeto rápidamente teniéndome de los pelos me dirigió hacia mi pieza, mientras yo estaba a punto de gritar entre lagrimas, y me dijo -¡¡Si gritas o haces las cosas mal, te voy a matar, no tengo nada que perder!! Luego ya en mi pieza yo temblaba de miedo y no sabia de lo que era capaz este loco, entonces vi que se empezó a sacar la camisa, luego bajó sus pantalones, quedando solo con slip negro mugriento y bajo el se notaba un enorme bulto. También mostraba su gorda persona, grande pero gorda y muy peludo su cuerpo con un olor que mataba, era totalmente desagradable verlo, el sujeto se reía y me miraba babeando, yo moría de miedo sin saber lo que ese loco era capaz de obligarme ha hacer, sabiendo que corría peligro mi vida.
El sujeto me miró y me dijo en tono fuerte -¡¡Bueno, vamos a ver, sacate la remerita despacio, siempre mirándome a los ojos sacando tu lengüita y yo te digo lo que vas haciendo!! Su boca media abierta, babeando como un ser no normal me daba mucho miedo así que hice lo que me pidió tal cual lo pidió mientras que lo miraba fijamente, el se tocaba su enorme bulto mostrando que debía tener un gran tamaño.
Cuando quede solo con el sostén blanco el loco comenzó a aproximarse a mi, yo me empecé a hacer para atrás de terror que sentía, el rápidamente estaba delante mío y por mas que yo tenia puestos mis altos tacos le llegaba a la altura de su pecho, de pronto sus brazos se abrieron y me sujetaron fuertemente, sus manos me agarraban fácilmente y me tenían totalmente aprisionada, el pánico me invadía completamente, entonces con una de sus enormes manos arrancó violentamente mi sostén dejando mis pechos expuestos, el los miró babeando para luego decirme –¡¡Que ricas tetas tenes putita!! Luego sus manos se apoderaron de mi delantera completamente, el enfermo mental las masajeaba salvajemente, me los apretaba, los movía en círculos, los juntaba y los separaba.
Me mordía los pezones, los tiraba con su boca bien para arriba, me las apretaba con sus manos, me las escupía y succionaba su saliva de ahí, mientras que gritaba eufóricamente ¡¡Mierda, que tetas! ¡Son enormes! Yo miraba con odio y miedo al depravado sujeto deleitándose con mis pechos desaforadamente. Luego apartó su cabeza de mis pechos, me miro con saliva entre sus labios y cara de enfermo y me dijo de un grito -¡¡Ponete de rodillas ahora!! Yo estaba helada, el sujeto me soltó y comencé a arrodillarme lentamente con un miedo atroz, sin saber que locura podría hacerme. Quedando de rodillas frente a enorme espécimen imponía muchísimo miedo, entonces el sujeto se bajó su mugriento slip y dejo a la vista su miembro, yo llore mientras lo miraba, era terrible, enorme, monstruoso, y estaba toda parada desafiante. El riéndose, tomó ese bruto aparato con una mano, y me pegaba con él en la cara, me lo pasó por la nariz, los labios, los ojos, el muy maldito lo mojaba con mis lágrimas dándole un hermoso placer. Era totalmente espantosa y humillante la situación a la que me sometía el loco asqueroso.
Después de como 15 minutos con esa exhibición de poder, se quedó mirándome nuevamente, entonces puso su gran pija entre el medio de mis pechos me miro y me dijo fuertemente -¡¡Ahora juntá tus ricas tetas contra mi palo y movete de arriba abajo, pajeame con tus tetasas!! Yo me sentía terriblemente humillada pero lo hice, no tenia otra opción, el movimiento era rápido, mientras lo miraba con odio y el gozaba de mi totalmente, mientras me tomaba del cuello y decía -¡¡Yo se que te esta gustando puta!! Mis lagrimas no cesaban al escuchar sus comentarios, luego me separó de el diciendo -¡¡Chupala zorra!! Yo no quise hacerlo, me negué completamente, entonces el que me sujetaba del cuello me apretó violentamente diciendo -¡¡Dale o te parto el cuello puta!! Yo agarre su miembro con mi mano y casi no podía sostenerlo, y me lo lleve a la boca rápidamente para no dudar mas, el olor era asqueroso y su grosor casi no entraba en mi boca, mientras que miraba como gozaba ese sátiro conmigo, sintiéndose triunfador, tenerme absolutamente impotente entre sus manos, en esos momentos era suya, suya para gozarme a su voluntad, suya para satisfacer cualquier capricho de su terrible deseo sexual. Eso me mortificaba más psicológicamente que cualquier cosa. Mientras lloraba constantemente.
Yo seguía con mi humillante labor, hasta que el sujeto sacó rápidamente su miembro de mi boca, me agarró por los brazos, me puso de pie delante de el y me empujó violentamente sobre mi cama, yo caí media atónita por la violencia con la que hizo todo y me quede quieta, muerta de miedo, luego el sujeto desprendió mi pantalón gris y lo jaló fuertemente hasta sacarlo completamente, dejándome solo con mi tanga blanca y mis tacos altos. Me sentía indefensa y mi corazón no paraba de latir de miedo.
Luego se puso casi arriba mío, me acariciaba la concha por arriba de la tanga, me apoyó la cabeza de su enorme miembro y presionaba como para penetrarme con tanga y todo, escupió la tanga y la limpió con su lengua, me chupó toda la tanga. De pronto rompió la tanga de los costados, la sacó y me la refregó por la cara, se la puso en la boca y la chupaba, mientras me miraba con ojos de estar disfrutando un manjar.
Yo lloraba totalmente viendo a ese enfermo mental humillándome completamente. Luego levanto mis piernas apuntando al cielo, poniéndolas sobre sus hombros, tiró su cuerpo sobre el mío, quedando mis piernas al costado de mi cara, se subió arriba mío y me dijo con odio cerca de mi cara -¡¡Ahora yegua vas a conocer el dolor y el placer, te los voy a destrozar puta. Fuiste a verme vestida de putita solo para cagarte de risa de mí y a mostrarme tus ricas tetas y tu delicioso culito, pero ahora te tengo yo y te voy a disfrutar puta!! Estaba desencajado, totalmente loco, mientras me decía eso, me dio un cachetazo y me pellizcaba con todo los pezones haciéndome mover toda, puso la cabeza de su miembro en la entrada de mi vagina y junto con un terrible grito que dio, la metió.
Vi dar vueltas todo a mí alrededor, grite fuera de mi -¡¡¡AAAAHhhhhhhyyyyyy!! Una oleada de puntadas abajo me perforaba, sabía que me estaba desgarrando todo, lloraba y lloraba y me contorsionaba toda, era terrible, punzante y mis gritos no cesaban-¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! ¡¡AAHyyyy!! El saltaba sobre mi cuerpo, me enterraba su miembro en lo más profundo de mí, parecía que la cama no aguantaría sus violentas embestidas y se desplomaría en cualquier momento, mi cuerpo desaparecía bajo el suyo, era horrible y humillante. Al poco tiempo ya tenía todo su miembro adentro. El loco me miraba y me decía a los gritos -¡¡¡¿Y ahora yegua?!!! ¡¡Te la enterré hasta los huevos putita. ¿Te duele no?!!! ¡¡Pero te gusta tenerla adentro te voy a reventar toda puta!! Y siguió con un bruto bombeo.
Hasta que descargó una cantidad asombrosa dentro de mi, sentí todo su liquido entrar rápidamente hasta lo mas profundo de mi ser y el daba un grito de gozo fuertísimo -¡¡¡AAAAHOOOOAAAa!! Yo me quede media dormida, destrozada completamente, no se que mas paso por un rato, estaba mareada y sin saber que pasaría. Luego de la terrible violación que acababa de sufrir, no tenia sentido mi vida casi, cuando pude despertarme, el sujeto estaba mirándome libidinosamente como desde el primer día en que me vio y dijo en tono burlón -¡¡Viste que la próxima ibas a ser vos perrita!! Yo lloraba mas aun y quería matar al loco desaforado que ultrajaba la poca dignidad que me quedaba, el se dio vuelta y tiró sobre la cama ropa diciéndome -¡Vestite puta! Yo rápidamente lo hice añorando su huida rápida al decirme que me vistiera, el sujeto había elegido ropa muy chica, una tanga rosadita caladísima, un pantalón ajustado celeste de calza, y una remerita de colores ajustada, luego de vestirme me quede parada sin saber que hacer, entonces el me miraba solamente, miré la hora y eran las 22:20 o por ahí, supuse que tal vez el sujeto se iría para aprovechar huir en plena noche.
Pero no era así. El sujeto se había puesto su slip mugriento nada más para contener su terrible miembro. Que se lo acariciaba mientras se baboseaba conmigo y decía –¡¡Que rica estas mamacita, sos una yegua infernal, ese culazo que tenes!! Yo estaba helada parada en el medio de mi habitación, con demente sexual a 2 metros. De pronto el sujeto comenzó a aproximarse, el miedo me invadió totalmente, mi corazón latía aceleradísimo, mis piernas temblaban no sabia que haría ese enfermo ahora. El sádico me tomó con sus enormes manos de mi pequeña cintura, refregó su miembro por mi entre pierna y pasó su lengua por mi cara, yo estaba a punto de escupirlo al muy maldito, pero la fuerza con la que me tenia me daba mucho miedo.
El sujeto estaba agitado y excitadísimo se le notaba fácilmente, sus manos soltaron mi delgada cintura y se dirigieron a mi cola, la cual apretó violentamente y masajeó a su antojo rápidamente diciéndome -¡¡Tenes un culito divino!! Yo lloraba completamente mientras el disfrutaba de mi hermoso cuerpo, de pronto me giró rápidamente quedando detrás mío y me dijo -¡¡Ahora saca este culito para afuera, paralo, movelo contra mi bulto y pedime que lo rompa, ofrécemelo!! Yo entre lagrimas siempre le dije suplicando –No, por favor, no cualquier cosa pero eso no. El sujeto me tomó del pelo me pegó un terrible tirón diciéndome -¡¡Ya me cansé de vos, ahora te ahorco y te lo rompo igual!! Yo muerta de miedo al saber que estaba totalmente loco le dije -No, no, no, está bien, hago todo. Entonces hice lo que el maldito me pidió saque mi cola y comencé a refregarla por el mugriento slip de él a medida que le decía -Te doy mi culito virgen ¿lo querés? Es todito tuyo.Luego de decir esas bajas palabras sentí que no tenía vida, me sentí la peor mujer del mundo, culpable. El sujeto gritaba excitado -¡¡Insultame y pedime que te lo destroce!! Fuera de sí, apretándose con las dos manos su bultazo.
Yo ya no tenia nada que perder, estaba muerta de miedo, le dije -Acá tenes mi colita roñoso de mierda, meteme esa pijita si tenes huevos y desvirgármelo, sucio hijo de puta, me das ganas de vomitar. La bronca y la impotencia sobre salieron en mis comentarios, mientras que en un espejo veía como el sujeto me tenia por detrás apoyando su terrible miembro en mi parada cola. El se puso más que loco, y apretándome de la cintura me apoyó con violencia el temible bulto y me dijo al oído -¡¡Te voy a meter la pija hasta los huevos, la voy a dejar enterrada más de una hora en tu deseado culito!! Yo presa del pánico cerré los ojos. De pronto sentí que el sujeto jalaba mi remera fuertemente hasta que consiguió romperla, mis pechos quedaron a su disposición, los cual estrujo desde atrás mientras que seguía apoyando su miembro en mi cola, los apretó rápidamente y luego me bajó de un solo tirón mi pantaloncito ajustado, yo me quede solo con mi tanguita rosada y muerta de miedo.
El sujeto soltó mis pechos y apretó mis nalgas constantemente, también apoyaba su slip que se podía sentir completamente su enorme tamaño sobre mi divina cola, yo moqueaba entre lagrimas, el sujeto solo se babeaba asquerosamente mirando, sobando y apretando mi cola, luego dijo con total morbosidad -¡¡Que hembra infernal sos Claudia, desde que vi tu culito cuando fuiste con el colegio, no hago mas que pensar en él, no dormí pensando en mi pene todo adentro de este divino culito, sabes, tuve que masturbarme constantemente, pero ahora las cosas cambiaron y ahora lo tengo acá totalmente indefenso esperando recibir un buen pijazo!! Y luego largo una carcajada terrorífica, el escalofrió fue total, el miedo era insoportable, sus comentarios locos y sexo patas me asustaban mas, no sabia que hacer, no tenia muchas opciones.
El sujeto seguía manoseando mi divino tesoro mientras que seguía balbuceando -¡¡Claudia te aseguro que te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo te voy a bombear salvajemente, no te vas a poder sentar en un mes puta!! Yo estaba helada con un miedo terrible, suplicando que un milagro ocurriera, de pronto me tiró sobre la cama fuertemente, agarró mi delgada tanga y la arrancó fuertemente casi levantándome con el tirón que le dio.
Yo había quedado tendida en la cama completamente, quieta presa del pánico y terror que sentía al ver sus violentos movimientos, luego el sujeto se subió sobre mi, aunque difícilmente ya que su con su enorme tamaño me mataría aplastada, tomó mis nalgas, las separó y empezó a colocar la punta de su aterrador miembro sobre la entrada de mi hermosa cola virgen hasta ese momento, poco a poco su cabeza comenzó a abrirse en mi esfínter, el dolor era pavoroso y me hacia dar gritos histéricos de dolor -¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡Noooooooo!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡¡AAHhhhh!!! ¡¡Nooo!!Pero su miembro seguía entrando cada vez mas, hasta que el sujeto paro de hacerlo, yo respiraba agitada de dolor y mis lagrimas brotaban velozmente de mis ojos, mientras que el maldito loco me decía -¡¿Te gusta?! ¡¡Está toda adentro de tu delicioso culo!! ¡¿Qué sentís ahora que estás desvirgada?! Yo lloraba desoladamente de dolor, bronca e impotencia, mientras el me deliraba y gozaba como un cerdo psicópata sexual.
De pronto el gordo sujeto apretó mis nalgas y comenzó a moverse primero lentamente y luego aceleró salvajemente, sacando y metiendo su enorme miembro en mi cola, el sujeto parecía que saltaba sobre mi, apoyándose en mis nalgas o mi espalda, apretándome contra el colchón mientras yo gritaba de dolor y desconsuelo -¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡Noooo, por favor basta!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! ¡¡AAhhhyyy!! Pero el sujeto no le daba el mínimo interés a mi dolor y mis gritos de clemencia y seguía acometiendo mas violentamente haciéndolo a propósito. El mundo estalló a mí alrededor. Era brutal, bestial, indescriptible el dolor, no imaginable, parecía que mi cola explotaba. La presión seguía y yo sentía como este maldito me perforaba hasta los intestinos. Mientras que se reía el sádico asqueroso, yo movía la cabeza para los costados desesperada.
Me metía su miembro fuerte como con odio. Yo seguía gritando alocadamente de dolor y bronca, mientras que el sujeto totalmente desenfrenado se subió mas arriba mío, puso sus manos sobre mi espalda y me acometía con mas y mas fuerza haciéndome gritar mas fuerte cada vez -¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!! ¡¡AAhhooooo!!Yo me agarraba fuertemente a la sabana, mientras sentía sus muslos chocar contra mis nalgas velozmente y el horrible sonido de su pelvis chocando contra mi cola haciendo ¡plop!, ¡plop!, ¡plop! Mientras que el sujeto gritaba -¡¡Putita que culo infernal tenes!! Yo lloraba y seguía escuchando ese asqueroso ¡plop! ¡plop! ¡plop! por las estocadas salvajes que recibía mis glúteos vibraban fuertemente con cada penetración. Yo seguía gritando casi desmayada y escuche al maldito que gritaba -¡¡Toma profesorita, sentí toda la leche en tu hermoso culito!! Acabando completamente dentro de mi cola quede atontada y media dormida.
Después de un tiempo no se cuanto, reaccione un poco entre dormida, seguía tirada sobre la cama en la posición donde había sido violada hace unos instantes, entonces sentí como el sujeto masajeaba mi cola todavía no se desde cuando, entonces dijo -¡¡Dale putita recuperate, que te la quiero volver a poner en el culo!! ¡¡Me ha encantado, estaba delicioso, realmente me ha gustado mucho!! Yo escuchaba sus asquerosas palabras sabiendo que había desvirgado mi hermosa cola, que en mi vida había pensado hacerlo y este gordo asqueroso me había ultrajado completamente. Mientras seguía con sus manoseos imparables el asqueroso y decía en tono de burla -¡¡Mirá como lo tengo a tu espectacular culo, paradito, desafiándome para que lo vuelva a romper, y lo voy a volver hacer no tengo dudas!! Yo no podía parar de llorar al escuchar sus viles intenciones, ya estaba muerta casi, mientras que el maldito loco seguía tranquilo como si nada.
Al rato después de un leve tiempo el sujeto se preparo para cumplir con su promesa, yo estaba aterrada sabiendo que no podría hacer nada para evitarlo, me levanto fuertemente y me llevo hacia el espaldar de mi cama, ahí me tuve que aferrar al espaldar y quedar casi en cuatro patas, mientras que el maldito sujeto estaba agitado totalmente excitado, yo temblaba con muchísimo miedo sabiendo que el sádico volvería a acometer contra mi hermosa cola.
El loco se colocó atrás, con una mano me tenia por la cadera teniéndome con mucha fuerza y con la otra empezó a dirigir a su gigante miembro hacia mi hermosa cola. Rápidamente empezó y a empujar, sentí que la enorme cabeza de su miembro empezaba a romper el orificio nuevamente. Yo desesperada de dolor le grite -¡¡Sacala hijo de puta, degenerado, aaaahhhhyyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! ¡¡AAAhhhyyy!! Pero el nuevamente como antes me metió todo su miembro en mi interior. Yo golpeaba el espaldar de la cama, mientras abría mi boca buscando desesperadamente aire.
Y seguía gritando aceleradamente, mientras que el seguía metiendo su miembro, cuando entro toda en mi interior, con su boca en mi nuca me dijo vilmente -¡¡Sentila bien yegua que te va a quedar el culo bien abierto!! Y luego comenzó moverse violentamente contra mí, haciéndome gritar aun más. Pero el maldito loco, se reía y seguía bombeando cada vez más fuerte. Sus movimientos eran salvajes muy fuertes arrancándome gritos de dolor -¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! ¡¡AAHHHhhh!! Parecía que no acabaría mas el maldito y me haría sufrir mucho mas tiempo, pero de pronto paró sus violentos movimientos, sacando su miembro de mi ser, me tomó por la cintura fuertemente y en un movimiento violento me volteó dejándome delante de el, de rodillas. Entonces el comenzó a masturbarse delante mío mientras gritaba -¡¡Mirame zorra, mirame!! Yo lo miraba muerta de miedo y con terrible odio, entonces el maldito comenzó a descargar su asqueroso liquido sobre mi cara mientras que gritaba de gozo -¡¡Aaoooo!! ¡¡Aaoooo!! ¡¡Aaoooo!! Los chorros de su asqueroso liquido pegaban en mi frente y se corrían hasta mi barbilla, en mis cachetes, en mi pelo, entre mis ojos, en mi boca en toda mi cara y una asombrosa cantidad. Yo me sentía demasiado humillada mientras que el seguía largando su liquido sobre mi. Luego abrió un poco mi boca apretando mi mandíbula y metió la cabeza de su miembro, limpiándose.

 

Yo no podía ver, pero el sujeto rápidamente se vistió y sentí que salio corriendo mientras yo gritaba como loca. Me limpie como pude e intente socorrerme, fue cuando encontré una nota que decía -¡¡Que rica estabas mamacita!! Yo me senté llorando completamente humillada por un demente y adolorida.
 
 
 
 
 

Relato erótico “V de Venganza” (POR ROGER DAVID)

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V de Venganza… 20 Años Después.
Esta historia comienza en un remoto y empobrecido pueblo ubicado en una alejada región montañosa, lugar predilecto para algunos narco traficantes para mantener escondidas sus plantaciones de drogas, y como así mismo otros pocos laboratorios para la producción de la misma.
Los habitantes del lugar de por si gentes sumamente humildes y trabajadores vivían aterrados por esa horda de mal vivientes que habían llegado a convivir con ellos solo hace algunos años, estos casi se habían adueñado de la región sembrando violencia, asesinándose entre ellos y haciendo que los originarios de la zona vivieran día y noche asustados e intimidados.
El joven Her con 31 años de edad, vivía solitario en una pequeña casa habitación la cual había heredado de sus abuelos, los cuales ya habían fallecido desde hace ya unos buenos años.
Su vivienda se encontraba a la orilla de un sombreado camino rural poco transitado, a los pies de uno de los muchos cerros que adornaban aquel bellísimo paisaje, contaba con unas cuantas hectáreas de terreno en donde reinaban inmensos árboles ancestrales, y riachuelos que bajaban serpenteantes de las colinas que les antecedían.
Debido a la humildad de su familia, nunca se le prestó atención al valor de los terrenos que ellos poseían, que si bien no eran una cantidad incalculable, no dejaban de tener un buen valor comercial si alguien estuviese interesado en comprarlos, pero para la familia contar con aquellos paradisiacos paisajes era lo más normal del mundo, nunca le dieron real importancia, ya que ellos los habían heredado de sus padres y ellos de los padres de sus padres, y así sucesivamente.
A su progenitor nunca lo había conocido y de su madre lo único que sabía de ella es que una vez de haberlo dado a luz había viajado hasta capital a trabajar de empleada doméstica.
Solo fueron los primeros meses de ausencia en que la madre de Her había enviado dinero a sus padres para la mantención del pequeño que había dejado a sus cuidados, hasta en que en un momento dado las escasas cantidades de dinero simplemente ya no llegaron, como así mismo nunca más se supo de su vida.
Su educación había sido escasa, ya que por necesidades de la vida su abuelo había tenido que retirarlo del colegio y ponerlo a trabajar junto con él en la única empresa maderera que funcionaba por aquella lejana región montañosa en la cual ellos vivían.
En sus días de pago era común que él niño debía volver solo a su casa, ya que una vez de hacer la larga fila para recibir su salario, este le era arrebatado por su abuelo quien se largaba a beber por las cantinas del lugar con sus amigos, dejándole solo lo necesario para algunas compras de golosinas o algún juguete barato.
Pero tampoco se puede decir que su infancia haya sido del todo mala, al chico le encantaban los días en que don Queno, su abuelo, lo sacaba de madrugada, y juntos se internaban montaña adentro buscando en diversos riachuelos el mejor pozón para pescar truchas, y volver por las tardes al calor de su hogar en donde su abuela los esperaba a ambos con la sartén lista para freír el pescado fresco recién salido del agua.
Su mejor navidad fue en la ocasión en que mientras cenaba junto a su abuela, vio llegar a don Queno casi cayéndose de borracho cargando una vieja y destartalada bicicleta que a los días fue el mismo Her quien la reparo. Este fue su único y mejor regalo que recibió en su solitaria infancia, pero que hicieron de esta navidad la más feliz y la más recordada hasta los años que cambiaron el rumbo de su existencia.
Ya con 17 años y convertido en todo un jovenzuelo, con su abuelo habían creado un fuerte lazo de amistad que iban más allá del cariño filial, alternaban sus salidas a pescar con la caza, se pasaban días enteros recorriendo los cerros en busca de jabalíes salvajes.
Su primer trofeo de caza le salió caro, pues fue en la ocasión que después de un certero tiro de escopeta por parte de su abuelo, Her sigilosamente se acercó al cuerpo del animal, que aún se mantenía respirando pesadamente, no supo en que momento fue que el marrano sacando sus últimas fuerzas y guiado por su instinto de supervivencia se abalanzo sobre el cuerpo del chico.
El impacto acompañado del miedo tomaron por sorpresa al pobre muchacho iniciándose un verdadero combate cuerpo a cuerpo entre el joven y el animal que luchaba por su vida, su abuelo asustado y temiendo por la vida de su único nieto no se atrevía a disparar el arma temiendo no darle al jabalí y despacharse al otro mundo a su muchacho. Her sintió en las carnes de su propia cara la feroz mordida del animal, la cual le dejaría una horrenda cicatriz que lo acompañaría por el resto de su vida, como pudo se las fue arreglando para sacar de entre sus ropas la afilada cuchilla que solía cargar los días en que se internaba en los cerros con su abuelo, el viejo por su parte le gritaba con todo su vozarrón…
–En el corazón Herrrr!!! En el corazonnnn!!!
Her como pudo en forma temblorosa y desesperada enterró la cuchilla en las carnes del animal, que a pesar de estar siendo acuchillado en el mismo corazón no dejaba de jadear y embestir al aplastado cuerpo de Her, este a su vez con la navaja y mano enterradas ambas dentro del cuerpo del salvaje marrano no dejaba de acuchillar y revolver lo que hubiera dentro de aquel pesado y hediondo cuerpo de jabalí, hasta que este lentamente comenzó a cesar en los movimientos hasta caer muerto junto al cuerpo del ensangrentado muchacho.
Fueron a los pocos meses de esta trágica experiencia en que en un furtivo viaje de sus abuelos a la ciudad más cercana, el bus en cual viajaban se desbarranco, dejando al pobre jovenzuelo solo en esta vida.
Her no era un chico de malos sentimientos, era moreno, de gruesas y toscas facciones en su rostro marcado por la llamativa cicatriz, de ojos negros y bien cejudos. De anchas espaldas y brazos fuertes, 1.80 mts. de estatura por lo menos, en esos tiempos había desarrollado una llamativa musculatura debido al esforzado trabajo en la empresa maderera.
Después de la muerte de sus abuelos, el joven dejo el trabajo en la empresa y monto afuera de su casa, aprovechando que esta se encontraba a orillas del frondoso camino, un improvisado taller de bicicletas que a los dos años y con mucho esfuerzo lo transformo en un consolidado taller mecánico (para variar).
Se dio el lujo hasta de contratar a tres jóvenes ayudantes que residían en el pueblo, este se encontraba a solo unos cuantos kilómetros de donde él vivía, con los cuales no tuvo ningún tipo de problemas, uno de ellos era el flaco Petronilo, un joven mecánico de 21 años, era su mejor ayudante y mano derecha en el taller, de temperamento lujurioso y desequilibrado, este aprovechaba cualquier momento del día para ver revistas pornográficas y masturbarse a espaldas de Her, sus revistas favoritas eran de BDSM o Humillaciones, le encantaba ver este tipo de material.
Lamentablemente el flaco Petronilo no tenía suerte en el amor, era extremadamente delgado, su mandíbula superior sobresalía de las facciones de su cara, mostrando a la vista de quien tuviera al frente una ensalada de dientes amarillentos y de todos los portes posibles, unos montados arriba de los otros, en donde también se veía claramente restos de comida que ya estaban petrificados a ellos debido a la casi nula higiene bucal, de ojos pequeños que hasta costaba saber si los tenia abiertos o cerrados, y a pesar de tener una caliente mirada de degenerado que no se le quitaba a ninguna hora del día, el pobre daba el aspecto de estar enfermo de Sida.
Muchas mujeres del pueblo con solo verlo cambiaban de dirección asustadas, ya que era una lluvia de leperadas que este les mandaba en forma desvergonzada, de hecho era el mismo quien se encargaba de la decoración del taller de Her, tapizándolo con fotografías de mujeres desnudas, esto A Her le causaba un poco de gracia, por lo tanto no le decía nada, el hombre hacia muy bien su trabajo, y además ellos trabajaban en un taller, así que era normal lo de las fotos de mujeres hermosas y sin nada de ropa.
Her poco a poco se había ganado el respeto y cariño de las gentes del lugar, ya que habían pocos hombres que hasta el momento no se dejaban llevar ni intimidar, por las numerosas bandas de traficantes que ya se creían los únicos dueños de aquellas tierras.
Por las tardes después de cerrar el taller se iba a juntar con su novia, una hermosa chica de 17 años llamada Odette que era las más deseada por todos los hombres de la zona, a pesar de su edad esta poseía un tremendo cuerpazo de Diosa, llevaban solo 5 meses de noviazgo y se juntaban a escondidas de todo el mundo en un apartado riachuelo que se encontraba dentro de los terrenos que el joven mecánico había heredado, en donde pasaban por lo menos tres tardes a la semana, Her ni siquiera se lo había contado al Petronilo su único y fiel amigo.
La nena estaba segura y así se lo había hecho saber a Her que su familia, una de las más acomodadas de la zona, jamás aprobarían el noviazgo de ella con un hombre tan humilde y trabajador como lo era él, y sumado por la notoria diferencia de edad.
Odette de mejor condición social que Her, le había presentado a su hermano mayor Julián que vivía en el mismo pueblo, este le enviaba varios vehículos a Her para su reparación ya que poseía una pequeña empresa de transporte de documentación que prestaban servicio en las escasas industrias madereras que estaban instaladas en los bosques aledaños al pueblo.
Ambos jóvenes hacían planes de casarse, de tener hijos y quizás algún día marcharse juntos y empezar una nueva vida lejos de todo, en donde nadie se interpusiera a los sentimientos de ellos, todo era romántico e idílico para Her,
–Deseo tanto que reúnas el dinero que me has dicho para que nos vayamos de este pueblo que detesto, le decía la joven mientras miraba como el viento mecía los árboles que estaban frente a ellos,
–Dame un año y nos largaremos, te aseguro que mientras estemos juntos nada te faltara, le decía Her, con sus negros ojos de romántico enamorado y que con una de sus manos intentaba disimuladamente cubrir su cicatriz, a la vez que la veía hermosa, con sus lacios cabellos castaños claros que caían desordenadamente sobre sus hombros y su carita de niña buena, de nariz respingona y labios rojos carmesí, con una figura tremenda llena de curvas que invitaban al pecado carnal y que ella escondía tímidamente bajo sus ropas, con unas hermosas rodillas dobladas, al estar sentada sobre el pasto, que daban paso a unos enloquecedores y apetitosos muslos torneaos y bien dibujados por debajo del vestido.
Her debido a su solitaria infancia, era un hombre muy tímido con las mujeres, solo en muy pocas ocasiones e inducido por el Petronilo, había intimado con unas cuantas prostitutas del pueblo, su tosquedad y su notoria cicatriz en el rostro le hacían cohibirse delante de cualquier chica, por eso se sintió perdido de amor cuando conoció a la bella y candorosa Odette en una oportunidad en que ella le llevo una pequeña motocicleta para su reparación.
Con una casi nula experiencia en el plano sexual y de cómo seducir íntimamente a una mujer, sentía en su pene una fuerte erección en las oportunidades en que ambos se juntaban para hacerse cariño y hablar de sus cosas, las ganas que le tenía el joven a la muchacha eran tremendas, a estas alturas y a pesar del candor que irradiaba la nena la veía como a una verdadera hembra, Odette como ya se dijo se gastaba un físico de infarto, pero Her sabía de la nobleza de la chica, además que ella en estos casi 5 meses de noviazgo no le había dado pie para que lo de ellos llegara más allá en lo que se refiere a intimidad, por ello Her la respetaba, estaba seguro de su amor, y además que sabía que ella estaba decidida a fugarse con el cuándo lo estimaran conveniente.
Fue una soleada tarde en que Her se encontraba reparando una de las tres camionetas del hermano de Odette, que debían viajar para esa misma tarde hacia la capital, cuando se fijó en una extraña protuberancia en la carrocería, con sus expertas manos tanteo los latones dándose cuenta al instante que la pintura no era la original del vehículo, agudizo su vista y vio la tapa sobrepuesta en aquella superficie de lata, con un atornillador dibujo y carcomió el cuadrado de la lata hasta que por fin pudo quitarla, sus ojos no lo creían cuando con una de sus manos retiro del interior de la especie de cajón, un pesado paquete cuadrado que daba el aspecto de ser un queso envuelto en bolsas, su estupefacción se terminó de golpe cuando cayó en cuenta de que lo que tenía en sus manos era un paquete de droga de alta pureza.
Como pudo llego a la oficina del taller y tomo el teléfono, llamo nerviosamente a Odette para decirle lo que había encontrado en uno de los vehículos de su hermano,
–Her!! Estas seguro de lo que me estás diciendo!?,
–Claro que estoy seguro!… si en este mismo momento tengo un paquete de droga en mis manos, y por lo menos deben haber unos 10 en el compartimento de la camioneta, tu hermano sabe algo de esto?
–Ehhh…no! no lo creo…Her por favor no toques nada más, yo voy para tu taller enseguida, y yo misma llamare a Julián para que nos explique, por favor no llames a nadie hasta que yo llegue, le pedía Odette a Her, en su voz se notaba la congoja y preocupación por lo que estaba sucediendo.
Una vez que Odette le cortó la llamada a Her, se dispuso inmediatamente a llamar a Julián para ponerle en conocimiento de lo que estaba sucediendo.
–Que pasa Ode?…aún estoy reponiéndome de las folladas que te pegue anoche mamacita… de verdad que te movías rico mi vida, le consultaba y decía Julián a su chica…
–Se ha dado cuenta!, tenemos que hacer algo rápido, antes que se le ocurra llamar a la policía, mira que ahí sí que mi viejo me mata!!
–Que se ha dado cuenta de que?…quién? de que mierda me hablas!?
–De la coca Julián!! Her la encontró en una de tus camionetas!! Ya has ganado bastante dinero para que nos casemos y nadie nos diga nada, así que vamos a la policía tal como la habíamos acordado…
–No mamessss y como la encontró!?…
–No lo sé… no lo sé!!!, le pedí que dejara todo tal cual, así que hagamos algo rápido antes de que se despabile…además que ya estoy aburrida de tener que dármelas de su novia y besarme con él, para mantener escondidos tus vehículos! … ese tipo me da asco… si hasta se parece al cuajinais con esa horrible cicatriz en su cara… además que es moreno y hediondo a grasas y aceites mecánicos…
–Está bien amor no te preocupes!!…me levanto y te paso a buscar en 5 minutos…
Her esperaba la llegada de Odette, sumamente nervioso paseándose entre el taller y la casa, buscaba una respuesta al hallazgo, francamente no creía que el hermano de su novia estuviera involucrado en una cosa como esa,
–Porque tan nervioso jefe, le pregunto el Petronilo, moviendo sus notorias mandíbulas a la vez que se comía un chicle y limpiaba con sus aceitados dedos un repuesto,
–Nada, le dijo Her, lo que pasa es que estoy esperando a una chica del pueblo llamada Odette, que viene para acá…
–Odette?… pero si ella no es la hija de don Ambrosio, el viejo ese que es dueño de casi todos los locales que hay en el pueblo?
–Si ella misma…
–Y a que se supone que viene?… esa chica es muy problemática y altanera, fue compañera mía en el colegio, (el Petronilo había repetido muchos cursos, además que tenía serios problemas de aprendizaje) eso sí que está muy rebuenota, se gasta un culo como para los Dioses, jejeje… pero siempre se mete en problemas para que luego su papi tenga que arreglárselos… le decía el Petronilo a Her, desconociendo la relación que su jefe tenía con la hija de uno de los hombres más pudientes y reconocidos del lugar…
Her más preocupado por lo que había encontrado no le dio importancia a como el Petronilo se refería a su novia, además que él ni se lo imaginaba,
–Es que hay un problema con uno de los vehículos de su hermano, yo la llame para…
–Y de que hermano me hablas?, le interrumpió Petronilo, –Si ella no tiene hermanos…
–Pero esos vehículos son del hermano de ella!, le decía el incrédulo Her a su joven ayudante…
–Esas camionetas son del Julián, ese es otro patán que le gusta la vida fácil y vive a costillas de sus padres, de hecho fue el padre de Julián quien le compro los vehículos para que este los trabajara en algo productivo… además que este último tiempo he visto a esos dos muy acaramelados, se juntan casi todas las tardes a beber cervezas en una de las fondas…
Her no creía en todo lo que le decía el más joven de sus ayudantes, las sirenas de los autos policiales lo sacaron del estado de embobamiento en cual se encontraba, vio a Odette bajar de la mano junto a Julián de uno de los carros, la escena era muy extraña…
–Ahí está!! Es el!!, le decía Odette a uno de los policías de civil que llego junto al llamativo operativo policial, mientras apuntaba con su dedo índice a Her…
El joven mecánico no se dio cuenta de nada, en el momento en que se preparaba para informarle a la policía de su hallazgo fue tomado y arrojado con violencia al suelo, mientras rápidamente era esposado.
Desde la tierra en donde estaba tirado muy sorprendido vio como a sus tres ayudantes también los estaban esposando, mientras Odette y Julián hablaban con la policía señalando los tres vehículos en que seguramente el traficaba la droga.
Los minutos se le hicieron eternos, un obeso policía lo tenía inmovilizado con una de sus rodillas ejerciendo fuerza en sus espaldas, Her sabía que todo era un error, apenas pudiera les iba a decir la verdad y todo iba a quedar claro, hasta que una vez que lo hicieron ponerse de pie, le notificaron que quedaba en calidad de detenido por falta grave a la ley de drogas.
La denuncia había sido hecha por la joven, declarando que esa misma tarde en el momento en que ella llego a esperar a su novio a que llegara al taller para retirar uno de los vehículos, y al haber llegado un poco más temprano, vio como el delincuente mecánico guardaba quesos de droga en uno de los vehículos, y que lo escucho hablar con alguien de que la mercancía ya iba en camino, y que había sido tanto su estupor que huyo a la casa de su novio temiendo por su propia vida, si es que los traficantes se llegaban a dar cuenta de su presencia.
–Este es un error!…yo solo soy mecánico!, no sé nada de esas cosas!!, iba diciendo Her totalmente conmocionado mientras lo arrastraban al carro policial, miraba a todos con sus ojos asustados, vio la imagen de Odette quien se mantenía abrazada por Julián quien lo miraba con una burlona sonrisa, este la abrazaba como si la estuviera protegiendo de aquel lugar en donde supuestamente se almacenaba el alucinógeno para ser enviado a la ciudad para su comercialización. –Por favor yo no he hecho nada!… Odette por favor explícales!!
Un viejo policía que en una ocasión le había llevado la bicicleta de su propio hijo para que Her la reparase, se compadeció del asustado y joven mecánico,
–Porque dice Ud. que esta joven nos puede explicar… si ella misma es la denunciante? le consulto a Her antes de que lo metieran en el calabozo del vehículo, refiriéndose a Odette,
–Ella es mi novia!…vamos Odette diles la verdad!!
–Y que dice Ud. jovencita? aquí el hombre dice que la conoce y que son novios…
Odette se desenredo del abrazo en que la mantenían, para acercarse desafiante al lugar en donde se encontraba el policía y el esposado Her,
–Escúcheme bien sargento!, le decía la rica pero calculadora jovencita de 17 años, –Yo misma fui quien les entrego a este delincuente… Usted bien conoce a mi padre y a mi familia, y ahora le pregunto yo a Usted… Como se le puede ocurrir que una chica como yo podría alguna vez involucrarse con semejante tipejo!?… solo mírelo!!!… es ordinario y feo, y el solo verle esa cicatriz en su cara me producen repulsiones que me harían hasta vomitar en cualquier momento!!, si no tiene ni familia, todos en el pueblo dicen que su madre fue una prostituta y que la mataron por drogadicta en la ciudad, solo piense en eso y se va a dar la respuesta Ud. mismo…
Con la seguridad en que hablaba la curvilínea chica, ya no se habló nada más del tema, Her fue apresado y trasladado hasta la comisaria del pueblo junto con sus ayudantes, su casa y taller fueron acordonados y clausurados para reunir más evidencias para la investigación.
Pasaron 20 largos y lúgubres días en los cuales Her espero en la fría celda de la comisaria para que se hiciera justicia y lo pusieran en libertad, pensaba en Odette aún no creía que ella se hubiera burlado de el de aquella forma, supo que a sus tres ayudantes lo dejaron libres en la misma noche del día de la detención por falta de méritos, pero sus pensamientos seguían puestos en la persona de su chica, seguramente la habían obligado, en esas confusas cavilaciones se encontraba cuando llego el fatídico día, un viejo policía fue quien lo notifico,
–De espaldas muchacho, que te vas para la ciudad, le dijo a la vez que le ponía las grilletas que lo privaban de libertad,
–Qué?, adonde me llevan!?…todo esto es un error!!… esa droga no era mía…
–jajajaja!! Eso es lo mismo que dicen todos los pelafustanes como tú, todos son inocentes… así que le tendrás que rogar al juez de la ciudad, aquí no te queremos… te sometieron a proceso, y lo más seguro es que estarás unos buenos años tras la sombra, a ver si así se te quitan las malas costumbres, andando!!, le dijo esto último dándole un fuerte empujón para que se moviera más rápido.
Her en la oscuridad del viejo vehículo estatal hiso el viaje de 7 horas hasta la ciudad meditabundo, pensaba en cómo había llegado a esta situación, poco a poco llegaba a la conclusión de que lo habían utilizado, Odette la nena más linda que había conocido en su solitaria vida solo hace algunos meses lo había traicionado, humillado y utilizado para incriminarlo, no entendía que razones pudo haber tenido ella para hacer una cosa como tal, un grueso nudo se le formo en su garganta, sus ojos se le nublaron por las lágrimas, recordó su niñez, los felices días de pesca y caza con su abuelo, la navidad en que le habían regalado una bicicleta, extrañamente vio el rostro desconocido de su madre a quien siempre amo en silencio, y simplemente rompió a llorar amargamente por su desgracia, mientras el transporte policial seguía rumbo a la penitenciaría de la ciudad.
La condena fue de 6 años por el hecho de ser primerizo, todo en la cárcel era sencillamente asqueroso, el ambiente carcelario lentamente comenzaba a absorber al joven provinciano que había caído por tráfico de drogas.
Los primeros meses Her intento mantenerse al margen de todas las atrocidades que ahí ocurrían, estaba preso en una galería de reos de alta peligrosidad, siendo que debería estar con otros de su misma condición, pero todo dentro del recinto carcelario era un desorden administrativo con letras mayúsculas, el caos imperante era de toda índole, hasta los guardias tenían aspecto de maleantes, según era lo que apreciaba el incauto y provinciano recluso.
No faltaron los reos que quisieron sacar ventaja de Her. Existían en la cárcel diversas bandas de delincuentes que hacían de las suyas molestando y aprovechándose de los reos que eran más tranquilos y solitarios, y Her era uno de ellos, su carácter tímido y solitario ya había sido advertido por la banda del “Cara de Caballo”, este era uno de los más temidos reclusos del penal.
En varias oportunidades el Cara de Caballo hostigaba a Her para tenerlo para sus mandados así como ya tenía a una docena de primerizos. Pero el rudo muchacho de campo sencillamente no mostraba ninguna intención en caer en esa condición, en varias oportunidades le robaron pertenencias, como también le habían ordenado que les lavara la ropa, situación que el muchacho se negó rotundamente, situación que llevo a que lo golpearan en grupo y en forma infame en muchas ocasiones.
La banda del Cara de Caballo también ya había advertido que nadie concurría a visitarlo, solo era un desgarbado y joven campesino con cara de deficiente mental quien lo venía a visitar una vez al mes, así que decidieron que tenían que actuar rápido.
Fue una lluviosa y estruendosa noche de invierno en que los continuos relámpagos iluminaban las altas murallas y las torres de vigilancia, mientras el joven provinciano se encontraba en su litera traspuesto tras un agotador día en la lavandería del penal, en que en la oscuridad imperante y al son de los ronquidos de sus compañeros de reclusión en los camarotes contiguos, sintió una pesada humanidad que se echaba sobre sus espaldas, la frialdad del estoque en su cuello lo dejaron aterrorizado, hasta que la pastosa voz del Cara de Caballo le ponía en antecedente de lo que ahora le iba a ocurrir,
–Hola Hercito, sientes el filo de mi cuchillo en tu cuello?, Her no podía hablar del miedo que sentía por su vida, –He intentado de hacerte ver que tú me perteneces en esta cárcel, pero eres tan pendejo para tus cosas, que tendré que tomar otra medida para hacerte entender, así que tranquilito que o si no te mando para el otro mundo…ahora prepárate que te voy a convertir en mi maricon personal…
Her sintió la dura verga del Cara de Caballo en sus glúteos, al instante se percató de la asquerosidad que pretendían hacerle, mientras el veterano delincuente intentaba bajarle los pantalones, en la mente de Her pasaban mil ideas por minuto, hasta que cayó en cuenta que si no hacía algo rápido, su hombría se vería mancillada, luego de tras muchos forcejeos como un rayo recordó la vez en que tubo encima de su cuerpo un hediondo jabalí, saco fuerzas de las mismas que hacía cuando trabajaba cargando troncos en la empresa maderera, pero el cara de equino también tenía lo suyo, prácticamente lo tenía inmovilizado, ya varios reos se habían despertado y miraban lo que sucedía en la litera de Her.
La lucha de cuerpos continuaba hasta que Her tomando fuerzas con su cabeza le planto un certero cabezazo en las mismas narices de su adversario, la sangre del cara de caballo manaba como un grifo, situación que el provinciano aprovecho para girar su cuerpo y tomar la mano que oprimía el cuchillo en su cuello, ambos hombres ejercían fuerzas descomunales, a estas alturas el reo más antiguo lo único que quería era despacharse al más nuevo, si no era así su autoridad en la cárcel se vería alterada, su error había sido no tomar en cuenta el buen estado físico que tenía su víctima.
Her por fin logro retirar la mano con el cuchillo, con fuerzas se la fue dando vuelta hasta ponerla a la altura del pecho del Cara de Caballo, hasta que en sus oídos escucho claramente la voz de su abuelo “–En el corazón Herrrr!!! En el corazonnnn!!!”, la cara del muchacho se transformó en la de un tigre enardecido, y con las mismas fuerzas que en una oportunidad había matado un animal hundió la cuchilla en el corazón de su adversario…
–No lo hagas por favor Her!!, rogaba el Cara de Caballo, con su cara descongestionada por el pánico…–Her no lo hag…
El alienado e iracundo muchacho, con su cara desfigurada por la ira, le dijo…
 
–Her era para mi familia hijo de puta!!… Escúchame bien pedazo de cabron… me llamo Herculano… pendejoooo!!, me llamo Herculano Pincheira Pincheira!!!… y te estoy despachando por mariconnnn!!!!, termino diciéndole cuando ya estaba revolviéndole la cuchilla enterrada en pleno corazón del infeliz del Cara de Caballo.
El joven Herculano se percató de otro cuerpo que se abalanzaba a socorrer a su mal herido jefe, pero el exaltado y joven recluso que estaba todo bañado en sangre sin pensarla fue al encuentro del otro maleante, tres certeras estocadas le propino sin darle tiempo a nada, destripándolo y mandándolo al otro mundo.
Las escasas luces de la galería se encendieron dejando la escena en semi oscuridad, a los guardias ya les habían dado aviso que en el módulo 16 se estaba produciendo una riña, cuando llegaron al lugar de la pelea encontraron a Herculano Pincheira de pie y al lado de los dos cuerpos sin vida, todo ensangrentado con el estoque aun goteando la sangre de sus dos atacantes, en ese mismo momento la luz celeste de un sonoro relámpago ilumino la cara y cuerpo de Herculano Pincheira, quien con sable en mano respiraba aceleradamente, su rostro era la de un verdadero demonio enardecido, así lo vieron todos.
Frente a las sórdidas miradas de los que fueron testigos de la osadía del muchacho que se había despachado el solo a dos de los más temidos reclusos del penal, y al ver llegar a los guardias arrojo el cuchillo al suelo, lentamente puso sus manos detrás de la cabeza en señal de que ya todo había pasado, de su cara se apodero una malévola sonrisa de triunfo, el muy maricon del cara de caballo se creía muy vivo y ni siquiera le había alcanzado a bajar los pantalones reía para sus adentros.
Dos meses se la paso Herculano en la oscuridad de una celda de castigo, odiando a la mujer causante de sus desgracias y sin ver la luz del día, sumado a que por el doble homicidio le chantaron 14 años más de presidio, ya que a los dos que se había despachado más les hacía un favor a la sociedad que un crimen mismo, opinaron las autoridades carcelarias y de justicia.
El reconocido presidario de Don Herculano como lo llamaban después de la ferocidad en que se había despachado al Cara de Caballo con uno de sus amigos, recibió por algunos años las visitas del Petronilo, su desalineado ayudante que tuvo en los tiempos en que había tenido un taller, este le dio conocimiento de lo que había sucedido con su amada Odette, después de la tragedia, Herculano ya había cumplido 37 años de edad, y aun le faltaba mucho por cumplir de su condena.
–Her porque no me dijiste que andabas con esa pendeja?, yo bien la conocía y te hubiera dicho lo muy zorra que era para sus cosas…
–Porque en esos entonces yo era todo un pendejo romántico, jajaja!!, así que la muy puta se casó con ese tal Julián?
–Así mismito como te acabo de contar Her…, Su amigo Petronilo se sentía cohibido por aquel sórdido ambiente carcelario, un tremendo negro casi azulado con cara de africano, de gruesos labios carnosos, no le quitaba la vista de encima, sus musculosos brazos daban la impresión que este podría triturar hasta el acero, si debía medir por lo menos 2 metros de altura calculaba el asustado flaco Petronilo, don Herculano se percató de esto,
–Jejejeje, no te preocupes Petronio (así le decía Her por cariño a su amigo), este es el negro Filomeno y es inofensivo, está aquí porque descuartizo a su mujer después de pillarla culiando en pelotas con su compadre, jajajaja, antes era un hombre decente y trabajador pero también se lo jodieron, me costó mucho trabajo hacer que dejara de lloriquear cuando recién cayo en la cana, jejeje, y por favor flaco de mierda dime Herculano, ese siempre fue mi nombre, solo mis abuelos que en paz descansen me llamaban Her, jejeje!!
–Y dime Herculano, te la alcanzaste a tirar… aunque sea solo una vez a la pendeja esa, le decía el Petronilo sin dejar de mirar de reojo al negro Filomeno que no le quitaba la vista de encima…
–Nooo!!, la muy zorra me decía no quería acostarse conmigo hasta después que nos casáramos…jajajaja!!!… y yo le creía a la gran puta de mierda…
–Uffff que puta esa y te digo ahora que ya está casada está más buenota que nunca, y se las da de toda una señora…
–Ya no empieces con tus webadas mira que me caliento tanto que capaz que me fugue esta misma noche para ir a culearla, jajajaja!!!, luego que hablaron de cosas sin sentido, Her le hiso la solicitud a su leal Petronilo, –Te voy a pedir un favor Petronio, le dijo don Herculano a su amigo poniéndose un poco más serio…
–Pues dime no más Her, si para eso estamos los amigos…
–De verdad agradezco que me vengas a visitar…pero aquí es donde vivo desde hace años, este es mi mundo, y te digo que por ahora no me falta nada, así que ya no te molestes en venir a visitarme, si algún día logro salir de aquí te llamare…para que me vengas a buscar y nos vayamos de putas para celebrar, jejeje …pero mientras tanto vuelve a tu hogar y hace una vida normal, solo te pido una cosa… quiero que vigiles o estés al pendiente de todo lo que haga y deje de hacer esa zorra mal parida que me destruyo la vida, porque apenas salga le voy a ir a cobrar la factura, termino diciéndole con su cara llena del más profundo odio y rencor…
–No mames Herculano y que le piensas hacer!?
–Me la voy a violar!… me la voy a culiar bien culiada!!, por perra para sus cosas!!!, le decía con sus ojos enrojecidos por un iracundo aborrecimiento, para luego continuar, –No me importa caer en cana de nuevo…le voy a romper el culo a vergazos para que aprenda a ser gente! y para que no se crea que me olvide del asuntito que tenía conmigo, con la diferencia que ahora sí que sabrá quién es don Herculano, jajajaja!!!!!, el negro Filomeno ahora se sonreía y asentía con su cabeza, aprobando todas las palabras que decía su amigo-jefe.
–Uffff que afortunado serias si lograras hacer eso Her… esa mamacita está hecha para recibir verga por todos sus orificios, ahora se las da de remilgada y elegante, ya nadie se acuerda de lo que paso, pero si yo tuviera tus cojones ya de hace rato se lo hubiera mandado a guardar, jejeje, pero es casi imposible, vez que me la topo por ahí me mira como si yo le diera asco, jajaja!!!…
–Pues si me cumples con lo que te estoy diciendo veré la forma que tú también te la culies, jejeje y que no salgas mal parado en todo este asuntito…jejeje…
–Pero y si nos denuncia, como lo hiso contigo…
–No me importaaaaa!!, vocifero don Herculano, ya lo he decidido… la vamos a culiar hasta cansarnos!!!, exclamaba a la vez que se ponía de pie abrazando al negro Filomeno, al Petronilo le dio la impresión que esos dos ya habían hablado del tema con anterioridad, –Ya verás lo bien que la vas a pasar flaquito amigo mío, a don Herculano se lo joden una sola vez en la vida, jajajaja, aún me faltan como 15 años, pero la haremos, te lo aseguro, y si caemos en la cana no te preocupes serán como las vacaciones de tu vida, jajaja!!!…
–Está bien amigo…pero como la harás con tus cosas quien te traerá lo que te haga falta,
–Observa Petronio!. Don Herculano chispeo suavemente su dedo pulgar con el índice, y de la nada y de entre medio de toda la gente que visitaban a los reclusos aparecieron tres maleantes dispuestos a todo lo que les ordenara su jefe, –Oye cara de zapatilla, le dijo a uno de ellos, –Aquí mi amigo el flaquito dientudo necesita un dinerito para poder irse a su pueblo, apenas termino de decir lo último el cara de zapatilla rápidamente desapareció volviendo a los pocos minutos con una cantidad de dinero no exorbitante pero si como para darse unos buenos gustos por un mes entero.
El Petronilo quedo sorprendido, pero más petrificado quedo cuando don Herculano le dijo a otro de sus compinches, –Ve a buscar a la nueva…
El maleante llego con una sonriente joven de quizás unos 18 años de edad, de pelo y ojos negros, no era bonita pero tampoco era fea, tenía una cara de viciosa y buena para la cama que no se la quitaban ni a palos, se gastaba un culo de concurso, andaba vestida con una cortísima minifalda negra, –Esta es la Candy, te la puedes llevar hasta mañana, jejejeje es mi regalo de despedida, y no te preocupes… porque si te roba algo mañana mismo mandamos a que se la despachen, pero no lo hará ella sabe que se tiene que portar bien, jejejeje.
–Ohhh Her de verdad que me sorprendes, y que honda?…como haces todo esto?…
–Mejor ni te cuento…, jejejeje es un negocio que me dejo un amigo a los pocos meses que llegue a esta cárcel, el pobrecito se tuvo que morir por maricon, veras aquí en la cárcel se puede hacer de todo, solo debes saber hacerla y tener los contactos precisos, jejeje…
Esa fue la última vez que Her vio a su amigo y antiguo ayudante, quien se marchó feliz con un buen dinero y con una fémina de campeonato, después de eso volvió a su pueblo y se dedicó a trabajar, pero siempre al pendiente de la hembra causante de la desgracia de un pobre hombre inocente.
El tiempo paso y don Herculano era toda una autoridad en la penitenciaría capitalina, se despachó a unos cuantos más a parte del cara de caballo, y ponía en su lugar a los que pretendían aprovecharse de los primerizos que caían presos, pero no a todos, se encargaba de saber los motivos, y cuando se enteraba de que estos eran nuevos, o que caían por haber tenido enredos con mujeres despechadas, él se encargaba de que estos tuvieran un pasar más o menos decente dentro de la cárcel, a veces hasta tenía que palmeteárselos para que se avivaran, y aprendieran a hacer caso.
(15 años después)
Aquel día lunes don Herculano ya con 51 años a cuestas bajo del bus inter provincial que lo traslado desde la capital hasta su montañoso pueblo natal, junto a él bajo el negro Filomeno, quien cargaba los únicos dos bolsos que llevaban de equipaje, estaban solo a 2 kilómetros del lugar que había sido el hogar del ex mecánico, hubiesen podido tomar un taxi, o llamar al viejo amigo Petronilo, pero don Herculano prefirió que se fueran de a pie, quería ver con sus propios ojos el estado en que se encontraba su tan añorado pueblo natal.
Nadie de las personas que se cruzaron por sus caminos pusieron atención en aquel viejo moreno, gordo y grandote con cara de delincuente que caminaba fumando y observándolo todo, acompañado por un negro que media casi 2 metros de altura.
La cicatriz de su cara iba disimuladamente escondida bajo los gruesos y tupidos pelos semi canosos de su barba sin afeitar, cruzaron el pueblo y tomaron el camino que los guio hasta la que había sido su casa, al llegar a ella tuvieron que hacer grandes esfuerzos para saltear las altas matas de zarzamora que habían tapado el ingreso a esta, del taller no quedaba nada, se lo habían robado todo, caminaron hasta la puerta de la vieja casa de madera y basto con solo empujarla para que esta se abriera completamente, al ingresar el viejo ex presidario vio que en su interior estaba todo deteriorado, y que las paredes estaban todas pintarrajeadas por sendos grafitis que él nunca en su vida había visto antes.
Luego de las primeras impresiones don Herculano de muy malas ganas se dio a ordenar un poco aquel desastre, su ordenamiento consistió solo en despejar la basura hacia los rincones de la casa, está en comparación a la celda en que estuvo por 20 años era todo un paraíso, mientras el negro Filomeno ubicaba una silla cerca de la ventana y se sentaba a mirar hacia afuera, como si estuviese vigilando.
El viejo encontró latas de cervezas y muchas colillas de cigarro, y uno que otro papelillo de marihuana, pensó que su casa estaba siendo usada por drogadictos, pero ya verían esos pendejos si se les ocurría volver a poner un solo pie en su vivienda, se juramentaba mientras recorría su casa que a pesar de la inmundicia reinante le encontró encantadoramente acogedora.
La habitación de sus abuelos estaba prácticamente vacía, solo quedaba en pie el gran camastro de fierro con un mugriento colchón que se encontraba todo cubierto por pulgas y con notorias manchas de meados de perros que llegaban a dormir por las noches, don Herculano sabiéndose ya en libertad sintió el pesado cansancio de todo aquel tiempo de reclusión, dedujo que ahora si podría dormir tranquilo, simplemente el vejete se acomodó en el suelo y acomodando un pequeño bolso que traía cruzado en su gruesa humanidad a modo de cabecera, se durmió.
Durmió y durmió todo lo que no había dormido en aquellos 20 años en que estuvo preso por culpa de una vil mujer que le había hecho una mala jugada.
Se despertó al mediodía del martes, por la ventana vio que el negro Filomeno estaba desmalezando el lugar que en su niñez había sido el patio de su casa, se estiro todo lo que pudo y bajo al riachuelo donde se lavó la cara e hizo gárgaras, una vez en condiciones que según el eran más presentables, decidió agarrar un azadón y se puso a despejar la entrada a su casa, en compañía de su buen amigo el negro.
Todos traspirados terminaron la labor. En casi un solo día habían parado todos los postes que cercaban su propiedad, ya en la tarde se dirigió al municipio para actualizar la documentación que certificaban que él era el dueño de aquellos terrenos abandonados, y una vez que termino con todo el trámite se fue a buscar a su amigo el Petronilo, para que lo acompañara a comprar cervezas y cigarros para celebrar su llegada.
Ya en la noche y una vez que con el viejo Petronilo terminaron de entrar las bolsas con las compras se dedicaron a beber cervezas y a recordar los viejos tiempos, narrándole los pormenores de la detención al negro Filomeno quien escuchaba la historia de como si se tratase de un verdadero cuento de hadas, como también hablaron de la vida de Odette, luego que su amigo le dio todos los detalles de la odiosa mujer, se le ocurrió una brillante idea,
–Como ya te dije Herculano, esa hembra esta dibujada a mano, tiene un cuerpazo que ni te lo imaginas, jejeje… si quieres le vamos a echar una miradita, aún es temprano y casi todas las noches va a cenar con el estúpido de su marido al único restorán que les va quedando, jejeje…
–Cómo? Y ellos no eran los dueños de casi todos los locales del pueblo?,
–Tú lo dijiste… “eran”. Ese Julián se encargó de despilfarrar casi todo el dinero que les dejo el padre de Odette, el pobre viejo se murió de un paro cardiaco, aún les quedan unas pocas propiedades, pero el hombre está más que endeudado, y aun así se siguen dando la gran vida de ricachones, y casi todos en el pueblo saben de sus serios problemas bancarios, don Herculano al escuchar todo lo que le decía el Petronilo en cuanto a los problemas de aquel matrimonio causantes de sus desdichas solo miraba al negro Filomeno quien parecía tomar nota mentalmente de todo lo que decía el amigo de su jefe.
–Jejeje…gran idea la tuya amigo Petronio… me encantaría echarle una miradita a la puta, aun no sé cómo la voy a hacer pero hace 15 años te jure que me las pagaría, y aun estoy dispuesto a cumplir con mi palabra, jejeje…
–Oye Herculano, no es que yo sea cobrador ni nada parecido…pero recuerdas que también te comprometiste con otra cosa?, jejeje…
–Jajajaja!!! Tú sí que eres caliente viejo dientudo hijo de puta!… Para tu suerte si, aun lo recuerdo y tu tranquilo que también probaras de ese manjar que se ha conservado tan bueno según como tú mismo me lo has dicho…jejeje…
Ya en el pueblo los dos viejos más el negro, que se veía mucho más joven que ellos, se dirigieron al restorán que según don Petronilo debía estar Odette, y efectivamente así fue.
Don Herculano quedo impactado con lo que veía desde los ventanales del local, era la misma tremenda hembra con la que en su lejana Juventud se habían besado a orillas de un riachuelo, le vio su misma hermosa cara de niña mal criada, llevaba su pelo castaño alisado, sus labios exquisitamente retocados con brillo labial que le daban un aspecto lujurioso para sus propios sentidos, se preguntaba… como se vería ella chupando una verga?.
Continuando con sus apreciaciones determino que Odette ya con 37 años de edad, estaba hecha todo un monumento de mujer, la veía fresca y radiante, su corto vestido primaveral dejaban ver sus bellas piernas y muslos que estaban para devorárselos, en esos momentos ella platicaba con su marido con una sonrisa ampliamente deslumbrante, a Julián solo podía verle las espaldas.
A don Herculano le dieron unas salvajes ganas de ingresar al local y despacharse el mismo y con sus propias manos al babosiento de Julián, para luego tomar el femenino cuerpo que desde ahora el declaraba que pasaba a ser de su propiedad, para arrancarle a la fuerza sus ropas hasta desnudarla, y nalguearla hasta pelarle el culo y sacarle sangre por haber sido tan zorra, tan puta y perra para sus cosas, y para que aprendiera a no andar haciéndole tantas mamadas a la gente.
Sus sentimientos eran encontrados, si bien la había odiado y aborrecido en el transcurso de todo ese tiempo, muy extrañamente también la deseaba, aun quería poseerla, violársela hasta preñarla, y volvérsela a violar hasta cansarse, y aun así pensaba que eso era poco, pero cuando vio la rabiosa mirada de calentura mal sana con que la miraba su leal amigo del Petronilo recordó las palabras de este mismo cuando le dijo del profundo asco que ella sentía con tal solo mirarlo, como así también recordó las nítidas palabras que le dijo ella a un policía en el mismo día de su detención: “Usted bien conoce a mi padre y a mi familia, y ahora le pregunto yo a Usted… Como se le puede ocurrir que una chica como yo podría alguna vez involucrarse con semejante tipejo!?… solo mírelo!!!… es ordinario y feo, y el solo verle esa cicatriz en su cara me producen repulsiones que me harían hasta vomitar en cualquier momento!!, si no tiene ni familia, todos en el pueblo dicen que su madre fue una prostituta y que la mataron por drogadicta en la ciudad, solo piense en eso y se va a dar la respuesta Ud. mismo…”.
Estaba decidido!!
Tenía todo el tiempo del mundo para planearlo, buscaría la instancia y la ocasión para hacerla pagar por su burlesca traición. Después de violársela el mismo, sería el negro Filomeno quien entraría en acción, el descendiente de africanos ya sabía cuál era su misión perforadora con tan suculenta hembra, y ahora su nuevo instrumento de venganza se encontraba justo parado al lado de el con su pronunciada mandíbula superior salida hacia adelante, masajeándose la verga con cara de degenerado, y perdido en la calentura por poseer el cuerpo de tan distinguida dama, se empeñaría y se encargaría el mismo de que su amigo el Petronilo preñase a tan apetitosa hembra, ese sería su mejor desquite para aquella altanera y mal criada mujer casada que durante 20 años se había dado una vida llena de lujos, mientras él se podría en una infernal cárcel capitalina.
–Suficiente… ya he visto demasiado… tenías razón Petronio la putilla esa está bien buena, veré la forma de que nos la podamos culear hasta cansarnos y que no nos pueda denunciar, jejejeje, ya se me ocurrió algo, así que junta semen Petronio, que ahí adentro de ese local está la futura madre de tus dos hijos, jajajajaja!!!…
Esa noche en que Her después de 20 años y convertido en todo un don Herculano volvió a ver a Odette en toda su magnificencia de hembra seria y felizmente casada, renacieron y se abrieron en él todas las heridas del pasado, quería venganza a bajo cualquier precio, pero esta vez no quería que nuevamente lo humillaran y lo volvieran a meter preso, por lo tanto sería cuidadoso, y como si ahora el destino estuviese de su parte y como si los planetas se alinearan de pleno en su favor, en pocos días ocurriría el acontecimiento que daría el comienzo para su tan esperado desquite.
Fueron casi 4 días de parranda en los que anduvo el ex presidiario con sus amigos, hasta que rendidos por el cansancio de las seguidas y escandalosas borracheras que se mandaron, cayeron en total estado de semi inconciencia, a duras penas pasaron a dejar a don Petronilo a su humilde morada, para luego pasar a dejar al negro a su nueva vivienda que arrendo en el pueblo, en la cual se dedicaría a realizar sus nuevas labores ahora que estaba en libertad.
Don Herculano totalmente borracho se las arregló para poder llegar hasta su casa, una vez que ya estuvo en ella solo se hecho en el viejo catre lleno de pulgas que había sido de sus abuelos y cayo profundamente dormido, en la semana tenía que ver unos asuntos con el negro Filomeno.
Aquellas juveniles voces de hembras eran como una dulce melodía que llegaban a sus oídos, el viejo Herculano creía estar en unos de sus más idílicos sueños, pero poco a poco las voces y las risas femeninas se fueron combinando con otras no tanto, estas cada vez se fueron haciendo más reales, hasta que se despertó, sumamente confundido y con un enloquecedor dolor de cabeza debido a la resaca, como pudo se paró de la cama y silenciosamente fue para la puerta de la habitación y se asomó para ver qué pasaba en la sala de estar de su casa, y fue cuando la vio por primera vez.
Su primera impresión fue de infarto, si hace 20 años había conocido a la nena más linda del mundo, esta que estaba viendo ahora en su misma casa estaba tres veces mejor. Lo malo de todo el asunto era que las chicas estaban acompañadas de dos pelafustanes que seguramente las habían llevado hasta su casa supuestamente abandonada para servírselas, los dos jóvenes bebían de sus cervezas y estaban fumando hierba, conminando a las nenas para que ellas también fumaran. Quiso escuchar más de lo que ahí pasaba:
–Vamos Ángela, convence a Jazmín para que fume con nosotros…
–Déjenla tranquila, ella ya les dijo que no quería fumar… sus padres son muy estrictos y son capaces de internarla si la llegasen a sorprender que ha fumado hierba, les contestaba Ángela a la vez que le mandaba una senda fumada al cigarrillo de marihuana…
Don Herculano seguía observándolo todo desde la puerta entre abierta de su habitación, ya caía en cuenta de que eran estos los chicuelos que tenían su humilde morada como su casa club para hacer de las suyas, estudio a la tal Ángela, se dio cuenta que la nena debía tener unos 17 o 18 años, estimo que la hembrita no era fea, pero esas raras vestimentas no lo dejaban ver nada más y eso lo confundían, la chica andaba vestida toda de negro, su pelo era azul oscuro y con chasquillas, muy blanca de cutis, y una serie de cruces y cadenas colgando que no le decían nada.
Pero ahí estaba Jazmín, una mocosa con un espeluznante cuerpo de hembra hecha y derecha, con un vestido negro que se le entallaba exquisitamente en las bondadosas y curvilíneas formas de su fina y delicada anatomía, con unos potentes y torneados muslos bien ponderados a su estatura y femenina contextura que estaban hechos para ser lamidos y besados hasta la locura, sus tetas medianamente grandes, firmes y paraditas de tamaño preciso hacían un perfecto juego con el resto de su cuerpo.
De pelo castaño claro, y de ojos entre verdosos y azulados, le daban un aspecto celestial, pero su cara, esa familiar carita de niña buena le recordaba a alguien, hasta que poco a poco se fue dando cuenta, era la misma Odette en persona, pero había algo que la diferenciaba, esta nena estaba mucho más jovial de la que él había visto solo hace 4 días, y esta era un poco más alta que la otra, era más delicada, más rica y más potente, sus marcadas y diabólicas formas en su cintura la hacían ver más antojable, más hembra, mas buenota, verdaderamente la nena estaba para comérsela así mismito y tal como estaba, decretaba finalmente don Herculano.
El viejo por un momento pensó en que se estaba volviendo loco, o sea si a Odette la había declarado una Diosa hace 20 años, esta niña de tiernos 18 añitos recién cumplidos, era un verdadero ángel en el cuerpo de una Diosa de diosas.
Mientras tanto el viejo cavilaba en su casual descubrimiento, en la sala de su vivienda los jóvenes continuaban en sus insistencia para que la bella Jazmín, probara por primera vez el estímulo de la marihuana,
–Ángela tú no te metas…es Jazmín quien debe decidir, decía un imberbe muchacho que tenía su cara poblada de espinillas… –Vamos Jazmín pruébala, yo sé que te va a gustar…
–Ay Nico…es que me da penita…yo nunca lo he hecho, y no se de los efectos que me podrían ocasionar…
Don Herculano estaba atento a todo lo que sucedía en la habitación, ya sabía que aquella endemoniada pendeja se llamaba Jazmín, pero la idea ya estaba casi clara en su mente solo tenía que confirmarlo.
La insólita situación lo tenían entre caliente y entretenido, vio que la nena finalmente se negó a fumar la droga, situación que extrañamente le agrado, esas mamadas estaban hechas para otro tipo de gentuza pero no para ella, no para “su Jazmín”, se decía inconscientemente a la vez que no dejaba de mirarla y recorrerla con su calentona mirada, aquella juvenil y curvilínea chica lo tenían en un agradable estado de excitación.
Luego de unos minutos de mantenerse observando lo que ocurría en su misma casa, vio como Ángela se comenzaba a besar con uno de los jóvenes, mientras el otro pendejo de las espinillas intentaba por todos los medios seducir a Jazmín, para hacerle cualquier tipo de cochinada, poco a poco unos extraños celos se comenzaron a apoderar de su temperamento y cuando vio que la chica se abrazaba al feliz muchacho para darse un beso en la boca, el viejo salió de su lugar para darle el susto de sus vidas,
–Y quien les ha dado permiso para entrar en mi casa!!!, les grito con su tremendo vozarrón, una vez que dejo ver su gruesa y tosca humanidad.
Uno de los jóvenes aunque temeroso de aquel obeso hombre con cara de delincuente que osaba interrumpirlos en su jarana, quiso quedar bien ante las asustadas chicas,
–Y quien eres tu vagabundo de mierda…agradece que no te vimos antes porque o si no…
El pobre muchacho no alcanzo a terminar lo que estaba diciendo, cuando fue agarrado por el pescuezo y arrimado contra una de las murallas pintadas con grafitis,
–Pues yo soy el dueño de casa pelmazo de mierda… y me llamo Herculano, te queda claro pendejo bueno para la paja…, le decía en forma amenazante y con su mano peluda rodeando todo el cuello de casi asfixiado chico, en su defensa salto el que tenía la cara con espinillas, quien no alcanzo a hacer nada ya que un rápido y certero guantazo en el rostro lo dejo fuera de combate y lloriqueando como una niña, a su lado callo su amigo recién tomando las primeras bocanadas de aire, las aterrorizadas hembras estaban agachadas y abrazadas en un rincón aun no eran conscientes de lo que estaba ocurriendo, ellas jugaban en esa casa desde que eran niñas, y nunca habían escuchado que aquellas tierras tuvieran algún dueño…
El viejo se acercó a los espantados chicos con sus manos empuñadas, como si les fuera a dar la zurra de sus vidas estos trastabillando y casi gateando se arrastraron hacia la puerta de salida y apenas pudieron salieron corriendo como si hubieran visto al demonio, las jóvenes hembritas quedaron desamparadas,
–Jajajaja!!! Y ustedes dos…a ese par de maricones tienen por novios?…jajaja, son incapaces de ni defenderlas de un pobre viejo como yo, jajajaja, y que harían ustedes si yo me las violara, las espantadas chicas estaban mudas sobre todo con esto último que estaba diciendo ese obeso monstruo que había aparecido desde la otra habitación de la casa, el viejo inspeccionaba los bolsos de las chicas, en donde encontró unos diminutos bikinis de baño…
–Y que mamadas son estos? Les pregunto mientras los olía…
Ángela que era un poco más valiente que Jazmín, se atrevió contestar,
–Son trajes de baños…señor…
–Así está mejor…pero dime don Herculano… así me llamo, te queda claro cara de Morticia!?, jajaja!!! Y donde se supone que van a bañar?, seguía interrogando a la vez que se abría una lata de cerveza y se la bebía…
–Pensábamos bajar al rio…después de fumarnos unos cuantos…
–Y quien les dio permiso para bañarse en mi propiedad!?
–Discúlpenos señor no sabíamos que Usted era el dueño…
–Pues ahora lo saben!… así que me deben!!…a parte que los muy frescos se estaban bebiendo mis cervezas…
–Señor le juro que se las pagaremos, pero por favor no nos haga daño, intervino Jazmín con sus ojos y voz suplicantes…
El viejo quedo hechizado con solo saber que la exquisita muchacha se estaba dirigiendo a él…
–Y a ti quien te dio permiso para hablar? pendeja caliente!…te vi cómo te estabas besando con aquel maricon que te acaba de dejar botada…
–Yo no me estaba besando señor…lo que pasa es que él me estaba pidiendo ser su novia, snifffs…
–Pues no tienes mi permiso para ser su novia!!! Le rugió como un oso en la misma cara de Jazmín, quien fuertemente cerró sus ojos y recibió en su rostro todas las babas que botaba el iracundo vejete,
–Usted no puede prohibirme nada…mis padres son…
El viejo se la jugo de todo a nada….
–Yo puedo prohibirte lo que quiera pendeja!… conozco muy bien a tus padres… tu eres la hija de Odette y Julián verdad?
–Ehhh siii, y como los conoce?
–Soy muy amigo de ellos pendejita rica… y estoy pensando en estos mismos momentos de ir a contarles que su hijita se viene a drogar a mi casa con su amiga la Morticia, y que crees tú que opinaran ellos?…vamos ricura dímelo…
–Yo no soy la Morticia viejo asqueroso…y para que Usted sepa soy gótica…ayyyy!! Suéltemeee!,
Don Herculano al ser interrumpido por Ángela, la tomo de las mechas e hiso que ella se pusiera de pie, para asestarle un fuerte tortazo en rostro que la dejaron paralizada y sin ganas de seguir opinando…
–Plaffff!!! Le sonó en el rostro el fiero guantazo que le propinaron por insolente, –Cuando don Herculano está hablando nadie le interrumpe!!! , Te queda claro pendeja con cara de vampira!!!, jajajaja, –Y para que tu sepas también conozco a tus padres, le mintió don Herculano, –Así que desde ahora me empiezan a respetar el par de pendejas mal paridas, jajaja!!!, o quieren que me las zurre ahorita mismo por mal criadas y por no portarse bien?!!!, les dijo a la vez que se comenzaba a sacar su grueso cinturón de cuero,
–Es usted un viejo aprovechador!!… y no le creo nada eso que usted conoce a mis padres, ellos no se mezclan con gente de su clase…le iba diciendo Jazmín al vejete mientras se ponía de pie y en forma altanera seguía con su afrenta, –Si me toca un solo pelo sabrá quien es mi familia… la gente como Usted da asco y no deber… Plafffff!!!, la chamaca fue acallada de un solo charchazo en la boca, el más fuerte y con más odio dado por el vejete en el transcurso de esa tarde, don Herculano vio en ella a Odette la misma tarde en que lo metió preso injustamente, Jazmín cayó al suelo, y se dio cuenta que el fiero vejete no le habían importado para nada sus amenazas, ahora sí que estaba más asustada que nunca, y cuando el viejo se proponía en descargar su odio ahora contra el inocente cuerpo de Ángela, esta comenzó a suplicar…
–Noooo… por favor don Herculano!!… no nos pegue plisss…nos portaremos biennnn…snifff, ahora era Ángela quien rogaba y comenzaba a llorar de miedo, el viejo al verlas a las dos hembras llorando y humilladas se calmó un poco, odio haber tenido que golpear a su Jazmín, pero su madre tenía la culpa de todo, así que tomo un poco de aire,
–Jejeje así está mejor Morticita rica…, escúchenme bien par de trolas de mierda, que les quede claro que desde hoy me pertenecen, jejeje… ahora las voy a dejar para que sigan en lo que estaban… desde hoy mi casa la pueden usar para venir a fumar sus porquerías y beber cervezas a su antojo, yo no las acusare, como también están autorizadas para bañarse en el rio, pero solo ustedes dos solas, no quiero que me traigan pelafustanes, porque les juro que si lo hacen les voy a pelar el culo a correazos a las dos, o acaso no sienten miedo a que se las culien, jajajaja!!!, y cuidadito con ir a contarle a sus padres, porque ahí las únicas que perderán son ustedes, pues a ellos no les gustara saber en las condiciones que las pille con esos dos patanes amariconados, así que ahora partieron a bañarse, que yo tengo que ir ver un negocio en el pueblo, jejeje, junto que decir lo último el vejete se retiró dando un certero portazo.
El viejo se fue pensando en que si él se las hubiese querido violar a las dos juntas lo hubiera hecho, pero lo de andar violando a pendejas calientes no era lo de él, ahora sabía que a Jazmín tendría que poseerla si o si, de la Morticia se daba cuenta que caería solita, pero la hija de Odette era altanera y orgullosa por lo tanto decidía que ella pasaba a ser su plato de fondo y este se debía ir cocinando a fuego lento para que cuando la pendeja se tuviera que acostar con el todo fuera aún más delicioso, ya tenía la receta en sus manos, y con la puta de su madre otra seria la historia.
–Estas bien?, le consulto Ángela a Jazmín, una vez que se limpió las lágrimas…
–Si…ese hombre me da miedo, y quién es? De donde apareció?
–Pero si el mismo lo dijo…es don Herculano…
–Te dolió cuando te pego?,
–Sí, pero no importa, yo tuve la culpa no debí haberle contestado…
–Como que no importa?, le consulto una escandalizada Jazmín a su amiga, –Si se atrevió a golpearte!?
–No seas tonta mira, de verdad que el Nico con el Rene ya me aburrían, y don Herculano nos tiene un refri lleno de cervezas, ya no será necesario recurrir a ellos para que nos compren, y la hierba, por aquí crece sola, jijiji…
–Tu sí que estás loca Ángela!…a ese hombre ni siquiera le conocemos, tiene una mirada extraña, y cuando me hablo cerca de mi cara le vi una horrenda cicatriz en su rostro, de seguro que es un delincuente…
–Pero dijo que conocía a nuestros padres…
–Solo lo dijo para asustarnos…mira si tú quieres venir a bañarte y a fumar es asunto tuyo…lo que es yo me largo…
–Está bien amiga, pero no te sulfures…y donde nos bañaremos ahora?, si esta era la mejor parte y nadie nos molestaba?, le iba diciendo Ángela a Jazmín cuando ya se retiraban…
–Ahí veremos pero yo no entro más a esta casa…
–Entonces prométeme que nos vendremos a bañar igual…
–No lo sé… no lo sé… quizás pero cuando ese hombre ya no lo veamos por aquí…
Ángela se apuró un poco y se interpuso en el andar de su amiga,
–Jazmín!… recuerda lo que nos dijo, que si no nos portábamos bien nos iba a zurrar…quieres eso?, quieres que él vaya y te acuse a tus padres que estábamos fumando hierba, porque aunque les jures que no lo hiciste no te lo creerán, además que don Herculano ya nos dijo que podíamos usar su casa cuando quisiéramos. Ángela noto que su amiga se lo estaba pensando, –Ves si después de todo no debe ser tan malo, solo se enojó porque le estábamos usando su casa…
–Lo pensare pero no te prometo nada, ese viejo me da asco… le contesto la asustada Jazmín a su amiga, mientras apuraba su paso para llegar lo más pronto posible a su casa.
Pasaron algunas semanas después de lo sucedido, fueron incontables las veces en que Ángela intento convencer a Jazmín para que fueran a bañarse a los terrenos de don Herculano, pero la nena se negaba rotundamente a volver por esos lugares, hasta que una tarde la joven gótica por fin la pudo convencer,
–Solo iremos a bañarnos…yo no pienso poner un solo pie en aquella miserable vivienda, le dijo Jazmín a su amiga…
–No te preocupes Jazz, solo será un ratito, nos damos unos buenos chapuzones y nos venimos de regreso, además que al viejo ese ni siquiera lo he vuelto a ver, se me hace que eso de que él era el dueño de la casa solo fueron mentiras para asustarnos.
Cuando pudieron pasar por debajo de la alambrada, bajaron por un sombreado sendero, ya casi se escuchaba el estruendo de la corriente del agua, las nenas ya iban más confiadas, y cuando ya se disponían a sacarse la ropa para quedar en sus diminutos bikinis, lo que vieron fue espeluznante y a la vez desquiciantes para sus juveniles temperamentos.
(30 minutos antes)
Don Herculano esperaba noticias del negro Filomeno, este le había pedido que le diera solo unas semanas para tener todo listo, en la ansiosa espera el vejete se lo pasaba bebiendo en el desorden de su mugrosa vivienda, pero aquella tarde era de una angustiante calor, recordó al par de pendejas que había asustado hace algún tiempo, sabía que aparecerían en cualquier momento, pensando en ello decidió que bajaría al rio a darse unos buenos chapuzones, tal como lo hacía cuando era pendejo (así pensaba ahora)…
Nado unos buenos minutos, el pozón que se formaba era perfecto para ello, intentaba quitársela de la mente pero no podía, la impresión que le había dejado la hija de Odette habían hecho que el solitario viejo deseara ahora con más ímpetu aun concretar su venganza con la familia de la pendeja con cuerpo de Diosa, y pensar que el podría haber tenido una hija o un hijo de esa misma edad, eso lo entristecía, pensando en esto se salió del agua y se fue a tirar en una sombra, estaba desnudo y no le importaba quien le iba a decir algo si todo a su alrededor le pertenecía, de pronto cayo en cuenta en que estaba sentado en la misma parte en donde hace ya más de 20 años había estado con su amada Odette, la recordó como era ella en aquellos tiempos, sus dulces 17 años, sus piernas y cuerpo perfecto, ahora se maldecía por ni siquiera haberla manoseado, la recordó tal como estaba ahora toda una dama de alta alcurnia, y lo mejor de todo… con deudas.
Extrañamente se comenzó a excitar, se maldijo por aun desearla, se maldecía por odiarla con todas sus fuerzas, pero sabía que el ya no podía ser bueno y confiado, esa mujer lo había cambiado, llevo su mano a su verga y se la comenzó a frotar imaginando a Odette desnuda y a su lado…y bueno también muchas cosas más…
Ángela y Jazmín se quedaron sin habla, ahí estaba el viejo Herculano masturbándose al aire libre, por lo que se agacharon rápidamente y aunque ellas querían no podían dejar de mirarle la verga, hasta que Jazmín más asqueada que excitada le dijo a su amiga que ella se retiraba,
–Ese viejo degenerado se está tocando su cosa, le decía bajito a su amiga…
Ángela miraba la función con sus ojos vidriosos…
–Shhh…silencio que no nos vea…
–Ángela!, no me vas a decir que te gusta lo que estás viendo…
–Es solo un pobre viejo masturbándose, anda no seas boba y miremos un ratito…
Las nenas siguieron mirando por un rato, lo veían con su rostro descongestionado por la calentura, moviendo su mano rápidamente de arriba y hacia abajo, su gruesa verga llena de pelos encrespados desde la base y los testículos apuntaba directamente hacia los cielos, su panza y pecho también estaban poblados de gruesos pelos entre canosos y negros, en definitiva don Herculano era peludo por todos lados.
–Ángela creo que me voy para mi casa, ver eso me repugna… no entiendo cómo te puede gustar mirarlo…
–Solo le veo la verga tonta…como se te ocurre que me va a gustar semejante vejestorio, si ni siquiera tiene dientes, la gótica con su vestido negro y sus cruces colgando se mordía el labio inferior mirando la caliente escena. Y en efecto en la cárcel don Herculano había perdido toda su dentadura a la falta de dentistas al interior del penal, solo habían sacamuelas como les llamaban a los reos que se ofrecían a socorrer a los adoloridos pacientes al interior de la cárcel.
El viejo quien se mantenía el plena paja, advirtió los cuchicheos que provenían desde muy cerca de donde él estaba, simplemente fue bajando su ritmo, hasta que las pudo ver parapetadas en un arbusto y mirando como él se masturbaba, situación que lo calentaron aún más, estuvo a punto de derramar sus lecherazos en el aire, pero decidió darse un descanso a ver qué pasaba con aquellas pendejas mironas.
–Ángela yo me voy…si tú quieres…
–Vete yo te sigo en un instante, le decía Ángela frotándose una pierna con su manita llena de anillos raros…–Solo esperare a que termine… Ufff que grande la tiene…mira esas venas hinchadas Jaz dime que no te gustaría pasar tu lengua por ellas…Jaz te estoy hablando mujer…Jazmín!…Jazmín!…
Ángela recién se dio cuenta que su amiga se había ido y cuando volvió su excitada mirada hacia donde el viejo obeso se corría una paja de campeonato, lo vio que este ya se había puesto sus pantalones y venia hacia donde estaba ella, la calentura sele paso en el acto y su cuerpo empezó a temblar de miedo por lo que el vejete pudiera hacerle si es que este se había dado cuenta de que lo había estado espiando.
–Hola Morticia, jejeje y que haces por aquí lindura, le dijo el viejo, y mirando hacia todas direcciones le pregunto, –Y tu amiga no vino contigo…
–Ehhh no, yo acabo de llegar…solo quería darme un baño don Herculano, como usted nos había dado permiso pensé que…
–Pues báñate pendeja, y dime desde hace cuánto rato que estas aquí…
–Como le dije… recién llegue, no me había dado cuenta que Ud. Andaba por aquí… y gracias de todas maneras pero creo que mejor me voy, no quería molestar…
–Que te bañes te dijeee!!, le grito el viejo que a estas alturas ansiaba ver el cuerpo semi desnudo de la chica gótica…
Ángela solo le contesto,
–Está bien…está bien…me bañare un ratito pero luego me voy ehhh…
–Claro que si lindura solo un ratito, jejeje…
La chica comenzó sacarse sus cruces y todos los artilugios que antecedían a su extraña vestimenta, luego muy nerviosamente continuo con sus negros botines, el vejete estaba expectante, ahora que la veía a plena luz del día se daba cuenta que Ángela también era una joven de por si exquisita, un poco rara para vestirse pero totalmente encamable, y con ese pelo azul y su extraño maquillaje vampiresco le daban una misteriosa belleza que el desconocía.
La nena desabotono su vestido con parsimonia mirando de reojo al viejo ese que deseaba verla bañándose, notaba la calentona mirada de sus ojos en su cuerpo, se estaba poniendo más nerviosa de lo que ya estaba, en el momento en que Ángela retiro su vestido hacia arriba, dejando a la vista su esplendorosa figura de adolescente amazona solo vestida con un diminuto bikini rojo, el viejo estuvo a punto de violársela así mismo como estaba de pie.
A don Herculano casi se le salieron los ojos, habían sido 20 largos años, en que ni se había imaginado un cuerpo como aquel, ninguna de las putas que por años trabajaron para el al interior de la cárcel, se gastaba un cuerpazo como el que estaba viendo solo aun metro de él, la vio con su pelo azul oscuro, la sombra de sus ojos la hacían ver coma una real y verdadera hembra vampiresa, era la verdad se decía para sus adentros, ahora no se estaba burlando, sus uñas pintadas de negro realzaban el albo color de su piel, esta no era una Diosa, era un verdadero y exquisito demonio hecho para dar placer a los pecadores, y él estaba dispuesto a probar ahora mismo lo que la tal Ángela poseía al medio de sus hermosos muslos,
–Creo que me daré una bañadita, jijiji la chica se había dado cuenta que el viejo ese no podría tener buenas intenciones con ella…
–Espera aun no!, mira ahí en aquella sombrita tengo algunas cervecitas… que tal si vamos a beber, jejeje…
La gótica sabía que no debía, pero también sabía que más peligroso seria negarse, ya que aún recordaba cuando el viejo se la había tostado por insolente…
–Está bien…pero solo una…yo no estoy acostumbrada a beber, don Herculano sabía que la pendeja mentía, pero no le importaba…
Una vez que llegaron al mismo lugar en donde el viejo se había estado masturbando y ya sentados en el pasto, le paso una lata a la nena, y abrió otra para él, se la bebía sin dejar de comérsela con la mirada, Ángela estaba arrepentida de no haberse marchado con Jazmín, la pobre chamaca a pesar de ser una nena de moda alternativa y sin perjuicios se encontraba viviendo una pesadilla, don Herculano solo hace algunos minutos que la estaba tocando en sus piernas sin dejar de mirarla.
La gótica siempre se había jactado de ser una chica liberal, hasta le había mentido a su mejor amiga contándole que ella ya había tenido relaciones con algunos chicos, y la verdad era que la pobre Ángela era virgen, era totalmente inexperta en el sexo.
El viejo que también estaba nervioso de calentura y ganas de abalanzarse sobre aquel cuerpo de 18 años, encendió un cigarrillo para darle tiempo a la hembra de que asimilara en su mente lo que en pocos minutos le iba a suceder, a la vez que notaba su piel como se erizaba al estar en contacto con sus dedos.
La chica no estaba clara de lo que realmente quería el vejete de ella, o sea sabía que corría un riesgo inminente a que se la violaran, pero extrañamente al recordar la verga que se gastaba le hacían sentirse confundida, pero en el momento en que el vejete fue acercando su mano por sus blancos muslos y en dirección a la tela que protegía su vagina, le vio sus ojos que parecían los de un lobo hambriento de carne fresca, mientras también lo veía que se lamia asquerosamente sus gruesos labios.
Automáticamente la gótica llevo su mirada a la verga del vejete y vio como esta lentamente se empezaba a parar por debajo del pantalón, don Herculano se percató de lo miraba Ángela…
–Tócala!!, le ordeno con su gruesa y grave voz,
La nena lo quedo mirando con ojos expectantes, moviendo su cabeza en forma negativa, las palabras no le salían y la boca se le había secado, su lata de cerveza aún estaba llena…
–Que la toques mierdaaaa!!!, le volvió a gritar tomando el mismo la mano de la chica y haciendo que se la agarrara de lleno, la gótica ahí supo que lo que don Herculano ordenaba esto se tenía que cumplir…–Siéntela pendeja porque ahora sí que vas a saber lo que es recibir verga de verdad, jajajaja!!!
Ángela temblaba de miedo, el viejo prácticamente le estaba confirmando sus temores, se la iban a violar en un descampado, sus ojos se llenaron de lágrimas de pánico, ya no era la nena valiente que no le temía a las reacciones de los hombres, ella sabía manejarse con chamacos de su edad y nunca imagino estar en tales condiciones con un vulgar viejo carente de dientes y cincuentón, que su ansiosa mirada de lujurioso deseo más la aterraban.
El viejo bebiéndose su último trago de cerveza arrojó ambas latas hacia un lado a la vez que él se tumbaba de espaldas en el pasto, tomo a la asustada chica de los brazos y la atrajo hacia su ancho pecho poblado de gruesos pelos canosos, clavándole su herramienta en el vientre de ella, mientras le retiraba el sujetador le consulto mirándola a sus asustados ojos,
–Te han metido alguna vez una buena verga de verdad pendeja?
Ángela sintió en sus narices el hediondo aliento a boca desaseada, a la vez que se percataba que el viejo solo tenía sus dos colmillos por dentadura.
–Noooo!!!, le pudo contestar al fin…
–No me mientas Morticia…te vi la cara de puta con la que me mirabas cuando me estaba pajeando, jejejeje… eso me dice que eres buena para la verga…así que dime la verdad!!!!, a don Herculano mas se le paro cuando sintió las desnudas y juveniles tetas de Ángela comprimirse contra su pecho.
–De verdad don Herculano…sniffs…nunca me lo han hecho…por favor no me viole…
–Jajajaja, claro que no te voy a violar pendeja buscona, vamos a culiar que es distinto, le decía mientras que con una mano la sujetaba de su cintura con la otra se sacaba los pantalones, para seguir diciéndole muy cerca de su cara,
–No te darás ni cuenta cuando tu solita te estarás clavando en mi verga, jajaja!!, arrojándola hacia un lado de su obeso cuerpo le dijo, –Miraaaa!!!, lo que vieron los asustados ojos de la antojable nena gótica fue un miembro enorme y muy gordo lleno de venas multicolores que pulsaban rápidamente producto del aceleramiento de la presión sanguínea. Desde donde había estado mirando anteriormente no había dimensionado su tamaño y grosor, noto que esa verga gruesa y nervuda mas se parecía a la de un caballo que a la de los hombres que ella había visto en algunas películas pornográficas, por lo menos esta debía medir unos 23 centímetros le calculaba la asustada pendejita, nunca en su vida había imaginado una herramienta de carne tan descomunal.
La nena al estar tan cerca de aquel monstruoso falo, cayó en un verdadero estado de pánico, sus tímidas lágrimas se transformaron en llanto,
–Buuaaaaa…no don Herculano…sniffsss con esa cosa me va a destrozar…buaaaahhh!!!! Sniffsss sniffsss….
–No llores mierdaaaaa!!!! que ni siquiera te la he empezado a meter, deja tu estúpido llanto cuando verdaderamente la estés sintiendo en la zorraaa!!! Jajajaja!!!!
–No me lo haga…por favor…sniffssss, seré buenita y me vestiré normal…pero no me la vaya a meter buaaaaa!! Snifffsss… sniffssss…
–Déjate de estupideces y tócamela estúpida!!! ya verás que te va a gustar!!!, le ordenaba el vejete con su voz ronca, mientras el mismo le limpiaba la cara con sus toscas manos, esto hiso que la desafortunada joven se sintiera un poco más segura, volvió a poner su mirada en la cosota que le estaban solicitando que ella atendiera, el vejete ya le estaba sobando una teta.
Tímidamente acerco sus manos temblorosas, ahora que la tenía cerca le daba miedo tocarla, cerro sus ojos y se dio fuerzas hasta que al fin se
la agarro, la sintió caliente, húmeda y durísima como si estuviera agarrando el palo de un hacha, miro al vejete y lo vio con sus ojos enrojecidos, este la miraba como si verdaderamente se la quisiera comer, la pobrecita y asustada chica solo se quedó agarrada a la estaca de carne sin saber qué hacer.
–Y qué esperas pendeja!?, empieza a pajearme!, con semejante tranca que me gasto te tienes que acostumbrar a ella!!, jajaja, vamos… hazlo!! yo sé que tú puedes!!, jajaja… diciéndole esto último a la avergonzada chiquilla puso sus manazas sobre las de ella y le obligo a que comenzara a subirlas y bajarlas, Ángela quien se encontraba de rodillas masturbando la estaca de don Herculano, y ya pasado unos buenos minutos, no supo en que momento el vejete había retirado sus manos, y ahí se encontraba practicándole ella solita una desvergonzada masturbación a un viejo que podía ser su abuelo y que para rematarla ni siquiera conocía, la paja continuaba frenéticamente.
A la curvilínea y portentosa joven gótica al parecer ya se le había pasado el miedo, la masturbación que le estaba propinando a don Herculano era de campeonato, pero aun así le daba algo de asco cuando le veía a la punta bajarle el pellejo, dando paso a que sus ojos miraran el glande azulado, ya notaba que sus manos y la cosa del vejete olían fuertemente a meados y otro tipo de sustancia que no pudo definir, y que sin que ella se diera cuenta esos prolíficos olores le atraían, ahora gracias a sus fuertes y rítmicos movimientos manuales se la sentía más dura y más recia que antes, cada vez que miraba al vejete como queriendo preguntarle con su mirada si es que lo estaba haciendo bien ,veía a este sonreírle en forma desvergonzada mostrándole solamente sus dos únicas piezas dentales amarillentas, hasta que escucho nuevamente lo que le tocaba hacer,
–Ahora… chúpamela Morticia!!, límpiame la verga con tu lengüita!!!,
–Me llamo Ángela… escucho!!?, la gótica ya estaba entrando en confianza con el vejete, además que no le gustaba que le tratara de Morticia.
La nena acerco su cara a la verga, en esos momentos tenia toda la intención de chupársela, pero al ver la verga con algunos gruesos y encrespados pelos pegados en el glande, y ese desagradable y fuerte olor a orina, le dieron una profundas arcadas, el vejete al percatarse de esto se semi inclino para decirle en forma aireada,
–Y que te pasa ahora zorraaaaaa!?, acaso no me la quieres chuparrrrrr!!?
–Es que me da asco… su cosa esta muy hedionda, por favor ya déjeme ir…
El viejo automáticamente se puso de pie con cara de estar muy enojado, la arrojo sobre el pasto, Ángela se contorsionaba y retorcía pataleando en todas direcciones en señal de proteger su cosita de la ansiosa mirada de degenerado que tenía ese tal don Herculano, prácticamente a puros tirones le arranco la parte de abajo del bikini, dejando a la gótica totalmente desnuda, quiso pegarle para que aprendiera a obedecer, pero cuando su tosca mirada tropezó con aquel sedoso triangulo de tiernos pelitos negros y brillosos quedo íntegramente hechizado, como pudo le tomo las piernas abriéndoselas de par en par, sin importarle el dolor que le causaba a Ángela, para luego ir acercándose a la apretada y virgen zorrita y proceder a olerla, el aroma que desprendía la tierna panocha de la joven gótica era para enloquecer a cualquier hombre, la oloroso hasta el cansancio, una vez que sus narices estuvieron impregnadas de aroma a hembra solo dijo,
–Ahhhh… que rico hueles aquí abajo lindura, de verdad que huele a hembra caliente y sedienta de verga, jejeje, diciendo esto último abrió su bocota babeante y lentamente se fue acercando a esa apetitosa y frágil panochita para comenzar a devorársela a su total antojo, se dio a lamerle el tajo hasta el cansancio, el viejo estaba fascinado nunca en su vida había chupado una zorra, esta era como su primera vez, se la chupaba, se la lamia y se la escupía, para luego explorársela con sus gruesos dedos de campesino, todo era mágico para don Herculano, por primera vez iba disfrutar de una mujer que no fuese puta, y lo más importante: estaba solo a minutos de ser él… Herculano Pincheira quien iba a descartuchar a una joven hembra gótica que tuvo la mala suerte de cruzarse por su camino, estaba en un sueño del cual no quería despertar nunca jamás.
Ángela sentía repulsión por todo lo que le hacían ahí abajo, solo a unas cuartas de donde estaba su ombligo, hiso un esfuerzo por controlar sus nauseas,
pero lo que no sabía la pobre jovencita era que lo peor estaba por llegar.
Cuando don Herculano por fin se cansó de sorber jugos, chupar, lamer y
jugar con su nunca antes penetrada zorrita le alzó las piernas doblándoselas y haciendo que se quedara con ellas abiertas, para empezar a montarse sobre su curvilínea anatomía con claras intenciones de meterle aquella monstruosidad de verga que ahora la tenía más tiesa y parada que nunca.
La gótica al notar que el vejete se le estaba montando para convertirla en su mujer instintivamente comenzó una frenética lucha para defender su virginidad, pero más que eso era el tremendo pánico que sentía al solo imaginarse estar siendo penetrada por semejante animal, el vejete que ya estaba caliente al máximo no iba a dejar pasar esa oportunidad y ya estando montado cómodamente sobre su blanco y curvilíneo cuerpo, le aplico dos severas cachetadas en el rostro, estas fueron tan bestiales y dolorosas que la nena automáticamente se quedó paralizada y shokeada esperando sin saber lo que iba a suceder…
–Ahora vas a saber lo que es culear con un verdadero macho caliente pendeja con cara de muerta!!!, jejejeje, así que déjate de pendejadas, ya estás en edad de ser gozada por un hombre de verdad putaaaa!!!,
–No… por favor don Herculanooo no me violeeeee… snifssss…
–Yo no te estoy violando pendejaaaa!…fuiste tú solita la que se vino a meter a mi propiedad, nadie te forzooo!… y vi como tú y la otra putaaa me miraban la verga escondidas detrás de un arbusto, así que no seas zorra para tus cosas, jajaja!!…viniste por verga…y verga tendrasss!!, jajajajaja!!!!!
Ángela noto como el viejo una vez que dijo esto último ubico la cabeza amoratada de su herramienta justo en la entrada de su virginal panochita, este sin esperar nada más solo comenzó a empujar con fuerzas y sin consideraciones.
A cada a empujón su enorme tranca parecía destrozarla por dentro, pero de pronto sintió que el dolor se hacía cada vez más intenso e insoportable, la dolorosa sensación en su vagina era que la estaban rompiendo por dentro, el vejete hacia fuerzas desmesuradas por meter su herramienta lo que más pudiera adentro de esa apretada panocha que se negaba a recibirlo por completo, ambos cuerpos sudaban, el suplicio para Ángela ni siquiera comenzaba aun, don Herculano volvió a acomodarse en los abiertos y blancos muslo de la gótica, le miro sus ojos negros y su cabellera azulada, el rímel ya se le había corrido y se desparramaba por la asustada lozanía de su cara, hasta que ella lo vio cerrar sus ojos como si este viejo asqueroso se concentrara en algo, y fue cuando lo sintió entrar,
–Nooooooooooooooooooooooo!!!!!, fue el primer desgarrador grito que se sintió a las orillas del rio, el viejo empujo firme y en forma salvaje alojándole su verga al interior de su cuerpo en toda su extensión, su virgen vagina ya no lo era, se lo había comido todo, –Ahhhhhhhhhhhhyyyyyyyyyyyy…que me doliooooooo!!!! Saqueloooooo!!! Buahhhhhhhh!!!! Buaaahhhhhh!!!! Ayyyyyyyyyyy!! Ayyyyyyyyyy!! No por favorrrrrrr!!!! Sniffsssssssssss! Snifsssssssssssssss!!!.
Ángela lloraba con su carita desencajada por el inmenso dolor que le causaba el sentir su coñito abierto y ensartado por una verga que le llegaba hasta la misma altura de su cintura.
–Cállate zorraaaaa!! Y acepta el dolor de la vergaaaaa!!! Jajajaja!!! Eres mía pendeja, te cabo de convertir en mi mujer, jejejeje… Te juro que desde ahora te encantara que te meta mi tranca…, el viejo le decía esto con todo su cuerpo echado hacia adelante, sintiendo en su verga la exquisita sensación en que el joven coño de Ángela le abrazaba su herramienta, –Ohhhhhh… era verdad lo que me decías pendejaaa!… tu coño me aprieta la verga en forma exquisita Mmmmmm… , el viejo lentamente empezaba a hacer unas especies de círculos con su cintura pero siempre empujando hacia adentro, para luego seguir envileciendo a la asustada chamaca, –Ahora acostúmbrate cosita que luego nos comenzaremos a mover fuerte, Ohhhh! Ahhhhhh!! Que delicia es estar adentro de tu cuerpo mi reinaaaa, le decía el salvaje de don Herculano, quien ya se había comenzado a mover lentamente, para ir agarrando ritmo y fuerzas a medida que metía y sacaba.
El viento mecía la copa de los árboles, el paisaje de por si era paradisiaco, la corriente del rio seguía por su cauce y a orillas de este una joven de 18 años estaba culiando con un viejo de 51, ella debajo de él, y el montado sobre ella dando su vida por aquella desquiciante cacha que se estaba pegando con una exquisita chica gótica.
El vejete seguía penetrándola con todas sus fuerzas, y el dolor no desaparecía del cuerpo de Ángela, a estas alturas su vagina se le había dormido de tantos feroces espolonazos, la nena solo se dejaba hacer, llorando en silencio y con su manita y deditos semi doblados en su boca no daba crédito a lo que le estaba sucediendo, sentía sobre su figura el pesado cuerpo de don Herculano que no cesaba en sus furiosas arremetidas, se quedó quieta intentando controlar su respiración, deseaba que aquel doloroso martirio terminara cuanto antes, aunque a estas alturas el vejete estaba tan metido dentro de su cuerpo que sentía los latidos de la verga al interior de su estómago, como también sentía sus testículos como le rozaban su apretado esfínter, la nena estaba clara que la habían abierto por completo.
Don Herculano aserruchaba firme, sentía el aroma de su pelo y de su piel, por ningún motivo pensaba en parar la faena copuladora, la pendeja estaba realmente exquisita, y él se había prometido que nunca más tendría consideraciones antes de poseer a alguna mujer, ya que si se les trataba bien estas se comportaban como una verdaderas zorras, y les daba por hacerles pendejadas a los hombres, así que determinaba que estaba muy bien lo que le estaba haciendo a Ángela, con esto último redoblo las fuerzas y los empujes hacia el afiebrado cuerpo de la nena.
De pronto el viejo se tomó un descanso pero se la dejo totalmente envainada, Ángela al saberse ensartada a cabalidad se sintió extraña, sentía la verga del viejo como si fuese un animal con vida propia que se movía dentro de su cuerpo, al estar totalmente ensartada por su vagina, de pronto imagino que la verga se hinchaba cada vez más y más, el vejete nuevamente había vuelto a sus enloquecedores movimientos de mete y saca, haciéndolo una y otra vez, así estuvieron por largos minutos, lo que sentía la gótica en esos momentos era algo totalmente nuevo para ella, ya no sentía dolor, sentía que mientras más fuertes fuesen los vergazos que le daban, más gustillo sentía al interior de su zorrita, Ángela no quería reconocerlo pero era su propio cuerpo quien en esos momentos le decía lo muy rico que se la estaba culiando un viejo que apenas conocía.
Don Herculano se la estuvo culiando por un buen rato, la follada ya iba como para los 45 minutos por lo menos, y Ángela ya se movía al mismo ritmo con que le empujaban la verga para adentro, mientras más firme ella empujara contra la verga más rico y delicioso era el placer que le otorgaba su sistema nervioso, de pronto sintió una sensación de como si se le fuera a parar el corazón, era algo desconocido, como una poseída empezó a menear su cuerpo en forma acelerada jadeando y gimiendo como una vulgar puta, el vejete babeaba de gusto y calentura, la pendeja ya culeaba como una verdadera mujer y él era el causante de ello y quien le había enseñado, junto su bocota de depredador junto a los morados labios de la chamaca, quien lo recibió con un exquisito beso con lengua, don Herculano no era un besador innato, pero viendo la desesperada forma en que Ángela metía su lengua dentro de la boca de él solo comenzó a hacer lo mismo, aquella juvenil boquita de 18 años sabia a menta, y era verdad.
Ambos amantes no se daban cuenta de la forma salvaje en que se estaban dando, don Herculano como pudo fue dando vuelta el cuerpo de la muchacha, hasta que quedo ella montada sobre la redonda y prominente panza peluda del vejete,
–Lo ves putaaaaa! Yo sabía que te iba a encantar la vergaaaa!!!, la gótica casi no lo escuchaba solo estaba concentrada en moverse y refregarse bien refregada la verga del viejo en su ensangrentada conchita, sus tetas saltaban exquisitamente al mismo ritmo en que la nena hacia sus movimientos de placer haciendo enloquecedores círculos, su cintura se movía desquiciantemente como una acordeón, combinando con firmes subidas y bajadas de caderas para luego hacer unas diabólicas ondulaciones como queriendo sacarse aquella deliciosa estaca de carne por la boca.
El viejo comenzó a darle unas fuertes estocadas hacia arriba, ensartándola con ferocidad…
–Mmmmfssss, gesticulaba a duras penas la diabólica muchacha…
–Te gusta zorraaaaaa!!! Te gusta que te lo hagannnnn!!!
–Siiiiiii… es muy…ri cooooooo…que a una se la cu…liennnn!!!…, le confirmaba la transpirada gótica sin dejar de menearse.
–Jejejeje…yo sabía que te iba a gustar mi vida…desde hoy eres mi hembra…quiero que vengas día por medio a acostarte conmigo…lo harás ricura?
–Siiii don Herculanoooo… Usted me culia muy ricoooooo… yo vendré todos los días a acostarme con Ustedddd…Ohhhhhh auchhhhh..que ricoooo mi amorrrrrr…le decía la caliente chamaca sin ni siquiera saber lo que estaba diciendo…
–Jajajaja con eso ultimo te sacaste el premiado lindura, jejeje…desde hoy serás mi putita… y no pienso compartirte con nadie, jejejeje solo serás miaaaaa!!!, le dijo a la vez que le mandaba una salvaje estocada, que Ángela recibió con cara de degenerada, desde hace rato que era inconsciente que se la caían las babas de su dulce boquita…
Don Herculano la atrajo hacia el abrazándola con sus peludas manazas, a la vez que le daba sendas chupadas a las duras tetas que se gastaba Ángela, ella ya lo disfrutaba todo, su mente estaba en blanco, solo sentía oleadas de placer por todo lo que le hacía don Herculano, y se lo demostraba con exquisitos movimientos de su cuerpo para el beneplácito de aquella grandiosa verga que se la tenían ensartada en lo más recóndito de su espléndida anatomía.
El vejete solo dejaba que Ángela se moviera como quisiera, hasta que al verla en el total estado de calentura en que se encontraba se la desclavo como si ella fuese una muñeca y la puso en 4 patas como a las perras, la sangre virginal corría por los potentes muslos de la hembra, pero a ella ya no le importaba nada, el viejo comenzó a chuparle el culo como si este fuese un helado, la nena sentía muy rico, la sensación de la lengua del vejete en su esfínter casi la enloquecieron, le encantaba sentir las babas de don Herculano chorrear por sus muslos, pero cuando noto la verga acomodarse en la misma entrada de su culo, nuevamente cayo en pánico…
–Nooooo!!!, noooo!!, noooo!, por favor don Herculano eso nooooo!!! Otra vez nooooo!, decía con su vocecita entre caliente y asustada.
El viejo no tubo compasión por la tierna chamaca, una vez que acomodo la tranca en el cerrado orificio posterior de Ángela no se lo metió, sencillamente fue el quien agarrando a la joven de sus muy marcadas caderas, con fuerzas la atrajo hacia el y la empujo contra su apéndice vergal enterrándose por completo el culo de la nena contra su verga.
La gótica recibió el salvaje empalamiento con un ahogado grito de tortuoso horror, sus dedos se crisparon y se enterraban en el pasto, con su cara congestionada y su boca totalmente abierta, recibía por el orto los tormentosos apuntalamientos de verga, su vista se le nublo cuando su cuerpo no fue capaz ya de resistir el desgarrador sufrimiento al cual estaba siendo sometido y la pobre sencillamente se desmayó.
Don Herculano quien no estaba al tanto de lo que le ocurría a su joven víctima y a posterior de aquel bestial enculamiento le empezó a dar con rabia, como si ella hubiese sido la culpable de todas sus desgracias, pasaban los minutos y ante las salvajes arremetidas y producto del incesante y doloroso suplicio la gótica poco a poco volvió en sí, sentía que en cualquier momento la iban a matar a vergazos por el culo, acompañado de que mientras más profundo le daban, más se le revolvía el estómago, y sabiéndose imposibilitada de cualquier tipo de escape simplemente comenzó a vomitar mientras implacablemente le seguían rompiendo el culo bestialmente,
–Jajajaja!!! Que cerda me saliste para tus cosas Mamasota, por cochinona te voy a seguir rompiendo el orto para que no puedas cagar en dos meses, jajajaja!!!!,
El vejete la seguía enculando sin piedad, la gótica una vez que se pudo limpiar la amarga bilis de la boca, y temiendo por su vida saco un poco de fuerzas y le comenzó a solicitar al vejete,
–Ayyyyyyy!!! Ohhhhhhh!!!! Don Herculano….no tan fuerte por favor!!…. que me va a matarrrrrrrrr por el culoooooooooo!!!!! Gritaba la nuevamente adolorida Ángela una vez recuperada de sus regurgitaciones…
Pero el vejete que estaba bañado en sudor solo seguía enculandola como un poseído,
–Plafff!… plafff!!… plaffff!!!… retumbaban las redondas y antojables nalgotas da la gótica ante el enardecido ataque del caliente y eufórico vejete, Ángela ahora aguantaba el brutal ataque mordiéndose el labio inferior con una verdadera expresión de doloroso pánico, sus ojos se mantenían abiertos como si estuviesen presenciando un milagro, pero ante cada brutal enterrada de verga del lujurioso vejete, de sus labios morados ya brotaban gemidos que más parecían de placer que de dolor, así lo confirmaba también su respiración agitada y excitada, el intenso dolor anal y el saberse puesta en cuatro patas le hacían sentirse más mujer, más hembra y más perra, pensaba en lo extraño que era todo esto ya que ella nunca en su vida se había sentido así.
El viejo Herculano estaba culeandosela como enloquecido, miraba ese portentoso y tremendo cuerpazo que la gótica comúnmente escondía debajo de sus oscuras ropas, le miraba ese glorioso par de nalgotas que le sorbían sus 23 centímetros de verga casi en su totalidad,
–Ayyyyyy don Herculano… más despacio por favor…que me va a rajar por el culo, el cuerpo y las tetas de la gótica se movían en forma escandalosa, al mismo ritmo en que le perforaban el culazo.
–Ya te dije que tenías que aceptar el dolor de la vergaaa!!, jajajaja!!, aguanta mi Morticia que después de unas cuantas folladas por el ano te harás una adicta a que te den por el culo!!, jajajaja!!! Tomaaaa!!!, el viejo seguía arremetiendo y la gótica continuaba recibiendo verga, –Muéveme el culo pendeja recuerda que desde hoy eres mi mujerrrr!!!, don Herculano se estaba pegando la follada de su vida, y Ángela lo secundaba en sus viles abominaciones.
La hermosa joven de pelo azul y blanca piel ya gozaba desde hace rato con lo que ahora le hacía don Herculano, estaba casi enloquecida de calentura al escuchar ese lenguaje soez y vulgar con que la trataba el miserable vejete, las estocadas que le daban por el culo cada vez eran más recias y profundas, haciendo que su delineado cuerpo le regalaran oleadas de placer anal, sensaciones que la obligaban a retorcerse de gusto intentando de atornillar por el culo a aquella gruesa verga que tan deliciosamente la perforaba, la gótica ya no podía más de tanto placer que le estaban otorgando, por su parte don Herculano al notar de lo bien que se lo estaba pasando la chiquilla, la tomo violentamente de su azulado cabello intentando tratarla como a una yegua, para luego comenzar a darle más duro por el culo, esto fue demasiado para la pobre y caliente Ángela, simplemente la nena se llegó a mear de tanto placer…
–Ayyy don Herc… siento algo raroooo!! Ayyyyyy que ric….Ohhhh que esto Diosssss!!! Ohhhhh que ricoooooo!!! Ufffffff!!, hasta que la nena exploto en un muy extraño pero enloquecedor orgasmo, –Ayyyyyy que meooooo!!! Ayyyy que me meooooooo!!!! Asiiiiiiii!! Deme más durooooo!!! Don Herculano no aguanto masssss, me voy a me…… Ayyyyyy me mieeeeeeeeeee!!!!! Ohhhhhhhh que ricooooooooo!!!
Ángela corcoveaba de auténtico placer, sus muslos y piernas chorreaban de su propia orina, el vejete estaba encantado no sabía de ninguna puta que se hubiera llegado a mear de tanta calentura, y él lo había logrado con una linda chiquilla de pelo azul y de 18 añitos, sabía que Ángela le traería buena suerte, si hasta ya le estaba empezando a tomar cariño a la pendejilla caliente esa, que seguía retorciéndose de placer con su vergota metida en lo más profundo de sus intestinos.
El viejo ex recluso que aun aguantaba sus fuerzas la desclavo de una, Ángela sintió su orificio posterior vacío en el mismo momento en que se le lleno de aire, su cuerpo estaba electrizado, aun se sentía dependiente de aquella monstruosa verga que la había convertido en mujer a orillas de un rio, con cara de viciosa se puso de espaldas y abrió sus muslos todo lo que pudo, para demandar lo que a ella le correspondía,
–Don Her…cu…la…no… síga…me cu…liando!!…
–Jejejeje, mira que eres puta y viciosa pendeja endemoniada… te he estado follando por más de una hora y todavía quieres más!!?, jajajaja!!! ni las putas profesionales piden verga con tanta ansiedad como lo estás haciendo zorraaa!!!, jajajajaja!!!!…
–Por favor don Herculano solo otro ratito, le pedía en forma suplicante y con sus ojos llorosos de calentura moviendo sus caderas ondulatoriamente, la nena ya no aguantaba más de tanta excitación al estar mirando la verga del vejete como amenazaba de lo tiesa y parada que aun la tenía, la jovencita estaba totalmente fuera de sí, mientras le abría las piernas ofreciéndose y acomodándose esperando a recibir nuevamente la tranca al interior de su cuerpo…–Por favor don Herculanoooo!… violemeeee!!…. culiemeee!!… culiemeeee una última vez y acabemos con esto!!!, empezaba a sollozar extasiada y desesperada porque el viejo le metiera la verga,
–Jajajajaja!!! Jamás me imagine lo buena que me saldrías para la verga, jajaja!!!, a ver? grita más fuerte pendeja porque no te creo mucho lo que me estas pidiendo, jejeje…
–Follemeeeeeeee!!! Culiemeeee de una buena vezzzzzzzzzz!!!!, gritaba Ángela con sus piernas totalmente abiertas…–Soy su putaaaa!!! Soy una putaaaaa y puede culiarme todo lo que quieraaaaaaaaaaaaaa!!, gritaba histérica y con voz ronca, la nena lloraba de calentura aun no saciada.
El viejo ya no aguantando más se abalanzo sobre su cuerpo y comenzó a besarla frenética y asquerosamente, le metía su inmunda lengua en la inmaculada boca con sabor a menta, Ángela recibía sus salivas y recorría con su lengüita sus rosadas encías como así mismo los dos únicos dientes que el viejo poseía, prácticamente se los estaba chupando, la gótica le lamia la cara, su sabor salado y su olor a macho la tenían cautivada, quería todo lo de él, su tranca ya estaba nuevamente en su máxima erección, don Herculano nunca en su vida imagino que aquella niña de tan solo 18 años virgen y sin usar por nadie, se iba a calentar tanto después de haber probado su verga, si eran 33 años de diferencia entre ellos.
Don Herculano totalmente enardecido recorría con sus peludas y grotescas manos el suave y curvilíneo cuerpazo de Ángela, que a puros gemidos seguía rogando por que la ensartaran nuevamente, el viejo se subió a su desesperado cuerpo sediento de verga, y ubico su gruesa tranca en el recién estrenado reducto de amor de la nena, poco a poco se la fue metiendo mientras le decía a sus perfumados oídos,
–Que rica tienes la zorra pendeja caliente…esto es lo que querías? …pues ahí la tienes, el viejo se la fue metiendo de a poco, sintiendo la estreches de la muchacha, –Aun la tienes apretadita mi vida, le decía el viejo verde con sus ojos cerrados, y con cara de gozador, la gótica sentía que el vejete nuevamente la estaba llenando de verga, sus gemidos comenzaban a aumentar,
–Mmmmmm…, la nena se imaginaba que don Herculano jamás acabaría de meterle verga, y le encantaba sentirlo así, sus jadeos no demoraron en hacerse notar…
–Jejeje…que zorrita más rica es a la que me estoy culeando, le decía mientras empujaba profundo sobre el acalorado cuerpo de la joven el cual también jadeaba en forma exquisita, –Lo ves pendeja como te encanta la verga? Te mueves rico para culear… eres una verdadera putita, jejeje…
Don Herculano empezó con los rudos movimientos de mete y saca, ya estaba casi por llegar al tan ansiado orgasmo…
–Ahhhhh don Herculanooooo masssss!….masssss!!…..masssssssss!!!!, le imploraba Ángela quien se movía totalmente aferrada de las anchas y peludas espaldas de su amante…
–Tomaaaa!! Tomaaaaa!! Le decía el vejete apuntalándola con bestialidad, –Eres mi perraaa calienteeeee!!
–Siiiiiii yo soy su perraaaaaaaaaa!!!!, le confirmaba la nena con sus ojitos cerrados y presa por la calentura que le causaba al sentirse penetrada por aquel ordinario vejestorio…
La panochita de la gótica nuevamente chorreaba cuantiosas cantidades de líquidos vaginales, la verga de don Herculano entraba y salía sin ningún impedimento de la resbalosa entrada intima de la nena, ella también empujaba sus caderas hacia adelante en busca de verga, el viejo prácticamente la estaba matando de placer, hasta que las tibiezas de sus carnes le ganaron a la estaca penetradora,
–Ohhhh que rico estoy sintiendo pendeja te lo voy a dar…
–Demelooooooo lo quieroooooooo…echemeloooo todoooooooo!!!
Ambos se pusieron a culiar rápidamente, con sus respiraciones totalmente agitadas y entre mezcladas, –Ah ha! Ah ha!! Ah ha!! Ah ha!!! Ah ha!!!! Se escuchaba alrededor de ellos como si estuviesen dándose desesperados, hasta que el vejete sintió como si lo estuviesen noqueando…
–Arrrrrggggggggggggg!!! Tomaaaaaa pendejaaaaaaaa… ojala te quedes bien preñadaaaaaa….ahhhhhhh…que rico me comes la vergaaaaaa!….mamitaaaaaaa!! mmmmmfsssss…
Ángela al sentir por primera vez en su vida como una inmensa verga escupía cuantiosas cantidades de un líquido espeso y caliente al interior de su cuerpo, nuevamente no se aguantó y volvió a mearse de una verdadera y genuina calentura, a la vez que solo meneaba muy despacito su cintura para que aquel falo al cual ella estaba bañando con sus calientes líquidos, y que tan exquisitamente la estaba fertilizando no se le saliera ningún centímetro de su interior, solo sintió que su cuerpo se desintegraba, mordiéndose su labio inferior gozo atenazada al cuerpo de su macho, hasta que sintió que este dejo de hacer fuerzas con su verga, ambos quedaron pegados por unos buenos minutos.
El viejo Herculano la desclavo y se quedó tirado un rato junto al inmóvil cuerpo de la gótica,
–Eres toda una hembra Ángela, y me gustaría que te quedaras conmigo, pero ya está anocheciendo, toma tus ropas y lárgateee, tus papis se podrían preocupar, jejejeje, le dijo medio en serio y medio burlándose…
Mientras la avergonzada y agotada hembrita se vestía, el desnudo vejete la contemplaba, y una vez que ya estuvo completamente vestida, le dijo…
–Cuando volverás para que repitamos?, jejeje…
–No lo sé… le respondió la nena con un hilillo de voz…
–Pues yo quiero que vengas el próximo viernes, te daré una semana para que descanses… invéntate algo en tu casa para que nos acostemos en mi vivienda… quiero que pasemos un fin de semana entero encerrados y culiando, jejejeje…
–No sé si mis padres me dejaran salir…
–No me importaaaa lo que digan tus padres!!…, le vocifero en sus mismas narices, y tomándola violentamente de sus cabellos le puso en conocimiento, –Desde hoy eres mi mujerrr!!!..o acaso no recuerdas lo rico que te meneabas solo hace unos minutos… y quiero que te sigas vistiendo de la misma forma en que lo has hecho hasta hoy…te queda claro putillaaaaa!!!!
–Siiii,
–Si queeee!!
–Si don Herculano me queda claroooo…
–Así está mejor pendeja!…y no quiero enterarme que andas enredada con algún chamaco del pueblo, porque soy capaz de matarte a patadas, y de paso me despacho al pendejo que desde hoy se atreva a tocarte o molestarte…necesitas dinero!?, la nena totalmente sorprendida por la insólitas aclaraciones que le hacia el vejete, solo negó con su cabeza…–Bien! si necesitas algo solo vienes y me dices, ahora lárgate que ya es tarde… y te estaré esperando el próximo viernes en la tardecita, jejejeje…
A los dos días de ocurrida la violación de Ángela, en la casa de Odette y Julián se vivía otra situación.
Era de noche y mientras Jazmín se encontraba en su habitación, retocando su cutis y piel corporal con finas cremas y lociones, en la habitación de sus padres reinaba la preocupación,
–De verdad que no sé qué hacer Odette, los bancos ya no quieren dar más plazos, todas las propiedades están casi embargadas, y ahora les dio por encapricharse con nuestra casa…de verdad que no sé qué hacer amor, ya ni los pocos narcos que van quedando en la región quieren hacer negocios conmigo…
Odette quien vestía una fina bata de seda que le llegaba hasta un poquito más arriba de la mitad de su tonificados muslos, miraba al único hombre de su vida y a quien amaba con todas las fuerzas de su corazón, pensaba en que de alguna forma saldrían de esa situación, a ella no le importaba que él se haya despilfarrado la fortuna que ella había heredado de su familia, total lo habían hecho juntos, el pobre nunca había sido bueno para los negocios.
Ella en su juventud se la había jugado entera por estar junto a Julián, y había jurado ante Dios estar en las buenas y en las malas junto a él, a veces pensaba en lo que habían hecho producto de la inmadurez, y cuando en algunas ocasiones recordaba al pobre infeliz que habían utilizado para salirse con las suyas, prefería no pensar en el tema, estaba segura que a Her lo habían matado en la cárcel o vivía de vagabundo en la ciudad.
–Tranquilo cariño ya verás que en la reunión de mañana sabrás encontrar una solución,
–Mi vida…los del banco dijeron que ya no había más plazo, y te están citando a ti a la reunión, me han dicho que las únicas propiedades que nos quedan están a tu nombre, por lo tanto yo ya no tengo ninguna potestad ni injerencia sobre las decisiones que de ahora en adelante se tomaran, y la verdad amor yo ya estoy harto de dar explicaciones…
–No te atormentes Julián, ya has hecho suficiente… yo iré a la reunión con esa gentuza, ellos solo son empleados, con mi nombre y buen apellido sabré como dar vuelta la situación, así que tranquilo…
Julián veía lo hermosa que era ella, y tenía razón siempre en el pueblo se había hecho lo que la familia de Odette determinaba, aunque ya no estaba don Ambrosio, sabía que el nombre de su mujer aun prevalecía entre los más acomodados de la región, seguramente que a ella si le darían esperanzas se aferraba el pobre a una señal de esperanza a la delicada situación financiera en la cual estaban.
La tremenda hembra se recostó en el lecho matrimonial como queriendo tener sexo, pero su marido no estaba de ánimos para nada, la mujer entendió su reacción, así que se relajó y se prepararía para la reunión del día siguiente, ella pondría en su lugar a esa chusma que ni siquiera gozaban de un buen apellido como el de ella, y que se atrevían a tomar decisiones con el dinero que no era de ellos.
Odette iba vestida con un elegante traje color crema, al ingresar al banco fue el blanco de casi todas las miradas de los ahí presentes casi todas masculinas, prácticamente se la estaban comiendo, le miraban sus rotundas curvas provocativas haciéndola ver como una mujer totalmente apetecible, con sus piernas enfundadas en medias de seda que invitaban a cualquier macho a sobárselas. Su bello rostro de rasgos apacibles y con su cuerpo tentador despertaban las ansias carnales de todos los ahí presentes, la señora estaba hecha para el deseo sexual, con un culo impresionante y redondo daban lugar a una hembra imponente, sexy y tentadora, que estaba hecha para la cama, un hombrecillo pequeño y regordete con lentes de gruesos cristales salió a recibirla,
–Señora Odette…buenos días la estábamos esperando…
–Buenos días… vengo hablar con el gerente, le contesto a aquel tipejo con la característica altanería con los que ella trataba a los que consideraba de más baja clase social que la de ella…
–Pues el Gerente del banco no está, ha viajado a la capital… su reunión es con el abogado del banco y con los principales acreedores…
–Entonces me voy… yo no acostumbro a hablar con los empleados… así que dígame cuando puedo volver?,,,
–Señora… le repito su reunión es con los abogados, el gerente no tiene nada que ver en esto, Odette puso una cara de fastidio al tener que forzosamente entenderse con aquel hombre con cara de roedor, –Solo serán unos minutos… el principal acreedor quiere llegar a un acuerdo, pero eso depende de Usted… si se retira ya no habrán posibilidades y darán la orden de embargo para hoy mismo…, el viejo tomo un poco de aire y continuo, –Señora su situación financiera es bastante delicada le recomiendo que ingrese a la reunión…
–Está bien pero que sea rápido, dijo finalmente la elegante señora…
–Por petición de nuestro cliente y principal acreedor de sus deudas este a solicitado que la reunión sea en su residencia, vera la documentación está en poder de los abogados del banco, ellos ya han revisado todo, y si Ud. no llega a un acuerdo con el acreedor ya no habrá más que hacer…
–Y adonde es la reunión entonces?…
–No es muy lejos, por solicitud del señor Pincheira el banco ha puesto un vehículo a su disposición, le acompañara su abogado… este le está esperando afuera…
Odette fue acompañada por el hombre del banco hasta el vehículo que la llevaría hasta la residencia del señor Pincheira, principal acreedor que había comprado las deudas del feliz y respetable matrimonio.
Odette no puso atención que el abogado del señor Pincheira era un negro alto y de labios carnosos, solamente y con extrema elegancia se subió al vehículo dispuesto por el banco para que la trasladaran hasta las dependencias en donde seguramente ella llegaría a un acuerdo comercial para salir de su difícil situación financiera. El vehículo se puso en marcha y tomo rumbo hacia la casa de don Herculano.
(Continuara)
 
 
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
 

Relato erótico “La estudiante universitaria” (POR ROGER DAVID)

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Esa mañana Anais, una tierna nena de 18 años, se dedicó en forma considerable a maquillar su cutis con un cuidado que la sorprendió. Aunque sus padres eran de clase trabajadora Anais tenía todo para considerarse una niña fresa, o una niña bien, para que se entienda mejor. En aquellos momentos sus exóticos ojos celestes ponían especial atención en que su rostro quedara apenas sombreado y lo más natural posible. Su sedoso pelo largo y rubio lo había secado, este lucía ondulado y brillante hacia un lado de su cara, aun se mantenía envuelta en la toalla después de una reparadora ducha matutina.
Una vez que se sintió satisfecha de la imagen de su rostro frente al espejo, se puso de pie y camino descalza y en forma naturalmente cadenciosa hacia su armario, la ropa para este día ya la había dejado seleccionada desde la noche anterior según era su costumbre.
Dejo caer la toalla a un lado de la cama quedándose por unos minutos completamente desnuda frente al espejo que se encontraba a un lado del armario, la imagen que sus ojos veían en esos momentos era la de una verdadera hembra y ella a pesar de su candorosa y tímida personalidad lo tenía muy claro.
Tampoco diremos que Anais era una inocentona, o que no sabía nada de la vida, ella era una chica normal, le gustaba vestir bien y salir con amigas, a veces fumaba uno que otro cigarrillo, y cuando bebía para celebrar algo su cuota eran dos cervezas individuales, le gustaba ir al cine y salir con chicos como toda nena de su edad, estudiaba derecho, pero al ser una chica venida desde provincia y al no ser de condición económica acomodada como casi la gran mayoría de sus compañeros de estudios, esto la hacían ser un poco tímida y algo cohibida.
De 1.70 mt de estatura, caderas amplias y cintura perfecta, una piel suave y de tonos dorados, con un par de tetas hermosas y de buen tamaño: firmes, duras, y escasamente manoseadas, con todo esto la nena sencillamente estaba hecha para comérsela y muchas cosas más.
Todo su cuerpo al desnudo expelía una sensualidad infinita aquella mañana, su apetitosa carne, sus marcadas curvas, el pequeño y femenino piercing de cadena adornando su ombliguito, y un poco más abajo un endemoniado triangulo de escasos pelitos rubios y encrespados, que denotaban la recién terminada pubertad de la tierna jovencita, su trasero, ni para que decirlo, estaba hecho por un escultor profesional, del tamaño perfecto para su cuerpo, duro, bien formado y paradito, en fin y como ya se dijo anteriormente Anais con solo 18 añitos de edad expelía por todos sus poros una sensualidad enloquecedora, haciéndola ser una hembra sexualmente llamativa.
Era el cuerpo de una joven doncella contemporánea con un mínimo de uso en lo que a los placeres de la carne se refiere, ya que a pesar de su extraordinaria belleza no gustaba de tener novio, solo salía con un chico pero no le daba pie para que lo de ellos llegase a más allá, a veces se permitía con él unos apasionados besos con uno que otro toqueteo, pero nada más que eso.
Daniel, el pretendiente de esta encantadora muchachita, era un joven dedicado a sus estudios, su sueño era recibirse de arquitecto lo antes posible para poder por fin hacerse novio y algún día casarse con la joven. La llevaba cortejando por casi un año entero, año en el cual la joven había aprendido a conocerlo, por lo que viendo las serias intenciones de su pretendiente, termino por convencerse y ya estaba por aceptar ser la novia de Dan, como le llamaba ella (Daniel era uno de los muchos que la pretendían, entre estudiantes y profesores, ya que en la facultad en donde la nena estudiaba eran muchos los machos que soñaban con tener a tan encantadora y jovial hembra desnuda y con las piernas abiertas).
Anais era una joven que cautivaba a cualquiera, de gestos delicados y femeninos, pertenecía a una familia de clase media baja, pero decentes y muy trabajadores, sus abnegados padres se partían el lomo trabajando para pagarle sus estudios y para que ella no pasara necesidades en la ciudad, la nena se había esforzado mucho para lograr entrar a la facultad de derecho en una  prestigiosa y conservadora Universidad capitalina, situación que había llenado de orgullo a sus progenitores.
Todo el esfuerzo que ponía la nena en los estudios no se veía muy reflejado en sus calificaciones, la carrera era complicada, mucha información que leer, arduos trabajos en los cuales Anais se amanecía para poder cumplir, y a pesar de todo el empeño que le ponía, solo sacaba la nota suficiente para mantenerse vigente, pero ella no estaba dispuesta a dimitir ni nada parecido, el día que volviera a la casa de sus padres lo haría convertida ya en toda una profesional, así se los había prometido y ella cumpliría.
Pero había una situación que la abatía desde hace ya casi una semana entera, y que era el motivo del porque tanta precaución a la hora de maquillarse, intentando no pensar en ello se calzo unos preciosos y pequeños calzoncitos blancos, albos como la nieve y con llamativos encajes, brassier del mismo color y estilo, luego se puso las medias, estas parecían aumentar aún más el volumen de sus torneadas y apetecibles piernas, y ya casi terminando se vistió con una de sus mini faldas más ajustadas, esta le llegaba hasta la mitad de sus adorables muslos, para luego calzarse unos zapatos de medio taco que eran los que más le gustaban y que, según Daniel, engrandecían su hermosura y belleza esplendorosa a sus escasos 18 años.  
Se puso una camiseta blanca no muy transparente, y una chaquetilla de mezclilla que hacia perfecto juego con la endiablada mini falda que dibujaban pecaminosamente las líneas de su cuerpo que en esos momentos entallaba.
Cuando nuevamente se vio reflejada en el espejo, puso atención en su atuendo, se veía estupenda, se dijo para sí misma. Frunciendo los labios como niña mimada se dio media vuelta, solo para poder ordenar aún más su ropa y comprobar que a pesar de lo ajustada de esta no dejara ver más de la cuenta a aquellos horrendos vagabundos que la desnudaban en la calle diciéndole vulgaridades cuando ella se dirigía a tomar sus clases, y ni qué decir de los piropos salidos que le otorgaban aquellos calientes y viejos maestros con los cuales debía compartir las aulas estudiantiles, pero hoy debía verse seductora para los ojos del Jefe de Carrera con quien tendría una reunión.
Antes hare un breve recorrido de situaciones acaecidas en la vida universitaria de la nena para que se entienda la citación de Anais a la oficina del académico.
Los días transcurrían relativamente normal en la facultad, eran muchas las situaciones que estando la joven en la sala de clases todos sus compañeros de estudios se le acercaban para solicitarle esta materia o aquella otra, esto solo eran viles patrañas para solo estar cerca de tan sugerente anatomía, cada hombre que se cruzaban con ella por los pasillos de la institución estudiantil sentían como la calentura los invadía al ver a tan suculenta estudiante, y no era para menos, verla por los patios sentada en algún banco con un lápiz en la boca concentrada en algún complicado libro de Derecho Romano, o detrás de su escritorio con esas minifaldas con las cuales mostraba las suavidades de sus relucientes muslos, o con vestidos que se ceñían a su figura remarcando cada una de sus curvas, o cuando iba con apretados pantalones de mezclilla, o cuando miraba fijamente a sus profesores poniendo atención en las explicaciones de ellos, en donde estos pensaban que Anais los miraba con otras intenciones, en resumen lo que se pusiera la joven estudiante la hacían verse  endemoniadamente apetecible y encamable para los ojos de cualquiera.
Ella al ser una chica de pueblo, y el haber sido muy bien educada, respondía en forma atenta a las consultas de sus compañeros, y también de sus maestros, sumado a que ella le encantaba sumirse en el mundo de los estudios, era una nena muy simpática y sociable.
Pero no todo sería tan perfecto, a pesar de todas las virtudes de nuestra bella estudiante de segundo año de la carrera de Leyes, había algo negativo en su personalidad, y esto era que muy en su interior no aceptaba sus orígenes humildes.
A Daniel su pretendiente aparte de ser muy buen mozo,  lo estaba escogiendo también por la carrera que él estudiaba, pero aun así se sentía algo enamorada de él, sabía que una vez recibido el joven tendría un futuro brillante, claro que ella no lo daba a demostrar, y se lamentaba de sentir esas tremendas ganas de querer ser más que sus semejantes, o de desear tener aquel reloj, o aquellas caras ropas que los padres de tal compañera se los habían comprado por ser gentes adineradas, y no como ella que era una chica pueblerina, y que sus padres a punta de trabajo y esfuerzo le enviaban en forma mensual el dinero para pagar la universidad y otro tanto para darle a sus tíos con los cuales vivía desde que comenzó sus estudios.
A comienzos del segundo año académico, fue cuando cometió un inocente error que en forma lamentable cambiaría el curso de su existencia. Había notado que desde que había llegado a la capital el dinero enviado por sus padres le alcanzaba solo para lo justo y lo necesario, tenía compañeras que cada dos meses lucían ropas nuevas, y se vanagloriaban mostrando modernos Smartphone, Tablet, I Phones, etc., que sus papis les compraban, Anais solo tenía un antiguo teléfono con tarjeta de prepago que le servía únicamente para mantener una escueta comunicación con sus padres.
Por esos días, ya no aguantando más las ganas de ella también lucir ropas nuevas, o un moderno teléfono retiro el dinero enviado por sus progenitores y fue a dejar a la casa de sus tíos el dinero que les correspondía, y cuando llego el momento de ir a pagar la mensualidad universitaria, sencillamente se fue a un céntrico mall, y gasto una buena parte de la mensualidad en comprarse ropa.
Pasados unos días el remordimiento de conciencia la desconcentraba en los estudios, ya que no tenía forma de reponer el dinero sustraído de la mensualidad. Luego toco la casualidad de ir a almorzar con un grupo de compañeras que por lo general eran ellas la que siempre pagaban la cuenta, y ya habían comentarios de pasillo que Anais debía venir de una familia pobre, y sobre esto y lo aquello, en esa oportunidad la joven provinciana se ofreció para ser ella quien cancelara la cuenta, ya que también le habían llegado los cuchicheos sobre sus orígenes y de su familia, con esto daría a demostrar que ella también estaba a la altura de sus pares, y la sensación vivida de poder y tener el dinero suficiente para darse ese tipo de lujos con sus amigas casi la hechizaron, no dudo en volver al Mall y gastarse todo el resto del dinero en cosas que le hacían falta.
Al siguiente mes y al tercero la misma situación, solo le daba el dinero a sus tíos, y la parte para pagar la Universidad se lo había gastado en ropas juveniles, con sus nuevas amigas y con algunas invitadas al cine a su pretendiente, hasta los sentimientos de culpa se le habían olvidado por lo tan bien que la hacía sentir al verse ella bien catalogada y en tan buen status económico.
Así pasaron 7 meses, hasta que el coordinador académico de asuntos estudiantiles, le fue a dejar la citación para reunirse con el jefe de la carrera, Anais supo al instante para que la estaban llamando, era para cobrarle el dinero de la Universidad.
Es aquí donde comienza la historia, este era el día de ir a dar las explicaciones del excesivo retraso en los pagos de las mensualidades, por lo que ya no queriendo pensar más en el asunto por último, y como no era su costumbre habitual para cuando ella iba a estudiar, puso unas gotas del perfume más caro de los que se había comprado últimamente, se lo aplico a la altura de su cuello, detrás de las orejas, y en las muñecas.
Su sonriente mirada ante el espejo era casi triunfal, pero sin embargo la intranquilidad en su mente iba en aumento y ya casi la consumían, agravada por las consideraciones que hizo en intentar verse lo más apeteciblemente posible sobre todo para este día.
El día antes de la citación le había confiado sus problemas a Sabina una de sus amigas, una chamaca pelirroja hermosa, y de cuerpo exuberante, algo más baja que Anais, pero que a lo lejos se le notaba que no era ninguna santurrona, tenía una sonrisa de viciosilla que no se la sacaban ni a palos, demostrando así que ella ya se manejaba con honores en las artes carnales, ambas jóvenes eran polos opuestos en aquel sentido, la colorina amiga de Anais también vivía sola, con la diferencia que está siempre andaba con dinero en los bolsillos, y vestía ropas caras y hermosas, Sabina también de 18 añitos era menor solo por unos meses que Anais, pero no tenía el candor y sensualidad de nuestra antojable estudiante de derecho.
–Y que vas a hacer amiga…!? Ese es mucho dinero… pero como te lo fuiste a gastar todo?
–No lo sé snifss, sollozaba Anais, solo necesitaba comprarme algunas cosas que me hacían falta… y luego compre más… y no me di cuenta cuando ya me había gastado toda la mensualidad… luego vinieron los demás meses, y al darme cuenta que nadie en la U me decía nada… cometí el error de pensar que tal vez no se darían cuenta, pero ya vez que no, mañana debo ir a hablar con el profesor jefe de carrera, y todos sabemos que cuando el cita a los estudiantes es por no pago, sniffs… sniffsss!!
–Y si le pidieras dinero a tu novio… a lo mejor él te podría hacer un préstamo, le sugirió Sabina…
–Ay Sabi, Daniel aun no es mi novio… además… te imaginas lo que el pensaría de mi…!?, no…! eso no puedo hacerlo…, y menos ahora que la próxima semana piensa llevarme a conocer a sus abuelitos que con tanto esfuerzo lo criaron y le han pagado sus estudios…
–Mira Anais… yo te lo proponía porque pareciera que ya lo fueran, la colorina se quedó pensando mientras veía como su amiga se limpiaba algunas lágrimas que caían por sus mejillas, para luego decirle, –Anais… escúchame bien lo que te voy a decir… yo te conozco un poquito y sé que tú no eres como algunas de las chicas que nos hemos criado en la ciudad, pero viendo tu situación no me queda más remedio que sugerírtelo…
–Que cosa… vamos dime…, la carita de Anais se ilumino al ver que tal vez su amiga tendría una solución para su problema.
La pelirroja luego de pensárselo por otros segundos se lo dijo,
–Mañana es tu reunión con el maestro Gilberto verdad?
–Si es mañana…y de verdad que no sé qué explicación darle…
–Veras ese es un viejo verde empedernido, jijiji, a lo mejor si sabes manejar la situación le logres sacar un poco más de plazo…
–No te entiendo Sabi… no sé a qué te refieres…, Anais se la quedó mirando con preocupación…
–Que lo seduzcas pues mujer… es la única forma de que te dé tiempo para reunir el dinero…
–Pero amiga que cosas me estás diciendo…!, yo no puedo hacer eso… él es un profesor respetable y de edad avanzada… además que yo tengo a Daniel, pensaba en aceptar ser la novia de él para el día que iríamos a cenar con sus abuelos, y no puedo hacerle una cosa de ese tipo, la cara de la chamaca era de preocupación absoluta por las salidas propuestas de su amiga,
–Anais… no te estoy diciendo que te vayas a acostar con él, pero se coqueta cuando estés en la reunión… si sabes calentarlo bien estoy segura que le sacaras un buen plazo para cancelar las mensualidades… escúchame… ese viejo no tiene nada de respetable, yo sé de varias chicas que se han tenido que acostar en forma obligada con él para pasar los ramos y que ahora son exitosas abogadas, pero tú no tienes que llegar a tal extremo, solo es un plazo el que le vas a pedir, además que Daniel no tiene que por que enterarse, si no es nada malo lo que vas a hacer…
–Ay no lo sé amiga, eso es muy atrevido… no sé si pueda hacer algo parecido, fue lo último que le dijo Anais a su amiga, antes de despedirse y de quedar de pensar en el asunto…
Antes de salir de su habitación la consciencia de la estudiante estaba más que alterada, aunque sus ojos le evidenciaban su belleza y el magnífico arreglo que su hermosura recibió por parte y a voluntad de ella misma, su extraño desconcierto casi la hacen declinar en sus intenciones y de los consejos recibidos por Sabina, pero pensó en sus padres, que decepcionados se sentirían ellos al enterarse que su hija favorita, la misma que hace un par de años había comenzado estudios profesionales, los había engañado y se había gastado el dinero que ellos con tanto esfuerzo le enviaban para financiar sus estudios, por lo que se dijo que ella tenía que cumplir, a pesar de lo espeluznante que sentía al solo imaginarse a ella intentando de seducir a un honorable viejito de 65 años, ella no creía lo que le había dicho Sabina sobre el profesor Gilberto Troncoso y las otras chicas.
Sin tener claridad suficiente del porqué de tantas cosas que pasaban por su mente, prefirió no pensar más en aquello, sacudiendo la cabeza en forma negativa tomo sus libros y carpetas para salir de la casa de sus tíos y ponerse en camino al centro de la ciudad.
En el momento en que ella ya estaba por salir de la casa, sintió el fuerte vozarrón de su tío,
–Que tal sobrinita… jejeje como van los estudios?, el viejo tío de Anais la miraba en forma calientemente fascinerosa recorriéndola de pies a cabeza, la joven lo fue a saludar en forma normal, ella no sabía mucho de estas cosas,
–Todo bien tío Cornelio, le dijo acercándosele y dándole un femenino beso en la cara.
Don Cornelio, el tío de Anais era un gigantesco vejete de 57 años que trabajaba en la construcción, y desde que la encomiable hembrita llego a vivir con ellos, hacia todo lo posible por espiar a la tierna chamaca, incluso en una de sus incursiones, la había visto completamente desnuda secándose su cabello al frente del espejo de su habitación , en esa oportunidad Anais no había tomado la precaución de cerrar la puerta de su dormitorio después de haberse duchado, y el viejo quien es esos momentos se aprontaba para irse a trabajar y al sentir que su curvilínea sobrina hija de su hermano, que se aprestaba para irse a estudiar fue a echar una miradita encontrándose con semejante espectáculo, fueron 3 minutos en que estuvo admirándola en forma lujuriosa, recorriéndola centímetro a centímetro, imaginándose de todo lo que a él le gustaría hacerle, poniendo especial atención en aquel precioso triángulo dorado que lucía unos escasos pelitos áureos y encrespados.
Desde aquel día soñaba con tener una sola oportunidad para poder cogérsela, pero eso era casi imposible, su mujer vivía con ellos y casi no habían oportunidades, y lo segundo era que Anais era la hija de su propio hermano, pero él no la veía como sobrina, el solo veía en ella un tremendo cuerpo de curvilínea y femenina carne hecho para recibir verga por todos sus orificios.
–Hoy te veo preocupada sobrinita, jejeje no andarás metida en problemas verdad?, le decía a la vez que se rascaba su panza peluda por debajo de su sebienta y hedionda camisa impregnada de traspiración seca. Don Cornelio era muy fijón, y sobre todo con su sobrina que lo tenía obsesionado con las bondades de su cuerpo,
–Ehhh… no tío… no hay problema, solo me tienen preocupada algunos exámenes de termino del semestre… eso es todo…
–Pues manda los exámenes a la misma mierda y vayámonos a mi cuarto a culear, aprovechando que tu tía no esta casa…, pensaba el viejo Cornelio acomodándose la verga por debajo de sus ropas, esta había reaccionado casi por instinto cuando su dueño sintió el juvenil aroma a hembra en el momento en que su sobrina le saludo con un inocente beso en la mejilla, y lo que más le calentaba al depravado familiar de la nena era ver ese tremendo cuerpo de Diosa, pero con cara de pendeja, ni el mismo se la creía que la chamaquita ya había cumplido los 18 años.
–Tío que le ocurre!?, porque me mira de esa forma?, Anais nunca se habría imaginado de los oscuros deseos carnales de su tío, ya que era el hermano de su padre, por lo que la lujuriosa mirada del viejo no la asociaba con la del deseo…
–Nada sobrina… no es nada… es solo que te veo y me recuerdas a tu madre cuando era más joven, jejejeje, (como me hubiese gustado reventarle el culo a esa otra puta la vez que me dio a probar de su zorra, tal cual como ahora te lo quiero probar y reventar a ti ricura, el viejo no podía dejar de recordar la oportunidad en que se había acostado con la madre de la joven, como también en muchas otras morbosidades de igual connotación al tener frente a él a su impresionante sobrina),
–Bueno tío… ya me voy que estoy un poco retrasada… nos vemos en la noche…
–A qué hora llegas preciosa?, el vejete sacaba fuerzas de flaqueza para no abalanzarse sobre ella y violársela en el mismo comedor de su casa…
–Después de clases saldré con Daniel…así que llegare un poquito tarde…
–Ahhh claro… Daniel… el chamaco ese con el que sales…, desde que Anais se había puesto a salir con Daniel, don Cornelio había caído en un profundo estado celo patico, ya que él veía a su sobrina como de su propiedad, y aunque sabía que lo de el con ella eran solo sueños, le gustaba fantasear que de una buena vez despachaba del hogar a su mujer para el quedarse viviendo solo con su sobrina como marido y mujer y llenarla de chamacos.
Con la calentura saliéndole por los ojos y las fosas nasales el caliente tío de Anais la vio alejarse sonriente y feliz, no le quedo más opción que ir a correrse una paja a su nombre en la soledad de su habitación, aprovechando que su mujer se había ido a tempranas horas a ver a una amiga enferma.
Mientras la joven y escultural estudiante caminaba armoniosamente sin dejar de pensar en el asunto que la afligía, se percató rápidamente que casi todas las miradas masculinas iban dirigidas como siempre a su perfecto trasero y a sus piernas.
Otros días no prestaba ni la más mínima atención a esto, solo caminaba altivamente y de vez en cuando miraba a esos viejos babosos en forma avergonzada, pero hoy era distinto, esas calientes miradas de deseo se mezclaron con las asquerosas imágenes que le produjeron lo dicho por Sabina, no concebía que ese viejo gordo y feo que era el profesor jefe de la carrera se acostara con hermosas jovencitas a cambio de pequeños favores que ellas le pedían a él, y el hecho de que ella en estos momentos fuese en dirección a su oficina para también pedirle un favor, le enervaban los sentidos, de lo que si estaba clara era que ella por nada del mundo le entregaría su virginidad a un vejete asqueroso a cambio de que le dieran más plazo para pagar la U.
Caminaba lentamente y en forma cadenciosa, lo hacía de forma inconscientemente sensual, simplemente no supo por qué pero no quería llegar a esa entrevista con el profesor Gilberto Troncoso, y mientras más lentamente caminaba, más provocativamente se veía, situación que hizo a que varios tipejos comenzaran a gritarle ordinarieces.
Cuando estaba por llegar a una esquina para cruzar la calle, desde un camión  que iba cargado con materiales de construcción que pasaba lentamente con la ventanilla baja le gritaron un par de peladeces desde el interior de este,
–¡¡Que rica y putona te ves pendeja… como nos gustaría destrozarte la ropita y  romperte ese tremendo culo que te gastas, jajajaja!!, reían y le gritaban los cuatro albañiles que iban en la cabina del camión, quienes no se cansaban de admirarla en forma calentona, hasta que desaparecieron obligados por el tráfico.
Anais solo los miro de reojo y muy ruborizada, solamente llevo una de sus manos para arreglarse el cabello por detrás de una de sus perfumadas orejas, los viejos creyeron morir de amor, ante el sensual y femenino gesto que aquella endiablada jovencita les había regalado para ellos, ese pequeño gesto de femineidad les había alterado en forma morbosa el sistema hormonal.
La rica estudiante no se explicaba el porqué de su creciente nerviosismo, solo debía entrevistarse con su profesor jefe y explicarle que ella de alguna forma reuniría el dinero para pagar los aranceles, y asunto solucionado, pero las palabrotas y las miradas de lascivia con que la miraban sobre todo los viejos de más avanzada edad, le volvían hacer pensar en las palabras dichas por Sabina, ella no lograba entender y dar credibilidad sobre el enfermizo temperamento de ese señor que podría ser hasta su abuelito, pero aun así ella se había arreglado para él, para ver si así lograba que el anciano académico le diera un poco más de plazo para pagar la deuda estudiantil.  
Mientras seguía en su recorrido en dirección a su entrevista y pensando en todo aquello, la joven universitaria vio a otros cuatro viejos que eran de lo más asquerosos, todos ellos vestidos con llamativos overoles naranjos, y que estaban destapando un alcantarillado a un costado de la calle, en el acto intento no caminar en forma  provocadora, quería pasar desapercibida, los hombres todos fofos y obesos, de entre 50 y 60 años se percataron de su presencia y de su provocativa forma de menear sus caderas con sus libros tomados con ambas manos, estos comenzaron a babear de calentura inusitada, cuando la encomiable hembra ya iba casi al frente de donde estaban ellos trabajando, el que parecía ser el jefe de la cuadrilla no se aguantó las ganas de gritarle las cochinadas que pasaron en forma refleja por su cerebro, mientras sus compinches no dejaban de empelotarla con sus lascivas miradas, y murmurando por lo bajo de lo tan buenota que estaba aquella pendeja que iba pasando por al frente de sus ojos,
–¡¡Pero que putilla más rica es la que tenemos aquí muchachos… como me gustaría  chuparle y partirle la zorra a vergazos a ese pedazo de putaaaa!!
La joven estudiante camino más rápidamente, se asustó un poco al verle la cara de degenerado al viejo que le había gritado las ultimas groserías, pero por nada del mundo dejo de moverse en forma cadenciosa, hasta que doblo por la esquina que daba a la Universidad y pudo al fin estar más segura de tanta ordinarieces y vulgaridades de la que era víctima diariamente en el trayecto de la casa de sus tíos hasta su facultad, era día sábado y tenía solo dos clases, lo primero que haría sería solucionar el problema de las mensualidades.
La encantadora nena camino por los solitarios pasillos de aquel enorme y antiguo edificio señorial, solo el eco de sus zapatos retumbaban por el cielo y las paredes de la colonial arquitectura, hasta que por fin entro en aquella sobria oficina que era espaciosa, esta tenía una vista espectacular hacia los patios de la Universidad, sus estanterías estaban llenas de libros, a otro costado había un gran sofá, y justo al medio de esta se encontraba el escritorio del Profesor jefe de la carrera de Derecho,
–Tome asiento señorita Castillo, dijo el profesor Gilberto, quien estaba sentado en un tremendo sillón detrás de su escritorio.
–Gracias señor, contesto Anais, a la vez que tomaba asiento, y cruzaba sus torneadas piernas, con sus libros tomados en ambas manos, el viejo estaba atento a todo tipo de movimientos que hacia la chica.
Luego de haber mirado a su antojo esos formidables muslos bien delineados que se doblaron y se sentaron solo a un metro de sus fauces, el vejete se relamió sus resecos labios, para recomponerse y comenzar con aquella sórdida entrevista,
–Usted ya bien me conoce, soy su jefe de carrera, Gilberto Troncoso para servirle, pero me puede llamar don Jilo, así estaremos más en confianza, le decía el salido maestro a una de sus más llamativas alumnas, intentando que la joven entrara más en confianza.
–Para mí es un gusto conocerlo personalmente… don Jilo, la nena pensaba que todo pintaba para bien, el maestro se estaba mostrando muy simpático, ahora estaba más segura que Sabina estaba totalmente equivocada con sus apreciaciones.
Gilberto Troncoso era un vejete de alrededor de los 65 años, de estatura normal un poquito más bajo que Anais. Hacían 4 meses que a don Jilo le habían  informado de la deuda de Anais Castillo, pero el viejo zorro había estudiado muy bien la situación, ya que había llamado por teléfono a los padres de la chamaca para ver qué pasaba con el asunto de los pagos, ellos le dijeron que seguramente era un error ya que ellos mensualmente le enviaban el dinero a su hija, el astuto maestro casi adivinando cual era la situación les había dicho que seguramente era un error del sistema, y que volvería a revisar los documentos y que no tomaran en cuenta su llamada, como el viejo no volvió a llamar a los padres de la joven, ellos dieron por hecho que solo había sido eso, un error.
En aquella ocasión Don Jilo antes que nada mando a buscar la ficha académica de Anais, cuando por fin esta estuvo en sus manos y con solo ver la foto de cuerpo entero de la joven al viejo casi se le reventó la verga a lecherazos, sentenciando que debido a la información que el ya manejaba, esa tremenda zorra con cuerpo de Diosa y que se mal gastaba el dinero que le enviaban sus padres para pagar la Universidad la tendría que convertir en su puta los años que le quedaran de estudios, ya lo había intentado con otras chicas, pero estas le salían adineradas y fácilmente se le habían escapado de sus manos, no sin antes haberlas manoseado y obligarlas a que les chuparan la verga, pero Anais Castillo era una chica normal, no era de familia pudiente, y sus padres vivían lejos, con esto estimaba que le sería muy fácil embaucarla e iniciarla en un mundo lleno de vejámenes en el cual  su retorcida mente ya deseaba tener sumida a tan candorosa jovencita.
El viejo luego de estarla mirando y comiéndosela de pies a cabeza, decidió que ya era hora de entrar de lleno a lo que él había planeado para este día,
–Vera señorita Castillo, yo creo que Usted ya sabe el motivo del porque está en esta oficina, verdad?
–Me imagino que debe ser por el asunto de los pagos, le contesto la chamaca intentando no demostrar su nerviosismo…
–Y que me dice?, ya lleva 7 meses en los que nuestra casa de estudios le ha estado formando profesionalmente,  y usted o su familia no han pagado nada… creo que debe existir una muy buena explicación para esto no cree?, el viejo la miraba fijamente a sus hermosos ojos celestes que ya se notaban asustados, y esto a él le encantaba.
Anais por su parte intento buscar una explicación que pareciera lógica, para que su jefe de carrera le diera más plazo en los pagos,
–Vera don Jilo, mis padres han estado pasando por una seria crisis económica… yo me comprometo a telefonearles lo antes posible para que ellos me digan cuando me depositaran el dinero para poder cancelar lo adeudado.
El viejo quien no paraba de desnudarla con sus ojos de viejo verde, se volvía a relamer los labios imaginándose el sabor que tendrían aquellos suaves y relucientes muslos al momento de lengüeteárselos, a la vez que le contesto.
–Esa es una muy buena idea mi niña, le dijo el viejo profesor a la misma vez que se paraba de su asiento y caminaba en dirección hacia la joven, –Lo único malo de toda esta situación es que yo ya me comunique con tus padres, y ellos me han asegurado que te han enviado el dinero… el vejete puso especial atención a las reacciones de la joven a medida que él le hablaba, así que continuo, –Seguro que todo esto es un mal entendido, ahora mismo los llamaremos para que todos quedemos claros y tranquilos… te parece pequeña?
La asustada joven con solo imaginarse a sus padres dando explicaciones de que ellos le habían enviado el dinero a ella, y asegurando que todo era un mal entendido, todo su cuerpo comenzó a temblar, el vejete por su lado tomo el teléfono y la carpeta con los datos personales de Anais, e hiso como si de verdad estuviera llamando a los padres de ella, obviamente no los iba a llamar, lo del dinero le daba lo mismo, existían miles de formas de arreglar el asunto de los pagos, pero quería medir la situación para ver que provecho personal podría sacar el de toda esta situación.
–Por favor señor… no los llame…!, al viejo le pareció que la voz de la estudiante se quebraba, o que le faltaba el aire, por lo que no cejo en su plan,
–Pero que es lo que me dices muchacha!?, me acabas de decir que tú misma les telefonearías para arreglar la situación, y ahora me sales que no quieres que los llame?, o hay algo que no me has dicho?, la cara del viejo cada vez más se iba transformando en la de un sátiro, ya hasta sudaba de emoción calenturienta.
–Don Jilo… la verdad es que ellos me enviaron el dinero y fui yo quien no ha pagado las mensualidades… me lo he gastado en otras cosas… sniffsss, por favor no se los diga, ya no aguantando más Anais se puso a llorar de arrepentimiento apoyándose en el escritorio del viejo y caliente académico.
El lujurioso profesor aprovecho en el acto la situación que se le estaba dando, en forma que pareciera paternal le hiso que se levantara y comenzó a consolarla,
–Ya…ya… no llores chiquita, juntos encontraremos una solución para esto, le decía a la vez que la muchacha se echaba a llorar en sus brazos al notar las confortantes palabras de su maestro que al parecer estaba dispuesto a ayudarla, el vejete la abrazaba sintiendo en sus resquebrajadas manos de viejo las firmes carnes de la joven, a modo de consuelo la sobaba tiernamente a la altura de sus caderas, le encantaba sentir aquella marcada curvatura que había entre su esbelta cintura y el nacimiento de la parte en que se termina la espalda, su verga ya se le había parado.
–Gracias don Jilo… de verdad gracias por ser tan comprensivo… y le juro que nunca más me atrasare en los pagos…, le decía a la vez que ya la joven se comenzaba a separar de ese no tan paternal abrazo que le había pegado su profesor,
–Eso está muy bien lindura… pero tu situación es muy delicada le decía el caliente profesor, volviendo al ataque ya que estaba decidido a llevarse a la joven a su casa para estar culeandola por todo ese fin de semana, no sin antes presentársela a sus amigos y sacarla a dar una vueltita por la ciudad para que aprendiera cuales serían sus nuevas obligaciones para con él a partir de este trágico día.
–Pero Ud. Me acaba de decir que me daría más plazo… eso es lo que yo le entendí, le dijo Anais a la vez que con un pañuelo desechable limpiaba las lágrimas de sus ojos,
–O sea yo estoy dispuesto a ayudarte… pero tú también me debes dar algo a cambio, lo justo es justo ricura…
–No le entiendo… y que puedo darle yo a Usted…!? a la mente de Anais lentamente volvían las palabras de su amiga, como a su vez también notaba el cambio de vocabulario en que don Jilo le comenzaba a dirigir al hablarle,
–O sea… podríamos comenzar con unos besitos, yo seré bueno contigo, pero tú te deberás portar muy bien conmigo, mira podríamos comenzar aquí sentaditos en el sillón, veras que te vas a sentir muy cómoda.
El viejo se había sentado en el enorme sofá en el momento en que en forma descarada invitaba a Anais a que se fuera a besar con él. La joven poco a poco fue cayendo en razón a cuales eran las asquerosas pretensiones de aquel aprovechador vejestorio que estaba sentado en el enorme sofá mirándola con cara de calentura, lo que la hizo reaccionar en el acto,
–Pero que es lo que me está diciendo… yo no hare eso ni por todo el plazo o el dinero del mundo…!, para esto fue por lo que me cito a su oficina!?, fue un error haber venido a esta cita, así que con su permiso señor pero yo me retiro, cuando la exaltada y llorosa joven ya estaba por abrir la puerta de la oficina para largarse de ahí y volver a sus clases, escucho la voz del vejete que le gritaba desde el sillón,
–Bien…! si esa es tu última palabra te puedes largar de aquí chamaca sin vergüenza…!!, y no olvides de pasar por tu casillero y retirar todas tus porquerías porque a esta Universidad no vuelves a poner un solo pie… estas expulsada…!! Te queda claro pendeja estúpida!!, Ahorita mismo llamare a los de seguridad para que te saquen a patadas de este edificio maldita zorraaaa!!!.
Anais no entendía el brusco cambio de personalidad del maestro Gilberto Troncoso, si bien el viejo no la estaba forzando físicamente, lo último dicho sobre que no volvería a poner un solo pie en la facultad de derecho la hicieron recular por algunos segundos, no sabía si iba a estar segura de ir y sentarse en aquel sillón para besarse con el vejete, pero sabía que si ponía un solo pie afuera de su oficina todo el esfuerzo de sus padres por haberla enviado a estudiar serian echados a la basura, y con qué cara volvería derrotada a su pueblo, arrastrando una deuda de la cual solo ella era la culpable.
–Don Jilo… por favor no me haga esto…, la joven volteo y quedo de cara al viejo aprovechador, –Debe haber otro tipo de solución… de verdad que yo le pagare hasta el último centavo… pero no me expulse de la Universidad, yo y mis padres nos hemos esforzado mucho para yo poder estudiar…
El viejo solo la miraba con desprecio, había vuelto hacia su enorme sillón detrás de su escritorio,
–Pus ya te di una oportunidad… y la has desaprovechado, no es llegar y cancelar la deuda que tú misma te has acarreado… y yo solo te pedí unos besos en la boca… no era nada más que eso y te iba a dar todo el plazo que quisieras… pero claro una joven tan agraciada como tú no es capaz de besarse con un viejo tan feo como yo verdad?, Pues ahora te me largas… y hoy mismo le aviso a tus padres que estas despachada de esta universidad por sin vergüenza, ahora largo de aquí!!, el viejo echaba espumarajos de lo exaltado que estaba, pero por debajo de la mesa cruzaba sus dedos por que la chamaca no se le fuese a escapar de sus garras.
–Don Jilo… por favor no me eche…, la chamaca estaba punto de arrodillarse si es que era necesario y si es que el viejo así lo pedía, las lágrimas nuevamente ya asomaban por sus ojos,
–Tú sabes cuales son mis condiciones desde ahora…, así que tú decides…
Ahora la tierna estudiante lo veía tal como él era, un viejo verde asqueroso y narigón, que se estaba aprovechando de ella por el error cometido, mirándolo fijamente lo estudio, don Jilo era realmente feo, de labios gruesos y moreno, con una nariz alargada y ganchuda, calvo en la parte central de la cabeza, pero con unos hirsutos mechones canosos en ambas partes de las orejas y que le bajaban a modo de patilla formándole una especie de barba plomiza, ni siquiera le ayudaba el traje de chaqueta y corbata, y tan respetable que lo encontraba antes de este día, pensaba la contrariada jovencita.
–Está bien… me besare con Usted…, le dijo finalmente con sus ojos cerrados, no quería verle la cara de degenerado con que el vejete la miraba desde que había ingresado a su oficina, y que a estas alturas ya la tenía casi desfigurada de calentura…
–Jajajaja así me gusta preciosura… serás una excelente abogada el día que te recibas si sigues así de disciplinada, pero quiero que vengas hasta aquí y me lo pidas como corresponde, depende de la forma en que lo hagas yo tomare mi decisión, aún queda la opción de que te puedas largar por si te doy asco muñeca, jajaja…, se burlaba don Jilo desde atrás de su asiento…
Anais armándose de valor pensó en que solo se debía besar con el vejete hasta que el estuviera satisfecho y este le daría más plazo para ella reunir el dinero, lentamente comenzó a caminar hacia el escritorio donde don Jilo la esperaba,
–Un momento lindura… que tal si le pones tú misma el seguro a la puerta, no querrás que alguien entrometido llegue y entre a la oficina y vea como una puta estudiante se está besando con su profesor a cambio de algo verdad?
Anais se sentía humillada hasta mas no poder por lo como la estaban tratando, y de lo que estaba a punto de hacer por propia voluntad, pero ella necesitaba que le dieran más plazo para reunir el dinero, y lo principal que por nada del mundo a este viejo maldito se le ocurriera llamar a sus padres para acusarla que se había gastado el dinero de casi un año del cual ella debió haber cancelado las mensualidades.
Nuevamente se giró hacia la puerta de la oficina y con su blanca manita puso el seguro de esta para que nadie osara a ingresar mientras ella se estaría besando en la boca con el vejete, luego casi como una sonámbula se encamino hacia el escritorio en donde la esperaba un excitado don Jilo.
El viejo no se la quería creer estaba a punto de dar rienda suelta a sus más bajos instintos y con una chamaca que tenía un cuerpazo de concurso, como un verdadero hipnotizado vio venir a ese excepcional par de muslos relucientes para ponerse a su disposición.
Cuando Anais estuvo de pie justo al lado de su escritorio, el viejo solo la miraba sonriente, la nena no se atrevía a tomar la iniciativa como el vejete se lo había ordenado.
–Vamos… que esperas putita invítame al sillón para ir a besarnos en la boca, jejeje…
Anais viendo que ya no le quedaba más opción, solo repitió lo que el vejete quería escuchar…
–Don Jilo…lo invito a su sillón a que vayamos a besarnos en la boca…, le dijo con sus ojos cerrados y no creyendo aun de lo que ella misma estaba diciendo…
–Mmmm no está mal putilla, pero quiero que me lo digas con tus ojos abiertos y mirándome directamente a la cara, jejeje…
La chica tomo aire, esto ya era colmo, pero no tenía más alternativa, abrió sus ojos celestes, su semi ondulado cabello rubio caía frondoso a un lado de su cara, se lo quedo mirando fijamente  a su detestable y arrugada faz, para luego repetirle…
–Don Jilo… lo invito a su sillón para que vayamos a besarnos en la boca…
–Así está un poco mejor pendeja… pero te falto la palabra mágica…
–Por favor don Jilo, sniffs… lo invito…snifss…snifsss a que nos vayamos a besar en la boca…Sniffssss…, a estas alturas la nena ya estaba totalmente entre asqueada y chaqueada con ella misma por lo que estaba a segundos de hacer,
–Jajajaj claro que si lindura… avanza tú primero que yo te sigo, jejeje…
Anais lloraba por el profundo asco que sentía por lo que estaba a punto de realizar, a estas alturas recién se acordó que existía Daniel y que fueron meses en que el joven tuvo que cortejarla para ella darle el primer beso, pero ahora estaba a solo segundos de hacerlo con un asqueroso y repulsivo vejete de 65 años de edad, que por primera vez en su vida entablaba una conversación con él, pensaba que ella ni su familia se merecían tanta bajeza, pero si quería tener una alternativa de ella seguir en los estudios superiores tendría que atracar su boca con la de un viejo hipócrita y aprovechador.
La jovencita quien ahora se limpiaba las lágrimas con sus manitas se sentó en un extremo del sillón, y su profesor en el otro extremo, hasta que ella nuevamente escucho la pastosa voz del viejo académico,
–Qué esperas cosita rica, jejeje ven acercándote que ya quiero probar tu lengüita, para ver si bien vale la pena cumplir con el favor que tú me estas solicitando, el viejo le miraba las piernas, con fascinación recorría las líneas de aquella corta falda de mezclilla que dibujaban el portentoso culo que se gastaba la pendeja…
A la estudiante ya no le quedaba más opción, poco a poco se fue acercando al viejo quien ya estaba casi desesperado por manosear ese fabuloso cuerpo que ya se encontraba solo a centímetros, ya no aguantándose más y en forma desesperada la tomo de uno de sus brazos jalándola hacia él,
–Eres una perra exquisita Anais, jejeje vas a ver que lo vamos a pasar muy rico, le decía el viejo mientras se entretenía en olerla como un poseído por las fragancias de su cuello, a la misma vez que la manoseaba por distintas partes de cuerpo. Anais no sabía qué hacer, no podía pensar claro por la extraña situación en la que se encontraba. –Mira como me tienes la verga putita, le dijo corriéndose la chaqueta hacia un lado, en donde ella con espanto pudo notar fácilmente un gran bulto que sobresalía desde su pantalón. –Eres una zorrita bien rica, jejejeje, con solo verte de como venias vestida haces que tenga ganas de hacerte miles de cosas, que rico se siente tocar tus piernotas enfundadas en medias mamacita, y tus tetas ni que se diga, de todas las alumnas que estudian en esta facultad tu eres la que mejores chichotas tienes, desde hace 4 meses que te estaba observando lindura, y con solo deletrear tu nombre ya se me paraba la verga… qué opinas bonita?, no es una maravilla que al fin podamos estar juntos.
La joven quien se vio sorprendida por todas las peladeces que el viejo profesor le estaba diciendo rápidamente cambio de opinión no importándole las consecuencias, se dio cuenta que el vejete tenía un extraño brillo en sus ojos, determinando que tenía que abandonar lo más pronto posible aquella oficina,
–Es Usted un viejo pelado y cochino… un pervertidooo, como se atreve a…
En ese mismo instante don Jilo viendo que la chica hiso intentos de pararse del sofá, se recostó sobre ella casi asfixiado el cuerpo de Anais, para comenzar a sobarla por todas las partes de su cuerpo,
–Suélteme don Jiloooo!, que haceee!?… auxilioooo!!, auxiliooo!!!, ayúdenme…!!!!, gritaba la joven intentando que alguien la escuchara y viniese a socorrerla del sátiro que pretendía violársela,
–Jajaja grita todo lo que quieras zorra… nadie vendrá a ayudarte, hoy es sábado y todo el personal administrativo esta libre, solo estamos tu y yo y encerrados en mi oficina, jajajaja, aparte que me calienta aún más escucharte como pides ayuda para que no te metan la verga, jajajaja!!!.
–Nooooo…!! Usted me dijo que solo serían besos… lo otro nooo…!!
Anais forcejeaba por intentar liberarse de las garras del caliente y sulfurado vejete, este por su parte ya había comenzado a lamerle la cara, le pasaba su asquerosa lengua de viejo por todas sus mejillas dejándola ensalivada y baboseada, a la vez que le seguía diciendo en forma desvergonzada todo lo que él pensaba de aquella caliente situación,
–Pues mentí pendeja sinvergüenza, esto es lo que les pasa a las zorras como tú, que se gastan el dinero que no es suyo, jajajaja, el viejo seguía lengüeteándola, oprimiéndola contra el sofá de la elegante oficina, no le permitía que se moviera, la nena estaba muy asustada y nerviosa, el asqueroso viejo ahora la miraba directamente a los ojos y le sonrió burlonamente, mientras con mucho cuidado empezó a acariciarle las tetas  por encima de la polera, con sus dos manos haciendo círculos con ellas.
–Que me está haciendo don Jilo…por favor déjeme ir, por favor…, la actitud de la nena era suplicante, ya sabía que estaba casi perdida, el viejo no se iba a conformar con solo unos besos tal como él le había dicho, entendía claramente que se la iban a culear en la misma facultad en donde ella había entrado a estudiar tan llena de sueños e ilusiones.
–Nuestra pequeña fiesta apenas comienza pendeja, le dijo en tono burlón, la chica ya sentía en sus mismas fosas nasales el aliento a viejo que el maestro dejaba salir de su pestilente boca, –Mmmmm guachitaaa!! que ricas tetas tienes, como me moría de ganas por sobártelas, le dijo mientras se las apretaba cada vez con más fuerzas, y justo en el momento en que Anais abrió su fresca boquita para volver a pedir auxilio, el excitado y lujurioso profesor aprovecho esto para meterle la lengua en toda su estrecha boca, se la introdujo hasta casi provocarle arcadas, su aliento a tabaco y dientes podridos inundó su paladar, el viejo ahora la sujetaba de su rubio cabello,  con sus gruesos labios de lobo feroz bien pegados a los rosados y sensuales labios de la nena, haciendo rítmicos y chapoteantes círculos con su lengua alrededor de la de ella que lo esquivaba en forma desesperada, la nena sentía la puntiaguda nariz del vejete como se le clavaba en su cara, se la sentía helada y húmeda, como si este estuviera resfriado o con romadizo cuando se rosaba con la respingona nariz de ella, luego para coronar el erótico ritual lingüístico el degenerado profesor se separó de su boca y le mando un repulsivo escupo el cual impacto en pleno rostro de la asqueada Anais.
Don Jilo después haberla escupido y besuqueado a su total antojo y de haberle estado sobando las tetas todo lo el que quiso, comenzó a subirle la camiseta lentamente, Anais con su carita escupida y con sus manitas temblorosas en forma desesperada trataba de impedírselo pero el viejo profesor no encontró nada mejor que  levantar una de sus manos y darle una fuerte bofetada en el rostro que prácticamente la hicieron ver rayos y centellas, la chica ya no quiso seguir con sus estupideces, ahí  fue que supo que el viejo aparte de caliente también era agresivo.
Por su parte don Jilo al notar que la joven hembra ya había entendido cuál era su posición siguió subiendo sus ropas, primero le quito la chaqueta de mezclilla para luego continuar con la blanca polera, y sin dejar de mirarla directamente a sus ojos metió sus manos por debajo del sujetador blanco y comenzó a sobajearle las tetas con ansias animalescas.
–Mmm… que suavecitas se sienten tus tetotas mamasota…!, que rico par de melones tienes mi pendejita rica…!! –No se ven tan grandes cuando están cubiertos por toda tu ropa, pero te las encuentro perfectas… están duritas y suavecitas… como a mí me gustan jejeje.
Anais miraba aterrada todo lo que le estaban haciendo, y de vez en cuando ponía atención en la insana expresión de su rostro. Ese vejete desgraciado era horrible, y ahora tenía una mirada aún más lujuriosa que al principio, le daba la impresión de que este estaba imaginando miles de cochinadas que haría con ella a partir de estos momentos.
De pronto la asustada jovencita noto como el viejo con una de sus manos le destrabo el sujetador liberando por fin esa frescas montañas de carne tersa y juvenil, a la misma vez que sacaba un cigarrillo desde su apolillada chaqueta, para luego más trabajosamente aun proceder a encenderlo y tirarle todo el humo en su cara, a la vez que le mostraba la roja braza de la punta del cigarrillo, para decirle,
–Si continuas portándote mal y haciendo mamadas que a mí no me parezcan, de ahora en adelante tendré que utilizar esto, el desequilibrado vejestorio acercaba su cigarrillo encendido a las relucientes carnes de sus tetas, Anais estaba que se meaba de pavor al imaginarse el dolor que sentiría si a ese endemoniado viejo se le ocurría quemarle las tetas, en ese momento la atractiva estudiante de leyes ya no aguanto más se puso a llorar desconsoladamente, estaba temiendo lo peor.
El viejo vio como sus lágrimas comenzaban a resbalar por sus mejillas, entendió que con eso ya era suficiente por lo que apago el cigarrillo en el suelo para luego ir acercando su boca a la cara de la nena en donde lamio todas las lágrimas que de sus ojos brotaban como así mismo el rastro acuoso que estas dejaban, siguió incursión abajo para llegar a lo que él ya quería degustar,
–Te gastas las tremendas chichotas pendeja, te las voy a chupar hasta lograr sacarte leche, jajajaja, y uniendo la acción con las palabras fue abriendo su bocota para pegarse la mejor chupada de tetas que en su vida se había mandado.
El viejo llevaba unos buenos minutos  chupándole las tetas a Anais, quien estaba en un lamentable estado de shock por lo traumático de la situación, el viejo la tenía casi inmovilizada recostada en el sillón y el sobre su cuerpo, la nena sentía como esa rasposa lengua se paseaba a su antojo por las suavidades de sus tetas, era la primera vez en su vida que se las chupaban, poco a poco empezó a tener una sensación que invadía todo su cuerpo, pudo sentir como su cara se ruborizaba por alguna razón, y esa razón era una sola, ella nunca había estado en tales circunstancias con ningún hombre, y ahora si lo estaba con un espantoso vejete casi 50 años mayor que ella, el resbaloso lengüeteo en las tetas que este le estaba pegando le hacían sentir algo rico, y esto la hacían sentir de lo peor.
Su mente le decía que no se permitiera sentir eso, que no se dejara avasallar por tan despreciable vejestorio, un verdadero lobo con piel de oveja, pero su cuerpo ya comenzaba a decirle lo contrario, a la nena por primera vez en su vida le estaba comenzando a gustar esa agradable sensación de placer.
Horrorizada por estar sintiendo tales sensaciones, gruesas  lágrimas comenzaron a brotar de sus bellos ojos celestes, en forma desesperada nuevamente comenzó a moverse e intentar escapar de las garras de ese viejo degenerado antes que se le ocurriera sacar su cosa y metérsela, el viejo casi no sentía los esfuerzos de la nena, solo se daba a chupar, lamer, succionar, mordisquear y luego volver a chupar y seguir chupando.
Anais quien llevaba unos buenos minutos contorsionándose y pataleando para salirse de aquel sofá, ya casi estaba entregada ahora solo sentía como le succionaban las tetas, con sus ojos cerrados se dejaba hacer sin saber qué hacer ni cómo reaccionar, el viejo la estuvo chupando por un buen rato, la jovencita no se dio ni cuenta cuando el depravado ya le tenía la falda subida hasta la altura de su cintura, lo que si sintió fue cuando de pronto percibió que algo se metía por entre sus muslos, como pudo levanto su cabeza para ver como el viejo asqueroso había puesto su mano encima de su vagina y comenzaba a masturbarla por arriba de sus medias y su blanca prenda íntima, hasta que el vejete se separó de sus mojadas tetas para decirle,
–Mira nada mas como estas de mojada putita… jajaja, tus jugos hasta atravesaron la tela de tus calzones y medias pendeja caliente, jajaja, le dijo mientras le mostraba sus arrugados dedos en donde se notaba una reluciente humedad, –Esto significa que tu zorra ya está pidiendo verga a gritos…, jajaja!! No llevo manoseándote ni 15 minutos, y vaya que te calientas muy rápido.
–Eso… eso… no es verdad, le contesto Anais con su voz muy bajita, le extraño que el vejete ya casi no la estaba sujetando y ella ahora no hacía nada por huir de aquel lugar, el viejo notando la pasividad de la tierna chamaca, aprovecho para bajar el cierre de la falda, y luego comenzar a retirársela hacia abajo junto con las medias y la ropa interior, Anais reacciono al instante,
–Nooo!! Eso sí que noooo…!! Por favor don Jilooo no lo hagaaaa…!!!, le decía mientras con sus manos luchaba con las del vejete para que este no terminara por desnudarla por completo,
–Siii, si lo hare preciosura y ya no te hagas la decente conmigo, jejeje se nota que estas desesperada por que te metan la verga, jajajaja, le decía mientras ya había logrado bajarle las vestimentas una buena cantidad de centímetros.
Se vinieron más manoteos y unos buenos jadeos por parte de ambos y la nena ya sintió el aire en su vagina, hiso el último esfuerzo por subirse los calzones, y fue el viejo quien salió victorioso, ya que al notar la férrea resistencia que opuso su joven oponente simplemente se los destrozo junto con las medias, la falda y los zapatos salieron volando y cayeron cerca del escritorio, la había terminado de empelotar.
Anais al saberse desnuda por primera vez en su vida ante la presencia de un hombre solo atino a taparse la cara con sus dos manitas y juntar lo que más pudo sus muslos para proteger lo que sabía que ya estaban a punto de usurpar.
El viejo se lanzó sillón abajo y quedo arrodillado contemplando el soberbio cuerpazo al desnudo de Anais, hace mucho tiempo que el destino no le había provisto un tan suculento bocado de carne fresca y juvenil que él solito ya estaba a minutos de degustar para él solo. Sin dejar de recorrerla en forma lasciva tragaba abundantes cantidades de saliva que se le formaba en la boca, veía esos atrayentes pelitos dorados que escasamente adornaban la pelvis de aquella exquisita criatura, sintió unas tremendas ganas de comérsela, de meterle la verga a la fuerza, culearla hasta la locura, pero sabía que era día sábado, y que ni siquiera era medio día, o sea… tenía todo el tiempo del mundo.
Don Jilo llevo su temblorosa mano al palpitante vientre de la muchacha, al posarla pudo sentir una suavidad jamás sentida en sus resquebrajadas manos, con sus dedos índice y pulgar se dio a jugar con el piercing, era la primera vez que tocaba uno, solo los había visto cuando por Tv miraba a las nenas bailar Axe hace algunos años, y Reggaetón, o cuando veía alguna película porno, su verga pulsaba por la ansiedad de meterse por entre medio de aquellas jóvenes carnes,
–Mmmmm que suavecita que eres pendejaaa… y te ves más rica todavía con esta mamada puesta en tu ombliguito, le decía jugando aun con el piercing entre sus dedos, –Y tu coñito se ve más rico todavía mi amor, se ve limpiecito, bien depiladito como a mí me gustan jejeje, (el viejo no sabía que por naturaleza propia a la joven le salían pocos pelos en la zorra), –No sabía que eras tan maraca para tus cosas jejeje, le continuaba diciendo mientras ya palpaba suavemente con la yema de sus dedos los rubios pelitos encrespados de la vagina de Anais. –Ahora prepárate porque vas a comenzar a disfrutar como una mal nacida, jajajaja!!!.
Dicho esto último don Jilo comenzó a sobarla con sus dos manos, los ojos de Anais lo miraban tratando de adivinar que le haría ahora, en eso vio como la mano del vejete bajaba hacia al medio de sus cerrados muslos para comenzar a tocarla en su rayita muy suavemente, ella desde hace rato que estaba mojada más por la turbación del momento que por realmente sentirse deseosa de que ese vejete asqueroso le hiciera algo, por nada del mundo pensaba en abrirle sus piernas, el viejo por su parte sintió una tibia acuosidad entre los apretados labios vaginales de la chica, así que le dijo,
–Pero mira que caliente me saliste pendeja… tu conchita está más mojada que antes, si hasta parece que te estuvieras miando, jajajaja!!! A la nena entre asustada y asqueada le daba rabia de como ese viejo asqueroso se burlaba de ella, ahora lo veía como se chupaba los dedos luego de volver a meterlos de su rajadita intima, noto que cada vez don Jilo incursionaba más en su panochita y ni se dio cuenta ella misma cuando el caliente maestro sencillamente comenzó a masturbarla, para conocer el mismo y con sus propias manos cada rincón de su inexplorada zorrita.
–Te la siento muy apretada pendeja, dime… alguna vez has probado la verga?, el viejo le consultaba con el vicioso brillo de la maldad saliéndole por los ojos. Anais no le respondió, solo tenía su celeste mirada puesta en cualquier parte del techo de la oficina, –Contesta maldita zorra!!! Le grito el viejo muy enojado, pero aun así ella se negó en darle una respuesta, el viejo como pudo rápidamente se montó sobre su cuerpo a la altura de las tetas y,
–Plaffff!!! Retumbo el certero tortazo en pleno rostro de la chamaca, la chica en el acto comenzó a llorar de susto y dolor, pero esto al viejo no le importo, Plaffff!!! Plaffff!!! Plaffff!!! Plaffff!!!, fueron indeterminadas las feroces bofetadas que Anais siguió recibiendo en el rostro,
–Ahora contéstame perra asquerosa, o te seguiré pegando hasta desfigurarte la cara, al viejo se le habían enrojecido los ojos, y su rostro lo tenía descongestionado, parecía como si en estos momentos fuera un verdadero demonio más que un respetable y serio decano de alguna Universidad, –En mi juventud estuve internado en el hospital psiquiátrico, y tengo carnet de loco…jajaja!!, para que vayas sabiendo tengo doble personalidad, de lunes a viernes soy un serio profesor, pero los fines de semana me vienen mis crisis de calentura y de agresividad si es que no me tomo mis pastillas, y te aviso que hoy no me las tome porque sabía que vendrías, jajajaja!!!, así que si me denuncias estaré solo unas semanas internado en una lujosa clínica, por lo que ahorita me contestas cuando yo te pregunte algo porque si no lo haces soy capaz de matarte, has entendido zorra inmunda, y para que no se te olvide… tomaaaa!!!!….Plaffffffff!!!!!!, resonó la más fieras de las cachetadas que Anais recibió en su angelical carita de niña buena.
–Has probado la vergaaa..!?, te han culeado alguna vezzzz!!???, el viejo estaba salido como un verdadero energúmeno,
–Sniffsss…! Por favor don Jilo ya no me pegue más…Sniffssss, Anais ya tenía su rostro enrojecido por los fieros guantazos recibidos,
–Entonces contéstame putaaaa…!!! te han metido alguna vez la vergaaa!!??
–Noooo… nuncaaaa don Jiloooo, nunca he hecho el amor con nadieeee, sniffssss!!!
–No te estoy preguntando eso putaaa!!, te he preguntado si alguna vez te has puesto a culear con algún chamaco de tu edad… o con el que sea… los ha hecho!!??
–No don Jilooo!! Yo nunca me he puesto a culear con nadie…snifffsss, la joven poco a poco entendía que tenía que contestarle como al viejo le gustaba…
–Jajajaja!! Así está mejor putita… pues hoy día mismo te voy a convertir en mi mujer, jajajaja, te voy a meter la verga mamitaaa…!! Te voy a poner a culear con quien a mí se me ocurra… jajajja!!! todos los fines de semana o cuando a mí se me ocurra… hasta que termines tus estudios en esta prestigiosa Universidad, así que ándate preparando dulzura, porque desde hoy pasas a ser mi puta, terminaras tus estudios puteando en las calles,  y culiando con mis amigos…jajajaja!!! Ahora sí que te voy a emputecer zorra asquerosa, jajajaja!!!!
El viejo una vez que termino de poner en conocimiento a la joven de cual ahora serían sus deberes para con él, como pudo se bajó del desnudo cuerpo de Anais, como si la muchacha fuese una muñeca de goma le abrió con fuerzas los muslos, la primera reacción de la joven fue cerrarlas en señal de protección de su vagina, pero con la feroz mirada que le pego don Jilo, recordó que aquello eran parte de sus nuevas obligaciones, así que no le quedó más remedio que dejarle sus bellas piernas abiertas y mostrándole su tajito rosáceo en toda majestuosidad.
El viejo con solo mirar aquella pequeña grieta rosada apenas jaspeada por pelitos rubios comenzó a babear como un mal nacido, abriendo lo que más pudo su pestilente y carnívora bocota se fue acercando hacia ella hasta que se zampo de un puro bocado la hermosa vagina de la muchacha hundiendo su cabeza en aquella rosada fisura de carne y sumergiéndose en las profundidades de aquellos preciosos muslos que estaban abiertos solo para él.
Don Jilo chupaba zorra con ahínco, metía y sacaba su lengua lo que podía en forma rápida, sorbiéndose todos los jugos que la nena ya desde hace rato estaba produciendo por su panochita en forma inconsciente, el viejo chupaba y lamia sin darle tregua, mas parecía un perro lamiendo la comida de un plato, que un hombre practicándole sexo oral a una mujer.
Anais solo se dejaba chupar su cosita con la cara contraída por el asco y la repulsión que le ocasionaba aquel horrendo vejete, se maldecía por el precio que estaba pagando por el error cometido, nunca había dejado que un chico la tocara más de lo necesario, de sus novios anteriores la mayoría le había pedido la prueba de amor, en la cual ella se negó rotundamente, para guardar ese preciado tesoro que ella sabía que poseía para el hombre que se casara con ella, pero todo esto ahora se había ido al traste, la tenían desnuda y abierta de patas con un exaltado viejo con características de psicópata chupándole lo que ella tanto había cuidado y protegido.
En la espaciosa oficina solo se oían los insistentes chapoteos de lengua de don Jilo, acompañados de los continuos reclamos y gimoteos de Anais para que el viejo la dejara tranquila de una buena vez por todas, pero el feliz profesor no estaba dispuesto a parar de chuparla por nada del mundo, esa vagina era un verdadero manjar solo hecho para príncipes se decía para el mismo, y mientras la nena más se quejaba para que la soltaran, el viejo más empeño le ponía en los lengüeteos.
Anais puso atención en la rasposa lengua que la asaltaba en la parte más femenina y bella de su cuerpo, se preguntaba porque  a ese viejo le gustaba tanto estarla lamiendo en esa zona, no estaba muy segura si todos los hombres serian iguales, pero se notaba que a este sucio y vil vejete le encantaba, una rara sensación muy parecida a la de  los nervios que a veces ella había experimentado en su estómago, se le empezó a instalar en su cuerpo, pero con la diferencia que esta vez no era en su estómago, la sensación se le había ido instalando en su panocha, situación que le alarmaron los sentidos, aquella gratificante sensación por cada segundo que pasaba se iba agudizando, hasta que al mismo ritmo de las lamidas sintió una exquisita secuencia de punzadas que se le instalaron adentro de su coñito, acompañado de unas tremendas ganas de dejar salir algo por su ranurita, nuevamente caía en cuenta que era una sensación muy parecida a como si tuviera verdaderas ganas de mearse.
Ajeno a esto el vejete ya tenía la lengua casi dormida de tanto lengüetear la belleza intima de la chamaca, las mandíbulas ya las tenía totalmente adoloridas de tanto abrirlas y cerrarlas mientras devoraba aquel aromático y místico tajito de carne, se sumía en aquella apretada panocha, al hacerlo movía su cabeza hacia los lados, como también hacia círculos sobre esta siempre intentando adentrar su lengua lo más posible, se notaba a la legua que el viejo la estaba pasando genial mientras se comía el coño de la joven, pero su felicidad fue sublime cuando sus oídos parecieron escuchar un femenino y casi apagado gemido de éxtasis por parte de su compañera sexual.
Y no era para menos, en un principio Anais veía que el viejo tenía su reluciente y arrugada cabeza sumida entre medio de sus muslos que estaban abiertos de par en par, sentía la gorda y resbalosa lengua de este como le acariciaba rápidamente la vagina como si esta fuese una batidora, como a su vez también sentía la helada nariz del vejete rasparse una u otra vez contra su pelvis, sus primeras sensaciones fueron de asco y rechazo, pero ya en estos momentos su sistema neuronal estaba a punto de colapsar antes los continuos cosquilleos y punzadas que desde hace un rato le estaban haciendo sentir en distintas partes de su grácil anatomía, ella no quería, pero su joven cuerpo casi se lo estaba imponiendo, hasta que su mente ya no pudo resistirse más y sencillamente se entregó a las delicias de la carne, sintiendo esa exquisita lengua como le revolvía los caldos que se habían instalado en su vagina y que parecían provenir desde lo más profundo de sus entrañas.
La nena lentamente comenzó a menear su pelvis, en un principio lo hacía muy despacito, no quería que el vejete se diera cuenta que ella ya casi aceptaba que el la estuviera lamiendo, pero todo era tan rico y tan nuevo para ella, que inconscientemente llego al estado de encontrarse moviendo e intentando hacerlo al mismo ritmo en que aquella lengua entraba  y salía de su tajito masturbándola y haciéndola gemir ahora más audiblemente, no importándole que el viejo la escuchara, su respiración ya era muy pesada y a la misma vez acelerada, sus fosas nasales se cerraban y sentía que le costaba respirar, a la vez que soltaba unos quejidos ya un poco fuertes y que hicieron que ella se comenzara a moverse en forma más acelerada, siendo participe de todo lo que le estaban haciendo, ahora  parecía que como si la nena estuviese poseída por algún ser maligno, y al viejo le gustaba mirarla de como ella gozaba, de cómo retorcía su cintura buscando con su pelvis la punta de su lengua, Anais ya estaba más que caliente, y el vejete ya lo tenía claro.
La chamaca ya  no daba más de calentura, pero sentía pena de ella misma por estar sintiendo algo tan rico con un asqueroso hombre que apenas conocía, y que para rematarle tenia desordenes psiquiátricos, en vano intentaba acallar sus gemidos de calentura con una de sus manitas puesta en la boca, estos ya resonaban por toda la oficina del decano, su otra mano que la tenía puesta en la cabeza del vejete en un principio con la finalidad de empujarlo para que ya le dejara de lamer, ahora en forma inconsciente había comenzado a deslizar sus dedos por entre medio de los enmarañados pelos blancos que este tenía por los lados, como si le estuviera haciendo cariño, sus piernas temblaban, se sentía extasiada, por su mente cruzaban miles de imágenes, sus propios gemidos los escuchaba como si estos estuvieran en otra dimensión, mientras se seguía retorciendo de placer en aquel imponente sillón de cuero donde la tenían acostada desnuda, se imaginaba la pestilente boca del viejo pegada a sus rosadas carnes intimas, con sus amarillentos dientes de fumador impregnados por la nicotina arrancando sus carnes vaginales y comiéndosela en total sentido de la palabra, estos últimos pensamientos la llevaron a que fuese ella misma quien agarrara los escasos mechones blancos que el viejo poseía detrás de sus orejas y se lo enterrara con fuerzas en lo más profundo de su zorra, punteándoselo y más bien dicho vulgarmente culeandole la boca con su afiebrado tajito de carne, el maestro estaba encantado con su alumna.
El vejete notando que la chamaca se le había unido a la fiesta, como pudo subió una de sus manos para agarrarle las tetas, se las apretaba, las sobaba, y volvía a apretar con más fuerzas, hasta que Anais sintiendo en sus poros algo que nunca antes había sentido pego una punteada magistral sobre la chapoteante boca de su maestro, uniendo esta acción con un gutural y ronco bramido de hembra siendo satisfacida sexualmente,
–Ahhhhhhhhhhhhyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!, los jugos explotaron hacia afuera de la vagina de la joven y fueron a dar en forma directa hasta la misma garganta del feliz profesor quien se los bebía como un mendigo perdido en el desierto, el grito se debió haber escuchado en varias de las salas en donde aquel día sábado se estaban realizando clases, Anais luego de haberle mandados otras tres firmes punteadas de zorra en las mismas fauces del viejo aprovechador, poco a poco fue dejando de moverse, hasta que sus tensados muslos se fueron aflojando lentamente, para quedar prácticamente casi desmallada y a patas abiertas en el sillón, por primera vez en su vida había sentido un orgasmo, y este había sido tremendo.
El vejete luego de beberse los abundantes chorros de caldos ácidos y calientes que Anais le regalo desde sus entrañas, solo se quedó observándola tirado aun lado del sillón con su boca rebosantes de fluidos vaginales, estaba claro que el por su parte aun no terminaba con la encantadora y virgen universitaria, solo encendió un cigarrillo y se dedicó a masajearse la verga por sobre el pantalón, mientras admiraba aquel tremendo monumento de mujer que tenía para regodearse en el a su total antojo, y que había conseguido embaucar aprovechándose del candor e inocencia pueblerina de su dueña.
Luego de unos 10 minutos existía un silencio casi sepulcral al interior de la oficina, Anais continuaba con sus muslos abiertos, y de sus ojos caían lágrimas de rabia por haberse permitido sentir algo tan rico con un viejo de tan malos sentimientos, su respiración ya había vuelto a la normalidad, los espasmos habían desaparecido, y la sensación de placer en todo su curvilíneo cuerpo también se había extinguido, pero no del todo. Hasta que sintió la avejentada y desagradable voz del jefe de carrera hablarle.
–Me doy cuenta que disfrutaste la chupada de zorra que te pegue verdad putita?, jejeje, te quejas y gimes muy rico lindura, me hiciste sentir que a pesar de mi edad aun me la puedo con una zorra lujuriosa como tú, Mmmmm aun recuero el sabor de los meados que me soltaste por la concha, de verdad que fue un honor habérmelos bebido, jejeje, recién salidos y manufacturados desde tu zorrita, no recuerdo haberme bebido unos mejores y más calientitos que los tuyos, así que para la próxima que me los sueltes avísame para poner dos vasos y así podríamos hacer un brindis los dos juntos, ya que los sueltas a chorros, te parece preciosa?, jajajaja!!!.
El vejete viendo que la nena ni siquiera se dignaba a mirarlo cuando él hablaba, puso en práctica lo que él deseaba hacerle desde hace rato, ­­­­–Mmmmm veo que ya has descansado lo suficiente, así que ahora terminaremos lo que hemos empezado. Anais en forma espantada vio como el vejete diciendo esto último se puso de pie y ya comenzaba a sacarse la ropa, lo supo al instante… se la iban a culear.
La estupefacción y el cansancio no le dieron tiempo a reaccionar a la rubia muchachita. Luego de ver en forma despavorida como ese obeso y fofo cuerpo desnudo lleno de pelos canosos terminaba de empelotarse al frente de sus ojos, algo la hiso bajar su vista hacia esa parte en que ella sabía que estaba la asquerosidad que le iban a meter, pero lo que vio fue algo más repugnante y repulsivo todavía, el viejo tenía una gran mata de gruesos pelos plomos tirando para blancos, y entre medio de esta abundante y grotesca maraña de pendejos largos y semi encrespados una verga totalmente parada, el vejete no la tenía grande ni corta, entre 10 o 15 centímetros más que eso no era, pero para la nena era suficiente para casi desmallarse al imaginarse que esa asquerosidad que pulsaba rápidamente de desesperación estaba solo a minutos de hacer ingreso al interior de su cuerpo.
Don Jilo viendo que la hembra casi no se había movido pensó que tal vez ella también lo deseaba, en la forma más normal del mundo se subió al sillón y se acomodó entre medio de esos muslos abiertos que parecían estar esperándolo.
Anais nuevamente comenzaba a llorar por lo que le iba a suceder, sintiendo el peso del cuerpo del hombre que la iba a convertir en mujer echarse sobre el suyo, casi sin aire le quiso solicitar,
–Por favor don Jilooo… sniffssss, no me lo haga… mi sueño era llegar virgen al matrimonio, sniffssss…
–Jajajajaja, no me salgas con esas mamadas, esas son solo pendejadas de zorrasss románticas chamaca… y tú no estás para eso, además que ya estás en edad de recibir la verga… y eso es lo que harás desde hoy día… recibirás verga por todos tus orificios…jajaja, así que relájate y disfruta porque en este mismo momento te la voy a meter, jajajaja te estoy estrenando cosita rica, y todo gracias a que te gastaste la plata de la U, jajajaja!!!! Diciendo esto último el viejo poso su erecto falo en la íntima y nunca antes vulnerada entrada intima de Anais.
–Nooooo…!! Por favor no lo hagaaa!!, ahhhhgggg!!!, gimió de dolor Anais cuando sintió la primera compresión de carne sobre la entrada de su vagina…
–Siii pendeja… tu tranquilita que ya vas a ver de lo muy rico que vas a sentir, jejeje, ganaremos mucha lana cuando andes prestando la zorra por dinero y parada en las esquinas…, deberías estarme agradecida de todo lo que te estoy enseñando gratis, jajajaja, quizás hasta abandones los estudios para dedicarte a andar culeando por los callejones jajajaja… Uffff que apretadas la tienes putaaaaa!!!, el viejo ya le había propinado tres empujones sin lograr ni siquiera meterle un solo centímetro de verga al interior de su panochita.
–Profesorrrr…!! Ya noooo…!! me duele muchooooo…!! Sniffssss… salgase… dejemeee… sniffsssss!!!
–Jajajaja… relájate y distiéndeme los músculos de la zorra pendeja… desde hoy tú me perteneces, y este es solo el comienzo putita, no sabes cuantas veces me eh corrido la paja viendo tu foto de la ficha académica, jajaja, tendremos que sacar una nueva por que la actual ya la tengo toda moqueada de las veces que me corrí en ella cuando te imaginaba follandote aquí mismito de donde te tengo ahora, ahí te voy pendeja…aguantaaaa…!!
Anais no daba crédito de todo lo que le estaba sucediendo, las morbosas palabrotas del viejo que estaba dando su vida por follarsela le causaban un profundo asco, pero lo que más repulsión le causaba era imaginarse al viejo masturbándose mirando su fotografía de la ficha académica, de pronto cuando sintió otra feroz pero fallida arremetida contra su vagina, vio al vejete como se echaba sobre ella con todo el peso de su cuerpo, en donde la comenzó a besar en el cuello y en la cara, sentía los gruesos pelos del pecho pegársele en las suavidades de sus tetas, la nena desde hace rato que traspiraba, por los continuos jadeos que hacia cuando intentaba escabullírsele al desalmado vejestorio, pero sus esfuerzos no hacían mella con las fuerzas del profesor Jilo, ya viendo que casi no tenía escapatoria simplemente se puso a llorar más audiblemente que antes, pensó que ya todo estaba perdido,
– Déjemeee don Jiloooo…!! Snifffs… Ahhh… Me está lastimandooo… Sniffsss!!!…… auxilio por favor… me están violandoooooo!!!, grito como última medida de salvación…
– Jajajaja!! Eso putita… gritaaaa!!!, gritaaaaa todo lo que quieras…!!! Ya te dije que eso me enerva y me calienta aun masssss…, Jajajajaja!!!! Eres una criatura riquísima… una verdadera hembra en todas sus letras…, le decía el vejete totalmente poseído por la calentura.
El viejo le mando el más firme de todos los empujones que ya le había propinado, y cuando sintió una leve sensación de como si los apretados labios vaginales de la chamaca se fuesen por fin a abrir para él, su verga ya no aguanto más, haciendo que su dueño sintiera algo tan exquisito al imaginarse las tibiezas que lo esperaban al interior de aquel infartante cuerpazo que él ya quería poseer, que acompañado de un ahogado y sufrido grito de placer le mando tres sendos lecherazos que impactaron en el vientre de Anais, ensuciándola y regándola con tres gruesos cordones de blanco semen, el primero le llego casi hasta la altura de las tetas, el segundo y el tercero a su ombligo, el piercing se perdió ante las blancas condensaciones que impactaron en él, otras 4 chorreadas de menor potencia pero si muy espesas, escurrieron desde la verga del vejete para caer y bañar los rubios pelitos crespos de la vagina de la joven, el apesumbrado vejestorio aún estaba con los ojos en blanco por la emoción.
Estos 4 últimos goterones de semen tal como ya se dijo cayeron en forma acompasada sobre los dorados pelitos íntimos de la escandalizada nena al estar viendo ella misma y con sus propios ojos como aquel esperpento humano se corría asquerosamente sobre su cuerpo. Su pelvis y su escaso bello íntimo quedaron bañados de la inmundicia varonil del casi anciano y caliente profesor.
El viejo luego de haberse recuperado de aquel fatídico orgasmo, se hecho de mal humor a un lado del cuerpo de la joven, había quedado insatisfecho, se corrió antes de abrirla y metérselo, luego de unos minutos refunfuñando se paró del sillón y comenzó a vestirse.
La nena por su parte con sus ojos llorosos no sabía que hacer su vientre estaba bañado en semen del vejete, lo sentía pegajoso, y expelía un extraño y fuerte olor que ella nunca antes en su vida había sentido.
–Límpiate con eso y vístete, le ordeno don Jilo a una psicológicamente destruida Anais, a la vez que le lanzaba sus destrozados calzones blancos.
La joven como pudo limpio su cuerpo con su destrozada ropa íntima de aquel asqueroso liquido blanco con el cual la habían impregnado, en silencio se puso el resto de su ropa, las medias también habían quedado inutilizables.
Cuando la estudiante intento recoger sus libros para retirarse, supo que aún faltaba mucho para que su profesor la dejara tranquila.
–Deja tus libros aquí en mi oficina el lunes los puedes venir a retirar, ahorita mismo nos largamos a pasar el fin de semana juntos, jajajaja!!!
–Profesor… me quiero ir a mi casa… me duele todo el cuerpo…
–Me importa una verga como te sientas…!!, además que aun ni siquiera te he metido la verga, no sé de qué te quejas tanto,
–Señor…mis tíos se pueden preocupar si no llego a la casa…
–Pues diles que te quedaras a estudiar en la casa de alguna compañera… no son esas las zorrerías que ustedes las putas inventan cuando se quieren ir de parranda con los estúpidos chamacos que conocen… además que me da lo mismo si avisas o no, la cosa es que ahora iremos a mi casa para que te bañes, luego iremos a comprarte unos trapitos que yo quiero que uses, ya que en la tarde iremos a una fiesta con unos amigos, jajajaja!!!!
–Don Jilo… por favor déjeme ir… ya fue suficiente… además que he decidido irme a mi pueblo, ya no quiero seguir estudiando en esta universidad, así que no se moleste en darme más plazo,
–No pendeja…! te equivocas…!! si no quieres seguir estudiando es problema tuyo, la cosa es que desde ahora tu eres mi putita…, Anais se fijaba como los hoyos de la tremenda nariz del viejo se abrían y se cerraban a medida que este le hablaba, esta parecía que fuera la de un pelicano, esa sensación le daba a ella, el viejo continuaba hablando, –Y lo que no pude hacerte esta mañana si lo hare esta misma noche y en mi casa, y cuando yo me sienta totalmente saciado de tu cuerpo y de todos tus agujeros te llevare a putear por las calles hasta que reúnas el dinero que me debes, yo pagare tu deuda, así que a quien le debes desde este momento es a mí, te queda claro dulzura?, el viejo la miraba con una cara llena de maldad…
–Don Jilo de verdad que se lo agradezco pero no necesito que Ud. pague mi deuda, solo me iré y no le diré a nadie de lo que me hiso, se lo juro…
–Acaso piensas que soy un pendejooo!!!, ves esa cámara que está en esa esquina, el viejo camino rápidamente hacia donde estaba puesta la cámara que aún seguía grabando, –Que crees que pensaran tus papis cuando vean el video que acabamos de grabar los dos juntos pendeja, verán como casi te measte de calentura en mi boca cuando te fuiste cortada jajajaja!!!…
Anais como una verdadera zombi se volvió a sentar en el sillón donde casi se la violan, se llevó sus dos manitas hacia su cara, luego las perdió en el follaje de sus aromáticos y semi ondulados cabellos rubios pensando en todo lo que le había aclarado el chantajeador de su profesor, pensaba en la reacción de sus padres al ver ese escandaloso video, que dirían al saber que a su hija la habían expulsado de la Universidad por haberse gastado el dinero de las mensualidades y por andar acostándose con profesores?.
Un fuerte nudo se le formo en la garganta, en eso sintió cuando el viejo la tomo poderosamente del brazo casi arrastrándola para llevársela a donde a él le diera la gana, y ella simplemente se dejó llevar, su suerte ya estaba echada.
Una vez que salieron del campus universitario, el viejo hiso parar un taxi en donde se subió en compañía de una casi muda Anais, el joven taxista dio por hecho que la pareja que acababa de subir era una nena con su abuelito, y que este seguro que la había ido a matricular ya que los tomo a la salida de una casa de estudios, determino que la joven era dueña de una belleza inigualable, pero en su semblante denotaba que iba triste muy triste, a lo mejor no les había ido bien en el proceso de selección, cosa común en universidades tan remilgadas como lo era aquella en donde los había tomado.
Una vez que se bajaron del taxi, don Jilo la llevo a su departamento, este era pequeño y se encontraba en un buen sector residencial, estaba bien para un viejo solterón como el, a pesar de su fea apariencia el viejo vivía en forma decente, así por lo menos lo vio Anais, mientras se bañaba la joven temía que en cualquier momento el viejo se le metiera en la ducha y se la follara ahí mismo al interior del baño, o que este cambiara de opinión y la obligara a acostarse con él ya que estaban en su propia casa, pero esto no sucedió.
Cuando Anais salió del baño don Jilo la estaba esperando, listo para volver a salir, la nena se dio cuenta que el viejo se había cambiado de ropas. Cruzaron casi todo el centro con Anais tomada de la mano del viejo, ya desde hace rato que había pasado el mediodía, y la nena iba preocupada ya que ni se imaginaba para que parte la llevaba ese siniestro vejete, que prácticamente en solo un par de horas se había adueñado de su vida.
Ingresaron a un céntrico edificio, ella solo lo seguía en silencio, bajaron por unas escaleras mecánicas, el edificio estaba muy concurrido de gentes que realizaban compras o se encontraban haciendo algún tipo de trámite.
Anais conocía aquel edificio, ya que en muchas oportunidades había concurrido a este a comprar ropa en los pisos superiores, una vez que bajaron la joven se dio cuenta que en aquel subterráneo también habían variados locales comerciales, pero a medida que más avanzaban por los pasillos, los locales iban cambiando de giro, hasta que al doblar al fondo de la galería subterránea, se dio cuenta que en este sector estaba plagado de night clubs, que aún no abrían sus puertas a la clientela, no entendía muy bien por qué el viejo la llevaba por aquellos lugares, ¿acaso este viejo desgraciado pensaba convertirla en prostituta en este mismo día?, se preguntaba en el momento en que nuevamente estaba a punto de largarse a llorar.
Hasta que llegaron a destino, el viejo la metió al interior de un Sex Shop, la joven quedo ensimismada viendo todas aquellas luces rojas y verdes que iluminaban las vitrinas del lugar, Anais daba gracias a Dios que el local estuviese vacío a esas horas de la tarde, hasta que nuevamente escucho la vos de su caliente profesor,
–Espérame aquí pendeja, y no se te ocurra largarte, o si  no nuestro video terminara a la venta en este mismo local, jejejeje, no sin antes mandar una buena cantidad de copias gratis a la sucursal de tu pueblo, jejeje, así tu papis sabrían que su hija llego al estrellato en la capital, jajajaja!!!!
Anais vio como el viejo hablaba con mucha confianza con un tipo que parecía ser el dueño de aquel antro, los vio que cuando conversaban la miraban y se reían, obviamente se estaban burlando de ella y ya imaginaba lo que le podía estar diciendo don Jilo a ese otro tipejo, le dieron unas tremendas ganas de ir ella misma donde ese viejo asqueroso y apretarle su nariz de pajarraco, pero solo se volteo dándoles la espaldas, lo que le llamo mucho la atención y la descolocaban era ver la enorme cantidad de películas xxx que ahí se exhibían para la venta, y unos sachets que contenían en su interior unas vergas plásticas de distintos tipos de tamaño y colores, había oído hablar a sus amigas y compañeras de U de los famosos consoladores, y este día los veía en vivo y en directo, a fin de cuentas aquel exótico lugar le daba miedo por las perversidades que ahí se vendían.
De pronto la asustada Anais vio que su profesor le indicaba a que se acercara a donde estaban ellos, el hombre que lo acompañaba tenía pinta de chulo, sobre todo por un delgado bigotillo que se dejaba.
–Qué medidas tienes pendeja!?, jejeje…
Anais se sorprendió por el tipo de pregunta que le estaba haciendo don Jilo, no sabía que contestarle, ella nunca había puesto atención a sus “medidas”…
–Esteee ehhh… no lo sé don Jilooo…, le contesto muerta por la vergüenza ya que el otro tipo  extraño no paraba de mirarles las tetas debajo de su camiseta blanca…
–Tómale tú mismo las medidas Brandon jejeje,
Anais ahí se enteró del nombre de aquel sujeto, se llamaba Brandon.
Brandon saco de abajo del mesón una huincha amarilla de esa que usan las costureras y procedió sin ni siquiera decirle permiso a tomar sus medidas anatómicas…
–Mmmm… a ver a ver… 86 en las tetas…, dijo Brandon con cara de ser un experto en la materia, para luego continuar, –De cintura tenemos 61… y 89 de culo… –Es bien caderona la puta… pero sí, creo que tengo algo para ella. Luego de decir esto último desapareció por detrás de una cortina…
–Don Jilo… de que se trata todo esto…?, Anais estaba muy preocupada al no tener ni la más mínima idea de los planes que el vejete tenia para ella…
–Tu cállate putaaa!… solo te voy a comprar ropa… hoy iremos a una fiesta en el club de unos amigos y quiero que te veas bien putona… mañana volverás a tu casa y te puedes dedicar a tus asuntos hasta el viernes…tus fines de semana son  míos… te queda claro zorraaaa!!!
Anais a la misma vez que tragaba saliva solamente asintió muy avergonzada, sabía que no sacaba nada con intentar de suplicarle compasión a ese viejo desgraciado que estaba haciendo lo que él quería con ella.
Brandon aprecio con dos cajas por la misma puerta por la cual había desaparecido, don Jilo las tomo y se llevó a la joven a una especie de probador, le pasó una de las cajas a la joven y le dijo,
–Pruébate esto… cuando estés lista nos avisas para ver cómo te queda…
Ya estando sola al interior del pequeño probador, la joven abrió la caja y lo que vio la puso aún más nerviosa, era un pequeño conjunto de portaligas, con unos calzoncitos y bracier, todo de color negro…
–Estas listaaa!!, lo pastosa voz del profesor la estaba apurando. La avergonzada chamaca supo que eso era lo que tenía que ponerse, al menos no iba a andar sin calzones como lo estaba haciendo hasta este momento, eso le dio un poco de seguridad.
–Nooo!, aun no!!, espere… ya casi…
–Cuando estés en condiciones ve al mesón ahí te esperaremos, y apúrate!!
Rápidamente se deshizo de la falda y la polera y procedió a ponerse el erótico conjunto, las finas piezas de encaje negro, le quedaban a la perfección, al parecer Brandon sabía hacer muy bien su trabajo, se lamentaba la situación en que debería lucir estas prendas, ya que siempre había tenido la intención de alguna vez usarlas para el hombre del cual verdaderamente hubiese estado enamorada. Una vez que  ya estuvo en condiciones, tomo aire y se propuso a salir del probador,
Don Jilo y Brandon vieron cuando se abrió la puerta del cubículo, y lo que vieron fue como si estuviesen presenciando un verdadero encuentro cercano del 3° tipo, aquella tremenda Diosa rubia, de cara angelical y ojos celestes que se les acercaba con aquel precioso conjunto de portaligas negros no pertenecía a este mundo, la veían tal cual como era ella, un verdadero prodigio de mujer, ambos balbuceaban palabras lujuriosas apenas perceptibles para el oído humano, hasta que la hermosa nena que los cautivaba estuvo a medio metro de donde estaban ellos. Don Jilo fue el primero que saco el habla,
–Te lo dije Brandon… no esta buena la putita!?, jejejeje…
Brandon solo gesticulaba con sus mandíbulas abriéndolas y cerrándolas, el bigotito se le movía como una culebra, al pobre no le salía el habla ya que su vista no la podía sacar del pequeño triangulo de tela negra que apenas cubría lo justo para que a la nena no se le asomaran el nacimiento de los primeros pelitos dorados que ella poseía en su parte intima.
–Esta buenisimaaaa, fue lo primero que dijo el Brandon una vez recuperado, sin dejar de comérsela con cara de violador, –Y de dónde sacaste a esta puta…!!!
–Es una alumna… estaba un poco falta de dinero, y yo la estoy ayudando, jajaja!!!
Anais viendo y escuchando como esos dos pervertidos hablaban de ella, solamente llevo su dedo índice a su labio inferior mirando hacia el piso, demostrando lo muy nerviosa que se encontraba por estarse exhibiendo en esas condiciones ante un viejo casi anciano, y otro que por primera vez en su vida lo veía…
–Cuanto cobras por la hora zorraaaa!?, le consulto Brandon a la rubia chamaca, para ver si se podía pegar un raund con ella antes que el viejo se la llevara…
–Esteeee… ehhhh yo no seeee…
–Por ahora no está a la venta pendejo!, interrumpió el viejo profesor a Anais que no sabía que contestar ante tan salida pregunta, para luego continuar, –Así que no te hagas ilusiones, confórmate con haber visto la mercadería en su envase original, jajajaja!!!
–Y para cuándo estará entonces!?, consultaba Brandon quien ahora la rodeaba lentamente sin quietarle los ojos de su triangulito, y del suave culo que mostraba la nena, su reluciente piel dorada se veía apetitosa entremedio de los ligueros negros que parecían que se cortarían en cualquier momento de lo tensados en que se veían, o al más mínimo movimiento que hiciera Anais…
–Aun no lo sé… por ahora esta putilla es mía… cuando esté lista para ser emputecida profesionalmente te la puedo traer, si quieres ahí te la dejo por un fin de semana completo, el precio lo podemos conversar, pero será muy barato, así que no te preocupes, jajajaja…
La segunda caja contenía lo que parecía ser un pequeño trozo de tela roja, Anais ya estando nuevamente en el probador, descubrió que esa pequeña prenda era un mini vestido, el cual se le encajo en su cuerpo como si este hubiese sido hecho a su misma medida.
Nuevamente la imagen de aquella joven Diosa era de infarto, el ajustado vestido rojo parecía aumentar las voluptuosidades que se gastaba la tierna estudiante, sus marcadas curvas en la parte de las caderas y cintura parecían llamar a las manos de cualquier macho para que la manosearan bien manoseada, don Jilo a estas alturas ya se sentía capaz de nuevamente darle guerra a esa tremenda chamaca que aún se mantenía virgen, esta noche sí que no se le escaparía, solo iría a pavonearse con aquella rubita delante de sus amigos, y luego de beberse unos buenos tragos se la llevaría hasta su casa en donde pretendía estarla follando por lo menos hasta la tarde del día Domingo, el viejo ya se sobaba las manos al saber que tenía bajo sus garras a toda esa carne de primer corte que le había caído del cielo.
Antes de retirarse del Sex Shop Brandon le consulto al vejete,
–Y que hago con su ropa!?
–Me da lo mismo… si quieres bótala!, jajajaja!!, una vez dicho esto último don Gilo tomo a la joven del  brazo y la saco de ese lugar.
Una vez que el viejo profesor con Anais llegaron al “Club”, la joven se dio cuenta que este era solamente un vulgar antro muy parecido a una taberna, situación que la rubia chamaca ya había intuido, ya que el trayecto que hicieron nuevamente en otro taxi, la nena se fijó que el sector en que estaban era de lo más marginal y ordinario de lo que ella podía imaginar, al bajarse del vehículo los ojos de la joven dieron un rápido recorrido al sector, el antro estaba ubicado al interior de una callejuela muy angosta, en las veredas ya se podía ver que en las puertas de unos locales habían grupos de mujeres todas vestidas de como si estuviesen listas y dispuesta para irse de parranda, se fijó en los letreros que ya estaban encendidos parpadeaban con la palabra “HOTEL”, la pobre ni siquiera sabía en qué parte de la ciudad estaba parada.
–Ni se te vaya a ocurrir intentar escaparte pendeja, este barrio es muy peligroso, y los más seguro que te ocurriría si sales sola de aquí, es que te culien en un callejón o te lleven presa por puta, jejeje… pero tranquila y pasemos, lo vamos a pasar re bien ya veras, jejejeje…
Anais pensaba que como era posible que aquel señor que hasta solo el día de ayer ella lo veía como un serio profesor Universitario fuera tan desquiciado, se suponía que tenía conocimientos de leyes, por algo era el jefe de la carrera, además que ella muchas veces lo vio conversando con alumnos, y su vocabulario era el de un verdadero académico, nunca se imaginó que este asqueroso y pervertido viejo tenía una doble vida, cada vez se convencía más que eso de su extraña enfermedad era cierto, muy raro, pero cierto.
Al ingresar al antro a la Universitaria casi se le nublaron los ojos por el intenso humo y olor a tabaco, todo olía a alcohol rancio, la música que predominaba en esos momentos eran rancheras de Antonio Aguilar, aquel lugar estaba lleno de hombres borrachos, y de otros que jugaban al domino sentados en las mesas, atendidos por unas mujeres vestidas no tan sugerentes como las que había visto en la calle, pero si mostrando una buena parte de sus fláccidas carnes, notándose en sus rostro muestras de cansancio y de como si estuviesen heridas del alma.
Mientras caminaba tomada de la mano por don Jilo, todos los viejos se la quedaron mirando con cara de perros con rabia, no estaban acostumbrados a ver hembras de ese calibre por aquellos lugares, Anais solo miraba al suelo, esos hombres la intimidaban con sus lujuriosas miradas.
Mientras don Jilo consultaba por alguien en la barra, la nena vio como un extraño personaje no dejaba de mirarla de pies a cabeza, era un hombre más o menos joven, también era moreno, pero parecía estar más ennegrecido por la mugre que por la tez oscura tez de sus pellejos, era de abundante pelo crespo y enmarañado, en su rostro demacrado por los excesos le resaltaban unas llamativas ojeras, daba el aspecto que llevaba por lo menos una semana sin dormir ni bañarse, vestía en forma ordinaria, jeans azules  y desgastados que le quedaban un poco grandes, con una camisa que pretendía ser blanca pero que estaba percudida por la tierra y la traspiración, y con una chulesca chaqueta de cuero negra abierta, que hacia distinguirse de los demás, de unos 30 años según lo calculaba Anais, sus zapatillas Nike estaban todas rotosas, pero para su dueño así estaban bien.
Este asqueroso y mugriento tipejo estaba parado justo al lado de ella mientras el vejete conversaba algo con el hombre que atendía la barra, la estudiante quedo asombrada y asustada por lo que sus ojitos celestes estaban viendo.
Por su parte cuando el vulgar hombre que tenía toda pinta de ser un maleante vio que la joven hembra que venía acompañada por don Jilo lo estaba mirando, este siempre sonriéndole con una sonrisa de maldad que reflejaban sus oscuros ojos, y mostrándole un reluciente diente de oro que engalanaba su amarillenta dentadura llevo el billete que tenía enrollado en sus manos que eran más mugrientas todavía, hasta la altura de su nariz para luego inhalar un polvo de color blanco que había en el sucio mesón.
Luego de haber consumido la droga, el vicioso delincuente después de mover la cabeza en forma extraña según lo vio Anais, se atrevió a hablarle a la hembrota de vestido rojo que en esos momentos acompañaba a don Jilo,
–Hola muñeca… me llamo Gregorio…, pero por aquí me conocen como el flaco Gregorio, desde cuando que trabajas por aquí putilla…?, le decía mientras no paraba de comérsela con su caliente y exaltada mirada de adicto a las drogas…
–Ehhh… buenas tardes don Gregorio yo no trabajo… soy estudiante…
–Jejejeje… se nota que no eres de por aquí cosita rica… cuanto me cobras por botar a ese vejestorio que anda contigo e ir a acostarte conmigo… tengo mucha droga…  nos podríamos drogar juntos, y después lo pasaríamos muy rico… o si quieres te puedo pagar la follada con mercancía… que me dices putaaa, tienes un culo espectacular, y yo ya te lo quiero probar,
–Yo no consumo drogas señor, Anais estaba muy asustada el tipo ya se le había acercado bastante y sentía en sus narices el apestoso olor boca y a cuerpo sin asear…
Don Jilo al percatarse de que el flaco Gregorio, un conocido micro traficante de poca monta de aquel lugar, estaba acosando a su hembra, quiso ponerlo en su lugar en el acto,
–Que te pasa pendejo… esta mujer no está a la venta… A propósito andas con mercancía…?
–De la mejor anciano…cuanto va a querer,
–Dame 10 bolsas hoy la fiesta será en grande y hasta bien tarde, jajajaja, le decía don Jilo al traficante, refiriéndose a lo de bien tarde debido al tipo de hembra que lo acompañaba, el delincuente no le quitaba los ojos de encima a esa angelical nena de cabellos dorados, que se gastaba un tremendo cuerpo lleno de curvas lujuriosas, el flaco Gregorio nunca en su vida había probado el cuerpo de una jovencita tan encomiable como la que se estaba devorando con sus exaltados ojos de vicioso en esos momentos, ese tipo de putas no se veían por aquellos sectores, así que decidió que a esta la iba probar sí o sí, ya vería la forma de hacerse de ella.
Una vez que hicieron el intercambio de dinero y de droga, el flaco Gregorio vio como el viejo Gilo se llevaba a esa mamasota hacia el privado, en donde lo esperaban sus amigos, el maleante preso por los deseos carnales que la joven había despertado en su caliente y desequilibrado temperamento, se lamentaba de no tener tal status como para el también haber estado junto con ellos disfrutando de ese joven cuerpo femenino tan lleno de vida.
Una vez que estuvieron en el privado y cuando el vejete cerró la puerta de este, Anais vio que en este el olor a cigarrillo era más pesado aun, al ser un espacio cerrado y de menor tamaño, los 6 vejetes que ahí estaban encerrados jugando al póker, se pararon a saludar a los recién llegados.
La chamaca vio una gran cantidad de dinero en la mesa, fichas de múltiples colores, botellas de wiski, de cervezas y de distintos tipos de tragos, a un lado y solo a un metro de donde estaba la mesa había una especie de pequeño escenario alfombrado y de color morado oscuro, con espejos en el muro y con un caño, sus apreciaciones fueron alteradas por la pastosa voz del viejo,
–Como les baila a la tropa de viejos califas, jajajaja, miren el regalito que les traigo, dijo al mismo tiempo que exhibía a Anais enfundada en el vestido rojo y en todo el esplendor de su juventud,
Anais los vio uno por uno, muy sorprendida se dio cuenta que tres de ellos eran profesores de la Universidad, a los otros tres no los había visto nunca,
–Yo conozco a esta niña…!, dijo uno de los reunidos, –Pero si es alumna de mi clase…!, que mierda estás haciendo aquí pendeja, si a estas horas deberías estar haciendo un trabajo que te di para el lunes, jajajajaja!!!!, todos los vejetes se miraron y reían en coro, mientras la pobre Anais se ponía roja como un tomate y no hallaba donde meterse, para que esos calientes viejos no la siguieran mirando de la forma en que lo estaban haciendo…
–Salúdalos a todos, pendeja…, le ordeno don Jilo a su estudiante…
La joven saludo con un beso en la cara a cada uno de aquellos salidos hombres, todos casados y con hijos incluso mayores que Anais, estos ahora y después de la primera impresión recibida ante semejante beldad, la saludaban adoptando reacciones de como si ellos tuvieran la misma edad que la joven, no falto el que le quiso tocar el culo cuando la nena los saludaba, Anais rápidamente le saco la mano de su trasero y se puso a la defensiva,
–No me toque viejo cochino!!, le exclamo la asustada joven mirándolo con cara de angustia y de asco, como también miraba a don Jilo para ver si el intercedía por ella,
–Que te pasa putilla no es eso a lo que viniste acaso!?, creo que tendré que mandar a llamar a tu apoderado, jajajaja!!! Reían nuevamente todos los viejos incluyendo a don Jilo, que no hacía nada por defender a la joven, hasta que una vez que terminaron de reírse de Anais, fue el jefe de carrera quien puso orden en el asunto,
–A ver camaradas, se aceptan todo tipo de manoseos siempre y cuando sean por encima de la ropa, en las piernas solo una cuarta más arriba de la rodilla, pero nada de cachondeos, besuqueos ni cosas raras, esta putilla aun esta en rodaje, y la traje para que nos sirva los tragos, y si se portan bien hare que nos regale un baile, ahora a jugar póker se ha dicho, jajajaja!!!!, –Y tu zorra con cara de pendeja… ahí está el bar tienes que mantenernos los vasos llenos de trago, y limpiarnos los ceniceros, también tienes que preocuparte de la música, en esa pared están los controles, puedes beber lo que te apetezca, cuando te encuentres desocupada debes esperar en el escenario, y trátame bien a don Braulio que es el dueño de este lugar y muy amigo mío, ahora menea ese culo, que para eso te traje, jajajaja!!!!
Don Braulio que era un tremendo hombre con cara de Nerd, sufría de obesidad mórbida y se peinaba hacia un lado, este le levanto la mano a Anais para que supiera que era el quien tenía un poquito más de privilegios que los demás.
Todos los vejetes le agradecían a don Jilo por semejante chamaca que les había traído, y lo felicitaban por tener tan buen gusto, mientras jugaban la primera partida de póker el vejete les comentaba los pormenores de todo lo que hiso para poder adueñarse de la chica, los viejos lo escuchaban atentos como si estuviesen en el más importante seminario académico.
Anais mientras les servía trago, limpiaba ceniceros y encendía cigarrillos para los viejos, pensaba en todo lo que le había sucedido en este día, casi se la habían violado, había sufrido un orgasmo, el primero de su vida mientras un asqueroso viejo le lamia en forma forzada su vagina, la habían vestido de puta en un sex shop, y ahora esto último que casi la estaba haciendo de zorra para un grupo de viejos desconocidos para ella, ya los 6 viejos le habían tocado su trasero y las piernas, y ella solamente se tenía que dejar, para que a don Jilo no se le fuese a ocurrir llamar sus padres y darle conocimiento de los problemas en que ella andaba metida, conocía bien a sus progenitores y sabía que la condenarían por haberse gastado el dinero de la U, y del resto obviamente no le creerían a ella le darían la razón al jefe de carrera, todo esto pensaba mientras servía y limpiaba los ceniceros de los jugadores mientras sentía en sus piernas grasientas manos que la sobaban con desesperación antes de que ella se separara de la mesa.
–Oye Gilberto aún queda mucha noche por delante, son recién las 9 de la noche y esa puta aun no nos muestra nada, que tal si haces que nos baile un poco, así aprovechamos para descansar la mente un rato.
Anais al escuchar la caliente solicitud que le hacía don Braulio a su amigo, se quedó mirando con turbación a don Jilo, con solo ver el extraño brillo en sus ojos ese mismo que ella ya había visto esa misma mañana supo cuál sería la respuesta del vejete,
–Ya escuchaste a don Braulio zorra, al escenario y a mover ese tremendo culo que te gastas,
–Don Jilooo… por favor… noooo… yo no estoy acostumbrada a esto… ya es suficienteeee… es tarde y me quiero irrrr. La joven notando la pasividad del viejo que le estaba destruyendo la vida, miro a los demás para continuar con sus suplicas, –Por favor ayudenmeeee, este hombre me está obligando a hacer todo esto, les decía la acongojada jovencita a los demás vejetes para ver si alguno se compadecería de ella y la salvaban de tales humillaciones…
Don Jilo ya no aguantando más tanta mamada de suplicas, se levantó de su lugar y fue acercándose a Anais que con solo verle la animalesca expresión de su rostro se le quitaron en forma instantánea las ganas de seguir pidiendo ayuda, la joven comenzó a retroceder, a la vez que le suplicaba presa por el pánico,
–Nooo… no por favor don Jilo  no me vaya a pe… ¡¡¡Plaffffff!!!, resonó el firme y fuerte bofetazo en el rostro, Anais armándose de valor  y para demostrarle que ella ya había entendido se quiso comprometer en la causa, –Don Jilo ya no me pegue…ya le enetend… ¡¡¡Plaffffff!!!, fue el segundo, la chica fue a dar al piso que estaba todo sucio con restos de tragos, mugres y un sin fin de colillas de cigarrillos, tirada en el piso, y aun no recuperada, sintió cuando fue tomada de sus rubios cabellos y sin tener tiempo a nada el exaltado vejete, la arrastro hacia el pequeño escenario en donde la hiso que se parara para luego de ponerla contra el muro, asestarle otro tortazo aún más fuerte, ¡¡¡Plaffffff!!!, Anais quedo agachada y temblando de estupor tapándose la cara a la espera a que la siguieran zurrando, para su suerte escucho la voz del vejete, a la vez que nuevamente la hacía ponerse de pie agarrada de sus cabellos, el viejo le vociferaba a solo un centímetro de su cara,
–Escucha bien perra asquerosa, tu aquí estas para hacer todas las zorrerías que nosotros te pidamos… así que ahora tienes 5 minutos para ir a servirnos los vasos, nos enciendes un cigarrillo a cada uno, pones música y nos bailas hasta que te quedes encuerada, entendisteee!!!!
–Si, si don Jiloooo… claro que si… yo puedo hacer eso que Usted me pideee…
–Bien!, ahora has tu trabajo putaaaa!!!!
Anais se acomodó el vestido rojo que el vejete le había comprado, para luego de ordenar sus cabellos, y limpiarse las lágrimas de la cara, acercarse donde los otros 6 vejetes se refregaban las vergas ante la excitación que sintieron cuando don Jilo puso en su lugar a la rebelde chamaca, esta vez ninguno se atrevió a tocarles las piernas o el culo, daban por hecho que esa magnífica hembra era de propiedad de don Gilberto, y ellos eso lo respetaban como amigos que eran, además sabían que luego que el vejete se aburriera de ella, ellos tendrían su oportunidad para también gozarla.
La joven Universitaria les encendió ella misma un cigarrillo a cada uno, tal como se lo había pedido el viejo profesor causante de sus desdichas, para luego ir y poner una música lenta y volver a subirse al pequeño escenario que estaba solo a medio metro de donde estaban las 7 calientes miradas a la espera del espectáculo que ella les iba a brindar, y cuando al son de una conocida canción en inglés, la rubia estudiante de leyes comenzó a mover su cuerpo tal cual como lo hacia ella en las discotecas cuando quería seducir a un guapo chico, para que la invitara a salir, y a si no aburrirse tanto en la casa de sus tíos.
Los 7 viejos babeaban al ver semejante escultura moviendo su cuerpo en forma sugerente y cadenciosa, Anais a pesar de no ser de familia adinerada siempre paso por ser una niña fresa, nunca le había faltado nada, gracias a sus trabajadores padres siempre tubo todo lo que quiso tener, y era típico en ella que cuando iba a la Disco y no le gustaba ningún joven, solo se ponía a bailar sola en donde sabía que eran muchas las miradas que recaían en ella, y en eso se concentraba ahora, se imaginaba estar bailando sola en una discoteca y que todas las miradas de admiración eran de atractivos chicos que harían todo por conseguir su teléfono, y no esos 7 horrendos vejestorios que prácticamente ya se estaban masturbando viendo como ella les bailaba, pero el temor más grande de la nena en esos momentos era lo que se venía ahora, sabía que ya había llegado el momento de sacarse la ropa.
Con expectación los viejos vieron cuando la atractiva chamaca comenzó a subir su vestido lentamente, la nena lo hacía así por la tremenda disyuntiva que tenía en su mente, no quería sacárselo, no sabía que con esto lo único que estaba logrando era volver loco de calentura a sus 7 asquerosos espectadores, hasta que armándose de valor lo retiro completamente, sacándoselo por la altura de sus hombros y luego por la cabeza.
Los viejos quedaron fascinados al tener ese cuerpo casi al desnudo, esas relucientes piernotas enfundadas en las eróticas portaligas los cautivaban, sus amplias caderas, sus chichotas que ya estaban a punto de ser liberadas, la calentura estaba a mil al interior de aquel ordinario privado, la música que había escogido la joven se entremezclaba con las rancheras que se oían desde afuera, pero este solo era un detalle , lo importante era lo que se venía a continuación ya que Anais había llevado sus dos manos hacia la espalda y sin más que esperar se retiró el sostén mostrándole sus bien formadas tetas a las 7 enloquecidas miradas, todo sin dejarse de moverse eróticamente.
Los viejos ya se habían parado de sus lugares y se había acercado a la barra que delimitaba el pequeño escenario, cuando la joven se acercaba a ellos no faltaba la mano que tímidamente acariciaba cualquier parte de las suavidades de su cuerpo, la temperatura del ambiente cada vez subía más y más, hasta que Anais sabiendo que ya no había nada más que hacer lentamente se fue apoyando en el muro posterior para ir gradualmente bajando el calzoncito negro, lo bajo hasta sus tobillos, en donde primero subió una pierna y luego lo retiro de la otra, se alzó rápidamente en donde sus rubios cabellos producto de la inercia se le movieron haciéndola ver como una felina, no sabía que más hacer, solamente siguió moviendo su cuerpo al ritmo de la música, en eso se dio cuenta que los 7 hombres estiraban su manos en la misma forma que lo hacen los mendigos cuando piden comida, le estaban pidiendo sus calzones, los miro a uno por uno, hasta que sin saberlo porque escogió a don Braulio, caminando cadenciosamente hacia él se los entrego, el viejo no cabía más de felicidad, como un verdadero insano se los llevo a la narices para aspirarlos, se los pasaba por la cara con desesperación, a Anais medio asqueada y sintiéndose humillada igual le dieron ganas de reírse, al ver el semblante de urgido en el obeso vejete cuando se pasaba por la cara sus calzones, hasta que simplemente la música se terminó y ella quedo desnuda y apoyada en el muro posterior.
El estruendo de aplausos y vítores en agradecimiento por tremendo baile erótico no se hicieron esperar, Anais toda sudada por el tremendo calor que hacía en el encerrado lugar recogió el sostén y el vestido rojo, y cuando ya estaba dispuesta a vestirse, fue la voz de don Jilo quien se lo impidió,
–No te vistas pendeja… quédate así un momento…, el viejo se dirigió hacia donde estaba ella y le dijo ahora te vas a tomar un trago con nosotros así tal como estas… encueradita, jejeje…
–Pero don Jilo… yo no quiero beber…
El vejete estaba de buen humor por tan tremendo espectáculo que la joven les había regalado, por lo que no quiso aplicar la fuerza para convencerla,
–Solo será un trago… mira si quedaste toda acalorada, y no temas, estando yo presente nadie te hará nada, jejeje…
La joven solo se dejó llevar, uno de los viejos corrió la mesa de las fichas para que la escultural hembra se sentara en el viejo sillón y así estuviera más cómoda, y para también ellos poder mirarla a sus anchas.
Una vez sentada Anais toda avergonzada por estar desnuda con 7 viejos calientes, que más de uno ya tenían notorias manchas viscosas en los pantalones a la altura de sus paquetes, vio que don Jilo le servía hasta la mitad un tremendo vaso con distintos tipos de licores, entre ellos Wiski, Ron, Gin, Vodka, y otros no tan conocidos, para luego llenar una mínima parte del vaso con un poco de Coca-Cola, Anais no entendía muy bien qué clase de trago era ese, pero lo obvio de la situación era una sola el vejete la quería emborrachar.
–Tomate un refrigerio chamaca… de verdad que te lo mereces…, le dijo el vejete pasándole el trago a la joven.
–Que trago es este?… yo solo bebo cervezas…
–Es solo un traguito para que recuperes fuerzas lindura, aún es temprano y dentro de un rato vamos a querer otro show, jejeje… solo bébetelo y una vez que lo hayas hecho te puedes vestir…
Anais se vio rodeada de los 7 viejos, ninguno le hablaba salvo don Jilo, el resto se sentían intimidados ante la imponente belleza desnuda de la rubia Universitaria, solo se daban a devorársela en sus mentes.
La joven al saber que una vez que se tomara el brebaje se podría vestir, se llevó el vaso a los labios y se lo mando hasta la mitad, noto el ardiente recorrer del alcohol por su garganta y hasta el estómago, y sintió como su cuerpo rechazaba esa tremenda bomba etílica que le habían preparado, estiro una de sus manos para coger un cigarrillo, para ver si con el tabaco podía palear las sensaciones de arcadas que sentía su estómago, al llevar el cigarrillo a sus labios, al instante vio 6 peludas manos al frente de su rostro, cada una con un encendedor encendido, don Jilo solo la miraba sonriéndole.
La joven una vez que se fumó el cigarrillo en silencio y escuchando todo tipo de palabrotas y peladeces por parte de los vejetes, en donde le decían de la tan buenota que estaba y que apenas don Jilo lo decidiera cual sería el primero en cogérsela, se bebió el resto del vaso, esta vez lo soporto un poco más, y por fin pudo ir por su vestido, don Braulio se negó rotundamente a devolverle los calzones.
La noche pasaba y Anais veía como los viejos jugaban a las cartas, don Jilo ya le había preparado el tercer trago de las mismas características del anterior y por lo que hablaban los vejetes se daba cuenta que ya se acercaba la hora para un nuevo baile, la nena como que ya se sentía en más confianza, simplemente esperaba apoyada en la barra mareada y sonriente ante las bromas que hacían los calientes vejetes.
El alcohol estaba haciendo su trabajo en la mente de la Universitaria, hasta que la pastosa voz de don Jilo le anunciaba que nuevamente le llegaba la hora de empelotarse delante de ellos,
–Estamos pendeja, le dijo el vejete acercándosele y dándole un beso en la frente, –Qué tal si de nuevo nos bailas y nos muestras tus cositas… luego te vistes y nos vamos a acostar a mi departamento, le dijo el viejo profesor pero esta vez en sus oídos.
Anais que no estaba para oponerse a nada, solo le dijo…
–Ok don Jilo, pero tengo ganas de ir al baño antes que nada…, la nena producto de su estado medio etílico ni se acordó de lo que ella tendría que hacer con don Jilo una vez que ya estuvieron acostados.
–El baño está afuera pendeja, pero yo te acompañare para que no se te ocurra hacer algún tipo de mamada y te nos arranques. La joven no había pensado en esa posibilidad, así que mientras don Jilo con su hembra iban al baño el resto de los vejetes ya tomaban ubicación cerca de la barra para ver todo el espectáculo bien de cerca.
Ya estando afuera del privado en caliente y perverso profesor guio a la nena hacia el sector de los baños, Anais vio que ya quedaban muy pocas personas en el local, debía ser bastante tarde pensaba la turbada muchacha, no estaba del todo ebria pero sí bastante chisporroteada.
Al llegar a los baños de mujeres don Jilo reviso en su interior, quería asegurarse que este no le diera ninguna opción a la joven para que se pudiera escapar, así que la hiso entrar y el espero afuera.
Al cerrase la puerta el viejo lo único que sintió fue un fuerte dolor en la nuca, se le nublo la vista y simplemente se desplomo quedando tirado en el suelo.
Horas antes
El flaco Gregorio veía como esa hermosa putita se le escapaba de su verga, de la mano de un viejo que era conocido por aquellos lugares, pero solo era eso un conocido, no tenía que porque tenerle miedo, se quedó merodeando por el sector para ver si a los viejos se les ocurría soltar a la zorrita del vestido rojo, pero al pasar las horas se dio cuenta que estos la debían haber contratado por toda la noche y era tal el estado de calentura en que lo había dejado tan soberbia chamaca que había decidido de que de alguna forma él se la llevaría esa misma noche para cogérsela, por las buenas o por las malas, incluso estaba dispuesto a pagarle todas sus ganancias de la semana con tal de estar metiéndole la verga por toda una noche.
Sentado en una de las mesas llevaba varias horas esperando a que la putilla saliera del privado para seguirla y ver cuánto era lo que cobraba por la hora, temía que cerraran el local y lo botaran, ahí sería más difícil la situación, hasta que por fin vio que la puerta se abría y salía ella muy sonriente y de la mano del mismo viejo con el cual había llegado, en esto se percató que la pareja aún no se retiraba ya que estos había doblado hacia el sector de los baños, recordó la puerta trasera del local que el bien conocía, y las ardientes ganas que ya le había acumulado a la joven eran tantas, que simplemente lo decidió, tomo la botella de cerveza que tenía en la mesa y como un verdadero delincuente como lo era se propuso a poner fuera de combate al vejete quien se creía el dueño de tan linda chamaca.
Agazapado detrás de unas javas de bebidas, vio cuando la nena entraba al excusado y como el viejo la esperaba dándole la espalda, no lo pensó dos veces, con paso seguro camino intentando no hacer ruido, y le planto el feroz botellazo en plena cabeza de don Jilo, dejándolo totalmente fuera de competencia.
Anais una vez que hiso sus necesidades, se refresco la cara, el agua le ayudo un poco a aclarar las ideas, pensó en que la noche ya estaba muy avanzada y ni siquiera había avisado para su casa que hoy llegaría tarde. Media ebria y media sobria pensó en ir a darles el baile de sus vidas a esos calientes viejos que se estaban aprovechando de ella, así tal vez don Jilo una vez que llegaran a su Departamento, la dejaría dormir y ya no la molestaría.
Cuando la nena salió del baño con estupor vio a don Jilo tirado en el suelo, y que detrás de su cabeza había un pequeña poza de sangre, al instante pensó en escapar, pero realmente le preocupaba ver a ese viejito tirado en el piso, quizás hasta lo hayan matado pensó en forma alarmada, declinando sus intenciones de huir predomino en su persona la virtud de la solidaridad, y cuando ya se proponía a ir a pedir ayuda, sintió como una delgada mano la tomaba firmemente por la cintura, y otra que sintió salada ya que justo iba a gritar cuando le taparon la boca,
–Quietecita putita… tranquilita que no te va a pasar nada malo siempre y cuando te portes bien… Anais con sus alarmados ojos celestes pudo ver los gruesos y crespos cabellos del flaco Gregorio a un lado de su cara, este la tenía tomada por detrás de su espalda, –Ahora vamos a caminar hasta la puerta trasera y vamos a negociar cuánto vale tu noche.
Una vez que salieron por la puerta trasera del local el delincuente se la llevo a punta de cuchilla pasadas tres cuadras de donde estaba ubicado el local de don Braulio, Anais caminaba aterrada, veía que la calle estaba casi solitaria, solo se veían algunos borrachos durmiendo en la vereda y contra los muros, Gregorio la guio hasta un solitario callejón en donde solo predominaban contenedores de basuras y todo alrededor de ellos eran desperdicios, hasta que una vez bien adentrados en este el ajado criminal por fin la libero,
–Don Gregorio… que hace…?, le pregunto la joven Universitaria presa por el pánico al no tener la más mínima idea de lo que pretendía ese mugriento hombre que fugazmente había conocido hace unas cuantas horas…
–Nada putita… solamente te rescate de esos viejos, porque yo también quiero coger contigo… dime cuanto cobras por la noche completa…?
–Don Gregorio… esto es un mal entendido… yo no soy prostituta como Usted lo piensa… ese señor que Usted mato me estaba obligando a hacer cosas que yo no quería…, le decía la nena muy turbada por las extrañas situaciones que estaba viviendo,
–Jajajajaja!, no te preocupes por el anciano pendeja, solamente lo puse a dormir por una horas, solo se despertara con un fuerte dolor de cabeza… y déjate de pendejadas, que acaso piensas que soy un tarado!!, yo vi por un oyó de la pared cuando te estabas sacando la ropa delante de todos esos viejos hasta quedar encuerada, luego cuando te fuiste a sentar con ellos ya no pude ver nada más porque me taparon, lo único malo fue no poder ver todo el Show, llegue cuando le estabas mostrando las tetas, y no te vi para nada asustada, jajajaja, déjate de estupideces y dime cuanto me vas a cobrar por la noche putaaa!!!, el flaco Gregorio saco una buena cantidad de billetes para que la nena viera que el estaba dispuesto a pagarle por sus servicios.
–Don Gregorio se lo juro… yo soy estudiante de leyes… esto es un error… yo no puedo cobrarle nada a Usted porque no soy una p…
–Bien pedazo de zorra si quieres hacerte la difícil, mejor para mí, eso me recalienta aún más de lo que ya me tienes… si tu no me quieres cobrar, yo veré cuanto te pago dependiendo de cómo me muevas la zorra cuando ya estemos culeando, jajajaja, ven dame unos besitos, jejeje…
–No don Gregorio se lo jur…srpsss…oooo sropssss…, cuando la nena intentaba decirle al drogadicto que ella no era una puta, este sencillamente guardo su dinero en su chaqueta de cuero, y la tomo por la cintura para comenzar a intentar besarla en la boca…
–Vamos cosita dame esa lengüita que tienes, le decía mientras que con su boca buscaba la de Anais, ella por su parte intentaba por todos los medios esquivarlo.
El flaco Gregorio al posar sus manos negras por la mugre en la marcada cintura de la nena, sintió la extrema suavidad de su piel, se preguntó cómo sería está por debajo del vestido si con el puesto aun así ya percibía sus suavidades a través del tacto, lentamente las fue bajando hasta agarrarle el culo, Anais luchaba y se retorcía entre los brazos del desmadejado drogadicto, este ya prácticamente la estaba punteando, y mientras la nena más se le resistía este más se calentaba, pero el flaco Gregorio quería que ella también gozara, si por algo le iba a pagar por sus servicios, se decía para el mismo.
Desgraciadamente para Anais su actitud de no querer cooperar para las sucias intenciones del desalmado y asqueroso hombre, este metió la mano a su pantalón y saco una filosa navaja la cual abrió en forma automática frente a los despavoridos ojos de Anais, para luego decirle lo que él pensaba,
–Mira zorra estúpida… he intentado ser bueno contigo, el flaco Gregorio la tenía bien tomada de la cintura con una mano, y con la otra paseaba el filo de la cuchilla por la suave cara de Anais quien en este momento había quedado paralizada por el solo hecho de pensar que este chulo asqueroso se le pudiese ocurrir marcarle la cara, –Pero tú te empeñas en hacerte la difícil, así que desde ahora te vas a empezar a comportar como lo que eres, como una verdadera putaaa!!!
El drogadicto acerco su cara a la de Anais, mientras ella estaba ida, se acercó más y más, con la hoja de la cuchilla le levanto la cabeza para meterle el beso que el tanto deseaba, la nena muerta de miedo solo lo dejo entrar en sus labios, sintió como Gregorio iba metiendo su lengua en su boca, en ese instante reacciono e intento resistirse, pero el frio de la navaja en su barbilla la hicieron recapacitar, Anais sentía como la lengua de ese vulgar sujeto buscaba la de ella y que esta comenzaba a jugar dentro de su cavidad oral, el sabor de la lengua y de su boca eran repugnantes, la nena  sentía tanto asco que estaba que casi vomitaba de lo asqueroso que sabían sus besos, la pobrecita nuevamente comenzaba a llorar lágrimas de asco.
Una vez que el flaco Gregorio noto la pasividad de la chica este simplemente determino llevársela para su casa, la conmino a que lo acompañara, poniéndole la navaja en su cintura, Anais supo que nuevamente estaba perdida, ahora era otro sujeto aún más asqueroso que el anterior que también quería meterle su cosa al interior de su persona,
–Ahora nos vamos a mi casa putonaaa…, y nada de lloriqueos y mamadas parecidas, nos vamos a drogar y después vamos a culear bien rico así que andando!!
Caminaron otras tres cuadras alejándose aún más del antro en que Anais había estado bailando desnuda para 7 pelafustanes, hasta que por fin llegaron a la casa del flaco Gregorio, Anais quedo aún más sorprendida que antes, el lugar donde vivía el delincuente era peor de lo que esperaba, el portón de entrada y que estaba que se caía daba paso a un patio grande de piso de tierra y barro, lleno de cosas como sacadas de un basurero, habían neumáticos usados, maderas podridas, desperdicios de muebles baratos, hasta un colchón ya sin el forro solo con los alambres asomados, y al fondo de aquel infierno marginal estaba su casa hecha de paredes de un material muy parecido al cartón, parecía que el drogadicto vivía solo, y lo que más le llamo la atención a la nena fue ver la puerta de entrada, esta solo era una cortina de tela.
En el momento en que el delincuente cerro el portón Anais supo que ya no habría vuelta atrás, el flaco Gregorio la empujo hacia el interior de su miserable morada tras de la cortina, para luego encender la luz de una débil ampolleta que colgaba de unos alambres pelados, Anais vio que el interior de su malévola casa no era muy diferente al exterior, o al sucio callejón en donde solo hace unos minutos la había obligado a que lo besara, al interior de lo quizás se podría llamar vivienda habían muchos muebles amontonados, el olor imperante era nauseabundo muy similar a la comida avinagrada, que se entremezclaba con un pasoso olor a humedad y moho, no existían las ventanas y había ropa amontonada por todo el piso, las paredes solo estaban decoradas con posters e imágenes de mujeres desnudas o de revistas pornográficas. Para Anais esta era la primera vez que veía tantas obscenidades.
Aquel sucio delincuente no perdió detalle de cómo reacciono la nena al ver su casa, y haciendo una mueca de como si no le importara le dijo,
–Disculpa el desastre y el olor putita, no he tenido tiempo de limpiar, pero ponte cómoda, siéntete como en tu casa y has lo que se te dé la gana, yo me pondré listo en un momento, diciéndole esto último la tomo del brazo y la empujo a su cama que era solamente un colchón tirado en el piso y todo rotoso, a este también se le veían algunos alambres salidos en distintas partes, luego de esto se masajeo la verga por arriba del pantalón mirando las bellas piernas de Anais que estaba semi recostada de como si lo estuviese esperando para que comenzaran, luego se encamino hasta donde había una pequeña mesa de centro, la joven estudiante vio como aquel ordinario tipejo tomaba la mesa y la ubicaba a un lado del colchón, poso en esta la navaja abierta y una pequeña pistola calibre 22 toda oxidada, para luego sacar de sus ropas unas bolsas con droga, en donde después de abrirlas dibujo tres líneas blancas para luego decirle con su cara llena de excitación,
–Quieres un poco, es de la buena… así lo haremos con más ganas, le dijo con una mirada de desequilibrado.
Anais estaba muy asustada y nerviosa, su celeste mirada no la podía quitar de donde estaba la cuchilla la pistola y la droga, lo único que ella sabía de drogas fue que en una ocasión con sus compañeros de Universidad, había fumado un cigarro de marihuana, pero aparte de eso sus conocimientos eran nulos en esta materia, por lo que solamente le negó con la cabeza, el flaco Gregorio sin esperar nada más se jalo dos líneas y saco más droga dejando en total 5 líneas para más tarde.
Anais con asco y repulsión vio que una vez que el flaco Gregorio termino de drogarse, este sencillamente se comenzó a sacar la ropa siempre mirándola a ella. Su drogada mirada y su semblante eran de un malévolo desenfreno.
La vista de la nena fue impresionantemente repulsiva, el drogadicto ya estaba desnudo y parado junto al colchón, este era de lo más asqueroso, la estudiante vio que era extremadamente delgado, sus pellejos eran caídos, su negra piel era lampiña y llenas de tatuajes azules oscuros que no se lograba saber qué era lo que habían intentado dibujar cuando lo tatuaron, y lo más repulsivo para la nena fue descubrir una verga muy distinta a la que ella había visto aquella misma mañana, esta era por lo menos de unos 20 centímetros, flaca y alargada, Gregorio la tenía tan parada que esta se golpeaba contra el propio abdomen de su dueño debido a las rápidas pulsaciones que hacía, Anais estaba desesperada preguntándose qué iba a ocurrir ahora, solo atino a suplicar,
–No, no por favor…don Gregorio déjeme ir, estoy muy cansada por favor, se lo supl… La nena no termino de decir la frase de súplica cuando el flaco Gregorio se acercó a ella y sin darle tiempo a nada sencillamente le metió la verga en la boca… –Mmmmmmnnnnn… Ahhhggg… Noooggg… Mnmnmnmn…!!
–No te lo saques de la boca putaaa!!, ahora empieza a mamar la verga…!!!
Era el inicio de una brutal batalla de cuerpos en donde habría un solo triunfador, Anais intentaba por todos los medios hacer que esa calamidad de hombre le sacara la verga de la boca, el villano delincuente como si supiera las intenciones de la joven la tomo de la nuca y empujo muy fuerte tocando el fondo de su boca haciéndola sentir que estaba perdida y sometida, el flaco Gregorio le metía la verga hasta más allá de la garganta y se la sacaba por completo dándole apenas tiempo de tomar aire para luego volver a introducírsela por completo hasta comenzar a ahogarla, luego de un rato la saco por completo y le abofeteo el rostro con su verga varias veces haciendo que ella lo mirara hacia arriba y el mirándola con una sonrisa malévola, sin darle tiempo a nada la volvió a tomar firme de su cabeza con sus 2 manos metiéndole la verga nuevamente en su boca y la comenzó a empujar hacia adelante y atrás concentrándose solo en la angelical carita de pendeja que se gastaba la puta a la cual según el tenia contratada, luego de follarle la boca por unos minutos le dijo,
–Vamos putaaaa… juega con mi verga, mueve tu lengua y chupa bien mi pedazo de carne…
Anais totalmente perturbada tanto por los golpes recibidos aquel día, el baile erótico, las lamidas no consentidas en su sexo, un orgasmo no deseado pero si muy rico, el sex shop, la navaja, el alcohol ingerido, la droga y la pistola puestas en la mesa, todo para ella fue una conjunción letal y mortífera, supo que ya no tenía más opción e hizo lo que le pedían, simplemente empezó a chupar la asquerosidad que en forma forzada le habían metido en su fresca boquita, inconscientemente con su lengua limpiaba los prolíficos sedimentos que Gregorio tenía impregnados un su falo producto del desaseo, el sabor era salado y repulsivo para la chica, pero no le quedaba más remedio que ir tragándose toda esa mezcla de nauseabundos sedimentos de sabor fuerte que ella retiraba con su lengua de la verga de Gregorio y que se mezclaban con su saliva, a la vez que ya podía escucharlo gemir de placer,
–Eres toda una puta guachita ricaaaa!!!, mira que buena eres mamándola, Ummmm… tu lengua es realmente deliciosa…
Mientras Anais se esforzaba por hacer sentir bien al drogadicto, el solo atinaba a sonreír con lujuria, y mirar hacia el techo, aun la mantenía bien agarrada de la cabeza, realmente esa puta sí que era buena mamando la verga, el delincuente ni se imaginaba que la nena realmente era una joven estudiante de derecho, y que era la primera vez en su vida que tenía una vergota puesta en la boca.
Anais seguía succionado verga, al parecer ya se había adecuado a una técnica, la primera de su vida, succionaba unas 4 o 5 veces, para luego mover su cabeza de atrás y hacia adelante por tres veces seguidas y en la tercera dejaba sus labios rosando los negros pelos encrespados de Gregorio para regalarle una exquisitas circunferencias lingüísticas, sintiendo esa delgada vara de carne traspasarle la campanilla, luego repetía la operación, en eso estaba cuando de repente sintió que algo tibio le mojaba la frente y a un costado de su nariz escurriendo hacia su boca, era el delincuente asqueroso que mientras recibía sus atenciones bucales, de lo muy rico que estaba sintiendo, este se había comenzado a babear y dejaba caer un hilo de asquerosa saliva desde su boca hasta la cara de la nena a la vez que la miraba con lujuria y deseos malsanos, de un solo movimiento retiro su verga de la ya hambrienta boquita de Anais.
–Y como que no eras puta!??, si hasta da la impresión que tuvieras hambre de verga, jajaja!!! Ya entendí ese es el truco que usas para hacer sentir bien a tus clientes, jajajaja…!!!, le dijo Gregorio cuando desnudo tal como estaba se hincaba en el colchón para comenzar a besarla,
–Noooo, no es eso señorrr…usted no me entiendeeeee…, Anais no hallaba que explicación darle al delincuente…
–Jajajaja sigue actuando putita eso que vas inventando de que eres una estudiante me calienta aún más, vamos dale unos besitos a tu macho, y te prometo que te daré más verga…
Así hincados como estaban en el desvencijado colchón, el drogadicto la atrajo hacia su desgastados y desnudos pellejos para comenzar a besarla en la boca, Anais en su fuero interno aun quería explicarle que ella no era ninguna puta, pero cada vez que lo intentaba el negro Gregorio lo tomaba como si esto fuese un juego por parte de ella, sintió nuevamente como esa puntiaguda y mal oliente lengua le invadía la boca, mientras que en su vientre y por sobre el vestido rojo sentía como se le clavaba la verga dura y parada de aquel sucio hombre, la nena pensaba mil cosas, recordó el asco que le había producido haberle chupado la verga, pero nuevamente hacia el repaso de sus desdichas y sin darse cuenta nuevamente y quizás también por encontrase media borracha, simplemente correspondió el beso que el ajado drogadicto le estaba mandando.
El flaco Gregorio estaba en el cielo, la putita estaba exquisita y sabia besar bien rico, sentía como esa fresca lengua se enredaba con la de él, fue el mismo quien subió los brazos de la chamaca para que lo abrazara, mientras él se daba a seguir besuqueándola con más ahínco, y recorriéndola desde el culo y por toda su espalda, la imagen parecía como si de verdad ellos dos estuviesen enamorados por la forma en que atracaban sus bocas una contra la otra.
Una vez que el delincuente se separó del erótico beso con lengua la dio media vuelta y la agarro por las tetas, de la boca de Anais colgaban gruesas cantidades de saliva producto de lo acuoso que estaban siendo los besos cuando Gregorio se separó de ella, la chamaca sintió como la estaca de carne se alojaba entre las junturas de sus nalgas, está la hicieron entrar un poco en razón,
–Ya basta don Gregorio déjeme ir, le decía mientras ella misma veía las mugrientas manos con uñas negras por la tierra como le masajeaban las tetas, de la misma forma en que lo hacen los japoneses en sus películas porno.
–Tienes las medias tetas putaaa… de seguro que todos tus clientes te deben decir lo mismo, jajajaja!!!
–Ya se lo dije… yo no soy putaaaa… Anais sentía la dureza que tenía puestas en las nalgas y que le embutía la tela del vestido hacia dentro, haciéndole sentir cosquillas en esa parte…
–Jajajaja… si no eres puta entonces dime que eres!?…
–Soy estudianteeee de derechooooo… Anais respondía casi en susurros, sentía como el mugriento sujeto hacia círculos en su trasero con la puntiaguda verga, mientras con sus manos continuaba magreandole sus chichotas…
El delincuente sentía que su verga se acomodaba a la perfección en ese culo esponjoso, este se movía como si verdaderamente ya la estuviese culeando, la joven por su parte sentía en su trasero algo muy rico, pero la hediondez a cuerpo que expelía de los pellejos del sujeto la tenían asqueada, ahora sentía que Gregorio la tomaba de sus caderas y se daba a apuntalarla con fuerzas, mientras el caliente drogadicto le metía su asquerosa legua en una de sus oídos dejándoselo bien ensalivado, una serie de escalofríos recorrían su cuerpo por el ardiente accionar del drogadicto que ya casi la tenía en sus manos, la nena sin saber porque simplemente comenzó a parar más el culo hacia atrás, estaba sintiendo muy rico, pero la apenaba que don Gregorio se fuese a dar cuenta.
El desmadejado criminal con pinta de chulo no se la quería creer, la putita ya había comenzado a moverle el culo, señal inequívoca que ella ya estaba pidiendo verga a gritos, por lo que ya queriendo sentir más tomo el vestido de la nena, y se lo comenzó a subir, Anais nuevamente volvía a la realidad,
–Noooo don Gregorioooo…, no lo hagaaaaa…, le decía Anais sin dejar de mover el culo haciendo círculos, no entendía por qué no podía dejar de hacer eso si ella no lo quería, pero su cuerpo no le respondía,
–Lo siento zorraaa, a mí me gusta culearme a las putas en pelotas, y sobre todo a las que están tan rebuenotas como tú, pero mira nada más que rica eres para menearme el culazo que te gastas ajjajajaja!!!!!
–Don Gregorio de verdad… yo no estoy acostumbrada a todo estooooo… por favor dejemeeee…, le repetía sintiendo la inmensa necesidad de pararle su trasero lo que más podía,
–Como me calientas con tus salidas putita… ahora entiendo por qué aquellos viejos no te querían soltar, jajajaja!!!! Pero sigue, me gustan tus historias… de verdad que me calientan más rico todavía, hasta estoy pensando en convertirme en tu chulo… jajajaja en tu cafiche… ganaríamos mucho dinero pedazo de putaaaa!!!… te gustaría!!??
–Ya se lo dije…yo no soy putaaaa!!!
Cuando el drogadicto por fin logro subirle el vestido hasta la cintura y se pudo percatar que la nena andaba sin nada abajo del vestido y con un sexi portaligas casi le viene un paro cardiaco sumado a lo drogado en que se encontraba, Anais al sentir el contacto de la flaca y caliente verga de Gregorio hacer contacto con la suavidad de sus nalgas, automáticamente se quedó paralizada pero muy pegada a la verga del delincuente se la sentía larga y caliente, si como lo que estuviera alojado en sus junturas de las nalgas fuese un palo caliente y no una verga…
–Ohhhhhhhhh!!!!! Tu sí que eres bien zorra para tus cosas mamitaaa…!!! Qué manera de tratar a la clientela… debes ser muy solicitada… eres toda una puta profesional!!!!, le dijo cuándo aleonado de ver tan esplendida figura termino por sacarle el vestido por sobre la cabeza.
La visión fue impactante para el afortunado drogadicto, se había hecho de una hembra de las que nunca iban por esos sectores, y él la tenía en su pulguiento colchón desnuda y con portaligas, lista para disfrutarla el solo y hasta la hora que él lo quisiera, sus relucientes carnes, las caderas, esa cintura exquisita y bien formada, ese ombliguito coqueto con el piercing de cadenita adornándolo hicieron que la calentura del drogo se le elevara hasta la estratosfera, ya no aguantando más se propuso a hacerle lo que tanto había deseado desde aquella tarde,
–Yaaaa putaaaa…!! Es hora de ponernos a culear así que prepárate. El flaco Gregorio se inclinó hacia la mesita que estaba a un lado del roñoso y mugriento colchón para agarrar el tubo de un lápiz y mandarse otra porción de droga, para tener las fuerzas necesarias para gozar de ese tremendo cuerpo que lo esperaba.
Cuando estuvo a punto de pegarse la inhalada se quedó mirando a la rubia joven con la cual iba a tener sexo, la vio desnuda e hincada en su colchón, la estudio y recorrió su cuerpo,  vio esos bellos y torneados muslos juntos uno al lado del otro, y los tímidos pelitos dorados que se iban escondiendo hacia el interior de estos, recordó la suavidad del culazo que se gastaba que no era grotesco a pesar de ser grande y bien formado, estaba hecho a la medida de su cuerpo, y atrayente para los ojos de cualquiera, hasta que se dijo para el mismo… es ahora o nunca.
Anais vio que el asqueroso sujeto que pretendía convertirla en mujer, tomo una buena parte de la droga y se le venía acercando con cara de pervertido, verlo flaco, ajado, con la mugre pegada en su cuello y en distintas partes de su cuerpo casi la hicieron vomitar, se preguntaba como ella había sido capaz de haberse estado besando con él, y hasta moviendo su cuerpo sintiendo algo extraño pero muy rico en su trasero, si hasta la hediondez de su boca y de su cuerpo aun la tenía pegada en sus fosas nasales, la rubia chamaca ni se imaginaba que ese fétido olor a cuerpo y a sobacos marcarían su vida para siempre.
–Ponte en 4 patas zorraaaa! y parame bien el culo…, le dijo el Flaco Gregorio cuando ya estuvo junto a ella nuevamente,
–Noooo! qué es lo que me va a serrrr…, consultaba Anais presa del pánico ya que el alcohol estaba desapareciendo de su mente…
–Nada putita, jajajaja es solo que pienso darme un gusto contigo el cual será para mí solo, es algo que vi en una película de Leonardo D C, jajajaja!!!! Solo has lo que te dije, parame bien el culo, jajajaja!!!
La rubia viendo el filo de la cuchilla puesta en la mesa y a un lado del cuerpo del delincuente, lentamente se fue poniendo en la posición que le estaban ordenando…
–Parame más el culo y baja las tetas hasta que se aplasten en el colchón, la mirada del flaco era brillosa, la lujuria, las drogas, el pecado, mezclados con la exuberante belleza de la joven, prometían una desenfrenada sesión de sexo sin límites…
La verga de Gregorio estaba que se reventaba como desde hace mucho tiempo que no lo hacía, antes de hacer lo que en su mente se había instalado se dio a manosear por todos lados aquel escultural cuerpo de Diosa que se encontraba en posición de sumisión absoluta, mientras ella con sus ojos cerrados aguantaba las humillantes tocaciones sin oponer resistencia.
Hasta que ordinario delincuente de poca monta determino que ya pondría en práctica la fantasía que tanto deseaba, y que había visto en una película solo hace algunos días atrás, se acomodó detrás del suave y brilloso trasero de Anais, con una de sus asquerosas manos abrió las nalgas de las nena hasta descubrir aquel precioso puntito rosado que parecía estar saludándolo, inmensas cantidades de saliva se le formaron en la boca invitándolo a que paladeara el exquisito sabor que podría haber en esa mística parte del cuerpo de la joven, pero eso lo dejaría para luego, ya sin esperar más y con el mismo cuidado que ponían los alquimistas para preparar sus soluciones, deposito una buena cantidad de droga en aquel precioso punto rosado que se encontraba justo al medio de las nalgas de la chica, el polvo blanco lo cubrió todo hasta perderse, para luego temblando de emoción el mismo se tapó con un dedo una de sus fosas nasales posando la otra en el ojete posterior de la joven y de una fuerte aspirada nasal limpio toda la droga que él había puesto en el rosado ano de Anais. El ajado drogadicto se sintió un Dios por lo que acababa de hacer.
Anais puesta como estaba sentía que aquel asqueroso sujeto algo le hacía, en su trasero, y cuando supuso lo peor, sintió algo que nuevamente le producía cosquillas, se preguntaba qué cosa le estaría haciendo, en resumidas cuentas lo único que sintió fue el agradable cosquilleo justo al medio de sus nalgas.
Cuando el flaco Gregorio inhalo el narcótico desde el mismo esfínter de la nena se propuso a aprovechar la excelente posición en que se encontraba la putilla esa, y le puso en conocimiento de lo que le haría,
–Bueno putita llego el momento que tanto he esperado. Te la voy a meter muy rico preciosa, empezaremos por el culo, jajaja!!
Anais levanto su vista hacia atrás con desesperación por lo que acababa de escuchar, para luego comenzar a oponer una débil resistencia entre ruegos y lloriqueos, lo que quería el drogadicto era descabellado, en su corta juventud nunca se le había pasado por la cabeza la posibilidad de que alguien se atreviera a hacérselo por esa zona, entre sollozos suplicaba,
–Nooooo, por favor don Gregorio no me lo haga por ahí, que me va a dolerrr!!, Anais lo miraba desde su posición hacia atrás, con las lágrimas corriéndole por la cara,
–Jajajaja, que buena eres para actuar pedazo de zorra… mejor así preciosa, me calientas tanto que te lo voy a romper con ganas, jajajaja!!!
Y sin decirle más acomodo la cabeza de su delgada verga en el muy apretado y cerrado puntito rosado de Anais, mientras le decía,
–Sientes eso atrás de ti, jajajaja… esa es mi verga, y ya estoy ansioso por encajártela en el culo, no están gruesa como otras más gordas que tú ya debes haber probado, pero sé que te encantara, jajaja!!.
El drogadicto la agarró firmemente por la cintura y con fuerzas producidas por la droga empujo bruscamente,
–Noooo!…… déjeme!!… Me dueleeeee!!!… Por favor ya  noooooo!!!, a la Universitaria se le llegaron a poner los ojos blancos por el inmenso dolor que sintió con la primera apuntalada. La tiesa verga de Gregorio dio en el blanco pero el culo de la rubia Anais estaba tan apretado, que esta hasta se arqueo para saltar hacia arriba como un resorte.
El flaco Gregorio la volvió a tomar con su mano y la poso nuevamente en la entrada posterior de la nena,
–Toma putaaaaa de mierda… recibe mi verga que para eso estas hechaaaa!!!, volvió a empujar y la punta se introdujo a la fuerza violando la entrada anal de la adolorida chamaca.
Anais al sentir la irrupción, cerro fuertemente sus ojos y abrió su boquita en forma desencajada aguantando la perforación que le acababan de hacer en su trasero, lo sentía horrible, como si le estuvieran desgarrando las paredes de su recto, el drogadicto ahora empujaba con más fuerzas, se lo quería enterrar por completo, cada embestida que le daba era más fuerte que la anterior.
Las lágrimas empezaron a correr por la cara de la Universitaria sentía que le metían y sacaban un palo caliente por el culo. El delincuente echándose para atrás tomo fuerzas y le mando la clavada triunfal en donde termino por metérselo por completo.
Con un ahogado quejido de pavor Anais termino por recibirlo por completo, Gregorio creyó escuchar los sonidos de carne que se rompían, se le quedo enterrado por algunos segundos, hasta que lo empezó a sacar con cuidado, se dio cuenta que algo extraño ocurría con la putilla esa que estaba enculando, y en el momento en que ya se lo tenía afuera dejando solo la punta adentro, vio su verga bañada en sangre, que escurrió por el lacerado esfínter de la chamaca, su impresión mezclada con alegría elevaron su nivel de calentura,
–Mira nada más… jajajaja!! Estas sangrando putita!!!, Viendo que Anais estaba totalmente quieta y con sus alborotados cabellos rubios tapando su cara decidió que iba por terminar de destrozarle el hoyo.
–Tomaaaaa!… toma zorraaaaaa!!, tomaaaaa!!!, no tenía idea que eras virgen del culo, jajajaja!!! Entiendo que esto me saldrá más caro, pero tú no te preocupes, yo soy derecho para mis cosas y te pagare lo que vale tu culazoooo, Tomaaaaa!!!!
–Aaaaaaahh!… Aaaaaaahh!!!… Ahhhh!!!…Sniffffss!!!! Por favor don Gregorioooo deténgase…!!! Sniffsssss!!!!! Me dueleeee… mu… chooooooo!!!
Al drogadicto no le importaba nada él seguía dándole por el culo más y cada vez más fuerte, Anais intentaba arrancársele pero el con sus manos negras que contrastaban con las tonalidades doradas de las caderas de la chica, la empujaba con más fuerzas hacia su verga, enterrándosela cada vez más profundo.
Los gritos de Anais adentro de aquella miserable vivienda en la cual le estaban partiendo el culo por primera vez en su vida, eran guturales, la imagen del contraste de ambos cuerpos dándose era de lo más morbosa, eran la de un mugriento drogadicto de pellejos ajados, contra el tonificado y curvilíneo cuerpo de una chamaca rubia y de ojos celestes.
El flaco llevaba culeandola como 15 minutos por lo menos, y debido a los intensos lloriqueos y gritos de dolor por cada clavada que le pegaba, se le ocurrió una idea aún más malévola que en su desorientada mente de vicioso le hacían que se calentara aún más, ya desde hace rato se había dado cuenta o creía saber que aquella nena era una quizás una puta primeriza y no le importaban los motivos con los que aquellos viejos la hubiesen engatusado para que les bailara desnuda, pero a él también  le encantaba tratarla como tal, además que con sus gritos lo desconcentraba y no lo dejaba follarsela tranquilo, aún quedaba mucha noche por delante, así que fue aminorando sus aserruchadas.
La respiración de la chamaca era agitada, aun sentía la verga del delincuente alojada en sus intestinos, hasta que escucho su voz,
–Toma esto zorraaa… te hará sentir bien y ya no sentirás tanto dolor… Gregorio había tomado una buena cantidad de droga y la había puesto en la hoja de la cuchilla y se la estaba ofreciendo a Anais para que la inhalara, todo esto sin sacarle un centímetro de verga desde el culo de la chamaca, la nena como pudo miro hacia atrás y lo vio con su cara negra toda sudada y con una malévola sonrisa de vicio encajada en su rostro de delincuente,
–Don Gregoriooo… por favor ya dejemeee… yo no soy una putaaaa… y nunca me he drogadooo… no quiero hacerlooooo…sniffssss
–Aspírala putaaaa ya verás que te va a encantarrrr, le decía a la vez que le ofrecía el tubo de un lápiz…
En su desesperación Anais pensó que tal vez consumiendo aquella sustancia su dolor se vería menguado, pero recapacitó en el acto…
–Nooooo de verdad que se lo agradezco pero prefiero que noooo!!!…
–Escúchame zorraaaa si no la aspiras ahora mismo te juro que te marco la cara con la cuchillada que está al frente de tu rostro, le dijo con un tono siniestramente amenazante.
Anais viendo el filo de la navaja solo a centímetros de su cara se imaginó rasgándole su rostro, tomo el tubo del lápiz con sus delicadas manitas temblorosas y apunto donde estaba esa cochinada blanca, y así enculada como estaba se pegó la primera inhalada de su vida, cuando aspiro esa asquerosidad sintió como se le dormía algo muy adentro de sus fosas nasales, para luego sentir como algo amargo bajaba por su garganta. Para ser primeriza en esas lides la hoja de la navaja quedo completamente limpia.
El flaco Gregorio no daba más de  gozo, no se explicaba como aquella estupenda chamaca había ido a dar a esos lugares con aquellos viejos, la cosa era que en estos momentos la tenía como él se la había imaginado desde que la vio en el antro de don Braulio, desnuda enculada y drogándose con él.
–Jajajaja así me gustas putaaaa…ya verás que en un momento te vas a poner culiar con más ganas, jajajaja!!!!
El flaco se puso a follarla con más ganas todavía sabía que era solo cuestión de minutos para que la hembra sintiera en su cuerpo los primeros efectos del narcótico, y se pondría a culiar como desesperada…
Anais sentía como le flagelaban las carnes de su trasero, al poco rato su cuerpo lo sentía como adormecido, el dolor comenzaba a disminuir y en unos instantes concentrándose en todo lo que le estaban haciendo por detrás, una extraña excitación se apodero de toda su  perfecta anatomía, esto la animaron a que ella también se comenzara a mover junto con Gregorio, que al parecer ya hasta le caía bien, por la exquisita forma en que le estaba partiendo el culo.
La sustancia ya había hecho su trabajo, la joven de 18 años ya sentía como la verga que le ensartaban se inflaba dentro de ella, esto le ocasionaban que tuviera una dosis de excitación extra, la calentura se estaba apoderando completamente de ella, por lo que comenzó a gemir cada vez más fuerte, eran los momentos de enardecimiento sexual que hacían que se olvidara de oponer todo tipo de resistencia y hacían que se entregara al placer y a todo tipo de desenfreno que se le ocurriera al tipo que la había drogado.
Sus gemidos ya eran de auténtica calentura mientras ella con fuerzas se echaba para atrás con todo su culo para hacerle la tarea más rica y más fácil al negro de mierda que la había llevado a tal estado.
–Siiiii zorraaaaaaa… Siiii… ahhh… Toma…toma… putaaaaa…!!! La animaba el drogadicto para que ella se pusiera a culiar más rico de lo que ya lo estaba haciendo.
Anais solo recibía las estocadas con una sonrisa nunca antes vista en su bello rostro, era una sonrisa de vicio, con sus ojos cerrados y puesta en 4 patas, con sus chichotas bamboleándose hacia atrás y hacia adelante, se vio en la necesidad de comenzar a pedir más, estaba sintiéndose como nunca, esto era lo mejor que le podía haber pasado, pensaba su distorsionada mente…
–Ohhhh que ricoooo don Gregoriooooo… no pareeeeeee…!!
–Te gusta zorraaaaaa…!!!!
–Siiiii papiiiiiiiii… no pares nuncaaaaaa!!!!
–Jajajajaja!!!! Te voy a dejar desculada ya vas a ver!!!!… el flaco aserruchaba, empellaba, la agasajaba con su verga llegando hasta lo más profundo del recto de la muchacha…
–Guauuuuu…!!! Esto es muy buenooooo don gregoriooooo!!!!
–Jajajajaja… solo llámame flaco Gregorioooo… o negro de mierdaaaaa… o como tú quieras mamasotaaaa!!!, así me llaman mis amigosssss… y tú ya eres mi amigaaa jajajajaja!!!!
–Así… asiiiii…métemelo mas fuerte negro de mierdaaaaaa!!!! Párteme el culo tal como lo hiciste al principiooooo!!! Auchhhhhh que me dueleeee… pero es muy ricoooooo!!!! Pa…pi…toooooo!!!!
El drogadicto poco a poco fue aminorando las embestidas, Anais se preguntaba porque Gregorio se estaba deteniendo si lo estaban pasando tan bien…
–Que pasa!!??…yo quiero seguirrrr…
–Tranquila putaaaa… ahora quiero probarte la zorra… me la pasaras…!!??
Anais por un momento se quedó pensativa, estaba drogada y media ebria, pero aun así sabía que eso era algo que ella debía proteger, pero se lo estaba pasando tan re bien con su amigo Gregorio que le puso una sola condición para ofrecerle lo más sagrado que hasta ese momento le quedaba en esa acalorado noche de lujuria, sexo, alcohol y drogas…
–Solo con una condición…, le dijo una vez puesta de rodillas en el colchón y toda sudada…
–Que cosa quieres lindura…!!??
El negro que también estaba puesto de rodillas con la verga palpitándole a mil, pensó que le iba pedir que se lo hiciera con cuidado, o que usara condón, o por último que eyaculara fuera de su cuerpo, pero quedo aún más fascinado con la respuesta de la chica…
–Deme un poco más de droga!!!!
El flaco Gregorio quedo encantado, con esa respuesta supo que habría sexo para rato,
–Toda la que tú quieras mi amorrrr!!!!…
Como desesperado se lanzó hasta la mesa, se pegó otra jalada de cochinada y con mucho cuidado tomo una doble porción de droga para ofrecérselo a la rubita caliente que el destino había puesto en su miserable destino,
La rubia se extrañó de lo que estaba haciendo aquel asqueroso hombre, el alucinógeno no le permitía pensar claramente sobre la tremenda equivocación que estaba a punto de cometer, pero a estas altura ya todo le daba lo mismo, su suerte ya estaba echada, al menos por esta noche, lo vio como el negro se ponía la droga con mucho cuidado en el largo de su verga, Anais muy sonriente supo desde donde tendría que inhalarla,
–Ya está puta… inhálala desde mi verga, te la mereces por ser tan buena puta…, jajajaja…!!!
La universitaria estudiante de derecho tomo el tubo del lápiz, con su otra mano tapo el hoyito de su nariz que quedaba libre,  y sin pensarlo dos veces aspiro una buena cantidad polvo blanco desde la tiesa verga, cerrando sus ojos y sintiendo nuevamente como el alucinógeno invadía el interior de su cuerpo, pero aún quedaba más en la verga, se mandó la segunda dejando la verga totalmente limpia, solo unas vistosas manchas blancas fueron los vestigios de lo retirado por la rubia, y ella viendo esto sin pensarlo se llevó la verga a la boca para retirar con sus labios y su lengua todo lo que quedara y para que así no se perdiera nada.
Su cuerpo y su mente volaban en dimensiones desconocidas para ella producto del estupefaciente ingerido, que acrecentaban su nivel de extraña calentura que sentía su cuerpo por sentir lo que ya sabía de lo que a continuación tenía que hacer con el flaco Gregorio. Se la estuvo chupando por algunos minutos, y ya totalmente convencida que había llegado el momento de ella cumplir con lo que se había comprometido por un poco de droga, sencillamente se fue poniendo de espaldas.
Anais totalmente convencida de ella querer saber que era lo que se sentía tener metida una verga dentro de su vagina, femeninamente se recostó de espaldas en el mugriento colchón, sin pensarlo y sin ninguna preocupación se abrió de muslos recogiéndolos para quedar lo más expuesta dentro de lo que le permitiera su cuerpo y para que también su amigo el flaco quedara lo más cómodo posible en el momento en que se la metiera con total aceptación por parte de ella.
El drogadicto ya no dando más de felicidad y calentura por lo que estaba a punto de probar con su verga, se quedó mirando a la sonriente muchacha que lo esperaba con mirada de deseo y deliciosa vulgaridad para que el hiciera lo que quisiera con ella y con su cuerpo.
–Quítate el liguero y las medias putilla, te quiero tal como llegaste a este mundo, jajaja!!!
La sonriente Anais lo hiso sin juntar las piernas, abierta como estaba retiro con sus manos las ligas para luego continuar con las medias lanzándolas hacia un lado de la colchoneta en la cual se la iban a culiar, el flaco la miraba con deseos de maldad, quería hacerle miles de cosas, pero iría por partes, solo no quitaba su vista de aquel atrayente tajo de carne que al menos por esta noche tenía un solo dueño, o sea él.
Sin más preámbulos el delgado y ajado drogadicto se hecho sobre los ofrecidos muslos de la jovencita que se los tenia abiertos de par en par, preso por la acalorada ansiedad de colarse hacia el interior de aquel esbelto cuerpo, Gregorio tomo su puntiagudo instrumento y lo ubico en la entrada intima de Anais, y simplemente empujo hacia adentro.
El resultado fue el mismo que con el del profesor en la mañana de aquel fatídico día, la verga a pesar de ser más delgada que la del viejo salió expulsada, los labios de la nena se negaban a abrirse, otro intento y el mismo resultado, Anais esperaba el momento de la irrupción con una nerviosa calentura, extrañamente ella quería que Gregorio fuese su primer hombre, quería y sentía la imperiosa necesidad de ponerse a culiar con él por una eternidad sí  es que fuese posible, por lo que sabiendo que ella necesitaba esa vega adentro de ella porque así tenía que ser, se propuso a ayudarlo.
Fue Anais quien metió su mano por entre ambos cuerpo y tras agarrarle la verga a su amigo delincuente, pasear su blanca manita por toda aquella extensión de carne delgada pero si muy dura y caliente la apunto en la zona de su vagina en donde ella como mujer sabía que tenía que entrar más fácilmente, y le dijo,
–Ahora flaco, métemela con fuerza…
El flaco mirándola a su Angelical cara de niña fresa pero que en esos momentos sus ojos celestes estaban con el brillo de la exaltación, simplemente empujo con seguridad.
Anais sintió el dolor de carnes abiertas cuando la verga del drogadicto colisiono con su himen, pero una extraña fuerza la animaba que su amigo tenía que terminar por convertirla en mujer, por lo que no le soltó la verga, para que no se le fuera a salir, Gregorio con menos de un cuarto de verga enterrada, ya sabía que eso ya era algo, se limpió la traspiración de su frente con una mano y se dispuso a darle la estocada mortal,
–Estas lista zorraaa!??, porque ahora sí que te entra todaaaa, jajajaja!!!
–Siiiii, Gregorioooo… dámela conviérteme en tu mujerrrrr… tú te lo merecessss…!!
El drogadicto ya no daba más de lujuria, concentrándose le mando el segundo espolonazo, con el cual hiso triunfal ingreso en aquel soberbio cuerpazo de una joven rubia y de 18 años, la delgada y brillosa verga fue rompiendo el himen de la chamaca poco a poco, entrando centímetro a centímetro perdiéndose por completo en el rubio coñito de la joven que le acababa de regalar su virginidad a cambio de un poco de droga, la acababa de descartuchar, Anais ya era su mujer en todas sus letras, y no importaban los artilugios que este haya utilizado para lograrlo…
–Aaaaaaaaghhhhhhhhhh… flaco sácala que me dueleeeeee!!!!, grito la chamaca al sentir el dolor de cómo le rasgaban sus carnes vaginales…
A la ensartada universitaria se lo habían mandado a guardar limpiamente y en su totalidad, la verga flaca pero bien parada había roto el himen de la esplendorosa joven, quien adolorida al máximo aguantaba y experimentaba aquella extraña irrupción de carne hacia el interior de su cuerpo, el asqueroso delincuente por su parte estaba echado sobre sus muslos abiertos, paso sus negras manos por debajo de sus hombros blancos y femeninos de ella para poder contraerla más hacia su asquerosa herramienta, con la punta de sus pies se daba fuerzas para mantenerse bien ensartado en ella hasta que su cuerpo se acostumbrara a su larga y flaca herramienta viril.
Anais como pudo llevo una de sus temblorosas manitas hasta su boca abierta por la extraña sensación de nerviosidad que sentía al sentirse ensartada, su cuerpo sentía dolor pero algo le impedía quejarse y gritar, sentía los testículos del drogadicto comprimirse con su ano, y ella en vez de impedir que la siguiera mancillando, se esforzaba por mantenerse lo más abierta posible para él y solo para él, en su mente no existían sus padres ni su familia, tampoco Daniel, solo existía ella, el asqueroso delincuente y aquella mesa llena de drogas, esto la hacían calentarse más y dejar a un lado el inmenso dolor que estaba sintiendo.
El flaco Gregorio estando consiente de la pasividad de la hermosa joven que casi se le había regalado, comenzó a apuntalarla en forma gradual, a la vez que le preguntaba,
–A todo esto cuales tu nombre putitaaa!!??, jajajaja aún no me lo has dicho y ya me has pasado la zorra, jajajaja!!!!
La nena quien al fondo de su mente, pero muy al fondo sentía algo de humillación, le contesto…
–A…nais…me llamo Anaisssss!!!
–Anaissss…!!! Hasta tu nombre está hecho para andar parando vergas, jajajaja!!!! –Toma entonces Anaissss, esto es lo que te has ganado por estar tan buenotaaa!!! Tan ricaaaa!!! Tan sexy guachitaaaaa…!!!! Si desde que te vi en aquel antro con tu vestido rojo que me dieron ganas de meterte la vergaaaaa!!!!. –Que rico se siente quitarle la virginidad a una niña fresa como tuuuuuuu, le dijo esto mandándole una estocada recia atravesándola hasta lo más profundo de su estómago…
Anais solo se quejaba eróticamente, a pesar del dolor cerraba los ojos suplicando que todo esto no se terminara nunca, el flaco Gregorio se daba cuenta que su verga ya entraba y salía sin complicaciones del cuerpo de la nena…
–Listo preciosa ya estas lubricada, desde ahora te voy hacer gozar como una cerda en el barro, jajajaja…, le decía el mal nacido mientras comenzaba a sacar su espumeante verga hasta más de la mitad para volver a metérsela en forma profunda, Anais solo lo escuchaba con sus ojos bien cerrados y sus delineados labios semi abiertos, –Que apretadita tienes la zorra mi amor, de seguro nunca te metiste un consolador por aquí verdad!! –Te gusta perra!?… ehhhh!? Sí que te gusta mucho esto que te estoy metiendo verdad zorraaaa!!??
Fueron tantas las peladeces de grueso calibre que el drogadicto le estaba diciendo a la nena, que su nublada mente colapso en favor de su violador, de pronto ya no sintió más dolor, este se convirtió en excitación, calentura en todas sus letras, lo que la llevo a comenzar a gemir como nunca antes lo había hecho, ni siquiera como lo había hecho hace un rato cuando este mismo tipejo le había dado por el culo, esta vez ya no podía reprimir sus auténticos gemidos de placer. La calentura nuevamente se comenzaba a posesionar de su cuerpo.
–Uuuhhhhmmmm…! Uuuhhmmmmm!!… ahhhh!!!…. Huuummm….!!!! Siii…… ahhhhhh!!!! Ri… cooooooohhhhh, Uuuhhmmmmm!! Volvía a gemir por cada clavada que sentía al interior de su vientre
–Eso es putaaaaa!!!, eres toda una zorra!!!!!, vamos… sigue gimiendo, que me calienta aún más escuchar tus gemidos de perraaaaa!!!!!.
Anais con sus bellos muslos abiertos y con el drogadicto encima de ella culiaban ensimismados, ambos con los ojos cerrados  solo concentrados en el inmenso placer en el cual cada uno por su lado estaban sumidos y que se regalaban uno al otro, gotas de sudor se acumulaban por los lados de la nariz de la hermosa nena, se besaban asquerosamente, gozando, gimiendo, uno metiendo verga y la otra recibiendo la misma, sus cuerpos sudaban a mares, por el blanco cuerpo de la rubia  chorreaban vistosas cantidades de sudoración mescladas con mugre y la traspiración que su cuerpo recibía de parte de los negros pellejos del que en esos momentos la montaba y que era su pareja de apareamiento.
–Te gusta culiarrrr zorraaaaaa…, le consultaba de pronto el flaco Gregorio, pero Anais estaba tan caliente que su cuerpo y mente solo eran gemidos y eróticos movimientos que demostraban lo muy bien que se lo estaba pasando mientras la follaban al interior de esa pocilga, sus ojos celestes semi abiertos miraban solo a centímetros el reluciente diente de oro que el flaco le mostraba cuando le hablaba sus ordinarieces, esto la calentaban aún más,
–Uuuuummmmm…!! Sssshhhhtttttt!!! Shhhhttttttt!!!! Ummmmmhhhhh!!!!!, Anais no podía parar de gemir.
El drogadicto viendo en el lujurioso estado en que se encontraba su eventual compañera de juergas determino que ya era hora de cambiar de posición.
–Bien pedazo de zorraaaa, ahora me vas a cabalgar le dijo cuándo rápidamente saco su mojada verga de la ensangrentada panocha de la joven.
El colchón ahora tenía una gran mancha de sangre al medio de donde estaba la pareja, sangre que se entremezclaba con otros tipos de líquidos, que desde hace rato salían expulsados desde la vagina de la universitaria, pero a Anais esto pareció no importarle, simplemente al ver que su casi esquelético amigo estaba de espaladas con la verga apuntando hacia el cielo, solo ordeno sus cabellos por detrás de sus oídos y se montó sobre el deteriorado cuerpo del hombre que la estaba convirtiendo en hembra.
El mugriento drogadicto tomándola de la cintura se la acomodo encima de él para meterle la verga, Anais por supuesto que no oponía resistencia haciéndosela muy fácil para el meterle la verga, se la metió despacio dentro de su zorrita que nuevamente se la comió por completo, con ella sintiendo la irrupción nuevamente con risa de viciosa, y con la mirada perdida hacia el techo, Gregorio le dijo lo que ahora tenía que hacer,
–Escúchame perraaa… ahora quiero que me des tus mejores refregadas de conchaaaaa, jajaja!!!
Anais que estaba sintiendo muy rico y que también le agradaba la forma en que el asqueroso sujeto se refería a ella, comenzó a moverse lentamente encima de él, haciendo un exquisito vaivén pélvico de adelante hacia atrás, el flaco hipnotizado por cómo se movía el piercing de cadenita a la altura de su curvilínea cintura, comenzó a acariciarla en el vientre, la recorría con sus mugrientas manos, luego las subió hasta sus tetas, por más que quería cerrar sus ojos para gozar no podía, ya que para el en esos momentos era pecado cerrar los ojos y perderse esa imponente Diosa drogada, que prácticamente estaba culiando por inercia, esto lo calentaban y lo exasperaban aún más, sabía que ya faltaba poco para llegar a la gloria acompañado de aquel monumento de hembra, que en estos momentos lo cabalgaba en forma exquisita, como nunca antes lo había hecho otra mujer.
–Que ricas tetas tienes zorrita, son perfectas, grandecitas, bien formadas y duritas, me gusta ver como se te mueven en estos momentos, prométeme que cuando te vayas me dejaras tu teléfono y dirección, para ir a verte cuando me den ganas de probarte de nuevo, jejejeje…
Anais con solo imaginarse al flaco acostado y culiando con ella y en su propia casa, con sus tíos viendo Tv, o haciendo cualquier cosa nuevamente la excitación empezó a invadir su cuerpo, comenzando a menear sus caderas de arriba y hacia abajo, dejándose caer con brutalidad sobre la pelvis del delincuente, el drogadicto por su parte notaba lo que se avecinaba quito sus manos de sus tetas, para afianzarla de las caderas y empezó a rematarla con bestialidad, prácticamente Anais estaba saltando  arriba de su flaca verga, sus chichotas rebotaban de un lado a otro de tan fuerte que a su dueña le estaba dando al flaco Gregorio, la rubia nenota comenzó a gemir y a pedir descontroladamente que le dieran más verga,
–Ahora Gregorioooo dame más vergaaaa, te la siento todaaaaa… me vieneeee… me vieneeeee… ohhhhh que es esto por Diosssss!!!! Yaaaa!!! Yaaaa!!!! Yaaaa!!!!… yaaaaaaaa!!!!, gritaba por cada sentada que se pegaba sobre la cintura del drogadicto, el flaco se enderezo como pudo para besarla mientras ella gemía de calentura, Anais lo abrazo con una pasión verdaderamente descontrolada para empezar prácticamente a comérselo en húmedos besos con lengua, y sucedió lo más intensamente placentero para ella, sentía una serie de ricos orgasmos uno seguido del otro,
–Ohhhhh que rico negro de mierdaaaaa!!!! Me estas mandando cortadaaaaa!!!! Ahhhhhh…!!! Ahhhhhhhh!!!!, comenzaba a gemir y a gritar con sus ojos en blanco perdida en el placer que estaba sintiendo en sus carnes, el drogadicto viendo que su hembra se estaba yendo cortada acerco su cabeza hasta sus tetas y comenzó a chupárselas como un insano mental, mientras a la universitaria se le nublaba la mente y veía como toda la habitación se iba oscureciendo hasta que cayo desmayada sobre el ajado cuerpo del flaco Gregorio quien no daba más de tanto placer que le estaba dando la fogosa hembra.
Como pudo se abalanzo y se puso sobre el cuerpo de la muchacha para quedar montado sobre ella, y sin ya nada más que esperar se lo enterró lo más profundo que pudo y descargo torrentes de semen espeso y caliente que llenaron el útero de la muchacha,
–Toma zorraaaaaaa ahí te van mis mocos putaaaaa!!!! Ohhhhhhggggrgrgrgg!!!!, la rubia quien aún estaba sintiendo sus últimos orgasmos contrajo sus muslos lo que más pudo y dio su vida por contraerle la verga lo que más pudo con los músculos de su vagina con la sola necesidad de arrebatarle hasta la última gota de semen que este tuviera en su verga.
Anais quedo tirada aun lado del delincuente con sus bellos muslo abiertos, en esos momentos no le sentía vergüenza al estar en esas condiciones al lado de aquel hombre, y era lógico, los efectos de la droga aun no abandonaban su mente ni su cuerpo, de su vagina salían  espesas gotas de semen, poco a poco su cuerpo comenzó a recuperar la compostura, miro al drogadicto con todos sus cabellos rubios alborotados, sentía su corazón latiendo a mil por hora, y no entendía lo que le pasaba, había sentido un intenso orgasmo por segunda vez en su vida, pero este era 20 veces mejor que lo que el viejo le había hecho sentir esa mañana, y no se explicaba esa extraña necesidad que sentía su cuerpo por seguir apareándose con aquel mugriento sujeto que la miraba masajeándose la ya fláccida verga, tenía una inmensas ganas a que se la siguieran culiando.
El mugriento negro sabía muy bien por lo que estaba pasando la nena,
–Jajajaja…tienes ganas de seguir follando verdad?
–Siii don Gregoriooo tengo tantas ganas de que Usted me culie bien culiadaaa…! no sé qué es lo que me pasaaaa…!!
–Tranquila putilla, me voy a pegar otra dosis para poder calmar la calentura que estas sintiendo en la zorraaaa, jajajaja… Anais de rodillas y masturbándose veía al flaco Gregorio como se venía acercando al colchón con más droga, a la vez que le decía, –Límpiate la zorra, la rubia miro en todas direcciones por si encontraba algo para limpiarse solo vio el vestido rojo, sin pensarlos dos veces lo tomo y se comenzó a quitar los restos de semen desde su vagina, para luego escuchar al drogadicto,
–Quieres seguir drogándote preciosa, jejeje…
Anais relamiéndose los labios pensaba que todo eso que estaba haciendo estaba mal, muy mal, pero no supo el porqué de su respuesta,
–Si, la quierooo, dame más drogaaaa!!…
–Jajajaja…que viciosilla me saliste, te daré la última, eres nueva en esto y no quiero que te vaya a dar un patatús aquí en mi casa y te me mueras, tendría que ir a botarte a algún canal, ajajajaja!!!!
El malvado drogo se hecho el estupefaciente en su asquerosa mano e hiso que Anais la inhalara desde ella, una vez que la perdida universitaria la hubo inhalado, el salido mequetrefe le ordeno,
–Lengüetéame la mano, retira con tu lengüita toda la droga que haya podido quedar… y cuando termines te me acuestas de espaldas y te abres de patas.
Anais no lo dudo, ella misma tomo la mano del delincuente y se la comenzó a lamer, pasándole la lengua hasta dejársela bien limpia, el sabor de la mugrienta mano era entre amarga y salada, luego de eso se puso de espaladas y abrió sus muslos, tal como se lo había solicitado el flaco Gregorio.
Desde su posición la rubia estudiante vio cómo su amigo el flaco depositaba en su pelvis y entre medio de los pelitos dorados de su zorra, otra cantidad de droga de la cual se la jalo directamente desde su montecito jaspeado con bellitos rubios, extrañas situaciones que a ella le elevaban su libido, ese mugroso drogadicto hacia cosas que extrañamente la calentaban hasta mas no poder.
–Flaco culiameee!…tengo tantas ganas de culiarrrrr…!!, le dijo de una, y era verdad, ella realmente quería que se lo volvieran a hacer,
–Jajajaja!!, es tu primer día y mira como estas de caliente, jajajaja…
–No sé qué es lo que me pasa de verdad… pero necesito estar moviendomeeee…!!
–Que edad tienes zorraaa!!??
–18…, este otro mes cumplo los 19…
–Ve a ese cajón y anótame tu número y tu direccionnn…
Anais no lo pensó dos veces, rápidamente se paró desnuda como estaba su brilloso cuerpo aun relucia por la sudoracion, y al estar de pie sintio unas copiosas cantidades del semen que el drogo le habia depositado muy al interior de su intimidad, sintio como el varonil liquido ya helado escurria desde el interior de su vagina y resbalaban por el interior de sus muslos, no importandole nada fue en esas vulgares condiciones hasta el mueble que le indicaba su amigo el flaco y le anoto su dirección y número de teléfono, su mente estaba tan perdida que hasta le apunto los horarios en que salía de clases y las horas en que perfectamente la podía ir a buscar.
–Jajajaja, gracias zorrita rica a ver si cuando se te pase el efecto vas a tener ganas de verme, jajajaja!!!!
La rubia no entendió muy bien a que se refería el flaco, si se suponía que ellos eran amigos, pensaba, de lo que si estaba segura era de las tremendas ganas y de lo desesperada que estaba por ponerse a culiar nuevamente con el flaco Gregorio.
La mente del flaco ya tenía lista la nueva sesión de sexo y vejámenes que se daría con tan magnifica hembra, por lo que se recostó en el colchón y le pidió,
–Ven a chuparme la verga zorraaaa!!!… y no olvides de lamerme las bolas…
Anais que aún estaba parada en el mueble en donde había anotado su dirección, camino como desesperada para casi arrojarse en el mugriento colchón y quedar a 4 patas mamándole la verga al asqueroso drogadicto, esa era la otra nueva droga aún más poderosa que había descubierto aquella noche.
(Continuará)
 
 
 

Relato erótico: “Infiel a mi mujer con la hermana de mi amigo” (POR GOLFO)

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no son dos sino tres2Sé que si se entera mi esposa, me deja. Pero si el que algún día llega a saber de mi desliz es Manuel, él seguro me mata. Lo que os voy a contar ocurrió el pasado verano y aunque no estoy muy orgulloso de ello, no pude evitarlo.
¡Me follé a la hermana pequeña de un amigo!
No lo busqué, me lo encontré sin más y me consta que gran parte de la culpa la tuvo esa zorrita con cara de ángel de Luisa. Todo comenzó durante una comida en casa de Manuel. Mi amigo nos invitó a mi mujer y a mí a una barbacoa en su jardín y allí mientras alternábamos con los amigotes, se presentó esa criatura. No la reconocí cuando entró porque llevaba más de diez años sin verla. La última vez que la vi fue cuando tenía catorce años y la niña mona se había convertido en una diosa. Reconozco que me la quedé mirando pero sin otra intención que disfrutar de la maravillosa castaña de uno setenta que hablaba con el dueño de la casa.
-Javier, ¡Ven! ¿Recuerdas a mi hermana?- me soltó Manuel al ver que los estaba observando.
-¡Coño! ¡Cómo has cambiado!- respondí acercándome y dando un beso en la mejilla a esa monada.
La chavala sonrió al verme y dándose una vuelta completa para que la observara bien, me contestó:
-¿He cambiado para bien?
Estuve a punto de soltar una burrada pero al ser la hermana de mi amigo me corté y respondí:
-¡Por supuesto! ¡Estas guapísima!
La puñetera cría puso cara de satisfacción y prosiguiendo con un flirteo  del que yo no me había dado cuenta, dijo:
-Eso, ¡Se lo dirás a todas!
-¡Ni de coña!- contesté: -Si Carmen me oye, me corta los huevos.
Soltó una carcajada y despidiéndose momentáneamente, fue a saludar a otros amigos. Mientras se iba me quedé extasiado con su culo. Siendo muy delgada, la chavala tenía un pandero cojonudo y solo su parentesco con Manuel, evitó que hiciera el oportuno comentario soez que se merecía. Lo estrecho de sus caderas, dotaba a su trasero de una espectacularidad que me hizo seguirlo con la mirada.
“¡Qué buena está!” exclamé mentalmente al no poder exteriorizar mi opinión en público.
Otro amigo me distrajo al preguntarme algo y por eso me olvidé de ella durante unos minutos. Cuando la volví a ver, estaba con mi esposa charlando amigablemente por lo que me junté con ellas sin levantar suspicacias a mi alrededor.
Al llegar, mi esposa le estaba dando nuestro teléfono y extrañado por que lo hiciera pregunté el motivo:
-Luisa acaba de llegar a Madrid y está buscando un piso. Le he explicado que tenemos uno vacío en espera de ser alquilado.
Os tengo que confesar que me pareció estupendo porque nos vendría estupendamente el dinero si llegábamos a rentarlo y por eso me declaré dispuesto a enseñárselo en cualquier momento. En ese momento no le dí importancia a que dicho apartamento estuviera puerta con puerta con el nuestro.
-Si te gusta, hablaríamos de precio- oí que mi mujer le decía a modo de confidencia.
La cría se mostró entusiasmada porque le gustaba la zona y el tenernos de vecinos, por eso quedó con Carmen en irlo a ver al día siguiente. El resto de la comida transcurrió sin nada digno de mencionar a excepción de que Luisa no se separó de nosotros, riéndole las gracias a mi mujer y demostrando que además de estar buena, era una joven con la cabeza bien amueblada.
Cuando nos íbamos y ya en el coche, mi querida esposa, sin saber en qué lio nos estábamos metiendo, me dijo:
-Me apetece la idea de alquilárselo y no solo por la pasta. Me parece encantadora, aunque después de tantos años fuera, un poco sola.
No pude estar más de acuerdo con ella porque obviando nuestras dificultades de llegar a fin de mes, Manuel me había contado que su hermana había retornado a España porque su novio alemán la había dejado y que estaba bien jodida. Al contárselo, eso afianzó la determinación de Carmen que como buena samaritana decidió ayudarla.
 A la mañana siguiente, Luisa llegó puntualmente y tras ver el apartamento, decidió quedárselo sin pensar en otras opciones.  De forma que me convertí sin saberlo en el casero de la que causante de mi primera infidelidad. La verdad es que ese día y mientras tomábamos el aperitivo con ella, yo también estaba encantado con la idea.
La chavala tardó una semana en mudarse y todavía recuerdo esa tarde como  si fuera ayer porque estábamos ayudando a acomodar sus cosas, cuando me pidió que le llevara una caja a su habitación. Estaba cargándola cuando al tropezarme, la caja se abrió dejando desparramado por el suelo su contenido. Al irlo a recoger, me quedé acojonado al comprobar que consistía en su ropa interior. Más excitado de lo que me gustaría reconocer, fui metiéndola otra vez en su caja pero con tan mala suerte que justo al terminar y cuando solo faltaba por meter un coqueto tanga de encaje, me pilló con él en la mano. Avergonzado le expliqué lo ocurrido y ella soltando una carcajada, quitó importancia al incidente. El problema fue que al enterarme que esa mujer usaba unas prendas tan sugerentes por debajo de la ropa, no pude seguirla viendo como la hermana pequeña de mi amigo sino como el pedazo de hembra que era.
Para terminarla de joder, a partir de ese día su presencia en mi casa fue algo habitual porque habiéndose hecho amiga íntima de mi esposa, raro era el día que no se quedaba a cenar. El continuo trato lejos de aminorar su atractivo lo incrementó, llegándose a convertir en una obsesión. Esa melena larga, esos pequeños pechos y sobre todo ese culo con forma de corazón se erigieron en parte esenciales de mis sueños.  En cuanto Carmen se dormía, no podía dejar de imaginarme como sería poseer a esa niña y en un vano intento por quitármela de la cabeza, me recriminaba por tener tan oscuros pensamientos sobre ella. Desgraciadamente, noche tras noche, su figura aparecía en mi mente y solo liberando mi excitación con una paja, conseguía dormir.
Mi mujer nunca se enteró de la atracción que su nueva amiga producía en mí y por eso una noche a mediados de Julio, le contó que se iba de vacaciones en agosto y que como yo no podía tomármelas en verano, le pidió que me cuidara. Entre risas, le contestó que no se preocupara y que velaría porque no me comportara como el clásico Rodríguez y dirigiéndose a mí, dijo:
-No te voy a dejar que te desmadres y para cerciorarme, vendrás a casa a cenar mientras Carmen esté fuera.
La aludida se mostró encantada porque así se aseguraba que estaría acompañado. Por mi parte, no vi mayor problema porque aunque me sentía atraído por Luisa, no pensé nunca en la clase de marcaje que me sometería aprovechando la ausencia de mi esposa. Por eso esa conversación pasó a segundo plano hasta el viernes en que Carmen se fue. Estaba en el trabajo cuando recibí su llamada recordándome que esa noche tenía cena en su casa:
-Allí estaré- contesté sin darle mayor importancia.
Tras lo cual me sumergí en el día a día. Al salir del trabajo, decidí comprar una botella de vino para no llegar con las manos vacías. Una vez en casa, me cambié de ropa y directamente, toqué a su puerta. Mi inquilina no tardó en abrirla y cuando lo hizo, me quedé  anonadado al ver que se había vestido como para salir de copas. Con un escotado traje rojo, se veía a simple vista que se había pasado toda la tarde arreglándose.
-¿Y eso?- pregunté – ¿No íbamos a cenar aquí?
-Sí- contestó medio confundida- ¿Por qué lo dices?
Sin poder dejar de observarla con detenimiento, le respondí que era una pena que solo yo pudiera disfrutar de tanta belleza. Luisa al oír mi piropo me soltó:
-Tú te mereces esto y más.
Os juro que no caí en la cuenta de que estaba flirteando conmigo. Absorto mirando el cuerpo que lucía esa muchacha, no me fijé en su cara de deseo ni en que involuntariamente había juntado sus rodillas al sentir mi mirada acariciando sus pechos. Rompiendo en silencio que se había instalado entre nosotros, me llevó al comedor. Mientras la seguía por el pasillo, me quedé extasiado al comprobar el meneo que esa mujer daba a su trasero al caminar.
“¡Menudo culo!”, exclamé mentalmente dudando si bajo el vestido llevaba o no ropa interior. Las nalgas duras y bien puestas que se adivinaban al contraluz, me hicieron rememorar el día de la mudanza y las sensuales braguitas que descubrí en esa caja. Luisa, ajena al examen que estaba siendo objeto su anatomía, se entretuvo abriendo una botella de vino mientras yo no cejaba en la contemplación de sus piernas.
La raja a medio muslo de su falda me dejó entrever que la cría tenía una piernas de ensueño y ya bastante excitado, me acomodé el pantalón para que no notara que tenía mi pene medio empalmado. Desgraciadamente, se le dificultó el descorche y poniendo cara de circunstancias, me pidió que le ayudara. Al levantarme, la erección de mi miembro fue patente a sus ojos y relamiéndose los labios, insistió en que la auxiliara. Desconociendo de antemano que iba a aprovechar ese momento, me acerqué a ella. Al ir a coger la botella, pasé mis brazos por detrás de Luisa. Fue entonces cuando echándose para atrás pegó su pandero a mi sexo y ante mi mirada atónita, lo colocó entre sus cachetes y se empezó a restregar.
Olvidando que esa mujer además de ser amiga de mi esposa, era la hermana pequeña de Manuel, dejé que continuara durante unos segundos profundizando esa caricia. Mi polla a punto de estallar, me imploraba que cogiera a esa cría entre mis manos y allí mismo la tomara pero tras unos instantes de confusión, me separé de ella y haciendo como si no hubiese ocurrido nada, quité el jodido corcho. La cría al ver mi estado, muerta de risa, me soltó:
-Poco has tardado en comportarte como un clásico Rodríguez.
-No sé a qué te refieres- contesté confundido por su actitud.
-A mí no me engañas- respondió:-Como todos los hombres, no puedes negar tu género. En cuanto veis una oportunidad os dejáis llevar por vuestro pene.
Cabreado por su insulto y sobretodo porque aunque me jodiera tenía razón, le solté:
-No serás acaso tú, la que aprovechando la ausencia de Carmen, deseas probar lo que es suyo.
-Quizás- respondió y dejando deslizar los tirantes de su vestido, me preguntó: -¿No te parezco atractiva?
Alucinado por su descaro, vi cómo se abría el escote y tapándose su pecho con las manos, insistía:
-¿Te gustaría verme las tetas?- y poniendo cara de putón verbenero, se empezó a acariciar los pezones mientras decía: -Sé que llevas deseando comerme entera desde que me viste en casa de mi hermano.
Involuntariamente y siguiendo los dictados de mis hormonas, me acerqué a ella y agachando mi cara, me puse a mamar  de sus pechos. Descojonada por mi rápida claudicación, me retiró de un empujón y subiéndose el vestido, me soltó:
-¡No te he dado permiso!
Que se comportara como una estrecha cuando me había provocado, me terminó de enervar y cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta su cuarto. En el pasillo y mientras la llevaba en los hombros, no paró de insultar y de gritarme que le iba a contar tanto a su hermano como a mi esposa, lo ocurrido. Dominado por la lujuria, no pensé en las consecuencias y tirándola sobre la cama, me puse a desnudar.
Desde el colchón, Luisa seguía actuando y mientras no perdía ojo de mi striptease, me amenazaba con ir a la policía si la violaba. Cabreado y excitado por igual, me acerqué a ella y desgarrando su vestido con las manos, la dejé desnuda sobre las sábanas.
-¿Qué vas a hacer?
-Lo que llevas deseando desde que aparecí en tu puerta. ¡Voy a follarte! ¡Puta!- respondí separando sus rodillas.
Al hacerlo, descubrí que llevaba el pubis depilado e incapaz de contenerme, bajé mi cabeza entre sus piernas y sacando mi lengua, probé por vez primera el sabor agridulce de su sexo.
-¡Por favor! ¡No lo hagas!- me imploró intentando repeler mi ataque dando manotadas.
Su violenta reacción no hizo más que incrementar el morbo que sentía y dándole un sonoro bofetón, le ordené quedarse callada. La humedad que encontré en su sexo, me informó que esa mujer estaba cachonda y sabiendo que todo era un paripé y que yo era el hombre que había elegido para calmar su calentura, me puse a recorrer con mi lengua los bordes rosados de su vulva.
-¡Eres un cerdo!- gritó al sentir que me apoderaba del botón escondido entre sus labios.
Satisfecho por su silencio, cogí su clítoris entre mis dientes. Ni siquiera llevaba unos segundos mordisqueándolo cuando esa zorra empezó a gemir como una guarra. Azuzado por sus gemidos, seguí comiendo esa maravilla e incrementando el volumen de mis caricias, metí un dedo en su vulva.
– ¡Maldito!
Violentando mi acoso, incrementé la dureza de mi mordisco mientras unía otro dedo en el interior de su sexo. Tras unos minutos, follandola con mis manos y lengua, percibí que esa bruja ya mostraba indicios de que se iba a correr por lo que acelerando la velocidad de mi ataque, empecé a sacar y a meter mis yemas con rapidez. Tal como había previsto, la hermana de mi amigo llegó al orgasmo y berreando de placer, su cuerpo empezó a convulsionar sobre la cama mientras de su sexo brotaba un manantial. Al beber del flujo que salía de su cueva, profundicé y alargué su clímax, de manera que uniendo un orgasmo con otro fui demoliendo sus supuestas reticencias.
-¡Cabrón!- aulló al experimentar la rebelión de sus neuronas y presionando con sus manos mi cabeza, chilló con voz entrecortada: -Ya me has demostrado quién manda pero ¡No me folles!
Aunque de sus palabras se podía deducir que rechazaba la idea, su tono me informó que estaba ya dispuesta y por eso, me incorporé sobre el colchón y cogiendo mi pene entre mis manos, lo acerqué a su vulva.
-Te lo ruego, ¡No me violes!- gritó al sentir mi glande jugueteando con su entrada.
Incapaz de contenerme de un solo empujón, hundí mi extensión en su interior. La calidez que me encontré, me reafirmó su disposición y por eso, sin darle tiempo a acostumbrarse inicié su asalto. El olor a hembra excitada llenó las papilas de mi nariz mientras Luisa no dejaba de chillar que no siguiera follándola.
-¡Soy la hermana de tu amigo!- aullaba mientras sus caderas convertidas en un torbellino, buscaban mi contacto con mayor énfasis.
Con bruscas arremetidas y  golpeando la pared de su vagina con mi glande, busqué mi liberación mientras la cría seguía gritando. Sus lamentos lejos de conseguir su objetivo, me llevaron a un nivel de excitación brutal y por eso, a base de fieras cuchilladas con mi estoque, seguí machacando su sexo. Los sollozos que salían de su garganta no tenían nada que ver con lo que ocurría entre sus piernas. Totalmente anegado, su coño recibía mi pene con autentico gozo ya los pocos momentos, volví a sentir su orgasmo.
-¡Estás disfrutando puta!- grité mientras mis dedos pellizcaban los rosados pezones de la cría: ¡Deseabas ser mía!
-¡No!- chilló descompuesta.
Su mentira espoleó mis movimientos y poniendo sus piernas en mis hombros, seguí tomando lo que sabía que era mío con mayor ardor. La nueva posición hizo que su cuerpo empezara a temblar y pegando enormes gritos, se volvió a correr. Esté enésimo orgasmo, me contagió y uniéndome a ella, mi pene explotó regando su sexo de blanca simiente. La muchacha al sentirlo, lloró de placer y pegando alaridos se dejó caer sobre el colchón.
Agotado, me tumbé en la cama liberándola, momento que Luisa aprovechó para huir de mi lado y levantándose, me dejó solo en el cuarto. Su huida apresurada me hizo temer lo peor y abrumado por los remordimientos, llegué a pensar que había malinterpretado a la cría. Asustado y cabreado por mi actuación, estaba a punto de ir a buscarla para pedirle que me perdonara, cuando la vi entrar con una bandeja.
Ella al ver mi cara de asombro y luciendo una sonrisa, dijo:
-Tenía hambre-
Aliviado por sus palabras, solté una carcajada y ayudándola cogí la comida de sus manos. Luisa, sin esperar a acomodarse en la cama, empezó a comer mientras me decía:
-Me ha encantado que me violaras- y recalcando su respuesta, me soltó: -Después de cenar, quiero que me rompas el culo. ¿Podrás hacerlo?
Solté una carcajada al comprobar su descaro y por medio de un sonoro azote en sus nalgas, le informé de mi disposición. Entonces la chavala me volvió a sorprender y haciendo a un lado la bandeja, se acercó a mí cogiendo mi sexo entre sus manos, se lo llevó a su boca y sensualmente, lo empezó a besar mientras acariciaba mis testículos.
De pie sobre la alfombra, sentí sus labios abrirse y cómo con una tranquilidad pasmosa, esa chavala lo iba introduciendo en su interior. Devorando cada uno de los centímetros de mi piel, la hermanita de mi amigo fue absorbiendo mi extensión hasta que consiguió besar la base. Con él completamente embutido en su garganta, empezó a sacárselo lentamente para acto seguido volvérselo a meter.
-¡Eres una mamadora de lujo!- le espeté al comprobar que estaba utilizando su boca como si de su sexo se tratara y cada vez más rápido me estaba haciendo el amor sin usar ninguna otra parte de su cuerpo.
Me cuesta horrores describir su maestría. Luisa usó su lengua para presionar mi pene, conseguiendo que su boca se convirtiera por arte de magia en  un estrecho coño. Forzando el placer que sentía, llevé mis manos a su cabeza y comencé un brutal mete-saca en su garganta. Satisfecha y estimulando mi reacción, clavó sus uñas en mi culo. El dolor mezclado con la excitación que asolaba mi cuerpo, me dio alas y salvajemente seguí penetrando su garganta. Mi orgasmo no tardó en llegar y conseguí descargar en su boca la tensión acumulada, momento que aprovechó la chavala para recriminarme el modo en que la había usado. 
-Perdona- le dije al comprender que me había pasado.
Luisa soltó una carcajada y con un brillo en sus ojos, sonrió mientras me pedía que quería que cumpliera con su otra fantasía:
-¿Cuál?- pregunté.
-Quiero que me tomes por el trasero- contestó poniéndose a cuatro patas sobre la cama.
Al verla separándose los glúteos con sus manos mientras me exigía que tomara posesión de su ano, fue demasiado la gota que reactivó mi lujuria y agachándome entre sus piernas, me acerqué y recorrí con la lengua los bordes de su ano. La cría pegando un gemido, se puso a acariciar su clítoris con su mano.  Temiendo dejarme llevar demasiado pronto por el deseo y tratando de no desgarrarla, le pregunté si no tenía crema: 
-Tengo algo mejor- contestó sacando del cajón de la mesilla un bote de lubricante anal.
Al ver la enorme sonrisa que iluminó su cara, comprendí que esa mujer había más que fantaseado y que al seducirme, tenía previsto entregarme su culo. Su entrega  me permitió no tener que convencerla de algo que deseaba desde que había visto su culo desnudo y por eso abriendo el bote, cogí un poco de gel entre mis dedos. Sin más prolegómenos, unté su ano y con la tranquilidad que da la experiencia, empecé a relajar su esfínter. 
-¡Cómo me gusta!- aulló descompuesta al sentir uno de mis dedos abriéndose camino en su interior paso. Disfrutando del momento, cerró los ojos y apoyó su cabeza en la almohada mientras levantaba su trasero. 
La nueva posición me permitió observar que sus piernas  temblaban al sentir mi yema en su interior y seguro de lo que estaba haciendo, decidí incrementar el rumbo de mis caricias. Dándole un azote a una de sus nalgas, metí las yemas de dos dedos dentro de su orificio.
-Ahhhh- gritó al notar  un azote en una de sus nalgas mientras metía dos dedos dentro de su orificio.
Su gemido me alertó de que tenía que tener cuidado y por eso volví a lubricar su ano mientras esperaba a que se relajase. Luisa, pegando un gemido, me informó que estaba dispuesta. Con cuidado de no romper el encanto, moví mis falanges alrededor de su cerrado ano, dilatándolo mientras que con la otra mano, la empezaba a masturbar. 
-¡No puede ser!- aulló al sentir sus dos entradas siendo objeto de mi caricias.
Dominada por una lujuria insana, la hermana de Manuel se llevó las manos a sus pechos y pellizcando sus pezones, buscó agrandar su excitación. Increíblemente no esperó a que terminara de meter los dos dedos y pegando un alarido, se corrió sonoramente mientras su cuerpo se estremecía sobre las sábanas. Sin dejarla recuperarse, embadurné mi pene con el lubricante y poniéndome detrás de ella, llevé mi glande ante su entrada: 
-¡Tienes un culo estupendo!- le solté mientras  jugueteaba con su esfínter. 
-Lo sé- respondió y sin esperar a terminar de hablar, llevó su cuerpo hacia atrás.
Lentamente fue empalándose con mi verga, permitiéndome sentir cómo las  rugosidades de su ano se abrían ante el avance de mi miembro. Sin gritar pero con unas lágrimas cayendo por sus mejillas, continuó metiéndoselo hasta que sintió mi cuerpo chocando con su culo y entonces y solo entonces, se permitió quejarse del sufrimiento que había experimentado.
-¡Lo tienes enorme!- exclamó mientras se dejaba caer sobre el colchón.
Aunque no os tengo que contar las ganas que tenía de empezar a disfrutar de semejante culo, esperé que fuera ella quien decidiera cuando comenzar. Mientras lo hacía, aceleré mis caricias sobre su clítoris, de manera que, en medio minuto, la muchacha no solo se había relajado sino que ya estaba claramente excitada. Entonces levantando su cara de la almohada, me ordenó que comenzara mi ataque. 
La expresión de deseo reflejada en su rostro, me  convenció de empezar  y dotando a mi cuerpo de un ritmo pausado, fui extrayendo mi sexo de su interior. Al sentir que casi había terminado de sacarlo, Luisa con un movimiento de sus caderas se lo volvió a introducir. Repitiendo la operación cada vez más rápido, el compás con el que la cabalgaba se fue acelerando, convirtiendo nuestro trote en galope, mientras ella no dejaba de gritar.
-¡No pares!- ordenó a voz en grito al sentir que disminuía el ritmo de mis acometidas.
-¡No lo haré!- contesté tomando aire.
Fue entonces cuando cogiendo su melena, le di un fuerte azote y usando su pelo como riendas, reinicié mi loco cabalgar.
-¡Me encantan tus azotes!- gritó al sentir mi mano y meneando su trasero, me pidió más.
 Convencido por su respuesta que le gustaba el sexo duro, alternando de un cachete a otro, marqué el ritmo de mis incursiones con sonoras cachetadas. Sus nalgas recibieron una caricia cada vez que sacaba mi pene de su interior,  de manera que su cuarto se llenó del sonido  de gemidos, azotes y suspiros mientras yo seguía machacando con gozo su trasero. Con el culo completamente rojo Luisa empezó a estremecerse al sentir los síntomas de un orgasmo brutal y no contenta con ello, me chilló que siguiera.
Si de por si era impresionante ver a esa cría, temblando de placer entre mis piernas, lo fue aún más cuando convertida en un torrente de deseo me gritó:
-¡Llevo años soñando con esto! ¡Maldito!- y mientras el placer desgarraba su interior, prosiguió diciendo. –Desde niña he estado colada por ti y ahora que te tengo, ¡No voy a dejarte escapar!. 
Su confesión fue el aguijón que necesitaba y reanudando mis maniobras, pellizqué sus pezones con dureza mientras usaba su culo para desahogarme.  Luisa al sentir la rudeza de mis dedos, perdió el control y agitando sus caderas,  se corrió. Olvidándome de ella, empecé a usar mi miembro como si de un cuchillo de se tratara y rebanando su cuerpo, seguí violando su esfínter mientras mi víctima no dejaba de aullar desesperada.
El cúmulo de sensaciones y sus gritos me llevaron al borde de la histeria y derramándome en su interior, llegué a un brutal orgasmo mientras disfrutaba de su entrega. Agotado y exhausto, me tumbé al lado de Luisa, la cual me recibió con las brazos abiertos.
-Siempre te he amado- dijo mientras me besaba.
Asustado por la fuerza de sus sentimientos, le recordé que era un hombre casado y que quería a mi esposa. Entonces la puñetera cría, me contestó con una sonrisa en sus labios:
-Carmen me pidió que te cuidara y pienso hacerlo. Voy a ser tu mujer durante este mes y luego ya decidiremos qué hacer cuando vuelva.
La tranquilidad con la que me habló, me dejó helado y temiendo que esa chavala fuera la causante de que mi matrimonio se rompiera, me levanté y terminándome de vestir, salí huyendo de su piso. No había entrado en mi casa cuando escuché el sonido del teléfono.
Al contestar, descubrí con horror que era ella.
-¿Qué quieres?- pregunté mosqueado.
La cría soltó una carcajada y me dijo:
-¡Mira el mail que te acabo de enviar! Cuando lo hayas visto, vuelve. ¡Te espero en la cama!
Sin saber a qué se refería abrí mi correo. Temblando como un niño pillado haciendo pellas, visualicé el video que me había mandado. Aterrorizado comprobé que me había grabado y que ante otros ojos, no cabría ninguna duda  que la había violado. Sabiéndome en sus manos, volví a su piso y llamando a su puerta, esperé oír las condiciones de su chantaje.
-Amor mío, ¡Se está enfriando la cena!- respondió totalmente desnuda y sin hacer mención a lo ocurrido, me llevó de vuelta a su cuarto.
Mientras la seguía, fui consciente de que tenía un mes para convencerla que me dejara en paz o de lo contrario me podía dar por jodido.


Relato erótico: “El florista” (POR WALUM)

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Florista
Hola soy Laura y esto sucedió hace como unos meses atrás, le cuento que soy profesora, tengo 31 años vivo en una linda casa que esta en el centro de la ciudad casi, es muy acogedor y para ser una mujer que vive sola nunca había tenido problemas con ningún vecino, mas que alguno que por ahí intentara invitarme a salir, porque creo que soy una mujer bastante llamativa a los ojos de los hombres, aunque me estatura es mas bien baja 1,60 con tacos altos que siempre ando, hacen que tenga la estatura perfecta, mientras que mis años de gimnasio, en total 5 años de gimnasio han hecho de mi cuerpo que siempre fue bastante desarrollado, algo mas marcado y bien proporcionado con unos pechos normales o grandes, una cintura muy estrecha que me encanta y mi parte posterior que es lo mejor que he tenido siempre, mi cola bien salida para afuera y bien redonda y parada que es una de las causa de las cosas que escucho en la calle y las miradas, me encanta, es mi orgullo en total mis medidas son 90-56-97. Siempre supe que llamaba mucho la atención masculina, pero no siempre me favoreció. Mi vida estaba muy bien, conozco a mucha gente y cosas así.
No había nada que afectara mal mi vida, el único problema y algo que me desagradaba mucho era que siempre para ir a trabajar paso por unos locales comerciales, donde había uno que odiaba sobre todo, un local de flores donde siempre estaban un grupo de señores como de unos 45 – 55 años y siempre se la pasaban bebiendo alcohol, y el dueño de la florería era un gordo pesado, bien panzón medio pelado y baboso a mas no poder y cuando yo salía siempre se me quedaban viendo como queriéndome desvestir.
Pero no había tanto de que quejarme. Los ignoraba, pero un día que yo salí para ir a casa de mis papás de visita como de costumbre, y realmente me gusta vestir bien, me puse un pantalón rosadito súper ajustado y un top blanco, al salir de mi casa estaban otra vez la bola de viejos borrachos riendo y también como era costumbre bebiendo, al pasar por ahí el gordo asqueroso, se paró y me miró fijamente, yo me asuste pero no seguí caminando rápido, cuando pase me dijo -¡¡Mamacita que buen culo, me gustaría tocártelo!! Yo hice como que no oí nada y seguí caminando mas aprisa y solo oí que los viejos reían por que había dicho ese tipo, de regreso a mi casa temí encontrarlos de nuevo pero mi alivio fue que el local estaba cerrado imagine que habían acabado borrachos y se habían ido a dormir.
Después de unos días yo me tranquilice porque no los veía muy seguidos, un día como cualquier otro, fui al local que esta al lado de la florería que es de un amigo de mi padre, don Javier que es un viejito muy bueno que lo conozco de toda la vida, hablamos un rato largo, me contó que estaba mal económicamente que no sabia cuanto mas iba a poder mantener el local y cosas por el estilo, yo me sentí muy mal, de pronto escuche un grito de dolor fuertísimo y un golpe, parecía que venia de al lado, de la florería, yo hice una cara pero no pregunte hasta que se volvió a producir un golpe mas fuerte, entonces don Javier me dijo en tono bajito, que seguramente era el florista que le estaba pegando a su mujer, que era un loco agresivo y la golpeaba seguido.
Yo me sentí con mucho odio, me daba mas asco aun el maldito gordo asqueroso, pero no podía hacer nada, luego la charla duro un rato mas y me fui. Me había quedado media mal, pensaba en esa pobre mujer y ese asqueroso y maldito sujeto. Paso una semana y llego un lunes, pensé en ir a ver a don Javier a la cerrajería, sabia que no estaban los borrachos así que fui a buscarlo. Entre al local y no había nadie, me resulto extraño, dije hola, pero nadie contestó, pensé que tal vez había salido a comprar algo, así que decidí esperar un poco.
De pronto escuche ruidos en la parte de atrás del local, como pude me asomé por una pequeña ventanita que había atrás, se podía ver el patio de una casa, de repente vi a el gordo asqueroso los pantalones bajados y una señora medio gorda como de unos 45 años, debía ser su señora, arrodillada y desnuda haciéndole una mamada, metía y sacaba un miembro de un enorme tamaño, debía ser como de 25 cm y gordísimo, me quede sorprendida de como cabía en esa boca aquel enorme miembro se veía una enorme cabeza roja y brillante por la saliva de la señora, el vil sujeto solo cerraba los ojos y su rostro era de puro placer mientras aquella señora devoraba ansiosamente su miembro el viejo solo exclamaba -¡¡Si puta cometela toda, o no vas a comer nada!! ¡¡AHHh mamamela así puta¡¡¡ ahhh!! Yo escuche eso y me pareció mas que humillante, era su esposa y la humillaba sintiéndose todo poderoso, yo no se como pude estar observando todo eso pero algo no me dejaba irme estaba boquiabierta sorprendida, habrían pasado como unos 10 minutos en los que yo estaba ahí viendo como esa señora se humillaba frente a ese maldito sujeto que era su esposo, el de pronto dijo -¡¡Abrí bien la boquita¡¡ Luego, sacó su enorme miembro de la boca de la señora y la empezó a masturbar, la señora estaba quieta, solo con la boca abierta esperando la descarga, no tardo mucho mas y empezaron a salir los disparos de semen del miembro del gordo y se los hecho en la boca y en toda la cara, ya después de haber descargado todo el viejo agarro su miembro y empezó a pasárselo por la cara de la señora y a darle golpes en las mejillas y en los labios con su verga la señora solo permanecía quieta, todo eso que estaba yo viendo en ese momento me pareció asqueroso y obsceno, yo estaba mirando cuando de repente, el tipo miro hacia la pequeña ventana y yo rápidamente como un impulso reaccione para quitarme de ahí no se si el me reconocería, pero me asuste mucho y me fui a mi casa con miedo. Me parecía demasiado asqueroso lo que acababa de presenciar en esos instantes y en mi mente solo recodaba aquella imagen de la señora totalmente sometida mamando ese enorme instrumento y también estaba sugestionada por si el gordo asqueroso quizás me habría visto espiándolo y tal vez me habría reconocido, llegue a casa con un estado de nerviosismo. Me fui a duchar y otra vez en la soledad imagine esa escena y otra vez volvió el miedo en mi.
Lo peor es que tenia que ir a ver a don Javier para darle unas cosas de mi papá, pensé en positivo y pensé que tal vez no había visto y mucho menos reconocido del todo y no supiera que era yo la que había estado observando, otra vez fui para lo de don Javier con una velocidad impresionante, pensé en dejar los papeles y correr a casa de nuevo, cuando estaba llegando a la cerrajería de el, estaba afuera el gordo florista sentado en la puerta de su local, el corazón latía por que tendría que pasar cerca de ahí y imagine tal vez me diría algo por haberlo espiado a el y a su mujer, pero no podía voltear, así que al verlo solo camine y al pasar me miró, se sonrió con una sonrisa bastante burlona y con eso y su mirada me di cuenta que el ya sabia que yo había sido la que había estado observándolo, voltee la mirada y seguí caminando, me metí en lo de don Javier le deje los papeles sin explicarle mucho y salí rápidamente hacia otro lado, cuando llegue a mi casa estaba asustada pensaba miles de cosas, como de que pensaría de mi el gordo que yo estaba ahí viéndolo y un sin fin de cosas. Como pude intente evitar ese pensamiento y seguí preparando todo para el otro día de clases. Al otro día luego de dar largas jornadas de clases me olvide un poco del asunto, así pasaron los días yo trataba no salir tanto, tenia miedo de toparme con el florista y otra vez sentir su mirada, los días fueron pasando seguía todo bien y de manera simple fui olvidando un poco lo que me había pasado unos días antes.
Una semana después era un lunes salí tarde de mi casa porque no llegaba a clases y en el momento de salir, con la violencia de sacar la llave se me cortó por la mitad, maldije mi suerte pero debía llegar al trabajo, ese día me había puesto una diminuta tanga porque me puse un pantalón ajustado blanco y no tenia que notarse tanto y una camisita ajustada rosadita con mis altos tacos, me veía muy bien, luego que trascurrió todo el día era obvio que tenia q arreglar la cerradura y la llave, así que tenia que ir a lo de don Javier a decirle tenia un pequeño temor de encontrarme con el florista, pero con fortuna mía estaba cerrada la florería, entre a lo de don Javier mucho mas tranquila, le explique lo que me había pasado y el fue hasta mi casa y en unos minutos arreglo todo, cambio la cerradura y me dio nuevas llaves, mientras que hablábamos y me contaba que el negocio seguía muy mal y hasta debía varios meses de alquiler, realmente estaba duro el trabajo. Luego lo acompañe hasta el local sabiendo que la florería estaba cerrada y el seguía contándome sus altibajos, me hacia sentir mal el pobre, pero nada podía hacer, luego de unos minutos mas de charla decidí volver a casa a comer algo, me fui saliendo tranquilamente, pero cuando salí el corazón volvió a latir fuertemente al ver al florista, justo sacando los carteles de su local a la calle, yo pasé caminando rápido y el me miró sonriendo, yo giré la cara y vi a través del vidrio del local como me devoraba con la vista mi trasero, con muy poca discreción, una mirada de morbo total, camine mas aprisa, no me desagrada que miren, pero con discreción, no como ese asqueroso sujeto.
Esa noche, no tenia mucho sueño, así que me quedé en el comedor leyendo una revista y escuchando música, ya me había olvidado de lo que había visto estaba mucho mas relajada, a eso de las 10 me agarró sueño, apagué la luz del comedor, fui al baño y me acosté. Estaba con la luz del velador prendida leyendo hasta que vi que me dormía, justo que la iba a apagar, miré a la ventana y había la sombra de alguien parado justo en la ventana. Lo veía entre las hendijas de la persiana, juntando fuerzas dije “Quien está ahí?, nadie me respondió y la sombra siguió ahí. Cuando me dispuse a tomar el teléfono, la sombra desapareció sin hacer ruido. Me quede muerta de miedo, sin saber que hacer. Esa noche fue terrible, me moría de miedo sin saber que hacer. Pero paso, el otro día fue mas normal, no me tope con el maldito florista, que me daba cuenta que últimamente estaba cerrada la florería, seguramente debía impuestos o cosas por el estilo ese maldito. No le preste mucha atención igual.
Cuando iba llegando la noche todo estaba tranquilo, iba a salir a tomar algo seguramente, así que luego de ver varias veces si todas las puertas estaban cerradas, decidí darme una ducha, preparé el baño y llevé ropa nueva que me había comprado para cambiarme adentro luego de salir de la ducha. Terminé de ducharme, me puse una tanga rosadita bien chica, un pantalón blanco finito y unos tacos altos, arriba me puse una remerita negra media escotada. Fui saliendo acomodándome el pelo y cuando termine de salir del baño sentí un ruido en el comedor, fui rápido y allí lo vi. Quedé dura del terror al ver a un tipo gordo con una pasamontañas que le cubría la cabeza, quise correr a la puerta pero me agarró del brazo y me dio una trompada en el estómago que me hizo perder la respiración, me tiró sobre un sillón, luego se puso delante mío y me dijo -¡¡Mira te portas bien, o te mato a golpes, esta todo cerrado y nadie me ha visto, así que es muy fácil!! Yo llorando lo escuchaba y mire para todos lados dándome cuenta de que estaban todas las cortinas y persianas cerradas, algo que yo no acostumbro a hacer, porque no se ve nada de afuera.
Temblaba de miedo, el sujeto seguía con su pasamontañas en la cabeza dando vueltas. Era bien grande, yo empecé a recuperar el oxigeno y antes de que pudiera gritar me dio un cachetazo diciéndome -¡¡Ni lo intentes zorra!! Yo temblaba de miedo entre lágrimas sin saber que hacer, mi corazón estaba a mil de miedo. Luego de mirarme fijamente mientras yo temblaba de miedo dijo -¡¡Si haces todo lo que te diga, nada malo te va a pasar!! Estaba con el pasamontañas, me levanto del sillón, intenté hacer un movimiento con la mano y me dio un cachetazo tan fuerte que me dobló la cara.
Yo lloraba sin saber a que me sometería ese sujeto. Entonces el sujeto mientras me tenia del brazo dijo -¡¡Sabes Laura, tienes unas piernas preciosas!! Me quede helada, sabía mi nombre. -¡¡Y esa cintura!! ¡¡Y esa cola, es fantástica!! Sentí como dio un paso hacia mí y luego paso sus manos en mi cintura. Yo rogaba un milagro mientras seguía quieta, presa del pánico. De pronto apoyo su bulto en mi trasero, pude sentir sobre mis nalgas su excitación, una fuerte excitación. El maldito me estaba apoyando descaradamente. Mientras me decía al oído -¡¡Tenes un cuerpazo, y siempre lo estas mostrando descaradamente….deberías cuidarte, podría pasarte algo!! El sujeto se reía descaradamente, ante mi miedo total. Luego de estar así, sin saber que intentaría conmigo me dijo al oído -¡¡Tenés un culo divino, paralo y movelo contra mi bulto!! Yo le dije -¡¡No, por favor basta!! El sujeto me apretó fuertemente el cuello y me contesto -¡¡Hacelo o te mato a trompadas!! Yo con muchísimo miedo y sintiéndome totalmente humillada comencé a menear mi cola como me había obligado, su bulto era grande, se podía percibir, yo temblaba mientras seguía haciendo lo que el maldito sujeto me pedía, me decía al oído
-¡¡Que precioso culo tenes Laura redondo, grande y paradito te tengo que decir que es excitante vértelo mover por la calle!! Yo supe entonces que el maldito sujeto me tenia estudiado los movimientos, tal vez era un psicópata, el miedo se apodero aun mas de mi, que no sabia que hacer. Mientras seguía admirando mi hermosa cola, tomo mis nalgas y las separó, para apoyar mejor, su grueso bulto que se le notaba en los pantalones. Mi cola se enterraba bajo su barriga horrible, mientras me apoyaba su miembro con mas fuerza, y decía -¡¡Uyyy….mueve tu culo Laura…menéalo como a los hombres nos gusta!! Yo seguía con su humillante petición y pare lo mas que pude mi cola, la empecé a mover suavemente de lado a lado mientras rozaba su pantalón. De pronto aparto su bulto de mi cola, se paro junto a mí, apoyo su mano sobre mi cola y empezó a estrujar cada una de mis pompas. Deje de mover mi cola, pero el sujeto dijo -¡¿Qué pasa?! ¡¡No he dicho que pares!! ¡Sigue meneando el culo PUTA! Yo seguí moviéndolo, mientras el disfrutaba apretándolo, estrujándolo y sobándolo a mas no poder. Luego volvió a ponerse detrás mío y sus manos me rodearon hasta atrapar mis pechos, yo no hice nada, permanecí inmóvil, mientras que el sujeto decía a viva voz -¡¡Que buenas tetas tenes Laura!! Me apretaba los pechos con énfasis, los amasaba fuertemente murmurándome al oído -¡¡Que tetas!..¡Son enormes y están bien duras! El sujeto me estaba humillando completamente, sabiendo que me doblaba en tamaño, todas las puertas y ventanas estaban cerradas de modo de que nadie escuchara ni viera nada, en otras palabras en esos momentos el sabia que me tenia absolutamente impotente entre sus manos, era suya, a no ser que me salvara un milagro, era suya para gozarme a su voluntad.
Eso me hacia llorar completamente sintiéndome casi muerta. De pronto el maldito sujeto me tomó del pelo fuertemente, tirandoló y me dijo al oído -¡¿Laura que te pareció como mi mujer me la estaba chupando!? ¿¡¡Te gusto!!? ¡¡ Y por eso observabas con la boca abierta!! Yo ahí recordé eso, entonces el sujeto era el maldito florista de la otra cuadra, me empecé a sacudir para todos lados y a gritar, entonces el tiró mi pelo y me dio un cachetazo fuertísimo que me hizo callar, se sacó el pasamontañas y volvió a amenazarme, pero esta vez con una navaja que tenia, mis posibilidades eran nulas, el sujeto tenia mucha fuerza, y me sacaba mucho en tamaño, estaba totalmente indefensa, justo cuando iba a gritar nuevamente el me dijo con vos violenta -¡¡Si gritas te mato a golpes!! Yo me quede helada con su amenaza, no sabia que hacer.
El se puso delante mío, y entonces me rodeo con sus brazos e hizo bajar sus gordas manos mis nalgas agarro cada una con una mano y las apretó fuertemente, en ese instante grité -¡¡Auxiliooo!! ¡¡Soltame loco!! El soltó mi cola y me agarró fuertemente del cuello y volvió a amenazarme apretando fuertemente casi dejándome sin aire, luego me miró fijamente y me dijo -¡¡No me importa nada ricurita, estas bien buena y te voy a gozar, yo te voy hacer gozar y vas a pedir mas verga como mi mujer lo pide a gritos!! Y rió vilmente, yo comencé a llorar sin sentido diciéndole que me soltara, pero el sujeto estaba como poseído completamente. Después el gordo mugriento de decir eso metió su cabeza sobre mis pechos y en un movimiento fugas mordió levemente uno de ellos a través de la tela, como un perro hambriento mordía levemente y succionaba mis pechos por encima de la camisa mientras que sus manos masajeaban rítmicamente mi cola, yo estaba quieta sin reaccionar ante aquella tremenda manoseada que me estaba dando aquel gordo feo y asqueroso sujeto, no podía creer como me podía estar pasando esto a mi, de pronto sentí como el sujeto aparto su boca de mis pechos y en un movimiento rápido jaló mi camisita, dejándome con mi sostén blanco y nuevamente volvió hacia mis pechos lamiendo y mordiéndolos ahora con un poco mas fuerza.
El sujeto lentamente empezó a conducirme a una pequeña mesita donde preparo a mis alumnos, de pronto sentí como sus manos se apartaron de mis nalgas y las llevo donde estaba el botón de mi pantalón, yo furiosa aunque aturdida por la situación saque sus manos violentamente, pero el mordió súbitamente mi pecho y me hizo intentar cubrirme arriba sacando mis manos de abajo a lo cual, el pudo desprender mi pantalón, luego sus manos subieron hacia mis pechos y rompió mi sostén, quedando mis pechos al aire libre. El me miró y dijo -¡¡Estás muy buena de verdad.
Tenés unas tetas divinas y un culo espectacular. Te voy a perforar toda muñeca!! ¡¡Tus tetas las voy a saborear como nunca te lo han hecho!! Agarro con sus gordas manos mis pechos, los chupaba y lengüeteaba yo sentía mucha repulsión, lo observaba como el locamente no paraba de chupar mis pechos, yo estaba casi sobre la mesa, de pronto el gordo asqueroso se aparto de mis pechos y vi como jaló violentamente mi pantalón, dejándome solo en tanga y tacos, el sujeto al ver mi pequeña tanga dijo
-¡¡Heee Laura si que sos una calienta pijas mira la tanguita que usas!! Yo seguía llorando ante sus viles comentarios, totalmente desmoralizada sintiéndome una cualquiera, estaba en sus manos completamente seguramente el asqueroso gordo que siempre odie me iba a poseer y hacer lo que el quisiera conmigo, como lo hacia con su gorda esposa, pero ahora tenia a una mujer mucho mas joven de 33 años y con un buen cuerpo, quizás el siempre estuvo con mujeres viejas y gordas como su mujer, pero ahora era todo lo contrario, ahora iba a gozar un cuerpo joven que en su vida hubiera soñado con tenerlo.
Luego el sujeto dijo en tono de burla y superioridad -¡¡Ahora si mami, prepárate a gozar como nunca!! ¡¡Te voy a clavar como nunca vas a pedir más!! Yo solo lo mire con cara de odio y resentimiento pero no dije nada, enseguida se aparto de mi y bajo su pantalón negro sucio y quedo en slip, yo miré hacia abajo y vi un gran bulto, como que algo intentaba salir pronto, luego se colocó entre mis piernas y pude sentir su enorme bulto en pequeños vaivenes me lo restregaba a la altura de mi vagina por encima de la tanga, estuvo un rato así hasta que se aparto de mi y se bajo el slip, ante mi apareció un enorme miembro de unos 25 cm. gorda, muy gorda y venosa, con la cabeza brillante debido al liquido preseminal que había arrojado, el sujeto me dijo con vos fuerte -¡¡Ahora mámala puta, sabia que te gusto mi verga por eso me estabas espiando el otro día!! ¡¡Ahora es toda para ti cometela!! Me dio asco hacer eso, le grite con violencia y seguridad -¡¡Estas loco degenerado!! El rápidamente con violencia agarró mi mano y la puso en su miembro, estaba caliente me empezó a dirigir mi mano de arriba abajo, el sujeto tomo mis hombros y los hizo hacia abajo y por mas que puse mucha resistencia, me terminó dejando arrodillada como el quería, mi mano subía y bajaba de su enorme miembro, yo estaba justo enfrente de aquel miembro, me daba asco el olor a mugre que tenia, la situación era muy morbosa y bastante asquerosa, nunca habría yo podido imaginar estar en una situación así, el me tomó la mandíbula me obligo a abrir mi boca, como pude ante su violencia en mi, empecé a chupársela, el sabor me desagrado completamente, quería vomitar, era muy desagradable y humillante, ese pedazo de carne no cabía en mi boca así que no me lo metía todo. Miré hacia arriba mirando al maldito sujeto y al verlo llore con mas fuerza al verlo con una sonrisa grande y cara de total locura y placer, mientras que comenzó a decir
-¡¡Así mamita ahhh ahgg mas rápido putita!! Eso me torturaba aun mas, eran escalofriantes sus viles comentarios, el acariciaba mi cabeza dirigía mis movimientos cada vez más rápidos, mientras que gemía fuertemente y yo seguía chupando lamiendo y succionando su asqueroso miembro, no podía pensar en nada que en lo asqueroso de la situación, yo chupándole el miembro a aquel gordo morboso, dándole mucho placer con mi boca algo que nunca había hecho porque me parecía humillante, sin saber porque, el sujeto paró y me levanto, me agarro de mi cintura y me volteo hacia la mesa de espaldas a el, sentía mucho miedo y asco, el dijo fuertemente -¡¡Tenes un culo perfecto, quiero que lo pares para mí!! Luego agarro su miembro duro y empezó a dar pequeños golpes en mis nalgas, luego dijo -¡¡Mové tu colita!! Yo con miedo empecé a menear mi cola en círculos levemente, el rápidamente empezó a golpear mas fuerte mi cola con su miembro. Era lo más bajo que pensé que me sometería, no podía creer que ese gordo se aprovechara completamente de todo mi cuerpo. Yo antes de que el sujeto siguiera torturándome dije -¡¡No por favor ya basta váyase, déjeme se lo suplico!! Pero el hizo oídos sordos a mis suplicas y se burlo contestando -¡¡No te preocupes Laura te va a gustar, vos solo para bien el culo y disfrútala!! Luego con sus manos jalo de los tirantes de mi tanga dejándola a medio muslo, el sujeto se quedo quieto y casi gritó -¡¡Ahhh bueno, que cola impresionante tenes Laura!! ¡¡Esta bien rico paralo más putita!! El sujeto estaba apunto de violarme, estalle en mas lagrimas y luego sentí que la punta de su miembro estaba en la entrada de mi vagina, yo me quede estática esperando que el hiciera la violación y se marchara, poco a poco fue metiendo su miembro dentro de mi vagina el dolor se hizo insoportable y grite un poco
-¡¡Aahhhyyy!! Entonces volví a suplicar gritándole entre dolor y bronca -¡¡Nooooo soltame por favor, basta!! El siguió metiendo su miembro gordo dentro de mi ser mientras que decía burlándose -¡¡AAhhh que apretadita estas Laura, que rico me la aprieta AHHH!! ¡¡Solo falta un poco mas para que te la clave toda putita!! El sujeto llego a meterla toda, haciéndome sentir un dolor terrible y la dejo ahí un rato esperando que mi vagina se acoplara un poco a aquella enorme verga en ese momento miré hacia atrás y vi como el maldito sujeto me tenia totalmente expuesta para el, después me tomo por las caderas y empezó a moverse rápidamente casi violento, yo rebotaba de atrás adelante sintiéndome una cualquiera, totalmente entregada por la violencia y el sometimiento, ahí estaba aquel gordo repugnante haciéndome, disfrutándome y gozándome a su antojo. Luego el sujeto soltó mis caderas y me tomó por los brazos y los jalo hacia atrás y ahí impuso un ritmo violentísimo haciéndome morir de dolor, yo gritaba adolorida y con mucho odio pero el seguía mas fuerte y gritaba -¡¡AAhhh que bonita te vez asiiiii disfrutándoola como una putita!! El me seguía violando con mucha fuerza metía y sacaba su miembro de mi vagina de una manera salvaje increíble yo solo gritaba, luego de un rato de ese enfermizo movimiento se detuvo, sacó su miembro, me volteó y me puso de nuevo de rodillas diciéndome -¡¡Ahora te toca tomarte esta leche que esta guardada para vos puta!!
Su miembro seguía parada igual, parecía no cansarse, la tome con una mano y la empecé a chupar con odio y humillada, quería morir, el al ver mi falta de cooperación grito -¡¡Más rápido putita mas rápido!! Yo seguí igual, entonces el maldito tomó mi pelo desde atrás, lo anudo a su mano e impuso el ritmo que el quería mientras gemía -¡¡AAhh Aohhh así perra asiii ahhhhh mas rápido!! Mis mejillas me dolían de estar chupando ese miembro tan grande y rápidamente hasta que sentí que el cuerpo del vil sujeto comenzó a convulsionarse y grito -¡¡Me vengo putita abre tu boquita yaaaaa ahhhh!!

Saco su miembro, tomó mi cara obligándome a abrir mi boca y comenzaron a caer sus disparos de semen, yo cerré los ojos y sentí los chorros, sentí un liquido caliente y viscoso en mis ojos, nariz y boca. El sujeto me trataba peor que a una puta haciendo cosas que no haría ni por dinero. El luego de terminar de humillarme dijo -¡¡Yaaa, ahhh ahora si Laura has quedado bien cogida y bañada de semen como vos querías!! Yo como pude lo mire con odio de muerte, el sonrío y siguió burlándose diciendo -¡¡Te vez linda con tu cara llena de leche!! Luego fuimos al baño donde me limpio la cara y los restos de semen de mi pelo. Luego me llevo a mi pieza, y seleccionó un pantalón rosado bien ceñido al cuerpo con una mini tanga roja y una remerita ajustada de varios colores, luego me dijo -¡¡Que rica estas!! ¡¡Laura me gusta mucho tu culo y tus tetas bien paraditas, parece mentira que te acabo de culiar!! Yo pensaba lo mismo parecía mentira como yo una mujer soltera de 33 años, linda con un cuerpo envidiable había caído en sus manos, en las manos de un gordo baboso y sucio, que debería haber sido un sueño algún día tocarme y poseerme y que ahora lo había logrado.

El sujeto se aproximo a mi me tomó por la cintura y me aferro a su gordo cuerpo mientras decía -¡¡Ay Laura sabes que, tengo mucha leche para darte y disfrutarte!! Sus palabras vulgares en el tono de burla como me las decía producían mas odio en mí, quería matarlo a ese sujeto asqueroso, pero no podía hacer nada y me quedaba quieta esperando que se marchara, pero el maldito tomó mi mano y la puso sobre su pene, diciendo -¡¡Sentí como me pongo de verte!! Yo lloraba solamente, mientras que el sujeto comenzó a acariciarme un pecho y luego empezó a morder mis senos por encima de mi remerita y los estrujaba desaforadamente, de pronto me arrancó mi remerita de un tirón salvaje, dejando mis pechos libres totalmente el miro mis pechos diciendo -¡¡Que preciosa estas putita eres una muñequita!! Y luego empezó a chupar mis pechos y morderlos como un desesperado total. Eso me asustaba mucho y me daba mucho asco lo vil del sujeto. Luego dijo en todo fuerte -¡¡Quiero que mi pene disfrute estos limones!! Y me tomo de los hombros, me hizo agacharme, ponerme de rodillas enfrente de el, luego el agarro su pene y empezó a golpear mis pechos, era una humillación de sometimiento, pero no podía hacer nada, de pronto dijo -¡¡Ahora quiero que me hagas una paja con tus lindas tetas, quiero ver lo puta que sos!! Puso su miembro hinchado entre mis pechos y tomándome de los hombros comenzó a moverme de arriba abajo rítmicamente. El sujeto me miraba y decía -¡¡Aaahhh que rico Laura sos toda una putita, te encanta la verga se nota mucho que necesitabas algo de esto, pero no te preocupes que yo te voy a dar una culiada que nunca olvidaras!!
Eso era más humillante todavía sus humillaciones verbales, su ironía y que el sujeto se sentía mi dueño, lloraba y no podía creer que esto me pasara a mí. En medio de la humillación que me daba dijo -¡¡Ahora voy a disfrutarte mas todavía, vas a tener toda esta verga adentro de nuevo, pero primero quiero disfrutar mas todo tu cuerpo!! Me levanto de donde estaba agarro mis piernas y sus manos fueron su subiendo hasta agarrar mi cola con sus gordas manos, la estrujo fuertemente y luego me giró violentamente y me agarró por detrás apoyando todo su asqueroso miembro sobre mi pantalón, podía sentir completamente la rigidez de su miembro entre mis glúteos, el sujeto estaba excitadísimo y sus manos recorrían mis pechos y todo mi cuerpo mientras seguía apoyando su asqueroso miembro en mi cola diciéndome al oído -¡¡Tenes un culo perfecto putita quiero que lo pares de nuevo!! Y me sujeto fuertemente del pelo tirando de el, yo lo hice sin dudar por el dolor y el siguió con su tarea de seguir disfrutando de tener a mi cola paradita completamente sobre su asqueroso miembro, el sujeto me refregaba su miembro y decía vilmente algo que me dejo helada y muerta de miedo -¡¡Laura siempre te veía pasar, con este hermoso culito, cuando usas estos pantalones de putita y pasas calentando a todos, no hago mas que pensar en él, pensando en mi pene todo adentro de este divino culito, y ahora por fin lo tengo!! Yo estalle en mas lagrimas, no lo podía creer el sujeto me iba a violar analmente también y le suplique que no, que por favor no, pero el estaba poseído por el deseo y me gritaba que me callara o me mataba a golpes, luego con respiración agitada comenzó a bajar el cierre del pantalón y bajándolo dio un violento tirón dejando mis pantalones en los tobillos, dejándome solo con la diminuta tanga roja que me había hecho poner el maldito, el sujeto se babeo mirándome, luego dijo -¡¡Te ves bien putita con esa tanguita!!
Siguiendo con su miembro apoyado en mi cola, se sentía el calor que despedía ese aparato, yo miraba el espejo de mi pieza viendo a ese gordo teniéndome completamente entre sus asquerosas manos, era indignante. De repente tomándome por la cintura me tiró violentamente sobre la cama, cayendo boca abajo rápidamente intente levantarme pero el sujeto ya estaba arrodillado casi encima mío con una de sus manos sobre la espalda yo mire al gordo baboso que estaba excitadísimo, no podía creer que su miembro estaba totalmente erecto con su cabezota completamente roja, el sujeto comenzó a acariciar mis glúteos agresivamente apretándolos y sobandolos a mas no poder mientras decía -¡¡Que buen culito tenes Laura, grande, duro y bien paradito!! Luego me dio par de palmadas en mis glúteos, para después seguir acariciandolos, el sujeto se puso de rodillas y empezó con su miembro duro a golpearla, el sujeto se divertía conmigo entonces dijo -¡¡Tenés un culito rico, volvelo a sacar para afuera, paralo!! Yo lo hice con mucho miedo, entonces el con sus manos abría mis nalgas y metía su miembro entre medio de ellas, yo sentía su enorme miembro y me invadía un escalofrió terrible y muchísimo pánico, mientras que moría de resentimiento al ver a ese maldito sujeto a través del espejo, veía a ese gordo inmundo teniendo mi cola bien paradita para el.
Luego siguió con sus caricias a mi cola mientras que seguía balbuceando cosas como -¡¡Que bonito culo!! ¡¡Quiero cogerte por acá, te lo voy abrir todo mamita!! De repente en un movimiento violento tomo mi tanga y la jaló dejándola en tobillos, luego empezó a acariciarse su miembro duro y empezó a ponerlo con su dedo dentro de mi cola, yo me movía para todos lados intentado huir, el sujeto se enojó y grito -¡¡Quédate quieta zorra!! ¡¡No te preocupes que te lo voy hacer delicioso, vas aullar de placer cuando lo tengas bien adentro!! Yo veía fijamente al espejo para ver todo lo que pasaba atrás de mí, con sus manos separo mis glúteos y fue poniendo la cabeza de su enorme miembro en la puerta de mi esfínter, luego presiono contra mi haciendo entrar su glande en mi cuerpo, yo con lagrimas solté un grito fuerte de dolor -¡¡AAAhhhyyyyyy aahhh aahhh!! El sujeto seguía lentamente introduciendo su enorme miembro dentro mío desgarrándome mientras decía -¡¡Quédate tranquila putita ahora vas a gozar cuando te lo meta todo, cuando entre toda voy a ser quien mas desearas que te culee estoy seguro!! Yo lloraba mas aun por sus comentarios y por el desgarre de mi hermosa cola que no aguantaba mas el dolor mientras que el gritaba de placer al sentir mi estreches -¡¡AAaaahhh putita, que rico me lo estas apretando, hooooo haaaa!!
Poco a poco siguió metiendo su enorme miembro dentro de mi pequeño esfínter, yo sentía un dolor increíble, mire hacia atrás y ya estaba casi toda dentro de mí, grite suplicando al maldito que me dejara -¡¡AAAhyyyyy ah soltame por favor!! ¡¡¡Soltame!!! Pero su miembro ya estaba dentro de mi, y se perdía entre mis glúteos, después de eso dejo su enorme miembro dentro de mi por un rato sin moverse, mientras que yo miraba por el espejo como me veía, era lo mas terrible que había visto, no lo podía creer, veía mi hermosa cola clavada por la enorme verga de ese gordo asqueroso y sucio que sonreía con aire de victoria, luego comenzó a moverse contra mi despacio, subía sacando casi todo su miembro y lo volvía a meter completamente en mi ser haciéndome dar gritos de dolor fuertísimos -¡¡AAAyy!! ¡¡AAAyy!! ¡¡AAAyy!! ¡¡AAAyy!! Luego el sujeto comenzó a moverse mucho mas fuerte contra mi mientras gritaba de gozo y decía -¡¡AAAhhh tómala putitaaa aaahh que rico se ve tu culito ensartado aaaaaahhhh siempre había soñado este momento asiiiiiiii ahhhh!! Yo lloraba y gritaba de dolor y humillación mientras el sujeto gozaba a más no poder teniendo mi cuerpo a su disposición y aprovechándolo completamente. El sujeto luego comenzó un movimiento desenfrenado, puso sus manos gordas sobre mi espalda y se monto sobre mí aplastándome, su pelvis se movía violentamente contra mí, mientras que gritaba fuertemente
-¡¡Que culo infernal tenes Laura, por Dios!! Y se escuchaba ese asqueroso ¡plop! ¡plop! ¡plop! Por las estocadas salvajes que recibía, los cachetes de mi cola vibraban con cada penetración. El sujeto estaba todo traspirado y medio cansado pero seguía gozando y gritando cosas, me dijo -¡¡Te vez mas linda así, con un macho clavándote así… Ooooohhh, que rico me lo aprietas, este culito es mío!! El gordo asqueroso aullaba de placer, y así estuvo por lo menos 20 minutos aplastándome y penetrándome violentamente, cuando de repente dijo -¡¡Prepárate putita que te voy a bañar de leche!! Y grito -¡¡AAahhhhhhhhhhh!! Yo sentí como un chorro de semen caliente invadía mi interior, después saco su miembro dirigiendo las siguientes descargas hacia mis nalgas, las baño de semen, luego empezó a esparcírmela y a golpearlas con su verga en todo el contorno de mis nalgas. Luego cayó rendido agitado al costado mío, y me explico como había planeado todo, como había conseguido la llave, mientras que yo no podía hacer nada estaba muerta de dolor, el sujeto luego se vistió y me amenazo de muerte diciéndome que sabía todos mis movimientos y tenia varios amigos que podían hacer el trabajo sucio. Yo me quede llorando a más no poder muerta de dolor y miedo.
Hechos ficticios.
 

El cambio de mi vida: De auditora a puta (POR GOLFO Y VIRGEN JAROCHA)

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PORTADA ALUMNA2Antes de nada, la foto que ilustra este relato es REAL. Patricia existe, es la autora que me ayudó en este relato. Solo Sin-t-C3-ADtulo37esta foto es suya el resto es de una modelo. Se mantendrá subida solo el tiempo que ella quiera,  podeis escribirla a la cuenta que ha abierto para responderos:

virgenjarocha@hotmail.com
 
Nunca debí iniciar ese juego. Me pareció fácil provocar a ese hombre, negando la existencia de sus poderes y ahora estoy en sus manos.  Antes de explicaros lo que me pasó y como caí en las manos de ese tipo, quiero presentarme. Me llamo Patricia y soy una chava mexicana que habiéndome reído, desde niña, de la gente que creía en facultades paranormales, llegué  una desdichada tarde a una conferencia que daba él con unas amigas.
Todavía recuerdo el recelo con el que escuché su discurso donde no solo aceptaba que hubiese personas superdotadas capaces de manipular la mente de los demás sino que casi al final de su conferencia, reconoció ante el público que el mismo poseía ese poder. Ahora me arrepiento pero ante semejante insensatez fui incapaz de reprimir una carcajada al oírlo.
-Parece que entre el público tenemos una escéptica- respondió bastante enfadado- ¿Puede pasar al estrado?
Confiada en la inexistencia de esos poderes, subí los cuatro escalones riéndome.  En mi fuero interno estaba nerviosa pero fingiendo un aplomo que no sentía, me enfrenté con descaro a su presencia. Todavía recuerdo que ese día me había vestido con un vestido rojo con un escote que hacía las delicias de todos los que me miraban. Fernando no fue una excepción, al verme subir se me quedó mirando el canalillo como ya habían hecho mis compañeros de trabajo esa mañana.
-Se equivoca señorita si cree que soy un farsante- me dijo nada más llegar a su lado.
-Disculpe si no le creo- respondí con una sonrisa en mis labios y tratando de hacerme la dura, le pregunté si sabía lo que estaba pensando.
Mirándome con desprecio, me contestó:
-Pídame algo más difícil. Cuando subió, se fijó en el modo en que la miré y decidió que era igual que sus subordinados del departamento de auditoría.
Reconozco que me quedé perpleja de que supiera a que me dedicaba pero pensando que conocía a alguien de los que me acompañaban, di por sentado que ese cabrón había hecho trampa. Ya enfadada, me planté frente a él y le pedí que me dominara.
El muy cabrón soltó una carcajada y dirigiéndose a su audiencia, les preguntó:
-¿Desean una demostración?
Unánimemente, el gentío respondió que sí y entonces el orador se dio la vuelta y mirándome a los ojos, me soltó:
-Señorita, ¿Da su email personal al primero que se lo pida?
Indignada, contesté que no. Tras lo cual, destornillándose de risa, me preguntó:
-Entonces ¿Por qué me lo acaba de gritar?
-No lo he hecho- respondí ya francamente enojada.
-Me lo ha dado mentalmente- contestó luciendo una sonrisa- ¿virgenjarocha@hotmail.com no es el correo que usa para sus andanzas?

Ya aterrada traté de negarlo pero todo el mundo se percató que mentía y por eso casi huyendo, volví a mi asiento. Hundida en la miseria, me senté mientras trataba de averiguar cómo era posible que ese sujeto conociera ese mail porque solo lo utilizaba en casa y para meterme en foros de sexo.
Sin darme cuenta del paso de los minutos, la conferencia terminó y entonces perdiendo la oportunidad de escapar, Fernando se acercó a mí, diciendo:
-Le pido perdón por si me he pasado pero es que llevo muy mal que la gente se ría de mis poderes.
Quise contestarle una fresca pero al mirarle a los ojos, no fui capaz y disculpando su falta de tacto, le dije que no pasaba nada. Ahora me doy cuenta que ese patán se aprovechó de su físico y consciente de que le había examinado a fondo, me preguntó si me molestaría que él me escribiera de vez en cuando. Ante mi cara de pavor, siguió diciendo:
-Patricia no tienes nada que temer. Yo vivo en Madrid y tú en Xalapa. Ya que no crees que tenga las facultades de las que hablo, los ocho mil kilómetros que no separan serán tu garantía.
Aturdida por lo sucedido pero sobre todo por qué me hubiese pillado intentando averiguar si el bulto que lucía bajo su pantalón era o no una erección, ni siquiera me digné a contestarle y cogiendo mi bolso, salí despavorida del lugar. Ya en mi carro, me di cuenta que me había llamado por mi nombre y todavía con más confusión en mi mente, me fui directamente a la cantinita, un bar de mi ciudad donde suelo ir a despejarme.
Nada más entrar, pedí al mesero una cerveza y con ella en la mano, me senté a recapacitar sobre ese extraño suceso. Ya en la mesa, traté de comprender como sabía tanto de mí e increíblemente empecé a pensar en él como hombre.
“Está bueno y nada más” me dije para convencerme que la atracción que sentía por ese desconocido no tenía nada de paranormal. Desgraciadamente bajo mis pantaletas, mi sexo opinaba diferente e intentando evitar que alguien me notara que estaba cachonda, cerré mis piernas. Fue un error porque al hacerlo y mis muslos apretar mis labios, sentí que me venía. “¡No puede ser”, exclamé mentalmente al notar los primeros síntomas del orgasmo y ya totalmente acalorada tuve que refrescar mi vulva con el frio de la botella de Corona.
Eso fue mi perdición, al sentir la dureza del cristal, me imaginé que era su pene y sentada en esa butaca mientras me tapaba con la falda, me masturbé pensando en ser suya. No me reconozco en la mujer que esa noche se corrió en público y menos en esa muchacha asustada que tratando de olvidar el placer que acababa de sentir, se lanzó a bailar y a coquetear con los presentes.
Afortunadamente, uno de los ejecutivos que estaban en ese lugar al verme tan “desenvuelta”, intentó aprovechar la feliz circunstancia y mientras hacía que bailaba conmigo, me tocó el trasero. Al notar su mano en mi nalga, se rompió el embrujo y sumida en el llanto, salí corriendo rumbo a mi departamento. Me avergüenza confesar que ya en la seguridad de sus paredes me tumbé en mi cama a llorar pero al hacerlo y buscar un motivo a mi actitud, volví a pensar en ese oscuro sujeto y nuevamente me volví a excitar.
Tratando de calmar la calentura que recorría mi entrepierna,  me fui a duchar. Bajo el chorro de la regadera, seguí pensando en ese tipo e involuntariamente, dejé que mis manos acariciaran mis pechos. Como si fuera una película, le vi desnudándome lentamente y separando mis rodillas, soñé que era él quien me estaba tocando. Al sentir mis yemas separando los pliegues de mi sexo y mis propios dedos dentro de mi vulva, comprendí que estaba perdida si en verdad ese hombre tenía los poderes de los que hablaba. Sin ser capaz de reprimir el deseo que me corroía, me apoderé de mi hinchado botón y jadeando bajo la ducha, me corrí por segunda vez en una hora.
Intento averiguar cosas de él y eso fue su entrada.
Después de una noche en vela, en la que apenas pude dormir, me dirigí más cansada de lo normal a las dependencias de gobierno donde trabajo. Una vez allí, me encerré en mi despacho y con la soledad que eso me confería, decidí descubrir como ese capullo había sabido mi nombre, mi mail y mi chamba. Alguien debía de habérselo contado y por eso lo primero que hice fue llamar a cada una de las amigas con las que había acudido a ese salón de conferencias.
Después de una hora, estaba totalmente confusa al haber recibido puras negativas. Ninguna de las chavas con las que fui aceptó ser ella la que hubiese hecho esas confidencias. Encabronada por minutos, colgué el teléfono a la última con el convencimiento de que mentían y olvidándome de la rutina, me puse a bucear en internet con la intención de averiguar algo más de ese hombre.
Desgraciadamente, la web tampoco me sirvió de nada. Lo único que encontré fue su biografía y varios artículos en los que le tachaban de farsante. Por lo visto Fernando Alcázar había sido un reputado catedrático de psicología de Universidad hasta que sus novedosas ideas sobre el comportamiento de masas habían provocado una dura polémica por lo que el rector de esa institución creyó conveniente cesarle. En ellas, Alcázar sostenía que solamente con televisión se podía manejar a un país a su antojo, nadie podría llevar la contraria al gobierno si utilizaba las técnicas que él proponía.
Su cese fue contestado por una gran mayoría de los estudiantes a su cargo y tras unos disturbios en lo que hubo hasta un muerto, el profesor decidió pedir una excedencia. Ya fuera de la universidad, empezó a dar conferencias y parecía ser que había creado un grupo de opinión que todo el mundo consideraba una secta. Había recibido  muchas denuncias por parte de las familias de sus adeptos. Según ellas, Fernando Alcázar no era más que un gurú que había lavado el cerebro a sus hijos. Lo cierto es que si leías sus ideales, parecía una panda de fanáticos antisistema.
Bastante desilusionada, decidí zanjar el asunto y olvidarme de ese sujeto. De forma que la rutina del trabajo y los problemas que me estaba causando una auditoria a la secretaria de seguridad pública, me hicieron aparcar en un rincón de mi mente a tan extraño individuo. Durante todo ese día, estuve francamente atareada y fue al terminar de trabajar cuando volví a pensar en él y en la rara excitación que me produjo.
Afortunadamente, de mi mente había desaparecido por completo dicha atracción y ya más relajada, me fui a tomar unas birras con un amigo. Como Alberto era un encanto, esa noche fue muy agradable y tras varias cervezas y unos tacos en “El Asador”, decidí volver a casa. Había estacionado mi carro en Ávila Camacho y por eso le dije a mi conocido que no hacía falta que me diera un aventón.
Iba tranquilamente caminando por sus aceras al no ser tarde, cuando de pronto vi bajar a ese tipo de un destartalado Malibú. Alucinada por encontrármelo en ese sitio, le pregunté si me estaba siguiendo. El sujeto me miró como si estuviera loca y bastante enfadado, contestó:
-Seño, a usted no la conozco-.
Me quedé aterrada, aunque estaba convencida que era él, su voz tenía un marcado acento chilango que para nada se parecía al tono duro que los españoles tienen al hablar. Creyendo que me estaba tomando el pelo, insistí:
-¿No es usted Fernando Alcázar?
-Se confunde. Mi nombre es Aurelio Valle.
Confusa y desconcertada, abrí mi auto y casi histérica, me metí en él. Durante unos minutos fui incapaz de arrancar. No me podía creer que me hubiese confundido pero el modo en que se había reído de mí al ver mi error, me hizo dudar. Os juro que llegué a pensar que todo era una broma. Con los nervios de punta, manejé hasta mi departamento y ya en él, me encerré. El sonido de los cerrojos me dio una tranquilidad ficticia que no tenía y acomodándome en el sofá del salón, me puse a ver la tele. En el canal de las estrellas, estaban pasando una telenovela y sin ganas de tragarme ese aburrimiento, decidí encender mi computadora.
Al abrir el Outlook, hallé que Alcázar me había escrito y con una mezcla de asombro, espanto y curiosidad, vi que era un archivo de video.  Nada más empezar, me encontré que era un primer plano de ese hombre donde se dirigía a mí, diciendo:
-Patricia, me he tomado el atrevimiento de contactar contigo de esta manera porque sigo creyendo que la escritura en menos personal y mas fría. Me imagino que ahora mismo tendrás dudas sobre si tengo o no poderes. ¿Verdad?
Para entonces, un sudor frio me recorría de arriba abajo. Estuve a punto de apagar pero algo me obligó a continuar.
-Siento que tenga que ser de esta forma. Me hubiese gustado que te hubiera acercado a mí con respeto pero teniendo en cuenta tu descortesía, tendrás que perdonar la mía. Cómo ya habrás descubierto, no solo eres incapaz de dejar de pensar en mí sino que estoy seguro que me estás empezando a ver en todas partes. Lo siento pero va a ir a peor, llegará el momento que todos los hombres con los que te encuentres tendrán mi cara.
El muy cabrón tomó un sorbo de agua para continuar:
-El castigo a tu osadía, consistirá también en que te vas a encontrar en un estado permanente de excitación y solamente masturbarte pensando en mí, podrá aliviar el escozor de tu entrepierna. Pero como no soy un ser perverso, si deseas que acabe, solo tienes que pedírmelo personalmente. Te espero en Madrid.
Tras lo cual, Fernando Alcázar me lanzó un beso a través de la pantalla. Indignada, cerré la computadora y fuera de mí, maldije a ese malnacido mientras me estremecía por la sentencia que escondían sus palabras.
“¿Quién narices se cree ese condenado para hablarme así?” pensé mientras me iba a la cama y tratando de convencerme de que había usado un doble para hacerme caer en una trampa, me reí de su amenaza. “Tengo que reconocer que se trabajó la broma”,  me dije buscando un sentido a lo ocurrido.
Esa excusa, me permitió dormir aunque en mitad de la noche, ese mentalista se introdujo en mi sueño y sin poderlo evitar me vi con él entre las sábanas:
-¡Estoy soñando!- exclamé en mi sueño al sentir sus manos acariciándome los pechos.
-¿Tú crees?- contestó muerto de risa mientras sus dedos se apoderaban de mis pezones.
Aunque era consciente que nada de eso era real, sentí un latigazo en mi entrepierna al notar su caricia. La forma tan sensual con la que me pellizcó mis aureolas, asoló mis defensas y convencida que no había ningún peligro en dejarme llevar por mi imaginación, sentí su lengua recorriendo los bordes de mis pechos mientras sus manos bajaban por mi espalda.  La temperatura de mi cuerpo subía por momentos. Ese tipejo era capaz de calentarme  a distancia con sus besos y yo los sentía tan reales que incluso me daba miedo. Rendida a sus encantos, gemí al sentir que sus dedos se hacían fuerte en mi trasero.
Traté de despertarme al sentir que si ese sueño se prolongaba iba a correrme:
-No quiero- grité temiendo que mi cabeza sería incapaz de pensar con claridad, si seguía tocándome.
– Patricia, ¡Relájate!- me soltó en voz baja ese Fernando irreal- soy parte de tu imaginación.
– Estoy nerviosa y tengo miedo- contesté.
– Lo sé, pero no tienes nada que temer –dijo sonriendo- ¡Estoy al otro lado del mundo!
Sus palabras no consiguieron tranquilizarme y por eso cuando separándome el pelo, Alcázar me mordió en la oreja,  me estremecí. Mi amante ficticio no se quedó ahí y bajando sus labios por mi cuello, lo recorrió lentamente, poniéndome cada vez más nerviosa pero también más excitada. Su mano había vuelto a apoderarse de mi pecho y lo acariciaba rozándolo con sus yemas. Fue entonces cuando puso mis manos en su cintura y me ordenó que le quitara la ropa.
Reconozco que obedecí y desbocada por la pasión, me mordí los labios al verle con el dorso descubierto. Apreciando mi calentura, me agarró y me sentó sobre él a horcajadas. Sin casi poder respirar, le miré pidiendo una tregua.
-Lo estas deseando- me soltó – Desde que me viste, deseas ser mía.
-¡No es cierto!- exclamé a la defensiva.
-Te voy a follar, putita- susurró a mi oído -¡Desnúdate para mí!
-¡No!- contesté con la voz pero mis manos desobedeciendo a mi mente, desabrocharon mi camisón y sacándomelo por la cabeza, me quedé en pelotas sobre el colchón.
Tragando saliva, esperé su siguiente paso. Fernando me miró  y cogiéndome de la cabeza,  acercó su boca a la mía mientras ponía su mano en mi pecho, ahora desnudo y con una sonrisa en sus labios, escuchó el gemido que salió de mi garganta.
-Tienes una tetas perfectas- dijo satisfecho de mi entrega mientras su lengua se volvía a apoderar de mi erecto pezón. Al verle bajar por mi cuerpo comprendí cual iba a ser su siguiente paso y por eso sabiéndolo estaba más nerviosa me ponía.
– Tranquila, vas a disfrutar como nunca- me soltó sabiendo de mis reparos.
– ¡Esto no es real!- exclamé al sentir noté una mano bajando por mi estómago mientras la otra me acariciaba los muslos. Al percatarme de que me estaba separando las rodillas, traté de evitarlo pero una orden directa suya evitó que las cerrara.
Fue  entonces cuando su mano derecha bajó por el ombligo y rozó el interior de mis muslos. Al sentirlo, temblé de placer y ya dominada por la excitación, quité todos mis reparos. Ese hombre, comprendió su victoria y separando con  sus yemas los pliegues de mi sexo, acarició mi humedad. Al  escuchar mi suspiro, sonrió y me hizo mirar a sus ojos mientras sus dedos  no dejaban de torturar mi clítoris.
Intenté morderle como un último intento de evitar sus caricias:
-No puedes hacer nada por evitarlo… -dijo muy seguro: -Lo quieras o no, ¡Vas a ser mía!
-Por favor, ¡No!
Seguía negando que estaba cachonda pero aun así separé mis muslos ofreciéndome por completo. Fernando Alcázar no se hizo de rogar y deslizándose por mi cuerpo, me besó los bordes de mis pliegues  mientras volvía a recoger mi botón entre sus dedos. Al escuchar mi nuevo gemido, se dejó de prolegómenos y lo acarició, sorbió y lamió todo el tiempo que quiso. Completamente excitada, comprendí que  no podría seguir aguantando mucho más. Al borde del colapso, moví mis caderas deseando que llegara. Fernando lo notó y acelerando el ritmo de su lengua, me llevó desbocada hacia mi primer orgasmo con su lengua mientras, avergonzada, me agarraba a las sábanas y trataba de que no lo notara.
-Tienes un conejito muy rico – me soltó relamiéndose los labios.
-¡Eres un cerdo!- contesté a ese hombre producto de mi imaginación
A modo de respuesta, Alcázar metió con suavidad dos dedos en mi coño,  provocando un nuevo suspiro y sin dejarme de mirar con una sonrisa en sus labios, me susurró:
-Aunque lo niegues, ¡Me deseas!-
Siendo cierto, no se lo podía confirmar por mucho que la humedad de mi entrepierna me traicionara. Asustada y deseosa, le vi incorporarse y cogiendo su pene entre sus manos, acercarlo a la entrada de mi chocho:
-¡Hijo de perra! ¡Ni se te ocurra!
Mi lenguaje soez y mi negativa espolearon su lujuria y colocando la punta de su enorme glande en la entrada de mi cueva, la forzó lentamente, de forma que pude sentir el paso de toda la piel de su tranca rozando mis adoloridos labios, mientras me llenaba.
¡Dios Mío!- aullé  al mismo tiempo que el magnífico pene chocaba con la pared de mi vagina.
No tardé en sentir sus huevos rebotando contra mi culo al ritmo de sus embestidas. Con mi coño convertido en un frontón, sollocé dominada por el placer. Mi captor, conocedor de mi total sumisión, siguió  apuñalando mi interior con su estoque. Mi orgasmo fue brutal, desgarrador al coincidir con el suyo. Su templado semen me quemó al sentirlo rellenando conducto. Cada una de las descargas con las que regó mi interior, me produjo un estertor y licuándome al sentirlo, chillé y lloré a los cuatro vientos mi placer.
Fue entonces cuando diciéndome: – ¡Hasta mañana! ¡Putita mía!- se despidió de mí, desapareciendo de mi lado.
Avergonzada por añorar su presencia, me desperté sola entre mis sabanas. No sé si lloré dando gracias porque todo había sido un sueño o del dolor que sentí al percatarme que nada había sido real.
Su dominio se extiende:
Sin haber casi descansado, me desperté ese viernes con la sensación de que mi vida estaba hecha pedazos. No podía dejar de pensar en él y aunque me doliera reconocerlo, estaba cachonda. Al recordar el sueño, mi entrepierna se llenó de humedad y con una mezcla de disgusto y de terror, terminé de vestirme combatiendo las ganas de masturbarme.
“¡No es posible!” exclamé al hacer la cama y ver en la sábana una enorme mancha de flujo que asemejaba una corrida. “¡Alcázar no ha estado aquí!”, me dije mientras la quitaba y la llevaba a la lavadora.
Temblando, desayuné mientras deseaba que todo quedara en una siniestra pesadilla producto de mi subconsciente.  Agarrando las llaves de mi carro, salí del departamento. Ya en el ascensor, me reí histérica de mis miedos y más confiada por la luz del día, salí al portal.
Pedro, el conserje, estaba limpiando los cristales. Al verme, me saludó como hacía todos los días pero al voltearme a devolverle el saludo, la cara que me sonreía  tras ese uniforme, no era la suya sino la de ese pérfido sujeto.
-¿Se encuentra bien Doña Patricia?- preguntó el portero extrañado de la cara de espanto con la que le miré.
No pude contestarle y saliendo a trompicones hacía el aparcamiento, me subí en mi coche. Hecha un mar de nervios, arranqué y hui despavorida de allí. Aal llegar a las dependencias de gobierno donde trabajaba, respiré aliviada al ver que mis compañeros seguían siendo ellos y que esa maldición todavía no me había afectado hasta esos extremos.
Tratando de conseguir ayuda, recordé que “Golfo”, un amigo de la web vivía en Madrid. “Quizás él sepa algo de ese maldito”, pensé ya que ese autor de relatos eróticos estaba bien conectado en la ciudad donde Fernando Alcázar, tenía su base. Y saltándome una norma auto impuesta que me prohibía usar mi mail personal en el trabajo, nada más acomodarme en mi silla, entré en Hotmail y le escribí pidiendo su auxilio.
“Golfo, ¡Necesito tu ayuda!” tecleé en el título, tras lo cual brevemente le expliqué que me ocurría y al acabar, le rogué que me averiguara si sabía de casos semejantes al mío o como combatirlo, tras lo cual le día al enviar. No había terminado de salir, cuando ya me había arrepentido:
-¡Va a creer que estoy loca!- maldije en silencio, pensando que de recibir yo un correo semejante, eso sería lo que pensaría.
Cómo no podía hacer nada más, decidí ponerme a trabajar y llamando a mi asistente, le pregunté si ya había llegado mi visita. Esa mañana había quedado con el Coronel Ramirez, un sujeto poco recomendable sobre el que tenía pocas dudas. Era un corrupto pero estaba bien relacionado.
-No, señora. Ha llamado que llega tarde.
Su retraso me permitió repasar el expediente. Ese militar tenía que aclarar una serie de gastos de difícil justificación pero aunque le había pillado, debía de andar con pies de plomo porque su padrino era el Secretario de Seguridad Pública del Estado. Conociendo que en estos casos había que nadar guardando la ropa, decidí que si ese hombre no podía justificar esos montos, haría  dos únicas copias del informe, una que se la mandaría a mi jefe y otra que guardaría bajo buen recaudo. Si de ese escrito se deducía una imputación, que fuera mi superior quien lo acusara. La política en México, además de sucia, es peligrosa.
Sobre las diez de la mañana, mi secretaria me avisó de su llegada y previendo problemas, le pedí que le llevara a una sala de reuniones. Antes de encontrarme con ese “servidor del orden” pedí a un subalterno que me acompañara. No quería quedarme a solas con él, no fuera a ser que aprovechara la oportunidad para amenazarme.
Al entrar en la habitación con Miguel, volvió por tercera vez la pesadilla. En vez del gordo seboso de Ramirez, era Fernando Alcázar el que estaba cómodamente sentado en una de las sillas.  Supe de quien se trataba al estar vestido de militar y fingiendo una tranquilidad que no tenía, me acomodé frente a él. Con un sudor frio recorriendo mi cuerpo, empecé a exigirle que me aclarara los dispendios de su departamento.
El sujeto francamente alterado, me soltó que él solo tenía que rendir cuentas a su superior y negando mi autoridad en ese asunto, se levantó encabronado y pegando un portazo, abandonó la sala. Respiré aliviada cuando lo hizo y mirando a mi ayudante, le pedí que hiciera un acta de lo sucedido, tras lo cual, le dejé haciéndolo y sin levantar sospechas me dirigí al baño.
Una vez encerrada en uno de sus compartimentos, me eché a llorar. No solo mis alucinaciones iban de mal en peor sino que con ansiedad recordé que mientras estaba con ese corrupto, me había excitado porque en vez del gordo quien me había devuelto la mirada era el maldito mentalista. Al cabo de un rato, volví a mi despacho completamente desmoralizada. Si tal y como había predicho ese hijo de perra, en pocos días solo vería su cara en los demás hombres, me sería imposible conservar un mínimo de cordura.
Al mirar mi email, Golfo me había respondido. Creyendo que podría ser importante, dejé todo a un lado y abrí su email.
-Querida Virgenjarocha- me contestaba. –Me sorprende que me preguntes si conozco a Fernando Alcázar. No recuerdas que hace más de dos meses, te envié un video con una de sus conferencias y a raíz de ello, hemos discutido sus teorías.
Al leerlo, un escalofrío recorrió mi espalda. Y sabiendo que mi amigo no ganaba nada mintiéndome, releí los correos que me había cruzado con él durante el último mes. Cada vez más aterrorizada, descubrí que durante los últimos treinta días, Golfo y yo habíamos polemizado sobre la verosimilitud de sus planteamientos ya que  Alcázar, antes de dejar la universidad, sostenía que se podía lavar el cerebro a gran escala a una multitud solo con imágenes subliminales.
Mis prejuicios me habían hecho negar esa posibilidad y por eso, Golfo me había estado mandando toda la información que pudo recopilar. Según el historial de mi computadora, había visualizado al menos dos docenas de sus conferencias.
-¡No me acuerdo!- exclamé totalmente confundida.
Pero lo que realmente me dejó aterrorizada fue mi último mail. En él, le decía a mi amigo que esa tarde iba a acudir a con una amigas a verlo in situ y muerta de risa, le informaba que pensaba desenmascararle.
-Ten cuidado. Ese tipo es un mal bicho- me había contestado mi amigo desde Madrid.
Para entonces, mi estado de nervios era tal que no podía seguir trabajando e inventándome que estaba enferma, volví a mi departamento. Nada más llegar, me tomé un tranquilizante y tumbándome en la cama, me quedé dormida hasta bien entrada la tarde. Al despertar, estaba hambrienta y como no tenía comida en casa, decidí irme a un restaurante. Os juro que al salir de la seguridad de mi hogar, temí que se volviera a reproducir la pesadilla pero al ver en la portería que era Pedro quien estaba leyendo el periódico y no ese maldito, respiré más serena.
-Lo único que necesitaba era descansar- pensé mientras salía a la calle.
Y en la acera, miré a mi alrededor. Nada parecía ir mal, los sujetos con los que me cruzaba eran personas anónimas con sus rostros y no la siniestra cara de ese jodido español. Con una alegría desbordante, entré al centro comercial de Las Américas y ya en él, me decidí por un Sanbor´s. como tenía hambre, pedí una arrachera con nopales y me puse a comer.  Recapacitando sobre lo ocurrido en los últimos dos días, comprendí que de no solucionarse, iba a tener que acudir a un psiquiatra.
-¡Me estoy volviendo loca!- exclamé en voz alta.
Al terminar, pagué la cuenta y como todavía eran las seis, decidí tomarme una cuba en una de las terrazas del centro comercial. Reconozco que la primera no me duró casi nada porque tratando de aguar mis penas en alcohol, me la bebí de un tirón. Ya con relajada por el Ron y mientras pedía al mesero que me trajese otra, me puse a mirar a mi alrededor. En una esquina descubrí que un bellezón de hombre me observaba. Al sentir su mirada, me entró una calentura brutal y obviando cualquier tipo de decoro, lo invité a mi mesa. Víctor no se hizo de rogar y acercándose a donde yo estaba, se sentó a mi lado. El sujeto resultó que además de estar bueno era un encanto y por eso tras otras dos cubas, lo invité a mi casa.
-¿Estas segura?- preguntó dotando a su voz de un tono pícaro: -Si voy, ¡Seré muy travieso!
-Eso espero- respondí pasando  mi mano por su entrepierna.
La dureza que hallé bajo su pantalón, me hizo suspirar de gusto anticipando el placer que iba a obtener. Mi acompañante, también excitado, pagó la cuenta y llevándome hasta su coche, me besó con pasión.  Afortunadamente, ese centro comercial estaba cerca porque de haber tardado dos minutos más, me lo hubiera tirado en mitad de la calle.
Nada más entrar a mi departamento, me lancé a su cuello y restregando mi seco contra su cuerpo, descubrí una verga enorme y dura.  Atenazada por los nervios, me agaché y desabroché su bragueta.  Su polla salió disparada como por un resorte y al verla tan rígida frente a mí, me relamí los labios al imaginarme cómo me sentiría con ella en mi boca.  Deleitándome de antemano con su sabor, me levanté y abriéndome el vestido, le ofrezco mis pechos.
Sonriendo, el desconocido rozó mis pezones con la punta de sus dedos y pegando un suspiró, observé a sus manos metiéndose por mi escote. Ya con sus dedos sopesando mis chichis, bajó su cara y besó mis pechos. Fue delicioso sentir su lengua lamiendo mi pezón. El gemido que salió de mi garganta, azuzó sus caricias y ya sin ningún recató, se puso a mamar alternando de un seno a otro.
Ya totalmente dominada por la lujuria, me quité las pantaletas y desesperada, le pedí que me follara.  Con mis niveles de excitación al máximo, me apoye contra la mesa del comedor y separando mis rodillas, sonreí al ver que cogía su pene entre las manos y acercándolo a mi sexo, se disponía a penetrarme.
El tipo colocó su polla a la entrada de mi coño, recreándose en esos últimos instantes previos y pegando un suave empujón, comenzó a penetrarme lentamente. Nunca había estado tan excitada y por eso al sentir ese enorme maromo abriéndose camino en mi interior, deseé que se diera prisa y rellenara mi estrecho conducto con su extensión. Viendo mi entrega, me la enterró por completo, lo que me hizo pegar un grito que tuve que ahogar mordiéndome el labio.
-¡Te gusta putita!- me dijo satisfecho.
Al mirarle, me quedé gélida al descubrir que era Fernando Alcázar el que me estaba follando. Mi primera reacción fue de rechazo y pegándole un empujón me zafé de su acoso. El sujetó creyó que era parte de un juego y atrayéndome nuevamente, volvió a meter su miembro en mi interior. Llorando le pedí que no siguiera pero él no solo no me hizo caso, sino que acelerando el movimiento de sus caderas, forzó mi sexo con salvajes penetraciones. Tratando de huir, le clavé mis uñas en su espalda.
Al sentirlo, sonrió y retorciendome el brazo, me dio la vuelta mientras me decía:
-¡Te gusta la violencia!- y sin hacer caso a mis suplicas, me separó las nalgas con sus manos y de un solo empujón, desfloró mi virginidad trasera. Aunque intenté protestar, el desconocido me embistió con su cuerpo, penetrándome. Mis gritos no se hicieron esperar. Sentía que me estaba rompiendo por dentro. El dolor era insoportable y por mucho que le imploré que parara, no lo hizo y como un energúmeno, empezó a moverse con su verga clavada en mi interior. Mi culo, mientras tanto, se resistía a ser invadido.
–Me encanta lo estrecho que lo tienes- me soltó sin compadecerse de mis lágrimas y tomándome de la cintura y buscó una mejor posición para seguir forzando mi culo.
Mis alaridos eran tales que para evitar que llamaran la atención de algún vecino, ese sujeto me tapó la boca con su mano mientras aceleraba el ritmo de sus penetraciones. Incapaz de soportar el dolor, pataleé tratando de escapar de ese suplicio. Pero entonces pegándome una dura nalgada, dijó con tono amenazador:
-¡Quédate quieta! ¡Puta!
Inmovilizada contra la mesa, no pude hacer nada ante su agresión por lo que cediendo, dejé de protestar y cerré los ojos mientras deseaba que todo pasara con rapidez. Sabiendo que no iba a hacer caso a mis suplicas, me quedé quieta. Mi agresor creyó ver en mi parálisis una aceptación que no existía e imprimiendo a su voz con el orgullo de un macho triunfante, me soltó:
–¿Te gusta cómo te rompo el culo?
Fui incapaz de responder porque el dolor me había dejado muda. Entonces, me obligó a abrir un poco más las piernas mientras seguía penetrándome sin para. Con mi ano ya totalmente destrozado, consiguió meterlo por completo y usándome con una tiranía atroz, tiró de mí clavando su estoque hasta el fondo.
¡Me duele!- grité
Como siempre, me ignoró y machacando sin cesar mi entrada trasera, buscó su placer. El dolor seguía siendo agudo y a lágrima viva, eché la culpa al mentalista de estar siendo sodomizada por ese sujeto. Mi triste situación se prolongó durante largos minutos mientras mi violador disfrutaba de mi desdicha. Supe que faltaba poco para que terminara esa torturo al sentir que me mordía el cuello. La explosión de su miembro no me cogió desprevenida y por eso al notar que eyaculaba en mi interior, recibí agradecida su semen.
Al terminar de eyacular, ese sucio tipo se limpió los restos de mierda que embadurnaban su verga con mis cortinas y con la satisfacción de haber cumplido como hombre, dejó mil pesos en la mesa, diciendo:
-Cuando quieras, ¡Repetimos! Ya sabes dónde encontrarme.
Asqueada, tardé una eternidad en moverme. Me sentía la puta que ese sujeto creía que era y llorando mi desgracia, me tomé una ducha en un vano intento de quitar la degradación que impregnaba todos mis poros. Al salir del baño, había decidido que no podía seguir viviendo así y aunque me resultara humillante, iría a ver a Fernando Alcázar a Madrid.
Mi encuentro con ese maldito:

Por una vez me sonrió la suerte y encontré un vuelo que partiendo de Veracruz, salía al día siguiente rumbo a la capital española. Por eso, me levanté temprano y con mi carro, me acerqué al aeropuerto
General Heriberto Jara. Las dos horas que tardé en llegar hasta esas instalaciones me sirvieron para hacerme una idea de mi desgracia y por eso no me sorprendió al estacionar en el parking, que todos los hombres con los que me cruzaba tuvieran la cara del maldito por el que iba a hacer más de ocho mil kilómetros.
El mesero, el portaequipajes e incluso el policía que me selló el pasaporte, todos lucían el mismo rostro. La belleza de sus facciones no aminoraban el odio que corroía mi cuerpo al contemplarlos y por eso recibí como una bendición que mi acompañante durante el vuelo, fuera una gorda. Al menos, al girarme, me encontraría con una mujer y no con el clon de ese capullo.
Ya en mi asiento, me puse a recordar la llamada que hice la noche anterior a mi amigo “Golfo”. Contando mi situación con todo lujo de detalles, le pedí ayuda para localizar al mentalista.
-No me será difícil, tengo un amigo en su secta- respondió y anticipándome que ese tipo era un verdadero hijo de perra, me preguntó si quería que él me acompañase a la entrevista.
-Te lo agradecería- le dije antes de echarme a llorar conmovida por su gentileza, tras lo cual y a duras penas pedí verle en su casa.
-¿No prefieres que te vea en el aeropuerto?
-No- respondí, explicándole que temía no ser capaz de reconocerle.
Asumiendo que tenía razón, me dio su dirección de tal forma que quedé con él, al día siguiente.
Nada más despegar me chuté un somnífero para no seguir sufriendo la angustia de verme rodeada de tantos Alcázares y por eso no me enteré nada del vuelo, hasta que aterricé en Barajas. Por el cambio horario, eran las seis de la mañana del domingo y debido al retraso de las maletas y a los pesados de la aduana española, agarré el taxi que me llevaría a Madrid, cerca de las ocho.
Para entonces, el no distinguir un hombre de otro me parecía hasta normal y por eso no me molestó dar la dirección al gemelo taxista de mi acosador. La ausencia de tráfico me permitió llegar a la casa de “Golfo” en quince minutos. Aunque había supuesto que mi conocido estaba montado en el dólar, por el modo tan desenvuelto con el que hablaba de dinero, aun así me sorprendió toparme con que vivía en una mansión. El enorme jardín y el tamaño de la casa debían de haberme advertido de que no era normal pero quizás debido al jet-lag del vuelo, tampoco caí cuando una rubia despampanante, me abrió la puerta.
Acomplejada por su belleza, fue entonces cuando me percaté que solo conocía su Nick de internet y bastante cortada, pregunté por “Golfo”. La muchacha sonrió y dejándome pasar, dijo:
-Me imagino que eres Patricia, has llegado ante de tiempo y el jefe todavía sigue en la cama. 
-No hay problema, espero- contesté sintiéndome una piltrafa por resultar una molestia al hombre que se había ofrecido a ayudarme sin pedirme nada a cambio.
La mujer cumpliendo como exquisita anfitriona, me llevó hasta un salón y antes de dejarme sola, preguntó si quería un café:
-Se lo ruego- contesté necesitada de cafeína en mis venas.
Al irse, me senté en un sofá a esperar pero al cabo de cinco minutos, decidí levantarme y chismear a mi alrededor. Reconozco que la curiosidad me pudo y tratando de averiguar algo sobre mi amigo, me puse a mirar unas fotos que había en una de las repisas. Eran imágenes tomadas a un grupo y con un escalofrío descubrí a mi captor en mitad de todas ellas. Se veía a la legua que los restante eran parte de su grupo y no solo por su lugar prominente sino por el modo en que le miraban.
Fue entonces cuando caí en que había conocido de la existencia de cabrón a través de “Golfo” y creyendo que me había metido en la boca del lobo sin saberlo, agarré mi bolso y me dirigí hacia la puerta. Desgraciadamente, en ese momento apareció ese sujeto. Sin saber si era mi supuesto amigo o el mentalista, me quedé paralizada y temblando pregunté:
-¿Eres Golfo?
-Sí- respondió muerto de risa- pero también me conoces por Fernando Alcáraz.  
Aterrorizada, traté de huir pero entonces, tomando asiento, me lo impidió diciendo con voz dulce:
-No tienes donde ir.
Sentí sus palabras como una sentencia de muerte y retrocediendo sobre mis pasos, me enfrenté a él pidiéndole explicaciones. Soltó una carcajada al oír mis reproches y señalando un hueco a su lado, me ordenó que le acompañara a desayunar. Juro que intenté desobedecer pero no pude llevar la contraria a esos ojos negros que me taladraban con la mirada.
-Querida Patricia. Espero que no lo hayas pasado muy mal pero como te dije en Xalapa, odio que alguien me lleve la contraria.
Cabreada y sacando fuerzas de mi interior, le pedí perdón por haber dudado de él para acto seguido exigirle que me liberara y me dejara volver a mi rutinaria vida. Riéndose de mí en mi cara, me  respondió:
-¿Perdonarte? No tengo nada que perdonar. Tenía razón cuando me dijiste que no tenía poderes.
-¿Entonces? ¡Porqué he sufrido estas alucinaciones!, ¡Porqué le veo en los rostros de todos con los que me topo!- contesté confusa.
Destornillándose de risa, soltó mientras ponía su mano en mi rodilla.
-Te he lavado el cerebro por medio de mis teorías. Cada vez que veías una de mis conferencias, quedaba impresa en tu mente la necesidad de servirme. Valiéndome de imágenes subliminales he dispuesto que seas mía.
Asustada e indignada por igual, le recordé su promesa:
-Me prometió que si le pedía perdón en persona, me dejaría en paz.
Frunciendo el ceño, me dio la razón pero poniendo una sonrisa de oreja a oreja, me propuso un trato:
-Durante los próximos diez minutos, me quedaré sentado frente a ti sin tocarte. Si luego quieres que te libere, lo haré encantado.
No creyéndome la suerte contesté sin pensar que aceptaba, pero nada más salir la conformidad de mi boca, me di cuenta que esa oferta escondía gato encerrado.
-¿En qué va a consistir?- pregunté sabiendo que habría una prueba.
-Vas a sentir placer- contestó tranquilamente y chasqueando los dedos, dijo: ¡A partir de ahora!
Como un huracán, me vi envuelta en un mar de sensaciones que naciendo de mis entrañas se extendió por todo mi cuerpo. Una a una, todas mis células explotaron en un clímax que me desarboló por completo. Sin ser capaz de asimilar tanto gozo, me vi lanzada a una vorágine que me llevó en volandas de un orgasmo a otro sin pausa. Convulsionando sobre la alfombra, sentí que moría y renacía un millar de veces antes de alcanzar un éxtasis, donde yo era suya y él era mío. Los diez minutos se alargaron hasta parecerme una eternidad y cuando habiendo transcurrido el periodo prometido fui echada de ese paraíso,  caí a sus pies diciendo:
-Por favor, “Golfo” quiero seguir siendo tuya.
Fernando Alcázar, mi supuesto amigo, se levantó de su asiento y ordenándome que lo siguiera, me llevó hasta su cama. Allí me hizo su feliz esclava y más obediente servidora. Desde entonces vivo entre sus brazos y aunque soy inmensamente dichosa, sigo añorando mi libertad perdida.
 
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Relato erótico: “Vacaciones Frustradas” (POR WALUM)

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Hola soy Vivian, tengo 34 años, realmente siempre me encanto la independencia, es por eso que me independice de mis padres aunque ya tarde tuve que hacerlo, aunque estaba viviendo con una amiga, decidimos cambiarnos por separado, yo conseguí un lindo departamento a muy bajo precio a unas cuadras de mis padres, era hermoso el departamento. Tengo que aclarar que soy muy atractiva, demasiado, o sea en realidad mi cuerpo tuvo mucho que ver mis años de gimnasio, ya que siempre quise mantener todo en su lugar. Junto con mi cabello rubio bien claro y suavemente enrulado. Mis ojos color miel y grandes, mis pechos bien erguidos, desafiantes, incitan, mi perfecta cola, bien parada, resaltada por la ropa que me coloco realmente es tan notorio que es inevitable las miradas continuas cuando ando por la calle, obvio seguidas de mis buenas piernas, no pasan desapercibidas, realmente mis medidas quedaron en 90-55-93.

Buscaba la aventura, rechazar pretendientes, nunca traer hombres a mi departamento, solo tener la cabeza puesta en mis metas, convertirme en una excelente profesora de matemáticas, ir a bailar, salir de compras, era lo que me gustaba.
Comencé a trabajar en un colegio importante de la ciudad, fue un buen salto. Luego de pasar un año excelente había juntado una determinada cantidad de dinero, suficiente como para emprender un lindo viaje a la costa, ya estábamos a fines de Diciembre, y esperábamos con una amiga las vacaciones ansiosamente, organizamos todo, conseguimos un excelente departamento estaba un poco apartada de las otras, pero era hermosa, teníamos la playa casi para nosotras solas.
Se nos hizo bastante corto el viaje y sin problemas por suerte, cuando llegamos me acosté en el dormitorio, mientras que mi amiga se quedo acomodando algunas cosas. Estábamos realmente muy felices. Al fin vacaciones. Al otro día estuvimos en la playa y con el ardor del primer día de sol, nos acostamos bastante temprano. Al otro día fuimos temprano a la playa. Las 2 íbamos vestidas con faldas muy cortitas y los comentarios de los jóvenes que pasaban no dejaban de escucharse, ya en la playa casi desierta estaba con una bikini negra chiquita que me quedaba bárbaro a pesar de ser bastante chica. Luego de ese excelente día de playa decidimos volver para comer algo temprano y salir a la noche, hacer algo. Cuando llegamos a la puerta de nuestro departamento, apareció de atrás de un árbol y de repente asustándonos mucho, un tipo que nos miro fijamente, yo sin saber le pregunte -¿Que desea?
El tipo alto flaco, pelo medio largo, bastante sucio enrulado, de tez media oscura, su ropa parecían harapos. Sus manos tenían las uñas largas y sucias. Con el pantalón como todo sucio y manchado. Luego de un rato en silencio y con mucha dificultad, como tartamudeando, dijo con una voz de ultratumba -¿Tienen algo de comer? Con un fuerte olor a alcohol, mientras nos miraba de arriba abajo sudando, mi amiga rápidamente contestó -Ah si, espere un poquito que le traemos algo de la casa. Las dos entramos rápidamente hacia el departamento. Mientras íbamos, me di vuelta y vi al tipo con sus ojos clavados en mi cola. Típico pero me dio risa verlo así con cara de tonto. Luego bajamos y le llevamos unos sándwich. Luego a la noche decidimos quedarnos a descansar porque el sol nos había cansado mucho, mi amiga se fue a dar un baño y yo me fui a ver el mar desde el balcón y escuchar las olas romper en la playa, como hacía calor, estaba solo con ropa interior, compuesta por una tanguita muy chiquita blanca y un corpiñito de levante blanco. Luego de terminar mi ceremonia me fui a acostar.
Al otro día volvimos a ir a la playa, salimos a comer de todo un poco, cuando volvimos al departamento casi al anochecer, apareció de nuevo el sujeto medio raro pidiendo comida nuevamente, las dos volvimos a ir a buscar algo, dándome cuenta como sus ojos se clavaban en mi cola de nuevo. Esa noche había buena tele así que vimos la tele y después a dormir, antes me fui al balcón como siempre lo hacia, siempre con ropa interior, contemplando la paz. Así pasaron dos o tres días, siempre muy parecido, el sujeto siempre iba a buscar comida, yo me reía de la cara de tonto al mirar mi cola, mientras que yo la movía mas aun para que pusiera esa cara. Un día íbamos con mi amiga con pantalones bien ajustados, ella verde claro y yo rosadito de gasa bien livianito hermoso, y nos encontramos con el mendigo en la puerta como siempre, fuimos a buscar algo, mientras que seguía mirando como se quedaba con cara de tonto, hasta que cuando volvimos, mire en su parte baja, un bulto sobre su bolsillo, pensé que seria algo que tenia guardado, igual no le di mucha importancia. Al otro día paso lo mismo, solo que ahí me di cuenta de que el sujeto se excitaba de sobre manera al vernos y era su bulto ese bulto, yo me reía con la idea y me movía mas vivamente. A la noche mi ceremonia en el balcón y así.
Llego el viernes y nos levantamos temprano, de repente a eso de las 10 de la mañana suena el celular de mi amiga. Veo que su cara empieza a cambiar para mal, corta y me cuenta que necesitaba volver para arreglar un tema en el trabajo si o si y volvía. Yo le dije que bueno nos fuéramos, pero ella me dijo que no tardaba, seguramente el domingo a la noche estaba acá. Yo con medio desgano acepte porque todavía nos quedaban días para disfrutar.
El día sin mi amiga fue distinto, la playa me aburrió así q fui a dar unas vueltas por ahí, después volví al departamento, para mi sorpresa no estaba el mendigo, me pareció muy raro. A la noche hice lo de siempre contemplando el mar y la soledad. Fue aburrido en realidad, al otro día hice lo mismo, volví a la hora de siempre, el mendigo tampoco estaba, me pareció mejor al estar sola. Cayó la noche rápidamente, salí al balcón con una tanguita rosadita bien calada, y un sostén de levante bien lindo rosadito también, era unos de mis conjuntos de ropa interior más lindas y chiquita de todas.
Estaba muy tranquila fumando un cigarrillo, cuando de repente escucho gritos de ayuda bien fuertes -¡¡Ayuda!! ¡¡Me muero!!Yo empecé a mirar para todos lados, hasta que pude asomarme sin que se viera mi cuerpo y vi que estaba el mendigo este de siempre, tirado casi en la puerta del departamento gritando y gritando -¡¡Me muero!! ¡¡Ayuda!! Yo me quede quita entonces el me vio justo, y gritó -¡¡Por favor señorita me muero de hambre!! ¡¡Ayudeme!! Y su voz se entre cortaba, yo me sentí muy presionada y con cargo de conciencia si no hacia nada, así que rápidamente me metí adentro, agarre la primer ropa que encontré, que era una remerita blanca media ajustada, un pantalón celeste ajustadito y unos tacos bien altos porque no encontré los otros, saque un sándwich de la heladera y baje rápidamente. Mientras seguía escuchando sus gritos de ayuda, baje, salí rápido a abrir la puerta del consorcio, cuando salí no había nadie, me pareció muy extraño así que salí unos metros mas, pero cuando iba menos de un metro una mano me tapó la boca violentamente desde atrás, entre en pánico extremo no sabia que pasaba, el miedo me invadió completamente intente gritar o morderlo pero quien me tenia, tenia mucha fuerza, me volteo y me metió al consorcio nuevamente yendo hacia el departamento, yo intentaba soltarme, pataleaba me sacudía, pero me tenia muy fuerte agarrada.

No sabia que hacer, llegamos al departamento y vi por el espejo que se trataba del mendigo, el que me sujetaba desde atrás fuertemente, entonces ya dentro del departamento me dijo al oído con su asquerosa y mal oliente voz -¡¡Tranquila gatita, me parece que no entendés. Estoy acá porque te vengo a coger toda la noche, me tenés loco yegua, te quiero romper el culo!! ¡¡Te cagabas de risa de mí y me mostrabas tu rico culito, pero ahora lo tengo en mis manos!! Y metió su asquerosa mano en mi hermosa cola. Yo estalle en llantos al escuchar sus aberrantes intenciones, el miedo me sobrepaso no sabia q hacer lloraba desesperada, el me dijo al oído nuevamente -¡Si gritas te mato a golpes! Y luego me empujo fuertemente, cuando estaba por gritar me dio un cachetazo fuertísimo, y otro así me dejo mas muerta de miedo sin saber que hacer, solo llorar. Luego me tomó fuertemente del brazo con su enorme y áspera mano, mientras me decía

-¡¡Todas las noches mirando el mar y con esas ricas tanguitas, me has estado calentado puta!! Yo lloraba, solamente las lagrimas se esparcían por mi rostro, mientras el se baboseaba, estaba aislada en un departamento sin nada para defenderme, el sujeto se debía sentir triunfador, al tenerme absolutamente impotente entre sus manos, era suya, suya para gozarme a voluntad, suya para satisfacer cualquier capricho de sus depravados instintos y desenfrenados deseos. No sabia que hacer el miedo era superior a cualquier cosa, el de pronto me giró y me tomó por detrás fuertemente apoyando todo su miembro en mi cola, se refregaba de lado a lado mientras me decía
-¡¡Estas infernal, putita, tenes un culo perfecto, quiero que lo pares para mí!! Yo escuchaba sus sucios comentarios y no hacia nada, entonces el me dio un golpe diciendo nuevamente -¡¡Vamos para tu culito zorra!! Yo ante el fuerte golpe lo hice sin dudar nuevamente y sentía su bulto que era bastante sobre la delgada tela del pantalón celeste, mientras el disfrutaba teniendo mi cola en popa totalmente. De pronto jaló mi remerita blanca arrancándola, yo sentí mucho miedo estaba solo con mi sostén blanco que rápidamente lo arrancó al no poder abrirlo, sus manos se apoderaron de mis pechos completamente y los comenzó a estrujar desesperadamente, mientras que seguía apoyando su enorme bulto en mi hermosa cola riéndose y diciéndome al oído -¡¡Estás muy buena de verdad. Tenés unas tetas divinas y un culo espectacular. Te voy a perforar toda muñeca!! Yo me moría de miedo sabia que iba a cumplir con lo que decía y le suplicaba contaste mente pero a el maldito solo le causaba risa. El silencio de afuera era espantoso, nadie en muchos kilómetros, el vil sujeto lo sabia, que por mas que gritara era poco probable que alguien me escuchara, el sujeto lo sabia y en esos momentos lo estaba haciendo saber, sabia que en ese momento era como mi dueño, que podía hacerme lo que quisiera, que podía apoderarse completamente de mí, y que sólo me iba a violar cuando y como él quisiera, y cuantas veces quisiera. Eso me daba un bajón emocional que casi me desmayo.
El sujeto de pronto me tomó del pelo y me dijo al oído fuertemente -¡¡Hace todo lo que te digo o te mato a golpes!! Luego jaló de mi pelo fuertemente hacia la pared, el dolor fue enorme, el sujeto me soltó y se apoyó contra la pared, yo estaba muerta de miedo frente a el no sabia que hacer, entonces el sujeto dijo -¡¡Vamos puta de rodillas!! Yo lo hice ante sus fuertes gritos y el miedo me invadió completamente al estar debajo de él, sometida completamente sin saber que se le ocurría hacer al maldito sujeto. Luego se bajó sus pantalones y su slip dejando su enorme miembro colgando, todo sucio y muy gordo, lo tomó con su mano teniéndolo fuerte riéndose, y me pegó con él en la cara, me lo pasó por la nariz, los ojos y luego se detuvo en mis labios, como demostrando su poder. El olor de su miembro era asqueroso y la humillación mas asquerosa todavía. Yo lloraba desconsoladamente sin remedio alguno. Luego me tomó por la mandíbula y a duras penas pudo colocar sólo parte de la gigante cabeza en mi boca, yo no hice nada, entonces el gritó
-¡¡Vamos chupa rápido o te mato!! Yo con mucho miedo obedecí rápidamente y chupaba rápidamente haciéndolo gemir desenfrenadamente. Luego de un largo rato, me sujetó la cabeza, gritó y acabó dentro de mi boca, manteniéndome sujeta a su pene para que ella trague todo. El líquido espantoso me lleno la boca, y como pude saque mi boca de allí, escupiendo mientras que chorreaba su asqueroso líquido blanquecino. Yo lloraba a más no poder, quería vomitar, era espantoso, el sujeto como si nada y rápidamente, él me tomó de la cintura, y me llevó a la cama, con su pene todavía duro, me dijo -¡¡Ponete en cuatro nena!! Yo completamente sometida lo hice, entonces el jaló mi pantalón dejando mi tanguita diminuta a su devoción. Rápidamente comenzó a acariciarme desenfrenadamente mientras que decía -¡¡Que rica estas, estas tanguitas de puta que usas demuestran que te gusta!! Yo lloraba desconsoladamente, pero poco a poco mi cuerpo empezaba a jugarme en contra, de prontos él se acomodó atrás y apuntó su pene a mi vagina. Yo con el último aliento grité -¡¡Noo, por favor!! Pero el maldito sujeto metió la cabezota de un golpe, y seguía metiendo el resto lo que me provocó un grito fuerte
-¡¡Noooooo, hijo de puta me reventaste, me duele sacala!! El tipo riéndose, metió mas hasta el fondo y comenzó a gran velocidad a meter y sacar. Mis gritos eran dolorosos -¡¡Ahhyyyy!! ¡¡Ahhyyyy!! ¡¡Ahhyyyy!! Mientras que intentaba acomodarme, porque cada empujón me tiraba para adelante. Después de seguir con la tortura del vaivén acelerado logré mantenerme, y despacio comencé a moverme para adelante y atrás acompañando su inmundo ritmo. Mis gemidos eran cada vez mas fuertes en cada empujón, mezcla de dolor y un calor extraño que empezaba a sentir todo mi cuerpo y no podía disimular, el sujeto se percató de eso rápidamente y gritaba al mismo ritmo que me embestía brutalmente
-¡¡Pero que puta sos, te gusta que te cojan como a una zorra!! Yo lloraba, pero mis gemidos seguían sin poder controlarlos para su asqueroso placer y seguía gritándome barbaridades -¡¡Ves como te gusta, puta!! ¡¡Querías que te cogiera!! ¡¡Desde el primer día que te vi, querías que te la meta toda!! ¡¡Puta!! ¡¡Tomá!! ¡¡Como te gusta!! Yo me sentí totalmente humillada frente a sus insultos y el vaivén asqueroso que mantenía sobre mi y grite como pude -¡¡Noooooo… no me digas asiiiii… aaaahhhhhh… por favooooor….. Ahhhhhh… ya bastaaaaaaahhhhhhh!! El sujeto siguió con sus violentos movimientos no sé cuanto tiempo, pero me pareció una eternidad, hasta que él volvió a gritar fuerte y acabó dentro mío. Esperó un rato atrás mío y sobre mí, bombeó otro poco, y la sacó, provocándome un dolor y una repulsión total. Luego se levantó para mi alivio, yo me quede tirada, rendida en la cama, el reviso un poco y tiró sobre mi pantalón rosado de gasa ajustadísimo, diciéndome -¡¡Vestite!! Yo rápidamente accedí sin preguntar suponiendo que por lo que me dijo pronto partiría, me levante, me puse el pantalón y el se acercó nuevamente, era enorme, me intimidaba su presencia, se puso bien adelante mío y llevó una de sus asquerosas manos a mis glúteos, apretándolos fuertemente, mientras me miraba libidinosamente y me decía babeando
-¡¡Me mostrás la concha y el culo y te reís de mí desde el primer día, te voy a destrozar puta!! Yo solo lagrimeaba sabiendo que la pesadilla no había terminado aun, de pronto tomó mi mano y la puso sobre su enorme miembro que ya estaba duro nuevamente, yo con bronca y muchas lagrimas en los ojos le dije -¡¿Que carajo querés ahora hijo de puta?! Las palabras me salieron del alma, el resentimiento era enorme, pero me quede muerta de miedo cuando el sucio sujeto contestó sádicamente -¡¡Quiero tu deliciosa colita!! Yo me morí de bronca y grite -¡¡Noooooo, hijo de puta, cualquier cosa menos eso!! Pero el sujeto me giró violentamente y apoyó su miembro sobre mi pantalón y comenzó a refregarlo vilmente, yo peleaba por impedirlo pero el sujeto me tenia fuertemente, mientras que comenzaba a decirme cosas al oído, el muy maldito disfrutaba completamente de la situación diciéndome –¡¡Desde que ví tu hermoso culito, cuando entrabas a buscarme comida, no hago mas que pensar en él, no dormí pensando en mi pene todo adentro de este divino agujerito, y ahora lo tengo aquí totalmente indefenso esperando que lo entierre hasta el fondo!! Yo estalle en mas lagrimas, no podía contenerme ante sus asqueroso comentarios, me superaban, estaba a punto de un ataque de nervios, cuando de repente jaló mi pantalón hasta abajo y me dio un empujón hacia la cama diciéndome –¡¡Volvete a ponerte en cuatro, pero apoyá el pecho en la cama para no irte para adelante!! Yo no lo hice, pero el me levantó de los pelos violentamente y enfurecido, luego me dejó como el quería, con mi cola apuntando hacia arriba, completamente indefenso, me sujetaba fuertemente del pelo sometiéndome a su antojo y me decía burlándose -¡¡Mirá como lo tengo a tu culo, parado, desafiándome para que lo rompa!! Se reía completamente, hasta que se puso detrás mío y dijo

-¡¡No te quisiera asustar mas, pero te digo que te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo, te voy a bombear peor que por la concha!! Yo cerré los ojos, y pedí un milagro, pero no iba a llegar, puso una de sus manos sobre mi espalda y me apretaba contra el colchón y con la otra empezó a dirigir su enorme y asqueroso miembro hacia mi cola. Empezó a empujar, sentía el calor de su miembro detrás mío, hasta que sentí que la cabeza de su miembro empezaba a romper mi orificio para entrar, solté un grito fuertemente con desesperación -¡¡Noooooo, pará hijo de puta que no entra!! ¡¡AAahhhhhyyyy!! Pero el seguía metiendo ese enorme miembro sin compasión y yo seguía gritando desaforadamente de dolor -¡¡Sacala turro degenerado, aaaayyyyyyyyy!! El maldito enfermo nuevamente como antes empujó violentamente, haciéndome ver las estrellas del terrible dolor, le daba trompadas al colchón mientras abría toda la boca buscando desesperadamente aire. Parecía que me iba a morir, cuando metió todo su miembro en mí, con su boca en mi nuca me dijo burlándose -¡¡Sentila bien yegua que te va a quedar el culo bien abierto!! Y comenzó a meter y sacar violentamente.

A un ritmo acelerado, haciéndome gritar de puro dolor, era impresionante, pensé que me iba a desmayar, gritaba de dolor permanentemente. No podía mas le grité suplicando casi -¡Aaaaaaaahhh!… Aaaaaaaaaaayyy….deja mi culo, por favor me duele!! ¡¡Ya no aguanto más!! El sujeto largo una carcajada espeluznante, asustándome más aun y dijo -¡¿A quién crees que engañas?! ¡¡Sé muy bien que té esta gustando, si me pides que te suelte es para calentarme y que té de más duro!! Y acelero su ritmo mas aun, haciéndome morir completamente de dolor, era insoportable y brutal. Estuvo casi dos horas así hasta que con un grito fuertísimo acabó en mi interior. Luego sacó su miembro, provocándome otro grito al salir la cabeza, y una vez afuera con los dedos le abrió los costados de agujero. Al ver que mi orificio estaba súper abierto, largó una carcajada y dijo -¡¡Que rica estaba tu colita zorra, ha sido deliciosa!! Luego se vistió rápidamente y salió sin dejar rastro, dejándome casi muerta física y psíquicamente, seguí llorando hasta el amanecer.
 

Relato erótico: “Adiestrando a las hijas del jefe”(POR GOLFO)

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PORTADA ALUMNA2

Todo lo que voy a narraros tiene su origen en una entrevista de trabajo, acaecida hace tres años. Provengo de los barrios bajos de una ciudad cualquiera, y gracias a los esfuerzos de mis viejos, pude estudiar una carrera. Durante años tuve que fajarme duramente para ir escalando puestos, hasta que ya como ejecutivo de valía reconocida, una empresa del sector me llamó.
La entrevista resultó un éxito, Don Julián, el máximo accionista, se quedó encantado no solo por mi currículum, sino por mis respuestas y mi visión de futuro. Y tras un corto proceso de selección, fui contratado como Director General de la compañía.
Durante el primer año, trabajé doce horas diarias codo con codo con el anciano, logrando darle la vuelta a la sociedad. Donde solo habían números rojos y perdidas, con una situación cercana a la quiebra, conseguimos beneficios y lo que es mas importante que los bancos volvieran a confiar en nosotros.
El segundo año fue espectacular, como si fuera una locomotora la compañía se había comido a su competencia y éramos quienes poníamos los precios y las condiciones, no aceptando ya que los clientes dictaran nuestras políticas. Los otros accionistas no se podían creer que tras muchos años palmando dinero, de pronto no solo recuperaran su inversión sino que el valor de esta se hubiese multiplicado.
No fue solo labor mía, Don Julián era un zorro al que solo le faltaba tener un buen segundo que le comprendiera, que aplicara sus ideas, llevándole la contraria cuando no estaba de acuerdo con ellas. Éramos un tándem perfecto, experiencia y juventud, conservadurismo y audacia. Demasiado bueno para perdurar, y el comienzo del fin fue la fiesta que organizó en su casa para celebrar los resultados cojonudos de la compañía.
Nunca me había invitado al chalet que tenía en la zona mas exclusiva de la ciudad, por lo que me preparé con esmero para mi particular fiesta de presentación en sociedad. Por primera vez en mi vida me hice un traje a medida, me corté el pelo e intenté parecer de esa alta sociedad a la que no pertenezco.
Nervioso, por mi falta de experiencia, toqué el timbre de la casa.
Fue la primera vez que vi a Natalia, la hija pequeña del jefe, una preciosidad de veintidós años, recién salida de una universidad americana . Ver a esa hermosura con su metro setenta y cuerpo de escándalo, ya valía lo que me había gastado en vestuario, realmente me había impactado, por lo que apenas pude articular palabra, y tuvo que ser ella quien hablara:
-¿Qué desea?-, me preguntó educadamente.
Vengo a la fiesta de Don Julián-, le contesté cortado, pensando que a lo mejor me había equivocado de hora.
.
Lo que no me esperaba era su respuesta:
Perdone, pero los camareros entran por la puerta de atrás-.
Menos mal, que en ese momento, mi jefe hizo su aparición y pegándome un abrazo me introdujo en la reunión, porque si no, no sé si me hubiese atrevido a entrar. Como dice el viejo refrán, “la mona aunque se vista de seda, mona se queda”, y por mucho que había intentado aparentar, seguía siendo un chico de barrio. La incomodidad que sentí en ese momento, se fue diluyendo con el paso del tiempo, sobretodo por que gracias al trabajo conocía a la mayoría de los hombres de la fiesta y a un par de las mujeres. Poco a poco fue cogiendo confianza y al cabo de un rato, fui el centro de atracción, ya que era el segundo de la organización y el mas que probable sucesor del jefe en el cargo. Por ello, a nadie le extrañó que me sentaran a su derecha, justo al lado de su hija mayor, Eva.
Durante la cena, tuve un montón de trabajo, teniendo que alternar entre darle conversación al viejo y entretener a su niña. Por un lado, Don Julián me pedía constantemente mi opinión sobre los mas que variados temas y por el otro, la muchacha no hacía otra cosa que coquetear conmigo. Todo iba sobre ruedas, hasta que al terminar, empezó el baile, y sin pedirme opinión, Eva me sacó a bailar. En un principio, rechacé su ofrecimiento pero su padre viendo mi incomodidad me pidió que bailara con ella.
Si Natalia me había impresionado, Eva todavía mas. Rubia, guapa, inteligente y simpática, con unas curvas de infarto, convenientemente envueltas en un vestido escotado que mas que esconder, revelaba la rotundidad de sus pechos y caderas. Cuando bailaba, era una tortura el observar como sus senos seguían el ritmo de la música, y mas de una vez tuve que hacer un esfuerzo conciente para dejar de mirarlos. Ella estaba encantada, se sabía atractiva y para ella, yo era una presa, por lo que como una depredadora tejió sus redes y como un imbécil caí en ellas. Era la mujer maravilla, y yo su mas ferviente admirador.
El culmen de mi calentura esa noche, fue cuando iniciando las canciones lentas, le pedí volver a la mesa con su padre, pero ella se negó y pegándose a mi, empezó a bailar. Al notar sus pechos clavándose en mi camisa, y sus caderas restregándose contra mí, sentí como una descarga eléctrica recorría mi cuerpo. Todo mi cuerpo reaccionó a sus maniobras, y desbocado mi corazón empezó a bombear sangre a mi entrepierna. Ella, al notarlo sonrió satisfecha, y lejos de detener su juego, como una hembra en celo, se las arregló para sin que nadie se diera cuenta y como quien no quiere la cosa, rozarlo con su mano, palpando toda su extensión.
Afortunadamente, cuando casi estaba a punto de cometer la estupidez de besarla, la niñata me pidió una copa, por lo que como un criado obediente, fui a la barra a por su bebida y al volver había desaparecido. Molesto pero excitado, no pude mas que esperarla. Después de diez minutos de espera y viendo que no volvía, decidí ir al baño.
Nada mas entrar y sin haberme bajado la bragueta todavía, unas voces de mujer que venían del jardín, llamaron mi atención. Eran las dos hermanitas, que riéndose comentaban la pinta de rufián que tenía el favorito de su padre, y descojonadas oí como se cachondeaban de cómo ganando la apuesta, Eva había conseguido excitarme. Se me cayó el mundo en ese momento, al darme cuenta de que había sido objeto de una broma y cual era la verdadera opinión de las muchachas. Cabreado, me fui de la cena sin despedirme de nadie.
Al día siguiente, con mi carta de dimisión en el bolsillo, fui a ver a Don Julián, y este al ver mi cara de pocos amigos, me pidió que antes de decirle nada le escuchara unos minutos. Me caía bien el viejo, por lo que en ese momento no me importó esperar, antes de presentarle mi renuncia.
Fernando, tengo que agradecerte lo que has hecho por mí durante estos dos años-.
“¡Coño! Me va a despedir”, pensé al oírle pensando que algo había pasado para que de pronto cambiara radicalmente su opinión de mí, por lo que sin interrumpirle esperé a que continuara.
Sé que es mas de lo que un jefe puede pedir, pero me gustaría que me hicieras un favor
Lo que usted quiera, Don Julián-, le dije intrigado.
Mira muchacho, has sabido ganarte mi confianza, eres quizás ese hijo varón que nunca tuve-, algo le preocupaba, y no le resultaba fácil el decirlo,- Como padre soy un fracaso, he criado a dos hijas que son dos monstruos, bellos pero altaneros, egoístas, y creídos, que se han olvidado que su padre viene de orígenes modestos y que se creen tocadas por la gracia divina. Y para colmo, se han buscado como novios a dos inútiles, que lo único que esperan es heredar-.

Algo debía de haber llegado a sus oídos de la broma que me habían preparado el día anterior. Totalmente descolocado, por que no tenía de la menor idea de lo que se proponía le pregunté que quería que yo hiciera, ya que no era mas que su empleado.-Es muy sencillo, quiero que las eduques-, me espetó de pronto.

-¿Y como ha pensado que lo haga?-, le respondí ya totalmente intrigado.
Ese es tu problema, no el mío. A partir de hoy a las tres, voy a desaparecer con Mariana durante seis meses y solo tú vas a saber donde estoy y como comunicarte conmigo. He firmado esta mañana la renuncia a mi puesto en la empresa, te he nombrado presidente, y aquí tienes el contrato de alquiler de mi casa, solo te pido, que al menos, les des tres días para que se busquen un sitio donde vivir-.
No me podía creer que era lo que me estaba pidiendo, antes de responderle, me entretuve leyendo los documentos que me había dado. En una primera lectura, era un traspaso de poderes, pero analizándolos con detenimiento, eran unos poderes de esos llamados de quiebra, si quisiera le podía dejar de patitas en la calle.
Jefe, se da usted cuenta de lo que ha firmado-, le dije impresionado.
Chaval, confío en ti-, me contestó, y sin darme tiempo de protestar me pidió que le dejara solo, ya que tenía muchas cosas que resolver.
Joder, con el viejo”, pensé, “se va seis meses con su amante dejándome un marrón”. Me sentía halagado por su confianza, jamás me hubiera imaginado el aprecio que me tenía, no podía fallar a una persona que me había dado tanto.
Quise llevarle al aeropuerto, pero Don Julián se negó diciendo que tenía mucho que pensar y hacer, que solo tenía seis meses para llevarlo a cabo. Por mucho que insistí, no dio su brazo a torcer, por lo que me quedé en la oficina rumiando mis planes.
Como me había explicado que sus hijas llegaban todos los días a las nueve de la noche, decidí adelantarme a ellas. Aparqué mi coche en la entrada del chalet, de forma que obstaculizaba el paso al garaje. Lo primero que hice fue darle dos meses de vacaciones pagadas al servicio, con la condición de que quería que se fueran en ese mismo momento. Aceptaron encantadas, por lo que quedándome solo, me tomé mi tiempo en trasladar mis pertenencias a la habitación de su padre.
Me acababa de servir un whisky, cuando las oí entrar despotricando por que alguien había dejado una tartana de coche en el jardín. Venían con sus novios, se les veía muy felices, pronto iban a cambiar de humor al enterarse de mis planes. Al no responderles las muchachas, empezaron a buscarlas por la casa. Pero no hallaron lo que esperaban, ya que al entrar en la biblioteca, me vieron a mi sentado en el sillón de su padre.
-¿Qué haces aquí?, ¿no sabe que mi padre está de viaje?-, me soltó de una manera impertinente Natalia, la menor de las hermanas.
-Si lo sé-, y mirando a los dos muchachos que les acompañaban, les pregunté,- me imagino que sois Fefé y Tony-, al no contestarme supe que había acertado.-Bien, entonces lo que les tengo que decir a ellas, os interesa. Por favor tomar asiento-, no era una pregunta, era una orden. Nadie les había hablado nunca así, por lo que no supieron que contestar, y obedeciendo tomaron asiento.
Estáis desheredadas-, les solté sin suavizar la dureza de mi afirmación y sin alzar la voz.
Tras unos instantes, en los que la incredulidad inicial dio paso a la perplejidad, y ésta a la ira descontrolada, Eva, la mayor de las dos, me gritó que no me creía. Sin mediar palabra, les extendí mis poderes y una carta de su padre, en la que les decía que se buscaran la vida, que estaba harto de sus tonterías.
-¡No puede hacernos esto!-, dijo Natalia con lágrimas en los ojos.
Claro que puede, y lo ha hecho-, le respondí, y dirigiéndome a los dos niños pijos, – A partir de este momento, todo es mío, por lo que si esperabais compartir el dinero de ellas, os aviso que éste no existe-.
Si a las muchachas se les había desmoronado todo, a Fefé y Tony (hasta sus nombres eran ridículos), de un plumazo se les había acabado el chollo. En sus caras se podía vislumbrar el desconcierto. Fefé, realmente enojado, le pidió a su novia que le dejara ver los papeles y tras estudiarlos, su semblante adquirió el tono blanquecino de quien ha visto un fantasma.
Tiene razón-, sentenció el muchacho, –es una donación intervivos, no tenéis nada que hacer. Vamos Tony, dejemos que hablen solas con él, ya que ni tu ni yo tenemos nada que ver-.
Y saliendo de la habitación se cumplió el viejo dicho de que las ratas son la primeras en abandonar el barco. Las dos hermanas estaban juntas en su desgracia, y si sus, hasta entonces, les abandonaban, no podían esperar que nadie las ayudara.
Las cosas han cambiado en esta casa, para empezar os he anulado las tarjetas, me tenéis que dar las llaves de los coches y si queréis seguir viviendo aquí, vais a tener que ganároslo, para empezar, Eva haz la cena, mientras tu hermana pone la mesa-, les dije con una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Cerdo!-, me contestó intentando el pegarme, pero como me lo esperaba, le sujeté la mano y retorciéndole el brazo, la besé en los labios de forma posesiva antes de empujarla al sofá.
-¡Hoy!, no cenas– le espeté y mirando a su hermana le dije:- Natalia haz comida solo para dos, porqué tu hermana quiere irse a dormir– .
Llorando me dejaron solo en la biblioteca, cada una se marchó a donde les había ordenado. Satisfecho, me terminé la copa, degustando el amargo sabor de la venganza.
Cuando la cena estuvo lista, me senté en la mesa disfrutando de cómo la odiosa muchacha me servía. Era una delicia el observarla, con su top de niña bien y su minifalda parecía hasta humana, pero esa belleza de cuerpo encerraba a una arpía. Su padre me había pedido que la educase y eso era lo que iba a hacer.
Me había preparado unos huevos con jamón, mientras ella se iba a tomar un sandwich . Su actitud servil no me cuadraba, pero cuando con el tenedor cogí un poco de comida, en su mirada descubrí la traición.
-¿Qué has hecho?-, le dije cabreadísimo.
Nada-, me contestó ella nerviosa.
Comételo-, le dije extendiéndole el plato.
Intentó negarse, pero cogiéndola de la cintura, la puse en mis piernas, y subiéndole la falda, empecé a azotarla. Gritó y lloró como loca, al sentir los golpes en su trasero, creo que mas por la humillación que sentía que por el dolor mismo. No tuve piedad de ella, como llevaba un minúsculo tanga, pude notar como su culo se enrojecía con cada azote. Por mucho que intentó escapar, no pudo, y tuvo que soportar el castigo. No paré hasta que todo su trasero tenía el color de un tomate, entonces y solo entonces la liberé.
-¿Qué has hecho?-, le volví a preguntar.
Te he echado un laxante-, me contestó llorando.
Comételo-, le ordené nuevamente. Esta vez, sin dejar de sollozar se metió un trozo en la boca,-Todo, ¡Que no quede nada en el plato!-.
Sabiendo que si no lo hacía, le iba a ir como en feria, se lo acabó sin rechistar. Al terminar me pidió permiso para irse a su cuarto, pero no la dejé diciendo:
No, bonita. Si te vas, iras al baño a vomitar, y lo que quiero es que te haga efecto
Tardó tres minutos en hacerlo, los tres minutos mas duros de su vida, ya que como si fuera un condenado a muerte, tuvo que estar sentada mientras su estómago digería el laxante. Al sentir que se venía por la pata abajo, me rogó que la dejara ir al baño, ni siquiera tuve que negarme, porque como si fuera una explosión, por su esfínter se vació totalmente, manchando de mierda sus piernas, la silla y la alfombra.
Quítate la ropa, y limpia lo que has manchado-.
-¿Aquí?-, me preguntó asustada ante la perspectiva de tener que hacerlo en mi presencia.
No, en el baño, vete que ya te llevo yo lo que debes ponerte- le respondí, y marchándome al cuarto de servicio, saqué un uniforme de criada. Como no lo encontré de mi gusto, con unas tijeras corté lo que le sobraba, y tocando la puerta, se lo entregué por el hueco que había dejado al abrirla.
-¡Cabrón!-, alcancé a oír antes de que la cerrara. Acto seguido me senté a comerme el sándwich, mientras ella se cambiaba. Fue una espera corta, pero el resultado resultó mejor de lo que me esperaba. Le quedaba estupendamente el uniforme, la poca tela que dejé en la falda, no podía mas que esconder una parte de sus nalgas, dejando al aire todas sus piernas y el pronunciado escote hacía resaltar la rotundidad de sus formas.
Pero fue al agacharse a limpiar la alfombra, cuando caí en la cuenta que no llevaba el tanga, un afeitado sexo, resultado de muchos cuidados, se mostraba glorioso junto con un rosado agujero entre sus nalgas. No me pude aguantar, y acariciando su maltratada piel, le pregunté si le dolía. Ella reaccionó a mis caricias, poniéndose tensa, pero sin retirarse siguió con su labor. Su actitud sumisa me envalentonó, y con la yema de mis dedos, empecé a jugar cerca de sus labios. Ella se dejaba hacer y yo totalmente excitado hacía. Sus piernas se entreabrieron para facilitar mis maniobras y bruscamente le introduje dos dedos en su sexo. La que hasta hace unos minutos creía una mojigata, estaba disfrutando, su cueva manaba flujo, mientras su dueña se retorcía buscando su placer. Mi pene, ya me pedía acción, cuando ella se dio la vuelta diciéndome:
Si me acuesto contigo, ¿Me devuelves mis tarjetas?-
No, pero te liberaría de las labores en la casa-.
Con eso basta-, me respondió y abriéndome la bragueta, liberó mi extensión de su encierro.
Me senté nuevamente en la silla, y abriendo las piernas facilité, su labor. Se acercó a mi, de rodillas, y en su mirada descubrí a la puta que tenía dentro, aún antes de sentir como su boca engullía toda mi pene. Era una verdadera experta, su lengua se entretuvo un instante divirtiéndose con el orificio de mi glande, antes de lanzarse como una posesa a chupar y morder mi capullo, mientras sus manos me acariciaban los testículos. Mi reacción no se hizo esperar y alzándola de los brazos, la senté en mis piernas, dejando que fuera ella quien se empalara gustosa. Su cueva me recibió fácilmente, la muy guarra estaba totalmente lubricada por la excitación que sentía en su interior. Pero fue cuando llamándola puta, le ordené que se moviera, el momento en que se volvió loca, pidiéndome que la insultara. Sus caderas se movían rítmicamente, en sintonía con sus músculos interiores, de forma que parecía que me estaba ordeñando. Ya sobrecalentado, desgarré su vestido descubriendo unos magníficos pechos, cuyos pezones me miraban inhiestos deseando ser besados. Cruelmente tomé posesión de ellos, mordiéndolos hasta hacerle daño, mientras que con un azote, le obligué a acelerar sus movimientos.
-¿Te gusta, Putita?- le dije al oído.
Su rebeldía había desaparecido, todo en ella me pertenecía ahora. Su sexo era todo liquido y su respiración entrecortada presagiaba su placer.
No me has contestado si te gusta-, le susurré mientras mis dedos pellizcaban cruelmente uno de sus pezones.
Me encanta-, me contestó.
Satisfecho por su respuesta, la premié con una tanda de azotes en el trasero, mientras ella no dejaba de gritar de dolor e excitación. Pero fue cuando le susurré al oído que esa noche le iba a romper el culo, el momento en que sin poder evitar que brutalmente y reptando por mi cuerpo, se corriera a manos de su ahora peor enemigo.
Todavía con mi pene erecto, la levanté de mis rodillas, y tirando los platos de la mesa, la puse dándome la espalda. Tenia unas nalgas poderosas, duras por su juventud, y enrojecidas por el maltrato sufrido. Solo podía pensar en la forma que me había tratado, en como me habían humillado su hermana y ella con esa broma cruel. Tenía que hacerla ver quien era el jefe, y cogiendo la aceitera, vertí una buena cantidad sobre el canalillo que formaba la unión de sus dos cachetes.
-¡No!, ¡por favor!, ¡nunca lo he hecho!-, sollozó al sentir como un dedo se introducía en su intacto agujero. -¡Dios!-, gimió desesperada al notar como un segundo se unía en la tortura. Y finalmente cuando de un solo embiste, la penetré brutalmente, me gritó que la sacara, que la estaba partiendo por la mitad.
Vano intento, toda mi extensión ya estaba en su interior, y no pensaba parar. Con lágrimas en los ojos, tuvo que soportar que me empezara a mover. Siguió berreando cuando tomando sus pechos como asa, comencé a cabalgarla. Lejos de compadecerme, su actitud me estimulaba. Me excitaba la idea de estar follándome a la hija pequeña de mi jefe pero mas el saber que tenía seis meses para usarla a mi antojo.
Al sentir, como mi propio orgasmo se aproximaba, incrementé la velocidad de mis penetraciones. E inundando todo su intestino, eyaculé dentro de ella. Mis gemidos de placer y sus gritos de dolor se unieron en una sinfonía perfecta, que anticipaba el trato que iba a recibir.
Al sacar mi miembro, mi semen y su sangre recorrieron sus pantorrillas.
-Dile a tu hermana, que quiero que me lleve el desayuno a la cama, me levanto a las ocho de la mañana-, le ordené mientras salía del comedor, dejándola a ella llorando desplomada sobre la mesa.

Relato erótico: “Adiestrando a las hijas del jefe 2” (POR GOLFO)

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Sin título1

Esa noche estaba contento, la primera parte de mi venganza había ido sobre ruedas, no solo me había apoderado de sus vidas, sino que había ya forzado a la mas joven de ellas. Natalia, no siendo la mas dura de mis oponentes, era en cambio la que mejor cuerpo tenía. Un metro setenta de hembra de infarto al que acababa de ver retorcerse entre mis brazos cuando de una manera cruel le desvirgué su parte trasera.
Eva era diferente, sus curvas menos perfectas, pero mas atractivas, me subían la libido solo con pensar en como me apoderaría de ellas. Pechos grandes, duros. Caderas poderosas, donde agarrarse. Y una mala leche que tenía que domesticar.
Pobre destino el de las dos hermanas, su padre me había confiado una misión, educarlas, y por dios que iba a conseguir que esas dos pijas bebieran de mis zapatos antes que terminara la semana. Nada ni nadie me lo impediría.
La habitación del viejo, donde estaba durmiendo era enorme. Su cama de dos por dos era del tipo oriental con un dosel de madera, sustentado por cuatro columnas y del que cuelga una especie de mosquitero me podría servir en el futuro.
Tras dejar tirada a Natalia, me entretuve en revisar el cuarto que iba a ser mío al menos seis meses. El armario constaba de tres cuerpos, el principal estaba repleto de ropa de Don Julián, sus trajes perfectamente planchados, sus corbatas de Armani y sus zapatos de Gucci lo llenaban por completo. La criada había acomodado mi ropa en el que estaba a la izquierda, pero mi sorpresa fue al abrir el de la derecha, descubrir un enorme surtido de instrumentos de sado. Puto anciano, me había conseguido engañar durante tres años, nunca hubiese supuesto que entre sus gustos estuviera el sexo duro, pero sonreí al pensar el uso que le iba a dar yo a ese arsenal.
Pero eso iba a ser mañana, por lo que decidí irme a la cama. El colchón era excesivamente duro, de esos que recomiendan los médicos pero en lo que resulta imposible dormir hasta que te acostumbras. Gracias a lo cual, dos horas después seguía dando vueltas en la cama sin poder dormir, y digo gracias por que me permitió oír como las hermanas salían del cuarto, y tomaban el pasillo en dirección al de su padre.
Sabiendo que eran unas arpías y que la visita que tenían planeada a donde supuestamente yo estaba descansando, no era de cortesía, sino que sus intenciones no podían ser otras que castigarme y humillarme, me levanté en silencio a esperarlas. Pero antes de esconderme en el baño, coloqué las almohadas de forma que parecía que seguía frito bajo las sabanas, y aguardé.
No tuve que permanecer mucho tiempo refugiado tras la puerta, por que al minuto escuché que entraban a la habitación. A través del resquicio, oí como entraban de puntillas, y poniéndose enfrente de la cama, susurraban entre ellas, cuando de repente sonó un tiro.
Eva sostenía una pistola humeante, con la que había disparado al bulto que ellas pensaban que era yo. Natalia gritó asustada, diciéndola que si estaba loca, que eso no era lo planeado. Su hermana soltando el arma se encaró a ella, contestándola:
Te acababa de violar, y yo al escuchar tus gritos llegué a defenderte, fue en defensa propia-.
“Será zorra”, pensé desde mi escondite. Sabía que no iba a aceptar mi autoridad a la primera, pero su violenta reacción desbordó todas mis previsiones. Todavía en el baño, vi como después de discutir unos momentos las dos hermanas se dirigían a comprobar el resultado, momento que aproveché para salir y apoderarme del arma.
Si esperaban encontrar mis sesos desparramados, se llevaron una desilusión, al descubrir que le habían atinado a la almohada y que en vez de sangre lo que estaba esparcido por el colchón no era sangre sino plumas.
-¡No es él!-, dijo Natalia al recobrarse de su estupor.
Una cruel carcajada resonó entre las cuatro paredes. Las dos hermanas al oírla, se dieron la vuelta para descubrirme de pie, en medio de la habitación, en mi mano el pedazo de metal las apuntaba.
La mas pequeña se arrodilló en el suelo diciendo que no había sido idea suya, que su hermana le había obligado. En cambio Eva se mantenía erguida demostrándome su valor.
Creo que voy a llamar a la policía, veamos quince años por intento de asesinato, mas otros cinco por nocturnidad, alevosía y ventaja, en total veinte-.
Sus rostros empalidecieron con la perspectiva, incluso la mas altiva de las dos se desmoronó llorando, pidiéndome perdón. Cuanto más lloraban, más estaba disfrutando la situación. Y recreándome en su desgracia le expliqué:
Fijaros, vuestro padre en un viaje de seis meses, no podrá hacer nada por vosotras, y para cuando se entere y os pueda buscar un abogado ya habréis sido sentenciadas y seréis las cachorritas de alguna celadora o de alguna presa en la cárcel. Os prometo iros a visitar, a través de un enorme cristal oír de vuestros labios como os tocan y violan tras las rejas-.
Su orgullo había desaparecido, las dos niñas bien, que no habían tenido reparos en reírse del segundón de su padre, hincadas sobre la alfombra me imploraban. Me prometían que no volvería a suceder, que si las perdonaba, me obedecerían, harían todo lo que yo quisiera.
-¡Con eso no basta!- les grité.
A Eva que era la inteligente de la pareja, se le iluminó su cara al oírme, “está negociando” debió de pensar, y por eso levantándose del suelo, me preguntó:
-¿Qué quieres?-
-Vuestra completa sumisión, durante los seis próximos meses seréis mis esclavas
Ni siquiera preguntó en que consistía, ni tampoco discutió ningún término del acuerdo, ayudando a su hermana pequeña a incorporarse, me contestó:
Hecho, durante seis meses seremos tus esclavas-.
-Zorrita, ¡ para ti!, ¡soy Amo!-
Le saltaron dos lágrimas, cuando rectificando dijo:
Hecho, durante seis meses seremos tus esclavas, Amo-.
Con otra carcajada, cerré el pacto antes de decirlas:
Desnudaros, quiero revisar la mercancía-.
Después de unos instantes de perplejidad, dos camisones cayeron al suelo dejándome disfrutar de sus cuerpos. Dos preciosas mujeres me mostraban tímidamente sus encantos. Acercándome a ellas, sin soltar en arma, retiré los brazos de Natalia que me impedían contemplar con libertad sus pechos y obligando a Eva a abrir las piernas, le introduje el cañón, entre sus muslos. Ambas mujeres se mantuvieron en silencio, todo el tiempo que duró mi exploración, ni siquiera se quejaron cuando les abrí las nalgas para contemplar sus ojetes, sabían lo que se jugaban, pero no hasta donde podía llegar mi perversión.
-Tumbaros en la cama-, les ordené.
Mientras ellas lo hacían acerqué una silla, desde donde tener una perfecta visión de los que les iba a obligar a hacer. Sentándome en ella, me acomodé antes de darles otra orden. Cuatro ojos me contemplaban asustados, sin saber a ciencia cierta que les iba a pedir, pero concientes que no le iba a gustar.
-¿Os queréis?-, mi pregunta absurda, les destanteó,-Quiero verlo-.
-¡Somos hermanas!-, intentó protestar Natalia.
-¡No somos lesbianas!-, le secundó la otra.
Cabreado, me levanté dándole un tortazo a la que tenía mas cerca.
Mejor el chocho de una persona amada, que el de una carcelera
Me entendieron a la primera, era eso o pasarse los próximos veinte años entre rejas. Eva, la mayor, fue la primera en rehacerse, y tratando de tranquilizar a su hermana, le susurró al oído algo que no pude oír, pero si contemplar el resultado.
La muchacha se tumbó en la cama, con la piernas abiertas, dejando que la tocase.
Venciendo su reluctancia, le dio un beso en los labios antes de bajar por su cuello. Su lengua recorrió lentamente la piel que separaba el hombro de los pechos, lo que provocó que se le erizara la piel, y en consecuencia el negro pezón se endureciera. No era por deseo, tampoco por asco, quizás lo que le ocurría es que era una novedad.
Juega con él-, le ordené.
Supo al instante a que me refería. Y dejando un húmedo rastro, fue acariciando las rugosidades de la aureola antes de que abriendo la boca, succionara su pecho en su interior. Primer gemido. Natalia no pudo reprimir a su garganta, al sentir la lengua jugando con su botón.
-Muérdelo-, dije desde mi sillón.
Los dientes de Eva se cerraron sobre el seno de su hermana, mientras que su mano recorría su estómago acariciándola. No dije nada, pero me encantó ver como su sexo empezaba a brillar por la excitación. Había dicho que no era lesbiana, pero esa forma tan experta de mamar un pecho, le delataba.
Cómete su coño-.
Nuevamente, su lengua reinició su camino, centímetro a centímetro se fue acercando a su destino. El depilado sexo le esperaba. Con una tranquilidad pasmosa, fue separando los labios con la punta, antes de que su aliento ni siquiera lo tocara. La reacción de la niña fue la que me esperaba, los dedos de sus pies de tensaron al notar su cercanía, pero no hizo ningún intento de cerrar la piernas.
Viendo su tranquilidad, se apoderó de su clítoris recorriendo todos su pliegues mientras lo humedecía con su saliva. Esta vez, el gemido fue más profundo, surgiendo desde su interior salió despedido como un ciclón de su garganta. Con su cueva inundada y mordiéndose el labio, dejó que su hermana continuara.
Eva, envalentonada, mordisqueó la pepita de placer, con sus dientes, para sorprendida recibir en su boca, la primera oleada de flujo. Solo viendo como disfrutaba bebiendo el elixir que manaba de la almeja, se acabaron mis dudas, esta mujer al menos era bisexual.
Usa tus dedos
La larga cabellera rubía se incorporó, para rogarme. Pero no obteniendo clemencia, se volvió a agachar entre las piernas de su querida. Con el dedo índice en el interior y como si de un pene se tratara fue introduciéndolo y sacándolo al compás de los chillidos de su victima.
He dicho ¡dedos!-.
El segundo se incrustó al escucharme. Y tras acomodarse en su interior, recorrió su vagina, acariciándola. La excitación de Natalia ya era palpable. Con los brazos extendidos sobre las sábanas, sus manos se cerraban y abrían de placer al sentir como el tercer dedo se introducía dolorosamente en el interior de su vaina. Esta vez, ya con la vagina llena se retorcía con cada envite de su hermana, gimiendo lloraba la degradación que sentía al derramarse hirviendo en su interior, producto de tan fraternal atención.
-¡Más!-, grité a Eva. La cara de sorpresa de ambas muchachas, se transformó en indignación al escucharme decir: -¡Toda la mano!-.
El placer se convirtió en tortura cuando intentó delicadamente introducir otro mas. El estrecho coño no admitía nada mas. Por mucho que intentó dilatarlo con caricias, había llegado a su máximo. Su lengua, su saliva fracasaron en el intento. Gruesas lágrimas, recorrían las mejillas de ambas mujeres. Pero sobre todo las de Eva. En la suerte, le había tocado el papel de verdugo, y al igual que su víctima sufría con sus maniobras.
-¿Quieres que lo haga yo?-, le dije riéndome en su cara.
La mueca de espanto que vi en su rostro, fue suficiente respuesta.
-Lo siento-, le escuché que le decía a Natalia, y cerrando los ojos, forzó su vulva con sus cinco dedos.
Los gritos estallaron en la habitación. Chillidos de dolor sufrido y de espanto provocado por la culpa de suministrarlo. Aria majestuosa a mis oídos, música alegre que me hablaba de mi venganza.
Incapaz de soportar el castigo, la morenita trataba de zafarse, reptando por el colchón, pero la rubia sabedora de que si lo conseguía, un correctivo aún más cruel y brutal recaería sobre las dos se lo impidió. Olor a sumisión y a sexo. Paulatinamente, los gritos se fueron transformando en sollozos, gemidos ahogados que dejaron de resultarme divertidos.
-Ven aquí-, le dije suavemente a la rubia, pero en cuanto vi que se levantaba, le grité: -A cuatro patas-.
No tardó nada en llegar a mi lado, gateando sobre la alfombra. Con el rimel corrido, dejando tras de sí oscuros riachuelos que bajando desde sus ojos recorrían su cara, se puso a mi vera.
-Bien hecho, zorrita-, le susurré acariciándole la melena.-Has sido una buena esclava y te mereces una recompensa-.
Poniéndome de pié, le acaricie el lomo, recorriendo sus caderas, llegué a sus poderosas nalgas, a las cuales regalé un doloroso azote. No escuché ningún quejido. Separándole las nalgas, verifique el estado de su oscuro agujero, llevándome el presente de descubrir que al igual que el de su hermana era virgen. Introduciéndole un dedo, le cuchicheé que me gustaba pero que lo iba a reservar para mas tarde. Tenía un objetivo claro y un instrumento que usar. Dándole otro cachete en su trasero, le exigí que se abriera mas y que levantara el culo.
Vi como esa mujer, antes altiva y orgullosa, sumisamente se ponía en posición de castigo. “Me esta gustando esta nueva zorrita”, pensé mientras le recorría con el frío cañón su piel. Eva al darse cuenta cual era el instrumento que la tocaba, empezó a temblar de miedo.
-Tranquila, que a priori mi intención no es disparar-, le dije mientras separa los labios inferiores y de un solo golpe le introducía hasta el mango el arma.
Gritó de dolor, pero no hubo ni un pestañeo por su parte. Dejé que se fuera relajando antes de cómo si fuera un mortífero consolador empezar a sacar y a meter la pistola.
Tengo miedo-, me rogó.
No me digné a contestarla, la muchacha no sabía que la había descargado para evitar accidentes. La tenía donde quería. A mis pies, llorando por su vida. Otro azote tuve que darle para que se moviera.
-Piensa que es mi pene-, le dije mordiéndole una oreja.
Cerró los ojos, tratando de imaginarse que el duro tubo que la penetraba era en realidad de carne endurecida por acción de la sangre bombeada. Poco a poco, percibí que sus movimientos al principio circulares, se iban convirtiendo a ritmo de su excitación en lineales, de adelante hacia atrás, y como sus caderas sin que ella pudiera hacer nada para evitarlo, terminaron presionando sobre mi mano para que profundizara su empalamiento.
“La muy puta, ha conseguido ponerme bruto”, tuve que reconocer cuando visualicé que la calentura había empapado su sexo y que le estaba sobreviniendo un orgasmo brutal. Sus muslos vibraban al recibir las descargas de su clímax, y berreando como una cerda, se corrió en la alfombra.
Sacando el arma de su interior, le agarré del pelo, y llevándola donde su hermana, le obligué a arrodillarse. Echando a Natalia de la cama, me senté en la cama.
-Ya sabéis que hacer-, les dije quitándome los pantalones.
Mi extensión estaba en todo su esplendor. Las muchachas a mi lado esperando que les ordenara apoderarse de ella. Silencio en el cuarto. Todo era tensión. Un brillo en sus ojos me hizo pensar que quizás creían que podían jugármela, por eso apuntando a la mas joven en la sien, les informé:
-Sin tonterías, no quiero decorar su cara con un agujero-, mensaje recibido, -no quiero que dejéis una gota-.
El paraíso. Dos bocas y dos lenguas afanándose en ser la mejor. Eva, reclamando su primogenitura, fue la encargada de jugar con mi glande, mientras su hermana se dedicaba a masajear con su boca mis testículos. No hubo pliegue ni milímetro de todo mi pene, que no fuera humedecido por ellas.
Me resultó curioso, la manera tan exquisita y dulce que lo hicieron, temiendo mi reacción se esforzaban en hacerlo bien, consiguiendo que en breves minutos empezara a sentir los primeros síntomas de mi propio orgasmo. Las mujeres al notarlo se entregaron sin pausa a su tarea, incrementando el ritmo y la profundidad de sus caricias, de forma que las primeras gotas de líquido preseminal aparecieron en mi glande. Eso desató su locura, cada una de ellas quería congraciarse conmigo debido al terror que las atenazaba, y por eso pugnaban por ser ellas quien recibiera en su boca mi semilla. Cuando exploté lo hice repartiendo mi semen entre las dos, ambas tuvieron su parte y se lo tragaron golosas, mientras sus manos terminaban de ordeñar mi miembro. Fue brutal, la mejor mamada de mi vida.
Tal era su pavor que se mantuvieron chupando y succionado mis partes, bastante tiempo después de haberme dejado seco. Lo que aproveché para reponerme.
Natalia, abre ese armario y saca dos esposas-.
La joven se levantó de la alfombra y abrió las puertas del mueble. Alucinada descubrió una faceta desconocida de su progenitor, al ver que estaba lleno de aparatos de sado, pero sin hacer ningún comentario, buscó y recogió lo que le había pedido.
-Ahora, ataros, zorras mías, a las columnas de la cama-
Con lágrimas en los ojos, puso uno de los extremos de una esposa en la muñeca de Eva y el otro a uno de los soportes del pie de la cama. Cuando iba a hacer lo propio con su muñeca, me oyó decir:
-No perrita, tu átate aquí arriba, no vaya a ser que esta noche me apetezca usarte-.
Esa noche, dormí acompañado por dos mujeres humilladas, dolidas y usadas. En mi fuero interno sabía que no era suficiente, debía de someterlas, dominarlas y adiestrarlas para que pasados los seis meses y su padre volviera, ya estuvieran condicionadas y fueran mis esclavas por voluntad propia.
Pensando en ello, me acosté al lado de la cachorrita de pelo negro, que muerta de miedo me esperaba en el colchón, desnuda, pero sobretodo dispuesta.
Capitulo dos.
La noche transcurrió sin novedad, nada que valga la pena contarse, excepto un par de polvos a la muchacha, mas por satisfacción personal que por necesidad. Natalia, tiene una constitución atlética, su culo duro y un cuerpo escultural, que provoca que cualquier hombre que la tenga desnuda a su lado no pueda evitar follársela. Lo único destacable fue que observé un pequeño cambio, la segunda vez que la tomé, no solo se dejó hacerlo sino que participó activamente e incluso creí descubrir un deje de protesta cuando conseguí correrme, como si se hubiese quedado insatisfecha y deseara mas.
El despertador sonó a las ocho de la mañana, tenía trabajo, por lo que sin dirigirles la palabra me levanté a ducharme. El agua caliente cayendo sobre mi cara consiguió espabilarme. Siguiendo mi plan preconcebido, me afeité y me vestí tranquilamente, sin hacer caso a las dos mujeres que atadas a la cama me miraban expectantes. No sabían que les deparaba mi perversa mente, pero esperaban angustiadas mi siguiente paso.
No tuvieron que esperar mucho, por que después de desayunar opíparamente, volví a la habitación con dos litros de leche.
Zorritas, tenéis que desayunar-, dándole a cada una un tetrabik, me senté a observar mientras les decía- bebéroslo entero, que no quede gota-
No se hicieron de rogar, cogiendo la leche con ambas manos, se bebieron todo, por miedo a enfadarme. Viendo que habían obedecido dócilmente, me despedí de ellas diciéndoles:
-Hasta esta noche-
Eva, asustada, me preguntó que si las iba a dejar así. Cogiéndola del pelo le dí un beso posesivo, mi lengua forzó su boca y durante un minuto me entretuve magreándola antes de contestarle:
-¿Tú, que crees?-
Al cerrar la puerta, escuché su desamparo.
Durante el día no me dejaron parar, diversos asuntos se amontonaban en mi mesa, no hay que olvidar que el jefe me había dejado solo y ahora tenía que hacer el trabajo de los dos. Reunión tras reunión se fueron pasando las horas sin que me diera cuenta, la actividad del día a día me impidió pensar en las dos bellas muchachas que me esperan pacientemente en casa. Mi secretaria no me dejó descansar durante toda la jornada, que si tenía que autorizar una obra, que si tenía que firma unos cheques….
Isabel llevaba trabajando conmigo desde que llegué a la empresa y era quizás la persona que mejor me conocía. No tenía que decirle nada, que ella sabía en cada momento lo que me ocurría. La confianza con ella era máxima, hasta tal grado que cuando humillado por las hermanitas estuve a punto de dimitir, hablé con ella, para que se viniera conmigo al siguiente trabajo. Por eso cuando al volver, le conté que no la había presentado, tuve que explicarle lo que había pasado, y lo que pensaba hacer.
Ella, al igual que yo era de origen humilde, por lo que la idea de hacer pagar a esas dos pijas con su propia cosecha, le pareció una idea estupenda, y lejos de tratar de convencer para que no lo hiciera, se prestó voluntaria para lo que necesitara. En ese momento, le dije que por ahora no me hacía falta, pero que no me olvidaría de ella si me urgía ayuda.
Por eso no me extrañó, cuando ya estábamos a punto de salir de la oficina que me preguntase como me había ido con las dos fierecillas.
-Bien, son unas niñatas tontas, pero están aprendiendo-,le contesté.
-No seas malo, ¡cuéntame!-.
Me hizo gracia su interés, y como no tenía nada que perder, ya que si me salía mal el adiestramiento, tanto a ella como a mi nos pondrían de patitas en la calle, le hice un pequeño resumen. Le expliqué la reacción de sus novios al enterarse de que no tenían un duro, el castigo que le di a Natalia por echarme un laxante en la comida. A esa altura sus ojos ya brillaban, pero fue cuando le conté como me habían tratado de asesinar y cual había sido mi venganza, cuando ya sin reparos me pidió que le diera detalles.
A un hombre no le hace falta que le piquen en demasía para que cuente los detalles de sus conquistas, y yo no era una excepción, de forma que le explique como les había obligado a regalarme un Show Lésbico, como me habían hecho el sexo oral, y sobretodo como les había dejado atadas a la cama desde la mañana.
-¡Que envidia!-, le escuché decir cuando ya se iba.
En ese momento, no supe que era lo que envidiaba, si a mí por tener a dos mujeres a mi disposición o a ellas por el tratamiento que les había dado. No me preocupó el descubrir la causa, por que recapacitando sobre ello, decidí que en menos de una semana, la haría participe de mi juego y entonces lo sabría. La idea no me desagradaba, por que aunque Isabel estaba un poco gordita tenía unos pechos y un culo de escándalo.
Satisfecho con el trabajo realizado y caliente tras la conversación con mi secretaria, salí de mi despacho y bajando al garaje cogí mi coche. Las calles y los semáforos pasaban a mi lado sin darme cuenta, mi mente solo podía pensar en mis dos juguetes esperando atadas a la cama la llegada de su amo.
Las luces del chalet, estaban apagadas. “Buena señal”, pensé ya que al salir de la casa era de día y si ellas no habían conseguido zafarse de sus esposas, nadie podía haberlas encendido. Subiendo por las escaleras, lo hice con precaución porque bien podrían haberse soltado y estar esperándome en el rellano.
Pero al abrir la puerta de mi cuarto, y antes de encender la luz, ya supe que no lo habían logrado al llegarme el olor a orín reconcentrado.
Era parte de mi plan, un litro de leche por cada una y la imposibilidad de ir al baño, no podía tener otro resultado que ambas mujeres lo hubiese tenido que hacer sobre la alfombra persa de su viejo. Deben de estar aterrorizadas y hambrientas, anoche les impedí cenar por lo que deben de llevar mas de treinta horas sin probar bocado.
Al encender la luz, cerraron los ojos del dolor. Me dieron hasta un poco de pena al observar el resultado de su castigo. Despeinadas, con el rimel corrido, los labios agrietados de la sed, y asustadas, terriblemente asustadas.
-¿Cómo están mis putitas?-, les pregunté alegremente.
-Muy bien, amo-, me contestaron al unísono.
Su recibimiento me sonó a música celestial, al no tener que recordarles mi título. Decidí darles un premio, y yendo al baño, me serví un vaso de agua.
¿Tenéis sed?-, sus ojos casi se salieron de sus orbitas al contemplar el preciado líquido, -Tumbaros-.
Como perras bien amaestradas, me obedecieron sin tener que repetir la orden, y cuando las vi perfectamente acostadas sobre el colchón, derramé el agua sobre sus cuerpos. No les había terminado de decir: -Bebed-, cuando como posesas se lanzaron una sobre otra, absorbiendo el agua que corría por sus cuerpos. Tanto me gustó el ver como se lamían una a otra los pechos, las piernas, el estómago e incluso el coño en busca de satisfacer su sed, que siendo magnánimo, les volví a premiar con otro vaso.
Ya con menos sed, me imploraron que las liberase, que me juraban que iban a cumplir el pacto. Fueron tan insistentes y tan sinceras, que llegué ……a cabrearme.
Silencio-, les grité,-no os he dado permiso para hablar-.
Todavía no estaban listas, decidí saliendo del cuarto y yéndome a cenar. Después de comerme un pollo recalentado, y dos cervezas, no tuve mas remedio que hacer caso a mis niñas, no fueran a desmayarse de hambre, ya que esta noche las necesitaba enteras. Por lo que abriendo el refrigerador me proveí de lo necesario.
-¿Tenéis hambre?-, les pregunté, pero al no recibir contestación abriendo la bolsa fui poniendo sobre el aparador lejos de su alcance jamón, queso e incluso un bote de nata montada. Y haciendo que me iba volví a interrogarles diciendo:- ¿seguro?-.
-Si, mi amo, estoy hambrienta-, me contestó Eva.
-Y yo, amo-, me dijo su hermana llorando de vergüenza.
Sin responderlas, me acerqué primero a la mayor y soltándole la esposa que estaba sujeta al dosel de la cama, y volviéndosela a cerrar sobre su otra muñeca, poniéndola los brazos hacia atrás, la tumbé en la cama. Ninguna de las dos conocía mi plan, por lo que sumisamente Natalia se dejó que repitiera con ella la misma operación.
Una vez en posición de manera que no pudiesen usar sus manos, les abrí las piernas y enchufándoles el bote de nata montada, en su sexos , se los llené de forma que sus vaginas y entrepiernas quedaron anegadas.
-Ahora comed-.
Fue una delicia el observar desde la silla, como trataban de llegar a su sexo reptando como culebras sobre el colchón hasta que las dos formaron un perfecto sesenta y nueve, y como con fruición se
fueron comiendo entre ellas en un ágape totalmente sexual. Sus lenguas no tuvieron mas remedio que buscar el alimento dentro de la vagina de la otra, y contra su voluntad tanto deseo hizo que se excitaran, lo que era mi intención. En esa posición las dejé unos cinco minutos, hasta que ya no quedaba ni rastro de la crema.
-¿Queréis mas?-
A las dos se le había abierto el apetito, y las dos me contestaron que sí.
-Bien, pero ahora de una en una-.
Y obligando a Eva a tumbarse de cara, le abrí las nalgas y rociando abundantemente su ojete, se lo puse en la cara a su hermana. Natalia no tuvo reparos en comenzar a chuparle el culo, tanta era su hambre que creo que incluso metió la lengua por el negro agujero. Una vez que había acabado repetí la operación intercambiando los papeles, pero en esta ocasión, Eva no se conformó con la nata, sino que cuando ya no quedaba rastro siguió con el flujo que manaba de la cueva de la morena.
La visión de su culo en pompa, mientras le comía todo, me hizo poner bruto, pero tuve que reprimir las ganas de pegarle un buen polvazo ya que tenía otros planes, y separándolas les dije:
-Jamón y queso solo hay para una, ¿a cual creéis que debo de dárselo?-.
Se formó un alboroto, las dos mujeres me pedían que fuera ella la elegida, llorando y chillando se echaba una a la otra la culpa de todo. Que si había sido culpa de Natalia la idea de humillarme, que si Eva había intentado pegarme un tiro, etc… No se daban cuenta pero estaba consiguiendo separarlas, por lo que después de escuchar sus tonterías le ordené callar.
-Homo hominis lupus-
Hubiese pagado por haber grabado sus caras, ninguna de las dos había oído nunca esa sentencia latina, por lo que tuve que explicársela.
-El hombre es un lobo para el hombre-
Acto seguido, agarré a la rubia y atándole una mano a cada columna de la cama, liberé a la morena.
Gracias, te prometo obedecer-, suspiró aliviada Natalia al sentir sus muñecas libres.
El consuelo le duró poco, porque poniendo en sus manos una pequeña fusta, le susurré al oído:
-Veinte latigazos, y que sean fuertes-.
Eva empezó a chillar pidiéndole a su hermana pequeña que no lo hiciera, mientras me insultaba diciendo que me arrepentiría.
-Treinta-, grité.
Mi voz autoritaria sacó a Nati, del ensimismamiento en que había caído y acercándose a su hermana, le contestó:
-Te digo lo que tú me dijiste ayer, ¡lo siento!-, empezando a descargar toda su furia y frustración reprimida sobre el trasero de su hermana.
Latigazo tras latigazo, se vengó de mi, de ella, y de la vida. Gemidos de dolor, insultos, ruegos de Eva, mientras las lágrimas corrían por sus mejillas al hacerlo, pero sus ojos mostraban una firma resolución que solo se aplacó cuando habiendo terminado vio el resultado de su ira. Ambas nalgas estaban al rojo vivo.
Come-, le dije dándole su premio, al atarla nuevamente.
Devoró las lonchas de jamón y los trozos de queso, mientras yo descolgaba a su hermana. La pobre muchacha estaba llorando, no comprendía que alguien de su propia sangre hubiese sido tan bestial solo por tener algo que llevarse a la boca.
Sacándola de la habitación y llevándola a su cuarto, se llevo la sorpresa que sobre la cama, había una cena completa, con su sopa, su pan, el pollo que había dejado e incluso una botella de vino.
Túmbate en la cama, y come mientras te curo-, le dije dulcemente mientras le daba un beso en la mejilla.
No creyendo en su fortuna, empezó a cenar mientras yo extendía una crema hidratante en su maltratado culo. -“¡Pobrecita!”, “¡Que bestía!”, “¡Como se ha pasado!”-, no dejé de decirla mientras la atendía, –pero bebe un poco de vino te vendrá bien-.
Con el estómago lleno, y bastante alcohol en el cuerpo, la muchacha no pudo reprimir su dolor y se echó a llorar. Consolándola la abracé acariciándola durante minutos hasta que se hubo repuesto un poco, y entonces le ordené que fuera al baño a hacer sus necesidades.
Me miró agradecida y sin que yo se lo pidiera me dio un beso en los labios diciéndome: -Gracias, amo-.
Aproveché a desnudarme mientras se levantaba al aseo, y al volver era otra, perfectamente peinada y maquillada, venía dispuesta a conquistarme. Yo por supuesto, me dejé, y dando una palmada en el colchón le dije:
-Hoy dormirás conmigo-.
Una sonrisa iluminó su cara, y coquetamente se acerco a la cama, tratándome de calentar. No hacía falta, la rubia ya me había puesto a cien, por lo que por primera vez pude disfrutar de esos pechos enormes y de sus negras aureolas.
Buscando el efecto de la zanahoria y el palo, mi lengua recorrió lentamente su cuello, y como si le diera miedo el acercarse a su pezón, tardó una eternidad en decidirse a atacar sus rugosidades y su oscura superficie, pero cuando lo hizo y mis dientes mordisquearon suavemente sus botones, Eva me regaló un suspiro y una buena ración del flujo que manaba de su cueva.
-Amo-, le oí decir, antes de que bajando por mi cuerpo su boca se hiciera fuerte en mi miembro, y humedeciéndola empezara a practicar la ancestral penetración oral. La muchacha, no solo sabía comerse una almeja, sino que además era una experta mamadora, que sin sentir arcadas se incrustó todo mi pene en su garganta.
Me apetecía correrme dentro de su boca, pero aún mas hacerlo dentro de su culo, por lo que sacándolo de su prisión, la puse de espaldas, y rociándola con aceite, empecé a relajar su ojete.
Soy virgen de ahí-, me dijo sin protestar, como pidiéndome que se lo hiciera despacio.
Su sumisión me agradó, y haciéndole caso me entretuve acariciando sus músculos circulares hasta que mi dedo entraba y salía con facilidad. Fue entonces cuando le introduje el segundo. Eva notando que no la iba a forzar, se dejó hacer de forma que rápidamente estaba lista para que la desvirgara.
Acariciando su cabeza, le dije:
-Ponte en pompa-.

Cuidadosamente le separé las nalgas, y colocando mi lengua al principio de su espalda, recorrí el canalillo bordeado por sus rotundas nalgas. Su garganta emitió un suspiro cuando mis dientes le dieron un pequeño mordisco a ese glúteo tan apetecible, siguiendo a continuación su camino hacia mi objetivo. Inconscientemente levanto un poco mas su trasero para facilitarme las cosas, y por fin pude disfrutar del olor a hembra insatisfecha que manaba su sexo.
Poniendo la punta de mi glande en su entrada trasera, me entretuve jugando con los rebordes de su ano, hasta que viéndola completamente relajada, forcé la entrada de su anillo.
-Por favor-, gritó al sentir la cabeza de mi pene en su interior. Pero sin pausa hice caso omiso de su dolor y lentamente fui completando mi penetración de manera que toda mi piel pudo sentir la dureza de su esfínter al traspasarlo.
Con mi verga completamente en su interior, dejé que se relajara, dándole besos y diciéndole cosas agradables. El dolor era grande, pero soportable, y rápidamente su ano se acostumbró al castigo. Viéndola aliviada, empecé a moverme. Era un movimiento continuo sin brusquedades, de manera que poco a poco su resistencia fue cediendo y mi pene entraba y salía con mayor facilidad.
El placer fue desplazando al dolor, y Eva tomando impulso con sus brazos incrementó el ritmo de nuestra cabalgada, diciendo:
-No me lo puedo creer, ¡Pero me encanta!-.
Sus palabras fueron el banderazo de salida, a un galope frenético. Con mis testículos golpeando su trasero como si fuera un frontón, y con mis manos apoyadas en su hombros, éramos yegua y jinete. Y como buena cabalgadura, relinchó de gusto, cuando azotándole el culo le exigí que incrementara su velocidad.
-Mas fuerte-, me pidió. No sabía a que se refería si al azote o a mis penetraciones por lo que no tuve mas que aumentar la fuerza de ambas para complacerla.
Era alucinante verla moverse, gimiendo de placer con mi vara en su interior. Totalmente fuera de sí, apoyándose con un solo brazo, usó su mano libre para masturbarse ferozmente, mientras me pedía que me corriera.
Todo en ella, anticipaba su climax, por lo que acelerando todavía mas mis embistes, y usando mi pene como si fuera una espada, la acuchillé cruelmente mientras se desplomaba sobre las sabanas. Su almeja totalmente empapada por el flujo, no pudo contener tal cantidad y brotando como un geiser, me mojó las piernas. Tanta calentura, terminó por excitarme y en intensas oleadas de placer, me derramé en su interior, llenando su intestino con mi semilla.
Escucharla decir:-Gracias amo-, nuevamente, fue como cuando recibí mi primer sobresaliente en la carrera, una pasada, y dándole la vuelta, le coloqué las esposas diciéndole:
-Ves esclava, como si obedeces puedes disfrutar-.
Bajó los ojos ruborizada, pero escuché como de sus labios en bajito salía un avergonzado: -Si, amo-.
Sin darse cuenta, Eva se estaba convirtiendo en mi sierva, paulatinamente la violencia, las privaciones estaban transformando a la pija. Pero la fuerza mas potente, con la que contaba era con su espíritu de supervivencia, hermana contra hermana compitiendo por mis favores.
Quiero verte guapa-, le ordené, -¿cuál es tu camisón mas sexi?-.
-El rojo-.
Abriendo el cajón de la cómoda, lo saqué, diciéndole que se lo pusiera. La muchacha suspiró aliviada al sentir el tacto de la primera ropa en mas de veinticuatro horas.
Amo, ¿cómo te puedo agradecer esto?-, me dijo insinuándose.
Durmiendo, mañana será otro día-.
Su cara de felicidad era completa, creía que por fin me había conquistado, se veía ya como mi preferida. Y acomodándose él colchón, se relajó cayendo dormida al instante.
Esperé a que su sueño fuera profundo antes de levantarme. Comprobando que seguía profundamente adormecida, coloqué las sábanas de forma que taparan las esposas, pero mostrando claramente sus piernas apenas tapadas por el camisón.
Salí al pasillo, con dirección al cuarto del viejo. Al abrir la puerta, el tufo a orín, me resultó insoportable. Natalia, totalmente sucia y despeinada, lloraba en silencio.
-Nati-, le dije usando su apelativo familiar, mientras la liberaba, -no alces la voz, no vaya a ser que nos oiga tu hermana, vamos al baño que te debes de estar a punto de hacer encima-.
La niña, me miró con una mezcla de agradecimiento y de suspicacia, no se fiaba de mis intenciones, pero al ver que la acercaba al váter, sin importarle mi presencia, se sentó en él, y violentamente descargó sus intestinos.
Lo siento, mi niña, pero no puedo hacer nada más por mejorar tu estado, porque he llegado a un acuerdo con tu hermana-, le dije mientras se limpiaba, -no sé como decírtelo pero tu hermana te ha vendido-.
Alzó la cabeza para gritarme:
-¡No te creo!-.
-Ese es tu problema, eres demasiado inocente. Eva se ha entregado a mis brazos, quiere ser mi favorita, sin importarle tú. Es mas mientras se duchaba, y maquillaba se reía de lo sucia que tu estabas-.
-¿Se ha duchado?-, me respondió alucinada.
No solo eso, está durmiendo en su cama, sin esposas, con un precioso camisón, contenta de servirme, y además ha cenado como una dama, y no las obras que tú has comido-.
-¡Es imposible!, ¡cerdo!, mi hermana no lo haría-.
Le solté un bofetón, –Soy amo-, y colocándole las esposas y un trapo en la boca para que no hablara, la llevé a la otra habitación.
-¡Mira!-, le espeté señalándole a Eva,-No te he mentido, está limpia, suelta, y dispuesta. Te ha engañado, mientras tú sufres, ella disfruta-.
La angustia de la muchacha se multiplicó por mil al ver sobre la mesa, los restos de la cena. Totalmente convencida, se dejó llevar de vuelta al cuarto de su viejo. Mentalmente estaba humillada, hundida.
Atándola otra vez a la cama, repleta de orín, al quitarle el bozal hecho con el pañuelo, le di un suave beso en los labios, mientras le decía:
Tu ibas a ser la primera, pero ella se te ha adelantado-.
-¡Amo!, dime lo que tengo que hacer para ser tu mejor esclava-.
Solté una carcajada al escuchárselo decir, y dándole otro beso en los labios, le solté:
-Dormir, mañana será otro día-.
Misma frase, distinto significado. “Le queda poco para ser totalmente mía”, pensé mientras cerraba la puerta dejándola hundida en la miseria.

Relato erótico: “Adiestrando a las hijas del jefe 3” (POR GOLFO)

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Sin título1


Esa mañana, decidí que tenía que cambiar de táctica, no fuera que las privaciones a las que tenía sometidas a las dos hermanas hicieran mella en sus cuerpos, y enfermaran. Para ello, debía encontrar una persona que me las cuidara mientras yo trabajaba. El problema era quien, no conocía a nadie que me inspirara la suficiente confianza para dejarle a Natalia y a Eva a su cuidado.
Nada más despertarlas, la obligué a darse un baño, a peinarse, y a pintarse, ya que las quería en plena forma.
Os necesito guapas-, les dije, mientras les elegía la ropa.
Encantadas con la idea, esperaron ilusionadas que les dijera que es lo que debían de ponerse. Por eso, creo que quedaron un poco decepcionadas cuando les mostré su vestimenta, la cual consistía en un collar de cuero y un conjunto muy sexy de sumisa, con el sujetador y el cinturón de castidad a juego.
La primera en vestirse fue la mayor. Eva, con sus grandes pechos y hermosas caderas, estaba perfecta. Esa noche había hecho uso de ella, pero al verla con ese atuendo, me empecé a poner bruto. Sólo el saber que tenía que vestir a Natalia, evitó que la tomara allí mismo. Ésta tampoco tenía desperdicio. Con su metro setenta, su piel blanca contrastaba con el negro del cuero, dotándola de una morbosidad fuera de lo común. Todavía no le había terminado de atar el cinturón, cuando con su cara de no haber roto un plato, me pidió que al volver la eligiera a ella, quería ser mi favorita esa noche.
Sonreí al darme cuenta que las estaba subyugando poco a poco, y llevándolas a la cocina, les dije:
Tenéis diez minutos para desayunar, y hoy os voy a dejar que os llevéis al cuarto toda la comida que queráis, pero debe ser rápido-.
Las muchachas no comieron, sino devoraron, recordando las penurias pasadas. De tal manera que pensé que les podía sentar mal, tamaña ingesta. Satisfechas, las llevé cada una a su cuarto, pero antes de cerrar sus puertas, les di a cada una, un consolador y un vaso, diciéndolas que esa noche cuando volviera a casa, debían de llenarlo de flujo, y que la que consiguiera más cantidad, iba a tener premio.
Todavía me estaba riendo al coger el coche, pensando en como las muchachas se iban a masturbar durante todo el día, intentando ordeñar sus coños al hacerlo, de manera que al retornar, me las iba a encontrar exhaustas y calientes. Pero sobre todo, que de esa forma, no iban a tener tiempo de pensar. “Soy malo”, me dije, disfrutando de la excelente idea que había tenido.
Al llegar a la oficina, el trabajo se me había acumulado, por lo que me pasé toda la mañana firmando pedidos y autorizando presupuestos. El tiempo voló y casi sin darme cuenta ya era la hora de comer. Isabel, mi secretaria, llegó con una bandeja de sandwiches.
-Fernando, ¿quieres algo más?-, me preguntó antes de irse.
Algo en su actitud, me hizo levantar la cara de mis papeles, y viendo que era ella, quien quería decirme algo, le pedí que se sentara.
-¿Qué te ocurre?-.
Se puso colorada, al saber que me había dado cuenta, y bajando la mirada me respondió:
-Disculpa, pero quería saber como te iba con las dos hermanitas-.
Era eso, recordaba como se había excitado oyendo los castigos que había inflingido a las dos mujeres el día anterior, y ahora, venía a que le siguiera contando más.
-¿Quieres escuchar como hice que Natalia azotara a su hermana?-.
La sola idea de pensar en ello, provocó que sus pezones se erizaran bajo la tela, y la muchacha totalmente ruborizada, no pudo más que reconocer que era lo que buscaba.
-¡Desabróchate dos botones!-
-¿Como?-, me respondió protestando.
-Si esperas que te cuente todo sin nada a cambio, ¡vas jodida!-
Estuvo a punto de levantarse indignada, pero tras pensárselo durante unos segundos, se llevó la mano al escote y aflojándose la blusa, retiró dos botones de sus ojales. Como ya conté Isabel era una mujercita regordeta, pero atractiva a la vez, y al hacerlo, su canalillo perfectamente formado tras un sujetador de encaje, quedó a la vista.
-¿Por donde empiezo?-
Por el principio-, me contestó, cerrando involuntariamente las piernas.
Sin darle tiempo a pensar, me coloqué detrás de ella, y posando mis manos en sus hombros, empecé a explicarle como las había hallado después de más de veinte horas sin comer y unas diez sin beber. Mi secretaria no dijo nada, su mente sólo estaba centrada en mis palabras, en como les había derramado el agua en sus cuerpos, obligando a las dos muchachas a absorberla de sus propios sexos.
-¡Que excitante!-, me alcanzó a decir, mientras ya sin ningún reparo le acariciaba el cuello.
-Quítate la camisa-, le susurré al oído.
Isabel estaba con la mirada ausente, debía de estar meditando acerca de lo bajo que iba a caer si me obedecía. Pero cuando ya pensaba que se iba a negar, mi secretaria suspiró y manteniendo la cabeza gacha, se despojó con rapidez de su blusa y de su sujetador. Sonreí al percatarme que se había desnudado totalmente de cintura para arriba, y eso era mucho más de lo que le había pedido.
Sus enormes pechos se me antojaron atractivos, y sin medir las consecuencias me apoderé de ellos, sopesándolos con mis manos. No hubo rechazo, al contrario se acomodó hacia atrás en la silla, para facilitarme el hacerlo. La muchacha se estaba calentando a marchas forzadas, con los pezones erizados, me pidió susurrando que siguiera.
La situación se estaba convirtiendo en algo muy fuerte, y previendo su curso, decidí cerrar la puerta de mi despacho. Al volver a su lado, directamente le pellizqué un pezón. Jadeó sorprendida, pero cogiendo mi otra mano se la llevó al pecho libre, para que repitiera la operación. Esta vez, como si estuviera sintonizando una radio, retorcí sus pezones, escuchando sus primeros gemidos de placer.
-¿Te gusta?-.
Con la respiración entrecortada, me respondió afirmativamente.
-¡Quiero ver como te masturbas!-
No tuve que repetírselo. Isabel abriendo sus piernas, se introdujo la mano bajo la falda pasando su dedo por encima de la braga, mientras yo alucinaba de su calentura. No había marcha atrás, y ella lo supo cuando separándome de ella, acerqué mi silla, para verlo mejor. En ese momento quiso parar, quizás cortada, pero dándole un tortazo le dije que no le había dado permiso para hacerlo.
Era la primera bofetada que le daba, pero no iba a ser la ultima, ya al contrario de la lógica le había excitado, y quitándose el tanga, se afanó en ser observada. Sus rollizos muslos terminaban en un sexo totalmente depilado. Pude ver, como se abría los labios, y se concentraba en su clítoris, mientras no dejaba de mirarme. En pocos minutos, ya olía a sexo, y sus gemidos se escuchaban en la habitación.
Fue el momento que elegí, para despojarme de mi pantalón, y acercando mi sexo a su boca, le ordené que me mamara sin dejar de pajearse. Sentada, con las piernas abiertas y con su mano torturando su pubis, abrió la boca para recibir mi extensión. Dejé que llevara el ritmo, acariciándole la cabeza. Su lengua era una experta recorriendo los pliegues de mi glande, de manera que rápidamente todo mi pene quedó embadurnado con su saliva, y la muchacha forzando su garganta, se lo introdujo lentamente.
Me encantó, la forma tan sensual con la que se lo metió, ladeando su cara hizo que rebotase en sus mofletes por dentro, antes de incrustárselo. Noté como se corría, sus piernas temblaban al hacerlo, pero en ningún momento dejó de masturbarme, era como si le fuera su vida en ello. No soy un semental de veinticinco centímetros, pero mi sexo tiene un más que decente tamaño, y aún así, la muchacha fue capaz de metérselo por entero. Por increíble que parezca, sentí sus labios rozando la base de mi pene, mientras mi glande disfrutaba de la presión de su garganta.
Fue demasiado placentero, y desbordándome dentro de ella me corrí, sujetando su cabeza al hacerlo. Mi semen se fue directamente a su estómago, porque Isabel no trató de zafarse, sino que profundizando su mamada, estimuló mis testículos con las manos para prolongar mi orgasmo.
-¡Fernando!-, me dijo feliz, al sacar mi pene de su boca,-tienes el miembro tan rico como me imaginaba-.
Su lujuria me dio la idea, y levantándola de la silla, mientras la terminaba de desnudar, le dije:
-¿Te apetece ayudarme con dos putitas?-.
-¿Qué tengo que hacer?-
-Por ahora, disfrutar-, le respondí mientras la inclinaba sobre mi despacho, dejando su trasero sensualmente dispuesto.
Su culo era enorme, pero bien formado. Separando sus dos nalgas, descubrí una entrada todavía virgen. Era rosada, cerradita y mía, saber que estaba a mi disposición me provocó una brutal erección. Isabel lo notó al instante, y cogiéndose ambos cachetes con las manos, me pidió que lo hiciera con cuidado.
Pasé mi mano por su sexo, y recolectando un poco de su flujo, lo unté en su hoyuelo. La muchacha, más alterada de lo que era normal, se tumbó directamente en la mesa, dejándome hacer. Con un dedo recorrí sus bordes, antes de introducirlo en su interior. Era tentador, pero no quería destrozarla por lo que me entretuve en relajarlo antes de meter el segundo. Escuché un jadeo. Le dolía pero no se quejaba, lo que me dio motivos para continuar. Forzando un poco sus músculos, fui encajando y sacando mis dedos hasta que desapareció la resistencia, entonces y solo entonces, acerqué mi glande a su entrada.
Durante unos instantes, jugueteé acariciándolo, y al percatarme que estaba lista, posé mi manos en sus hombros y le introduje la cabeza. Chilló de dolor al sentir violado su recto, creo que incluso derramó unas lágrimas, pero no se rajó, al contrario echándose para atrás, obligó a mi pene a empalarla con su consentimiento. Lo hizo tan lento, que me dio tiempo a notar, como toda mi extensión iba rozando las paredes de su ano, destrozándolo. Mordiéndose los labios, aguantó el dolor de sentirse desgarrada. Con mi sexo completamente en su interior, esperé a que se acostumbrara.
-¿Lista?-, le pregunté.
Al no contestarme, deduje que lo estaba, iniciando mi ligero trote. A Isabel nunca le habían echo un anal, y por eso le dolió brutalmente al principio, pero después de unos minutos, con el esfínter ya relajado empezó a disfrutar. Me di cuenta de ello, cuando bajando su mano, se empezó a masturbar. Sabiendo que era el momento, le azucé dando un azote en su trasero.
Fue como si se desbocara mi gordita, berreando como una hembra en celo, movió sus caderas violentamente hacia atrás, clavándose hasta el fondo mi herramienta. Gritando me pidió que la ayudara, y entonces comprendí que le excitaba el maltrato, y dándole una tanda a modo de aguijón, conseguí que su cuerpo adquiriera un ritmo infernal. Sus pechos se bamboleaban al compás de mis penetraciones y sus carnes oscilaban como un péndulo, mientras ella se desgañitaba chillando su placer.
Su orgasmo me empapó de arriba abajo, ya que de su sexo manó su flujo en demasía, recorriendo sus piernas, de modo que cada vez que chocaba contra su trasero, salpicaba por todos lados. Su brutal reacción terminó de excitarme, y uniéndome a ella, le regué con mi semen todos sus intestinos.
Agotados, quedamos unidos por nuestros sexos, mientras descansábamos del esfuerzo. Y sólo cuando nuestras respiraciones ya eran normales, ella separándose de mí, se arrodilló a limpiar con su boca mi pene. Era increíble, una máquina, usando su lengua retiró rápidamente todos los restos de nuestra lujuria, y al terminar como si no hubiese pasado nada se vistió sin hablar. Pero justo, cuando ya salía por la puerta, se volvió para decirme:
-¿A qué hora?-.
La muy zorra no se había olvidado de mi promesa, y riendo le contesté:
-A las ocho, pero tráete ropa, te vas a quedar por lo menos una semana-.
-¿Y el trabajo?-
-Soy tu jefe, ya veré que me invento-.
Meneando sus caderas, salió del despacho, no sin antes prometerme que no me iba a arrepentir. Poniéndome manos a la obra, llamé al departamento de personal de la compañía, para advertirles que Isabel iba a ser trasladada durante un mes a Barcelona, por lo que debían de preparar sus dietas. De esa manera, nadie la iba a echar de menos durante un mes, dándome tiempo para adiestrar de manera conveniente tanto a las hijas de mi jefe, como a mi más reciente adquisición.
Lo que no tenía claro, es cual iba a ser el papel de mi secretaria, porque le gustaba demasiado recibir azotes. Pero algo si era seguro, fuera cual fuese su participación, es que se había ofrecido voluntaria, por lo que me podía fiar de ella. Meditando sobre ello, pensé que detrás de una buena masoquista, se podía descubrir a una buena sumisa o a la domina más cruel. Cerrando mi ordenador, me dije que lo iba a saber en pocas horas.
Al salir de la oficina, me entretuve comprando en un sex-shop los artilugios que me faltaban, no en vano, aunque el viejo tenía todo un arsenal, era insuficiente al estar pensado para una pareja, y a partir de esa noche íbamos a ser cuatro. Llevaba años sin entrar en un tugurio parecido, y por eso me quedé pálido al observar hasta donde podía llegar la imaginación perversa de los fabricantes. Obviando el hecho de que había muchos instrumentos cuya finalidad no entendía, me maravilló observar la exageración del tamaño de muchos de ellos, siendo el culmen una verga que imitaba el sexo de un burro, con más de cincuenta centímetros de largo y al menos diez de ancho. También había otros, en los que mi sorpresa era lo retorcido de su uso, y que sólo una mente sádica podía haber diseñado, como una especie de ataúd, con clavos donde encerrar a una esclava.
No sé cuanto tiempo pasé dentro del local, pero mucho, cada estante tenía una novedad, de forma que cuando fui a pagar, el palo que di a mi tarjeta de crédito fue de órdago, más de dos mil euros. Al llegar a casa, cargado con tres bolsas, Isabel me estaba esperando en la puerta. Venía vestida como al mediodía, pero al ver el tamaño de su maleta, comprendí que me había hecho caso y que traía ropa suficiente para su estancia.

Lo primero que hice, fue mostrarle la casa, donde estaba el comedor, la cocina y los diferentes salones, dejando para el final lo más importante que eran las dos muchachas. A propósito, alargué el momento invitándole una copa, ella tomaba ron, por lo que mientras se sentaba en el salón, le expliqué que quería.

Mira, Isabel, como te dije esta mañana necesito ayuda, no puedo mantenerlas eternamente atadas, y me vendría estupendamente alguien que me relevara cuando no estoy-.
-Sólo tengo una duda, ¿voy a poder hacer uso de ellas?-.
Soltando una carcajada, le contesté:
Claro, deberás participar en su adiestramiento, tendrás barra libre cuando no esté yo, pero en mi presencia siempre tendrás que obedecerme-.
-Eso no será difícil-, me contestó en plan coqueta, –me imagino que la obediencia, también será sexual-.
-Sexual, oral, anal, y mental. A todos los efectos serás mi esclava, pero ellas tendrán que tratarte como su maestra, ¿comprendido?-.
-Si, amo-, dijo sonriendo,- creo que si me vas a presentar, será mejor que me cambie antes, no vayan a tener una idea equivocada de mi función-.
Su completa aceptación, me satisfizo. Isabel no sólo me iba a ayudar, sino que había aceptado voluntariamente ser mi esclava. Las próximas semanas iban a resultar placenteras, me dije, mientras aprovechaba para ir a por las dos muchachas, que ignorantes de su destino me esperaban cada una en un cuarto. Lo primero de lo que me di cuenta era que ambas habían cumplido mi orden y orgullosas me mostraron que el vaso con su flujo estaba lleno, pero además se había producido un cambio, las dos estaban perfectamente aseadas, peinadas y hasta pintadas, luego poco a poco se iban acostumbrando al nuevo rol que les había impuesto.
Sin explicarles que les tenía preparado, las llevé al salón. Ellas pensaron que era el premio a su diligencia, no suponían que les iba a presentar a su nueva ama y compañera, por lo que cuando les dije que se sentaran, creyeron que su suplicio había terminado. Por eso cuando les serví una copa, esperando a Isabel, Natalia me preguntó si podía quitarse el collar. No pude contestarle por que en ese mismo momento, mi secretaría entró en la habitación, vestida totalmente de cuero con un corsé que realzaba sus curvas, dotando a sus enormes pechos de un siniestro atractivo, al estar comprimidos por un sujetador con forma cónica.
Tanto Eva como su hermana menor se quedaron calladas, al verla entrar. Realmente, disfrazada de esa forma era una mujer impresionante. Tras ese atuendo, se adivinaba a una hembra seductora y fascinante, segura de su feminidad, cuya silueta rellenita, lejos de causar rechazo, tenía una belleza singular.
-Amo, ¿me permite explicarles que hago aquí?-, me dijo sabiendo mi respuesta por anticipado.
La rapidez con la que entró al meollo de la cuestión, me sorprendió, y haciendo un gesto con la cabeza, le autoricé a dirigirse a ellas.
-Zorritas, mi nombre no os importa, pero a partir de ahora deberéis dirigiros a mí como Maestra. Mi amo me ha ordenado que os enseñe las bondades de la sumisión. Debéis estar agradecidas, por que vais a descubrir lo maravilloso que es la entrega total-, para aquel entonces las muchachas se abrazaban asustadas, y con los ojos fijos en Isabel seguían sus instrucciones sin pestañear. –Una mujer que no ha probado la subordinación a un ser superior, no ha disfrutado del sexo-.
Hizo una pausa antes de proseguir, y yo viendo que mi función iba a ser la de mero observador, decidí ponerme una copa. Estaba sirviéndome los hielos, cuando escuché:
-Un amo no debe mancharse las manos teniendo tres sirvientas. ¡Tú! , la rubia, levántate y ponle su whisky. Lo toma con mucho hielo-.
No tuvo que ordenárselo dos veces, Natalia levantándose de un salto, llegó corriendo a auxiliarme, mientras su hermana se quedaba sola en manos de la mujer. Estaba nerviosa, sus manos temblaron al echar los hielos en el vaso, y susurrándome me dijo:
-Amo, ¿acaso está enfadado conmigo?-.
-No, preciosa, es por vuestro bien. Verás como en unos días me agradeces el haberos traído alguien que os enseñe-.
Isabel esperó que la niña volviese a su lugar para seguir hablando:
Antes de nada, os voy a enseñar a permanecer en posición de sumisa-, les dijo obligándolas a arrodillarse, con el cuerpo y los brazos echados hacia delante, de manera que sus culos quedaron en pompa, en disposición de ser usados. No le costó ningún esfuerzo ponerlas así, quizás debido al miedo o quizás por el interés de aprender algo nuevo, las muchachas dócilmente aceptaron sus órdenes. Contenta, por el resultado, siguió diciendo mientras les acariciaba con una fusta: –Este mundo está dividido entre amos y sirvientes, los primeros han nacido para mandar y ser obedecidos. Puede parecer que es el papel ideal, pero estáis equivocadas, porque jamás podrán liberarse del poder y disfrutar realmente de la vida. En cambio, las sirvientes, al no poder decidir por nosotras mismas, podemos lanzarnos al disfrute sin pensar en las consecuencias-.
Creo que fue entonces, cuando realmente empezó la clase, ya que eligiendo a Eva y recorriendo con la fusta los bordes de su sexo, dijo:
-Fijaros, ahora estoy acariciando a esta perra. Mientras ella sólo tiene que concentrarse en lo que siente, yo debo de decidir que hago. Por ejemplo, tengo dos posibilidades, o azotarla o penetrarla-, y dirigiéndose a la hermana preguntó, -¿qué quieres que haga?-.
Natalia, apiadándose de ella, respondió que penetrarla. Su maestra separando los labios de la mujer, le introdujo el instrumento duramente hasta que chocó con la pared de la vagina. Eva, indefensa, se retorció al sentirse violada. Mi secretaría sacando y metiendo la fusta, la estaba follando, de modo que en pocos instantes los chillidos de Eva se fueron transformando en placer. Viéndola disfrutar, volvió a preguntarle a la hermana, que venía a continuación. Ésta, levantó los hombros sin saber que responder, por lo que tuvo que ser Isabel quien le dijera que le pellizcara en ambos pechos.
La rubia, medio excitada ya, se acercó y agarrando los pezones de la otra, los torturó con saña, mientras su maestra sin dejar de mover la fusta, empezó a azotar el trasero de la sumisa con una mano. Eva no pudo resistir el notar como era violada, pellizcada y azotada, por lo que pude oír como se corría entre grandes gritos. Su coño rebosando de flujo, se licuó mientras pedía que no pararan.
Entonces, Isabel dio por terminada la primera lección diciendo:
-¿Quién ha disfrutado?, ¿Eva o nosotras?, ¿la sumisa sólo sintiendo?, o ¿Natalia y yo actuando?-.
Con la respiración todavía entrecortada, Eva respondió que ella.
-Lo veis, es mejor servir que actuar-.
En sus miradas supe que, aunque todavía no habían aceptado plenamente, había nacido la duda y sólo era cuestión de tiempo que ambas mujeres se convirtieran, en sus manos, en perfectas esclavas. El morbo de verla dando una cátedra me empezó a calentar, pero sabiendo que no podía intervenir, me mantuve en un segundo plano.
Sentado en el sofá, terminándome la copa, me dispuse a disfrutar de la segunda lección. Esta vez, no eligió a una de las dos, sino que sacando de la bolsa del sex-shop, unas cuerdas, las ató tumbadas sobre la alfombra, de modo que eran incapaces de moverse, con sus culos levantados, y sus sexos expuestos.
-Ahora, vais a aprender el placer de la inmovilización-, les dijo mientras colocaba en sus cuerpos dos cinchos, cuya principal virtud era el tener un enorme consolador adosado, y con él que las penetró,- No debéis correros, ni intentar disfrutar, nada más tenéis que sentir como os calienta y evitar el orgasmo, cuanto más duréis mayor será la recompensa. La primera que se corra, será azotada-.
En la habitación sólo se oía la vibración de los dos aparatos, ninguna de las dos mujeres se movía, creo que incluso ni respiraban, temerosas de defraudar a su maestra. Si verlas en esa posición era excitante, más aún fue ver a Isabel gateando hacia mí, diciendo:
-¿Le gusta a mi amo como las enseño?-.
Sus pechos se bamboleaban hacia los lados, mientras su dueña se acercaba a mí. Sus propios pezones, totalmente erectos, me gritaban que los tocase, pero no era el momento, debía permanecer quieto demostrando quien mandaba. Al llegar a mí, adoptando la posición que les había mostrado, apoyó su cabeza en mis piernas. Mi pene se alborotó por su cercanía, pero no dije que me lo sacara, sabía lo que quería y no pensaba complacerla fácilmente, quería que sufriera un poco.
De esa manera, estuvimos contemplando a nuestras dos siervas. Ninguna hacía demostración de lo que sentía, pero tanto Isabel como yo sabíamos que en ese momento sus sexos estaban hirviendo y que sólo era cuestión de tiempo que una o las dos se corrieran. Pudimos percatarnos de los primeros efectos de tanta estimulación , Natalia, sin poder reprimir unos ahogados jadeos, fue la primera en moverse, pero corriendo a su lado mi secretaria de un sonoro bofetón le cortó de cuajo el orgasmo. La sensación de poder me hizo soltar una carcajada y sacando mi pene de su prisión, le ordené que me complaciera.
Me sorprendió ver la cara de felicidad que puso al volver a mi lado, y sin esperar ninguna otra orden, se apoderó con sus manos de mi miembro.
-Con la boca-
-Si, amo-, me respondió sacando su lengua, y recorriendo sensualmente toda mi extensión.
No quise esperar y, cogiéndola del pelo, forcé su garganta al introducirla por completo dentro de ella. No se quejó, creo que se lo esperaba, de manera que permaneció con mi pene incrustado, esperando mis mandatos.
-Usa tu boca como un coño-, le ordené.
Dicho y hecho, sacándoselo, lo besó, para acto seguido metérserlo, y repitiendo la operación consiguió hacerme creer que la estaba penetrando, en vez de estar recibiendo una mamada. Era increíble, el sentir como su garganta presionaba mi glande. La mujer era una experta, rozándose, como una perra, contra mis zapatos se masturbaba en silencio. Su cara era todo lujuria. Con los ojos cerrados, parecía estar concentrada en disfrutar de la sensación de ser usada oralmente, sin dejar de moverse a mis pies.
-¿Qué desea mi esclava?-, pregunté.
-Servirle-.
Su respuesta me hizo recapacitar sobre su verdadera personalidad. La conocía hacía años, y durante ese tiempo jamás me había llevado la contraria, es más cuando estaba equivocado, me lo hacía saber de una forma tan sutil, que al final la rectificación parecía haber surgido de mí y no de ella. Me di cuenta que su vena sumisa la llevaba incluso al aspecto profesional, aceptando y maniobrando a mis espaldas, evitando siempre el enfrentamiento directo. Realmente, no conocía a Isabel.
-¿Eres bisexual?-.
-Hasta ahora, ¡ no!, pero seré lo que quiera mi dueño-, me contestó.
-Si quiero-.
Debía convertirse en la jefa del harén, no es que lo necesitase, pero me complacía la perspectiva de tener un firme aliado para controlar a tanta mujer, por lo que debería disfrutar de sus siervas. Recapacitando sobre ello, sentí que me iba a correr en su boca, y no era lo que quería, por lo que separándola le dije:
-Quiero verte con una de ellas, ¿quién prefieres?-
Tardó en contestarme, creo que dudó al elegir. Por una parte estaba Natalia con su cuerpo casi adolescente, y por la otra Eva con sus curvas y grandes pechos. No era una elección fácil, ya que ambas tenían su atractivo.
-La que me elijas, estará bien-
-Entonces, las dos-, su gesto me hizo saber que aceptaba gustosa mis órdenes, y más cuando le exigí que las llevara a mi cama, ya que si iba a gozar, mejor que lo hiciera cómoda,-suéltalas pero no le quites los cinchos, no quiero que se enfríen-.
Rápidamente, les quitó sus ataduras, manteniendo el cinturón con el consolador incrustado en sus cuerpos, de manera que al andar parecían que se acababan de bajar de un caballo. Ambas muchachas sudaban del esfuerzo continuado por no correrse. Me excitó verlas seguir a su maestra con la cabeza gacha, pero con la mirada plagada de deseo.
-Tumbar a vuestra maestra-, les ordené.
Sin vacilar, agarraron a Isabel y la echaron sobre el colchón.
-Inmovilizadla-, dije, lanzándoles cuatro ataduras que especialmente había comprado esa misma tarde, las cuales consistían en cuatro sujeciones a la cama, diseñadas para atar a la sumisa con unos brazaletes de cuero que se ajustaban con una hebillas corredizas.
Las caras de las muchachas eran de dicha, iban a poder abusar de su dueña y encima con mi consentimiento. No tuve que ordenarles lo que tenían que hacer, porque nada más atarla, se lanzaron como posesas a chupar y pellizcar sus pechos, mientras sus manos acariciaban el inmóvil cuerpo de mi secretaria. Era alucinante verlas apoderándose de su piel, parecía como si les hubiesen inyectado un afrodisiaco. Las dos hermanas competían en ser la que más excitara a la mujer, de manera que Isabel no tardó en notar los primeros síntomas del orgasmo.
-Tienes prohibido correrte hasta que yo te diga-, le susurré al oído.
Al oír Natalia y Eva mi orden, incrementaron sus caricias con el objeto de hacerla quedar mal. Pero la más perversa, a gran distancia de su hermana, fue la mayor que agachándose sobre el sexo cautivo de mi secretaria, le separó sus labios y cogiendo con los dientes su clítoris, empezó a mordisquearlo mientras la penetraba con los dedos.
-Toma-, le dije extendiéndole un estimulador anal, –úsalo como te gustaría que ella lo usase-.
Eva entendió a la primera, y metiéndoselo en la vagina, lo lubricó, para que no le doliera en exceso antes de introducírselo por el ano. Su maestría me confirmó, que de las dos era la que más inclinaciones lésbicas tenía. La muy perra estaba disfrutando incluso más que su victima, y sin poderse aguantar se corrió con grandes gritos, mientras no dejaba de maniobrar en el cuerpo de la mujer.
Tanta excitación me afecto, y quitándole el cincho a Natalia le puse a cuatro patas, penetrándola de un solo golpe. Gimió al sentirse llena, y como loca me pidió que acelerase. No tenía que pedírmelo por que mi propia calentura me hizo hacerlo, cogiéndole de los pechos y apuñalando con mi pene su ya bien mojada cueva, conseguí que se corriera.
-Por favor, amo-, chilló Isabel, viendo que le dominaba el placer.
Córrete!-, le dije apiadándome de ella.
Fue una explosión, berreando y reptando sobre las sábanas, gritó su placer, llenando la boca de su sierva de su flujo, la cual satisfecha de hacer conseguido su propósito se afanó en beber el resultado de sus caricias, de forma que prolongó el éxtasis de la mujer.
Sólo faltaba yo, pero no quería hacerlo en Natalia, Isabel se merecía el ser inseminada, por lo que quitando a Eva de su sexo, coloqué mi miembro en su entrada, y jugando con su clítoris, se lo introduje hasta el fondo. No me esperaba lo que ocurrió a continuación, ya que contra todo pronóstico la hermana mayor cogió a la pequeña y poniéndola en posición de perrito, la forzó analmente, mientras le azotaba el trasero. La cueva de mi secretaría me recibió totalmente mojada, pero a la vez con una suave presión que hizo mis delicias, y más cuando asiéndome de sus pechos le oí decir:
-Esto es lo que deseaba desde que le conocí, mi querido amo–.
La aceptación de su deseo y los gritos de Natalia al correrse por segunda vez, me llevaron al orgasmo y derramándome en su vagina, le llené de mi simiente mientras le gritaba mi deseo de preñarla. Incapaz de callarme mientras explotaba en su interior, le hice saber que debía dejar de tomar anticonceptivos, que si regordeta me gustaba, embarazada me iba a encantar. Mi imaginación volaba, idealizando las posturas que iba a tener que efectuar para penetrarla con una panza germinada.
Creo que a ella, le ocurrió lo mismo, por que me contestó que si yo quería me iba a dar familia numerosa, mientras de su cueva manaba el fruto de su gozo.
Exhausto, me desplomé sobre ella. Y usando sus enormes pechos como almohada, descansé mientras me recuperaba. Entonces la oí quejarse, no podía respirar, por lo que ordené a las dos hermanas que la soltaran y se despojaran de sus cinchos.
-¿Como nos colocamos?-, me preguntó Natalia.
-Una a cada lado –, ordené, de manera que se puso Eva a mi vera y ella, a la de Isabel.
“Debo de hacerme una cama a medida”, pensé al darme cuenta que aún siendo de dos por dos, quedaba estrecha para cuatro personas. “No sé que voy a hacer cuando vuelva el viejo, me he acostumbrado a lo bueno”. Inconscientemente, abracé a Eva, quizás como una forma de asegurar mi dominio.
Ella al sentir mi brazo, apretándola contra mi cuerpo, levantó su cara y susurrándome al oído me dijo:
-Amo, si usted quiere, a mi también me encantaría darle un hijo
Desde el otro lado de la cama escuché a Natalia gritar:
Yo al ser la más joven, le daría un heredero más fuerte-.
Sin dar crédito, las tres mujeres empezaron a discutir quien debía preñarse antes. En menudo lío me había metido, si no las ataba corto iba a tener un equipo de fútbol, por lo que estuve a punto de hacerlas callar, pero entonces pensé: “ Quieto que por fin, has conseguido adiestrar a Isabel y a las hijas de mi jefe”, y levantándome de la cama, dejé que se enzarzaran en una pelea, esperando sólo que si llegaban a las manos, al menos sus lesiones no fueran permanentes.

Relato erótico: “¡Qué culo tiene esa mujer!: La esposa de un amigo” (POR GOLFO Y VIRGEN JAROCHA)

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no son dos sino tres2

Este relato lo hemos escrito entre Virgen jarocha y yo. La coautora ha decidido premiaros con otra foto suya. El resto Sin títulode las imágenes del relato son de una modelo.

Si quereis agradecerle a esta preciosidad, tanto su relato como su foto, escribirla a:
virgenjarocha@hotmail.com
Lo conocía desde niño porque aunque yo había nacido en España, ambos crecimos en Martínez de la Torre, un pequeño pueblo de Veracruz. Y ahora el hecho de que esté muerto, no afecta a que considere que Alberto era un buenazo. Como amigo no había otro igual. Cariñoso, atento, divertido. Si tenía un problema, era el primero en acudir en tu ayuda. Pero siendo una persona maravillosa, tenía un problema:
“¡Era un auténtico desastre!”
Siendo un tipo inteligente y trabajador, era también derrochador a extremos impensables. Tal y como le entraba dinero, se lo gastaba. Nunca pensó en el mañana hasta el día en que le diagnosticaron cáncer, pero entonces era tarde.
Mientras estaba sano, con su salario bastaba para dar a su mujer un más que digno tren de vida. Linda había nacido en una familia acomodada, dueña de una planta de jugos cítricos pero que desgraciadamente había quebrado. Sabiendo de la manera que había sido educada, se ocupó de que a ella no le faltase de nada: si quería un vestido, iba a una tienda y se lo compraba. Si perdía el celular, le conseguía el último modelo. En pocas palabras la trató como una reina pero malgastando el resto en copas y putas. Por eso cuando cayó enfermo, vivía de alquiler y su cuenta corriente estaba en números rojos.
Todavía recuerdo el sábado en que fui a verle a la clínica. Fue duro contemplarlo conectado a todos esos aparatos. Del hombre vital y divertido solo quedaba una cascara de piel y huesos. Al entrar en su habitación, me pidió que me acercara y tomando mi mano entre las suyas, me confesó que estaba acojonado.
-Te comprendo- contesté pensando que se refería a la parca. Morirse a los treinta años es una putada.
Mi amigo se percató de cómo le había interpretado y susurrando para que nadie lo oyera, me sacó de mi error.
-No me preocupa el palmarla. Lo que me trae jodido es dejar a Linda sin un peso- y haciéndome una confidencia, me dijo: –  Mi vida no me importa pero no sé qué va a ser de ella.
Tratando de quitar hierro al asunto, contesté en plan de guasa que valía más muerto que vivo porque cuando falleciera su mujer cobraría la pensión de viudez. 
-Ese es el problema. No he cotizado los años suficientes y con lo que le va a quedar no puede pagarse ni un mísero cuartucho- respondió casi llorando.
Ver como sufría por el destino de su mujer no fue plato de buen gusto y actuando como un verdadero irresponsable, le solté:
-Alberto, como sabes mi situación económica es buena. Me comprometo en buscarle un trabajo con el que pueda sobrevivir holgadamente.
Mis palabras lejos de tranquilizarle, le alteraron más y levantando el tono de voz, me explicó que su mujer nunca había trabajado fuera de casa y aunque era una buena cocinera, no la veía trabajando en un restaurante.
Me debí de haber mordido un huevo en ese instante pero ya lanzado, le ofrecí que podría darle trabajo yo mismo:
-Ya sabes tengo en el pueblo una vieja hacienda y me vendría bien tener alguien de confianza que  se ocupara de mantenerlo. Los guardeses de toda la vida se han jubilado y por eso vengo poco al no tener nadie que me cocine. ¡Me haría un favor!.  
Al oírme se agarró a mi oferta como a un clavo ardiendo y me hizo jurar que lo haría. Si vivo no hubiera jamás defraudado a ese amigo, en la antesala de su muerte ve vi incapaz de hacerlo y sin saber en el lio que me estaba metiendo, le prometí que cumpliría con la palabra dada. En ese momento no fui consciente que desde el sillón, la aludida no se había perdido nuestra conversación pero al cabo de una hora cuando ya me iba, se acercó a mí y dándome las gracias, me preguntó cuándo tenía que ponerse a trabajar.
Sabiendo su mala situación, contesté:
-Considérate contratada desde ahora mismo- y cogiéndola del brazo, susurré a su oído: -Yo solo vengo los fines de semana pero si es demasiado apresurado, cuida a tu marido y si desgraciadamente fallece, ya tendrás tiempo de empezar a trabajar cuando te recuperes.
La mujer se quedó pensando durante unos segundos sobre que le convenía y tras meditarlo, preguntó:
-¿El puesto incluye la casa donde vivían “los jarochos”?
Supe que se refería a un pequeño pabellón que se hallaba en un extremo de la finca. Aunque tenía pensado convertir ese cobertizo en un garaje y viendo por donde iban los tiros de esa mujer, contesté:
-Está muy deteriorada pero si la necesitas, podrías vivir allí.
Incapaz de mirarme a la cara, me respondió:
-Ve vendría bien porque como le ha dicho mi marido, andamos justos y si me presta esa casa, no tendría que pagar alquiler.
-Por mí, no hay problema- 
-Entonces, D. Manuel: Me gustaría entrar de inmediato porque “La Floresta” está a cinco minutos del hospital y podría cuidar de Alberto sin problemas.
Me di cuenta que me estaba hablando de Usted. Y comprendiendo que era la forma correcta de dirigirse a mí ya que iba a pasar a formar parte de mi servicio, decidí dejar para otro día el corregirla. Me sonaba raro que esa mujer que conocía desde cría no me tuteara pero como era una tontería, le estreché su mano cerrando el acuerdo.
Linda se traslada a vivir a “La Floresta”
Todavía no os he explicado que aunque siempre me refería a la propiedad familiar como el casón, en realidad era una finca de diez hectáreas sita en mitad del pueblo. Entre sus muros de piedra, además de la vivienda de los señores y de la casa de los guardeses había una piscina, un jardín descomunal y una gran huerta. Fue mi padre el que viendo que le sobraba terreno quien decidió vallar una parte para producir hortalizas. Desgraciadamente, al vivir yo en Veracruz, la había dejado caer y por aquellas fechas, no era más que un criadero de malas hierbas.
Volviendo a la historia que os estaba contando. Esa noche cené con unos conocidos y se me pasaron las copas. En pocas palabras, llegué con un pedo a casa de los de órdago. Por eso a la mañana siguiente, cuando tocaron el timbre de la puerta, me levanté sobresaltado y con un enorme dolor de cabeza.
“¡Quien coño será a estar horas! ¡Un sábado!” pensé al ver que mi reloj marcaba las nueve.
Cabreado, me puse una bata y descalzo, bajé a abrir a la inoportuna visita. Fue al ver a la esposa de mi amigo en la puerta, cuando recordé que el día anterior la había contratado. La enorme maleta que traía me hizo saber que Linda venía para quedarse, por lo que dejándola pasar le pedí que me diera quince minutos para enseñarle la casa.
-No me esperaba que vinieras tan temprano- dije a modo de disculpa- me cambio y bajo.
-Por mí no se preocupe, Don Manuel- contestó mirando a su alrededor.
Consciente del desorden, traté de excusar el deplorable estado, diciendo:
-Me da vergüenza que veas tanta mierda pero desde que se jubilaron los jarochos, nadie se ocupa.
-Para eso estoy yo, vaya a ducharse que mientras tanto veré que puedo hacer.
Descojonado porque mi nueva guardesa me mandara a la ducha, subí la escalera y me metí en el baño. Fue bajo el agua cuando me dio que pensar si había hecho bien en contratar a esa muchacha. Aunque fuera la esposa de mi amigo, no dejaba por ello de tener veinticinco años y conociendo la mala leche que se gastaban en el pueblo para inventar un chisme, temí que una vez muerto su marido su reputación quedara en entredicho. Por otra parte, estaba acostumbrado a traerme a mis conquistas de una noche a casa y teniéndola a ella ahí, ninguna de las          del pueblo se atrevería a aceptar por aquello del qué dirán. Esa fue la primera vez que me percaté que su presencia iba a cambiar mi modo de vida, pero como le había dado mi palabra, decidí que si surgían problemas, tendría tiempo posteriormente de tomar medidas.
Ya vestido, bajé a buscarla. Linda había decidido ponerse manos a la obra y por eso cuando la encontré limpiando la cocina, no solo me había preparado el desayuno sino que incluso había echado mi ropa a lavar. Cuando entré en la habitación, mi empleada estaba subida a una escalera tratando de quitar la roña de un estante. La forzada posición me permitió valorar las piernas de esa mujer.
“Está buena la condenada” pensé y disimulando mientras me servía un café, di un buen repaso a su anatomía.
Ajena a ser objeto de mi examen, la muchacha parecía contenta e intentando que siguiera obsequiándome gratis la visión de ese par de muslos, me senté en silencio.
“¡Menudo culo!” valoré desde mi silla. Nunca me había fijado en que la esposa de Alberto tenía un trasero digno de museo. Dos nalgas duras y bien puestas hacían a  esa parte de su cuerpo muy deseable. 
El sentir que mi pene se ponía erecto bajo el pantalón hizo me avergonzara de mi actitud y dejando a un lado esos pensamientos, le dije si quería visitar la casa. Aunque me resultó raro, Linda se mostró encantada de acompañarme.
Cómo la casa es enorme, le pregunté por donde quería empezar:
-Si no le importa, me gustaría dejar la maleta en mi cuarto.
Sonará mal pero agradecí su deseo porque de esa forma vería antes ese sucio cobertizo antes que el resto y no al revés, de forma que no le resultará tan deprimente en relación con donde yo vivía porque aunque no había entrado en los últimos tres años, me constaba que era una mierda. Mis peores augurios se confirmaron nada más entrar, porque al abrir la puerta me encontré con que una parte del techo se había caído, haciéndolo inhabitable.
Si mi cara fue de espanto, la de Linda no se quedó atrás y llorando me explicó que esa mañana había hablado con su casero y le había dicho que en una semana, le dejaba el apartamento que estaba alquilando. Viendo la desolación de su rostro, cometí otra idiotez y con visos de se tranquilizara, le ofrecí quedarse en la casa grande mientras mandaba arreglar esa mazmorra.
-¿Está usted seguro?- preguntó aliviada.
-Por supuesto, aquí no hay quien viva- comenté y haciéndome el bueno, dije: -El casón es demasiado grande para mí solo, no me importa que te quedes ahí mientras consigo que alguien repare el techo y adecente el resto.
La mujer de mi amigo recibió mi oferta con tamaña felicidad que solo el hecho de ser yo un antiguo conocido, evitó que me lo agradeciera besando mis manos. Su gratitud me hizo valorar en su justa medida las dificultades de ese matrimonio y suponiendo que sería cuestión  de un par de meses, no vi problema en ello.
Fue cuando le mostré la habitación de invitados que estaba al lado de la mía cuando percibí la exacta dimensión de mi propuesta, ya que como era una casa antigua tendría que compartir con ella mi baño. Mis padres al remodelarla habían colocado el servicio con entrada a ambos cuartos, de manera que tendría que cerrar la puerta de interconexión para mantener mi privacidad. Reconozco que no dije nada porque me parecía clasismo de la peor especie pero habituado a vivir solo, la perspectiva de que alguien usara mi misma ducha no me hizo ni puñetera gracia.
En cambio, Linda estaba ilusionada porque no en vano al lado del pequeño piso que compartía con su marido, mi herencia le parecía un palacio. Tras dejar su maleta en la habitación, le enseñé el resto de la vivienda mientras en mi fuero interno me iba encabronando conmigo mismo.
“¡Seré idiota!” mascullé para mí al terminar y para tranquilizarme decidí salir a dar una vuelta.
Ya me iba cuando me preguntó si iba a volver a comer:
-No, gracias- contesté aunque no era cierto que había quedado.
Mentir de esa forma tan absurda, me sacó de las casillas y por eso nada más entrar en mi coche arranqué y salí huyendo sin rumbo fijo. No podía concebir que a mis treinta y cinco años hubiese mentido para no reconocer que prefería estar solo. Durante dos horas estuve dando vueltas por la sierra y sintiendo hambre me paré a comer en un bar de carretera.
La mala suerte me hizo entrar en un sitio penoso, la comida era una mierda por lo que dejé la mitad en mi plato. Al volver a mi casa, no vi a Linda y creyendo que debía estar limpiando otra zona de la casa, no le di importancia y me fui directamente a mi cuarto. Como tantas veces, estaba abriendo la puerta que daba al baño cuando escuché el ruido del agua de la ducha. Cortado la cerré y me tumbé en la cama.
A partir de ahí, reconozco mi culpa. Que la mujer de mi amigo se estuviera bañando a escasos metros me hizo recordar la maravilla de piernas con las que la naturaleza le había dotado y comportándome como un cerdo, decidí beneficiarme de esa circunstancia. Cómo ya os expliqué, la casa era antigua y por lo tanto sus puertas. Por lo que aprovechando el ojo de la cerradura, me agaché para espiarla. Lo primero que vi fue a sus pantaletas y a su brasier colocados en el lavabo. Saber que Linda estaba desnuda, fue suficiente para que mi pene saliera de su letargo. Juro que ya estaba excitado aun antes de ver su silueta a través de la mampara transparente de la ducha. Como si fuera una película porno, disfruté del modo tan sensual con el que se enjabonaba.
Si sus piernas eran espectaculares qué decir de los pechos que descubrí espiando. Grandes, duros e hinchados eran los mejores que había visto hasta entonces y ya sin ningún recato me desabroché la bragueta y sacando mi miembro me puse a masturbarme en su honor.
-¡Qué maravilla!- exclamé en voz baja al darse la vuelta y comprobar tanto los negros pezones que decoraban sus tetas como el cuidado coño que esa mujer lucia entre sus piernas.
Desde mi puesto de observación, me sorprendió no solo el tamaño de sus pitones sino también la exquisita belleza del resto de su cuerpo y por ende, desde ese momento envidié a mi amigo. 
“¡Joder! ¡Cómo se lo tenía escondido!”, pensé recordando que Alberto nunca había hecho mención del bellezón que tenía en su cama.
Me quedé con la boca abierta cuando la mujer separó sus piernas para enjabonarse la ingle, permitiendo que mi vista se recreara en su vulva. Linda llevaba el coño completamente depilado, lo que lo hacía extrañamente atractivo. Educado a la vieja usanza, me gustaba el pelo en el chocho pero os tengo que reconocer que mi respiración se aceleró al contemplar esa maravilla.
Si no llega a ser imposible, por el modo tan lento y sensual con el que se enjabonaba, hubiese supuesto que se estaba exhibiendo y que lo que realmente quería esa mujer era ponerme cachondo. Completamente absorto mirándola, me masturbé con más fuerza al admirar con detalle todos sus movimientos.  Para el aquel entonces, deseaba ser yo quien la enjabonara y recorrer de esta forma todo su cuerpo. Me imaginaba siendo yo quien  estuviera palpando sus pechos, acariciando su espalda pero sobre todo lamiendo su sexo. Pero la gota que derramó el vaso y que provocó que mi pene explotara, fue verla inclinarse a recoger el jabón que había resbalado de sus manos. Al hacerlo, me permitió maravillarme nuevamente con su culo y descubrir entre sus nalgas, su rosado y virginal esfínter. Imaginarme siendo yo quien desvirgara  la entrada trasera de la esposa de mi amigo, me terminó de excitar y descargando mi simiente sobre la alfombra, me corrí en silencio.
Temiendo que descubriera las manchas blancas y comprendiera que la había estado espiando, las limpié tras lo cual, bajé al salón, intentando olvidar su silueta mojada. Cosa que me resultó imposible, su piel desnuda se había grabado en mi mente y ya jamás se desvanecería. Esa tarde, Linda se fue a visitar a su marido al hospital, lo que me dio la oportunidad de revisar su habitación. Sé que fue algo inmoral pero esa mujer me tenía obsesionado y por eso cuando la vi marchar, esperé diez minutos antes de entrar.
Lo primero que hice fue asegurarme de que no me sorprendiera y por eso atranqué la puerta de entrada a la casa antes de introducirme como un voyeur en el cuarto donde iba a dormir. Ya una vez dentro, abrí su armario donde descubrí otra muestra más de lo mal que lo estaba pasando esa pareja. Había mucha ropa pero toda vieja. Se notaba que llevaba años sin comprarse ningún trapo. Pero lo que realmente me dejó encantado, fue descubrir en un cajón su colección de tangas. Tangas enanos y casi transparentes. Solo con imaginarme a esa belleza con esas prendas hicieron que volara mi imaginación. Me vi separando esos dos cachetes e introduciendo mi lengua en su interior.
Pero lo mejor llegó al final.  Al revisar su mesilla de noche, me encontré con que Linda tenía compañía por las noches. Daba igual que su marido estuviera postrado desde hace meses en una cama, su querida esposa aliviaba su ausencia con un enorme consolador.
“¡Joder con la mujercita de Alberto!” pensé mientras olisqueaba el aparato.
Fue entonces cuando descubrí que estaba recién usado. Todavía conservaba rastros de humedad y el olor dulzón que desprendía, era inconfundible.
-¡Se acaba de masturbar!- exclamé en voz alta, claramente excitado.
Colocando todo en su lugar, tuve que irme al baño a pajearme y mientras liberaba mi tensión, decidí que de algún modo ese culo sería mío. Aprovechándome de su situación económica y de que a buen seguro, debía llevar meses sin que su marido se la follara, esa mujer quisiera o no pasaría por mi cama. Intentaría primero seducirla pero si resultaba imposible, usaría todo tipo de malas artes para conseguir follármela.
El tiempo que transcurrió hasta su vuelta, lo usé para planear mis siguientes pasos y por eso nada más cruzar la puerta, le pregunté cómo seguía Alberto. Linda se echó a llorar al oírme preguntar por su marido y con lágrimas en los ojos, me contestó:
-Muy mal. Los médicos me han explicado que no le queda más de un mes-
Exagerando la pena que me produjeron sus palabras, la abracé y acariciando su pelo, le dije:
-Lo voy a echar de menos.
Su esposa se dejó consolar durante cinco minutos, sollozando contra mi hombro. Actuando como un buen amigo, actué como paño de lágrimas cuando realmente al sentir su cuerpo contra el mío, no podía dejar de pensar en cómo sería tenerla entre mis piernas. Cuando comprobé que se había tranquilizado, me separé de ella y valiéndome de su dolor, le pregunté porque no salíamos a cenar fuera.
-No estás de humor de cocinar- insistí cuando ella se negó.
-Te juro que no me importa y mira con que fachas voy.
Su respuesta para nada rotunda, me dio ánimos y con voz tierna, le contesté:
-No aceptaré un no. Te espero mientras te cambias.
Dando su brazo a torcer, se metió en su habitación. Satisfecho por esa primera escaramuza ganada, me entretuve pensando donde llevarla. Si íbamos a cualquier lugar del pueblo, su salida nocturna podría crear un chisme pero si la sacaba a otro lugar, podría mosquearse. Por eso, mientras la esperaba, decidí que fuera ella quien tomara la decisión. No me extrañó al verla bajar que esa mujer viniera vestida de forma recatada. Ataviada con un traje gris horrendo, podía pasar perfectamente por una feligresa yendo a un servicio religioso.
“¡Qué desperdicio!” pensé al verla.
Aun así, ese disfraz de monja no pudo ocultar a mis ojos, la rotundidad de sus formas. Su culo grande y duro se rebelaba a quedar enterrado bajo la gruesa falda. Valorando en su justa medida el espécimen que me iba a acompañar a cenar, galantemente, le cedí el paso. Linda me agradeció el gesto con una sonrisa y preguntó dónde íbamos.  Tardé en responder porque mi mente divagaba en ese momento sobre cómo y cuándo atacarla pero cuando ella insistió, contesté:
-¿Te parece que vayamos a Papantla?-
Salir del oprimente ambiente de nuestro pueblo le pareció una buena idea por lo que enfilando la carretera, nos hicimos los veinte kilómetros que nos separaban de ese lugar. Ya dentro del casco urbano, me dirigí  a un coqueto restaurante donde solía llevar a mis conquistas.
-¿Conoces esta fonda?- pregunté mientras le abría la puerta.
La muchacha negó con la cabeza y con paso asustadizo dejó que el Maître nos llevara a nuestra mesa, donde una vez estábamos solos, me soltó:
-¿Por qué no vamos a otro sitio? Esté es muy caro.
Comprendí los reparos de Linda y sin darle mayor importancia, le contesté:
-Por eso no te preocupes. Tú te mereces todo esto y más.
Mi piropo diluyó sus reticencias y por eso cuando llegó el camarero con el vino, no puso inconveniente en que le sirviera una copa. Durante la cena, la rubia se relajó y sin darse cuenta, comenzó a beber más de la cuenta. Tras el vino y la cena, vinieron tres cubalibres, de forma que al salir del restaurante, la mujer ya iba más que entonada. Viendo en su ingesta etílica una más que plausible oportunidad de que la esposa de Alberto hiciera una tontería, le pregunté si quería tomar una copa en otro antro.
-Solo una- contestó ya con problemas de articular las palabras.
Esa fue la primera y tras ella vinieron otras dos, por lo que ya bien entrada la noche, me confesó que estaba aterrada por su futuro y que me daba gracias por acogerla bajo mi brazo. Comportándose como el típico ebrio, me abrazaba mientras me decía que me debía la vida y que contara con ella para todo.
“¡Si tú supieras para lo que te quiero!” pensé en silencio mientras pagaba.
Durante el viaje de vuelta, Linda se quedó dormida de la borrachera que llevaba y por eso al llegar a casa, la sujeté por debajo de sus brazos y subiendo por las escaleras, la llevé hasta su cuarto. Una vez allí, la dejé caer sobre la cama. Absolutamente  inconsciente, se quedó en la misma postura en que cayó. Su falda se le había enroscado permitiendo que mis ojos se recrearan en esas piernas morenas y macizas.   Dicha imagen me impactó porque ajena a mi examen, mi nueva empleada me mostraba su trasero casi desnudo y digo casi porque solo  la tira de la tanga enterrada entre sus cachetes, evitaba que lo contemplara por completo.
Sentándome en un sillón frente a su cama, me la quedé mirando. La tentación de tocar las maravillosas tetas que había visto en el baño era demasiado fuerte y tras cinco minutos donde debatí sobre qué hacer, me animé a mí mismo pensando que si lo hacía con cuidado nadie se iba a enterar. Queriendo comprobar su verdadero estado, me acerque a ella y le propiné unos suaves cachetes en la cara.
“¡Está grogui!” confirmé al ver que no se enteraba.
Sin pensármelo dos veces, le fui desabrochando la camisa botón a botón. Cuanto más la abría, más excitado me sentía al comprobar en persona las dos maravillas con las que le había dotado la naturaleza. Cuando ya tenía la blusa totalmente desabotonada, me deleité tocando esas tetas que me tenían obsesionado. Actuando como un drogata al que la primera dosis no le sabe a nada, llevé mi boca hasta sus pezones y me puse a mordisquearlos. Mis maniobras pasaron totalmente desapercibidas por mi victima que como en trance seguía durmiendo la mona.
Ya  para entonces estaba dominado por la lujuria y moviéndola sobre el colchón, la puse boca arriba y con sus piernas separadas. Solo la breve tela de su tanga me separaba de su sexo y por eso, con cuidado de no despertarla, se lo fui bajando hasta sacársela por los pies. Nuevamente comprobé in situ lo que ya había avizorado a través de la cerradura.
“Menudo coño tiene la zorra” sentencié al contemplarlo.
 
Completamente depilado, no había pelos que me impidieran observar tamaña belleza y actuando como un cerdo, pasé uno de mis dedos por la rajita que tenía a mi entera disposición. Me resultó sorprendente encontrarme que estaba mojado y por eso me fijé si en su cara había algún rastro de que se estuviera enterando de en esos momentos me estaba sobrepasando con ella. Pero todo me revelaba  que seguía sumida en un sopor intenso por lo que agachando mi cabeza entre sus muslos, pasé mi lengua por sus pliegues.
“¡Qué rico está!” me dije mentalmente y ya más confiado me puse a mordisquear su clítoris. Su sabor a hembra insatisfecha inundó mis papilas por lo que totalmente excitado, me entretuve comiéndole el chocho hasta que bajo mi pantalón, mi pene me pidió más.
El calentón que recorría mis entrañas era tal que hasta me dolía de lo duro que lo tenía. Sin poderme retener, me bajé los pantalones y sacando mi polla de su encierro, me puse a juguetear con ese sexo. La humedad que anegaba esa preciosidad facilitó mi penetración y suavemente, se la ensarté hasta el fondo. Estaba follándomela cuando me percaté que debía de aprovechar aún más esa feliz circunstancia y sacándola muy a mi pesar, me fui a mi cuarto a por mi celular.
Con él en mi mano, le empecé a sacar fotos de las chichis y del espléndido coño de la cría y no contento con ello, realicé varias poniendo mi glande en su boca, como si me lo estuviera mamando. Acto seguido, le separé las rodillas y metiéndome entre sus muslos, inmortalicé el modo en que mi pene se iba haciendo dueño de su interior. En ese momento, Linda suspiró por lo que me quedé petrificado pensando que se había despertado y que iba a descubrirme violándola, pero todavía hoy doy gracias por que fue solo un susto y la esposa de mi amigo seguía roncando su borrachera. A pesar de ello, os tengo que reconocer que mi corazón a mil y sin moverme esperé unos segundos.
“¿Te imaginas que se despierta y me pilla con mi verga dentro de ella?” balbuceé mentalmente asustado.
Al cabo del tiempo y viendo que no se movía, empecé a moverme lentamente penetrando su interior con mi forastero. Lo estrecho de su conducto y mi calentura hicieron el resto y al cabo de cinco minutos, comprendí que iba a correrme. No queriendo dejar rastro, la saqué y eyaculé sobre sus piernas.
Entonces saciado y aunque deseaba repetir, preferí dejar eso para otro día y limpiando los restos sobre su piel, eliminé toda evidencia de mi paso por su cama. Ya estaba casi en la puerta cuando recordé que no le había puesto el tanga, por lo que retrocediendo unos pasos, cogí su braguita. Desgraciadamente para ella, me acordé de su consolador y pensando en el día después, decidí que si amanecía con él en sus manos, cualquier escozor en su coño lo atribuiría a que borracha lo había usado.
Improvisando sobre la marcha, se lo clavé hasta el fondo para que tuviera rastros de su flujo y dejándolo sobre el colchón, lo encendí a nivel mínimo.
“En dos o tres horas, ese zumbido la despertará y creerá que es eso lo que ha sucedido”.
Muerto de risa, cerré su habitación y me fui a mi cama. Ni que decir tiene que cogiendo las fotos que había hecho, las mandé a mi email para que estuvieran a buen recaudo, tras lo cual, las borré y me quedé dormido.
Reconozco que soy un aprovechado…
Esa mañana me desperté temprano y al ir a desayunar, me topé con Linda en la escalera. Olvidándose de que era domingo, esa mujer estaba lavando los escalones agachada, lo que me permitió dar un completo repaso a su escote.
“Esta tía tiene mas que un polvo” me dije recordando cómo había abusado de ella la víspera.
La validación de que no recordaba nada de lo ocurrido, me llegó al oírla saludarme alegremente y diciéndome que tenía el desayuno preparado. Mi tranquilidad se hizo total al reírse de la borrachera que se había pillado y preguntarme como había llegado hasta su cuarto.
Obviamente, le mentí:
-Dando eses-
Mi respuesta le satisfizo y levantándose del suelo, se fue a calentarme el café sin saber que al mirar su culo por el pasillo, era otra cosa a lo que le había elevado su temperatura. Desgraciadamente, después de tomármelo, me tuve que despedir de ella porque al medio día tenía un compromiso.
-¿Cuándo volverás? – me preguntó con tono apenado.
-El viernes- respondí sin caer en que me había tuteado otra vez.
Ya en el coche, estuve a punto de darme la vuelta pero asumiendo que si quería convertir a esa mujer en mi amante, debía ser una labor de zapa. Lentamente iría cerrando su mundo hasta que no tuviera más remedio que abrirse de piernas. A partir de ese momento, no pude sacármela de la cabeza. Los días encerrado en mi despacho no hicieron mas que avivar la necesidad que tenía de volvérsela a meter.
El viernes nada más llegar a mi oficina, la llamé para confirmarle que llegaba a comer. La mujer se mostró encantada con el detalle de que la hubiese avisado y cruzando un límite hasta entonces impensable, me comentó:
-Te he echado de menos. Sin ti no tengo a nadie con quien hablar.
Su confesión me dejó perplejo y sin saber que contestar, quedé con ella a la tres.
-Te esperaré con la mesa puesta-
Mientras conducía hacia el pueblo, me fui calentando. Necesitaba a esa mujer. Aunque la conocía desde niña, nunca me fijé en ella como en una hembra a la que echar mi lazo y por eso ahora estaba descolocado.
-Joder, es solo un coño- grité aprovechando de que iba solo en mi coche.
Pero algo me decía en  mi interior, que si conseguía llevármela a la cama, difícilmente la dejaría irse.
-Me la follo y si te he visto no me acuerdo- sentencié sin llegármelo a creer.
Al llegar a “la Floresta”, estaba temblando como un puñetero crío ante su primer cita. No sabía lo que me esperaba después de ese desliz verbal de la mujer de mi amigo y por eso saludé discretamente desde la puerta.
Linda contestó que estaba en la cocina. Siguiendo su voz, entré en la habitación y me la encontré preparando la comida. Alucinado me la quedé mirando. El calor que desprendían los fuegos, había elevado la temperatura del ambiente y el sudor de su cuerpo hacía que se le pegara la blusa contra el pecho.  La sensualidad de la escena se magnificaba por acción de sus pezones que grandes y duros se marcaban bajo la tela. Me consta de que ella adivinó mis pensamientos al pillarme fijamente observando ese par de maravillas desde la puerta pero lejos de asustarse o de cortarse, me sonrió.
“¡Dios! ¡La tumbaría sobre la mesa!” me dije tratando de retener mis instintos.
Fue la esposa de Alberto quien tuvo que romper el silencio incómodo que se instaló entre nosotros, pidiéndome que me sentara a la mesa. Desde mi silla contemplé a esa mujer, servirme la sopa mientras dejaba que mis ojos se recrearan nuevamente en su escote. Os juro que si llego a tener el valor que hacía falta, me hubiese lanzado a su cuello pero en vez de ello me tuve que conformar con la cuchara. Sabía que Linda estaba jugando conmigo y que dicho cambio de debía deber a algo y por eso, tanteando el terreno, le comenté que yo también le había echado de menos.
Sentándose a la mesa, se puso a comer sin dejar de tontear conmigo de manera que en el postre, ya sabía que iba a pedirme algo. Primero me contó que su marido estaba de mal en peor y que los médicos le habían desahuciado, para acto seguido explicarme que esa mañana al ir a recoger sus cosas a su antiguo piso, el propietario le avisó que tenía dos meses impagados.
-¿Cuánto es?- pregunté.
-Quince mil pesos- y yendo directamente al grano, me rogó que se los prestara pidiéndome que se lo retuviera de su salario.
-Por eso no te preocupes, ya hallaré el modo de cobrarme- solté como si nada.
Entonces la boba sin pensar en mis palabras me abrazó y me dio un beso en la mejilla, momento que aproveché para darle un buen meneo a su trasero.
-¡Qué haces!- protestó al sentir mis manos recorriendo sus nalgas.
-Tomar un anticipo- dije sin soltarla.
La mujer espantada por mi actitud, se rebeló un poco pero viendo que no avanzaba más allá, dejó que magreara su culo durante un minuto, tras lo cual indignada, salió de la habitación.  Solté una carcajada al verla irse y sacando el dinero de mi cartera, lo dejé encima de la mesa. Había levantado mis cartas y ya no me podría echar atrás. De lo que hiciera esa mujer en una hora, iba a depender no solo que me la pudiera tirar sino incluso mi reputación porque un escándalo haría insoportable mis fines de semana en ese lugar.
Dando tiempo para qué pensará, salí al jardín y mientras lo recorría, comprendí que necesitaba unos mayores cuidados. Al volver a casa, Linda no estaba pero el dinero había desaparecido y temiendo que se hubiese ido definitivamente, entré en su cuarto. Al descubrir su ropa en el armario, sonreí al saber que esa mujer había firmado su sentencia.
¡No tardaría en venir ronroneando hasta mi cama!
Decidido a hacerme con las riendas de su vida, llamé al doctor Heredia, el medico que trataba a Alberto en la clínica. Tras presentarme, me reconoció como el viejo amigo de su paciente e interesándome por él, le pregunté por cómo iba el tratamiento del enfermo.
-Mal- respondió- en este hospital poco podemos hacer. He recomendado a su mujer que se lo lleven a una clínica privada donde puedan darle cuidados paliativos. No va a mejorar pero al menos no seguiría sufriendo.
-Y ¿Qué le ha contestado?.
-La pobre me confesó que no tenía dinero para hacerlo.
-¿Cuánto costaría?- pregunté interesado.
-Unos noventa mil-
La cifra era importante pero afortunadamente no era descabellado y por eso tras pensármelo dos veces, le informé que yo me haría cargo pero que le exigía confidencialidad, nadie debía de saberlo. El médico se quedó extrañado pero viendo que era lo mejor para Alberto, aceptó mi explicación. Haciéndome el buen amigo, justifiqué mi decisión en la amistad que me unía con su paciente. Una vez arreglado ese pequeño pero caro detalle, me tumbé en el sofá del salón y puse la tele.
¡Solo me quedaba esperar!
A las ocho y media de la tarde, Linda llegó hecha una energúmena y nada más soltar el bolso, vino a encararse conmigo:
-¿Quién coño te crees para organizarme la vida?
Se la notaba francamente alterada y por eso esperé que soltara toda clase de improperios de su boca y al terminar, sin dejar de mirar la tele, le respondí:
-¿Te refieres a evitar que tu marido siga sufriendo? ¿Quieres que llame a doctor para retirar mi oferta?
Tal como había previsto, fue incapaz de pedirme tal cosa y con lágrimas en los ojos, me preguntó:
-¿Qué quieres a cambio?
Solté una carcajada y levantándome, fui hacía ella. Me encantó ver como temblaba al conocer de antemano mis intenciones. Ya a su lado, la cogí de la cintura y dándole un beso no deseado, contesté:
-Ya lo sabes.
Destrozada, salió corriendo de la habitación mientras oía desde el pasillo mi risa. Cualquier otro hubiese tomado posesión de su propiedad en ese momento pero yo no. Prefería que con el paso del tiempo, mi víctima se fuera haciendo a la idea, que cuando la tomara ya hubiese asimilado que iba a ser mía.
Como es lógico, Linda se recluyó en su cuarto a llorar durante una hora y solo cuando la llamé para que me pusiera de cenar salió de su encierro. Nada mas verla, no me costó reconocer su completa claudicación porque sacando valor quiso mostrarme que su desprecio, saliendo completamente desnuda.
Su descaro me hizo acercarme a ella y cogiendo uno de sus pechos entre mis manos, le pregunté:
-¿Cuántas veces te has tocado esta tarde imaginándote que te poseía?
-¡Ninguna!- contestó sin retirarse pero con un gesto de asco en su cara.
Encantado `por su rebeldía le cogí de la barbilla y la obligué a mirar la mueca burlesca que se dibujaba en mi cara.
-¿Te he dicho alguna vez que eres una putita muy bonita?
Sin hacer caso a mi insulto, se me quedó mirando con desprecio.
-¡Dejaré que me tomes con la condición de que ayudes a Alberto!.
Parecía tener todavía ganas de enfrentarse conmigo y haciendo caso a mis más bajos instintos, llevé uno de sus pezones a mi boca y recorrí con mi lengua todos sus bordes.
-Mi querida Linda, ¿Quién iba a suponer que tenías estas maravillas escondidas?
Tratando de evitar que la tomara, me preguntó si no le había llamado para que me sirviera de cenar pero entonces yo ya estaba excitado y cogiéndola entre mis brazos, la llevé hasta mi cama.
Asustada por lo que se le venía encima, me pidió que no le hiciera daño. Una carcajada fue mi respuesta y obligándola a separar sus rodillas,  me quedé mirando su coño. Llorando de rabia, la rubia vio que me sentaba a su lado en el colchón. Aunque era consciente de lo que iba a pasar, no pudo reprimir un gemido cuando pasé mi mano por uno de sus muslos.
Temblando de miedo, tuvo que soportar que mis dedos recorrieran toda su piel mientras le miraba a sus ojos, en busca de alguna reacción. Manteniéndose impávida, soportó mis caricias sin hacer ningún gesto. Al notar que pellizcaba uno de sus pezones, sacó fuerzas de la desesperación y con voz seca, me soltó:
-Desgraciado, hazlo rápido.
Inclinándome sobre su cara, lamí sus mejillas y forzando su boca, introduje mi lengua en su interior. La ausencia de respuesta de la muchacha me enervó y agarrándola del pelo, susurré a su oído:
-Mañana, me pedirás que te vuelva a tomar. ¡Zorrita mía!
Acto seguido y obviando sus lloros, descendí por su cuello y recreándome en su pecho, mordisqueé  nuevamente esos pezones que me traían obsesionado. Para entonces aunque nunca lo reconocerá, el calor había invadido sus mejillas y sus lamentos se habían atenuado. Comprendiendo que debía mostrarle quien mandaba, pellizqué su aureola con dureza, consiguiendo que de su garganta saliera un alarido.
-¡Por favor! ¡No me hagas daño!
-Hare lo que me venga en gana porque eres una puta y ¡Te he comprado!
Incapaz de aceptar que era verdad, separó su mirada de mí y se concentró en el techo para evitar la mía. Viendo su reacción, no me importó y agachándome entre sus piernas, saqué mi lengua y con ella, recogí un poco de flujo de su sexo. Al sentir la húmeda caricia en su vulva, cerró los puños mientras dos lagrimones caían por sus mejillas.
-¡No!- musitó calladamente al notar que me había apoderado de su clítoris.
Su lamento se intensificó al percibir que su cuerpo no era inmune a mis caricias y cuando me le metí un dedo dentro de su cueva, tuvo que reprimir un gemido para que no me diera cuenta que le estaba empezando a gustar ese insano trato.
-¿Te gusta? ¡Verdad!
-¡¡¡No!!!-  chilló con todas sus fuerzas.
Reanudando mis maniobras, le introduje el segundo. La respiración de la rubia se hizo entrecortada al notarlo. Decidido a conseguir su rendición, lentamente empecé a sacarlos y a meterlos mientras mi boca se ocupaba de su botón.
-Hazlo ya y déjame.
Muerto de risa, llevé mi mano hasta su boca y abriendo sus labios le obligué a que lamiera su propio flujo mientras le decía:
-Eres una guarra y como tal estás empapada. Lo puedes negar de boquilla pero tu coño dice que estás excitada.
Sin poder negar lo evidente, intentó morderme. Como lo preveía, no consiguió su objetivo y lanzándola contra el colchón, le solté una bofetada.
-¿Quieres que sea violento?- pregunté y levantándome de la cama, fui a su cuarto a por su consolador.
Una vez de vuelta, le mostré lo que traía en las manos, diciendo:
-¿Reconoces tu juguete? ¿Crees que no sé qué te masturbas pensando en mí?
Aunque fue un farol, en sus ojos descubrí que había acertado y ya convencido de lo que estaba haciendo, le obligué a abrir su boca.
-Chúpalo y no te hagas la estrecha.
Habiendo sido  descubierta, Linda no pudo hacer otra cosa que abrir la boca y obedecer. Ni que decir tiene que me encantó verla lamiendo ese falo de plástico mientras yo inmortalizaba ese instante con la cámara de mi celular.
-He pensado en mandar imprimir esta foto y ponerla en mitad del salón- le solté al dejar el teléfono sobre la mesilla.
-No lo hagas por favor. Todo el mundo sabrá que soy tu puta- dijo sin percatarse de su significado.
Aunque no se hubiese dado cuenta, la rubia ya asumía su condición y solo pedía que fuera algo entre nosotros. Para recompensarla, le cogí el aparato y encendiéndolo, se lo metí hasta el fondo de su coño. Al sentir la vibración en sus entrañas, la esposa de mi amigo pegó un gemido que no tardé en interpretar como el primero de placer.
-¡Por favor!- protestó suavemente mientras sus caderas la traicionaban, meciéndose al ritmo de mi muñeca.
Su calentura era evidente pero tratando de profundizar en su sumisión, no dije nada y seguí penetrando su cuerpo con el consolador.
-Estás cachonda, ¡Zorrita mía!- susurré en su oído- No tardarás en correrte-
Asumiendo que su rendición no iba a tardar, la besé forzando su boca.
-Reconócelo, Putita. Dime que te gusta que te trate así.
-¡Nunca!- aulló mientras su cuerpo temblaba al ir siendo sometido por las sensaciones que surgían de su entrepierna.
Sacando el aparato de su sexo, lo sustituí con  mi lengua y recorriendo con ella su cueva, la encontré ya totalmente anegada. Por mi experiencia, supe que Linda iba a correrse y por eso, levantando mi mirada, le ordené que se corriera.
Su orgullo la hizo negarlo pero su voz ya sonaba apagada.
-Hazlo, zorrita mía. ¡Córrete para mí!
Linda estaba tan caliente que no pudo articular palabra y retorciéndose sobre la sábana, negó lo evidente aunque en su mente reinaba la confusión. La mujer sabía que la estaba volviendo loca pero seguía siendo incapaz de reconocerlo.
-No me hagas enfadar. Córrete ya.
En ese momento, Linda no pudo más y levantando su cadera, no solo colaboró conmigo sino que incluso se incrustó aún más el consolador. Su orgasmo fue brutal, mordiéndose los labios para no gritar, se retorció en silencio mientras el placer inundaba su cuerpo. Sabiendo que lo había conseguido, aceleré el ritmo con el que metía y sacaba el aparato con la intención de prolongar su clímax.
-Ves cómo eres una putita obediente- dije en su oreja sin dejar de apuñalar su sexo.
Llorando a moco tendido, unió un orgasmo con el siguiente mientras yo me reía en su cara por lo fácil que me había resultado.
-Sigue, ¡Por favor!- olvidándose de mi burla al estar dominada por la pasión.
Al oírla comprendí que había conseguido mi meta y bajándome de la cama, la dejé sola en el cuarto. Desde el pasillo oí sus lloros porque al cesar su excitación, volvió con más fuerza su vergüenza. No solo se había entregado a mí sino que encima ¡Había disfrutado!.
Al cabo de cinco minutos, bajó al salón donde yo estaba poniéndome una copa y con voz temblorosa, me preguntó si me ponía ya la mesa.
-Perfecto. Tengo hambre- contesté siguiéndola hasta el comedor.
La cena:
Satisfecho de cómo se iban desarrollando los acontecimientos, me senté en la mesa mientras mi empleada-puta-amante iba a prepararme la cena. Con mi copa en la mano, me quedé pensando en cómo iba a aprovecharme de mi nueva adquisición y por eso estaba sonriendo cuando Linda llegó con la comida.
Estaba preciosa vestida únicamente con un mandil, sus enormes pechos sobresalían a ambos lados de la tela dándole una sensualidad difícil de soportar. Teniendo todo el tiempo del mundo para someterla, decidí primero comer y luego recrearme con ella. Estaba apurando mi copa, cuando la rubia llegó y al ir a poner el plato en la mesa, se le cayó encima de mí. Supe que lo había hecho a propósito al ver una sonrisa en su cara.
“¡Será cabrona!” pensé.
Sin hacer aspavientos y sentado, separé mi silla y le dije:
-Límpialo con tu boca.
La muchacha no respondió lo suficientemente rápido y tirándole de la melena, le obligué a agacharse entre mis piernas.
-Limpia tu estropicio.
La serena violencia con la que reaccioné la sacó de sus casillas y a voz en grito, se negó a cumplir mis órdenes.
-¡Tú lo has querido!- dije levantándome de la silla y valiéndome de su negativa, decidí usarla para hacer algo que deseaba desde que vi su culo en la ducha. Iba a castigarla rompiéndole ese maravilloso pandero.
Linda no lo vio venir. Todavía conservaba su sonrisa cuando la levanté del suelo pero al girarla y ponerla de pompas contra la mesa, comprendió lo que le iba a suceder:
-No, ¡Por ahí! ¡No!- chilló muerta de miedo.
Mientras la retenía de la cintura con una mano, usé la otra para desprenderme del pantalón y bajarme los pantalones. Mi miembro que ya estaba excitado desde antes, salió totalmente erecto de su encierro y dándole gustó, presioné con él la hendidura de sus cachetes.
Asustada por el tamaño del miembro que rozaba la raja de su culo, Linda empezó a chillar rogándome que no la sodomizara pero obviando sus lamentos, pasé mi mano por su coño en busca de flujo. Al notar en seguida que estaba seco, decidí que eso no iba a ser suficiente para hacerme cambiar de opinión y separando sus dos nalgas, escupí sobre su esfínter.
Mi empleada intentó escapar al sentir mi baba pero reteniéndola con dureza, puse mi glande en su entrada. La cara de terror de la mujer me confirmó que era virgen por ese agujero y recreándome en sus miedos, le solté:
-Puedes gritar: ¡Cuánto más grites mejor!
¡Y vaya si gritó!. Al sentir mi verga rompiendo la resistencia de su ano, sus ojos se abrieron como platos y de su garganta salió un alarido, en consonancia con el desgarrador dolor que le causó mi intrusión:
-Por favor, ¡Para! ¡Me duele horrores!
Sin ceder a sus ruegos, centímetro a centímetro, fui clavando mi estoque en su trasero. La lenta embestida no la permitía ni respirar y cerrando sus puños intentó no cerrar su  orificio pero le resultó imposible.
-¡No!- chilló golpeando la mesa.
Su sufrimiento me dio alas y al sentir que la base de mi falo, golpeaba contra sus cachetes, comencé un doloroso vaivén con mi cuerpo. El dolor se fue incrementando y la esposa de mi amigo en un vano intento de aguantarlo, cogió una servilleta y metiéndola en la boca, la mordió. Su intento de no gritar fue en vano porque entonces presioné con todas mis fuerzas mis caderas y se la enterré hasta el fondo.
-¡¡¡Ahhhhhh!!!-
Su alarido debió de oírse a cuadras a la redonda y con muy mala leche, susurré a su oído:
-A lo mejor hasta tu marido lo ha oído-
Que mencionara al enfermo, la enervó y sacando una entereza de donde no había, contestó llorando:
-¡A Alberto no le metas en esto!
Profundizando en la herida, volví a forzar con violencia su maltrecho trasero y me reí de su desgracia diciendo:
-Él es el culpable de que me hayas regalado tu culo.
Linda no tuvo fuerzas para contestarme, bastante tenía con acostumbrarse a sentir mi grosor desgarrando su esfínter y con soportar el inexpresable sufrimiento que ello la ocasionaba.  Su inacción me permitió agarrarla de las nalgas y comenzar una serie de penetraciones tan furiosas y rápidas que le hicieron rebotar contra la mesa.
-¿Te parece suficiente castigo o quieres más?
La rubia se agarraba al mantel para evitar el intenso zarandeo mientras su ano le ardía como si lo estuviera acuchillando con un puñal. Desgraciadamente y aunque me apetecía seguir sodomizando a esa mujer, la calentura acumulada durante toda la tarde, me hizo llegar al orgasmo con demasiada precocidad. Por eso al sentir que estaba a punto de explotar, la cogí de los hombros y jalando hacía mí, descargué mi simiente dentro de sus intestinos.  El suspiro que salió de sus gargantas al notar como se iba llenando su conducto, me hizo sonreír. Una vez había terminado de eyacular, retiré mi miembro y observé con detenimiento los desgarros que le había producido y a mi semen saliendo de su interior.
Hurgando en la humillación que sentía, la dejé sola y desde la puerta, le ordené:
-Vete a limpiarte, ¡En media hora te quiero en mi cama!

Relato erótico:”Estudiante de psicología” (POR WALUM)

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Hola, soy Roxana, con 25 años estoy terminando la licenciatura en psicología, la carrera que me apasiona, desde de venir desde el interior a esta gran ciudad a estudiar, ya estaba cumpliendo mi sueño, vivía sola en un departamento, cubría mis gastos y estudiaba, en esos momentos estaba por empezar las pasantias así que estaba muy feliz. Como mujer soy bastante llamativa pelo rubio que llega a mis hombros, un proporcionado cuerpo cuidado con el esfuerzo del gimnasio, y mi forma de caminar siempre hincada, como sacando pecho, que era de un tamaño bastante considerable, una cintura bien estrecha y lo que fue mas importante y encantador, que es mi cola, bien redonda, grande y muy parada, siempre estoy haciendo mucho ejercicio y mantengo mi cuerpo bien durito, en la calle siempre causa muchas miradas mi cola, mis amigos siempre me decían en tono de broma, que estaba justa para el crimen.
Llego el día en que se sorteaban las pasantitas, estaba realmente muy nerviosa, pero llego el momento y me toco un gran psicólogo, muy respetado en la ciudad, estaba muy ansiosa por ir, el consultorio era en una casa bien linda mas o menos cerca de mi casa. Después llegando el lunes fui a mi primer día, así conocí al doctor, que era un viejo amable pero gruñón, el me dijo que me sentara y seria su secretaria unos días, fueron pasando los días, y el viejo me usaba de una secretaria, no me hacia participar en ninguna sesión para que aprendiera, ya eso me estaba haciendo enojar bastante, pero nada podía hacer. Una mañana como cualquier otra llamaron del juzgado federal y allí comunicaron por teléfono, que era para el doctor, yo tomé tomo rápidamente los datos, ya que el doctor no se encontraba, me dijeron que era un tipo que sus abogados armaron un lío tan bien hecho que estaban dudando hasta de las pruebas. El sujeto estaba acusado de violación reiterada, con un poco de locura parecía y necesitaban que el doctor lo analizara.
Yo me quede bastante sorprendida y anoté todo lo que me dijeron del juzgado, luego volví a mi casa pensando. Al día siguiente llegaron dos policías bien armados, con un sujeto esposado el tipo era grandote, medio gordo con los pelos cortos casi militar, con unos ojos negros que daban miedo, llevaba puesta una remera negra sucia, unos pantalones negros que brillaban de tanto uso y mocasines marrones. El sujeto me miro fijamente, yo no lo mire y cambie la vista de lugar, mientras que los policías me dieron el expediente y metían al sujeto al estudio del doctor para luego salir y quedarse en la puerta. Yo agarre el expediente y lo leí, estaba acusado de depravación seguida de violación contra una madre y dos hijas. Yo me quede helada, pensando en lo vil y asqueroso del sujeto, de repente el doctor me pidió que si le podía llevar 2 cafés, totalmente idiota, los preparé y los llevé, cuando entre sentí la mirada del sujeto en mi cuerpo. Ese día estaba con una camisa blanca de seda y pantalones grises apretados, que como todos me marcan mi gran y hermosa cola, el sujeto rápidamente se percató de ella y tuvo los ojos clavados en ella todo el tiempo en el que estuve sirviendo los cafés.
Luego de ese día, llegué a mi casa cansada y enojada porque las pasantitas eran nada más que ser una simple secretaria, después de darse un baño para sacarse el enojo se quedo pensando en ese tipo tan extraño y depravado.
Al otro día llegue perturbada como siempre y seguí con la típica rutina, calentar el café, ordenar las citas del doctor. Ese día iba vestida igual que el día anterior, tenía una camisa blanca y un pantalón medio rosado.
El día siguió normal, trajeron al loco al cual el doctor seguía entrevistando, entonces de pronto el doctor me llamo, entré sin saber que quería, el doctor me comento que el sujeto era muy complicado y que le gustaría que lo ayudara, para dar el punto de vista de una mujer, sobre un sujeto tan raro. Yo me puse muy contenta y tome rápidamente mis cosas para anotar todo lo que el sujeto dijera. El doctor le seguía haciendo preguntas sin sentido, hasta que le pregunto sobre su vida sexual en su adolescencia, él tipo le contó con lujos de detalles como fue su primera vez y las siguientes, no me paraba de mirar mientras que contaba sus relatos. Tanto el doctor como yo tomábamos apuntes de todo lo que decía el morboso sujeto, hasta que mencionó algo que los dejo helados a los dos, el sujeto casi baboseando dijo –Debo admitir que me encantan los traseros de las mujeres, es algo que me vuelve loco, lo reconozco, me encanta romperles el culo, penetrarlas bien, metérselo todo adentro, aunque les duela muchísimo, yo no tengo culpa si lo tengo muy grande, largo y muy grueso. Luego de decir eso el sujeto me miro sonriendo, como burlonamente. Ya estaba terminando la sesión, cuando el sujeto le dijo al doctor –Sabe lo que me mas me gusta de venir a terapia? El doctor le pregunto que, y el sujeto le contesto –Ver a su secretaria que es impresionantemente llamativa. Yo me sonroje y me morí de vergüenza, pero no dije nada, ni el doctor tampoco y ahí termino la sesión de ese día.
Llego el lunes y ese día hacia bastante calor, así que decidí ponerme una falda negra, que me quedaba un poco chica pero era mi preferida, aunque me quedara bastante pegada al cuerpo marcándome de manera exagerada mi cola, y me puse un tapado negro arriba para ocultarla. Aunque era imposible ocultarla, se me levantaba el tapado también.
Preparé todo como la rutina diaria, pero ese día el doctor todavía no llegaba, como no tenia que hacer, me puse a ordenar los expedientes de arriba abajo, uno por uno, y por mas que tenia unos altos tacos, tenia que levantarme mucho para llegar al primer estante de la biblioteca, fue justo en ese momento cuando llegaron los policías, junto con el sujeto. Al girar la cabeza, ví como los tres la miraban, seguramente miraban la curva de mi cola con el tapado, rápidamente me salí de esa posición y los saludé, diciéndoles que el doctor ya estaba por llegar. Después de unos minutos, llego el doctor, al llegar me dijo que fuera llevando al paciente al consultorio que el iba al baño y ya iba. Yo obedecí y me paré diciéndole que me siguiera, entré primero que el tipo, camino hacia dentro y pude sentir la mirada penetrante en mi persona, entonces escuche algo que me intranquilizo, el sujeto dijo bajo pero sabiendo que yo lo oía –Sabía que tenías buen culo, pero no imaginé que tenías semejante culo.
Yo permanecí callada esperando al doctor. Luego de ese día de terapia, el sujeto no dijo nada mas, así fueron pasando las semanas hasta que el sujeto quedo absuelto frente a lo que presento el doctor de sus estudios y yo pude terminar mis aburridas pasantias. Después de unos meses decidí ir a la facultad a ver si había algún post grado para hacer, o algo por el estilo, me acuerdo que ese día me vestí muy bien porque después tenia una entrevista de trabajo, me puse una remerita ajustada celeste, junto con un pantalón blanco bien ajustado medio transparente, por lo cual use una mini tanga así no se traslucía y unos altos tacos, unos de los mas altos que tengo, luego de averiguar en la facultad, fui a esa entrevista, en la cual me fue muy bien.
Al estar a unas diez cuadras de mi casa decidí caminar, iba muy feliz por el resultado obtenido en la entrevista, mientras que me percataba de muchas miradas masculinas y algún comentario, yo seguía en mi mundo pensando y contenta por el tal vez futuro trabajo, luego de unas cuadras me empecé a sentir muy observada, no sabia porque, me volteé una vez y veía a mucha gente en la calle, pero algunos hombres mirando mi cola como hipnotizados, poco a poco cada vez que avanzaba hacia mi casa la muchedumbre se achicaba, volví a voltear y quedaban solo algunos hombres, de repente tres cuadras mas y sentí una mirada penetrante, pero no voltee, decidí apurar el paso y traté de perderme entre la gente que la verdad no era mucha por esas calles, yo sabia que los ojos estaban concentrados en mi figura, y mis nervios me empezaban a traicionar, intentaba no ser demasiada obvia así que crucé la avenida y sentí que alguien también hacia lo mismo, un intenso frió recorrió mi cuerpo, con miedo evidente y sin importarme que se me notara, aceleré el paso, quería estar sana y salva.
Ya estaba llegando a mi casa, una mezcla de alivio y temor se apodero de mi, ya que no sabia como hacer para abrir la puerta tan rápido y entrar, así que como pude apuré mas el paso, pero si entraba ahora tenia que arriesgarme mucho, decidí pasar de largo y meterme en un negocio que hay en la esquina, luego de un rato, vi que no paso nadie detrás mío, tal vez estaba un poco paranoica pensé, con un poco mas de alivio volví para mi casa, llegue a la puerta y con algo de nervio abrí la puerta y justo en ese momento fue cuando volví a sentir esa horrible presencia detrás mío, voltee fugazmente y una mano me dio un fuerte empujón hacia dentro de mi casa, yo entre miedo y desesperación intente dar un grito, pero una poderosa bofetada me quito el sonido, caí al piso tendida, llorando de terror. Estaba mi casa en oscuridad por lo cual solo veía una gran sombra, rápidamente sentí una respiración agitada que me decía -¡¡Quedate quieta y callada o te mato a golpes!! Luego me levantó de un solo tirón y tapándome la boca y sujetándome desde atrás me llevo hacia dentro de mi casa, mi corazón estaba muy agitado y mis lágrimas salían por miles, estaba aterrada, cuando llegábamos a mi habitación el sujeto que me tenia fuertemente agarrada, pasó su horrible lengua por mi cuello diciéndome al oído -¡¡Te aseguro que de esta noche no te olvidas mas!!
Yo me estremecí de miedo sabiendo lo que el sujeto buscaba y me empecé a mover intentando safarme, pero era inútil, el sujeto era mucho mas grande y tenia una fuerza impresionante, de pronto el sujeto gritó -¡¡Quédate quieta o te pego hasta matarte!! Yo me estremecí de miedo y me quede quieta, llorando, el sujeto al ver mi docilidad dirigió sus manos hacia delante mío y apretó mis pechos con pasión; los amasaba fuertemente mientras que me decía al oído -¡¡Que buenas tetas tenes, grandes y firmes!! Sentí que su cuerpo se pegaba al mío y que su miembro se apoyaba en mi cola y empezaba a puntearme fuerza. Sus manos me apretaban los pechos y su cuerpo me apretaba la cintura. Estuvo un rato largo estrujando mis pechos y apretando una y otra vez su miembro contra mi cola. Luego bajó una de sus manos y de pronto agarro mi cola y la apretó con bravura, luego dijo con voz fuerte -¡¡Ahora para tu hermosa colita!! Yo con lagrimas en los ojos lo hice, mostrándola en su máximo esplendor, el sujeto se quedo callado y dijo con un tono de euforia -¡¡Eso es, este si que es un enorme y rico culo!! Y me plantó una fuerte palmada en mi trasero. Mi cola se metía bajo su barriga, mientras el me tomaba de las caderas y me apoyaba con mas fuerza, entonces me dijo -¡¡Vamos, pará y mové tu hermoso culo, menéalo como a los hombres nos gusta verlo!! Yo sin oponer resistencia, muerta de miedo lo hice, pare lo mas que pude mi cola, la empecé a moverme de lado a lado, yo me sentía muy humillada con muchísimo miedo, y aumento cuando el sujeto me dio un fuerte empujón, en el cual caí en mi cama, rápidamente me di vuelta y vi al sujeto, no lo podía creer, era el sujeto de la terapia de la pasantia, me quede helada sin saber que hacer, un frió atravesó todo mi cuerpo al recordar su expediente, pero ahora no parecía aquel sujeto, estaba transformado, parecía un loco realmente y con una cara de depravado total, sus ojos estaban rojos, como inyectados de sangre, me dio mas miedo.
El sujeto sin mediar mas se tiró sobre mi, me manoseaba a mas no poder, mientras que me decía -¡¡El placer es dolor vas a quedar llena, vas a sentir mi pija en tu culo por un buen tiempo, te va a doler mucho, pero te va a gustar!! Yo llorando a mas no poder y con un miedo espantoso le suplique que no lo hiciera, que me dejara en paz, pero el estaba como poseído, luego me acomodó en la cama, de rodillas y me hizo apoyar en el respaldo, o sea que mi cola quedo totalmente expuesta para el, se acomodó detrás mío y tomando mi pantalón blanquito lo bajo junto con mi diminuta tanga, yo estaba esperando un milagro, no podía hacer nada, el sujeto me violaría sin piedad, era inevitable, se quedo un rato en silencio y luego dijo -¡¡Que culo tenes!! ¡¡Los de la vieja y las hijas eran gordos, pero con vos me saque la lotería, es como una manzana grande y paradita, diría perfecto y va a ser mío!! Yo lloraba mas por sus comentarios, pensaba en ese asqueroso y depravado sujeto que solo conseguía mujeres violándolas, ese asqueroso que había violado a esas gordas mujeres y ahora tenia un cuerpo mucho más joven y con buenas formas para darse gusto, y el sabia que me tenia impotente entre sus manos, mis pronunciados pechos y mi hermosa cola, en estos momentos eran suyos, suyos para gozarlos a voluntad, suyos para satisfacer cualquier capricho de su terrible desenfreno, yo me voltee y pude ver como el sujeto sacaba su enorme miembro, colorado, no podía creer que existiera miembro así, el sujeto al ver mi cara de sorpresa, tomó su miembro con la mano apretándolo mas, para hacerlo mas exagerado y me dijo -¡¡Desde que te vi el culo en la terapia, no hago mas que pensar en él, no te quisiera asustar pero te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo!!
Yo me estremecí de miedo y humillación, entonces el sin mediar mas palabras, se escupió un poco la mano, se paso la saliva por la cabeza de su miembro para luego apoyar la cabeza de su miembro en mi esfínter y empezar a presionar, el dolor fue tan intenso que grité lo mas fuerte que pude -¡¡AAHhhhhyyyyyyyyyyy!! Y en un movimiento rápido tire una mano para atrás para frenarlo al maldito, pero el tipo me agarró la mano y me pegó un cachetazo en una nalga diciéndome -¡¡Nada de manotazos y tomá!! Y empujó mas fuerte logrando meter la cabeza adentro, mis ojos estallaron de dolor y como que se me nublaba la vista de dolor, sentí como si me estuvieran metiendo un tronco allí atrás, era brutal el dolor y grité para descargar -¡¡Ahhhhhhhhhhhyyyyyyyyyyyyyyyy!! El sujeto seguía como si nada, presionando mas y su miembro con mucha dificultad empezó a deslizarse en mi interior, haciéndome retorcer del dolor y diciéndome -¡¡Sentila puta, bien adentro de tu hermoso culo, sentí como te lo rompo!! Y siguió empujando, me clavó sin piedad hasta el fondo, sentí que me derrumbaba, que se me partía mi hermosa cola, grité lo mas que pude, era imposible resistir tanto dolor, mientras que el sujeto se quedo quieto, manteniéndome toda enterrada, mientras que me acariciaba la espalda y me decía -¡¡Mirá como lo tengo a tu culo, bien ensartado, desafiándome para que lo rompa, y lo voy a partir!! Después el maldito empezó a sacarla casi toda y empujar con todo para adentro, golpeaba los huevos contra mis nalgas, luego empezó un vaivén mas rápido y mientras que yo seguía apoyada en el respaldo de la cama, el sujeto me bombeaba a todo lo que daba, mientras que gritaba a viva voz -¡¡Que buen culo acabo de abrir, ahora es mío!! Y me tuvo casi una hora a los bombazos por atrás hasta que arremetió con toda la fuerza y quedándose quieto acabo dentro mío. Yo estaba desarmada, no reaccionaba, sentía que mi hermosa cola me estallaba de dolor, lloraba desconsoladamente mientras escuchaba la risa de superación y victoria del sujeto, que me indignaban y me hacían llorar más aun. Siguió metiendo su miembro lo mas que pudo hasta que termino completamente en mi interior gritando de gozo -¡¡Aaaaaaaaaahhhhh!! Luego retiro su miembro, y cayo a mi lado, tendido agitado mientras que sonreía, yo lloraba mientras que me sobaba como podía, tirada en la cama sin fuerzas para levantarme, estaba destruida.
Habrán pasado unos quince minutos, cuando el sujeto se levanta rápidamente, agarra mis piernas y las levanta sobre sus hombros, toma su miembro ya erecto y lo mete en mi vagina grité del dolor al principio, luego me quede quita mientras que el sujeto me bombeaba con una fuerza increíble, yo no hacia nada solo esperaba que terminara, pero el sujeto bombeaba sin parar, no se cuanto tiempo y poco a poco mi cuerpo fue cediendo, y el calor empezó a invadir todo mi cuerpo, por mas que me resistía a aceptarlo, mis gemidos empezaron a ser evidentes y el al darse cuenta aceleraba mas aun su ritmo, yo no podía disimular mis gemidos y quejidos, el al escucharlos empezó a sonreír y dijo -¡¡Pero que puta sos, te gusta que te cojan como a una zorra!! ¡¡Estaba seguro que te gustaba, toma!!… como te gusta!! Yo llorando y completamente humillada igual no podía resistir mis gemidos cada vez mas fuertes -¡¡Ahhhhh… ahhhh…. ahhhhh!! El sujeto después de varios minutos gritó de puro gozo -¡¡AHhhhhhhhh!! Y termino dentro mío, luego la saco chorreando su asqueroso liquido y la puso delante de mi boca, yo no hice nada, solo mantuve mi boca cerrada, entonces el maldito empezó a pasar su miembro mojado por la cosedura de mis labios, manchándome con su asqueroso y oloroso liquido seminal, ya cansado de humillarme, se volvió a acostar a mi lado, descansando y con la respiración agitada, mientras que yo solo lloraba e intentaba limpiarme la cara. Habrá pasado media hora, y el sujeto estaba ya normalizado, yo permanecía inmóvil llorando, esperando que pronto se marchara al haber cumplido con su violación.
De pronto, el sujeto se paró y se sentó en un sillón que hay en mi pieza, desde ahí me dijo -¡¿Quieres que me vaya!? Yo conteniendo mis ganas de matarlo he insultarlo le conteste que si, entonces el sujeto me dijo con mucha arrogancia -¡¡Bueno, entonces venís acá, te arrodillas y me haces la mejor mamada de tu vida y me marcho!! Yo me quede pensando, pero no tenia mucho que perder, así que me levante temerosa, y cumplí con lo que el sujeto quería, primero tomé su miembro que estaba medio flácido y lo moví un poco, para luego meterlo en mi boca rápidamente, intentando satisfacerlo pronto y que se marchara, yo mantenía mi ritmo con los ojos cerrados pensando en otra cosa, entonces el sujeto me agarró de la cabeza con su mano y me dijo -¡¡No, putita, si me la vas a chupar, mirame mientras lo haces!! Yo con una bronca terrible por dentro, pero sin mas remedio obedecí, el sujeto largaba gemidos a cada estocada que daba su miembro en mi garganta, mientras que yo casi me ahogaba y solo lloraba cumpliendo con mi sucia labor, el sujeto gemía fuertemente, gozando de mi boca a su antojo mientras que gritaba -¡¡Zorra si que sabes chuparla!! Yo lloraba totalmente humillada, de pronto el sujeto se paro dejándome de rodillas y teniendo que seguir obviamente, lo hacia lo mejor que podía, pero el sujeto parecía no terminar mas, hasta que el sujeto gimió muy fuerte -¡¡Ohhhaaaaaa!! Me separó de su miembro diciéndome -¡¡Vamos putita, quedate ahí y abrí la boca!! Yo no tenia a donde ir, así que quede totalmente expuesta ante su miembro, el cual el sujeto movía rítmicamente, hasta que empezó a largar su inmundo liquido, los chorros comenzaron a salir con mucha fuerza, dando en mi boca y mi nariz primero, pero luego comenzaron a caer en toda mi cara, mi frente mis ojos, mi barbilla, el pelo, era un mar de semen lo que largaba el sujeto mientras que gemía fuertemente -¡¡OOHHaaaaa!! ¡¡OOHHaaaaa!! ¡¡OOHHaaaaa!! Era lo mas humillante de mi vida, y encima no terminaba, el sujeto tomó su miembro y lo puso en la entrada de mi boca diciendo -¡¡Dale un besito y límpiale el miembro a tu macho que te ha culiado tanto hoy!! El sujeto me humillaba cada vez más sintiéndose poderoso, y degradándome más y más. Yo hice lo que me pidió y luego el sujeto me llevo al baño para limpiarme.
De regreso a mi cuarto, el sujeto venia apretando mi cola fuertemente, yo no sabia que mas pretendía, solo pensé que se estaba divirtiendo, me ataría y me dejaría ahí en mi cuarto, pero de pronto al llegar cerca de mi cama, el sujeto me agarro del cuello y me tiró contra el colchón, manteniéndome sujetada y con mis rodillas en el piso, se puso detrás mío, mientras que yo forcejeaba y suplicaba, el sujeto tomó su miembro y dijo en tono burlón -¡¡Mi putita… ahora es todo o nada… seguramente te dolerá… pero ya no me puedo echar para atrás…quiero reventarte este rico culo otra vez, aunque grites de dolor!! Luego puso su miembro en la entrada de mi cola y tomando un puñado de mis cabellos, tiró para atrás al mismo tiempo que me penetraba, haciéndome gritar desoladamente -¡Aaaaayyyyyyyyy… ooooooooohhhhhhhh… aaaaggghhhh! De nuevo el dolor se hacia insoportable, mientras que el sujeto me embestía siempre violentamente, y tiraba mis pelos, su movimiento salvaje era como si quisiera desarmarme, y yo gritaba de dolor, suplicando que me soltara, pero el sujeto se había subido casi en mi, y mientras que separaba mis glúteos y los apretaba me decía -¡¡Te gusta putita… te gusta que te rompan el culo hasta hacerte llorar!! Yo lloraba intentando no pensar en eso, pero el dolor era tan grande que tenia que ponerle atención, sus embestidas eran cada vez mas fuertes, de pronto sin darme cuenta de mi boca salio un gemido, mezcla de odio y placer -¡¡Ahhhgggg!! El sujeto al escucharlo empezó a burlarse, mientras aceleraba sus embestidas diciéndome millones de vulgaridades como -¡¡Ohhh sii! ¡¡Que culo infernal tenes!! Mientras que me agarraba de mis pechos y seguía penetrándome violentamente, solo podía escuchar sus gemidos y ese horrible ¡plop! ¡plop! ¡plop! por las estocadas salvajes que recibía, el sujeto me tironeaba el pelo fuertemente y aceleraba, hasta que por fin termino en un río de semen en mi interior, gimiendo como un desaforado y sacando su miembro de mi interior, dejándome casi muerta, estaba media mareada, totalmente sin poder moverme, mientras que veía que el sujeto ya estaba casi totalmente vestido para irse, entonces al ver que yo no reaccionaba, el sujeto empezó a reír y con tono de superación dijo -¡¡Como me va a gustar ver ese culito por la calle y saber que fui el primero en romperlo!! Luego en menos de dos minutos se marcho.
Hechos ficticios.
 
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!
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