

Hacía ya unos días que mi marido puso rumbo a la playa con los niños. Por suerte él pudo disfrutar de sus vacaciones antes que yo, aunque posteriormente coincidiríamos quince días juntos. Este año habíamos alquilado un apartamento en primera línea de playa. Esta última semana, sin los niños, sola en casa, se me había hecho eterna, y máxime cuando tuve turno de guardia el sábado hasta tarde. He de decir que soy enfermera y trabajo en un hospital de mi ciudad. No veía llegar la hora en que disfrutar bronceándome tumbada en la sombrilla, y de bañarme en el mar junto a mi familia.
Así que allí estaba yo, conduciendo el mercedes de mi esposo rumbo a mi destino. Dadas las circunstancias mi marido se había desplazado con mi monovolumen, pues era más práctico para cargar con todas las maletas y cachibaches de los niños. Normalmente era el vehículo que yo conducía en la ciudad para llevar y traer a los niños del cole, o la compra del supermercado. En cambio mi marido, se desplazaba todos los días hasta el despacho de abogados en el que trabaja, en el nuevo mercedes que habíamos comprado. Esta vez prefirió que fuese yo quien se desplazase hasta la playa en su coche.
.-“Viajarás más segura yendo tu sola” me dijo cuando planeamos el viaje.
Para los que no me conocen decir que me llamo Sara, y tengo treinta y un años. Llevo un tiempo casada con mi esposo, el cual ha sido el único hombre en mi vida hasta el momento. Podéis saber más sobre mí, y ver algunas fotos si consultáis mi blog, cosa que agradecería muchísimo: http://saragozaxxx.blogspot.com.es/
Como decía, era mediodía, y llevaba un tiempo conduciendo por una nacional en la que apenas circulaban coches, cuando una luz roja se encendió en el salpicadero del coche. Al parecer se había encendido un testigo en el cuadro de mandos del automóvil y parecía algo importante, entre otras cosas porque me indicaba que detuviese inmediatamente el vehículo. ¡No me lo podía creer!. El coche estaba casi nuevo.
.-“Seguro que no es para tanto” pensé para mí, y me detuve a un lado en el arcén de la carretera a llamar a mi esposo, y tratar de averiguar de que podía tratarse. Comprobé que quedaba poca batería en el móvil cuando intenté realizar la primera llamada. No lo cogían.
.-“Maldita sea, porque no lo coge” pensaba cada vez que marcaba su número de teléfono. Lo intenté varias veces, hasta que un mensaje de que quedaba excasa batería apareció en mi pantalla. Decidí conservar la poca batería que quedaba a la espera de que mi esposo viese las llamadas perdidas, pues sabía que cuando aparecía el dichoso mensaje en la pantalla de mi móvil, realmente quedaba poco para que se apagase definitivamente.
No me quedaba otra que poner los dichosos triangulitos de señalización, pese a que hacía un tiempo que no pasaba nadie por allí. Luego me dispuse a leer el manual de instrucciones del coche por si podía solucionarlo yo misma.
“Luz de testigo del motor” ponía en las primeras páginas del librito según un dibujo explicativo, y al lado te remitía a otra página, la 223. Me dirigí a esa página con la esperanza de encontrar alguna solución. “¿Cómo actuar en caso de encenderse el testigo?” pude leer en el manual mientras me felicitaba por mi propia suerte, al parecer debían de indicar la solución a mi problema. “Detenga inmediatamente el vehículo y diríjase a su concesionario mercedes lo antes posible”.
Menuda desilusión, desde luego se notaba que ese tipo de manuales están hechos por tíos y para tíos, solo a un imbécil se le ocurriría escribir ese tipo de indicaciones.
.-“¿Dónde hay un concesionario mercedes abierto en domingo?, eh listillo” insulté mentalmente al guionista del manual maldiciendo mi mala suerte.
En esos instantes sonó el móvil, pude ver en la pantalla el número de mi esposo, me alegré de que hubiese visto mis llamadas perdidas y que me llamase, pero para mi desgracia antes de que pudiera descolgar el teléfono éste se apagó definitivamente, se había quedado sin batería, totalmente muerto.
.-“Mierda, esto no puede estar pasándome a mi. ¡Pero que mala suerte!. Esto no puede ser peor”, pensé para mí mientras trataba de buscar una solución. Mi marido se habría quedado preocupado. Pero no había forma de encender de nuevo el móvil.
Tras resignarme y comprobar que desde hacía un rato no pasaba nadie por esa carretera, al final, opté por cerrar el coche y andar hasta el pueblo más cercano tratando de buscar ayuda. No me quedaba otra alternativa. Aunque llevase puestas unas sandalias con medio tacón, no muy cómodas para andar, me decidí a caminar por el arcén de la carretera.
En un principio no pensaba que tuviese que caminar, pero las sandalias me quedaban bastante bien y conjuntaban, con el vestido blanco de tela liviana y fresquita, muy veraniego, que había elegido para conducir.
Llevaba tan sólo cinco minutos caminando, cuando pude ver una señal que indicaba un área de descanso de esas con mesas y árboles.
“Espero que pueda haber alguien, o al menos una fuente. Tengo sed “ pensé mientras aceleraba el paso con cierta esperanza.
Por suerte había un vehículo rojo bajo un árbol, aunque algo viejo, que se dejaba ver desde lo lejos. Creo que era un ford scort. Me dirigí hacia él con la esperanza de que hubiese alguien en su interior. Me alegré cuando advertí que había alguien dentro pese a tener los cristales traseros tintados, pues aprecié movimiento en su interior.
Los últimos metros me aproximé corriendo esperanzadora y golpeé con ímpetu el cristal trasero correspondiente al lado del piloto. Me arrepentí de inmediato…
.-“¡¡Me cagüen to!!” se escuchó una voz nada más golpear el cristal.
La puerta del coche se abrió de par en par y apareció un tipo con el torso descubierto, totalmente cubierto de tatuajes, blandiendo una navaja en una mano, mientras se acomodaba sus atributos masculinos en el interior de un viejo chándal con la otra mano.
Pude ver como en el interior del vehículo una chica se cubría los pechos rápidamente con una camiseta. Indudablemente les había interrumpido en plena faena. Yo al ver la navaja me asusté.
.-“Se puede saber ¿qué es lo que coño quieres princesa, como para interrumpirme?” dijo el tipo enfurecido mientras me repasaba de arriba abajo y me apuntaba con la navaja a cierta distancia entre ambos.
.-“Yo…, esto…, siento interrumpir…” dije muerta de miedo y de vergüenza, a la vez que no podía apartar la mirada de la navaja en su mano.
.-“Vamos, ¡habla!” me dijo bastante enojado. Esta vez pude fijarme en los tatuajes que decoraban su torso, apenas quedaba un trozo de su piel sin tintar. Me llamó la atención un Jesucristo crucificado que cruzaba su torso de brazo a brazo, y armándome de valor acerté a pronunciar…
.-“Esto verá…, el coche me ha dejado tirada a unos metros de aquí, tan sólo buscaba a alguien que pudiera echarme una mano” dije revolviendo mi pelo en evidente estado de nerviosismo.
.-“¿Quién es esta Johnny?” escuché la voz femenina del otro lado del coche.
.-“Tranquila Chony” tan solo es una niña a la que la ha dejado tirada el buga, dijo el personajillo ahora más relajado.
.-“Pues que llame a la grúa y nos deje en paz” dijo la acompañante femenina a la vez que salía del otro lado del vehículo y se ajustaba una minifalda de leopardo. Por un momento pensé que era una puta de esas de carretera, luego supuse que era la pareja del tipo que todavía blandía la navaja en mano.
.-“Esto veras…, me he quedado sin batería en el móvil, y no veo forma de cargarlo, si pudierais dejarme el móvil, yo…, os lo agradecería muchísimo” dije tratando de explicar la situación.
.-“¿¿Tenemos cara de tener saldo en el móvil??” dijo el tipo algo mosqueado por mi petición. Estaba claro que no tenían dinero ni para recargar el móvil. Preferí no hurgar en la llaga.
.- ¿Qué piensas hacer Johnny?” preguntó la chica mirando expectante a su amante desde el otro lado del coche. El tipo me repaso de nuevo de arriba abajo con los ojos abiertos como platos, esta vez me hizo sentir incómoda.
.-“Voy a ver de que se trata” dijo el tipo como si fuese el jefe de una banda.
.-“Toma las llaves del coche y vete a casa del Jeque a descargar, sino he aparecido en un tiempo vente a buscarme” pronunció a la vez que le tiraba a la chica un manojo de llaves sacado de un bolsillo de su chándal.
.-“¡Vamos!, llévame hasta tu coche” me dijo mientras guardaba la navaja en un bolsillo y se ponía una camiseta de esas fosforito.
Yo comencé a caminar. En un principio traté de situarme a su lado con la intención de entablar una conversación con él, sobretodo tratar de averiguar si debía temer algo cuando viese que el coche era un mercedes, temí que en vez de ayudarme quisiese robarme.
.-“Siento mucho las molestias” dije una vez emprendida la marcha y tratando de ser amable.
.-“No te preocupes muñeca” dijo mientras me miraba fijamente a los ojos.
.-“Ya sabes, me dirigía a la playa, estaba de paso, y siempre tiene que ocurrir estas cosas cuando menos te lo esperas…Tú ¿eres de por aquí?” le pregunté tratando de obtener información y de averiguar sus intenciones. El tipo se echó a reír.
.-“Ja, ja…, sí, llevo un tiempo viviendo por aquí, la gente me conoce bien” dijo con cierta ironía. Y luego continuó diciendo…
.-“Tranquila muñeca, antes era mecánico, me gustan los coches, te echaré una mano” y dicho esto se encendió un cigarrillo. Sus palabras me tranquilizaron.
.-“¿A qué te dedicas ahora?” quise preguntarle para romper el hielo al hilo de lo anterior. De nuevo se echó a reír.
.-“¿De verás quieres saberlo?” yo asentí con la mirada.
.-“Me caes bien preciosa, verás…, me dedico a hacer chapuzas, ya sabes una cosa por aquí, otra por allá. Lo que surja” dijo dando una profunda calada al cigarrillo y haciéndose el interesante, como tratando de impresionarme.
.-“¿Y tú, muñeca?, ¿a qué te dedicas?” dijo repasándome una vez más con la mirada. Esta vez pude advertir que mi vestido blanco se transparentaba al trasluz del sol de mediodía, y que mi figura se adivinaba a través de la fina tela del vestido.
Yo también presté atención a su cuerpo. Estaba bastante delgado, con el pelo a media melena algo dejado, y grasiento. No podía evitar fijarme en sus tatuajes.
.-“Soy enfermera” pronuncié sabiendo que las profesiones sanitarias son muy respetadas por este tipo de personajes. Ya casi habíamos llegado, se podía ver el mercedes al final de una larga recta.
.-“Mira aquel es el coche” dije señalando el vehículo de mi esposo.
A pesar de su aspecto tenía cierto matiz en su mirada que me decía que no era tan mal tipo como aparentaba. Seguramente su aspecto estaba desencadenado por la mala suerte en su vida. Por un momento me dio pena. Me fijé mejor en su cara, y seguramente bien arreglado hasta podría resultar atractivo. Tenía un no sé qué en la mirada que lo hacía tremendamente masculino y varonil. Me dio algo de lástima.
.-“Vaya, vaya, con la enfermerita. Menudo buga. ¿Es tuyo?” preguntó algo incrédulo.
.-“En realidad es de mi esposo” dije ya casi a la altura del coche.
.-“¿Y a que se dedica tu esposo? Si puede saberse”. Preguntó muy cerca del vehículo.
.-“Oh!!, es abogado” dije tratando de impresionarlo. No sé porqué me salió la vena clasista, como diciéndole entre líneas “te falta mucho como para optar a una chica de mi clase”. Aunque yo realmente no suelo comportarme de esa manera, surgió como un instinto de defensa para mi, el marcar bien las diferencias. Él hizo un gesto de desaprobación. Pero enseguida, su rostro se transformó como el de un niño, cuando presioné el mando del coche, y este se abrió con el característico “bip, bip” y las luces intermitentes. Abrió la puerta, se sentó en la posición del conductor, y acariciando el volante como si estuviese soñando despierto dijo:
.-“Siéntate aquí y sigue las instrucciones que te diga” pronunció al tiempo que abría el capó y se dirigía al motor. Yo hice cuanto me ordenó, me senté en el asiento del conductor y esperé a que me realizase sus indicaciones. Él desapareció un rato tras el capó del coche hurgando en el motor.
.-“Pisa el embrague varias veces” escuché su voz oculta tras el capó del coche. Y así lo hice, hasta que al poco tiempo apareció junto a mi posición.
.-“Hagamos un trato” dijo acercándose hasta mi ventanilla.
.-“¿El qué?” dije yo algo sorprendida.
.-“Si logro que arranques el coche y funcione, me dejarás dar una vuelta para probarlo” dijo con media sonrisa en su cara.
.-“Esta bien, me parece justo” dije con relativo entusiasmo de poder reanudar mi viaje.
.-“OK, dale al contacto” gritó al tiempo que bajaba el capó sonriente. Yo introduje la llave del vehículo y pulsé el botón de start del motor. El coche arrancó a la primera y ningún testigo de emergencia se iluminaba en el cuadro de mandos. Parecía que el problema se había solucionado. Me alegré de poder reanudar la marcha. El tipo se acercó hasta mi lado y abriendo la puerta dijo:
.-“Lo prometido es deuda”. Por mi parte preferí cambiarme de asiento saltando por encima del brazo central, que abandonar el vehículo encendido. El tipo se sentó en el asiento del piloto y se puso en marcha picando rueda, tratando de impresionarme.
Al poco rato ya no me fijaba por dónde circulaba, de hecho me pareció que pasamos por el mismo cruce un par de veces, tan sólo quería que aquel tipo disfrutase sus minutos de gloria y luego me dejase continuar mi viaje.
El tipo estaba como un chico con juguete nuevo. Se le veía feliz. Seguramente sería la única vez en su vida que podría conducir un coche de esa gama. Había gasolina de sobra y tiempo, a pesar de que ya llegaría seguramente de noche a mi destino. Por unos momentos, mientras me hablaba de caballos, potencia y velocidad, me sentí como un hada madrina que satisface los deseos de aquel pobre diablo.
De repente escuché una sirena que se aproximaba por la parte trasera del vehículo. Miré por mi retrovisor. ¡Mierda! era un coche de policía que se dirigía hasta nosotros. Miré el cuenta kilómetros del coche y para mi consuelo el tal Johnny apenas superaba el límite de velocidad permitido de la carretera. Si era por nuestra causa por la que el coche de policía se aproximaba, como mucho sería una pequeña multa que podría justificar ante mi marido.
Mis temores se hicieron realidad cuando el coche patrulla nos alcanzó e hizo señas a mi acompañante para que detuviera el coche unos metros más adelante, dónde aguardaban otros dos coches patrulla.
Nos obligaron a detener el vehículo, al tiempo que un guardia civil con una barriga prominente, calvo y aspecto descuidado para ser un agente de la autoridad, se dirigía hasta nuestro coche. El agente golpeó el cristal del conductor con los nudillos. Johhny bajó la ventanilla.
.-“Buenas noches sargento Ruipérez” dijo mi acompañante con cierto temor en sus palabras. Deduje que se conocían.
.-“Me cago en la leche Johnny, ¿a quién has robado este coche?. ¿Acaso has dado algún golpe importante sin que yo me entere?, Y ¿quién es la furcia que te acompaña esta vez?” dijo escupiendo el palillo que tenía entre los dientes al suelo.
.-“¡Oiga agente un respeto. No le consiento que me hable de ese modo!!” grité desde mi posición. Johnny me hizo gestos para que me calmase. Me dí cuenta, que por algún extraño motivo que no acertaba a comprender, estabamos rodeados por agentes de la guardia civil. Mis palabras enojaron evidentemente al agente de la autoridad. Aunque, en realidad fueron un pretexto para sus intenciones.
.-“Dime Johnny…., ¿dónde está escondida?. Con este coche el envío debe ser grande ¿eh?” dijo el agente que parecía al mando mientras hacía señales para que otro agente, escoltado por un perro pastor alemán, se acercase hasta donde estaba el auto. Luego con tono autoritario dijo:
.-“Haced el favor de bajar del coche” dijo al tiempo que abría la puerta del conductor y le hacía señas a mi acompañante para que abandonase el vehículo. Otro agente abría mi puerta de par en par y me ofrecía amablemente bajar del auto. Yo obedecí como una autómata sin reaccionar, ni entender lo que estaba sucediendo.
Todo ocurrió muy deprisa, nada más bajar del vehículo pude ver como el perro policía husmeaba por todo el interior y los asientos hasta detenerse ladrando señalando el salpicadero del coche. Casi a la vez, y totalmente resignado por los acontecimientos, pude ver al tal Johnny al otro lado del coche con las manos apoyadas sobre el techo, en evidente postura de detención y registro.
A lo que quise reaccionar, un agente me retorcía el brazo por detrás de mi espalda sujetándome por la muñeca, y apoyando mi cuerpo también contra el coche, a la vez que separaba mis piernas con sus botas.
Los golpes en los tobillos para separarme las piernas, aparte de dolor me hicieron reaccionar.
.-“¡¡¡Pero que coño se han creído!!!. ¡¡Oiga!! no tienen ningún derecho” comencé a gritar sobretodo mirando hacia el agente gordinflón que parecía estar al mando. Este pareció enfurecerse ante mis gritos. Pude ver como se aproximaba a la espalda del tal Jonnhy que continuaba inmóvil contra el vehículo con las piernas separadas, como si estuviese acostumbrado a este tipo de vejaciones, y le decía…
.-“Menuda putilla te has echado esta vez, eh Johnny…, pero dile que se calle o la reviento” le susurró en la nuca a la vez que le daba un pequeño estirón de oreja a mi ocasional acompañante, sometiéndole en señal de autoridad
.-“Será mejor que te calles” me dijo el tal Johnny agachando la cabeza resignado.
Ahora, aquel hombre que horas antes parecía que se iba a comer el mundo, se resignaba a que pisasen sus derechos como ciudadano totalmente humillado. Yo no estaba dispuesta a soportar esa situación.
El otro agente alertado por los ladridos del perro, abrió la guantera de mi coche. Encontró unas jeringuillas y unos botes de diazepan líquido. Los había cogido del hospital porque los necesitaba para mi suegra, llevaba muchos, lo suficiente como para pasar los quince días de vacaciones sin comprar en la farmacia. No venían en caja ni había prospecto, eran tan sólo los botes de medicina. El agente entregó un botecito a su superior, quien mostrándoselo al tal Johnny le preguntó:
.-“¿Qué coño es esto Johnny?”. Johnny se encogió de hombros y dijo su verdad.
.-“No tengo ni idea agente” y nada más decir estas palabras el guardia civil le propinó un porrazo en los riñones que le hicieron ver las estrellas a mi desgraciado compañero. Yo no pude evitar gritar de pánico ante lo que veía.
.-“Dios mío!!” se me escapó por la boca tras un agudo chillido, a la vez que el agente a mi espalda me elevaba el brazo hasta mis homoplatos retorciéndome de dolor, y me empujaba apretándome aún más contra la chapa del coche para que cerrase la boca. El jefe del grupo me lanzó una mirada con la que me fulminó.
.-“Te he preguntado que es esto” volvió a preguntarle a Johnny el guardia al mando.
.-“No lo sé, se lo juro” volvió a repetir Johnny, al tiempo que recibía un nuevo porrazo en el otro costado que le hacía retorcerse de dolor. Yo volví a gritar inevitablemente.
.-“Socorro” se me escapó esta vez totalmente horrorizada. La mirada del superior se cruzó con la mía por encima del techo del coche. No olvidaré jamas la forma en que me miró mientras rodeaba el coche y se aproximaba cargado de furia hasta dónde yo estaba. Pude fijarme que llevaba barba de varios días y unos dientes amarillentos que destacaban en su asquerosa sonrisa.
Perdí su mirada cuando se situó justo detrás de mí. Pude sentir como el agente que antes me retenía, ahora me liberaba el brazo, su jefe se apresuró a situarse en mi espalda. Lo tenía tan pegado a mi cuerpo que podía sentir su barriga en mi espalda, y su aliento en mi nuca. Olía a alcohol.
.-“¿Quién es la puta que te acompaña Johnny?, ¿para quién trabaja?” preguntó al tiempo que me tocaba el culo descaradamente.
.-“¡Oiga!, no le consiento de ninguna manera que me trate de esta forma. ¡Conozco mis derechos!” le espeté en la cara mientras trataba de girarme y escapar de allí.
Aquel agente al mando, barrigón y calvo que olía a alcohol, me lo impidió volviéndome a colocar contra el coche. Me empujó con todo el peso de su cuerpo. Esta vez pude notar como restregaba claramente su entrepierna por mi culo. Aquello me dió verdadero asco. Estaba aplastada por su cuerpo contra el coche. De repente pude notar como oprimía mi rostro con su fuerza, contra la chapa del coche, y con su asqueroso aliento clavado en la nuca me susurró en mi oreja.
.-“¿Cuanto le cobras a este desgraciado so puta?” pronunció muy bajito sus palabras mientras me tocaba el culo, de tal forma que posiblemente solo pudimos oírlo él, yo, y el pobre Johnny que observaba al otro lado del coche. Yo me quedé paralizada por unos segundos, estaba totalmente consternada por lo que estaba sucediendo. A la vez que un sentimiento de profunda tristeza se apoderó de mi cuerpo. Nunca antes me había sentido así, y menos cuando pude escuchar como el asqueroso agente se cuadró solemnemente hacia el compañero de su derecha, y en voz alta y nítida para que lo escuchase todo el mundo dijo:
“Por la presente, Cabo Ramírez, le informo que de conformidad con el artículo 25.1 de la Ley Orgánica 1/92 sobre Protección de la Seguridad Ciudadana, y dadas las pruebas encontradas en el vehículo de la sospechosa, procedemos a su detención y registro, y conforme a la legislación vigente, a su ingreso en prisión hasta pasar a disposición judicial, para que así conste en su informe, lo que comunico a los efectos oportunos” y nada más pronunciar estas palabras pude escuchar un click en mi espalda, que retenía mis muñecas esposadas.
Estaba apoyada contra el coche, por primera vez pude percatarme del frió de la chapa del vehículo en mi pecho, pues estos se erizaron al notar el contacto, y en parte también debido al miedo que comenzaba a apoderarse de mi cuerpo.
Tenía al maldito agente Ruipérez detrás de mí dispuesto a cachearme. Lo tenía tan pegado a mi espalda que podía oler su asqueroso aliento a alcohol. Comenzaron a temblarme las piernas.
Procedió removiendo mis cabellos en busca de no sé qué, ante la atenta mirada del resto de agentes que permanecían inmóviles. Se regocijó despeinándome, sabía que yo ya no me sentiría tan segura de mi misma con el pelo revuelto. Incluso me dio algún que otro tirón de pelo, como si supiese que esos pequeños detalles me hacían perder fuerza y orgullo.
.-“No” pronuncié llena de angustia. No acababa de asimilar lo que estaba pasando.
Simuló mirar por mis orejas, pero era otra excusa para propinarme algún que otro tirón de orejas y hacerme daño. Luego, introdujo un par de dedos en mi boca, los introdujo hasta la campanilla provocándome arcadas.
.-“Cough, cough” tosí al sentir mi boca liberada.
El muy cabrón sabía perfectamente que todos esos detalles minaban mi resistencia, como si ya lo hubiese comprobado con anterioridad en otras mujeres. Luego simuló rebuscar bajo mis axilas, pero se trataba tan sólo de un pretexto para introducir su asquerosa mano entre la tela de mi vestido y mi sujetador, y sobarme las tetas a conciencia.
.-“No, por favor” comencé a suplicar en voz baja. Me sentía ultrajada. Esposada con las manos a la espalda como estaba contra el vehículo, ¿qué otra cosa podía hacer?.
Luego, el muy cerdo procedió a sobarme las tetas por encima de la tela del vestido. Amasó mis pechos a su antojo cuanto quiso. Estaba claro que estaba disfrutando humillándome de esa manera delante de sus compañeros.
.-“No puede, por favor, hagan algo, por favor” sollozaba a media voz, tratando de despertar la conciencia del resto de agentes.
En varias ocasiones puso la palma de su mano bajo mis pechos tratando de adivinar su tamaño. Los sopesó un par de veces. Aquello terminó por derrumbarme y comencé a llorar.
.-“No por favor, no lo haga” suplicaba una vez más entre lágrimas contenidas.
.-“Que tetas más blanditas tiene la muy puta” pronunció mientras miraba a Johnny que no apartaba la mirada al otro lado del coche.
Llegó a pellizcarme un par de veces en mis pechos retorciéndome de dolor. No sé cuanto tiempo estuvo disfrutando de sobar mis tetas, pero me pareció una eternidad. Cuando se cansó de ellas, continuó deslizando sus manos por mi cintura levantando levemente la tela del vestido, hasta detenerse en mis caderas. Luego me sobó el culo, me pellizcó unas cuantas veces. Lo sobó cuanto quiso. Incluso refrotó su paquete por mis cachetes unas cuantas veces. Y lo que más asco me dio, fue comprobar que el muy cerdo la tenía completamente dura. Estaba claramente excitado.
Pude sentir como recorrió mis piernas por encima de la tela del vestido por ambos laterales a la vez, semiarrodillándose a mi espalda, hasta llegar al final de mi falda. Para luego meter las manos por debajo de mi falda acariciando de nuevo mis piernas, pero esta vez sintiendo el contacto de sus ásperas manos en mi piel, y arremolinando mi falda en mi espalda. Yo a esas alturas no paraba de llorar en silencio. Se me escapó alguna lágrima ahogada.
Para mi vergüenza, mi culo quedó totalmente descubierto a la vista del resto de agentes debido al tanga que llevaba puesto. Yo estaba totalmente paralizada sollozando sin acabar de creer lo que me estaba sucediendo. Antes de que pudiera decir nada noté una cachetada que seguramente enrojeció mi culito. Luego pude escuchar las risas del resto de agentes. A esas alturas el rimel de mis ojos se habría corrido por mis mejillas confiriéndome un aspecto que debía de ser patético.
.-“Menudo culito más rico tiene la muy puta, seguro que disfruta cuando se la clavan por el culo” dijo en alto para regocijo de sus espectadores. Luego escuché mas risas.
.-“Splash!!!” otra cachetada resonó en mi piel. Aquello me hizo reaccionar, traté de defenderme, me giré y quise propinarle un rodillazo en sus partes.
Mi intento por lastimarlo fracasó, y antes de que pudiera hacer nada, el agente a su lado, a modo de guardaespaldas, me sujetó por un brazo, mientras su jefe le ordenaba enfadado mi ingreso en prisión ante mi sorpresa. Ocurrió todo muy rápido.
.-“¡¡¡Llevátela!!!” indicó a su compañero al tiempo que levantaba la mano conteniéndose de darme un bofetón.
Sin acabar de creer lo que estaba sucediendo me introdujeron en los asientos traseros de un coche patrulla.
Durante el trayecto, poco a poco fui asimilando lo sucedido, pasé de sentirme humillada y consternada, a sentir una rabia e indignación creciente. Estaba llena de ira. Dejé de llorar para volver a gritar.
.-“¡¡Se están equivocando!!. ¡¡Menudo paquete les van a meter a todos!!” y muchas otras cosas por el estilo que chillaba una y otra vez detrás de las mamparas, a los agentes que conducían el vehículo de camino a no sé dónde.
Poco pude ver del acuartelamiento en el que entramos, pues accedimos por una puerta de garaje, y todo estaba bastante oscuro. Además, nada más abandonar el vehículo me pusieron una capucha en la cabeza que me impidió ver nada más allá del garaje.
Sólo sé que recorrí unos cuantos metros andando y que bajé unas cuantas escaleras, hasta que me quitaron de nuevo la capucha. Estaba en un cuarto pequeño, bien iluminado, y rectangular, en el que tan sólo había una mesa alargada en el centro. Me dolió un poco la luz. Yo me encontraba en un extremo de la estancia, y al otro lado de la mesa, había una puerta por la que desaparecieron los agentes que me habían llevado hasta allí, después de liberarme de las esposas. Colgado en esa misma pared opuesta había un reloj de agujas que marcaba algo más de las siete de la tarde.
.-“¿Cómo ha pasado el tiempo?” pensé algo aturdida, cómo si eso fuese lo más importante en ese momento, mientras trataba de aliviar con mis manos el dolor en mis muñecas producido por la marca de las esposas .
Al poco rato de permanecer allí en píe en aquel cuarto, apareció el desagradable agente Ruipérez con un portafolios y una bandeja de plástico. Depositó ambas cosas encima de la mesa al otro lado de donde yo me encontraba, y sentándose en una silla dijo:
.-“Esta bien señorita Sara, vengo a informarle de los cargos que se han presentado contra usted…” no pude dejarle acabar su frase, me salió de lo más profundo:
.-“¡¡Pero que coño esta diciendo!!” grité con toda la rabia de mi cuerpo. Él; muy impasible; como saboreando su tiempo, me dijo:
.-“Le aconsejo que se calme y escuche atentamente los cargos” dijo imperturbable ante mis palabras.
.-“Por la presente le informo que se han presentado contra usted los cargos de tráfico de estupefacientes y de prostitución…”, yo no podía creer lo acababa de escuchar.
.-“¿Pero qué esta diciendo?, todo esto es una tontería” dije sin dar crédito a lo que estaba escuchando…
.-“¡No tienen ninguna prueba!” terminé gritando airadamente.
.-“Cálmese señorita, así no conseguirá nada” y continúo diciendo…
.-“Quiero recordarle que se han hallado estupefacientes en el vehículo en el que se encontraba, además…” de nuevo no pude más que interrumpirle…
.-“Ya se lo dije a los agentes en el coche de camino hasta aquí, soy enfermera, y las sustancias encontradas en la guantera del vehículo son medicamentos para mi suegra” dije tratando de hacerle entender lo sucedido.
.-“Además…” continúo diciendo con voz solemne como si no hubiese escuchado mis explicaciones.
.-“Además poseemos la declaración jurada del señor Raimundo Jiménez Gabarre, alias Johnny, en la que testifica que las sustancias encontradas son de su propiedad, y que además usted le ofreció sus servicios, lo que constituye un claro hecho delictivo” concluyó su frase.
.-“¡Qué cabrón!” me salió del alma golpeando la mesa con la palma de mi mano, al entender que mi virtual acompañante había salvado su culo firmando la declaración que seguramente el asqueroso agente Ruipérez le había dictado.
.-“Es todo mentira, mi marido es abogado, en cuanto me saque de aquí se le va a caer el pelo” grité una vez más encolerizada.
.-“Señorita Sara, le recuerdo que ha sido vista en compañía de un conocido traficante de drogas y proxeneta de la zona, que se han hallado estupefacientes en el vehículo en el que se encontraban circulando, y del que todavía queda esclarecer la propiedad, y que existe una declaración jurada de su acompañante en la que se la acusa expresamente de prostitución, por todo ello, le comunico que pasará a nuestras dependencias hasta disposición judicial” dijo mientras tiraba desde el extremo de su mesa el informe para que pudiera ojearlo.
Comencé a leer los cargos que se me imputaban en el maldito expediente, estaba redactado meticulosamente, para que efectivamente todo pareciese un delito de cara a un juicio de faltas. En esos momentos pensé en mi marido.
.-“Quiero hacer una llamada” dije depositando el informe encima de la mesa y mirando desafiante al maldito agente Ruipérez, orgullosa de que mi marido sabría como sacarme de allí, y de que lograría que inhabilitaran de por vida a ese estúpido agente.
.-“Todo a su debido tiempo” dijo como si nada le inmutase, y esta vez arrojó la bandeja de plástico hasta mi posición.
.-“De conformidad con el protocolo vigente en caso de detención por los cargos que se le imputan, le comunico que debe depositar sus objetos personales en esa bandeja. Debo informarle también que la presente actuación está siendo grabada conforme a procedimiento, por lo que le ruego pronuncié alto y claro los objetos que vaya depositando en la bandeja” dijo girándose hacia el reloj de la pared detrás suyo, dando a entender que había una cámara grabando. Luego permaneció en silencio deleitándose en el miedo que comenzaba a inundar mi cuerpo al empezar a entender que todo eso iba muy en serio.
Comencé por quitarme los pendientes, luego el colgante, más tarde la pulsera y finalmente el reloj, mientras los describía al dejarlos en la bandeja. Lo hice despacio, tratando de pensar en una forma de salir de allí, pero solo podía pensar en la llamada a mi esposo. Aunque quise evitarlo a toda costa, se hizo evidente que me temblaban las manos mientras me despojaba de mis objetos personales. A esas alturas estaba echa un manojo de nervios. Era evidente que me iban a detener y que iba ir al calabozo.
.-“Un reloj de oro rosa marca Guess” concluí enseñando el reloj a la cámara, dejando así todos mis objetos en la bandeja. El agente Ruipérez me miró de arriba abajo saboreando el momento y dijo:
.-“Los zapatos, si son de tacón también deben dejarse en la bandeja” pronunció impasible. Yo mirándolo a los ojos me quité los zapatos lentamente hasta dejarlos en la maldita bandeja.
.-“Si el sujetador lleva aros debe depositarse también en la bandeja” dijo observando mi reacción.
.-“Oiga no creo que …” y antes de que pudiera terminar mi frase me interrumpió:
.-“Según el protocolo de actuación en estos casos debemos evitar que pueda lastimarse con cualquier objeto con el que ingrese en nuestras dependencias” y luego se hizo un silencio en la sala.
Estaba claro que el muy cerdo estaba disfrutando. Yo lo miré desafiante a los ojos. Me sostuvo todo el tiempo la mirada. Por suerte pude quitarme el sujetador sin quitarme el vestido. Logré sacar mi prenda por las aberturas de las axilas del vestido, y lo deposité en la bandeja junto al resto de objetos. Pude apreciar como se fijaba en los motivos de encaje de la prenda al dejarla en la bandeja.
Se quedó un tiempo observándome al otro lado de la mesa, regocijándose en la escena, y admirando mi cuerpo. Luego, con una sonrisa en la boca dijo:
.-“Señorita, Sara Goza, de conformidad con el artículo 163 de la Ley de Ejecución Penal, y dado los cargos que se le imputan, le informo que se procederá al registro “Habeas corpus” por el personal facultativo correspondiente, en este caso la matrona oficial al cargo” dijo al tiempo que apoyaba la espalda contra la pared del fondo en el que se encontraban el reloj y la puerta de acceso. Fingió abrir la puerta y salir del cuarto, al tiempo que entregaba la bandeja a otro compañero y se quedaba apoyado contra la pared, bajo el maldito reloj. Estaba claro que no quería salir en el encuadre de la cámara que grababa cuanto acontecía en la sala.
Al mismo tiempo entró en la sala una mujer gorda con el uniforme de la guardia civil y una bata blanca por encima.
Yo no entendía nada de lo que estaba pasando. El maldito agente Ruipérez permanecía ahora pegado inmóvil a la pared, ocultándose definitivamente del encuadre de la cámara de seguridad oculta en el reloj, mientras la supuesta matrona avanzaba hasta mi posición ajustándose unos guantes de latex en sus manos.
Pude fijarme mejor en ella cuando se situó a mi lado, la verdad es que era una tipeja gorda y fea, se había dejado con los años. Yo no acababa de entender su presencia en la sala, pero cuando terminó de ajustarse los guantes dijo:
.-“Según le habrá informado mi compañero, estoy aquí para proceder a un exámen tocoginecológico de su cuerpo debido a los cargos que se le imputan. Le ruego que se desnude” yo me quedé helada, sobretodo cuando pude observar que el agente Ruipérez sacaba un móvil de su bolsillo y procedía a grabar lo que ocurría en la sala.
Estaba claro que sabía que desde esa posición no podía grabarlo la cámara. El muy cerdo pretendía grabar como me desnudaba ante él. Yo por mi parte quise tomarme mi tiempo antes de hacer nada. Sabía que debía mostrarme cauta y tratar de ser más lista que aquel agente gordinflón y descuidado. Debía recopilar cuantas pruebas fueran necesarias para incriminar semejante abuso de autoridad.
.-“¿Está disfrutando?” pregunté en voz alta mirando al asqueroso agente Ruipérez, tratando de que me respondiese el muy estúpido, y demostrando así que permanecía en la sala violando la supuesta ley de enjuiciamiento. Él, por su parte, permanecía inmóvil y en meticuloso silencio. Fue su compañera y cómplice quien salió en su ayuda.
.-“Señorita, es mi trabajo” dijo como si no hubiera nadie más en la sala. Y antes de que pudiera decir nada más, la muy bruja pronunció como con voz maternal:
.-“Quiero recordarle que negarse al registro es interpretado como obstrucción a la autoridad, lo que constituye un hecho delictivo añadido, penalizado directamente con la cárcel” pronunció esta vez tratando de aconsejarme que no ofreciese resistencia y me desnudase. Yo no podía creer lo que estaba sucediendo, miré desconcertada a la supuesta matrona, y ella asintió con la cabeza como aconsejándome que me decidiese por hacer lo correcto.
No me lo podía creer. No sé porque lo hice. Comencé por quitarme los tirantes del vestido, aguanté la tela con mis manos sobre mis pechos antes de mostrarlos. Una vez más quise mirar a la cara del hijo de puta que me grababa sin perder detalle y relamiéndose. Me armé de rabia y valor y al fin dejé caer mi vestido. Al haber entregado mi sujetador con anterioridad, quedé tan solo con mi tanga en medio de aquella sala, con el vestido que yacía a mis píes.
¡¡Dios mio, que vergüenza!!, en mi vida me había sentido tan mal, sin embargo no quise darle la satisfacción de llorar ni mostrarme débil. Lo que no pude evitar fue tratar de cubrirme los pechos con las manos. Pero lo peor aún no había llegado, trataba de cubrirme como podía cuando escuche a la matrona decir en voz alta y seca:
.-“Le he pedido que se desnude completamente” dijo en un tono serio y amenazador. Yo la miré desconcertada. Ella ante mi pasividad gritó esta vez…
.-“¿Acaso tengo que repetírselo?. He dicho que se desnude” dijo mirándome a los ojos desde mi lateral. Yo quise fulminarla con la mirada, creo que nunca he mirado con tanta rabia a otra persona, como la miré a ella en ese momento. Y a pesar de mi rabia y mi ira, no me quedó más remedio que despojarme de mi prenda más íntima. Deslicé mi tanguita por mis piernas con ambas manos a la vez hasta deshacerme de ellas, primero un pie y luego el otro, dejándolo caer en el suelo sobre mi vestido.
Ahora estaba muerta de vergüenza tratando de tapar como podía mi rasurado pubis y mis pechos. Me lo había afeitado para sorpresa de mi marido. Ya me lo había afeitado en otras ocasiones, aunque no muchas, siempre que quería sorprender a mi esposo con motivo de algo especial, y para mi desgracia, ahora debía mostrar mi desnudez en tan humillante situación.
No me atreví a levantar la mirada del suelo, ni a apartar mis manos de mi pubis. No era capaz de mirar a la cara del asqueroso tipo que ocultaba su presencia en aquella estancia.
La matrona, tras alguna reticencia por mi parte, me hizo extender los brazos, primero hacia delante y luego en cruz. Mi pubis quedó expuesto y ahora sí, pude comprobar como el maldito agente realizaba un zoom con su cámara a esa parte de mi cuerpo. En esos momentos pensé que podría llegar a matarlo con mis propias manos de la rabia contenida. Pero debía esperar. Era mi única salida, esperar a que todo pasase y proceder posteriormente a mi venganza. La inhabilitación sería poco para ese capullo.
Mientras, la sanitaria realizó un raspado en la uñas, y luego procedió a mirarme en la boca con una pequeña linterna. Todo bajo la atenta mirada del agente Ruipérez, que al otro lado de la sala, no paraba de grabarlo todo con su móvil.
El momento más temido llegó cuando observé como la matrona extraía una crema lubricante del bolsillo de su bata y procedía a untársela sobre el latex de sus dedos. Yo permanecí inmóvil, pero mi mirada reflejó terror, sobretodo cuando la escuché pronunciar:
.-“Le aconsejo que apoye los brazos sobre la mesa y separe las piernas” dijo al tiempo que se situaba detrás mío.
Yo hice lo que me aconsejó, apoye mis antebrazos sobre la mesa de la sala, puse mi culo en pompa, y separé mis piernas. Mis pechos colgaban ante la atenta mirada del agente Ruipérez, al que pude ver tocándose en sus partes por encima del pantalón del uniforme. Agaché la cabeza entre mis brazos y cerré los ojos con fuerza rezando para que todo aquello terminase cuanto antes. Además, seguramente que así, mi pelo taparía en parte mi cuerpo ante las cámaras.
Estaba totalmente concentrada y muerta de miedo. Pude sentir el latex de una de las manos de la matrona posarse en mi culo, y acto seguido unos dedos que trataban de abrirse camino entre mis labios vaginales para penetrarme en lo más íntimo de mi cuerpo.
A pesar del gel lubricante, aquello me dolió. Ahogué mi grito como pude, aunque seguramente quedaría grabado para deleite de los presentes. Pude sentir como la matrona movía los dedos en mi interior rozando por todas y cada una de las paredes de mi vagina. Yo trataba de morderme los labios tratando de no emitir ningún sonido.
Al fin pude notar como sus dedos abandonaban mi interior. Resoplé aliviada. Traté de incorporarme, pero la voz de la mujer, gorda y fea, que había explorado mi interior me dijo:
.-“Le ruego que no se incorpore, aún no hemos concluido” dijo al tiempo que se quitaba el guante impregnado de mis fluidos y se ajustaba otro guante en esa misma mano.
.-“¿Cómo que aún no hemos terminado?” pregunté aturdida alzando la cabeza en la misma posición, sin imaginarme lo que iba a suceder a continuación.
.-“Debo proceder a la exploración anal” dijo la muy cerda como si nada, y procediendo de nuevo al ritual de lubricar sus dedos con el gel de su bata, se situó de nuevo detrás de mí. No me dió tiempo a replicar más.
.-“aaaAAAH!!” chillé en que pude notar como uno de sus dedos me abría el esfínter. Me dolió realmente, lo hizo sin ningún tipo de consideración. A propósito. Yo me retorcía de dolor cuando pude notar que un segundo dedo se abría paso. Inevitablemente unas lágrimas brotaron de mis ojos.
.-“Noooh, noooh, eso noooh,” gritaba mientras procedía con la exploración. Pero la matrona me sujetaba con una mano mientras procedía con la otra.
Por suerte no duró mucho, aunque a mí me había parecido una eternidad. No tuve valor para mirar al agente Ruipérez, pues había evidenciado que era virgen por el ano. Permanecí un rato como encogida sobre la mesa, tratando de ocultar como podía mis pechos y mi pubis, hasta que la muy cerda dijo:
.-“Hemos terminado, puede vestirse. Mis compañeros acudirán para llevarla hasta las dependencias de detenidos” y dicho esto se quitó los guantes de latex que tiró a una papelera y procedió a abandonar la sala. El agente Ruipérez salió con ella.
Al quedarme sola rompí a llorar como una niña. Toda mi rabia explotó en un llanto seco y desesperado. Procedí a vestirme con torpeza, casi no atinaba a ponerme mi tanga ni el ridículo vestido. Sólo pensaba en salir de allí como fuese, pensé en salir corriendo y un montón de tonterías, hasta que una pareja de agentes entró en la sala y cogiéndome cada uno por un brazo me llevaron hasta una pequeña celda.
Poco recuerdo del trayecto desde la sala hasta la celda, estaba como conmocionada por los acontecimientos. Tan sólo que bajé unas escaleras hasta un sótano y que me dejaron en el interior de una pequeña estancia rodeada por tres paredes y una reja, con un pequeño camastro a un lado.
No pude dejar de llorar acurrucada sobre un extremo del camastro y me quede dormida. Caí totalmente agotada y exhausta por los acontecimientos.
Cuando desperté no tenía noción de cuanto tiempo había transcurrido. Poco a poco, comencé a asimilar lo que me había sucedido, y en que estado me encontraba. Pensé en mi marido, tenía derecho a una llamada y quería hacerla. Quería que me sacase de allí cuanto antes. Quería terminar con aquella pesadilla. Conforme el cuerpo se fue despertando y mi cabeza daba vueltas, me entraron ganas de orinar. No veía dónde hacerlo en aquella celda, así que comencé a gritar…
.-“Agente, agente, tengo ganas de orinar, por favor, tengo ganas de orinar” grité una vez tras otra durante bastante tiempo. A poco me lo hago encima. Hasta que al fin, pude escuchar como se abría la puerta del pasillo que accedía a las celdas. Para mi desgracia apareció el malnacido del agente Ruipérez.
.-“Vaya, vaya, así que la putilla tiene ganas de mear. Ven te acompañaré” dijo al tiempo que abría mi celda, y me giraba sobre mi cuerpo empujándome contra una de las paredes para proceder a esposarme las manos a la espalda. Una vez me tuvo esposada contra la reja, me dió un pequeño pellizco en el culo y me dijo:
.-“Me muero de ganas por ver de nuevo ese coñito tan rico que tienes” me susurró en la oreja apestando a alcohol. Luego, me condujo por un pasillo en el que pude ver un reloj de pared marcando las 23:00 horas.
.-“Mi marido estará preocupado” pensé, y mientras caminaba por el pasillo sujeta del brazo delante del agente Ruipérez, le pregunté:
.-“¿Puedo hacer una llamada?” le pregunté sin girarme si quiera. Pero no escuché ninguna respuesta por su parte.
Al fin llegamos hasta los servicios, había varios retretes separados por finos paneles de madera, pero sin puertas. El agente Ruipérez me llevó hasta el último de ellos y me preguntó:
.-“¿Así que quieres hacer la maldita llamada?” preguntó al tiempo que me daba media vuelta para desposarme y que pudiera hacer mis necesidades en su presencia. Yo volví a girarme para mirarlo a los ojos suplicante. Una vez estuve frente a frente me dijo:
.-“Veis demasiadas películas, dime, ¿por qué iba a dejarte hacer una llamada?” me preguntó al tiempo que se relamía.
.-“Es mi derecho” dije bajando la cabeza. El se rió de manera muy fingida.
.-“Mira preciosa, se te ha asignado un abogado de oficio, él te informará y defenderá, pero hoy es domingo, así que tendrás que esperar hasta mañana, seguramente tendrás un juicio rápido en el que abogado y fiscal te recomendarán firmar un acuerdo de culpabilidad. ¿Dime por que iba a dejarte hacer la llamada?” repitió la pregunta. Esta vez permanecí en silencio.
.-“¿Acaso tienes algo que ofrecerme?” dijo acariciando un mechón de mi pelo. Yo continuaba en silencio aterrorizada.
.-“Para ser una puta de carretera estas realmente buena” dijo al tiempo que deslizaba su mano de mi pelo hasta mi pecho. Mi silencio lo envalentonó a continuar con sus caricias. Yo me retiré un poco hacia atrás impidiendo que continuase. Me miró fijamente y me dijo…
.-“Hagamos un trato, dame tu tanga y te prometo que podrás hacer la maldita llamada” dijo expectante a mi reacción
-“¿Me dejará llamar?” le pregunté totalmente nerviosa.
.-“Pues claro mujer, sólo tienes que ser un poco amable conmigo” dijo al tiempo que me arrinconaba frente a frente contra la pared del habitáculo, y deslizaba su mano por el interior de mis piernas hasta acariciar mi pubis subiéndome las faldas del vestido.
Yo sujetaba su mano con mis manos, sin llegar a impedirle que lograse acariciar mi depilado pubis, pero poniéndole toda la resistencia que podía. El, por su parte, se abalanzó sobre mi con todo su peso, y empezó a besarme por el cuello mientras me acariciaba.
.-“¡Vamos!, dame tus braguitas” me decía mientras me acariciaba el interior de mis muslos a la altura de mi tanga y me besaba por todo el escote.
.-“¡Esta bien!” dije tratando de apartarlo. Y antes de que pudiera hacer nada por impedirlo se arrodilló enfrente mío, y deslizando sus manos por mis piernas bajo la tela del vestido, alcanzó los laterales de mi prenda más intima, tirando de ella hacia abajo y arrastrando mi tanga desde mi cintura hasta mis pies. Luego se incorporó con mi tanga estrujado en su mano, lo esnifó comprobando mi aroma de mujer, y con mucho mimo lo guardó en un bolsillo de su uniforme. Luego dijo…
.-“Está bien, dime el maldito número de teléfono, veré lo que puedo hacer” dijo al tiempo que sacaba un boli y una libreta de uno de sus bolsillos.
Yo le dije el número al que quería llamar, que era el móvil de mi esposo, mientras él lo anotaba en una hoja. Cuando lo apuntó me dijo:
.-“Haz lo que tengas que hacer, voy marcando el número que me has dicho, y cuando vuelva por ti podrás hablar. ¿Esta bien así?” preguntó esperando mi aprobación. Yo afirmé con la cabeza. Desapareció cerrando la puerta de los servicios con llave.
Sentí alivio al poder orinar y quedarme sola por unos momentos aunque fuera en esos servicios. Pude comprobar que estaban limpios. Cuando terminé tuve que esperar a que me abriesen la puerta, de hecho golpeé la puerta varias veces comprobando que estaba cerrada.
Tras escuchar el sonido de la cerradura, señal de que abrían la puerta, apareció de nuevo el agente Ruipérez quien procedió a esposarme de nuevo a la espalda.
.-“Tu marido está al otro lado del teléfono” dijo mientras me conducía por un interminable pasillo, y al final del cual se podía ver un antiquísimo aparato de teléfono de esos de pared, estaba descolgado. Me alegré de poder hablar al fin con mi marido.
Sin ninguna prisa el agente Ruipérez me desposó, yo lo miré a los ojos como indicándole que la conversación era privada, pero para mi sorpresa, cuando fui a coger el aparato y hablar con mi esposo, el maldito agente pulsó el botón que colgaba la llamada y ponía fin a la comunicación.
.-“¿Pero que hace?” pregunté sorprendida.
.-“¿Teníamos un trato?” volví a preguntar inocentemente.
.-“Mira, preciosa, tu llamada ya se ha realizado. Siento decirte que tu marido ha sido muy amable con la encuesta de satisfacción de su compañía de móvil, que el cree que acabamos de realizarle. Lo que importa es que a efectos legales consta una llamada desde esta comisaría a un teléfono de un familiar tuyo directo. Ante el juez ya has ejercido tus derechos, nosotros hemos cumplido con la ley. Ahora vuelve a la celda y espera a que llegue tu abogado de oficio” y dicho esto volvió a esposarme con las manos a la espalda dirigiéndome de nuevo a la celda.
.-“Maldito hijo de puta, teníamos un trato” grité ante semejante tomadura de pelo. Pero lo único que conseguí a cambio, fue un bofetón con el que me cruzo la cara. El tortazo hizo que enmudeciese hasta encerrarme de nuevo en la celda.
El tiempo transcurrió sin que nada pudiese escuchar o advertir en la celda. Al final caí adormilada sobre el oxidado camastro, pensando una y otra forma de salir de allí.
El sonido de la cerradura me despertó. De nuevo entró el agente Ruipérez en la celda quien hizo el ritual de esposarme de nuevo, con la clara intención de trasladarme a otro lugar.
Otra vez por el pasillo con el reloj de pared, pude apreciar como marcaba las dos de la madrugada.
.-¡Dios mío cuanto tiempo llevo encerrada en este maldito lugar!” pensé al ser consciente de la hora, y me dí cuenta del cansancio acumulado en mi cuerpo. Sólo deseaba que esa pesadilla terminase cuanto antes.
El agente Ruipérez me introdujo ahora en una sala algo más mugrienta y oscura que la primera, pude advertir que las paredes estaban como acolchadas, y que en la sala tan sólo había dos sillas algo viejas y anticuadas, y una mesa alargada muy similar a la que había en la otra sala de interrogatorios. Me hizo indicaciones para que me sentase en una de las sillas, con las manos todavía esposadas a la espalda. El permaneció en pie detrás de mi.
.-“¿Sabe como llamamos a esta sala?” me preguntó. Obviamente yo no conocía la absurda respuesta, me encogí de hombros.
.-“Es la sala de los locos” dijo ante mi pasividad.
.-“La llamamos así porque cuando detenemos a un tarado, no dejan de chillar y de darse golpes contra la pared, prefieren que los tengamos que custodiar en un hospital a tener que estar encerrados en una celda. Tenemos que evitar a toda costa que se lastimen, y por eso las paredes están acolchadas” dijo sentándose ahora en la otra silla enfrente mío.
.-“Por supuesto las paredes están también insonorizadas” me dijo, yo no entendía porque me contaba todas esas cosas.
.-“¿Sabes porque te he traído aquí?” me preguntó.
.-“No” respondí queriendo saber el motivo.
.-“Necesitaba un poco de intimidad, un sitio en el que poder hablar sin que nadie nos escuche” dijo mirándome fijamente a los ojos. Yo permanecía totalmente callada dejándole hablar.
.-“Sabes,… he estado investigando un poco por mi cuenta, ya sabes…, tu abogado defensor siempre hace algunas preguntas de oficio, pura rutina. El caso es que ambos tenemos un problema….” lo notaba algo nervioso. Pero continuó explicándose…
.-“El caso…, el caso es que he estado investigando tu DNI, la matrícula del coche, y algunos datos más, y efectivamente me consta que eres enfermera, que el vehículo figura a nombre de tu marido, y que me temo se ha producido una grave equivocación….” yo al escuchar estas palabras respiré aliviada, al fín terminaría todo aquello y podría regresar a casa. Esperaba que me quitase las esposas y me dejase marchar cuanto antes al darse cuenta del agravio cometido. Pero para mi sorpresa se hizo un silencio incómodo que no lograba entender.
.-“¿A qué está esperando para liberarme entonces?” pregunté poniéndome en pie esperando que me quitase las esposas y me dejase marchar.
.-“Ese es el problema” dijo haciéndome gestos para que me volviese a sentar, aunque yo preferí permanecer en pie.
.-“No puedo dejarte marchar así” dijo incorporándose y poniéndose también en pie. Luego continuó diciendo…
.-“Mira, si te dejo marchar ahora, en que le cuentes lo ocurrido a tu marido tengo mis días contados”, su rostro se oscureció, y luego continuó diciendo…
.-“A mi favor tengo que te sorprendimos con abundante diazepan en la guantera del coche, una sustancia que el fiscal se encargará de explicarle al juez, que mezclada con alcohol produce efectos psicóticos. Se vende con frecuencia en las discotecas, además la cantidad intervenida es bastante considerable, y para tu desgracia no llevabas receta, lo que demuestra que las sustrajiste del hospital en el que trabajas, y que no te deja muy bien parada que digamos. Supongo que te costará una discusión explicarle a tu marido que hacías con el tal Johnny dando vueltas en su coche, un conocido proxeneta y traficante de la zona. Es cierto que su declaración me facilitará la labor de tratar de involucrarte en una red de traficantes, además he cambiado tu reloj de marca por otro falso y un montón de tonterías más por el estilo, pero aún con todo….” hizo una pausa para mirarme a los ojos.
Adivinó que mis ojos encerraban una alegría contenida, conocedora de que mi marido sabría darle otra vuelta de tuerca a todos esos argumentos y poner las cosas en su sitio. Por eso quiso hacer la pausa.
.-“Pero aún con todo…, no me parece suficiente como para salvar mi culo de todo este embrollo” dijo algo nervioso y agitado.
.-“No, nada de eso va a ocurrir, si me deja marchar prometo olvidarlo todo y no decir nada” dije tratando de engañarlo. El me miró fijamente a los ojos.
Luego me propinó un bofetón en la cara del que a poco me caigo. Me quedé completamente aturdida por su reacción.
.-“¡¿Te crees que soy idiota?!” gritó bastante enojado. Y dicho esto sacó su móvil del bolsillo.
.-“¿Qué crees que pasará cuando toda la adjudicatura vea estas imágenes?” dijo reproduciendo el vídeo grabado en el que se procedía a mi registro corporal. Yo puse cara de pánico al recordar lo sucedido, no había contemplado esa posibilidad.
.-“¿Sabes lo que creo que sucederá en que este vídeo circule por internet?” dijo mirando mi aterrorizada cara.
.-“Tu marido será el hazme reír de la abogacía, y me gustaría ver la cara que ponen algunos de tus compañeros de trabajo cuando lo vean, ya sabes que siempre hay un imbécil en estos casos…” dijo observando mi reacción.
Yo la verdad no había pensado en todo eso, y lo cierto es que la idea me aterrorizaba más que cualquier otra cosa.
.-“Y qué es lo que propones?” dije tratando de buscar una salida consensuada.
.-“Mira…, no pienso jugármela legalmente contra tu marido, es bastante bueno por cierto, así que necesito otro tipo de pruebas para salvar mi culo” dijo sin esclarecer nada aún por su parte.
.-“¿Y?” dije tratando de terminar con eso cuanto antes.
.-“Debo tener algún arma lo suficientemente poderosa como para que no se te ocurra abrir la boca” dijo observándome de arriba abajo mientras se acercaba a mi invadiendo mi espacio personal.
.-“No, no entiendo” tartamudeé muerta de miedo. El recogió mi pelo en una coleta con una sola mano y tirando de mi hacia el suelo, obligándome a arrodillarme a sus pies debido al dolor, dijo…
.-“Mira preciosa, desde el primer momento en el que te ví me entraron ganas de metértela por esa boquita de zorra que tienes. Siempre me he tirado a las novias del Johnny y de verdad que me alegré mucho cuando te ví con él. Menuda putilla tan rica pensé. Tú sólo haz bien tu trabajo y te dejaré marchar”, dijo al tiempo que se bajaba la cremallera de su pantalón, mientras me retenía sujeta por el cabello arrodillada a sus pies.
Yo lo miré horrorizada. No me podía creer lo que estaba viendo. Estaba como paralizada, en shock, no reaccionaba ante lo que estaba sucediendo.
.-“Hay dos formas de hacer esto…” me dijo al tiempo que rebuscaba entre su bragueta. Yo continuaba aturdida y arrodillada, sin reaccionar ni ofrecer mucha resistencia.
.-“Por las buenas o por las malas, tú eliges” dijo al tiempo que se sacaba su miembro del pantalón, y restregaba a la fuerza mi cara por su entrepierna.
Un olor asquerosamente fuerte y nauseabundo despertó mis sentidos. Su polla se mostraba flácida ante mis ojos. Él restregó su miembro por mi cara al tiempo que me dijo…
.-“Vamos putilla comienza. Conmigo no tienes porque hacerte la estrecha. Sabes que no tienes otra alternativa, disfrutala” decía al tiempo que con una mano me retenía por el pelo y hacía fuerza para refrotarme su polla por toda mi cara, y con la otra mano me daba pequeñas bofetadas a uno y otro lado de mi cara.
Yo por mi parte no podía oponer resistencia significativa. Sin duda aquel tipo era mucho más fuerte que yo. Permanecía arrodillada con las manos esposadas a la espalda, sin poder resistirme de otra manera que tratando de mantener mis labios cerrados, mientras el movía mi cabeza tirando del pelo a su antojo. Las bofetadas en la cara comenzaron a ser más fuertes, me hacían daño.
.-“Vamos puta abre esa boquita de zorra que tienes” dijo mirándome a los ojos mientras sujetaba mi cara presionando en ambas mejillas con su mano para que separase mis labios. Pero yo no abría la boca por nada del mundo.
Entonces, procedió a taparme la boca y la nariz con su enorme mano, dificultando que pudiese respirar, a poco me ahoga, fue en el momento justo en el que comenzaba a faltarme el aire cuando me liberó. Yo abrí la boca instintivamente para poder respirar, y él aprovechó el preciso instante para introducirme su miembro en la boca.
Lo hizo sin compasión alguna, y una vez logró su objetivo, retuvo mi cabeza con las dos manos y comenzó a follarme la boca. Yo apenas podía respirar y cuando lo hacía, el nauseabundo olor de sus partes me provocaba unas inevitables arcadas que a poco me hacen vomitar.
Para colmo tampoco podía tragar saliva y babeaba incontrolablemente. Creí morirme de asco, máxime cuando pude comprobar que su miembro crecía y se endurecía en el interior de mi boca. Pero nada podía hacer en las manos de ese bestia.
Yo era como un saco de patatas en sus manos. Quise morirme cuando comprobé que sacaba su móvil del bolsillo y comenzaba a grabarme mientras me forzaba por la boca.
Debido a que ahora me retenía tan sólo con una mano, pude levantarme en un momento en el que concentrado como estaba en su faena se descuidó. Logré propinarle un rodillazo en sus partes, y correr hasta la puerta.
.-“¡Socorro, socorro!” grité en que alcancé la puerta. Pero nada ocurría del otro lado.
Por su parte el agente Ruipérez se recuperaba del dolor que le propiné en sus huevos, y acercándose lentamente hacia mí me dijo:
.-“Ya te he dicho que esta sala está insonorizada, y que nadie acudirá en tu ayuda. Sólo tienes que ser un poco amable conmigo y te dejaré machar. Depende de ti.” dijo al tiempo que se meneaba su polla mientras se acercaba.
.-“No por favor, no me hagas daño” comencé a llorar.
.-“Tranquila putita, tan sólo quiero que me la chupes un rato, seguro que sabes hacerlo muy bien, y te dejaré marchar” dijo al tiempo que se aproximaba. Yo temía que me lastimase cuando de nuevo me agarró por el pelo.
.-“Esta bien, esta bien, pero no me hagas daño” dije totalmente temerosa de sus intenciones.
No sé por que lo hice, supongo que el pánico a lo que pudiera hacerme ese bruto era mayor que mi raciocinio, pero yo misma me arrodillé y me introduje su miembro en la boca con la clara intención de acabar con todo ello cuanto antes. Pensé que saldría de allí si lograba que se corriese cuanto antes.
Así que aprisioné su asqueroso miembro entre los labios de mi boca y comencé a chupársela lo mejor que supe. Creo que se notó que no era una práctica que realizase a menudo en mi intimidad, lo que terminó por excitar aún más a esa bestia.
Primero me lo introduje en la boca, movía mi cabeza arriba y abajo a lo largo de su miembro. Después me la sacaba de la boca para recorrerla en toda su longitud con mi lengua. He de reconocer que por un momento me pareció de mayor tamaño que la de mi marido. Luego aprisionaba los pliegues de su prepucio entre mis labios arrancándole gemidos de placer.
.-“Uuuhmmm, pero que bien lo haces” comenzó a decir el muy hijo de puta disfrutando como un cerdo.
.-“Quiero ver como sacas la lengua y me le chupas” dijo al tiempo que levanté la mirada por un instante y pude comprobar que lo estaba grabando todo con su móvil. Yo tan solo quería que se corriese de una maldita vez para escapar de allí.
El muy cerdo comenzó a acariciarme el pelo con un mano, mientras yo permanecía arrodillada a sus pies con las manos esposadas a la espalda en plena faena.
No se conformó con acariciarme el pelo, y bajo su mano acariciándome el cuello hasta deslizar el tirante de mi vestido a un lado de mi hombro, desnudando un pecho para deleite de su vista, que se apresuró a acariciar.
.-“Qué tetas más blanditas tienes” dijo al tiempo que deslizaba el otro tirante de mi vestido por el hombro y desnudaba mis pechos por completo ante su vista grabándolo todo.
Se quedó un rato observando mis pechos desnudos, hasta que me obligó a detener mi felación. Depositó el móvil encima de la mesa de tal forma que continuaba grabando lo que sucedía, y estrujando mis pechos entre sus dos manos, procedió a introducirme su polla por el canalillo entre mis tetas.
Yo contemplaba atónita como la punta de su polla asomaba entre mis pechos golpeando casi mi barbilla.
.-“Oh Dios, que ricas. Tienes unas tetas muy suaves, princesa” decía mientras movía su culo delante de mis ojos.
.-“Vamos cabrón, correte” dije llena de ira al verme utilizada a su antojo. El continuaba estrujando mis pechos con sus manos y moviendo su cadera con su miembro aprisionado entre mis tetas.
.-“Eso es cabrón, correte, correte venga” le gritaba al verlo próximo a su eyaculación.
Se detuvo por un momento, sorprendido por mis palabras.
.-“Joder, a ver si lo estas disfrutando y todo” dijo al tiempo que me incorporaba y me colocaba de espaldas al borde de la mesa. Yo no entendía porque se había parado y me sentaba ahora sobre la mesa. No era ese tipo de reacción lo que quise provocar con mis palabras.
Separó mis piernas y se abalanzó sobre mi cuerpo directo a lamer mis pechos. Primero succionó mis pezones con fuerza llenándome de saliva mis aureolas. Luego jugueteó con su lengua mientras los estrujaba a su antojo. He de reconocer que yo tengo los pechos muy sensibles, y que su brusquedad me arrancó un ahogado grito que él interpretó como un gemido.
.-“Te gusta ¿eh?, ya sabía yo que eras una zorra” dijo al tiempo que ahora sus manos acariciaban mis piernas por la parte exterior mientras su cabeza permanecía hundida entre mis pechos. Yo abrí los ojos para poder contemplar su ridícula calva moverse bajo mis ojos.
De repente una de sus manos comenzó a recorrer el interior de mis muslos en busca de mis intimidades.
.-“No” dije tratando de detener el avance de su mano, presionando con mis piernas alrededor de su cadera y reteniéndola como podía con mis propias manos.
.-“Seguro que no quieres que compruebe lo mojada que estas, ¿verdad puta?” dijo al tiempo que me miraba a los ojos y su mano avanzaba hasta alcanzar mis intimidades. Yo me temí lo peor. Traté de revolverme con fuerza, y durante el forcejeo caí tumbada boca arriba en la mesa, aprisionando mis manos entre mi espalda y el conglomerado. Su cuerpo separaba mis piernas, y sus manos arremolinaban mi vestido en la cintura desnudando mi pubis ante su vista. Se le caía la baba al contemplar mi cuerpo.
.-“Que buena estas pedazo de zorra” pronunció sin quitarme la vista de encima.
Muy a mi pesar hundió su cara entre mis piernas y comenzó a darme pequeños besitos en mi pubis, justo en la zona en la que debían hallarse mis recién afeitados pelillos. Yo reaccioné y comencé a revolverme como una yegua por domar. El me retenía con sus manos rodeando mi cintura, hasta que pude sentir su lengua recorriendo mis labios vaginales de arriba abajo.
Al sentir por primera vez en mi vida semejante caricia me quedé inmóvil, expectante. Un segundo lengüetazo terminó por separar definitivamente mis labios vaginales y se entretuvo en los pliegues superiores buscando mi clítoris. Yo cerré los ojos abandonada y pude notar su lengua describiendo círculos en la zona superior donde concluyen mis labios mayores. Al fin pudo lamer mi clítoris. Esta vez no pude evitar emitir un tímido gemido de satisfacción.
.-“Uuuhmmm” se escapó de mis labios ante aquella maniobra desconocida para mi.
.-“Ya sabía yo que te gustaría. Seguro que el imbécil de tu marido no te lo ha comido como es debido” dijo al tiempo que volvía a hundir su cabeza entre mis piernas. No quise reconocerlo pero aquel cabronazo tenía razón. Estaba logrando que me excitase aunque me horrorizaba el hecho de pensarlo. Además el también lo estaba notando.
.-“¡Pero si te estas mojando como una guarrilla!” escuché mientras aprisionaba su calva entre mis piernas.
Desperté de mis pensamientos cuando pude notar como uno de sus dedos se abría camino entre mis labios vaginales penetrándome. Su dedo me pareció enorme, pues pude notar como separaba las paredes vaginales en mi interior. Algo me dolió.
.-“Aaayhh” grité esta vez.
Un segundo dedo se abrió camino en mi interior mientras el se incorporaba y contemplaba con excitación mi mueca de dolor. Comenzó a mover sus dedos dentro y fuera a un ritmo frenético.
.-“No para, por favor” grité mientras trataba de aguantarme el dolor y de incorporarme. Pero el me impedía que pudiese levantarme, a la vez que continuaba moviendo sus dedos con más ímpetu.
.-“No, para por favor, me haces daño, para” gritaba yo mientras trataba de impedir el frenético movimiento de sus dedos en mi interior. Pero para mi desgracia mientras con una mano me penetraba, con la otra comenzó a pellizcarme los pezones. Creí morir de dolor.
.-“NooooOOOh, NOOHHH” gritaba yo ahora desesperada.
.-“Parare si me pides que te la meta” dijo observando mi reacción.
.-“¡¡¿¿Qué???!!!” grité yo sin imaginarme lo que pretendía.
.-“Quiero oir como suplicas que te la meta” dijo al tiempo que agarraba uno de mis pezones y tiraba de él hacia arriba. Yo creí que alcanzaba las estrellas de dolor.
.-“Noooh” grité muerta de miedo al pensar por vez primera que quisiese violarme. Comenzó a golpearme los pechos. Eran como bofetadas en la base de mis tetas, a una y otra alternativamente.
.-“Quiero que me pidas que te folle” dijo volviendo a los pellizcos.
.-“Noooh” volvía gritar una vez más. Y de nuevo se dedicó a torturar mis pechos, los cuales creí que me iban a estallar de dolor.
.-“Esta bien” dije muerta de dolor.
.-“Esta bien ¿Qué?” dijo él al tiempo que me pellizcaba esta vez en mis labios vaginales retorciéndome de dolor.
.-“Esta bien quiero que me folles” dije tratando de que parase en mi tortura, no podía creer lo que acababa de decir.
El por su parte me ayudo para que mis pies se apoyasen encima de la mesa, me acomodó con los talones de los pies sobre la mesa próximos a los cachetes de mi culo, con las piernas bien abiertas y mis intimidades expuestas ante su vista. Luego cogió el móvil y enfocando a mi cara volvió a decirme…
.-“Pídemelo otra vez” dijo al tiempo que enfocaba mi cara con su móvil en una mano y con la otra me pellizcaba algo más suave que antes en mis labios vaginales. Yo muerta de pánico por el dolor que me había provocado antes dije presa de terror:
.-“Métemela” susurré ante la cámara.
.-“Dilo otra vez” dijo al tiempo que me pellizcaba de nuevo en mis labios vaginales retorciéndome de dolor y enfocaba sólo la parte de mi cara.
.-“Por favor, fóllame” dije suplicante porque cesara el dolor.
.-“Así me gusta, pero quiero que te la metas tu misma, como la puta que eres” dijo al tiempo que enfocaba con su móvil a mis intimidades. Esta vez me pellizcó de nuevo en los pezones, siempre fuera de cámara, para que no tuviese la menor duda de que sería capaz de provocarme más dolor.
Si hay algo que no soporto es el dolor, por eso cogí su polla entre mis manos y la guié hasta la entrada de mis labios vaginales. Por un momento se me ocurrió la extraña idea de que si refrotaba su miembro entre mis labios vaginales y lograba excitarlo, a lo mejor se corría sin llegar a penetrarme. Para su sorpresa así lo hice. El no paraba de grabarlo con la cámara totalmente excitado, hasta que se cansó del juego, y dejando el móvil a un lado, dijo:
.-“Creo que ya estas preparada” y dicho esto apartó mis manos, guió su polla hasta la entrada de mis labios vaginales, y de un solo golpe de riñón empujó hasta el fondo sin compasión.
.-“aaaAAAHHH” grité al sentir como me penetraba.
Creí rasgarme por dentro. Me dolió, me dolió mucho. No pude evitar comenzar a llorar de nuevo. Fui consciente de que me estaba follando. Su cuerpo cayó sobre el mío, abalanzándose de nuevo sobre mis pechos. Yo trataba de arañarlo en su espalda, pero aquello no lograba más que excitar aún más a esa bestia.
El muy cerdo se movía deprisa y con fuerza, con cada embestida parecía que pretendía llegar a lo más profundo de mi ser. Creo que caí conmocionada del dolor y de pensar que estaba siendo forzada sin mi consentimiento. Así que apenas ofrecía resistencia. Mi violador se dio cuenta, y era como si mi pasividad no le excitase. Por eso, antes de que pudiera darme cuenta se salió de mi, y volteándome sobre la mesa, me acomodó boca abajo a su antojo, tiró de mis piernas hasta situar mi culito en el extremo de la mesa, y permanecer así totalmente expuesta a su merced.
Pude notar como escupía sobre mi culito, y extendía su saliva sobre mi esfínter. Estaba claro lo que iba a suceder, pero yo estaba tan conmocionada que no hice nada por impedirlo. Luego aproximó su capullo hasta mi ano y comenzó a presionar para que este se abriese camino.
.-“aaaAAAGGGGHHHH” un chillido desgarrador salió de mi boca al notar que su punta había dilatado mi esfínter y comenzaba a abrirse camino.
Pude notar como sacaba su prepucio de mi ano para repetir de nuevo la operación.
.-“aaaaaAAAAAAAAGGGGGHHHH” de nuevo un chillido aún más fuerte surgió de mi boca, al notar que esta vez su polla se abría camino en mis entrañas y lograba avanzar.
De un nuevo golpe de riñón me la clavó hasta el fondo. Pude notar como sus huevos golpeaban en mis nalgas.
.-“Uuhmmm, que culito más estrecho tienes putita” dijo mientras se recostaba sobre mi espalda y disfrutaba el momento. Yo por mi parte trataba de morderme los labios y de no chillar para su satisfacción.
.-“Quiero que sepas que es el culito más rico que me he follado nunca” me susurró en el cuello. Yo cerré los ojos tratando de que todo acabase de una vez.
.-“Seguro que más de un juez, o algún abogado compañero de tu marido se hace una paja si ven este video” dijo al tiempo que se incorporaba lo suficiente para coger de nuevo su móvil y grabar como estaba siendo sodomizada.
.-“Yo desde luego pienso hacérmelas cada vez que lo vea” decía martilleando mi conciencia. Y acto seguido me propinó un manotazo sobre una de mis nalgas que seguro se enrojeció. Yo no podía soportar más dolor.
.-“Aaayh” grité sorprendida por su manotazo. Y acto seguido me dio otra cachetada en mis nalgas.
.-“aaagggH” chillé de nuevo. Y ahora se sucedieron varias nalgadas seguidas cuyo dolor traté de sobrellevar lo mejor que pude.
Por suerte unos bufidos de mi violador indicaban que estaba a punto de correrse y de que terminaría aquel tormento.
.-“Oh siiH, me corroooOOh. Me corro putaaaaaaAAAH” pude escuchar que gritaba al tiempo que notaba como sacaba su polla de mi interior y se corría sobre mi espalda.
El asqueroso agente Ruipérez permaneció un tiempo recostado sobre mi espalda descansando. Un sepulcral silencio contrastaba con los chillidos de hace unos momentos. Luego con total normalidad sacó un pañuelo de su bolsillo y me limpió los restos de su semen en mi espalda.
Yo ni podía ni quería incorporarme, preferí permanecer tumbada boca abajo sobre la mesa a la espera de lo que hacía mi violador. Pude escuchar como se subía los pantalones, se abrochaba la cremallera, sacaba unas llaves y procedía a liberarme las manos a la espalda.
Antes de abandonar la sala dijo:
.-“Puedes irte, dejaré abierta la puerta de emergencia de aquí al lado para que nadie te vea salir. Tu bolso y algunos de los objetos personales están en el contenedor de basura que tienes justo enfrente al salir a la calle. Por mi parte romperé tu expediente, no quedará ninguna prueba de que has estado en esta comisaría. Ah, tu colgante y tu reloj han servido para comprar el silencio del Johnny. Olvídate, de pensar que puede testificar a tu favor. Si se te ocurre contar algo de esto a tu marido, o te atreves a denunciarme, créeme cuando te digo que difundiré el video por toda la adjudicatura del país, de tal forma que tu marido sea incapaz de ejercer de nuevo. Lo mejor será que lo olvides todo, de lo contrario tu pesadilla no habrá hecho más que empezar” Y dicho esto abandonó la sala dando un pequeño portazo.
Rompí a llorar en que abandonó la sala pensando en cuanto me había dicho. A duras penas pude cubrirme con el vestido cuando salí corriendo de aquella sala. La puerta que conducía al interior del resto de la comisaría estaba cerrada, por el contrario la puerta que daba a la calle vía salida de emergencia estaba abierta.
Rebusqué entre la basura del contenedor que había en la calle y encontré mi bolso y mis zapatos. Me dí cuenta que en esa misma explanada, en una zona oscura y poco iluminada estaba el mercedes de mi esposo. Me subí en el y abandoné aquella casa de los horrores cuanto antes. Pude cambiarme de ropa y arreglarme un poco antes de llegar hasta el pueblo en el que estaba mi familia. Nunca le conté nada de lo sucedido a mi esposo. Acude todas las mañanas a ejercer su profesión con el orgullo característico.
Desde entonces, siempre navego por Internet con temor a encontrar un video en el que yo sea la protagonista
Recordar visitar mi blog:
-¡Me corro!- gritó al sentir que se licuaba por dentro.
-Ya es hora que os cuente porque estoy tan feliz, pero antes quiero que veáis algo- tras lo cual se acercó a la tele y puso un dvd.
DOS MUCHACHITAS EN SITUACIONES DE INFORTUNIO
En la residencia Fuentes un día después de los anteriores hechos……………
En la dicha mansión una vanidosa chiquilla se arreglaba para asistir a la escuela, una universidad particular a la cual asistían los hijos de las familias más acaudaladas de la zona y ciudades circunvecinas y en donde el uso de un uniforme escolar no era obligatorio así que tanto jóvenes como señoritas aprovechaban para sacar a lucir sus mejores y más caros atuendos procedentes de las más reconocidas tiendas departamentales.
La apetecible nena encendía su televisión con la finalidad de encontrar un canal con algo de entretenimiento para distraerse, cambiaba y cambiaba constantemente pasando por uno en donde un noticiero informaban sobre un supuesto asalto a un motel ubicado a orillas de la ciudad, la muchachita no prestó atención a lo que se decía y siguió cambiando de canal hasta encontrar lo que buscaba.
La jovencita, de cuerpo curvilíneamente formado a base de gimnasio, aerobics y bajo una estricta y demandante dieta supervisada por su propia madre, adornaba su excelsa figura con una delgada blusa blanca de esas que se amarran de la parte de atrás y que por enfrente solo sobresalen dos tiras de telas las cuales apenas y alcanzaban a tapar sus mayúsculos pechos tan grandes que uno solo era capaz de abastecer a una mano masculina, la jovencita no llevaba sostén por lo que parte de sus melones podía ser apreciada sin dificultad alguna por ambos laterales y como era de esperarse ante el menor movimiento presentaban un bamboleantemente infartante movimiento capaz de hacer desatender a los varones de cualquier tarea que en ese preciso momento estuviesen realizando.
Con esta misma prenda la chiquilla dejaba en claro su gusto por lucir su bien formado y femeninamente marcado vientre sin el más minúsculo rastro de grasa ni piel de naranja, exhibiendo esa hipnotizante curva que se forma solo en las estilizadas cinturas femeninas y que cada vez se va ampliando más hacia abajo para formar las tremendas caderas de hembra en perfecto desarrollo.
La adinerada chiquilla se colocaba un calzón muy sexy que se ajustaba perfecto a su orgulloso trasero y a ese depilado tesoro que la nena resguardaba entre sus muslos y en esas semidesnudas condiciones buscaba y se agachaba sin cuidado alguno (pues sabía que nadie la veía) tratando de encontrar los complementos perfectos para su insinuante vestuario sin imaginarse el tremendo culo de diosa que se le formaba, las tremendas nalgas lucían a simple vista duritas y suavecitas pudiendo provocar un daño craneoencefálico a aquel que tuviera la dicha de verla en esas precarias condiciones ya que su tremendo culo solo hacía ver aún más breve de lo que ya era su estrecha cintura, la nena a pesar de no estar acostumbrada a usar en la calle ropas tan insinuantes pues sabia de lo plebeyos que podían resultar los hombres que conformaban el fáunico ambiente allá fuera lo hacia esta vez no solo porque quisiera verse ese día más llamativa de lo que ya era.
La razón era que esta chiquilla había quedado junto a algunos amigos incluidos su novio, un joven y apuesto galán con un físico atlético que atraía las miradas de casi todas las féminas del instituto, de ir a un recién inaugurado antro según muy fino y sin restricciones y querían comprobar lo dicho, para esto la nena ya había pedido permiso a sus padres siendo concedido por estos (para sorpresa de ella) y fiel a su vanidad quería verse muy llamativa, sus padres habían cedido al permiso pues consideraban al novio de su hija Dulce Lissette como un muchacho serio y responsable, pero sobre todo con un futuro próspero y asegurado por venir de buena familia sin imaginar que este muchacho como muchos de estos jovencitos que no cuentan con una supervisión paternal adecuada había comenzado en secreto a consumir drogas, cosa que su adorada novia ya sabía pero no se atrevía a contar ni a sus padres ni a los de él, lo que si es que esta condición ya había causado algunos problemas en la joven pareja de enamorados, a pesar de ser algo libertina la muchachita Dulce aun no contraía este mal visto hábito.
La recién bañada y semivestida chiquilla se terminaba de retocar por demás meticulosa, pintaba sus uñas cuidadosamente, planchaba su dorado cabello hasta que no se sintiera que este fuera casi de seda, un poco de rímel alrededor de los ojos y un combinado juego de sombras dándole más vista a sus modestos ojos azules, no había necesidad de usar pestañas postizas para resaltarlas ya que hasta en eso esta nena era perfecta, con esa brocha que utilizan las mujeres colocaba maquillaje en toda la superficie de su rostro para que este no brillara en ningún momento, perfumaba su cuerpo con las esencias más caras y deliciosas que su padre le pudo haber conseguido, todo debía de ser perfecto ese día como cualquier día en que salía a divertirse sin la presencia de sus padres, observaba en un espejo su por demás bello rostro heredado de su hermosa madre (ahora modelo retirada pero quien veía en su hija su viva imagen), Dulce era una copia exacta de cuando su madre tenía esa edad y ese cuerpo que por mucho tiempo exhibió orgullosa en las pasarelas (lugar donde conquistó al viejo de Gustavo).
De hecho la muchachita tenía dos años que se dedicaba al modelaje, no al modelaje profesional pues solo participaba como edecán en eventos de alcurnia en las empresas donde su padre, pero ya su mamá aun con contactos en este glamoroso mundo había estado forjando los cimientos de lo que sería el inicio formal de la carrera de su hija, además de que en dichos eventos la jovencita había logrado acaparar las miradas de los viejos empresarios interesados en disponer del “talento” de tan jugosa chiquilla y de igual modo interesados en patrocinar la despegante carrera de tan hermosa promesa.
Pero toda esta perfección física y todo este mundo novelesco, todo este encantador rostro y sugerente cuerpo pertenecían a una nena por demás altanera y berrinchuda. La jovencita Fuentes siempre, desde pequeña, fue una niña presumida, siempre por lo general grosera con la servidumbre a disposición de su familia, incapaz de valorar el trabajo de los demás, despreciar o criticar a las personas solo porque estas no tenían los mismos lujos y oportunidades para salir adelante, negándose rotundamente a considerarlos como semejantes, todo esto alentada por su padre quien desde pequeña le dejó bien en claro que ellos pertenecían a una estirpe superior, su madre si bien no enseñaba ese tipo de cosas a la chiquilla tampoco le importaba inculcarle valores como el respeto, era una mujer que aún no reconocía sus responsabilidades como madre aun cuando su nena ya contaba con recién cumplidos 19 añitos.
En materia sexual la joven Dulce no era muy activa, no había tenido muchos encuentros amorosos con su novio (único en su vida) debido que al pertenecer a tan reconocida y pudiente familia la cual siempre estaba presente en las más selectas reuniones y exquisitas congregaciones no dejaban tiempo suficiente para que la nena saliera muy seguido a distraerse como una jovencita de su edad lo demanda, su vida se limitaba a aburridos simposios de familias honorables las cuales se reunían para discutir el porqué de sus logros y el cómo hacerse más ricos, a los cultos llegaban personalidades tan reconocidas como miembros de la política en servicio al pueblo o jubilados, importantes accionistas o algún inversionista extranjero interesado.
La nena además de estudiar en tan distinguida institución también contaba con maestros particulares que ocupaban más tiempo que bien podría ella utilizar para dedicar a alguna actividad propia de su juventud, incluso también sus padres pareciera que querían convertir a la nena en una especie de máquina traductora pues pagaban exageradas cantidades de dinero a maestros idiomáticos quienes atareaban a la niña con extenuantes clases principalmente de inglés, alemán, italiano y la siempre favorita de ella, el francés.
Todo esto no dejaba mucho tiempo a la joven pareja para entretenerse en cuestiones amorosas, limitándose a solo besos, abrazos y apapachos con su prometido, en alguna ocasión el joven macho tuvo la oportunidad de llegar hasta el coito pero debido a las prisas y a su inexperiencia en estos campos, a su duda si con su arma podría lastimar a su doncella, al estrés que le brindaban sus desgastantes estudios y su participación directa en los negocios de su (de él) padre ni siquiera recuerda bien si llegó a desvirgar a su novia como se debe, cosa que después de una serie de complicados acontecimientos y mitos machistas llevaron a una casi desintegración de la pareja, en estos momentos buscando la reconciliación.
La nena una vez terminada de vestirse, habiendo escogido una minifalda compuesta aparentemente por lentejuelas rosas que le daban un aspecto brilloso, bajó para despedirse de su madre quien se encontraba en la sala tomando un café y pensando en cual sería ahora la excusa que su esposo le daría por no haber llegado a dormir la noche anterior, no era la primera vez que el viejo no llegaba a dormir pero esta vez la joven esposa se notaba seria y enojada.
-mamá ya me voy- bajaba la chiquilla con ese atuendo muy llamativo, esto no era molesto para su madre ya que se veía en su hija recordando sus buenos tiempos, no es que la señora Fuentes fuera un cuerpo ya en decadencia, a sus 40 años (ella inició en el modelaje muy joven, después de tener a Dulce no abandonó las pasarelas) lucia lo suficientemente joven y bella como para dar la impresión de ser una hembra de 30, y eso hablando de una treintañera de muy buen ver, aparentando de esta manera que el viejo Gustavo le llevaba más de los veintitantos años de los que en realidad era mayor que ella.
-hija que crees, tu padre otra vez no llegó a dormir anoche- decía la voluptuosa señora.
-umm, lo anormal sería que hubiera venido a dormir- respondía la nena al tiempo que veía como su madre al parecer tenía un compromiso pues estaba vestida para una situación elegante, la nena tomaba una postura insinuantemente coqueta, posturas que le salían naturalmente y solo resaltaban lo mejor de su anatomía.
-lo llamé pero nunca contestó, debió de haberse ido de fiesta con sus amigos- Mónica (la señora de la casa) sabía muy bien los gustos de su esposo, conocía de sus mentiras e infidelidades pero se mantenía en silencio para evitar un escándalo mayor.
Este tipo de familias suelen ser objeto de observación por parte de algunos metiches quienes se valen de eso para sacar algo de provecho o simplemente para vender alguna noticia que interese a los medios, además de las repercusiones que esto tendría y los desprestigios que se generarían en el seno de la familia Fuentes, que si bien todas las demás familias tenían cola que les pisaran en este tema solo esperaban a que una cayera para demostrar su hipócrita repudio ante tales situaciones, de por si Mónica no se casó con el viejo por amor, y si en algún momento le faltara amor y el viejo no se encontrara para proporcionárselo no hacía falta quien quisiera darle un poco de cariño.
-umm, sí que ha de ver estado buena la fiesta como para no llegar a dormir- decía la chiquilla en forma de sarcasmo, pues ya intuía en donde posiblemente se encontraba su respetable padre al tiempo que recargaba sus manos en un sillón y femeninamente sacaba más el tremendo culo que poseía, su faldita se subía a niveles infernales ya que se detenía a escasos centímetros de enseñar el nacimiento de sus carnosas nalgas, considerando que sus elevadas zapatillas también aportaban a la causa.
-sabes que hija?, hoy voy a ir a visitar a tu abuela y posiblemente no llegue a dormir, ¿si tu padre puede porque yo no?, ¿tengo entendido que vas a salir con tus amigos después de la escuela verdad?- dijo la señora.
-si mamá, acuérdate que voy a ir con mis amigas al antro, llegaré tarde- respondía la nena.
-ok, bueno hija me voy, cualquier cosa molesta a tu padre quieres- decía esto la señora saliendo por la puerta principal dejando a su hija en la sala esperando a su novio quien pasaría por ella.
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En un pequeño cuarto ubicado justo detrás de una cantina una discrepante pareja dormía plácidamente, ambos cuerpos desnudos y sudorosos se recuperaban después de una ardua noche de pasión en donde a base de gritos e insultos la pareja demostró su amor mutuamente, de esos dos el que más llamaba la atención era un tremendo cuerpo femenino que había quedado prácticamente desecho, un gigantesco gordo era el primero en despertarse para contemplar la visión de una verdadera belleza cuya melena castaña yacía revoloteada por todo su hermoso rostro, sus párpados aún se cubrían con ese juego de sombras con la cual fue maquillada la noche anterior, de igual manera sus labios aún se cubrían, aunque en menor medida, de ese atractivo color rojo que utilizó para adornarlos y reforzarlos como arma de seducción, dichos labios se veían extremadamente jugosos y muy carnosos, dignos de tener una verga entre ellos.
El gordo escuchó como la nena prolongaba una de sus respiraciones y emitía una especie de suspiro ronroneante al tiempo que ella misma cambiaba de posición y dormida acurrucaba su curvilíneo cuerpo aún más cerca del gordo mientras uno de sus bracitos se aferraba a la voluminosa bola de cebo de Pancho, quedando abrazada de este pelmazo.
El troglodita veía ese blanco y femenino bracito descansar arriba de su morena y grotesca panza completamente peluda y grasienta, dejándolo nuevamente empalmado con esa impactante visión de hembra desnuda y recién cogida contrastando tonos de pieles y apariencias anatómicas, aunque la barriga del porcino le imposibilitaba que pudiera verse su verga en esa posición, podía sentir el poderío de esta manifestándose en sus máximas prolongaciones, repegada a su cuerpo de lo rígida que se encontraba, todavía a partir de fuerza en su pelvis jugaba a moverla escuchándose el sonido de esta cuando caía y chocaba contra su grasoso vientre bajo sobrepoblado de pelos.
-Panchoo, Panchoo- alguien tocaba la puerta, el viejo escuchó y con toda la lentitud que lo caracterizaba se levantó buscando sus sucios pantalones dejando a la desnuda chiquilla aun dormida tendida en la cama para dirigirse a ver quién lo llamaba.
-que vergas quieres pendejo, no ves que estoy descansando- se trataba de su compañero Lucio quien venía a buscar al cetácico.
El otro bribón asomaba por la puerta su horrendo rostro de descendencia equina alcanzando a observar la acostada silueta de Margarita, quien aun semitapada la sábana no podía disimularle el tremendo culo que se gastaba esta otra chiquilla recién conocida por él, su mente no lograba razonar como este viejo gordo de Pancho tenia o pudo haber tenido la suerte de toparse con una jovencita de ese calibre y más encima de todo verla dormida y desnuda y a él todo sudado y apestoso a sexo y comprender como es que una nena tan hermosa como esa pudo haber tenido sexo con ese viejo tan repugnante, sin embargo el pensar las posibles cochinadas que este par pudo haber hecho en la intimidad no hacía más que pararle la verga a todo lo que esta daba y mantener viva la llama de la esperanza de poder lograr algo con esa hermosura, ya que si se acostaba con Pancho que estaba viejo y obeso lo más seguro es que también podría acostarse con él, eso es lo que pensaba este otro vejete considerándose no tan gordo ni viejo como el primero.
Y es que el deforme cuerpo de Pancho aún se impregnaba por los jugos vaginales que de la nena se escaparon como manguera y cuyo olor llegaba a las narices de este otro viejo despertándole una ganas tremendas por meterse ahí mismo y cogérsela hasta caer prácticamente muerto, del cuarto un reconocible y muy penetrante olor a sexo se escapaba por entre la puerta y la nena dormida boca abajo dejaba ver lo despeinada que se encontraba corroborando las posibles porquerías que se pudieron llevar a cabo en tan desgastante noche pasional, lo que indicaba que había tenido una noche muy agitada.
El verla toda despeinada y destrozada no causaba más que acrecentarle su morbo a este extraño hombrecillo, digo extraño por su formación corporal que más tarde relataré más a detalle, era un estímulo extra verla ahí acostadita recién cogida, admirar su perfección y justificar que el tipo de hembras como Margarita nacieron exactamente para lo que seguro Pancho le hizo, darle verga hasta por las orejas, hablando de Pancho este se empezaba a molestar al ver como Lucio, con su vista clavada en la chiquilla, comenzara a babear aparentemente solo por la calorosa visión y a reír de forma retorcida.
-y vienes a decirme algo o vienes a hacerte chaquetas mentales con mi vieja??- dijo Pancho quien veía enojado como Lucio no le quitaba sus lujuriosos y lagañudos ojos de encima a su atractiva hembra quien volvía a acomodarse ahora de lado adquiriendo una posición fetal lo que hacía marcar poderosamente sus caderas las cuales sobresalían más que notoriamente por sobre su cintura, además de exhibir aún más descarada la tremenda redondez de su provocativo culo.
-eehh………………… jejejejeje……………… este……………… Felipe, te quiere ver- dijo Lucio quien en verdad estaba hipnotizado con la visión, hubiera pagado a Pancho para que este solo lo dejara ver como la nena dormía y masturbarse ahí al lado de esa pletórica ninfa sacada de alguna novela élfica, el gordo supuso que Lucio al parecer no traía ningún otro mensaje además de que ya casi atravesaba por él mismo la puerta así que se dignó a retirarlo.
-dile que en un momento voy- el oso volvía a meterse a su cuarto cerrando la puerta y dejando a Lucio con ganas de ver más, Lucio estaba atravesando por una crisis sexual, tenía algo de tiempo que no cogía y sus huevos reventaban en leche, estaba tan feo el pobre que ni siquiera las putas todas gordas y viejas aceptaban echarse un palo con él, aun ni pagándoles, este viejo solo tenía sexo violando a alguna pobre alma desamparada y hacía meses que no había tenido mucha suerte, y el ver a Margarita en semejante estado solo lo perturbaba aún más recriminando su maldita suerte.
Pero el chaparro viejo no se desanimaba y creía fervientemente que el día de su próxima cogida estaba cerca, y que esta afortunada señorita debía de ser nada menos que la voluptuosa Margarita.
“esa pinche vieja esta rebuena, me la tengo que coger si o si, me vale verga que el puto Pancho me corte los huevos, vale verga que sea una vil puta que se deje coger por dinero, esa hembra lo vale, es más, con el dinero que me den por mi participación en el secuestro me la trabo y me desaparezco jejejejeje” decía para sus adentros el empalmado Lucio ya masajeándose su verga de forma descarada por encima de su pantalón como si esta le picara, solo quedaba desearle a Margarita que saliera ilesa ante las depravadas intenciones de Lucio o de cualquier otro viejo que parece solo pensaban en cogérsela nada más con verla.
El delincuente de Pancho salía para reunirse con Felipe en su oficina.
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Mar se despertaba después de la desgastante cogida que el viejo Pancho le había pegado la noche anterior, toda adolorida de su rico cuerpo (principalmente de su pelvis) abría sus hermosos ojitos un poco rojos por efecto del alcohol, era tarde, casi las diez de la mañana, había dormido unas seis horas que en nada le habían ayudado, su cuerpo literalmente molido se revolvía tratando de incorporarse, podía sentir el colchón de la cama donde descansaba aun húmedo por toda clase de fluidos corporales tanto de ella como del gordo así como una esencia pegajosa y olorosa cubriendo toda su sensual anatomía, su vagina estaba muy apestosa a lubricantes y verga sucia así como unos cuantos vellos púbicos del viejo yacían pegados a sus labios vaginales, además sentía en su boca un raro sabor, su cabeza le dolía como respuesta después de haber ingerido alcohol toda la noche.
Después de expresar un profundo bostezo la jovencita se dio cuenta de su completa desnudez, así que con toda la femineidad que caracterizaba cada uno de sus movimientos se enrolló con la sucia sábana para cubrir su esbelto cuerpo, con una de sus manos llevó un extremo de la sabana para tapar sus apetecibles senos y con otro delicado movimiento logró cubrir sus prominentes caderas junto a su formidable trasero, buscó con su verde mirada al viejo pero este no estaba, nuevamente la había dejado encerrada, buscó su vestido negro pero al igual que el blanco estaba hecho un harapo.
Aprovechó el momento de soledad para darse un baño, se sentía asquerosa, ultrajada y no pudo evitar llorar mientras el agua de la regadera limpiaba su imponente cuerpo, con sus delicadas manitas refregaba su cuerpo y golpeaba su cabeza en la pared por haber sido tan estúpida y haberse dejado nuevamente coger por el desagradable y ruin villano “como pude ser tan estúpida”, decía la tremenda y encuerada chiquilla con el agua de la regadera resbalando por sus potentes nalgas.
A pesar de haber estado borracha la jovencita aun recordaba parte de la fogosa escena, y por supuesto recordaba algunas de las frases con las que ella misma alentaba a su grasiento compañero de cama a darle más, “yo no quise decir eso” decía la desconsolada chiquilla en una forma de autojustificarse por lo que había acontecido horas atrás mientras las ganas de llorar parecían derrumbarla.
Sin embargo, así como recordaba todas estas frases también recordó haber sentido ¿una especie de atracción hacia tal sujeto?, recordó las sensaciones tan placenteras que este le proporcionaba mamándole y masturbándole la panocha, cada orgasmo recibido y nunca antes sentido que la llevaron hasta la locura, a experimentar convulsiones y a chorrearse de una forma nunca antes disfrutada por ella, lo llena que se sentía al tener esa vergota dentro y como ella reaccionaba moviéndose ondulatoriamente secundándolo hasta el grado de rendirse ante un viejo que sin duda en otras condiciones vomitaría con solo imaginárselo penetrándola.
Si bien recordaba todo esto ella se negaba a reconocerlo, pero su sexo la hizo entrar más en confusión o le hizo ver lo inevitable, mientras recordaba todo esto ella se humedecía, se llevó su mano a su concha solo para ver como esta estaba mojada, muy mojada, y pensando en la posibilidad de que nada de esta excitación era cierto y solo se trataba del agua que caía de la regadera en una desesperada opción por constatar lo dicho por ella se talló su panocha y se llevó su mano a su nariz para comprobar como efectivamente lo que le escurría era lubricante vaginal.
-estoy mojada- dijo la nena sin creer hasta donde podía llegar su cuerpo, estaba nerviosa corroborando como su cuerpo se estaba excitando con solo pensar como el viejo le hacia el amor.
Intentó calmarse, quizás si pensaba en otras cosas su calentura desaparecería pero no pudo, las imágenes de Pancho arremetiéndola mientras sonreía victorioso se aclaraban casi al realismo y no hacían más que mojarla más, para colmo sus pezones se empezaron a erizar como púas así que llevándose un dedo a su boquita pensó.
“quizás solo sea una reacción normal por haber tenido sexo hace rato, quizás si me…. (la nena se abochornaba de su carita)rasco un poquito se me pase” dijo Mar cruzando sus piernas, colocando una por delante de la otra y comenzando con un delicado y muy femenino movimiento de fricción de sus muslos sobre su escurrida panochita.
Muy pronto Margarita comprendió que así nunca iba a lograr su propósito, así que separando un poco sus piernas y volteando a todos lados como si se sintiera observada por millones de ojos comenzó a llevar su manita cada vez más abajo, dejaba ver que no lo hacía muy decidida pues su manita avanzaba unos cuantos centímetros para retroceder otros pocos llegándose a quedar estancada haciendo un círculo sobre su ombligo mientras con su otra mano peinaba a mas no poder su cabello.
Al fin se decidió y con toda la pena del mundo comenzó a deslizar sus dedos muy levemente mientras su vista se dirigía a cualquier parte, como si le diera pena lo que estaba haciendo pero era más que nada la incomodidad de estarse tocando en una casa distinta a la suya, pero al parecer esto se le olvidó cuando muy sonrojada ya deslizaba uno de sus deditos por toda le extensión de su húmeda zanja.
“¿pero que estoy haciendo?” decía la nena ya una vez que su dedo se enterraba en tan gloriosa y deseada fuente de su mujeril néctar capaz de asosiegar a las bestias más salvajes sin embargo no paró ahí, a pesar de todo estaba sintiendo tan rico así que sin preocupación alguna ahora se dedicaba a masajearse la concha como lo dictan los cánones, la nena aún se encontraba en el baño, por un momento pensó en irse a tirar a la cama y abrirse de patas para seguirse tocando pero allá no podría alertar de la presencia del gordo en caso de que este entrara sino hasta que ya lo tuviera enfrente por lo que decidió continuar y terminar su labor adentro de ese descuidado baño todo sucio y con limo creciendo bajo las paredes.
La nena acomodó su cuerpo recargando su esbelta espalda en una de las dichas paredes, la que vio más limpia de esa verde esencia natural, manteniendo su cuerpo ligeramente angulado, comenzó a realizar los movimientos masturbatorios que ella ya conocía, primero con una mano pero después se fue incorporando la otra, ante sus vanos impedimentos comenzó a emitir cada vez más reconocibles y alargados gemidos a tal punto que estos en cuestión de minutos ya resonaban con todo y eco dentro de ese cuartito.
Fue aquí donde su mente volvió a ser asaltada por las deformes muecas de gozo que expresaba el porcino cada que tenía el placer de someterla, la conchita de Mar reaccionaba ante tales desequilibrados eventos y se escurría como pocas veces lo había hecho, los ríos de jugos recorrían buena parte de sus muslos bañando todo lo que encontraban a su paso, llegando hasta sus rodillas, algunos cayendo en forma de gotas a partir de ahí, otros bajando hasta sus carnosas pantorrillas femeninamente porporcionadas, y es que Mar no se daba tregua metiéndose ahora dos dedos, penetrándose como si de una verga se trataran, quizás la nena lo que quería era que una caliente y pulsante verga estuviera en esos momentos ocupando el lugar de sus delgados deditos y precisamente eran estos retorcidos pensamientos los que estaban haciendo que Mar no dejara de escurrirse.
Mar abrió por un momento sus ojitos, le pareció escuchar algo pero al comprobar que era un clavo lo que se cayó volvió a cerrarlos y siguió en lo suyo, sacó su jugosa lengua que recorría sus apetecibles labios mientras ahora movía su mano en forma de círculo justo arriba de su clítoris para continuar ahora con ligeras pero sonoras palpadas que daba sobre su colorada conchita, si bien la noche anterior aclaró al viejo no ser una puta en estos momentos se estaba comportando como una, su carita de pequeña viciosa salida era prueba de ello.
La mente de Mar siguió siendo atacada por horrendas imágenes cada vez más lúgubres y asquerosas, pero que asco era lo último que a esta nena le causaban, ella se imaginaba ahora en tales momentos y completamente poseída por una insana calentura comenzó a realizar movimientos copulatorios sin importar que en estos minutos careciera de pareja, pero en su mente imaginaba que la presencia del gordo estaba con ella acompañándola en dichos ajetreos, por un momento llegó a sentir, como si esto fuera cierto, la verga del gordo abriéndose paso por su reducido y cuidado conducto, sintiendo como el pesado cuerpo del hombre que la cogía la aplastaba hasta hacerla pegar su cuerpo a la pared, incluso llegó a pronunciar el nombre de tan despreciable ser que hasta hace poco la había secuestrado a ella y a su querido padre, la sencilla jovencita estaba imaginándose el ser cogida nuevamente por quizás la persona más repugnante para ella en estos momentos.
-Don Panchooo!!- dijo la nena en voz alta y sin recriminarse por eso siguió dándose ella misma hasta que su cuerpo comenzó a sentir las contracciones orgásmicas a las que estaba a punto de sucumbir.
Por nada del mundo paraba, estaba caliente, completamente en estado de celo y deseosa por terminar con tan gratificante tarea que estaba realizando debido a una repentina aparición periódica que liberaba hasta los niveles más insanos su sexualidad más mórbida.
El orgasmo que vendría sería terrible, casi al grado de doblarle las piernas haciéndola caer, por eso esa obsesión de terminarse ahí mismo, estaba en eso, su panochita ya empezaba a dejar descargar las primeras gotas de tan anhelado elixir pero justo cuando estaba por vaciarse un ruido en la cerradura de la puerta se escuchó, era el viejo quien había regresado.
El viejo, que traía cara de perro debido una fuerte discusión con Felipe, entraba asomándose como primera instancia hacia esa desgastada cama y al no ver a su hembra en ella solo atinó a gritar
-¿en dónde estás hija de tu puta madre?!!!!!!- pensó por un momento que su bella rehén se había escapado.
En milésimas de segundos Margarita reaccionó acomodando su cuerpo y apretando sus manos en contra de su sexo, queriendo impedir a toda costa que su orgasmo saliera y de este modo evitar también sus escandalosos gemidos que saldrían de su boca, alcanzó a gemir pero casi en silencio así que tratando de recomponer su voz habló, no muy audible pero si lo suficientemente entendible.
-ahhh, ahhhaaquie estoy, en el baño, no entre por favor- el gordo quien ya casi se estaba dando la vuelta para salir a buscarla a la calle sintió como su cuerpo inmediatamente dejaba de sudar.
La nena volteó para todos lados y afortunadamente para ella una vieja camisa colgaba de otro clavo así que sin pensarlo mucho la tomó para cubrir su cuerpo y no exponer sus desnudas carnes ante las pervertidas miradas de Pancho, pero el viejo no traía intención de acoplarse en estos momentos, estaba muy emocionado pues ya le habían dado el pitazo de que la hija de Gustavo estaría en un evento social sin supervisión de sus padres, ¿Cómo se enteró?, quien sabe, pero al parecer la explicación más lógica seria que los tantos muchachitos que trabajaban o tenían contacto con el gordo y podían mezclarse con tan distinguidos y adinerado personajes o que mantenían una constante vigilancia de estos a partir de lo que publicaban en sus redes sociales, posiblemente habían visto el estado o biografía del Face de tan despampanante chiquilla donde hacia descripción con lujo de detalle del lugar que se encontraría a tal hora del día, el día de la reunión y con cada una de las personas que la acompañarían, cada una (o) respectivamente etiquetada (o).
Así que el contento viejo se vestía, aunque aún no era la hora pronosticada para tales eventos quería verificar por el mismo de la misma boca de sus jóvenes secuaces si lo que decían era verdad, él no le entendía mucho a eso de las redes sociales, era como un cavernícola en los tiempos actuales pero quería que le explicaran más a detalle cómo se enteraron de eso, estos muchachos seguían a detalle cada movimiento de la jovencita Fuentes, estaba claro que por su hermosura y sus ganas de tenerla desnuda en la cama, pero sabían que Pancho estaba por mucho, niveles arriba de ellos, era como el macho alfa de una manada de leones cuyo propósito se remonta únicamente a fertilizar a las jóvenes leonas para así perpetuar la especie hasta que llegue otro miembro de la plantilla y lo destrone de su puesto.
-a dónde va?- dijo Mar pues veía al viejo metiéndose a su bolsillo la llave de su coche así como guardándose una pistola dentro de sus pantalones, justo a la altura de sus partes.
-que te importa pendeja,- respondió el viejo con su tenebrosa voz.
-usted me dijo que cumpliría su promesa, maldito viejo mentiroso- dijo Mar pensando que el viejo se dirigía a despacharse a su papacito y tímidamente se acercaba al viejo como si pudiera detenerlo, cabe mencionar que esta niña aun no sabía lo de su papacito.
-cállate puta asquerosa!!!, no voy a donde tú crees, voy a tratar otros asuntos,- dijo el viejo sacando de su refri una lata de cerveza, devorándola solo de tres tragos y arrojándola al piso.
-que asuntos??- preguntó Margarita frunciendo el ceño y retirando con una de sus manos un mechón de su fleco que yacía sobre su frente.
-uuuuggggggggg- Pancho lanzaba un tremendo eructo.
-jejejejeje, me da gusto que quieras involucrarte en los asuntos personales de tu macho pero son cosas de hombres, cosas que a ti no incumben, tu solo dedícate a limpiar en el día y a coger durante la noche, nada más, está claro??-
-a propósito porque no has limpiado?!!!!!!- bramó el viejo con la intención de amedrentar a la débil señorita.
-ya le dije, ya le dije que yo no soy su chacha- dijo la nena notándose cada vez más molesta pero sin dejar de sentir extrañas cosquillitas en su panochita debido al estar entablando una conversación precisamente con el hombre con quien había estado fantaseando y hasta masturbándose, ¿o será que las cosquillitas eran debido a que no se pudo consumar el orgasmo y por esta causa es que le comía tanto su sexo?, la mente de la nena se debatía entre estas dos posibles hipótesis.
El viejo vio como la nena le rezongaba, al parecer de tanta amenaza incumplida ya se sentía segura de que el viejo no le haría nada, que era pura boca, apretó el puño con la intención de dejarle bien en claro quién manda pero el notar algo inusual en ella lo hizo calmar, al parecer el viejo había notado en el aire como la pequeña hembrita estaba deseosa de contacto carnal, veía como su carita seguía enrojecida y como sus labios parecían apretarse como si fueran a soplar una vela (el viejo hizo un cambio drástico en su voz, de enfurecido a cachondo).
-yo no quiero pegarte mi amor, pero a veces me obligas, sabes, en este momento me dirigía a ver a un amigo que me debe dinero para cambiarlo por ropa para ti para que ya no andes con esos trapos, para que vistas como solo una hembra de Pancho merece vestir- dijo Pancho acercándose a su hermosa prisionera, esta se volteó dándole la espalda pues lo veía abultando sus asquerosos labios pidiendo beso, el viejo posó sus enormes manos sobre los hombros de ella y terminando de decir su frase le regaló una sonora nalgada que incomodó y sonrojó a la chiquilla pero que no hizo nada para mostrarle al viejo su incomodidad.
La nena al contrario, aprovechando lo romántico que andaba el viejo y al sentir sus caricias sobre sus posaderas (pues el viejo le estaba masajeando la nalga castigada) se atrevió a realizar una solicitud.
-Don Pancho, tengo mucha hambre- dijo la nena volteándose para impedir que el viejo la siguiera tocando y tomándose su estómago.
-mmm, veré que puedo hacer, si me haces el favor de limpiar el cuarto claro- el viejo al parecer había decidido cambiar su táctica de mandón por comenzar a tratar a la nena como un organismo pensante, una persona con garantías individuales y no como un par de agujeros que sirven solo para desestresarse (pues aun no le ocupaba el tercero).
-sí, lo haré- dijo la nena, a decir verdad estaba tranquila que ahora la tarea no consistiera en ofrecer a algún viejo alguna de sus lúbricas cavidades.
-bueno te lo encargo-, el viejo salía del cuarto dejando a la nena otra vez encerrada.
-oiga perooo!!- la nena desconsolada veía como nuevamente sus posibilidades de escapar se reducían, así que no le quedó más que ponerse a realizar la tarea que le dejó encomendada el viejo gordo.
Solo pasaron unos cuantos minutos cuando en eso tocaron a la puerta.
-¿Quién es?- respondió Margarita.
-soy yo, Silvia, abre la puerta-
-no puedo, est…………… no tengo la llave-
-te traigo algo de comer, como te lo paso entonces??- preguntó la joven bailarina.
-por acá, por la ventana- Margarita abría una de las ventanas, la otra chiquilla pasaba el alimento por entre los barrotes, Silvia ya había escuchado pláticas sobre el porqué de la estancia de Mar sin embargo decidió sacarse la duda por ella misma.
Por un momento dudó sobre los chismes que Lencha imprudentemente se había encargado de hacer correr entre las chiquillas que servían tragos en la cantina pues vio como la nena realizaba la limpieza como cualquier ama de casa, como cualquier esposa que quiere mantener limpia su estancia nupcial al lado de su marido, pero se aventuró a preguntar pues era raro que Pancho la dejara encerrada cada vez que salía.
-entonces es cierto?, estas secuestrada?- Margarita solo asintió con la cabeza mientras devoraba el alimento como desesperada, rápidamente vio en esta chiquilla si bien no un medio para escapar si la posibilidad de enviar un recado al exterior, veía como esta otra niña tenía total libertad de andar para acá y para allá, así que sin más se arriesgó.
-Silvia, por favor, necesito que me ayudes-
-no amiga olvídalo, créeme que me indigna tu caso y que de ser posible te ayudaría a salir pero me metería en problemas, de hecho tengo prohibido estar aquí platicando contigo- la joven cantinera incorporaba su cuerpo para hacer acto de abandono cuando en eso fue detenida nuevamente por Mar.
-noo, no te vayas espera, no pido que me ayudes a salir- dijo Mar.
-entonces- respondió Silvia.
-tienes un lápiz y algo donde escribir??- por azares del destino la chiquilla contaba en ese momento con un lapicero y la libretita donde tomaba las órdenes aunque no eran horarios de servicio, prestándoselos a la bella rehén quien escribía y escribía lo más rápido que podía hasta que terminó, arrancando la hoja y devolviendo las cosas a su dueña.
Lo que ambas niñas no sabían era que estaba siendo acechadas por el buitre de Lucio quien había visto como Pancho se retiraba en su cacharro y veía la oportunidad exacta para colarse y hacer suya a la castaña ojiverde, refiriéndose a lo más vulgar posible al decir hacerla suya.
-mira, porfa, solo quiero que lleves esto a la dirección que esta anotada ahí, porfa, es para mi papá, debe de estar preocupado, por favor dime que puedes-
-asu es que- era de pensar lo que le pedía Margarita a Silvia.
-mira te pago pero por favor- dijo la nena y sacó de la cartera de Gustavo (que aún estaba en su poder) dos billetes de 500, total ella no los ocupaba y sabía que algo así de arriesgado merecía un incentivo más que el solo agradecimiento.
-bueno te los aceptaré, a ver dame eso- Silvia al estar tan acostumbrada a recibir dinero de otras personas era algo común aceptarlo, tenía un niño y era hasta cierto punto un poco interesadilla, sin pensarlo los tomó pero le curioseó la procedencia de dicho dinero.
-y este dinero, no es de Pancho verdad?- dijo revisándolo de atrás y adelante.
-noo!!, ayer parece que debuté con esos depravados y pues Don Francisco me recompensó-
-jijijijiji, Don Francisco, que chistoso, debiste de haberle hecho una chamba muy buena a Pancho para que te pagara- dijo Silvia poniendo más que colorada a Margarita.
-oye y porfa, podrías comprarme algo para arreglo personal ya sabes, cepillo de dientes, pasta y…………… algo para ahí abajo- dijo la apenada de Mar.
-jijijiji sí, eso sí es más fácil, bueno ya, déjame y regreso, en la noche te aviso- justo en ese momento Lucio abordaba a Silvia.
-jejejeje, así que quieres ayudar a escapar a esta zorrita verdad, le voy a decir a Pancho- dijo Lucio más que nada por decir algo pues era pendejo hasta para hablar, lo único que quería era entrar y trabarse a Margarita quien lo traía caliente desde que la vio, cuantas manuelas quiso hacerse pero se había jurado que su leche no sería desperdiciada a menos si esta rellenara algún orificio de la joven castaña.
-usted que hace aquí viejo rabo verde?- preguntó Silvia.
-que te importa puta, porque mejor no te largas mientras yo y tu amiguita nos conocemos un poco más íntimo- dijo Lucio agarrándose su verga por encima de su pantalón.
-lárguese viejo cochino- Margarita trataba de ahuyentarlo desde adentro.
Lucio había visto que las nenas se pasaron algo, quizás un papel, y este seguía en las manos de Silvia, así que dio un manazo con la intención de arrebatárselo pero Silvia fue más rápida y sacando una navaja de bolsillo amenazó temblorosamente al horrible viejo quien al parecer venia envalentonado por exceso de caña.
No hubo necesidad de que Silvia dijera más, puesto que Lucio venia desprovisto y al verse en situaciones de desventaja optaba por retirarse.
-maldito viejo, es un depravado, ten cuidado Maguito, lo he escuchado en la cantina platicándole a otros que te trae unas ganas, que te va a…. ya sabes- dijo Silvia guardándose el punzocortante objeto.
Que tan peligroso debía de ser este barrio como para que una joven madre de 23 años tuviera que portar una navaja como defensa personal, hasta que nivel tan bajo de incompetencia, corrupción y descrédito habían caído nuestras “autoridades” como para que los mismos ciudadanos tuvieran que buscar la justicia por su propia mano.
-ja, ni que estuviera tan urgida, mejor un perro, pierde cuidado Silvia esas pulgas no brincan en mi petate- dijo Margarita.
Ambas féminas se despedían y regresaban a sus labores pero Mar estaba contenta de que su papá, a quien ya llevaba casi tres días sin ver, sabría algo de ella e intentaría alertar a las autoridades ya que en la nota Mar había escrito algunos datos suficientes para dar con su paradero, era una chiquilla inteligente, había memorizado el nombre de las calles, el nombre y número del establecimiento (la cantina) y algún negocio que referenciara, a todo esto Silvia le daba confianza pero aun así había maquillado el mansaje para que ni ella sospechara, sin saber que la nota no llegaría a su destino.
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Pasado prácticamente todo el día el monstruoso sujeto regresaba con unas bolsas, se elevó al ver como su hembra le había hecho caso y tenía la casa prácticamente limpia, ahora sí podría presumir que era su hembra y quizás esta noche le sacaría un rato de pasión ahora sin obligarla o tenerla bajo el efecto del alcohol o alguna droga.
Como todo un hombre de la casa llegó y se sentó en su sillón, encendió la tele y para su disfrute había una sensual escena con jóvenes actrices ataviadas en sexys vestidos, el viejo sacó su tremenda verga y sin disimulo comenzó a masajearla.
En tanto la chiquilla intentaba no prestar atención al viejo, ya sabía que se estaba masturbando sin pudor alguno y le incomodaba desviar la vista hacia esa posición, aunque podía escuchar los asquerosos sonidos que la verga del viejo hacía en cada una de sus despescuezadas debido a la exagerada humedad que de esta brotaba.
-oye tú!!, Margarita!!!- gritaba el viejo, no tanto por intimidar sino porque estaba medio drogado pues traía una rara bolsita aspirándola y eso le hacía encrudecerle la voz notoriamente.
-mande- respondió la nena sin mirarlo.
-ves esas bolsas, es ropa para ti, porque no te pruebas un vestido, anda modélamelo- dijo el viejo, estaba caliente por ver como las hembras de la televisión enseñaban pierna y quería ver a su musa hacer lo mismo, vestida de la misma manera.
-ora, y si me concedes ese favor mañana te llevo a ver a tu papacito jejejeje- dictó el viejo.
La jovencita no pudo evitar sorprenderse al escuchar como este viejo decía que le había comprado ropa y más aún, el decirle que la llevaría a ver a su papá, aunque esto último no se lo creyó pero aun así su rostro se iluminó y llevada por tal emoción dirigió su coqueto caminado hacia donde las bolsas. Aunque Margarita ya se imaginaba lo corto que debían de ser las prendas no dejaba de ser ropa para ella y aparte nueva, la camisa del viejo apestaba a sudor y eso la incomodaba pero mejor así que andar desnuda enfrente de tan baboso sujeto.
Tomó la bolsa y la abrió, en su interior un conjunto de cinco vestidos yacían muy bien doblados, los sacó y empezó a medírselos por encima, demostrando su gusto por uno negro al parecer con aberturas que quedarían en uno de sus costados, si bien reconocía que eran muy bonitos y que la calidad era pues no muy buena pero tampoco para quejarse también notó que eran extremadamente cortos y por su escote predecían que nuevamente enseñaría todo, exactamente como a este porcinesco sujeto le gustaba.
-ponte uno- ordenó en viejo, en sus ojos no había más que lujuria y morbosidad, aumentó sus movimientos manuales para de esta manera darle casi vida propia a su moreno instrumento.
La sensual chiquilla comenzó a desabotonarse la camisa, estaba muy nerviosa pues lo estaba haciendo enfrente del viejo quien no le quitaba su caliente mirada de encima, hasta ella se preguntaba porque se cambiaba ahí enfrente de él y no se había ido en primera instancia al baño, el temblor en sus deditos y lo colorado de su rostro eran prueba de su nerviosismo, si bien la noche anterior se había portado como toda una puta esto fue más que nada por el alcohol en su cuerpo y las exquisitas sensaciones que la verga del viejo le hicieron experimentar, pero ahora ya recuperada de sus sentido sentía que debía de moverse de manera graciosa y cachonda y en momentos se mostraba risueña pero sin atreverse a mirar al viejo, fue cuando las cosquillitas en su panocha aparecieron de nuevo recordando que no terminó su labor masturbatoria en cuanto el viejo se fue.
El viejo en tanto estaba con su asquerosa boca abierta, mostrando sus amarillos dientes y llenos de comida atorada entre ellos, su cabello lucia tremendamente seco y se esponjaba tipo afro, solo que con un enorme hundimiento en su coronilla y con visibles faltas de pelo en muchas partes.
Poco a poco Margarita iba dejando al descubierto más carne, su monte venus junto con su sexo se podían apreciar a la vista pues ella había empezado a desvestirse de abajo, la nena en un movimiento rápido se sacó la vieja camisa por sus hombros cayendo esta hasta sus tobillos y escogió el vestido que le había gustado.
La nena se colocó el prostivestido quedando su infernales curvas muy bien delineadas, se podría decir que su físico hasta resaltaba más, sus senos se apretaban escandalosamente ante ese apenas cubriente escote, no tenía tirantes así que el vestido se sostenía solo apretándose de sus enormes senos y dejaba a la vista sus hombros desnudos y ligeramente pecosos, y sus caderas eran comprimidas a tal grado que al vestido no se le hiciera ningún pliegue y se trazaran perfectos tanto sus muslos como su vientre, para desgracia del viejo las aberturas u orificios que el vestido tenia al costado hacían ver pieles de Margarita que con cualquier otro vestido convencional no se verían, a todo esto el viejo babeaba con sus ojos desorbitados y su verga derramando líquido preseminal, la nena sin fijarse en eso se calzó con unas exageradísimas zapatillas de plataforma también compradas, una vez lista se dirigió a modelar para el viejo.
-ya- dijo la nena equilibrándose pues la altura de los tacones era exagerado, además de jalar el vestido hacia abajo pues se le subía escandalosamente.
-pero qué bárbaro que mujeeer!!!!!- el viejo no se cansaba de admirar el cuerpo de Margarita, era tan perfecto que admirarlo era una bendición, era como estar en el paraíso y contemplar a un modelo mucho muy mejorado de lo que debió de haber sido Eva, con todos los errores corregidos y con la voluptuosidad mucho más aumentada.
Veía con sus ojos de sapo esas imponentes piernotas que se cargaba la nena, esas moldeadas pantorrillas tremendamente carnosas que parecieran pertenecer a una gimnasta olímpica, las curvilíneas caderas que se gastaba junto a su cintura perfecta le daban la silueta casi de una guitarra, el viejo se incorporaba para poder apreciar más de cerca los voluminosos pechos y como estos hacían creer que en cualquier momento saltarían ante sus depravados ojos, acercó su rechoncha nariz al cuello de tan espectacular hembra y dio una inhalación tan fuerte llevándose a sus nasales fosas todo ese olor natural de Margarita.
-ahhhhhhhh (al parecer casi tuvo un orgasmo con solo aspirar a la chiquilla), que rico hueles niña,- dijo el viejo mientras ella solo se mordía sus coquetos labios.
La chiquilla lucia algo sumisa, ya no respondía como solía hacerlo antes, no le contestaba al viejo de mala manera, evitaba las groserías y apodos hacia su obesa persona y evitaba también mirarlo con desprecio, ¿será qué se estaba acostumbrando a él?.
-ahora niña, me voy a ir unas horas pero cuando regrese quiero encontrarte así vestida entendiste, jejejeje, otra vez nos vamos a divertir tu y yo esta noche, está claro??- el viejo no dejaba de morbosearla principalmente a sus pechos mientras Margarita daba vueltas intentado proteger a sus gemelas de las pervertidas miradas, lo traían loco ver como estos se apretaban cada vez más, parte de ellos sobresalía carnosamente sobre el vestido a partir de donde terminaba la tela evidenciando que la parte contenida debajo del escote estaba siendo forzada a permanecer ahí.
-si Don Pancho,- respondió la nena desviando la mirada y cerrando sus ojitos pues el viejo ya estaba olfateándola en sus orejas, tocándolas con su grasosa nariz que solo le embarraba en su piel una sustancia aceitosa productora del brillo en la cara del viejo.
Margarita sentía ricas cosquillitas pero aun negaba reconocerlo, fue en esto cuando recordó que no traía puesto calzones pues su vagina nuevamente estaba escurriendo, el gordo la tomó de las nalgas sintiendo la suavidad y dureza de cada una de ellas, enterrando sus grotescos dedos entre las suaves pieles de ella y dando un fuerte apretón jalándola hacia él, juntando ambos vientres en ese movimiento, ella dobló sus bracitos y emitió un leve quejido mientras el viejo ya lamia su cuello de manera asquerosamente morbosa.
Los bracitos de Margarita poco a poco se iban enrollando entre las grasosidades del viejo quien se mostraba orgulloso de que la nena estaba sucumbiendo pues podía sentir el tremendo calor que brotaba de su cuerpecito y que indicaba que en pocos minutos la tendría abierta de patas, además de que su exquisito vestido que en este momento portaba no hacía más que alterarle las hormonas hasta la depravación absoluta, comenzando con una serie de punteos en contra de la grácil anatomía de tan esplendida joven quien yacía aferrada del marrano con sus ojitos cerrados y suspirando tratando de sacar toda su calentura acumulada sutilmente para que el viejo no se diera cuenta, calentura que contrario a eso, se acumulaba más.
El vestido poco a poco comenzó a elevársele debido a la posición y a los cada vez más bravos apuntalamientos, el despreciable y ruin villano dejó de lamerla solo para dirigir su alcohólica boca hacia los frescos y carnosos labios de la nena, por un momento estuvieron luchando en un juego por demás erótico en donde la boca del marrano intentaba alcanzarla pero la de la jovencita se escabullía, el viejo para esto había levantado uno de los potentes muslos de ella y lo tenía aferrado con una de sus manazas recorriendo todo su candor de arriba a abajo y viceversa, ella en tanto se aferraba cada vez más a tan abundante humanidad, llena de llantas y tatuajes por doquier y con las tetas más caídas que se habían visto.
Por fin la boca del viejo logró atrapar a la de Margarita para ambos comenzar a realizar dentro de ellas excelsos y muy profesionales movimientos linguales en donde más que nada la del viejo se encargaba de abarcar todo el espacio de ambos, la nena podía sentir todo el aliento apestoso a cerveza y a comida de la calle muy encebollada pero esto no hacía más que acrecentar su mórbida calentura, incluso no se disgustó al retirar de las amarillentas piezas dentales de Pancho un pedazo de cilantro que por ahí se encontraba.
La nena comenzó a hacer lo propio y con suaves ondulaciones empezó a secundar al viejo en una simulación coital más que perfecta, la desnuda vagina de ella chocaba directamente con el pantalón de él sintiendo como su verga ya estaba en las condiciones ideales como para proporcionarle el placer que una hembra de su distinción se merece, estaba por dirigir una de sus delicadas manitas para ser ella misma la que desabrochara el pantalón de su amante cuando el viejo, ajeno a estos movimientos que le nena se concentraba en realizar, decidió por parar con el caliente faje pues su modesto celular lo alertó de lo tarde que se estaba haciendo, así que sin despedirse de la nena solo la separó de ella y salió por la puerta dejándola nuevamente encerrada y más caliente que antes.
La nena tremendamente agitada y completamente colorada solo veía como su macho dueño de esa potente protuberancia saliente de entre sus piernas se retiraba dejándola a medias, pero recomponiendo su cordura acomodaba su cabello y vestido para ponerse a limpiar el exceso de humedad de su brilloso sexo, si bien podría Margarita justificarse que la noche anterior había estado borracha y por eso se dejó llevar por la emoción, ahora que explicación podría darse ella misma viendo como en pleno uso de sus facultades mentales reaccionaba cachonda ante cualquier insinuación por parte de Pancho y más que nada haberse masturbado pensando en él.
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La jovencita Fuentes bailaba muy pegada con otra de sus coquetas amigas, en el lugar había una concentración muy grande de chiquillas de muy buen ver, excelsas, hermosas, todas unas diosas luciendo sus más inmorales vestimentas utilizadas para embobar a algún chiquillo afortunado dispuesto a llevarlas a la cama, chiquillos precisamente de la misma estirpe del que hace unos días Margarita se disponía a conquistar con un coqueto vestido blanco.
-no mames wey me uuurge un piquete- decía Daniel o Dan, el novio de Dulce, a uno de sus amigos, quienes recargados en la barra veían como sus novias movían el culo muy sensualmente, se abrazaban entre ellas a veces realizando poses meramente para parejas heterosexuales pero que realizadas en dos niñas tan sabrosas como ellas no hacían más que alterar hormonalmente a todos los ahí presentes.
-jaja, pues yo te lo doy- dijo el también agraciado compañero adornado en ropas como un verdadero retrasado pero con la seguridad que le daba su autoestima y las descarriadas chiquillas de que se veía como todo un artista pseudocantante.
-no chingues, en verdad wey que no sé qué voy a hacer si no consigo una ahorita, vale madre lo que me dijo Dulce yo quiero una- el joven ya desesperado por su buena dosis comenzaba a sudar y exaltarse, cosa que lo ponía violento.
-mira wey, ¿ves esto?, (el otro muchacho enseñaba unas pastillas), es para alocar a las chavas, la voy a usar con Cindy, tu deberías aprovechar con Dulce, aprovecha que sus jefes no están y porque no te la clavas en su casa we- dijo el otro joven, Dan observó como este otro jovencillo guardaba la bolsita dentro de su chaleco.
-no mames donde, donde conseguiste eso?- preguntó el apuesto jovencillo.
-ohh, por ahí,- respondió. –Cindy!!!- el muchachito gritaba a su novia, esta se separaba de su amiga Dulce quien seguía bailando ella sola mientras muchos no le quitaban la calorosa mirada de encima así como algunos celulares.
-que pasó amor- la nena llegaba donde su novio, recibía un vaso de whisky por parte de él sin saber lo que en realidad contenía, su novio veía muy risueño como la hueca chiquilla bebía hasta terminárselo.
Dan veía sorprendido como en pocos minutos esta parejita estaba en un semioscuro rincón comiéndose a besos y casi cogiendo con la ropa puesta, quiso poner a prueba eso que le dijo su amigo pero mientras se dirigía a este con la intención de pedirle una de esas mágicas pastillas fue accidentalmente tropezado por otro etílico chamaco, el muchacho se tomó a reto tal osadía y embravecido comenzó a tirar golpes por doquier sin impactar a su adversario, pero fue en uno de sus golpes que al no controlarse él mismo se dirigió colisionándose contra su inadvertido combatiente quien no se había percatado de nada hasta que sintió el empujón cayendo al suelo con todo y copa, ambos muchachos se levantaron solo para protagonizar una pelea alcanzando a deteriorar parte del inmueble del establecimiento hasta que fueron detenidos por personal calificado en este tipo de circunstancias.
La artística señorita pintada como toda una putilla se molestó, su novio le había prometido que sería una noche inolvidable, además le había asegurado que él no iba a tomar, no iba a drogarse y por supuesto no iba a pelear, así que el ver como su novio era dirigido junto con otro a responder por los daños se decepcionó y dio por terminada para ella la velada, además de que ella estaba un poco tomadilla y alguno de los empleados domésticos a su servicio viéndola llegar en tales condiciones le podrían contar a su madre quien la tenía extenuantemente cuidada para el futuro que le auguraba, ya habría tiempo para fiestas le decía ella.
Dulce buscó con la vista a sus demás compañeros pero no los halló, veía como un grupillo de hombres un poco mayores y con vestimentas extrañas adornados a mas no poder con cadenas y lujos estrafalarios, cinturones con hebillas grotescas y chistosos sombreros de los cuales asomaba una colorida pluma no dejaban de verla a ella y sus comestibles redondeces, así que optó por salir antes de que descubrieran que estaba sola, total que cerca estaba la carretera y podría pedir un taxi, era tarde pero confiaba con poder encontrar uno a estas horas, pudo haberse llevado el coche de su novio pero no contaba con las llaves y este no bajaba de donde lo llevaron, y no bajó por unos buenos minutos mientras ella muy nerviosa veía como uno de esos hombres, un negro, bailaba solo, pero con la reconocible mirada de que pensaba acercarse a ella.
La jovencita salía por la entrada principal, llevándose una buena cantidad de piropos por algunos muchachos que ahí se encontraban, caminó más deprisa pues uno se aventuró a seguirla unos metros pero gracias a ella eran jovencitos de su misma edad y se supone alguno de su mismo estatus social, así que ni eran muy leperos ni eran muy insistentes.
Pancho, quien había estado esperando algunas horas afuera alcanzó a divisar como la suerte estaba más que de su lado, el verla caminar sola y expectante para todos lados solo le indicaban lo desprotegida que se encontraba, era el momento para este gordo quien sin perder tiempo encendió su auto y se apresuró a alcanzarla, nunca pensó que la suerte y la casualidad fueran a convertirse en sus mejores amigas.
Dulce se detuvo y esperó unos minutos, siendo vigilada a lo lejos por el viejo, ella en tanto esperaba ver algún taxi pero para su suerte no fue así, aunque sin perder la esperanzas se dijo que posiblemente sea porque estaba alejada de la autopista, quizás si llegaba allá a lo mejor encontraría uno, era un verdadero manjar ver a esta voluptuosa nena vestida de esa manera caminar despacio por las oscuras calles de una ciudad insegura, el ruido de los tacones delataban la posición de la chiquilla al sonar con el concreto, fue el momento en que su mente le dictaminaba regresar a espera a su novio, “quizás ya salió” pensaba la futura modelo, pero ella había abandonado por decisión propia y era muy orgullosa para regresar derrotada, para ella no encontrar taxi seria la derrota.
Fue entonces cuando, mientras caminaba observó un viejo auto alcanzarle el paso, se asustó y apretó su andar pero le era imposible dejarlo atrás, apenas iba a gritar cuando en eso el viejo Pancho habló
-jovencita, no te parece muy tarde como para que una niña como tu ande sola, estas calles son muy inseguras, si me permites yo podría llevarte a tu casa- dijo el viejo mientras por su parte agarraba su astronómico paquete, estimulado ante la impactante visión de esta chiquilla sola, el escuchar como sus tacones resonaban y el verla vestida como esperando a algún cliente.
“estúpido viejo y que dijo, está ya se subió” –eso a usted no le incumbe señor, y por favor déjeme tranquila, aquí tengo mi cel y no dudaré en hablarle a la policía si usted no me deja en paz- dijo la nena deteniéndose en el acto, mostrando su lujoso celular al gordo mientras una de sus manos se apuñaba en su desnuda cintura pero a la vez inclinando ligeramente su cuerpo, dejando ver al gordo uno de sus hipnotizantes bamboleos de pechos.
El viejo en tanto recorría con una de sus manos su barbilla, había sido un monumental acontecimiento poder disfrutar por un momento de esos perfectos pechos, tan blancos y carnosos, se imaginaba lo rosado de los pezones y como estos debían de estar paraditos pues la noche estaba fresca, así que sin dejar que la nena avanzara continuo gruñendo.
-oye chiquilla, yo no te he faltado al respeto para que me contestes así, yo solo te ofrecía llevarte a tu casa o adelantarte por lo menos a que pasaras esos tipos que están allá enfrente y que parece ya te echaron el ojo- dijo el viejo encendiendo un cigarrillo.
-¿cuáles tipos?- preguntó la nena, detenidamente observó hacia la dirección que apuntó el gordo, ella, por ir pensando en sus cosas no advirtió la presencia de al parecer cinco sujetos recargados en una barda pero alejados aun como para poderla escuchar tanto a ella como a sus tacones, pero aun así el viejo no la convencía de subirse a su coche, y más por las fachas de vago con las que este contaba, con todo esto no pasaba ningún taxi por lo que decidió regresar con su novio para que este la llevara pero justo cuando había volteado a ver el camino por donde venía notó más presencia extrañas que se acercaban caminado en dirección a ella.
Estos traían un escándalo brutal, venían todos locos, por lo que asustaron a la chiquilla quien hasta esos momentos se daba cuenta de que estaba completamente indefensa, sola y en una de las calles más oscuras de la ciudad, en estos momentos la veía muy oscura.
-bueno yo ya me voy- dijo Pancho en un intento por presionar la decisión de la nena.
-noo!!, espere por favor, no quiero que me lleve a casa, puedo irme sola, pero por favor déjeme entrar a su auto en lo que pasan esos tipos de allá atrás, por favor solo entrar- dijo la nena escuchando como la marcha del casi destartalado coche de Pancho se había encendido.
El pervertido secuestrador se sentía como todo un robachico enseñándole una paleta a un niño, no cabía de gozo pero tuvo que guardar su estimulada verga la cual había sido masajeada todo este tiempo en que duró la plática aprovechando la oscuridad que lo favorecía, tanto que la nena ni siquiera alcanzó a contemplar muy bien lo feo de cara que era.
La jovencita observando que el viejo no tenía intención alguna por bajarse a abrirle la puerta se dignó a abrirla ella misma, ofreciendo en cada detalle cualquier cantidad de estéticos movimientos féminos como si estuviera en una pasarela, que igual a su caminar, eran perfectos, la jovencita entró por una de las puertas trasera, sentándose como toda una dama de sociedad, cruzando elegantemente las piernas y depositando sus manos en el lugar exacto donde se hacía un hueco que pudiera hacer evidente el color de su ropa interior.
Una vez dentro se dedicó a esperar que los tipos de atrás pasaran pero estos se habían detenido, estaban al parecer dialogando entre ellos y rebuznando cualquier cantidad de estupideces, aventaban botellas a donde sea exhibiendo su circo callejero, Pancho veía desde el retrovisor que la nena estaba asustada, era obvio pues a pesar de sus altanerías aún era una niña, pero se veía más maleada que la caliente Margarita, así que caballerosamente le ofreció un cigarro para calmar su temperamento.
-relájate chiquilla, en un momento se irán y podrás seguir tu camino-
-gracias- dijo la nena aceptando el cigarro y el fuego y poniéndose a fumar con mucha sutileza, una de sus manos echó para un solo lado el abundante y dorado cabello de la señorita modelo.
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Pero mientras el gordo esperó a que la nena saliera del antro, que pasaba en su cuarto que una joven cantinera se metía nuevamente a sus dominios…………..
-Mar, Maaaar- decía Silvia, había ido a verla con la excusa de volver a dejarle comida por órdenes de Pancho, con esto se quitaba a Lencha de encima.
Margarita yacía recostada y vestida exactamente como Pancho la había dejado, solo que ahora para cubrir su intimidad se había puesto una de las tangas que el viejo le había conseguido, o más bien unos pedazos de hilos que solo se cruzaban alrededor de sus caderas y entrepierna.
-amiga que pasó, viste a mi papá?, le diste la nota?- preguntaba la nena, pero Silvia primero decidió chulearla un poco por lo exclusiva que se veía.
-pero mira nada más que guapa jijijiji, como no te va a pagar Pancho así, pero ya……… a lo que vengo, Mar lamento decepcionarte pero no entregué la nota- dijo la otra chiquilla.
-pero como, Silvia tú me prometiste que- la chiquilla se molestaba, había pagado por eso y merecía una explicación lógica y creíble.
-si amiga, si fui, pero por más que toqué no salió nadie, (a partir de aquí la voz de Silvia se convirtió en un susurro) pero siento que hay algo raro en todo esto, pregunté a algunos vecinos y nadie me supo dar respuesta sobre tu papá, dicen que no lo han visto, además hay rumores en la cantina de que Pancho tiene a un hombre secuestrado en un edificio abandonado de Felipe, aquí a la vuelta, a media cuadra, pasando una llantera, no sé qué esté ocurriendo la verdad, nadie quiere dar más detalles- la ataviada Margarita escuchaba atenta.
-pero eso no es todo amiga, aquí va la parte fea, escuché a Lencha quejarse con Atilano (el viejo ayudante de Felipe quien le preparó a Margarita una bebida semenergética) que algo de llevarle de comer ya le estaba cansando a un tal papá de la zorrita esa, algo así escuché, te lo juro, ¿Desde cuándo Lencha es llevadora de comida?, ¿Por qué no envía a una de las chiquillas?, todo esto es muy raro, nada más que yo me hice la desentendida porque se dio cuenta de que yo andaba por ahí, la Lencha es mala, cuídate de ella, tiene toda la protección de Felipe y Felipe está hasta el cuello enredado con unos tipos que vienen cada mes, gente mala, amiga no será tu papá del que hablaba la bruja?- preguntaba la conmocionada Silvia.
-no, eso no es cierto, debiste de haber escuchado mal, ese hombre del que hablas posiblemente se trata de Gustavo, un viejo que secuestraron utilizándome como sebo- respondía Mar.
-ay amiga, la verdad no quise preguntar porque esas son cosas mayores, cosas donde ya no podría ayudarte, no sabes cuantas personas han matado últimamente por estos alrededores por andar de hocicones y preguntones, la verdad me da miedo, a veces quisiera irme pero a donde, y yo sola, si dicen que todo el país está igual- dijo Silvia.
-si amiga te entiendo, gracias-
-de que, si no te pude ayudar en nada- dijo Silvia enculillándose y recargándose en la pared de la casa, observando con sus negros ojitos como las estrellas adornaban el firmamento, cerrando muy bien sus también potentes muslos pues llevaba una faldita demasiado corta, de manera que Margarita perdía la visión de ella pero seguía escuchándola.
La mente de Mar reflexionaba, primero se preguntaba sobre su papá, posiblemente Silvia había ido cuando este se encontraba trabajando por lo que preguntó la hora y coincidió con su premisa, además su papá no era muy sociable con los vecinos, y por lo que respecta al hombre secuestrado estaba segura que se trataba de Gustavo, además no había lógica en lo que Silvia contaba, para que quería Pancho a su papá si ella ya había aceptado quedarse con ellos a cambio de dejar en paz a su progenitor, así que se resignó a pensar que la casualidad no le había favorecido en estos momentos.
-lo que si te traje son tus cosas, toma- dijo Silvia incorporándose, notando en Margarita ganas de llorar compadeciéndose de ella.
-que tienes amiga, no llores,-
-Silvia yo lo que quiero es salir de aquí, quiero irme a mi casa pero este…… gordo no me deja, bueno gracias como quiera, en verdad, te lo agradezco- dijo Mar volviéndose a acostar como toda una doncella que espera la llegada de su apuesto príncipe a rescatarla.
-espérame- Silvia desaparecía por un rato para después aparecer con una maceta y un cincel traídos de la bodega de Felipe a escondidas.
-toma, es lo mejor que te pude conseguir- dijo la joven cantinera, Margarita observó las herramientas y su carita se iluminó, con esto bien podría romper la puerta entera, con algo de trabajo pues era tan delicada que hasta le costaba levantar la bolsa donde venían dichos materiales.
-bueno yo me voy, no digas nada nadita, cuídate amiga- la cantinera se despedía.
-gracias amiga, tú también cuídate mucho-
Mar veía que era de noche, estaba oscuro y posiblemente el viejo regresaría pronto y podría encontrarla a ella ocasionando destrozos a su patrimonio y esto lo encabronaría sin duda alguna, así que la jovencita decidió por el momento esconder los utensilios en un lugar seguro y esperar a que amaneciera, la otra opción que rondaba la mente de tan apetecible ya mujer era que posiblemente el viejo regresaría muy tarde o con suerte no regresaría, quería huir pero aun recordaba los peligros que vagaban el barrio en las noches.
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Mientras tanto en el coche de Pancho…………
La nena ya se había terminado su cigarrillo pero los sujetos no se iban, veía desesperada como los minutos pasaban y la situación de estar en un auto todo oxidado y oliendo a mugre junto a un obeso desconocido con la cara del mismo diablo la tenían muy nerviosa, para colmo todo el asiento trasero del coche estaba en deplorables condiciones, el viejo notó la femenina incomodidad y le ofreció pasarse al asiento del copiloto, ella dudó un poco pero la aparición de una cucaracha sobre uno de sus bracitos la hicieron brincar y pegar un grito y sin darse cuenta ya estaba sentada al lado del gordo.
-señor por favor lléveme a mi casa,- dijo la chiquilla después de pasar por la inesperada escena, limpiándose su blanco bracito con un clínex mientras sus cabellos se le iban para adelante enseñando una apariencia muy llamativa.
El viejo lobo solo sonrió mientras encendía nuevamente el auto, pero antes de lograr esto hizo como que accidentalmente se le caía algo, dicho objeto cayó del lado de la principiante modelo quien educadamente comenzó con la realización de la búsqueda para dárselo al viejo pero justo cuando esta agachaba su azulada mirada fue asaltada por él, quien valiéndose de su fortaleza y de un trapo húmedo en cloroformo logró someter a tan encantadora fémina.
Pero que fácil había caído la nena, tantas veces en donde sus intentos fueron en vano y ahora cuando menos se lo esperaba estaba ahí, con el cuerpo de la inerte hembra acurrucado en su viejo auto, se la hubiera violado ahí mismo pero tenía otros planes y había muchos presentes.
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La encantadora Dulce se despertaba, después de haber estado acostada en un viejo sillón incorporaba su exquisito cuerpo para darse cuenta de que se encontraba en un lugar completamente desconocido, oscuro, muy sucio, y más se asustó cuando escuchó los chillidos de unas ratas que por ahí deambulaban, pero su temor fue mayor al contemplar a tres hombres exageradamente horribles parados al lado de ella y cada uno expresando una mirada y sonrisa casi satánica.
-quienes son ustedes??!!!- gritó la intimidada y joven promesa del modelaje al verse rodeada por tan desagradables sujetos.
-shhh, no grites ricura, solo queremos jugar un ratito contigo, se buena con nosotros y te prometemos que nada malo te va a pasar- dijo uno de los sujetos, la nena recordó entonces esa fea y cachetona cara, se trataba del gigantesco Pancho, volteo a ver a su segundo captor, un viejo feo y con una dentadura que sobresalía de su boca, dientes extremadamente chuecos y desnivelados, se trataba del anciano Felipe quien a sus casi 70 años aun tenia energías para coger, para su edad se notaba muy lleno de vitalidad, y por último un hombrecillo panzón y de cara alargada, el joven Lucio, joven comparándolo con estos otros dos antagonistas ya que su edad rasguñaba los 50.
La nena miraba con terror a estos pervertidos seres, quienes esperaban que la nena entrara en un ataque de pánico, suplicara por su seguridad o de plano intentara arremeter contra uno de ellos, pero ninguna de estas opciones ocurrió, la nena se tomó la situación de la manera menos pensada por este trio de malhechores.
-jaja…. Jajajaja…….. jajajajjajajajajajjajajaja- la jovencita Fuentes comenzó con un serio ataque pero de carcajadas para sorpresa de los tipejos quienes se veían extrañados el porqué de la reacción de la señorita.
-jajajajajajaja, esperen jajajaja, ya en serio, jajajaja, discúlpenme de verdad jaja, o sea, la verdad que que buena broma eh, miren hasta con disfraz de pordioseros y toda la cosa, y quien se supone que eres tu eh, cuasimodo?? jajajajja (decía la nena refiriéndose a Lucio), ya en serio amigos díganme, a donde está la cámara para sonreírle- la nena se ponía de pie en toda su perfecta y delineada carnación.
-te atreves a burlarte de nosotros perra estúpida- dijo el gordo y avanzó hacia la risueña chiquilla quien llevaba una de sus manitas a su carnosa boquita para disimular las ganas de seguir riendo, creía que el lenguaje soez era parte de la actuación.
-señor, no se haga, está más que obvio que esto se trata de una broma, o si no, no me explico que haría yo, Dulce Lissette Fuentes Ruvalcaba, heredera única de la fortuna Fuentes, una verdadera promesa del mundo del modelaje, o sea, cual Adriana Lima, cual Bar Rafaeli, yo!!!, Dulce Lissette, que haría en un lugar tan……. cochino como este y compartiendo el escenario con unos pordioseros como ustedes, o sea, sin ofender eh, es más tome, mi pañuelo, se lo obsequio, más adelante valdrá una fortuna- dijo la nena sin ofenderse por la forma vulgar de Pancho refiriéndose a su encantadora persona.
El viejo se encolerizó, como era posible que una muchachita se estuviera burlando de él tratándolo como un payaso, siendo él uno de los secuestradores más peligrosos y “buscados” por el Estado, así que sin más decidió dejar bien en claro la posición de ella.
-así que eres modelo chiquilla pendeja, más bien pareces actriz porno-
-sabias que el modelaje y la pornografía van de la mano?- dijo el marrano.
-a que se refiere?- preguntó la chiquilla.
-si pendeja, me refiero a que si no sabías que muchas modelos son también actrices pornos, de la misma manera muchas actrices pornos empezaron o siguen modelando-
-primero son edecanes en las empresas de sus papis, más tarde representantes de alguna marca de prestigio, se lanzan como modelos, después reciben una oferta para posar en alguna revista para caballeros primero de entretenimiento y luego nudista para posteriormente terminar haciéndole favores orales a patrocinadores para seguir en vigencia, y cuando ya pasaron sus añitos de inocencia debutan en alguna película porno de bajo presupuesto jejeje,- decía el pervertido sujeto, la nena escuchaba las parloteadas del viejo empezándose una discusión entre ellos.
-bueno, eso creo yo…… se da dependiendo de los gustos de cada una- decía la nerviosa chiquilla, se estaba empezando a inquietar pues veía la depravada mirada que el gordo le mandaba a cada curva que conformaba su cuerpo, como esa nariz de cerdo se expandía para llevarse hasta sus fosas nasales la mayor cantidad de perfume femenino y olor a mujer que de la nena se desprendía.
-nada pendeja, si te dedicas al modelaje llegará un momento en que tendrás que aflojar para que tu carrera suba, si no te estancas, pierdes terreno, te olvidan y terminas siendo desplazada por alguna de esas otras zorritas más jóvenes que vendrán detrás de ti, así es esto- Lucio escuchaba atento como el gordo croaba, pero a la vez no podía evitar recorrer de pies a cabeza la descomunal figura de la atractiva chiquilla, estaba tan caliente que ya comenzaba a masajearse su verga por encima de su pantalón, se decía que hoy volvería a probar carne tierna mientras le daba otro trago a su mula de caña y sonreía maliciosamente.
-eso no es cierto, hay muchas que……- apenas y la nena iba a mostrar su descontento cuando fue interrumpida por la superior y carrasqueña voz de Pancho.
-a mí no me rezongues!!!!, jejejeje, se nota que te hace falta mucha disciplina, y si no me crees lo que te digo porque no se lo preguntas a la puta de tu madre, ella cuando empezó a modelar tuvo que hacer ciertos favores a algunos productores para mantenerse vigente aun después de que te tuvo a ti, por lo visto no te dio pecho pues no se le han caído la chiches jejejejeje, no te dio pecho ti pero que tal a su representante- dictaminó el gordo, la nena se quedó sorprendida, al parecer estaba ante sujetos que la conocían a ella y a su familia.
-oiga y usted como sabe que mi mamá fue modelo?-
-jejeje, yo conozco mucha gente chiquilla……. Lo que yo te digo es cierto, así que porque mejor no empezamos para que te vayas acostumbrando al tipo de favores que a futuro tendrás que realizar, anda, ven, chúpamela, quizás y en una de esas tu carrera se desvíe a actriz de telenovela- decía el viejo mientras sacaba sus 22 centímetros de dura carne morena y recorrida por centenares de venas y arterias.
La nena al ver los vulgares comportamientos del viejo y que esto iba en serio decidió escapar, pero la única entrada y salida estaba justo detrás de estos animales, así que sin importarle nada trató de huir como si pudiera atravesarlos pero su cuerpecito chocó con la gruesa y grasosa mole de Pancho.
-a dónde vas putita?-
-iiiuuuu, viejo cochino suélteme está sudado, apesta!!- dijo la nena librándose de las garras de Pancho, retrocediendo un poco mandando manotazos.
-mi celular, mis cosas, dónde están?!!!!, dónde están???!!!!, auxilio!!!!!, auxilio!!!!!!, alguien que me ayude por favor!!!!!!!!!!!!!- gritaba la histérica nena, comenzó a temblar de todo su cuerpo, al parecer estaba entrando en un ataque de pánico, y como no, estaba a punto de ser violada y la habían despojado de sus posesiones de valor.
Pero pancho con toda la calma del mundo se acercó a ella y de una fuerte y sonora cachetada la hizo volver en sí.
-mira pendeja, puedes gritar todo lo que quieras que nadie te va a escuchar, pero eso sí, grita cuando no esté yo quieres, tengo mucho dolor de cabeza como para estar soportando tus berridos así que…….. Si en verdad aprecias esa carita de muñequita que tienes lo mejor será que te calles y seas obediente, entendiste?- dijo Pancho sacando una navaja y pasándola por el cuello de la mujercita, la nena al sentir el frio filo solo asintió con la cabeza, como por arte de magia sus lágrimas desaparecieron.
-sí, sí, pero por favor, por favor, no me haga nada, no me haga nada, mi familia tiene mucho dinero y puedo darles lo que quieran pero no me hagan nada- la nena hablaba demasiado rápido.
-shhhh, shhhhh, tranquila princesita, tranquila, nadie va a hacerte daño, lo único que tienes que hacer es chupar algunas vergas y dejar que estas te penetren hasta que se vacíen y ya, es más ni siquiera puede que seamos nosotros quienes te violemo…. Jejeje perdón juguemos contigo- dijo Pancho tallando los dorados cabellos de la casi modelo.
-ustedes no?, si ustedes no entonces quiénes???- preguntó la chiquilla.
-mira chiquilla, escucha bien, en este juego hay dos grupos, uno está conformado por nosotros tres y el otro son solo dos gentes, ahora sin ver al otro grupo tu tendrás que decidir, fíjate, hasta te estoy dando a escoger, tendrás que decidir quiénes serán los afortunados de iniciarte formalmente en el mundo del modelaje jejeje, recuerda nosotros somos tres, el otro grupo solo son dos personas- dijo Pancho, la nena podía aspirarle todo su apestoso aliento.
La nena se quedó aterrada, sería violada, de eso no había duda, utilizando al máximo sus conocimientos matemáticos dedujo que muy posiblemente sería más fácil contener a dos personas que a tres, ya que si Pitágoras y los deditos de su mano no le fallaban tres era un número mayor que dos, además veía a estos tres viejos extremadamente pervertidos y asquerosos, apestaban a sudor y estaban re feos, en especial el chaparro (Lucio) quien parecía el duende maldito, además ya de reojo había visto la verga de Pancho y estaba enorme, la partiría pensaba ella considerando la medida vergal de su apuesto y drogadicto novio, así que sin dudarlo escogió su decisión.
-el otro, si, el otro grupo- dijo la nena pensando que alguien más asqueroso que estos tres era imposible de encontrar, la nena no dimensionaba que estaba escogiendo a una pareja de hombres para que ¿la cogieran?, que desequilibrada está la juventud de hoy en día.
-segura chiquilla?, es tu decisión final?- preguntaba Pancho.
-sí, convencida, los otros dos, el otro grupo- decía la asustada chiquilla.
-qué pena, me hubiera gustado estar en el grupo ganador, Lucio!!, has pasar a los apuestos caballeros, ¡¡¡¡la reina ha escogido!!!!- ordenó Pancho.
La chiquilla veía con horror como por esa puerta entraban dos seres los cuales dudaba si estos podían calificar como humanos, se trataba de dos vagabundos que ya llevaban algunos meses deambulando por la zona, usaban ropas muy desgastadas y rotas, sucias, llegándose a ver como si estas fueran de color café o negro como tonos originales, uno de ellos era tan gordo y casi tan alto como Pancho, traía colgada una maleta en donde metía todas las latas y botellas que se encontraba y aplastaba en los basureros, usaba unos pantalones arremangados y unas chanclas de las cuales una ya estaba partida a la mitad, tenía una pata demasiado hinchada lo que hacía verlo caminar de manera dificultosa, chueca, hablando de su rostro era feo y no se podía distinguir cual era en realidad el color natural de su tez pues estaba cubierto por tanta mugre hasta el punto de parecer negro, con solo el desagradable olor de este sujeto la dulce fragancia femenina de la chiquilla se desvaneció, era tal el apeste que muy posiblemente cualquier animal doméstico hubiera huido de la zona despavorido, la razón de su olor se debía en mayor medida a que tomaba mucho y con frecuencia vomitaba en sus mismas ropas o limpiaba el vómito en su cuerpo con sus prendas, podía apreciarse algo parecido a camarones y papilla impregnadas en su extenso pecho, pero si este era asqueroso el siguiente estaba en otro nivel.
A diferencia del primero cuyo rostro aparentaba una edad de por lo menos unos 40 años, este segundo era un viejo, un anciano, traía en su cabeza un pasamontañas, barba ceniza y muy poblada, su rostro lleno de arrugas y verrugas, pero lo más espantoso era su boca, casi en su totalidad desprovista de dientes, solo se alcanzaban a visualizar cuatro piezas adornando su boca, de esta escurría baba y no solo eso, de sus fosas nasales escurría también una gran concentración de mucosa verde, este no era tan gordo, su cuerpo más bien tenía la forma de una pera, poco pecho y algo de panza, e igualmente vestido con ropas andrajosas y acompañado de un perro que no dejaba de ladrar, la razón por la que este otro viejo también apestaba era que venía cagado de sus pantalones, y una superpoblación de moscas tanto en sus nalgas como arriba de su cabeza adornaban a tan repulsivo sujeto.
-señor por favor creo que ha habido una confusión, permítame escoger otra vez quiere- la chiquilla se había echado para atrás al contemplar la inmunda atrocidad que le esperaba, hasta experimentaba un tip nervioso en su ojo izquierdo.
-nada chiquilla, tú escogiste, ahora cumple, bueno caballeros ustedes han sido los ganadores, ahora preséntese ante la señorita-
-la verga, yo vengo porque a mí me prometieron comida- dijo el más gordo.
-no seas pendejo Culandro, yo te decía que solo nos llamaron pa´ corretearnos con agua fría por lo de la otra vez- dijo el moquiento, aspirando su asquerosa mucosidad.
Don Culandro (el gordo) y Don Penesio (el anciano), no eran sus nombres reales pero así se hacían llamar y así les pusieron los vecinos, eran dos vagabundos que también tenían la maña de robar a quien vieran no pertenecía a los alrededores, acompañados de su fiel Rintintín, un aberrante y enorme perro negro sarnoso, pulgoso y rabioso, de raza desconocida o aun no clasificada, hasta por momentos se dudaba que eso en realidad fuera un perro.
-se equivocan caballeros, están ustedes aquí presentes para disfrutar de un dulce manjar, ven a esta niña, pues pueden hacerle lo que quieran, es una puta que hemos rentado para ustedes, como un obsequio por ser tan buenas personas y limpiar estas calles de toda la basura que arroja la gente, no se preocupen está domesticada, así que adelante, se vale meterle la verga, mamarle la panocha y vaciarse donde ustedes quieran y cualquier berrinche o negación por parte de esta francesilla pendeja se analizará para su respectivo castigo, así que adelante, sírvanse- invitaba el obeso de Pancho mientras él tomaba asiento en una silla ubicada enfrente del sillón donde esperaba la nena, ya Lucio y Felipe había tomado sus respectivos lugares.
-ohh, apoco es francesa?- preguntó Culandro.
-no, pero parece- dijo Pancho.
Los viejos errantes observaron detenidamente a la preciosidad ahí sentada, tenían mucho tiempo que no cogían, al menos Culandro, Penesio tenía mucha más experiencia en el ámbito sexual pero solo con perras pulguientas y así sin lavárselo guardaba su aparato entre sus pantalones cubierto por cualquier cantidad de extrañas fragancias y enemas caninos, ya que no había hembra humana en el mundo que quisiera tener un momento de lucidez con tan desagradable y cagado sujeto.
Por eso con el simple hecho de ver en primera fila a una perfecta ejemplar de hembra de su ahora sí misma especie no pudieron evitar experimentar una rara sensación en sus pantalones, algo entre sus piernas cobraba viva y se erigía poderosamente mientras iba casi desbaratando los trapos esos que ellos mismos llamaban pantalones así como desprendiéndose de costras de mugre que literalmente formaban una armadura que cubrían sus miembros y que se partían conforme las vergas resucitaban.
Los desagradables viejos se acercaban a la nena quien veía aterrada el aspecto visual y edades de los sujetos que disfrutarían de sus servicios, sus manitas comenzaron a sudar y su cuerpo se puso extremadamente tenso, cuando los viejos se sentaron junto de ella no pudo evitar expresar un gesto de vómito, y es que el olor era insoportable que hacia llorar sus ojitos, sintió como una de las tantas manos se posó sobre uno de sus pechos y comenzó a masajearlo, ella intentó retirarlo con su mano pero le fue inútil, otra mano había asaltado ese salvador bracito y de paso se lo había cubierto de suciedad, la futura modelo podía escuchar el zumbido que venía a partir del aleteo de todo el enjambre de moscas que revoloteaban para allá y para acá y que ya empezaban a pararse sobre su cuerpecito y friccionar sus patitas.
La cochina mano seguía masajeando ese perfecto, redondito y paradito seno mientras otra se posaba sobre la torneada y carnosa pierna de la fémina y principiaba un calloso recorrido hacia arriba dejando una impregnosa marca de suciedad y algunas flemas, Dulce sentía como ya eran tres manos las que tallaban su cuerpo, se preguntó por la cuarta, que estaría haciendo, así que desvió su azulada mirada para contemplar con terror como esta cuarta mano masturbaba una imponente verga, la verga de Don Culandro era enorme, gigantesca y muy gorda, de nada había servido que hubiera rechazado la de Pancho si esta estaba en igualdad de condiciones y longitudes.
-vamos zorra muéstranos tus chiches, anda!!- el pervertido de Penesio con todo y mocos en la cara y barba ordenaba, su aspecto era de lo más repugnante e intimidaba a la nena con solo saber que existía.
La nena conmocionada solo volteaba a ver al trio de depravados quienes bebían cerveza sentados como si estuvieran disfrutando de algún entretenimiento televisivo, pero a la vez veía una moruna en las manos de Felipe y recordaba sobre el supuesto castigo que tendrían sus negaciones, así que esperando unos minutos en donde disputaba sus sentimientos dentro de su avara cabecita llevó sus manitas atrás de su nuca, lentamente deshacía un nudo para de esta manera el sugerente escote fuera deslizándose hacia abajo hasta que aparecieron ante todos los presentes los carnosos pechos de la joven modelo, los cuales se mantenían exquisitamente levantados en una muestra por ofender o faltarle al respeto a la gobernante fuerza de gravedad.
A Lucio hasta le salió la cerveza por la nariz, nunca había contemplado en su vida unos senos desnudos tan perfectos, tallados por las mejores y más profesionales manos escultoras, lucían muy blanquitos, limpios, sin ninguna mancha o arruga o señal de flacidez, grano, verruga o algún vello o lunar que pudiera aparentar paño, adornados por un par de finos pezones y rodeados por unas hermosas y cautivantes aureolas rosadas y completamente erguidos ya que a raíz de que el escote fue retirado estos conservaban su misma posición en un afán por mentarle la madre a la poderosa fuerza de atracción; Pancho, al ver como esto empezaba a tomar formas decidió mandar a Lucio a cuidar la entrada del edificio por cualquier cosa que pudiera solicitársele tanto a él como a Felipe y de esta manera no subiera alguien más que pudiera interrumpirlos.
Lucio reclamó pues por nada del mundo quería perderse ese inigualable espectáculo tan insólito, y eso que apenas iba a sacarse la verga para masturbarla, pero fue silenciado por el portentoso sujeto.
-mira pequeña sabandija, está claro que no pueden ir ninguno de los invitados que en estos momentos disfrutan de la piruja esa, tampoco puede ir Felipe porque es el dueño del edificio y tiene ese derecho, así que solo quedamos tu y yo, dime, como podemos decidir quién de nosotros dos irá a cuidar y se perderá de este momento…………….. anda dime- dijo el descomunal sujeto levantándose de su asiento y sacando todo su pechaje, quitándose la camisa y mostrando cualquier cantidad de cicatrices y tatuajes, tantos que era casi imposible colocar uno más.
Lucio comprendió entonces que nada tenía que hacer allí, así que derrotado y humillado en cuanto a condiciones corporales salió cabizbajo por la puerta, maldiciendo al gordo y a su inferior genética corpórea.
La pornográfica escena se reanudó, como becerros ambos vagos se pegaron a cada uno de los senos, lambiéndolos, pasándoles sus asquerosas lenguas y de esta manera comenzar a impregnarlos con un maloliente brillo, mientras Culandro jugaba con su lengua revolviéndose en un pezón, Penesio con su babeante y chimuela boca succionaba el otro como si quisiera absorberle toda la carne que en él se encontraba, llegando a enterrar uno de sus venenosos dientes en esa suave y tersa piel.
La nena reaccionó con un grito e intento de evadir la horrenda cara, pero el solo ver al viejo le daba hasta asco tocarlo, le provocaba nauseas tocar esa cara incluso para retirarla mientras esto era aprovechado por el viejo para darse el mejor festín de su vida y devorar chiche como si esto fuera la única y exclusiva razón por la cual fue enviado a este mundo, estaba tan concentrado que ya comenzaba a ejercer movimientos representativos del acto carnal, impulsaba su pelvis y esta comenzaba a friccionar su babeante instrumento en las tremendas caderas de la joven hembra.
Ella se incomodó y alejó su cuerpo del desalmado y caliente viejo que se restregaba en su escultural figura próxima Miss México pero este movimiento solo hizo que se acercara al otro sudado sujeto que ya, junto con su compañero, habían agriado el ambiente con olores propios de las trocadas y zurradas provenientes de ambos.
-noo!!!, basta, esto es demasiado!!!- la nena se incorporaba ante el asombro de los presentes.
-que pasa puerca, apenas y te iba a dar un besito jejejeje- dijo Culandro.
-no puedo, por favor, esto es tan asqueroso, ustedes realmente apestan, moriré si respiro otros segundos más su hedor- decía la joven mientras tapaba con sus manitas sus babeados senos.
-por favor señor, no habrá otra forma de arreglar esto- decía la nena dirigiéndose a Pancho pero la verdad es que, ¿Qué era lo que la nena quería arreglar?, no les debía dinero, no estaba involucrada en nada, su único “pecado” se podría decir era haber salido tan buena, sentirse superior a los demás y haber caído en las malvadas garras de Pancho.
-así que nos dices apestosos, nosotros no tenemos la culpa de no ser finos como tú y poder bañarnos todos los días, si yo tuviera agua me bañaría, así que ven y siéntate con nosotros o si no Rintintín te enseñara a respetarnos- dijo el panzón de Penesio, mientras el amarrado Rintintín comenzaba a ladrar como el mismísimo Cerbero, tiraba de su cadena intentando liberarse llegando a mover el pesado mueble de donde yacía aprisionado.
-que te sientees!!!!!!!!- Culandro jaló a la desescotada nena de una de sus manitas y fue a caer nuevamente en medio de ellos.
-ahora vamos a darnos unos buenos besitos entendiste, y si me muerdes la lengua te suelto al Rintintín, que mira que él también tiene un tiempo que no ha probado hembra jejejeje- la nena era amenazada por el putrefacto de Penesio, quien se quitaba su camisa para estar parejo con Dulce.
La nena al escuchar esta aberrante amenaza se puso fría de todo su cuerpo, llegándose a ver hasta azul de su carita, y es que el simple hecho de pensar que la echarían a coger con ese perrote le ocasionaba un trastorno muy fuerte que quizás ni el mejor psicólogo con sus terapias propias podrían aliviar, el perro en cambio también tenía su roja verga bien parada, al parecer hasta él disfrutaba del momento.
El viejo Penesio dejaba contemplar a su preciosa amante una figura fofa, el viejo era moreno de la cara y brazos pero al liberarse de su atuendo dejó ver que de su cuerpo era más claro, en la parte que era cubierta por su trapo, un abundante bosque selvático adornaba solo en medio de sus pechos y una caída y arrugada panza bajaba hasta tapar el mecate que servía como cinturón de su pantalón, así fue como comenzó un forcejeo entre este viejo y Dulcecita pues él quería meterle su sucia lengua en su boca y ella por razones obvias lo impedía, mientras Culandro se dedicaba a lamer a la nena de sus magistrales pantorrillas; Dulce no era una modelo delgada, era más bien de esas modelos vulgarmente voluptuosas y cuyo cuerpo o mejor dicho caderas hacían estirar esa pequeña falda hasta el desgarro, notándose perfectamente donde acababan las nalgas y donde comenzaban las piernas.
-nooo, suélteme malditoo- la nena se resistía, pero vanos fueron sus intentos pues en poco tiempo el asqueroso de Penesio metió hasta dentro su por demás repulsiva y vomitoria lengua y comenzó con un remolinesco movimiento acaparando toda la fresca extensión bucal que pudiera conquistar de la señorita.
Ella tosía pues sentía su boquita llenarse de babas, las cuales comenzaban a escurrir por las barbillas de ambos amantes, desesperada luchaba ante la aberrante situación pues sumada al hedor le estaba resultando psicológicamente traumante, su boquita pronto se volvió a llenar de saliva pero ahora no podía escupirla pues los labios del viejo formaban un sucio tapón en sus rojos labios de actriz porno así que por reflejo no le quedó otra que mover su lengua, que más que para lograr algo era más que nada para estar en movimiento pues Culandro ya le había sujetado de las piernas, la lengua de Dulce se encontró con los pocos sobrevivientes dentales del pervertido, eran más grande de lo normal y pudo sentir como en cada roce de su órgano lingual se desprendía una rara concentración de algo por parte de estos.
En poco tiempo se comenzó a escuchar un desquiciante sonido húmedo, proveniente del constante choque de ambas lenguas cortejándose, que solo puso bien duros tanto a Felipe como a Pancho al imaginarse la fuente que producía dicho sonido, para esto el viejo Penesio con una de sus manos había aferrado la barbilla de la nena para de esta manera poder darle sus mejores y más obscenos besos de lengua, la nena mantenía un rostro entre asustado y asqueado pues era heroico estar soportando a ese viejo que muchas veces fue corrido de la cantina por andar faltándole al respeto a las empleadas de Felipe, la falda de la nena se había levantado hasta casi la mitad de su ejercitado trasero y dejaba ver los blancos y apretados calzones de la chiquilla formados por finos encajes en los laterales, Pancho y Felipe no daban crédito a lo que su cerebro procesaba mediante sus calientes miradas y empalmados masturbaban sus grotescas vergas listas para entrar en acción.
Culandro al ver la infernal imagen de esos blancos calzones apretarse exageradamente en ese ejemplo de culo bien hecho comenzó a realizar movimientos perrunos, rozando su monstruosidad entre las carnosas nalgas de dulce quien podía sentirla aun sabiendo que esta volvieron a refugiarse entre los pantalones del tipejo, de repente sintió como algo húmedo había chocado con su espalda, Culandro había arrojado un cuantioso y pegajoso escupitajo en ella y esta asquerosa secreción venia resbalando por toda la zanja y algunos músculos que se marcaban ligeramente en la femenina espalda de la joven edecán.
-no, no haga eso- decía la chiquilla quien para hablar tuvo que liberarse de la sucia boca de Penesio, pero este otro depravado volvió a llevar su boca hasta esos tentadores labios para volver a fundirse en un malsano beso de lengua, la nena poco a poco se iba sonrojando de su carita pero más que por sentir bonito era por la situación de alcanzar a observar a los otros dos viejos masturbarse con la visión de su cuerpo, llegándose a sentir como una especie de instrumento exclusivo para disfrute de machos, que ha decir verdad, eso es lo que representa esta nena en las pasarelas pero visto desde un punto más maquillado.
De repente la nena mordió el labio de su improvisado amante, este se emputó y le pegó una cachetada por tremenda osadía, Dulce no lo había hecho por asco, no fue esa su intención, fue porque Culandro había hecho a un lado su calzón, se había ensalivado dos de sus dedos todo con la finalidad de lubricar a la cálida chiquilla y había comenzado con un morboso refrego sobre su conchita, pero el viejo se llevó la sorpresa de que la nena estaba mojadita, su sexo se sentía calientito, así que continuo pues la experiencia para él era enloquecedora, ya ni recordaba cómo es que se sentía un sexo femenino en proceso de lubricación y este además estaba ausente de cualquier vellosidad por lo que su piel era tan suave casi comparado como acariciar un durazno.
-zorra hija e puta, me vuelves a morder y te muelo a golpes entendites- dijo el satanizado viejo mientras desabrochaba su mecate.
-ora si vas a ver hija e puerca, esta me la pagas- decía el dañado sujeto.
El viejo bajó sus sucios pantalones dejando ante la mirada atónita de Dulce su verga de 23 centímetros, morada tirándole a negra de su glande, lucia tremendamente brillosa, de su punta colgaba un hilo de una rara sustancia parecida o de consistencia similar a la clara de un huevo, su glande apestaba a verga no lavada en meses, estaba atascada de suciedad, era posible visualizar tremendos restos de cosas blancas y algunas amarillentas que muy posiblemente habrían sido blancas con anterioridad pero ahora estaban añejadas.
-no por favor eso no- dijo Dulce pues sabia las claras y maquiavélicas intenciones del dueño de sus besos, Penesio la iba a poner a mamarle la verga.
Pero la esculpida nena pronto se sintió desprendida de otra de sus ropas, y es que el bribón de Culandro había tomado sus finos calzones de cada uno de sus laterales y aprovechando que la nena se distrajo reverenciando la amenazante verga jaló la ajustada ropa interior de ella sacándosela por completo, ni siquiera le dio tiempo a esta chiquilla de cerrar sus muslos, cuando sintió ya enseñaba a este otro vago su cajeta completamente desprotegida.
El chueco Culandro tomó los calzones de la nena y los enseñó levantando la mano, como si este hubiera sacado de la piedra encantada a la mismísima Excalibur, y emitió un grito vencedor, pero Penesio quiso reclamar para sí tan anhelado trofeo, así que comenzó una serie de fuertes jaloneos por parte de los viejos peleándose por las pantaletas de la fémina y es que cada uno quería ser el primero en aspirar la caliente y lubricada esencia de hembra humana.
Era tal su desesperada contienda que ya habían roto la suave prenda de uno de sus elásticos, Dulce por lo tanto seguía en medio de estos dos animales, había adoptado una postura casi de perrito pues una de sus piernas se apoyaba del suelo, de esta manera podía sentir empellones en su culo por parte de Culandro en su riña, mientras la verga de Penesio al estar parada chocaba, punteaba y cacheteaba su carita debido a los bruscos movimientos del vejestorio, la nena no se daba cuenta que su hermoso rostro digno de aparecer en las portadas de las más reconocidas revistas estaba siendo embarrado por muchos de esos sedimentos blanco-amarillentos que escurrían de la verga de Penesio.
Fue en esta competición por conocer quién sería el ganador en donde ambos viejos totalmente desesperados jalaron la prenda y esta se estiró tanto del otro de sus elásticos que salió disparada de las manos de ambos, los viejos veían como esta deliciosa prenda casi en cámara lenta llegaba hasta los territorios de Rintintín, rápidamente el perro le puso una de sus patas encima y comenzó a olfatearla por un buen rato, con su espumoso hocico mordía y estira dicha prenda, jalándola y sacudiéndola como si hubiera atrapado algún tlacuache y sin más comenzó a masticarla mientras gruñía y enseñaba sus fieros colmillos ante la intención de alguno de los presentes por quitársela de sus fauces.
La señorita Fuentes, ahora solo vestida con sus tacones y su falda, aprovechó la distracción de los viejos para escurrirse como alimaña bajándose del sillón pero sus movimientos fueron advertidos por Culandro quien fue a su captura, agarrándola de los pelos casi queriéndole arrancar el cuero cabelludo.
-a donde hija de puta!!!!!!!, pendeja zorra creites que te nos ibas a escapar!!!- dijo el viejo mientras empezaba a jalarla como cual trapo viejo o jerga para trapear el piso hasta llevarla de nueva cuenta al viejo sillón nido de tarántulas.
-por favor suélteme, me duele- la nena solo pataleaba y aferraba sus delicadas manitas de princesa en contra del gordo brazo del recolector de botellas, una vez en el sillón el gordo Culandro sentenció.
-ahora pedazo de perra, me vas a dar las más sabrosas de tus mamadas o de lo contrario te echo a Rintintín pa´ que te coja, entenditeeessss!!!!!- rugió el depravado Culandro quien la miraba con sus ojos completamente sulfurados mientras la nena lo miraba con su carita de niña asustada y ojos vidriosos, temblando ante su visible inferioridad.
Mientras Culandro se iba desvistiendo la nena observaba como Penesio, con verga de fuera, se sentaba al lado suyo mirándola de manera retorcida, sonriéndole y enseñándole sus podridos dientes y como a partir de su sonrisa se escapó una putrefacta esencia que le llegó hasta su pequeña naricita. La nena apartó su mirada de tan horroroso sujeto solo para darse cuenta de que Culandro ya estaba listo, su ruda verga de 22 centímetros y apestando a rayos apuntaba directo a su boquita, esa boquita que tantos muchachos admiraban, que muchos llegaron a imaginarse pegada entre sus labios, intentado prefigurar el sabor de sus besos y que ahora dicha boquita sería mancillada por una verga que, para que describirla, si el lector ya anticipará las sépticas condiciones en que se encontraba.
-chúpamela perra, anda, chúpamelaaaaa!!!!!- decía el exasperado gordo ligeramente inclinado hacia un costado debido a su rara malformación en una de sus extremidades inferiores.
Dulce se resistía a realizar tan desatornillada labor, esto no era para nada estimulante ni gratificante, su panocha estaba mojadita pero era porque de por si siempre se humedecía debido a una extraña anomalía en cuanto a su lubricación, no porque estuviera excitada, la chamaca al ver como el viejo levantaba uno de sus brazos para darle una cachetada solo atinó a alegar.
-no espere, está bien, ya se la chuparé, pero por favor no me pegue-
-pues qué esperas!!, anda!!!, o te echo a Rintintín!!!!- el perro no dejaba de ladrar en cada momento en que era mencionado, como si también estuviera pidiendo su parte.
La nena tímidamente abrió su boquita, pero no llegó a engullir tan fétido aparato, retrocedió, volvió a abrirla pero de igual manera se echó para atrás, estuvo así otras cuatro ocasiones, en donde solo abría su boquita, que lo único que hicieron fueron impacientar al viejo Culandro, este tipejo al ver que la nena estaba de zorra calienta vergas decidió tomar cartas en el asunto, así que con un fuerte envión que tomó a Dulce por sorpresa mientras ella abría otra vez su boca, logró meterle más de tres cuartas partes de su cochambroso miembro hasta casi tocarle la campanilla.
Dulce peló los ojos pues el viejo prácticamente la había desvirgado de la boca, la entrada fue violenta, de no ser porque su verga se dobló hacia la garganta esta le hubiera salido por la nuca, Culandro la tomó ferozmente de su cabecita y comenzó a descargar todos sus años de sequía sexual en contra de la boquita de la joven modelo, los brutales azotes que el viejo proporcionaba a su bella sometida eran perturbantes, para poder tener mejor acomodo y de esta manera sus embestidas fueran más potentes apoyó uno de sus pies sobre el sillón dejando la pata mala apoyándose del suelo, para así continuar con su barbarie.
La pobre y malaventurada niña solo se limitaba a recibir las tremendas embestidas, sus modestos ojos azules apenas y podían apreciarse pues cada empellón los obligaba a cerrarlos, la nena solo podía abrirlos para contemplar como la grotesca panza del viejo se dirigía velozmente hasta su carita al punto de chocar con ella, sintiendo como esa grasosa bola de pelos raspaba su cuidado cutis, sintiendo como algo verdaderamente grueso hacia expandir su conducto esofágico, la nena comenzaba a experimentar una apresurada inundación producto del estanque salival que se estaba formando dentro de su boquita y que comenzaba a derramarse en forma de densas y enormes gotas de babas que caían hasta el precipicio.
-gluuppp!!!, ahhhgggggg!!!!,- la nena se ahogaba ante tales fieros movimientos sumados a la desmesurada medida vergal que se enterraba hasta lo más profundo de su garganta, cosa que la estaba haciendo casi desfallecerse.
El poseído sujeto estaba en un sueño epopéyico al estarse cogiendo la boquita de tan agraciada chiquilla, sus poderosas irrupciones hacían vibrar todo el potente cuerpo de la joven hembra, sus cabellos, sus manos, su cabecita, y más notoriamente sus senos eran sacudidos ante las salvajes acometidas de un hombre en completo estado de abandono racional, el anciano de Penesio no quiso quedarse sin su parte así que incorporándose hizo a un lado a su desnivelado amigo, si bien Culandro era gordo y este otro era un abuelo panzón, se podría decir que el nivel de fortaleza entre ambas bestias era similar.
Cuando Culandro sacó su barreno de esa boquita se impidió que Dulce pudiera cerrar su boca, ya que al contrario, su boquita quedó despilfarrando saliva y completamente abierta como si estuviera esperando que la verga que la mancilló se alojara nuevamente, en su interior podía verse su lengua revolviéndose entre las mezclas de babas y líquidos aceitosos, una gran cantidad de pelusas y residuos yacían naufragando entre dicho océano viscoso y muchos de estos desperdicios caían por efecto de catarata que adquiría la saliva una vez que llegaba al final de los labios de la nena.
El viejo Penesio se acercó a divisar tal hecho, o al menos esto se pensaba cuando acercó su feo rostro a la boquita de Dulce, pero lo que hizo este depravado enfermo fue mandarse uno de sus mejores y más potentes escupitajos el cual entró limpio dentro de la cavidad bucal de la edecán, la nena estaba tan desconcertada que no atinó a mostrar signos de repugnancia, se quedó toda selemba hasta que la nueva y aún más pestilente verga se alojó entre sus labios.
De esta manera el puerco anciano empezó de igual forma a masacrar la dulce boquita de la muchachita, sus manitas no luchaban, solo se mantenían asentadas en las piernas de su verdugo, hubo un momento en que Dulce sintió como algo muy pesado había caído en su pelo y bajaba a velocidades contantes por su frente y nariz, al principio se creyó que era baba del viejo lo que venía bajando debido a su emoción de meter esa verga (que por cierto era la verga que penetraba perras y recién no tiene mucho había penetrado a una) pero cuando a la acaudalada chiquilla se le ocurrió mirar hacia arriba para comprobar su teoría se dio cuenta de que se trataba de otro tipo de líquidos, una enorme cantidad de mucosa verdosa se había desprendido de la nariz del chimuelo y venia corriendo hacia abajo, la nena sentía como esta asquerosidad poco a poco se acercaba a su pulcra boquita pero cuando estaba analizando esta situación esa patógena sustancia ya se había fusionado con las babas que batían dentro de su boca, la verdosa esencia dejó en todo su recorrido un rastro similar al que dejan las babosas cuando se arrastran.
Por un extraño instinto de supervivencia o de defensa la adinerada modelo cerró sus labios, apretándolos contra la sucia herramienta, todo esto quizás en un intento por evitar que entrara más de esa mezcla proveniente de la nariz del viejo, ya que de sus fosas nasales se advertía un segundo e igualmente cargado desprendimiento, pero esta acción fue muy bien aceptada por parte del viejo, ya que sentía extremadamente delicioso que su verga entrara y saliera mientras era friccionada por los carnosos labios de Dulce, los cuales habían perdido toda prueba de su brillo labial, por el contrario habían adoptado una capa blancuzca, formada a partir del atoro de los desechos espermáticos que formaban el antihigiénico sedimento.
El viejo loco reclamaba y reconocía esa boca como suya y en un intento por completa colonización apretó con una fuerza demoledora la carita de Dulce contra su barriga peluda, la nena en un acto reflejo quitó sus manitas de las piernas del viejo para subirlas aún más llegando hasta las peludas y planas nalgas del sujeto pero sintiendo una rara consistencia amasada, espesa, impregnada en el trasero de Penesio ahora adhiriéndose en sus deditos, la pobre chiquilla no sabía que el anciano venía zurrado.
Pero Culandro quiso tener aún más de esa boquita de diosa y no estimando que la boca de dulce estaba albergando la descomunal barra de Penesio metió a marchas forzadas su desmedida vaina, con mucho esfuerzo el trozo de Culandro se iba abriendo paso entre los apretados labios de la nena los cuales se negaban a recibir dos vergas al mismo tiempo, posiblemente no le cabrían debido al inimaginable grosor de ambas, pero con mucho esfuerzo el gordo logró su cometido otorgándole a Dulce un agudo dolor en su mandíbula casi al grado de llegar a la dislocación, la nena ahora daba asilo a dos terribles y muy apestosas vergas que la ultrajaban a partir de severas estocadas proporcionadas de manera humillante y sincronizada, ahora la moquienta era ella pues de sus fosas nasales escurría este tipo de secreción.
Varios minutos más pasaron para que los viejos pordioseros pudieran estar fuera de la boquita de Dulce, la vejada chiquilla yacía sentada en el sillón con su mirada perdida, de sus labios se apreciaba que mucha saliva fue expulsada, de sus ojos bajaban muchas líneas negras debido a su rímel corrido, su cabello estaba más que alborotado pareciendo una peluca mal puesta, sus chiches al aire y sus piernas muy bien cerradas mientras aún conservaba tanto su falda como sus tacones, de la joven modelo de hace unas horas solo quedaba el potente cuerpo, mientras tanto los viejos estaban parados frente a ella, ya desnudos, con las piernas de ambos cascorvas, sus vergas señalando a la niña y cubiertas por una gruesa capa de saliva en donde varios colgajos de la misma formaban algo similar a estalactitas cavernarias
-bueno pues quien va primero- preguntó Culandro refiriéndose a la penetración vaginal.
-yo, yo iré, apártate gordo- Penesio se le adelantó, el viejo solo se mantenía vestido con su gorro pasamontañas.
Cuando la nena vio que uno de los viejos se acercaba nuevamente se dio a patalear y suplicar misericordia como si fuera el mismo Dios el que estuviera presente, pero el viejo poco le importaba, según ellos esta era una puta alquilada y se les había pedido una cooperación para su participación, dicha cooperación no era nada en comparación a lo que pedían las prostitutas gordas de allá afuera y con el rendimiento de que esta puta estaba mucho mejor que cualquiera de esas que cobraban exorbitantes cantidades por mercancía mallugada y agujeros en pésimas condiciones, sin mencionar lo viejas, gordas y feas.
El anciano mandó una de sus más fieras cachetadas para asosiegar a la nena, aprovechó el momento de desconcierto que en ella había causado el golpe para despojarla de su falda de la manera más bruta, colocó su mórbido cuerpo entre las esculpidas piernas de la modelo, acomodó su babeado instrumento en la entrada de la conchita de ella y sin más se dignó a mandarse el primer empujón, al parecer el viejo tendría un privilegio mayúsculo, que nadie sabía, de lo contrario el mismo Pancho hubiera reclamado para si ese derecho, y esto se constataba en la estoica defensa que la panocha de la nena estaba realizando en contra de tan nauseabunda verga.
-jejejeje, según tu muy vergas Penesio, y no puedes metérsela a esa putilla- decía en forma de burla Culandro.
-es que esta perra está bien apretujada, mi verga ni va a cabeeeeerrrrr!!!!!!- bramó el viejo al sentir como su glande empezaba a resbalar hacia adentro, al parecer los vaginales labios de la nena empezaban a sucumbir.
Por un rato el viejo Penesio estuvo en su faena penetrante, comenzó a sudar cantidades industriales y estas bañaban el cuerpo de la también sudada Dulce quien se aferró del viejo mientras su carita mostraba que efectivamente la verga hacia su entrada trigarante, hubo un momento en que la ya también mugrosa Dulce expresó un rostro de espanto, la pestilente verga de Penesio había entrado en toda su dimensión.
Felipe y Pancho, y más que nada Culandro, quedaron como unos pendejos al escuchar la escandalosa noticia que de los labios del viejo barbón se parloteaba como si se hubiese hecho el más grande descubrimiento científico, y es que lo que a continuación relató el anciano moquiento era algo que rebasaba todas las expectativas lógicas de la libertina chiquilla considerando precisamente eso, su libertinaje.
-jejejejejejejeje, jejejejejejejejejej, jejejejejejejejejejeje- primero una risa macabra proveniente del más bajo nivel del inframundo se escuchó pero después vociferar a todo pulmón lo virginal de la nena.
-es virgen (en voz baja), es virgen (un poco más fuerte), esta zorra era virgeeeeeennnn!!!!!!!! (Berrido)-
-esta zorra era virgen jajajajajaj!!!!!!!, y yo fui el primero!!!!!!!!!!- gritaba Penesio con lágrimas de felicidad en sus ojos.
Ninguno de los ahí presentes creían tan presumida afirmación así que sin más se acercaron para constatar lo dicho por el panzón anciano, a medida que se acercaban podían apreciar como efectivamente el viejo aun clavado pero mostrando parte de su aparato ensangrentado tenía razón, decía la verdad, ¿pero cómo si todos creían que Dulce era una zorrita que asistía a antros y fiestas?, la apenada y ruborizada Dulce mantenía sus dos puños cerca de su carita y pensaba en esa vez que su novio según la había desvirgado pero que ocasionó una fuerte pelea puesto que Dulce no sangró, llevando a esta pareja al borde de la separación debido a que el macho de Dulce desconocía que muchas veces una hembra no sangra en su primera vez, o quizás su arma era muy pequeña y no alcanzó a ocasionar tal daño.
El tener sus manitas tan cerca de su cara llevaron a Dulce a aspirar una rara y fétida fragancia, volteó a ver de qué se trataba comprobando que había mierda en sus deditos, “iiiiiuuuuuuu que asco, maldito viejo asqueroso” pensó y rápidamente los talló en el viejo sillón como si quisiera desprenderse de su misma piel.
Aun así Dulce sentía dolor, y más lo sintió cuando el viejo Penesio comenzó a embestirla, una fuerte punzada nacía en su vagina en cada uno de sus vulgares empalamientos y se extendía como si recorriera un gran nervio por todo su vientre, senos y así hasta llegar a su cabeza y manifestarse en forma de punzada, en pocas palabras, un doloroso camino que la surcaba a la mitad de su cuerpo, algo que la partía por dentro.
Y así con estos tres envidiosos viejos observando la penetraciones tan cerca que podían sentir el olor de la sangre virgen emanando de esa rajita es como continuaron una serie de desconsideradas y salvajes picadas de verga en contra de la suave y delicada vagina de Dulce, pero esto no solo era observado por Culandro, Pancho y Felipe, el cuarto donde se encontraban estaba cerrado con una pesada puerta metálica pero cerca de ella había un orificio lo suficientemente grande como para que un ojo humano pudiera evidenciar toda la pervertida escena, y esto era lo que precisamente estaba aconteciendo, había otra persona observándolo todo.
Pancho y Felipe regresaron a su posición, decepcionados, enojados y vencidos.
-puta verga Pancho para que vergas invitaste a estos pendejos, mira que desvirgar a Dulce no chingues-
-yo que vergas iba a saber, esa chiquilla se veía tan puta que yo pensé que ya le habían dado hasta por las narices- alegaba Pancho.
Mientras tanto Penesio seguía taladrando a la pobre y maltratada Dulce quien ya abandonada de toda esperanza se dedicaba a que todo pasara de la manera más rápida, recibía verga por su papaya por parte de este animal sintiendo como sus paredes vaginales se abrían forzadamente para recibirlo, por lo tanto la sangre se iba mezclando con los caldos lubricantes que escurrían bajando por las nalgas de la nena, el viejo tomaba dichas posaderas y las levantaba para tener mejor embiste, ahora si Dulce sentía todos los centímetros vergales en su acalorada y ensangrentada vagina.
Por acción natural el clítoris de la nena empezó a drenarse de sangre y de esta manera aumentó en tamaño y sensibilidad, los movimientos del viejo a pesar de ser inhumanos llegaban hasta tal lugar, llenando de extrañas sensaciones a la nena nunca sentidas con anterioridad cuando con su novio, dicha percepción estaba empezando a aumentar la temperatura en una nena que se negaba a aceptar que se estaba calentando, no por cómo era sometida, pero si en respuesta a una reacción natural por parte de su cuerpo debido a estar expuesta a los placenteros roces que la verga del viejo mantenía cerca de su clítoris.
-nooo, pare por favor- solicitaba la afamada edecán pues experimentaba algo inusual formándose en su vientre.
El viejo no hacía caso, solo estaba ahí embistiendo a la nena, con su horrible rostro sudado y regurgitando palabras obscenas en contra de la rubia chiquilla que tenía debajo, la cual yacía ahora patiabierta, con sus muslos bien expuestos en donde acoplaba como mandado a hacer el cuerpo del anciano, la nena aún conservaba sus tacones, única pernada que la acompañaba puesto que había sido despojada hasta de sus finos aretes, pulseras, cadenas y esclavas de oro por Pancho y Felipe cuando ella llegó aquí.
Pero las blasfemas palabras no era lo único que soltaba el viejo, además de sudor el viejo volvía a soltar una cuantiosa cantidad de mocos los cuales caían hasta el bello rostro de la chamacona llenándoselo por completo, quedando casi irreconocible, pero el viejo ajeno a este asco llevó su viciosa lengua hasta la boquita de la nena aprovechando que esta la tenía abierta y comenzó con una aguerrida lucha lingual en donde la perdedora siempre era la boquita de Dulcecita.
La aristócrata chiquilla sentía eso caliente formándose en su vientre casi de fuera, era una sensación rara y nunca antes experimentada por ella, sus vanos conocimientos la llevaron a deducir que se estaba meando y que si no hacía algo por impedir las penetraciones terminaría haciéndose, esto sería muy vergonzoso para ella pues todos la verían y se burlarían, así que empezó con sus manitas a querer librase de tan desagradable sujeto.
Pero este no cesaba, parecía no cansarse, ya llevaban un buen rato cogiéndosela y este viejo no bajaba su velocidad, al contrario la había aumentado pues el bollo de Dulce había aceptado el cortejo vergal de Penesio, de repente la joven se tensó de todo su cuerpecito, arqueó un poco su espalda exhibiendo toda la potencia y uniformidad de sus pechos, sintió como su vagina se cerraba dejando atrapada la verga del viejo ahí adentro para después destensarse y soltar una importante cantidad de líquido por su conchita.
-ayyy no, me meo!!- gritó la nena pero fue corregida por su mancillador.
-no seas pendeja hija de la chingada, te estas corriendo, te estas corriendo como las perras jejejeje-
-nooo!!, yo no soy……… ninguna perraaaaaa!!!! Aaahhhhmmmmm, que es estooooo!!-
-aaahhhhhh cállate!!!, te corres exactamente igual que unaaa!!!!- el viejo dio un doloroso manazo contra uno de los cachetitos de Dulce, pero ella ni se inmutó, estaba en pleno trance orgásmico que a poco le había sabido el golpe, entonces el macabro viejo barba ceniza le dio otro, y otro más, y uno con más fuerza, y ahora su otro cachete mientras esta nena estaba imposibilitada para ejercer cualquier tipo de reclamo o defensa.
Fue lo más tormentoso pero a la vez lo más delicioso que la nena pudo haber experimentado en su vida, a pesar del momento y la compañía disfrutó su primer orgasmo en casi el minuto que este duró, una vez después de que se corrió su cuerpo fue asaltado por una serie de ondulaciones infernales que hacían moverla como si estuviera siendo exorcizada, aun con verga dentro la nena se movía como pescado vivo metido al sartén.
-ya me toca- dijo Culandro quien había observado todo, Penesio accedió pero solo porque ya se estaba cansando.
-oigan!!!,vagabundos hediondos!!!, ni se les ocurra meterle la verga por el culo a esa puta!!!, ya que la desvirgaron de la panocha me corresponde a mi romperle el culo!!!- rebuznaba Pancho.
-que ahí de mí?- reclamaba Culandro.
-tú ya le desvirgaste la boca gordo trocao- relinchaba Pancho observando desde la silla.
-me vale verga, le voy a dar por el culo pinche pelota playera- dijo Culandro retando a Pancho, al parecer se avecinaba una auténtica lucha de colosos, un duelo de titanes, un choque de trenes, una colisión interplanetaria, la misma Laurasia y Gondwana dispuestas a tectonizarse para formar de nuevo a Pangea pues Culandro tenía casi las mismas medidas corporales que Pancho, quizás unos 10 centímetros menos de altura.
Pancho aun sin camisa se levantó, cuadrándose a la hora de caminar, dirigiéndose precisamente a Culandro quien desafiaba sus reglas, la indefensa Dulce, toda babeada y despeinada, veía la descomunal genética de las bestias allí reunidas dispuestas a disfrutar de sus encantos, era como estar en medio de un ambiente jurásico, en cada paso que daba las chiches de Pancho se elevaban como senos femeninos así como un horrísono crujido se podía escuchar en el suelo procedente de cada una de las pisadas del bárbaro sujeto, al fin llegó hasta su destino y se puso en posición intimidante.
-si te acercas más te echo a Rintintín,- el perro al escuchar se nombre comenzó a desgastar su garganta en ladridos y gruñidos, estaba furioso pues veía como uno de sus dueños era intimidado
-que me va a hacer ese cochino perro- dijo Pancho acercándose al can, mientras este lo miraba con ojos desafiantes, gruñía casi aventándosele al desproporcionado hombre con cuerpo de morsa, pero Pancho pegó uno de sus característicos y gorilescos gritos territoriales como ese que lanzó en el cine porno espantando a los presentes teniendo la misma reacción en la sarnosa mascota, la cual agachó sus orejitas y comenzó a chillar como un cachorrito al que le acaban de pegar.
-jejejeje, perro pulguiento-
-bueno ya, te dejamos el culo parado, pero que conste que no me doy un trompo contigo solo porque estoy malo de la pata- dijo Culandro, hasta cierto punto tenía razón.
Ya una vez resuelto el malentendido el chueco de Culandro se dirigió a la nena, la cual estaba desnuda y recostada en el sillón como la misma Maja de Goya, esta ya no luchó pues vio que la escena era casi apocalíptica, así que el viejo con toda la paciencia del mundo se fue acoplando en las carnosas piernas de la chiquilla mientras su miembro se fue enterrando dentro de ella lo más lento y doloroso posible, embarrándose esta también con la sangre que aun salpicaba su sexo, así hasta que ambos cuerpos se tocaron de sus pelvis.
Lo que a continuación sucedió fue una casi réplica de la cogida de Penesio, con la diferencia de que ahora este viejo obligó a la nena a chuparle su sangrienta verga mientras Culandro se la cogía de la manera más humillante posible, tratándola como una vil muñeca de trapo, como si esta fuera un juguete, un entretenimiento para su sádica diversión, un hoyo donde se mete la verga, uno de esos juguetes en forma de vulva que venden para disfrute de los solitarios hombres.
El gordo enterró sus dientes entre los alucinantes senos de la chiquilla los cuales se bamboleaban por los fornicadores movimientos soltando gotas de sudor a cada una de las direcciones cardinales, mientras Penesio literalmente la cogía por la boca, llegándola a jalar de manera que la cabeza de la nena quedara colgando del sillón y Penesio diera la impresión de darse de sentones sobre su carita enterrándole su verga hasta lo más profundo de su garganta, dejándola a un paso del asfixiamiento, que quizás hubiera sido lo mejor ya que era el momento en que el culo de Penesio quedaba lo más cerca posible del rostro de Dulce y recuerden, Penesio era el cagado.
La verga del desdentado se enterraba en esa castigada boquita, por momentos se quedaba mucho tiempo ahí clavándole hasta el fondo toda su irregular vaina mientras sus huevos se aplastaban contra la respingada naricita de la nena, impidiéndole el poder respirar libremente, comenzando ella a manifestarse con visibles arcadas que inflaban sus cachetitos lo que indicaban el alto grado de salivación que ahí se debía de estar creando, y cuando la verga era retirada, como lava emanando de un volcán salían las caudalosas corrientes de saliva regando a su paso el inmaculado rostro de la jovenzuela.
El gordo Culandro tomó a la nena y sin el menor esfuerzo la volteó boca abajo, acomodó su tembloroso cuerpo a manera que adoptara la posición de perra y una vez hecho esto se mandó otro poderoso envión que entró directo en esa adolorida panochita, la torturada chamaquita solo se quejó con un casi mugido, el viejo la tomaba de las caderas para equilibrarse comenzando una verdadera carnicería pues la nena más que gemir gritaba como si la estuvieran desmembrando, al viejo Culandro esto lo excitaba y lo alentaba a seguir, mantenerse constante y aumentar el ritmo de sus frenéticas y ferrocarrilescas embestidas de rinoceronte.
Poco después el viejo ya no se satisfacía en esa posición y ahora tomaba a la nena de su cuello, aplicando una especie de llave de lucha libre como si quisiera hacerla que esta se rindiera en un cuadrilátero, y de nueva cuenta principió con otra serie de mortales apuntalamientos los cuales en cada lanzamiento hacían crujir jugosamente la encharcada vagina, para esto Penesio ya había tomado nuevamente posesión de los terrenos bucales de la apetitosa carne que tenía a disposición, pero regresando a Culandro el muy valiente le había sacateado al trompo con Pancho, pero que tal aplicando llave de luchador con una indefensa y maltrecha muñequita.
Esta pose resultó ser más cansada, puesto que Culandro tenía que hacer mucha fuerza en esos constrictores brazos al aplicar su castigo, mientras la pobre nena ya casi sentía que le era desprendida su cabeza del resto de su cuerpo, un dolor y marca roja en su cuello quedaron como resultado de tan abominable martirio, pero no contó con que el gordo ahora se iría con su fino cabello, el mugriento y grasiento cerdo sin sacar su verga de la panocha de Dulce se aferró de los cabellos de ella, con una mano tomó un abundante mechón y con la otra pues otro, simulando algo parecido a las riendas de un caballo, una yegua, o mejor dicho una potranca a la que le ha llegado el momento para su domesticación.
De este modo se inició la más salvaje de las contiendas jamás vista por Pancho y Felipe, quienes completamente empalmados por los sonidos y olores a sexo reían y brindaban ante la animalesca situación compadeciéndose de ellos mismos de que por lo menos les quedaba disponible el culo de la adinerada, las velocidades de ataque por parte de Culandro aumentaron considerablemente, mientras el pobre bollito de la chiquilla era castigado hasta la saciedad al mismo tiempo que era jalada con fuerza desmedida de sus cabellos, su carita demostraba un aspecto como si no sintiera nada de esto pero claro que lo sentía, solo que el mismo dolor era tan fuerte que se había convertido en una misma anestesia, las nalgas de Dulce estaban al rojo vivo debido al catastrófico choque que mantenían contra la panza del viejo y más rojas se pusieron cuando este animal la soltó de uno de sus mechones para ajusticiársela con lacerantes nalgadas que no se sabían si hacían llorar, pujar o bramar a la hembra.
El que si pujaba era el gordo, se estaba quedando sin energías, su cuerpo estaba tan caliente hierro fundido pero no paraba pues sabía que, hasta quien sabe cuándo podría volver a presentársele una oportunidad así.
-jejeje, así es como tratamos por aquí a las francesitas presumiditas como tú,- bufaba el repugnante sujeto en los colorados oídos de la ocupada muñequita, pero cuando el cerebro de la nena estaba procesando dicha oración pudo distinguir que el que se dedicaba a cogerle la boca también alegaba.
-noooo, nooooo, aun nooooooo!!- justo en ese momento la entrante y saliente verga de Penesio se despanzurró dentro de la boquita de Dulce.
La nena sintió un asqueroso sabor amargo, probaba la flemática consistencia de esa inmundicia cuya capacidad de crear vida aún no se había perdido por completo, la nena se comenzó a trocar, a expulsar esa asquerosa sustancia que sentía le estaba llenando su boquita con su pegajoso hedor, lo que de su boca salió era la cosa más desagradable jamás vista en su joven vida, eso no era blanco, era completamente verdoso, y pensar que un trago de eso se la había ido directo hasta su estómago, volteó a ver al viejo deslechado solo para admirar la retorcida imagen que este poseía en su, si eso se podría llamar cara.
Penesio estaba muy contento, el ver a la nena con su boquita bien abierta y de esta escurriendo su semen era una situación digna de fotografiarse, enmarcarse, mandarle una copia a su madre y pegarla en el refrigerador de su casa, así que chiflando quien sabe que canción se metió su verga dentro de la boquita de la nena para comenzar a revolver el esperma de la misma manera que se revuelve la sopa, desde que la boquita de Dulce había alojado dos vergas esta aún no se había cerrado, para Dulce era imposible realizar esta acción, su mandíbula estaba aparentemente trabada.
Pero el hermoso rostro de la nenita nuevamente se fruncía, pues a pesar de tener impregnada la asquerosa mezcla salida de los testículos del viejo esto no impedía que ella pudiera orgasmearse por segunda ocasión, todo porque el pervertido de Culandro no había dejado de toquetearle el sensitivo clítoris, abriéndose ella de patas para dejar caer su néctar, el cual goteaba desde lo más céntrico de su rajita mezclado con algo de sangre y líquidos lubricantes del viejo.
La nena, como toda una muñeca de trapo, fue volteada a manera que regresara a su posición original o anterior, boca arriba, para nuevamente ser penetrada sagazmente por el despiadado de Culandro quien se había apropiado de ese bollito y más ahora que Penesio se había vaciado dando a entender que estaba fuera de combate.
La nena estaba toda desnuda, su cuerpo estaba muy sucio, lleno de mugre, cochambre, grasas cubriendo su cuerpo, así como vómito pues momentos antes a Culandro lo había atacado una arcada y alcanzó a vomitar llenando de camaroncitos mal desintegrados por sus jugos gástricos los enormes pechos de Dulce y en su rostro mucho semen y flemas embarradas, la modelo no se había dado cuenta cuando una gran cantidad de moscas mascotas de Penesio y Culandro ya la habían aceptado como un cuarto miembro y revoloteaban al lado de ella, aterrizando sobre su antes pulcra piel, pero aun así en estas arcaicas condiciones la nena siguió experimentado en contra de su voluntad repetitivos orgasmos.
Los orgasmos que la joven experimentó a partir de ahí la fueron dejando sin fuerzas hasta el casi estado de coma, miraba a Pancho y a Felipe masajearse sus vergas con la visible intención de unirse a la cofradía y reconocía que no soportaría tanta crueldad, estos viejos la matarían a orgasmos, miró al techo aun con la esperanza de ver algo que la salvara, quizás un ángel bajando del cielo; sintiendo como su vagina era reclamada para Culandro mientras esta reía de forma mórbida y chocaba esos cinco con su amigo Penesio mientras este sorprendentemente y en contra de todo pronóstico le llenaba nuevamente la boquita con su recuperada verga, de pronto un último orgasmo la abordó, la nena se corría al tiempo que gemía ahogando sus berridos en la verga de Penesio, su lengüita apenas y podía ser apreciada asomando tímidamente tallando el grueso mástil.
Sintió como algo caliente chocaba con sus paredes uterinas mientras escuchaba al viejo Culandro gruñir y repetir una y otra vez que se corría, cabe recordarles que Culandro tenía meses que no cogía ni se masturbaba así que tenía dentro de él todo un almacenamiento de esperma en sus testículos tan abundante como para en caso de una extinción masiva poder repoblar el planeta, y la cantidad de semen fue evidenciada al rellenar por completo la fértil vagina de Dulce.
Primero un ciclo de ininterrumpidas pulsaciones pudieron ser apreciadas atacando la verga de Culandro, indicando que en cada una, una potente ráfaga de prolífico semen era velozmente enviada hasta lo más recóndito de la matriz de Dulce, después de unas diez, doce o quizás quince inyecciones el líquido fue tanto que este comenzó a derramarse (la verga aún estaba dentro) debido a que ya había rellenado a la modelo por dentro, cayendo sobre el apestado sillón y formando una gruesa posa del mismo.
Por su parte Penesio hacia presión en su verga mientras esta alojaba solo el glande dentro de la boca de la recién fertilizada chiquilla para, en poco tiempo, comenzar a vaciarse también y nuevamente, demostrando las mismas pulsaciones vergales de su pepenador compinche, de igual modo la boca de Dulce no pudo soportar tanto semen y comenzó a desbordarse en este mismo debido a las regurgitaciones de la nena por mantenerse consiente, teniendo que tragarse ahora más porciones de este, sentía la cuantiosa y espesa secreción bajar lentamente por su garganta.
Los viejos experimentaron la más grande y épica corrida de sus vidas, los niveles espermáticos que expulsaron rebasaban lo convencional, el dolor sentido en sus vientres bajos los obligó a doblarse por la mitad y así tímidamente ambos ogros se fueron acomodando al lado y encima de su hermosa y desvirgada doncella, Pancho y Felipe se acercaban a comprobar si alguno de los tres seguía con vida pues ninguno se movía ni nada, los tres cuerpos amontonados lucían inertes y llenos de moscas que se despabilaban ante el acercamiento de Pancho, el ojo que había observado todo tenia ratísimo que se había ido, pero ¿de quién se había tratado?, ¿Quién había estado observando la enferma escena sin poder haber hecho nada?.
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Poco más de dos horas antes, en el cuarto de Pancho…..
La otra despampanante fémina, la Margarita encerrada se había decidido, utilizaría las herramientas que su amiga le dio para abrir la puerta que impedía su libertad, demoró algo pues la nena era tan femenina para sus cosas, delicada y no acostumbrada a este tipo de trabajos consistente en golpear el cincel con la maceta para que este rompiera la chapa, al final lo logró.
Para Margarita poner un pie fuera de su cautiverio debió de haber sido algo parecido a la experiencia que tuvo Neil Armstrong cuando se supone puso un pie en la Luna, avanzó sigilosamente entre las sombras, era de noche y su felino camuflaje negro le ayudaba a pasar desapercibida por donde un grupo de borrachos a lo lejos gritoneaban por algún malentendido.
Aprovechó que la cantina podía ser rodeada por un chapeado caminito cuyo final daba a la calle, una vez allí volteó para ambos lados, casi no había personas pero la verdad era que no sabía en qué parte de la cuidad estaba, esperó un rato a ver si algún taxi pasaba pero nada, al parecer la zona era tan peligrosa que ni los taxis entraba, la calle en uno de sus extremos comenzó a llenarse de vagos malvivientes de aspecto drogado y cholo, lanzando botellas de aquí para allá y golpeando coches y todo lo que encontraran a su paso, era un auténtico caos, algo parecido a cohetones se escuchó aún más lejos, o “¿habrán sido balazos?”pensó la nena.
Estaba pensando en regresar al cuarto, la verdad que no sería muy buena idea caminar por la calle en esas condiciones sumado a la provocativa forma que vestía, parecía una puta en todas sus letras, una actriz porno al inicio de una escena gangbang, en eso desvió su verdosa mirada hacia el otro extremo de la calle y descubrió un local que había servido de referencia para la mejor ubicación de un edificio en donde se supone se encontraba su papacito, aun no lo creía pero solo quería comprobarlo.
Así que valientemente y no importando lo que podría sucederle caminó lo más rápido que pudo, su excelso caminado más que para llegar deprisa a algún lugar parecía más para llamar las miradas de los machos que ahí se encontraban, que en esa esquina eran varios, todos borrachos, y se suscitó una chifladera acompañada de cualquier cantidad de peladeces en donde lo que más se escuchaba eran cosas que podrían hacerle a tan suculenta hembra a la hora de estar en la cama y de cómo sus agujeros podrían ser utilizados de maneras para ella nunca antes escuchadas, una hembra salida de las mismísimas entrañas del infierno y enviada a la tierra a seducir a los machos para de esta manera tenernos asegurados por toda la eternidad en el abismo.
La niña no hacía caso y seguía su camino, bajando su vestido constantemente pues el caminar se lo levantaba, pero Margarita pasaba por un dilema, el vestido era en extremo corto y carecía de tirantes sumado a los cada vez más grandes orificios que se alineaban a un costado de él, había escogido el más emputecido precisamente para salir esa noche, si lo bajaba intentando cubrir sus piernas este se bajaba de sus senos casi exhibiéndolos en su enorme y carnosa totalidad, de la misma manera si lo subía de su escote este se levantaba de la parte de abajo mostrando a todo transeúnte que por ahí circulaba el nacimiento de sus orgullosas nalgas, si se ponía atención, se tenía suerte y una perfecta ubicación se podía apreciar entre sus muslos una tonalidad negra tapando en donde claramente se encontraría ubicado su sexo.
La nena llegó al edificio buscado, veía que una de las puertas de las láminas estaba abierta así que entró, sin saber que el viejo Lucio, aquel que había perdido su derecho a participar en la anterior escena que en estos momentos aún no se llevaba a cabo, se dio por irse detrás de ella; el viejo dejó que la joven se adelantara pues no quería que advirtiera de su presencia, pero aun manteniendo una considerable distancia podía escuchar el desquiciante y alterante sonido que producían sus tacones en el piso de loseta.
La nena llegó hasta donde unas escaleras, algo le decía que debía de subirlas, que su papacito se encontraba arriba, en el último piso, su idea era liberarlo y escapar de ahí como fuera, subió esquivando cualquier cantidad de cajas viejas, aparatos electrónicos, eléctricos y electrodomésticos robados hasta que llegó al tercer piso.
Allí un largo pasillo con varias puertas encontró, colocó muy sensual uno de sus dedos en sus anhelados labios meditando en cual puerta podría ser, se dirigió a la primera, al parecer cerrada con llave, la empujó pero nada, aunque susurró la palabra “papá” nadie le respondió, caminó a la segunda y lo mismo, decepcionada intentó con la tercera y esta si accedió, pero encontró algo parecido a un salón de clases abandonado, un ruido y unos alegatos llamaron su atención, con la respiración profunda elevándole todos sus encantos caminó hasta allá, justo cuando se disponía a abrir la puerta la intimidante voz de Pancho la heló.
El gordo estaba ahí al parecer platicando con otro viejo, después escuchó que se trataba de Felipe y no solo eso, más voces así como un ladrido de perro se escuchaba, pensó que a lo mejor estarían maltratando al pobre animal, ella que tanto apreciaba a los animales en especial a los perros y se indignaba de este tipo de tratos, pensó en socorrer al pobre desamparado, pero como, sus fuerzas eran nulas comparadas con las del viejo quien al parecer tenia compañía, llegándose a pensar que se trataba de toda la banda ahí reunida.
Margarita pensó que sería mejor abandonar el lugar, si los viejos la descubrían posiblemente ahí mismo se la agandallaban, así que entristecida por el pobre animalito decidió irse de ahí, pero justo en ese momento descubría un orificio en la pared, “y si echo un vistazo” pensó, para de esta manera cerciorarse de lo que estaba sucediendo, así que agachándose muy sutilmente regalándole a Lucio una prefecta visión de su espléndido trasero aun virgen y levantado aún más con la ayuda de las exageradísimas zapatillas de plataforma que portaba asomó uno de sus verdes ojitos por ahí y comprobó lo que ya se venía relatando.
Un par de viejos desconocidos para ella maltrataban oralmente a una mujer, después por algunos movimientos de estos que le permitieron observar a la otra fémina se dio cuenta de que se trataba de una chiquilla quizás de su misma edad, muy hermosa, rubia y de cuerpo muy estilizado, por un momento se le vino a la mente el horrible suplicio por el que ella tuvo que pasar cuando llegó aquí, y enojada apretaba sus puños como queriendo meterse ahí mismo y poner en su lugar a todos para librar de ese sufrimiento a su congénere pero se dio cuenta de que nada podía hacer.
Decidió irse pero antes de despegar su ojito de ahí observó como la monstruosa verga de Pancho le quedaba a escasos dos metros, con solo verla la sentía casi adentro de ella, imaginando la última vez que la masacró empezó a sudar de la parte superior de sus labios, continuo en esa sugerente e invitante pose mientras el depravado de Lucio la veía a partir de donde terminaba la esquina de la pared, este desagradable sujeto ya estaba completamente borracho pero lo suficientemente consiente como para saber que hizo, que estaba haciendo y que quería hacer.
El sujeto de por si era espantoso, y en estado embriagado era lo que se podría decir lo más parecido a un zombie, no tenía mucho control en su cuerpo pero su verga estaba tremendamente embravecida, era de agradecer que este tipejo aun poseía su cabellera casi completa pero terriblemente desordenada, enmarañada y grasosa, sus abundantes cejas formaban una sola, contaba con unas piernas muy cortas en proporción a su cuerpo y demasiado rechonchas dando la impresión de poseer la complexión de un enano con una estatura un poco mayor, pues la altura de Lucio era la más corta de toda la banda, incluso la misma Margarita aun sin tacones era 5 centímetros más alta que él y ahora con las zapatillas de plataforma le parecía altísima cuando en realidad la nena apenas rasguñaba el 1.77 mts.
Margarita seguía toda ida, hipnotizada, viendo como Pancho masturbaba su brillosa herramienta, como aun con su callosa mano, que casi era un guante de béisbol, al abarcarla aún quedaba de fuera poco más de la mitad de la longitud de esa barra, de repente sintió su vaginita nuevamente escurrirse, se dio cuenta que aún tenía un orgasmo retenido y que su vagina estaba más sensible que nunca, sus caderas ya habían adquirido un sutil pero perceptible movimiento de balanceo.
Se dijo para ella misma que quizás podría masturbarse ahí, total que nadie la veía, así que tímidamente llevó su delicada manita derecha hasta donde se encontraba ese trastornante y aromático reducto vaginal, cuando la manita tocó su parte íntima fue capaz de experimentar la más caliente y mojada sensación vulval jamás recordada, su tanguita estaba empapadísima.
Sus muslos se abrieron para permitir mejor el acceso, estirando sus músculos y ligamentos al máximo, sus piernas se veían tremendamente trabajadas, como si la nena llevara años ejercitándolas, sus dedos lentamente llevaron a cabo el primer roce, fue exquisito, delirante, destellante, electrizante, y no pudo quedarse solo con ese, de ahí siguieron más, cada vez más recios e intensos hasta que sin darse cuenta, la caliente chiquilla ya se encontraba gimiendo delicadamente, hay que hacer mención que la nena no se masturbaba con la enferma escena carnal, ella tenía sus verdes ojitos fijos en la pulsante y babeante verga de Pancho, no existía otra cosa.
El equino estaba embrutecido, no podía creer lo que veía, la nena quería verga, se estaba tocando su pepa sin disimulo, y algunos gemidos eran tan audibles que llegaban a los llenos de cerilla oídos de este. Sabía que este era el momento que había estado esperando, quien sabe cómo vergas la nena había llegado hasta ahí, lo importante era que estaba, así que decidió salir de su roedor escondite dirigiéndose a esta muy lentamente, caminando de manera torpe debido a su alcoholizado estado y, una vez estando a escasos tres metros de la chiquilla vestida de prostituta dio un último trago a su mula de a litro para dirigirse a la fémina.
-que vergas haces aquí?!!- Margarita reaccionó dejando de hacer lo que hacía, quedándose callada.
-te pregunté, que que vergas haces aquí?!!- la nena veía a este viejo mirándola con cara de pervertido, una de sus manos limpiaba el escurrimiento de caña que de su asquerosa boca bajaba mientras la otra empuñaba una moruna como la de Felipe, el viejo chaparro venia armado.
-Don……… Don Lucio, buenas noches, yo estaba, este…… eh, este- la nena no tenía excusa para defenderse, sabía que venía desarmada y eso la ponía en gran desventaja.
-te voy a decir lo que estabas haciendo puta caliente, te estabas rascando la concha, tienes la concha caliente verdad jejejejeje- el impúdico sujeto le regalaba a la nena su sonrisa mas aberrante, cariada y repugnante.
-nooo, no, este yo- la colorada chiquilla había sido descubierta en una de sus zorrerías.
-me estás diciendo mentiroso??- gruñía el vetusto sujeto.
-no Don Lucio como cree, yo, ay no que pena-
-pues ahora mismo me vas a decir que es lo que estabas haciendo perra caliente, o te rajo el frijol (clítoris) con esto- dijo el viejo enseñando su moruna.
-yo, estaba viendo, solo estaba viendo lo que pasa ahí adentro pero ya me iba, adiós, con su permi..- la nena avanzaba hacia el viejo.
-cállate, eso no es cierto, me estas agarrando de pendejo verdad?- el viejo decía todo esto, pero sin gritar, sabía que ante un levantamiento de voz Pancho podría aparecerse y echarle a perder todos sus sueños e ilusiones.
-no no, Don Lucio por favor, guarde eso antes de que alguien pueda salir lastimado- dijo Mar pues Lucio comenzó a mandar morunazos al aire, escuchándose como el filo de la hoja cortaba el viento.
-así que estabas viendo?, nada más,- preguntaba el bastardo.
-sí, se lo juro-
-te diré algo, te dejaré ver otro poco con la condición de que yo pueda ver contigo, los dos juntitos jejeje,- la risa del viejo era por demás pervertida.
-no, ya me iba, gracias de todos modos-
-calla puta, no he terminado, si tu respuesta es sí, los dos veremos cómo se cogen a la otra puta que está ahí adentro, pero, ahí un pero, si tu respuesta es no, en este mismo momento te acuso con Pancho que andas afuera sin su permiso jejeje, y sabes que te va a hacer, una es que te agarre a cuerazos y la otra es que te ponga a que le ayudes a la zorrita con los apestosos esos, tú decides jejeje, que sea rápido- un silencio sepulcral reinó en el ambiente, un sudor frio comenzó a cubrir el carnoso cuerpo de Mar, una risa macabra atravesaba la caballuda cara de Lucio.
-está bien, puede ver conmigo, pero deje esa moruna ahí- dijo la nena pues no tenia de otra.
-y quien eres tú para poner condiciones, tu solo eres una puta que sirve para darle caña jejejeje- Lucio intentaba meter su sucia mano por debajo del vestido de Mar, ella como era de suponerse se lo negó.
-ahora, sigue viendo, diez minutos tú diez minutos yo y así nos vamos- Mar sabía que debía de obedecer, ya no quería seguir viendo pero si no obedecía al viejo lo más seguro es que este cobarde gritaría el nombre del coloso, así que sin más volvió a inclinar su tremendo cuerpo no sin antes dirigirle una mirada de enojo al hombrecillo centímetros mas chaparro que ella.
El casi enano veía como el cuerpo de Mar al agacharse estiraba todas las fibras del vestido hasta el desgarro, su culo era casi traslucido por el nivel de tensión que se generó en la prenda, veía la casi infantil espalda siendo claramente superada en anchura por las desarrolladas caderas, y que decir de ese medianamente tapado culo, el de Mar era casi comparado con el de una yegua mientras que el de Lucio era solo el final del espinazo, el viejo sería muy pendejo si solo se limitaba a mirar ese cuerpo sabiendo que estaba caliente, así que decidió acercar su rostro al de la mirona chamaca.
-jejeje, que está pasando ahí dentro?- dijo mientras se acercó tanto como para que Mar aspirara su caliente aliento, además de poner una de sus manos en una de las desnudas nalgas de ella, la nena puso cara de asco pero le contestó a su pregunta.
-están dos viejos, uno gordo y otro más panzón, hay un perro muy grande, una chava como ahhh- gimió la nena mordiéndose el labio inferior, Lucio se había atrevido, su mano había bajado por toda su nalga hasta su conchita y se la estaba masajeando, la sensibilidad de todas las yemas de sus dedos unidas en ese punto.
-qué te pasa culo, porque te detienes, sigue contándome- Mar siguió relatando lo que sus ojos veían, cabe decir que a partir de los expertos y vulgares manoseos la voz de la chiquilla se endulzó y sensualizó escandalosamente, y sus labios adquirieron una forma casi de mamadora profesional.
-ohhh, en serio, eso se oye muy sucio, tengo ganas de masturbarme, porque no me masturbas, anda, sácame la verga- dijo Lucio y como si Mar fuera un robot programado dirigió una de sus manitas hasta el abierto cierre del pantalón del casi pigmeo, pero esto lo hizo porque Lucio la invitaba a hacerlo golpeando uno de sus bracitos con la fría hoja de la moruna, veía a Lucio borracho y recordaba a su papá, a un hombre borracho mejor seguirle el juego ya que es capaz de hacer cualquier estupidez que en ese momento su retrasado cerebro puede llevarlo a realizar.
La nena tocó un tubo caliente y gordo, comenzó a inspeccionarlo como si quisiera detectar en el alguna rara tumoración, mientras Lucio estaba feliz sintiendo esos deditos apretujarle femeninamente la verga, según el fino tacto de la hembra la verga debería de ser también generosa así que sin importar todos los malos ratos que este viejo le había hecho pasar sacó la herramienta de tan verde viejo, lo que los ojos de Mar vieron fue algo indescriptible, excepcional, de esas vergas que vienen al mundo cada que termina un ciclo del calendario maya, quedó hasta boquiabierta al contemplar las desgarradoras medidas que se gastaba el más pequeño de la banda, la verga ahí presente debía de medir fácilmente unos 26 centímetros y aprovechando la reducida altura de Lucio y sus cortas piernas esta daba la impresión de llegarle hasta las rodillas.
-jjejeje, te quedaste hasta pendeja verdad?- dijo Lucio quien no dejaba de observar y estudiar cada una de las reacciones de la joven ex cajera.
-este, yo, Don Lucio- decía Margarita, se relamía los labios constantemente, casi babeaba al vislumbrar la bíblica herramienta que el viejo traía pegada entre sus piernas, era como una versión algo diminuta de la trompa de un elefante, pero mucho muy grande para la media de un pene humano.
Margarita después de recobrar la prudencia se dispuso a seguir observando pero sin dejar de mantenerse aferrada a la verga del viejo como si esta se tratara de la mano de su ex novio, Lucio en cambio sentía como esa pequeña manita casi de niña le apretaba su verga de manera exquisita, sintiendo como su palma estaba libre de cualquier tipo de callosidad, pero el viejo casi se vacía cuando esta misma manita empezó a realizar una especie de fricción en su carnal exageración, la nena sentía que esta pesaba aún más que la maceta que cargo minutos atrás, quizás su peso era aproximadamente kilo y medio.
-te gusta mi verga zorra caliente- dijo el etílico sujeto llenando el ambiente con su sudoroso aroma.
-sii- fue lo que sus oídos escucharon para su sorpresa, nunca esperó escuchar esa respuesta, un susurro débil que se constató en la forma de posicionarse de los labios de la fémina, de la caliente zorra, caliente porque Lucio seguía tallándola de su panochita con la tanga en estos momentos a un lado, enterrándose entre el muslo y la carnosa vagina.
-¿qué te parece sin dejamos de ver a estos pendejos, y nos vamos a un lugar más cómodo?- preguntaba el pervertido sujeto casi sintiendo como se le salía el corazón de la emoción de esperar que la respuesta fuera precisamente, después de unos minutos de controversia en la mente de Mar, lo que sus oídos escucharon.
-sí, vamos, lo sigo- el viejo tuvo que hacer un esfuerzo majestuoso para no caer ahí fulminado de un ataque cardiaco, pero con una gran concentración de saliva en su cogote se llevó a la nena de ahí, buscando ese lugar cómodo del que hablaba.
El desesperado sujeto con crisis sexual llevaba de la mano a la nena quien solo se dejaba hacer, caminando de la manera más escandalosamente sensual que su cuerpo pudo representar, su vestido iba subido enseñando parte de sus lúbricos tesoros medio tapados pero a ella poco le importaba, ella en estos momentos solo obedecía a una parte en su cerebro que le decía que debía de seguir y a su vez obedecer al viejo en cada cosa que él le exigiera.
La pareja de amantes llegó a un cuarto muy oscuro, Lucio encendió la luz para dejar ver un baño en deplorables condiciones, al momento de que se encendió la luz toda una localidad de cucarachas huyeron despavoridas ante la presencia de las dos sombras, el baño estaba muy socio, la tasa ya era color verdoso, dentro de ella había algo indescifrable, negro y café, con un olor fuerte y con algunos gusanos típicos de cuando algo se descompone ahí rondando, pero para el viejo esto era una penthouse y la abochornada de Margarita al parecer estaba del todo cómoda.
Lucio bajó el asiento y se mandó la primera orden,
-siéntate zorra, y sácate los calzones- la muchachita obedeció y de la manera mas coqueta y lenta que pudo aplastó su tremendo trasero contra el asiento, juntó sus piernas y metió sus delicadas manitas hasta que estas encontraron los hilos de su tanga, lentamente comenzaron a deslizar la microscópica prenda hacia afuera, recorriendo todo sus muslos, llegando a sus rodillas, todo esto sin separar un solo centímetro sus piernas, y levantando muy coqueta las gimnasticas pantorrillas para terminar el recorrido, hubo un pequeño imprevisto pues uno de los hilos se atoró en uno de sus tacones pero no fue nada que la nena no pudiera remediar.
Debido al constante cambio que Margarita ha sufrido en los últimos días, pasando por situaciones de lo más deplorables, estas han de cierto modo causado estragos en su comportamiento a la hora de aparearse, la nena está confundida a partir de esa noche con Pancho, ni ella sabe que le pasa, quizás se trate del síndrome de Estocolmo, en este momento es llevada por una extraña e inexplicable sensación en su cabecita así como una sarnosa comezón en su panochita solo obedeciendo a su más rústico y malsano pensamiento, algo que ya hizo con Pancho pero borracha, aquí está libre de cualquier toxina……..
-la quiere?- dijo Margarita mientras su tanga giraba en uno de sus dedos, el viejo Lucio hasta se pellizcaba para asegurarse que esto no fuera un sueño o alguna ilusión creada por efecto del alcohol, a él no le importaba la manera tan puta en que la nena se estaba comportando, él lo que quería era cogérsela y quería asegurarse que al aventársele encima la nena no se evaporaría.
El viejo no contestó, solo se dignó a arrebatar la tanga de Mar de sus manos pero esta nena también era más rápida, o Lucio estaba tan borracho que era muy lento, que impidió que el chaparro se la despojara, el viejo pensó que aquí la nena se levantaría y lo mandaría a la chingada, por pendejo se la había olvidado la moruna allá arriba pero su sorpresa fue enorme al ver como la misma chiquilla se metía su tanga a su boca para después decirle.
-guiguemega- dijo con su boca llena de tanga, el viejo se abalanzó desesperado sobre esos carnosos labios fundiéndose en un marrano beso en donde ambas lenguas intentaban encontrarse pero el cacho de tela se los impedía.
Los suspiros de Margarita no tardaron en aparecer mientras que los bufidos de Lucio hacían lo propio, él la tenía buen aferrada de su cintura mientras ella hacia lo mismo de su horrible cara de caballo, ella empezaba a abrirse de patas mientras él iba acomodando su verga en esa celestial entrada que precisamente hoy pasaría a ser una más de sus conquistas, uno de los más perversos y violentos violadores golpeadores de mujeres estaba a punto de disfrutar de los encantos de la bella Margarita.
Margarita recordó lo grande que era eso que se acercaba a su concha pero no le importó, quería experimentar en carne propia que se sentía tener alojada dentro de ella algo así de desmesurado, Lucio sacó victorioso la empapada tanga de la boca de Margarita y le pegó una potente aspiración llevándose hasta sus enfisémicos pulmones todo el aroma de la hembra caliente, casi metiéndose por sus narices la prenda de la nena.
Pero recordó que tenía otro propósito, así que sin perder más tiempo apuntó su tosca longaniza y poco a poco la fue introduciendo en la hecha agua concha de Mar, ella se aferró con sus manitas de unos mohosos tubos que pasaban arriba, en los lados, de donde ella estaba sentada, presentando algunas goteras que sabrá Dios que tipo de sustancia era lo que de allí caía, sin embargo dichos tubos adquirían una posición perfecta como si estos se tratasen de algún instrumento para hacer ejercicio.
-ahí te va zorra!!!.- fue el mugido de Lucio cuando este lanzó un mortal arponazo en contra de ella, la verga de Lucio atravesó a Mar como si esta fuera de algodón pero casi a la mitad de su larga extensión esta se quedó atorada, y es que en esta parte el miembro se hacía más grueso y venudo, era tal la cantidad de venas que quedaban encimadas unas de otras, Lucio no podía permitirse esto y juntó tanta fuerza en sus caderas para después sacar un poderoso ataque que envió esa verga hasta el fondo de la rebelde cuevita.
Mar pegó un grito apocalíptico, salpicando muchas gotas de saliva en ese berrido, y es que la irrupción había causado en ella prácticamente un segundo desquintamiento, resultaba increíble que esta no le hubiera traspasado el útero, Lucio comenzó a mover su protuberante arma, con secos movimientos pélvicos sacaba de ahí unos 17 centímetros para después volver a meterlos con más fuerza, cada nuevo embiste aumentaba en fortaleza, aferrándose de la cintura de su pareja para que estos fueran más fuertes, mientras tanto, en cada golpe, toda la zona pélvica y monte venus de Mar se sacudían, en el vientre de esta podía apreciarse un tumor que crecía cada que el viejo metía hasta el fondo su mortífera carne.
La pobrecita chiquilla sentía como si estuviera siendo corneada por un toro, a esto ayudaba que el viejo bufaba y esto hacia más realista su alucinación, el rostro de la bella señorita quien solo había venido a ver si era cierto que aquí se encontraba su papi lucia desbaratado, su cabello rápidamente se vino hacia adelante por más que ella lo echara para atrás, y cada nueva acuchillada se movía y gemía desesperada.
Lucio decidió apoyarse ahora de los tobillos de la nena, separándoselos lo más que pudo, en esta posición los muslos de ella era exhibidos en su máxima expresión mientras el viejo con un suave movimiento en donde solo pendulaba su pelvis lograba meter gran parte de su venuda verga, quizás solo faltaban tres centímetros, Margarita gritaba en cada penetración, pero sentía riquísimo esa verga del macho que tanto asco le daba, ese macho que se excitaba hasta con ver gente agonizando, por un momento pensó que demonios estaba haciendo ahí atravesada por tan repugnante sujeto pero cuando se decidía por avisarle al viejo que era suficiente este la regresaba a su lugar con otro fiero apuntalamiento.
Uno de los golpes fue tal que se pudo escuchar como el cuerpecito de la nena había chocado con la parte trasera del excusado, pero también tuvo repercusiones en las facetas pervertidas de Margarita, sus ojitos se pusieron blancos así como sus cejas se fruncieron exageradamente mientras sus labios se abrieron intentando gemir pero al perecer este sonido se quedó atorado en su diafragma, la gruesa verga de Lucio seguía atravesando a la delicada conchita.
Mar liberó una de sus manitas y la llevó hasta su masacrado sexo, comenzó a realizar esos movimientos de representación fiel que llevó a cabo en la regadera de su casa (la de Pancho) embarrando en esa parte tan íntima y cuidada de su cuerpo una rara concentración de algo de apariencia oscura proveniente de la tubería, que, por las ininterrumpidas penetraciones de Lucio se empezó a batir por todo el territorio vaginal tanto externo como interno pues la verga del viejo se encargó de llevar lo más profundo que pudo parte de esa inmundicia.
Margarita había dejado de tocarse, ahora solo se dedicaba a ser una simple espectadora de como se la cogían, miró al viejo que se encargaba de hacerla hembra, estaba sudado, se había quitado su camisa mostrando un cuerpo mitad fofo mitad marcado, muy moreno y con algunos tatuajes en su cuerpo, la depravada de Margarita incorporó de su cintura para arriba para poder llenar de besos, mordiditas y lamidas el descuidado cuerpo del viejo llevándose a su boca todo tipo de salados sabores.
Lucio decidió cambiar de posición, ahora se sentaba en el retrete mientras Margarita se sentaba arriba de él y de frente y lentamente fue bajando sus caderas, su vagina literalmente iba devorando esa tiesa verga hasta que quedaron perfectamente acoplados, nunca pensó que su cuerpo pudiera comerse algo de semejante manufactura, obviamente después de mucho sufrimiento; la sensual chiquilla se aferró de la nuca del viejo mientras este hacía lo propio de la cintura de ella porque lo que se venía se veía descomunal, y así fue, Margarita hizo a un solo lado todo su cabello para comenzar con un legendario movimiento de caderas que sepa Dios o el Diablo donde aprendió a realizarlo, movía sus caderas como una auténtica batidora para después cambiar estos endemoniados y ordeñadores movimientos por severos sentones tan agresivos que el mismo Lucio estaba sintiendo que posiblemente no podría controlar a tan salvaje yegua relinchando arriba de él.
Y es que la casi desfallecida Margarita comenzó a ensartarse cada vez más fuerte, las piernas de Lucio estaban siendo demolidas por la desquiciada chiquilla quien no dejaba de gemir y gritar como una posesa, los espeluznantes sonidos que hacían ambos cuerpos al chocar espantaban a todas las alimañas que por ahí se entretenían mirando a unos seres muy lejos de parecer humanos así como los violentos sentones hacían cimbrar toda la planta en que se encontraban.
La nena estaba que ardía, su calor quemaba a su chaparro amante, este estaba casi con los ojos de fuera soportando a la hembra convulsionándose sobre de él, por momentos le era imposible sostenerla con todas sus fuerzas pues los meneos eran tales que superaban la fortaleza que este viejo poseía, en un sentón tan poderoso que la nena se dio este pobre hombre casi sintió que se le habían caído los huevos al suelo, posiblemente no hubiera aguantado mucho antes de caer muerto pero fue gracias a que Margarita tuvo un orgasmo que pudo descansar, Lucio había subestimado a Margarita, una nena que le había dado ciertos problemas en la cama hasta al mismo Pancho por la forma tan ruda de moverse cuando llegaba a su límite.
Nuestra nena se había corrido y se meneaba como si estuviera retorciendo por dentro la verga del viejo, a nadie sorprendería que si Mar se levantaba la verga de Lucio saldría formando alguna figura exactamente como las que hacen los payasos globeros, la nena aun moviéndose comenzó a besar el pecho de su hombre, subiendo esos carnosos labios hasta el sudado y percudido cuello de este, lamiéndolo y mordiéndolo como una vampiresa, para después besarlo en la boca con fogosos enredamientos linguales, solo así el viejo mostró signos de vida, estaba todo desparramado y respirando agonizantemente pues los movimientos habían sido brutales.
Aun así el recuperado Lucio quiso más, experimentó por vez primera como la vagina de Mar mordisqueaba las vergas que la penetraban y eso le había gustado, lo que Pancho contaba y presumía en la cantina era cierto, la nena comenzó a moverse de nuevo, ahora más lento y masajeándose sus pechos, al verlos Lucio se les mandó como perro hambriento, comenzó a estrujarlos, apachúrralos, aplastarlos uno contra el otro, juntándolos hasta que el par de pezones se unía y ahí fue donde su lengua comenzó a darse el mejor banquete de su podrida vida, completamente desubicado mamaba esos pechos saboreando el sazón que estos tenían, su asquerosa lengua se revolvía feliz pasando de uno a otro, los mordía enterrando sus dientes como si en verdad se los fuera a digerir, se separó de ello para verlos como le regalaban la mejor danza jamás vista.
-escúpeme perra- dijo el demente abriendo su bocota
-que?- preguntó Margarita quien acariciaba su rostro y cabello (de ella) al tiempo que no dejaba de ensartarse.
-que me escupas, aquí en mi boca,- dijo Lucio sacando su lenguota.
Margarita no estaba en sus cinco sentidos como para extrañarse por tan raras solicitudes, así que juntando en su boca la mayor cantidad de saliva que pudo lanzó el cuantioso escupitajo en contra de la boca de Lucio, pero al no ser muy buena para realizar esta actividad de mal gusto su escupo quedó colgando de su barbilla, aunque esto no fue impedimento para que esas babas llegaran a su destino pues Mar las recogió con una de sus manitas y la llevó hasta tan fétido lugar.
-ahora voy yo, te voy a enseñar cómo se escupe!!!, abre la boca perra mal parida!!!- dijo Lucio ya con las babas de Margarita y las suyas mezclándose dentro de él.
Ella obedientemente separó sus canosos labios lo más abiertos que pudo para recibir de la manera más repugnante posible una mezcla de sus babas con las del apestoso sujeto, sintiendo claramente la chiquilla cuando estas chocaron contra su lengua.
-no te las tragues, junta más saliva y escúpeme ahora tú, hazlo bien- dijo Lucio a una escupida chiquilla, la sudada pareja había detenido un poco su acalorante labor para poder comunicarse con claridad.
Margarita escupía ahora una mayor cantidad de saliva, esta vez lo hizo bien, prácticamente llenado de babas la boca del viejo y aun dándose el gusto de que algunos hilos colgaran de su barbilla (de ella), Lucio hizo lo propio y juntando una gargarea cantidad de babas tan grande que inflaban sus cachetes se mandó esa repulsiva mezcla hasta lo más fondo de la garganta de la nena, escupiéndole a bocajarro, así continuo la pareja con este extraño ritual de apareamiento, al final una muy estructurada y sofisticada red de hilos de saliva en todos los grosores formaban una compleja telaraña de cristalinas uniones entre el feo y rasposo rostro de Lucio y el suave y hermoso rostro de Margarita, y aun así la pareja se seguía escupiendo, solo pararon porque Margarita comenzó a vaciarse otra vez pues el bribón nunca dejó de pellizcarle el clítoris.
El borracho de Lucio la orientó para que ella quedara de espaldas a él, y así comenzaron a acoplarse otra vez, una posición muy excitante en donde la morena verga de Lucio se veía desaparecer entra las rosadas pieles de la nena, primero fue Lucio el que comenzó a taladrarla para después secundarlo la chiquilla con enloquecidos movimientos de pelvis, la nena terminó por recargar su cuerpo contra el de su macho, no tardaron en aparecer una negras manos que se apoderaron de sus pechos, cacheteándolos o jalando de sus pezones mientras ella se comía esa desabrida boca, la nena dejó de besar al depravado solo para gemir más fuerte y en pocos minutos volver a venirse expulsando un pequeño chorro de jugos desde su vagina, dejándole una clara sensación de ir al baño.
La nena no haciendo caso a lo que su cuerpo le dictaminaba siguió ensartándose en la agraciada y completamente babeada verga de Lucio, la nena aceleró sus drásticas ondulaciones mientras intentaba ver, con sus ojitos casi cerrándose, cuál era el procedimiento utilizado por su bollito para poder albergar tanta carne, pero al parecer después de un rato la posición no fue lo bastante cómoda, ambos cuerpo se resbalaban debido a tanto sudor teniendo que acomodarse en varias ocasiones así que la nena decidió regresar a la pose anterior.
Lentamente se desacoplaba mientras veía como la verga del viejo a raíz que salía de ella se iba acostando en la panza de este, por la forma en que le iba saliendo casi parecía que Margarita estaba dando a luz a una verga, ella se acomodó con sus potentes piernas ya temblándole y procedió a enclocharse de nuevo, la pareja de amantes continuo en lo que estaba, los gritos y grosería hacia la persona de ambos era tales como:
-zorra de mierda!!! Sabía que eras una hija de la gran puta!!!!!- obviamente esto era gritado por el cincuentero.
-si- la nena suspiró esta afirmativa palabra, ella estaba atravesando por un estado emocional algo retorcido que haría que comenzara a desgastar su garganta en groserías que en sus cinco sentidos nunca diría.
-sí que perra asquerosa!!!!!- ladraba el repugnante.
-sí, si soy mmmmm- decía la agitada chiquilla.
-si eres que ramera barata!!!,- el viejo soltaba a la nena de su cintura y comenzaba con todo un ciclo de fieras nalgadas, en donde el sonido de la según última no hacia otra cosa que animar al viejo a mandarse una más, ella simplemente arqueó su cuerpo y paró más el culo.
-si, siiii, siiiii Don Lucito, soy una perraaaa, una perra asquerosaaaaa, soy la perra de todoooossss!!!!!- el viejo quedaba hasta con la boca abierta a raíz de las fuertes declaraciones y confesiones que su puta en turno realizaba.
-jejejeje, demuéstramelo ahhhhhh, ensártate más duro, házmela polvo!!!- bramaba el imperdonable.
-siii, ssiiii, uuhhhhgg su verga es miaaaa!!!, miaaaaa!!!!, aayyyy dioooosss que ricaaaaaa!!!!!!- la nena obedecía al sacrílego sujeto para mandarse sus más yegüinas empaladas en contra de la astronómica barra.
-es la más grade que he probado en mi asquerosa vida de putaaaaaaaa!!!!!!!!- gritaba la nena, o quien sabe quién lo hacía por ella, sin embargo estaba tan fuera de sí que quería algo más…………. sádico.
-Don Lucio uuhhhhggg, escúcheme, óigame!!!!!, escúcheme maldito violador de mierdaaaaa!!!!- la nena se expresaba con diálogos propios de las mujerzuelas.
-perra caliente, estas tan cachonda que no te mides en tus palabrotas!!!!!- de más está decir que Lucio con esto se ponía mas duro.
-escúcheme hijo de su puta madre viejo cabrónnnn!!!!,- ahora la endemoniada era la nena, estaba tan embravecida que ese sencillo grito había implementado un temor en Lucio creyendo que esta perra en cualquier momento se lo despacharía a cachetadas.
Pero la nena en vez de eso pidió su sádico tormento.
-péguemeeee!!!, péguemeeeee!!!, agárreme a cachetadas por haber salido tan putaaaaa!!!!- la aun ensartándose nena agarraba al viejo de los pellejos que colgaban terminando su cuello y lo azotaba ferozmente contra el retrete.
-estas segura zorra hija de puercaaaaa!!- bramó Lucio adolorido de esa parte, la cual la nena ya había comenzado a amoratarle por tan severos pellizcones.
-si segura, péguemeeeeee!!!, no le gusta eso viejo pendejo?!! (la nena le mandaba otro escupo impactándolo contra su equina cara), no vive de pegarle a las mujeres??!!!, que acaso no le excita pegarle a una mujer?!! Péguemeeeeeeeeeeeeee!!!- gritaba la nena.
-pues hay te voy puta!!!- gruñó el desequilibrado sujeto y con la palma de su mano mandó una aberrante cachetada que le dejó fotocopiada la mano en todo el pómulo de la nena, tan bestial que pudo haberle sacado algunos dientes, por fortuna para la belleza de esta nena su dentadura quedó intacta.
-más fuerte viejo marica, que no tiene fuerzas!!!- gritaba la caliente Margarita presa de una calentura nunca antes experimentada, Lucio desde luego se ofendió y encolerizado mandó uno de sus mejores golpes pero esta vez a puño cerrado, la nena veía como esa apuñada mano venia acercándose cada vez más a su rostro hasta que después de sentir un tremendo impacto su visibilidad quedó a oscuras.
El impacto fue tan brutal que dejó a Margarita en un cercano estado al knockout, la cabeza de la nena se balanceó como si esta estuviera hecha de goma, de una de sus fosas nasales comenzó a rodar una gota roja, a pesar de que Lucio era el más débil de la flotilla su fuerza en los puños era aún muy superior a la de la nena, quien había dejado de mal hablar a partir del golpe.
La pareja siguió en lo suyo, a estas altura Mar ya no mostraba coordinación en su cuerpo, menos en su cabeza, ni siquiera en sus labios, o al menos eso parecía pues una de sus manos subió a limpiarse esa gota de sangre que rodaba por ellos, la nena comenzó a sentir el nacimiento de otro orgasmo pero también sus ganas de orinar ya estaban casi de fuera, el viejo se dio cuenta y comenzó a castigar el clítoris de ella con fuertes golpes de dedo, tanto hasta que terminó vaciándose primero en líquidos agridulces, apretando sus labios con sus dientes tan fuerte que casi hace sangrar a estos también, mientras que sus ojos no se unieron solo porque tenían el nacimiento de su nariz en medio.
Ella misma quizás tan acostumbrada a que la dejaran encuerada cada que se la cogían intentó desgarrar su vestido, pero no pudo, sus fuerzas no eran tantas, pero aun no pasaban las contracciones orgásmicas del todo cuando sintió como una gran cantidad de orines venían bajando sin la menor intención de detenerse, así que rápidamente quitó a Lucio de donde estaba sentado para ella misma levantar la tapa del retrete, liberando el mefítico aroma de esas extrañas y agusanadas formaciones, se abrió de patas lo más que pudo de la misma forma que abrió con una de sus manos sus labios vaginales, apreciándose lo rojo y abiertos que estos estaban, para comenzar a dejar salir ese dorado líquido.
Los meados caían chocando contra las porquerías de ahí abajo, en dicho choque varias gotitas de algo negro brincaban y alcanzaban a pegarse en los blancos y temblorosos muslos de Margarita, ella en tanto mantenía su frente levantada para evitar que le saliera más sangre mientras Lucio veía ese par de nalgas liberadas del yugo del vestido y como de en medio de sus abiertos muslos caía el líquido.
Una vez que la nena terminó de mear dirigió su hermosa mirada al viejo, dicha mirada ya no era de esa niña viciosa y desfallecida que hace poco mero se telelea arriba de él, esta vez su mirada era tan inocente, tan tierna, tan distintiva de Margarita que hacía imposible creer que esta niña hace poco estuvo gritando tantas obscenidades y moviéndose como un remolino, debido a que ella aun portaba las zapatillas es que había una notable diferencia de altura entre ellos.
Sin que el viejo emitiera palabra alguna Margarita se agachó, tomo la verga de Lucio y se la metió a la boca, pero el gran error de esta nena fue creer que se metía la de Felipe o la de Taco, ella empezó muy alegre metiéndose esa monstruosidad, alojó lo más que pudo dentro de ella pero no pasaron ni cinco segundo cuando ya estaba trocándose en saliva, aun así se lo tomó a reto, volvió a engullirla lo más que pudo para comenzar a realizar movimientos en su cuello propios de sus mejores mamadas de verga pero de igual forma se volvió a vomitar en saliva, de nueva cuenta esta nena se metió otra vez casi un total de 22 centímetros, lo que medía la verga de Pancho, comenzó a chuparla como toda una puta pero esta vez la arcada no pudo ser controlada y se vomitó expulsando lo que Silvia le había llevado de comer algunas horas antes.
-ay- dijo la nena completamente apenada.
-ahh que puerca eres, deja eso, abre la boca que te los voy a echar todos- dijo Lucio, la nena solo sonrió mostrándole sus dientes superiores e inferiores muy juntos, esta vez no blancos pues estaban cubiertos de residuos de vómito.
La señorita abrió la boca lo más que pudo y sin más el viejo, después de haber tenido muchos meses sin coger, se desparramó en semen dentro de la boquita de Mar, la llenó completamente no viéndose dentro de ella otra cosa que no fuera líquido marfilesco, solo su lengua por momentos alcanzaba a salir a la superficie de ese mar de semen.
La nena con las piernitas muy juntas y sus manitas descansando en la rodilla de estas jugueteaba con el apestoso líquido, al parecer le había gustado el sabor pero después la sensación cambio a algo más desagradable por lo que recordando que el semen en la boca no se desperdicia sencillamente se lo tragó junto a los mal digeridos restos de su trocada comida.
Unos minutos después……………………
El viejo Lucio veía como la nena se acicalaba en el espejo del baño, al parecer para ella ya todo había terminado, peinaba su sudado cabello, tarareaba una dulce melodía, acomodaba su arrugado vestido y mantenía pegado en su nariz un pedazo de papel que ya se estaba llenado de sangre, pero el viejo aún seguía duro, lo suficiente para aguantarse otro raund, lentamente el viejo se acercaba por detrás, azotaba el rostro de la nena en el espejo del baño, por suerte este no se rompió sino los resultados en el hermoso rostro de Mar no hubieran sido tan hermosos, la nena por reflejo paró el culo, el viejo intentó nuevamente la penetración vaginal.
Sus largas e imponentes piernas aunadas a sus tacones imposibilitaban que Lucio pudiera penetrarla en dicha posición, su mediana estatura no era suficiente, no le llegaba, enojado el hombrecillo buscó algo para el ganar altura, por suerte encontró un par de blocks de construcción los cuales acomodó a manera que le pudiera llegar a la jugosa papayita de Mar, el viejo era capaz de quitarle los tacones a Margarita para ponérselos él con tal de llegarle, Lucio iba a mandar el primer empujón pero ya con verga en mano observó como el anal y virginal puntito de Mar pulsaba como pidiendo guerra, entonces preguntó.
-jejeje, te lo han hecho por el culo?- entonces la asustada Margarita defensora de su trasero dijo.
-no, por favor, por ahí no, dicen que duele mucho-
-ahh, eso no es cierto, no duele tanto, depende si el que te la coge te la sabe meter y yo si se jejeje- decía el viejo.
-es que, no sé, me va a doler- dijo Margarita, aún seguía caliente e inconscientemente comenzó a menearle el culo al viejo, una hembra cortejando al macho.
-no, no duele, anda, vamos a intentarlo- dijo Lucio ya punteando la entrada rectal de la chamaca.
-jijiji, no se Don Lucio- Mar también seguía el juego, ella hacía para atrás su culo para que ano y glande tuvieran un mejor contacto y así empezaran a conocerse, así estuvieron unos minutos en donde el culito de Mar ya se estaba acostumbrando a los besitos que le regalaba la verga del viejo, este pervertido al tener mayor altura apretó las nalgas de Mar en contra de su desmesurada verga, chaqueteándose su palanca con las carnosas posaderas de la niña, la tierna chiquilla ya suspiraba casi de amor con esos sucios movimientos, Lucio se dio cuenta y decidió preguntar de nuevo, caliente como un burro profetizaba que esta vez la nena aceptaría.
-entonces que putita, intentamos romperte ese culo que te cargas-
-ayyy Don Lucio jijijiji, romper es una palabra que se oye muy fea- dijo la coqueta nena.
-bueno, entonces, te gustaría que probáramos ese culito- Lucio le hablaba casi metiéndole la boca al oído, el viejo ya estaba casi que se volvía a vaciar en mocos.
-jijijiji, pero me promete que si me duele mucho, la va a sacar- decía la zorra de Margarita.
-si pendeja, si sientes que te está doliendo mucho me dices y te la saco- decía el viejo derritiéndose en sudor de la emoción de estar a punto de desvirgar un culo, y vaya culo.
-ehh, este, no puedo creer que vaya a decir esto pero si, está bien, quiero calar que se siente- dijo la nena arqueando su cuerpo, sacando aún más su culo y apretando sus dientes para resistir el seguro dolor que se avecinaba.
Pero justo cuando Lucio comenzaba a ejercer presión sobre ese culito la puerta del baño se abría, la pareja volteaba observando una enorme sombra negra, era Pancho quien miraba enojado como uno de sus compinches estaba disfrutando de su mercancía sin pagar y de cómo su mercancía le estaba dando el culo a este viejo, ¡¡¡¡¡le estaba ofreciendo la virginidad de su culo de a gratis!!!!!, algo que para el obeso sujeto era inconfesable, imperdonable.
-que se supone que están haciendo ustedes dos aquí!!!!!!!!- era como si el mismo Satanás los estuviera regañando.
Lucio parecía camaleón cambiando constantemente de color, mostrando casi todas las tonalidades en menos de medio minuto, mientras la pálida Margarita se acomodaba su vestido y se colocaba la babeada tanga.
-Pancho yo- dijo Lucio, a quien hasta lo borracho se le quitó, estaba más sobrio que nunca.
-nada cabrón hijo e puta, les dije muy claramente que tenían prohibido cualquier tipo de contacto con esta zorra, pero como veo que ya te me la disfrutaste tendrás que pagarme hijo e puta!!!, en este momento me pagas 15 000 mil pesos ya con intereses por haberlo hecho a mis espaldas, si no te corto los huevos aquí mismo- sentenció el viejo.
-y tu puta!!, que no te dejé encerrada!!, dime como vergas te saliste!!!, te ayudó este pendejo verdad!!!,- el viejo la jaló tan bruscamente de los cabellos tirándola al suelo y arrastrándola por todo donde se le podía, Lucio aprovechó el momento para salir corriendo completamente desnudo, como si lo fuera persiguiendo el mismísimo Diablo queriéndoselo coger por el culo con una verga de medio metro, dejando a la nena sola con el problema.
-esta si me la pagas escuchaste perra caliente, esta si me la pagas!!!!!- gritaba el endiablado sujeto echando lumbre por los ojos y engrosando las venas de su cuello, el viejo salió del cuartito pero no demoró en regresar con un cacho de tieso cable doblado a la mitad, aunque con voz más tranquila.
-en este mismo momento me vas a explicar cómo vergas te saliste o quien te ayudó a salir- dijo Pancho abarcando con su cuerpo toda la puerta y levantando el brazo en donde sostenía el cable, perdiéndose para los ojos de Mar en el brillo del foco, Margarita solo veía en el viejo toda la intención de darle la cueriza de su vida.
Continuara………………
Para el estimado lector/lectora.
«Las ideas y opiniones expresadas tanto en los diálogos de los personajes como en las situaciones que conforman la narrativa de la obra son responsabilidad de los protagonistas y no representan en ningún momento los puntos de vista del autor, por su comprensión, gracias».
UNA DESVENTURADA CHIQUILLA EN UN AMBIENTE MUY CORROMPIDO
Después de haber sido golpeada en su escultural cuerpo con un cacho de tieso cable, jaloneada y casi arrastrada de los cabellos por toda la cuadra (desde el edificio de Felipe hasta la casa del gordo delincuente) en consecuencia a la ofensiva falta a la fidelidad hacia el gordo y humillada a mas no poder por un viejo que la trataba inferior a él solo por la discrepancia de género, la maltratada chiquilla bañaba cuidadosamente su cuerpo procurando que la espuma del jabón no rozara o hiciera contacto en la menor medida con las diversas heridas que surcaban su delicada piel.
La situación se había salido de los preparativos originales, según Lucio después de que los viejos vagabundos disfrutaran de los favores sexuales de la joven Dulcecita tocaría turno a Pancho, Felipe, y por ultimo él, por eso la sorpresa del equino por verse a esa mole cuando pensaba romperle el culo a Margarita, pero una inesperada llamada alertó al gordo sobre un asunto importantísimo el cual debería de tratarse a la mayor brevedad y que adelantó todo lo planeado, quitando eventos en lo ya programado incluyendo la cogida que Pancho y Felipe pensaban darle a Dulce. De este modo Pancho tuvo que modificar su agenda teniendo que ir él a arreglar ese malentendido que había surgido en uno de sus prestamistas dejando a Felipe la tarea de pedir una cuantiosa suma de dinero por el rescate del viejo Don Gustavo y encargarse de asegurar el traslado de Dulce de vuelta a su casa.
Esto generó una fuerte tensión entre los dos vejetes ya que por un lado estaba la desilusión de un senecto por probar las tibias carnes de una hermosa jovencita de ojos azules y de 19 añitos aspirante a modelo y con un cuerpo esculpido por el mismo Diablo y por otro las constantes tomas de decisiones que Pancho realizaba sin tomar en cuenta las ideas de Felipe considerando que el verdadero líder de la célula debería de ser este último, pero debido a su edad era por demás visible que en poco tiempo el gordo heredaría su lugar, aunque el porcino ya se sentía el cabecilla, todo esto había generado que en los últimos días la relación Pancho-Felipe no pasara por su mejor momento.
-aprovecha que en estos momentos esa chiquilla esta inconsciente, llévate a alguien y déjenla lo más cerca de su casa, para esto ya habrás hablado a la vieja esa sobre el dinero, se claro y breve, adviértele solo una vez, que la próxima vez que marques será para avisarle sobre el lugar acordado para la entrega del dinero y que nada de estupideces… no te preocupes por esa pendeja que no dirá nada sobre lo ocurrido, siempre se quedan calladas y con más razón esta que quiere ser modelo jajaja- se mandaba la orden el gordo evidenciando una vez más que ya se sentía todo un jefe de sector, todo esto ocurría antes de que Pancho descubriera a Mar en tan comprometedora situación.
-ahh y tómale fotos, nunca se sabe cuándo nos puedan ser útiles jeje, dile a los vagos que le pongan sus vergas en la carita de puta- decía el gordo abandonando el caliente cuarto con extremo olor a sexo y sudor, sin saber que abajo se encontraría con su prometida ofreciéndole el culo a tremendo esperpento.
Ya después de los latigazos…
La sollozante Margarita recordaba los descarnados azotes que le fueron proporcionados por tan bruto verdugo, uno en su espalda baja, otro un poco más arriba, otro en una de sus piernas para finalizar con un último atravesándola de uno de sus costados, eso sin contar la fiera cachetada que aún mantenía al rojo vivo una de sus mejillas por habérsele puesto pesada en la calle mientras era llevada a rastras de sus cabellos. La impotencia para esta señorita era mayúscula, ni siquiera recordaba a su padre haberla dejado en tan deplorables condiciones, ni siquiera a su ex novio le permitía el menor levantamiento de voz y ni que decir que este la jaloneara, y se encolerizaba que este viejo, a quien no le debería de tener respeto alguno, llegara y le pegara como si ella se tratara de algún objeto de su propiedad, y encima de todo según él, porque ella se había ganado el cruel castigo.
Las heridas estaban tan frescas que la pobre nena sentía mucho ardor y dolor ante el ligero roce del agua fría, pero al mismo tiempo una sensación de frescura que le ayudaba a olvidar lo sucedido y que limpiaba su piel de las sustancias sudorosas que la cubrían, cerrando los ojos intentaba superar la situación en la que se encontraba.
“maldito viejo, como es que a una persona así se le permite tener contacto social”, cavilaba la imponente chiquilla con sus cejas fruncidas a modo de notar su molestia dejando que el agua fría recuperara su tentador cuerpo.
Mientras tanto el gordo, muy enfadado, miraba las condiciones en que había quedado su puerta.
-pero mira nada más!!, mira nada más, chiquilla atarantada!!, con que vergas hiciste esto??, hija de la gran puta!!!, no si pa´ todo le hayan!!!- el viejo veía si lo ocurrido a su chapa tenia solución, tratando de armarla manualmente.
-hija de la chingada debería de dejarte dormir afuera para que se te quite lo pendeja!!, uno portándose bien contigo, hasta comprándote trapitos para que no andes encuera… y así me pagas!!, pero esto me pasa por pendejo!!- la tierna chiquilla escuchaba desde el baño los berridos y regaños del viejo, no quería salir, tenía miedo, se le podía ver en sus vidriosos y sulfurados ojitos, y en la tierna forma en la que ahora acomodaba sus cejas.
-ora esta maceta que yo recuerde ya se la había regresado a Felipe, maldita mocosa!!-
-y deja de chillar o entro orita mismo y te termino de acompletar!!!, hija de tu peeerra madre!!!- rebuznaba encolerizado el gordo al asegurarse que su puerta había quedado inservible.
El celular del viejo comenzó a sonar, Margarita desde el baño apenas y se asomaba tratando de visualizar los recorridos que realizaba el bastardo, lo veía en toda su rechonchez aun con el pedazo de cable en sus grotescas manos, se había quitado la camisa y dejaba ver su voluminosa panza sudada llena de tatuajes de todo tipo, principalmente de atractivas mujeres. Al verlo no podía sentir otra cosa que no fuera asco, náuseas y un profundo odio hacia esa redonda persona, el viejo tomaba su celular y comenzaba a dialogar.
-si bueno… cabrón que milagro, hasta que das signos de vida… si, si aquí estoy… si, si puedo, ¿dónde estás?, ¿por dónde vienes?… ok, entonces en diez minutos en la cantina de Felipillo… sale te apuras pendejo que tengo otro compromiso- finalizaba Don Pancho para dirigirse a su baño.
El moreno viejo asomó su espeluznante cara de gorila enrabiado dándole a su cautiva un sucio repaso de los pies a la cabeza, degustándose con cada curva tan perfectamente trazada y burlándose de las coloradas líneas que surcaban ese exquisito cuerpo tan finamente moldeado, poniendo una cara tan jacarandosa pero a la vez burlona que no hacía más que acrecentar las ganas en Margarita por tener algún objeto punzocortante cerca y abrirle la panza a tan despiadado sujeto.
-¿qué hace?, sálgase!!- se quejó la niña al ver la gruesa humanidad metiéndose sin permiso alguno en donde ella se limpiaba, ella con una de sus manitas alcanzó a medio cubrir sus amamantables senos y con la otra dio un estirón para jalar un viejo trapo ahí colgado y tapar sus amplias caderas, un trapo tan pequeño que apenas y le daba para conseguir su propósito.
El viejo se calentó con la imagen de la joven hembra semi protegiéndose, el verla a ella con su carita de miedo, su mejilla enrojecida debido al golpe que le dio rato atrás y enconchada en un rincón no hizo más que alterarlo insanamente mientras su verga comenzaba a manifestarse en sus terroríficas dimensiones, pronto este caliente aparato ya presentaba una anormal inflamación debajo de esos viejos y descoloridos pantalones la cual fue vulgarmente frotada por el corpulento sujeto mientras se relamía sus babosas bembas saboreándose el encantador cuerpo que tenía ante su presencia.
-estas rebuena chiquilla, todavía ni yo me la creo que te ande comiendo jeje- decía burlón el viejo.
La diferencia de cuerpos era terrible, una tremenda panza colgaba haciendo apenas posible a la vista de la nena la atroz malformación genital que estiraba la tela mezclilla hasta casi desgarrarla, el obeso cuerpo peludo del bovino se veía aún más moreno de lo que ya era comparado con la blanca y brillante piel de la jovencita, los temblorosos labios de esta chiquilla lucían exquisitamente carnosos y sonrosados debido a la temperatura del agua y deliciosamente mojados por la misma, al verlos el viejo no soportó y se lanzó a querer disfrutarlos nuevamente.
El asqueroso viejo, con la lengua de fuera y la trompa parada, intentaba darle uno de sus mejores besos a la asustada chiquilla quien trataba por todos los medios posibles de impedírselo, en su afán por empujarlo con sus manitas dejó caer el trapo que la cubría quedando completamente desnuda ante uno de los entes más calenturientos que hasta entonces hubiera conocido, como a su vez sus senos, al estar también sin protección, bailaban y botaban ante cada movimiento de defensa para deleite del moreno quien seguía jovial con sus enardecidos ojos la ruta danzante de los pezones.
-nooo!!, aléjese!!!, váyase… no me toque!!!- decía la nena ante los constantes acosos del pervertido, y es que el secuestrador, con la pura panza, ya la había acorralado contra la pared mientras la tomaba de la cintura, caderas o alcanzaba a apoderarse de alguno de los senos.
El viejo sin darse por vencido jorobaba su cuerpo con la finalidad de llenarle la boquita a la nena con su repulsiva y viscosa lengua, y es que así como la diferencia de cuerpos era contrastante también lo era la altura, si bien la nena ganaba mucha altura con las zapatillas de teibolera que el gordo le había comprado en esta ocasión la señorita andaba descalza, lo que hacía que la pobre chiquilla a duras penas llegara al velludo pecho de la fornida bestia.
El viejo desesperó ante lo histérica que se estaba comportando su mujercita y enojado dio otra sanguinaria cachetada mandándola al piso. El impacto que la chiquilla recibió fue tan inhumano que ahora ella misma se confundía observando a dos enormes monstruos viéndola penetrantemente para después, como si esas bestias se reprodujeran por vía mitosis, contemplar como a partir de cada una se despegaba otra en igualdad de proporciones quedando ahora cuatro oscuros hipopótamos tratando de comunicarle algo.
-perra desgraciada, como conmigo no quieres pero bien que te revolcaste con esa rata asquerosa, deja nada más que lo vea- el viejo una vez terminada esta frase tomó los castaños cabellos de la chamaca y los ennudó en su mano, jalándoselos con fuerza excesiva como si se los quisiera arrancar poniéndola de pie y acercándola lo más posible a su batracia cara para advertirle, la desnuda nena como única defensa solo pudo posar sus manitas en la muñeca del brazo castigador.
-como veo que en este momento estás indispuesta y que el tiempo no nos favorece para ponernos a coger como animales, me retiraré a la cantina, te aviso que… una vez que te vistas te quiero allá!!… conmigo!!… a mi lado… como lo que eres!!… mi vieja!!, y cuidadito y me rezongas o desobedeces allá enfrente de mis amigos porque soy capaz de agárrate a patadas ahí mismo!!!!, y si en determinado tiempo no llegas vendré a buscarte con un garrote, y en dado caso de que no estés aquí, saldré y te buscaré hasta encontrarte y en donde te encuentre te agarro a palos hasta cansarme!!, ¿está claro?!!!, jeje, recuerda que sé dónde vives- bramaba el coloso sujeto salpicando pesadas gotas de saliva en el rostro de la asustada muchachita cada que abría su descuidada boca.
La sollozante chiquilla con sus senos elevándose en cada una de sus respiraciones sentía la pesada esencia a aliento rancio y aguardentoso chocando contra su asustado rostro, analizaba la condena del gordo y concluía que, en caso de no ser ella la que recibiera tal castigo, bien podría ser su papacito el que la recibiera, así que con esto entendía que no debía huir ya que en caso de hacerlo lo más seguro era que el viejo llegaría más rápido que ella a su lugar de ex residencia.
-está claro?!!!!- berreó guturalmente el desalmado poniendo una cara más que diabólica, a la nena no le quedó más que asentir temerosa y temblorosa mientras era levantada de sus cabellos aún más alto, llegando a estar solo apoyada del suelo con la punta de los dedos gordos de sus pies.
El viejo salía del baño, se colocaba una camiseta gris y algo manchada de grasa de automóvil y abandonaba la casa, la nena salía cautelosa, volteando a sus alrededores comprobando que se había quedado sola, veía la puerta entrecerrada, sin ataduras que la aprisionaran, pero recordaba las desagradables sensaciones de dolor que sintió en su cuerpecito cuando fue castigada por el porcino y la malvada amenaza minutos antes dictaminada, así que por el momento no era buena idea desobedecerlo y más considerando que no podía intentar volver a escapar puesto que ya casi era la una de la mañana y no era recomendable rondar a esas horas por esos terrenos.
La encuerada muchachita abrió la bolsa que anteriormente trajo Pancho y comenzó a medirse sobre su cuerpo vestido por vestido, intentando descubrir el que más tapara sus provocativas curvaturas ya que sabía que al lugar que asistiría estaría lleno de selectos caballeros, encontró uno que si bien no era para nada lo que buscaba al menos no era tan corto como el anterior, aunque la diferencia fueran unos cinco centímetros, se trataba de un vestido gris de aspecto plisado pero muy entallado y adornado con una par de gruesos tirantes que a la nena le quedaban flojos pues se le resbalaban constantemente por sus pecosos hombros por más que ella se los acomodara, pero quizás ese era el detalle extra del vestido, que los machos admiraran un tirante caído y el coqueto movimiento de una nena acomodándose el tirante en cada momento.
Ni que decir del escote que se gastaba la voluptuosa chiquilla con ese provocativo vestuario, eran estos momentos cuando ella más deseaba no haberse desarrollado tanto mientras jalaba hacia arriba el escote de su vestido a modo que tapara lo mayor posible de sus melones, se calzó con las mismas zapatillas de hace rato y sin perder más tiempo se dirigió hacia donde su hombre le dijo que estaría esperándola.
Si bien la distancia que delimitaba a la cantina de la casa de Pancho equivalía a unos cuantos metros, este espacio fue suficiente para que la chiquilla meditara un poco su vida hasta ahora precisamente pensando en eso, en como el viejo se expresaba de ella como su mujer, la cálida jovencita siempre había pensado en algún día conocer al hombre destinado para ella, un apuesto muchacho que rondara su rango en edad, tierno y cariñoso con ella y que la tratara como toda una princesa, ahora sentía un profundo revolvimiento en sus tripas al pensar que el ganón de tan exuberante mujer sería nada menos que un viejo de casi sesenta años, gordo, extremadamente feo, de batracia apariencia, tosco, ordinario, encima delincuente, al parecer sin oficio lícito pues no recordaba haberlo visto trabajar en algo y que no se cansaba de decirle que para él solo era una puta.
Pero se recriminaba más ella misma con el hecho de reconocer que en algún momento llegó a sentir algún tipo de atracción hacia tal desagradable sujeto a quien se le notaba lo machista hasta en el caminado, aunque después se trataba de convencer de que no existía tal atracción y que todo era producto del drástico cambio de vida a la que fue sometida y el corto tiempo transcurrido para asimilarlo. También considerando que esa atracción bien podría traducirse en un tipo de amparo que el gordo representaba para ella en este nuevo y distorsionado mundo, ya que fue él a quien conoció primero, con quien compartía cama y que había mostrado en pocos momentos (pero los había mostrado) una consideración hacia ella entendiéndola como un organismo con metas y aspiraciones. Pero sobre todo porque él representaba esa protección para ella con los demás, de esta manera se sentía segura el llegar a la cantina y acompañar al gordo, sabía que los intentos por faltarle al respeto por parte de la hambrienta manada de lobos disminuirían con este obeso factor. Para este momento la nena ya estaba a unos pasos de entrar a tan lúgubre lugar.
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Minutos antes en la cantina…
El grotesco animal yacía recargado en la barra platicando con Atilano, el viejo ayudante de Felipe, tan feo como solo él mismo podía serlo, de aspecto rechoncho y chaparro con una gruesa espalda que casi parecía el caparazón de una tortuga. El nulo cuello, la pequeña cabecita y la ausencia total de cabellos en este peculiar sujeto, sumado a la rara forma que presentada en su rostro le daban la apariencia de ser un verdadero quelonio mutado antropomórficamente, y pensar que la bella Margarita ya se había comido sus mocos, sin saberlo.
Los viejos compartían opiniones sobre las hembras mas buenotas que habían visto ese día cuando en eso hizo su aparición entre las puertas de la cantina otro hombre de aspecto rudo y reglamentario así como de apariencia misteriosa, y quien al ver al robusto de Pancho se dejó ir hacia allá.
Una mesa fue rápidamente desocupada por Don Atilano para que Pancho, con el hombre en cuestión, se sentaran, Pancho estaba acompañado de nada más y nada menos que el oficial Climaco, el más alto mando de la justicia y defensor de los débiles por esas inhóspitas y abandonadas regiones que conformaban su sector.
-mi estimado Pancho, un gusto verte, cuéntame, que dice la buena vida?- el gordo conocía a este sujeto desde hace mucho, tenía perfectamente entendido la clase de fruta podrida que era y que por ningún motivo merecía portar el uniforme que representaba, un tipo de lo más ruin y corrupto que no se intimidaba a la hora de tratar con tan repulsivas escorias sociales.
La noche estaba fresca, así que el gendarme venia abrigado con una vestimenta que daba a suponer que no estaba en servicio, pantalón de vestir, botas, camisa de manga larga entreabierta mostrando una enmarañada mata de pelos cenizos, unos lentes oscuros que ocultaban la dirección de sus ojos y una especie de saco completando su fachoso vestuario, una tremenda verruga con tres pelos negros adornaba su rostro en su mejilla derecha.
-cual buena vida?, estoy hasta el culo de deudas, y he andado ocupado con unos asuntos, jeje- reía nervioso el gordo una vez acomodados en la mesa, la presencia y fanfarrona risa de su policiaco amigo no le gustaba mucho que digamos a Pancho, y es que el sargento no se molestaba el andar visitando prófugos de la justicia si no fuera para tratar un asunto de suma importancia.
-y esos asuntos, ¿no incluirán secuestro?- cada que Don Climaco hablaba tenía como costumbre un exagerado movimiento en sus manos, como todo un político que no sabe ni para que las mueve pero que trata de aparentar inteligencia con ello.
-jeje, hombre, que pasó, tiene mucho que me retiré de eso, ya estoy viejo, ahora soy un hombre de familia-
-jajaja!!!!, queee vergas!!!, ¿y quién es la afortuna que logró conquistar el corazón del buen Panchito?, ¿Alguna prima de Lencha? jajaja… bueno ya… dejémonos de chismes que no somos viejas y vamos al grano, acabo de regresar de unas bien merecidas vacaciones y me informan que el número de siniestros ha aumentado, o sea que uno ya no se puede dar lujo de ausentarse un tiempo porque enseguida no faltan los que hagan desorden- el justiciero recargaba su cuerpo en la silla al tiempo que cruzaba sus piernas para ponerse más cómodo mientras llevaba una de sus manos a su partida barbilla golpeándola sutilmente con su dedo índice.
-tengo una larga lista de desaparecidos, la mayoría sin mucha importancia… en estos momentos el que más me interesa es un tal… Gustavo Fuentes, ¿te suena?, al parecer su esposa ha levantado una denuncia a raíz de que el viejo no se ha presentado dos días al trabajo y de que se reportó uno de sus autos en las afueras de un motel en donde precisamente según algunas versiones de testigos una pareja fue… secuestrada, ahora, no me explico al buen Gustavo en un motel de tercera, ¿a qué iría?, ¿tú a que vas a un motel mi buen?-
-pos, a tronarme un culo- respondía Pancho.
-exacto, lo que me lleva a suponer que el buen Gustavo fue a tirarse a alguna mocosa compañera del culito que tiene por hija, ahora, yo sé que al viejo le gustan niñas como a todos nosotros pero… ¿te vas a tirar a una mocosa toda estúpida teniendo a esa yegua por vieja?, no sé tú pero yo después de habérmelo pensado supongo que esto fue planeado- el atento gordo se incomodaba, sabía que este pelafustán vestido de policía ya estaba enterado de todo o bien una parte, sino no se hubiera molestado en ir a debatir con él, seguramente había caído entre sus garras alguno de los tantos mocosos que se juntaban con el gordo y este le había divulgado algo de información, y si fue a verlo a él era porque precisamente le habían dado el nombre de Pancho.
-esa pinche vieja pendeja, en vez de que se abra de patas que es para lo único que sirve, se pone a investigar donde anda su marido, que vergas le importa!!!, ¿y de seguro ya sabes que yo lo tengo?!!!- el gordo levantaba un poco su voz, la estruendosa música al compás de bandas, corridos y narcocorridos permitía que la conversación llevada a cabo entre el gordo Pancho y el oficial Climaco fuera netamente privada, a decir verdad la cantina no estaba tan atiborrada de clientes como en otras noches, aun así, los finos comensales entre pláticas obscenas y juegos de barajas se entretenían sin el mínimo interés por prestar atención hacia la reservada mesa.
-tranquilo Pancho, calmado, ni que viniera a arrestarte, sabes que eso no es de amigos, vengo a hacerte una propuesta, bueno no, propuesta no, es algo que tendrás que hacer obligatoriamente- una risilla maliciosa era manifestada por tan ruin defensor, el gordo acercaba un poco su cuerpo recargando los codos sobre la mesa para poder escuchar mejor la supuesta proposición.
-de que se trata?- preguntaba interesado el gordo, exhibiendo en su cachetona cara un gesto como de perro confundido.
-nada difícil, mira Pancho tú mismo ya debes de saber de todas esas mamadas y noticias que deambulan en los medios sobre la ineficiencia y la corrupción en los cuerpos policiacos, a todos nos tienen como una bola de cerdos corruptos que se venden al mejor postor- oraba el protector.
-jaja, pues no están diciendo mentiras- reía el viejo rechoncho, abriendo una boca casi al estilo de los hipopótamos.
-Panchooo, tú más que nadie sabe que las cosas no son así, si yo quisiera en este momento me comunicaría para que me levanten a toda esta gente y me registren todas estas viviendas, en menos de diez minutos tendrías todo un regimiento volteándote la calle, pero las cosas no son así mi buen, unos necesitamos de los otros para formar esta perfecta simbiosis, todo tiene su contraparte, el bien existe porque existe el mal, la cura existe porque existe la enfermedad, sin la delincuencia ¿existiría la policía?- decía Don Climaco, Pancho intentaba mostrarse sereno pero lo cierto era que ya desde hace rato traspiraba con cerdo, quizás la actividad que más desempeñaba durante el día.
-y en donde entro yo en todo esto??- volvía a preguntar el rechoncho sudando a mas no poder de sus prominentes entradas, cara, axilas y pecho, su vieja camisa adornada con algunos hoyos se comenzaba a humedecer.
-tú mi viejo lobo, no tienes que hacer nada más que sacrificar a uno de tus perros, ¿en qué forma?, te preguntarás, bueno ahí te va… ahora que he regresado he visto mucha presencia militar en mi sector y la verdad mi amigo que eso no me gusta nada, no me gustaría que me dieran de baja por incompetente como han hecho ya con otros en otras partes y sean los militares los que comiencen a beneficiarse con mis territorios, cosa que no me conviene a mí y mucho menos a ustedes, la idea es hacer creer a la gente que la policía trabaja y que no somos ningunos vendidos- discurseaba el buen oficial, adoptando poses en su silla creyéndose el hombre más interesante del mundo, además, sus gestos sumados a su manera de mantener en movimiento sus manos lo hacía ver como si estuviera tratando de lavarle la cabeza a un determinado público con algún tipo de publicidad gobiernera.
-necesito que escojas a uno de tus hombres, el que menos te sirva, y me lo entregues el día del cambio, aquí mismo en este negocio vendría yo a buscarlo, todo esto para presentarlo y dar mi versión de los hechos quedando él como autor intelectual y de este modo la televisora lo presente, así la gente se sentirá un poco satisfecha y tranquila al saberse que un peligroso secuestrador está tras las rejas, ¿Cómo ves?, es algo que pensé ahora que estuve de vacaciones- Pancho escuchaba atento tallándose su gruesa y alijada barbilla así como su batracia papada.
-mm, no está mal, ¿pero que ahí de mi dinero?, estará asegurado??- preguntó el moreno.
-por eso no te preocupes, tú tendrás tu dinero, siempre y cuando se les regrese a su familiar sano y salvo para la gente el dinero pasa a segundo término, tú solo ténmelo todo listo que tu dinero seguirá intacto-
-interesante tu idea, muy ingeniosa, pero da la casualidad que el que menos me sirve por el momento está desaparecido-
-jaja, pues búscalo o consígueme otro porque ese día yo no me voy de aquí sin mi pichón, o si no, no hay dinero mi buen, y serán más de uno a los que me levante-
-¿me estás amenazando? hijo e puta, jeje- rebuznaba el gordo.
-tómalo como quieras mi gordito amigo pero tú y yo sabemos que tiene mucho que debiste haber vuelto a la cárcel- ambos sujetos intentaban intimidarse con burlonas risas amarillentas.
-si quisiera en este momento te metería un plomazo por media frente- la mano del gordo orbitaba arriba de donde, precisamente, se encontraba su arma de fuego junto a su arma de carne.
-sí, pero ya no tendrías la protección de mis muchachos, y con los nuevos elementos que están llegando tendrías que empezar a hacer méritos desde cero, quizás sea un poca más difícil echártelos a la bolsa ya que la nueva policía es, disque incorruptible- el tono del viejo oficial no expresaba más que sarcasmo.
-pero válgame Dios!, Pancho!, ¿y esa hembra?!!- el corrupto policía veía a lo lejos una muchachita castaña que apenada acomodaba su vestido tratando de tapar lo mayor posible sus carnosas piernas tan perfectamente estilizadas.
-jeje, esa mi oficial, es mi vieja, el bollo que me ando comiendo todas las noches- presumía el gordo inflando su grasoso pecho, sintiéndose orgulloso de la mujercita que le pertenecía.
-gordo cabrón, no creo que sea tanta tu dicha de llevarte a la cama a ese pedazo de hembra- dijo el corrupto servidor público recorriendo con su degenerada mirada todo el volumen anatómico que presentaba la muchachita recién aparecida ante él, y que solo podía ser comparada con las musas que se fotografiaban para sugestivos calendarios elaborados con la finalidad de complacer a la clientela masculina más exigente, considerando que en ocasiones dichas musas necesitan retoques pero viendo como esta, en persona, lucía perfecta.
-ahh no me crees?, mira, ehh, este… tú!!… (el gordo trataba de recordar el nombre de la mujer que compartía, desde hace poco, la cama con él), Margarita!!- Pancho hacia una señal con sus dedos, llamándola, como si la nena fuera una mesera dispuesta a tomar la orden de tan distinguidas personalidades.
Era de imaginar el gran desvió de miradas y levantamientos de vergas de todos tamaños, olores y formas que se suscitaron ante el coqueto caminado que la nena realizaba gracias a su escandalosa vestimenta y teibolero calzado mientras intentaba llegar hasta donde su hombre. Su exquisito cuerpo era literalmente devorado por la jauría de embravecidos machos que hace momentos disfrutaba de un rato de sano esparcimiento, la nena se daba cuenta de ello y caminaba muy apenada por la forma en que los viejos se perdían mirando sus curvas, con una de sus manitas se enroscaba un importante mechón de su castaño cabello, tratando siempre de concentrarse en no prestar atención a la bola de pelafustanes que cuchicheaban vulgaridad y media entre ellos, era como si los viejos no hubieran visto una mujer en años.
El grasoso maleante se incorporaba de su respectivo asiento una vez que la nerviosa hembrita llegaba hasta donde él, el viejo con total descaro y como si este fuera en verdad su marido le plantó un asqueroso beso de lengua que llegó a repugnar hasta al mismo poli, este otro caballero veía con esfuerzo pero a la vez con un tremendo morbo como el viejo panzón tomaba a la chiquilla de la cintura, acaparándosela con sus manos casi en su fina totalidad, la pegaba a él y le daba su buen besote con harta lengua, se podía escuchar al viejo manifestando placenteros quejidos a la vez que la nena realizaba ahogados gemidos e intentaba, sin mucho éxito, liberarse de tal asquerosa opresión, podía Don Climaco ver como los labios de la nenita yacían ligeramente abiertos mientras la lengua del gordo se apreciaba revolviéndose dentro de ellos.
Y es que la nena sentía todo el sabor diarreico proveniente de las babas del gordo que le generaban un profundo hundimiento en su estómago mientras estas le eran bombeadas a su boquita, por momentos el gordo movía su cabeza en repetidas oscilaciones reguileteándola para de este modo abarcar con su lengua toda la cavidad bucal de la niña, al tiempo que ella casi moría intoxicada debido al penetrante hedor a tabaco emanado de las podridas encías de Pancho.
Don Climaco prestaba singular atención a la forma en que ambos pares de labios se enfrascaban en una ardiente lucha por momentos siendo los de la nena los que desaparecían completos dentro de la voraz boca del gordo, veía como las callosas manos del viejo ahora bajaban y tomaban a la nena de cada una de sus potentes nalgotas y las apretaban y masajeaban para sentir su tibieza y dureza levantando un poco el ajustado vestido, sintiendo el gordo toda la perfecta tonificación en sus rasposas manos, el oficial veía como las elevadas nalgas daban lugar a unas carnosas y brillosas piernas visiblemente marcadas y estas se complementaban con una perfectas pantorrillas igualmente trabajadas y por demás estilizadas.
La nena por su parte con sus manitas trataba de bajar el vestido pues el gordo se lo había subido descaradamente, sabiendo ella que era más que obvio que estaba regalándole a los presentes una alucinante imagen de sus nalgas apenas surcadas por un diminuto hilo que se perdía entre ellas pero era este mismo rechoncho sujeto con papada de sapo croando quien se encargaba de volvérselo a levantar sin dejar de comérsela a besos, para esto el gordo ya subía una de sus manos y la depositaba en la nuca de la nena para atraerla más hacia él y de paso despeinarla de su cabello.
Don Climaco, junto a quien sabe cuántos más, tuvo la necesidad de meter su mano dentro de su pantalón para de este modo acomodar el bulto que se le estaba formando debido a que el beso que se estaba pegando la pareja de enamorados lo había calentado insanamente, el viejo ya no veía tan asqueroso ese buen morreo, y más porque el gordo ahora masajeaba a su beneplácito las tremendas nalgotas de la chiquilla al tiempo que le estiraba la tanga y seguía despeinando, la chiquillas por el miedo y los golpes recientes tenía que paladear su lengua con la del obsceno sujeto mientras sentía casi a la altura de su sexo la naciente erección del cochino Pancho que la punteaba constantemente. Don Pancho, con sus enormes ojos de sapo cerrados, no paraba de meter su lengua lo más profundo que esta llegara, por momentos gruesos hilos de saliva escurrían de entre ambas bocas hasta que después de una fogosidad de casi 10 minutos de chorreante besuqueo el gordo liberó a su hembra.
La primera reacción de Margarita después del beso fue limpiarse el exceso de babas con su manita así como el acomodo de tanga y vestido para mirar apenada a los alrededores ya que sabía que muchos espectadores no habían perdido detalle de como un viejo de cincuenta y pico años, gordo y feo, se había agasajado por un buen rato a una curvilínea, joven y hermosa chiquilla de hace no mucho haber cumplido sus dieciocho añitos.
-mi buen Climaco, te presento a mi vieja!!- dijo el orgulloso y contento Pancho todavía saboreándose las agradables y frescas sensaciones provenientes de la boquita de tan bella niña, ella en tanto ponía cara de confundida por lo rara que se sentía ante la presentación, y más porque el gordo la agarraba de la mano como un puberto enamorado que lleva a la novia a presentarla a sus padres.
El casi jubilado sargento iba evaluando la mercancía de pies a cabeza, cada una de las femeninas curvaturas eran morbosamente admiradas junto a un sátiro saboreo con la lengua por parte del judicial, se detuvo un poco en los grandes senos que se asfixiaban contra el vestido, Don Climaco casi puso sus manos en forma de querer apropiarse de ellos pero rápidamente recompuso su compostura, era todo un caballero y debía de comportarse como tal. Pero cuando llegó a la carita de la fémina pudo experimentar un jaloneo en su verga sin ni siquiera tocársela, estuvo a punto de correrse a lecherasos después de ver los apretaditos labios sonrosados y ligeramente brillosos por la saliva del gordo que la nena se cargaba mientras los gesticulaba como queriendo escupir, además de admirar esa perfecta naricita, ese cutis tan bien cuidado y sin brillo y eso que a simple vista se veía que la nena carecía de maquillaje. Todo esto, junto a los hermosos y tiernos ojitos verdes además del aire de inocencia de niña que no rompe ni un plato hicieron al viejo imaginar a tan despampanante mujer arrodillada ente él pegándole el mejor mamadón de verga jamás registrado en algún compendio o antología pornográfica mientras lo miraba mimosa con esos ojitos, pensando el viejo Climaco que con esos labios lo más seguro era que en pocos minutos él terminaría vaciándose esparciendo su nauseabunda semilla en toda la carita de la chiquilla con toda la enferma intención de formarle una mascarilla con ella, un bukkake.
-ehh, ejm, cof, cof, disculpen, muy buenas noches, mi bella señorita,- dijo el viejo una vez regresado de su obsceno trance tomando delicadamente la mano de Margarita y besándola salivosamente, más que beso Mar sintió como su mano fue literalmente bañada en babas, era como si un perro se la estuviera lamiendo, algo que obviamente le causó repulsión ya que se hubiera sentido más cómoda si hubiera sido un perro la que la lamiera.
-pendeja, ve y trainos unas cervecitas a mí y a mi amigo, de esas que me gustan, ¿ya sabes de cuáles verdad?, jeje, jeje- dijo el burlón sujeto volviendo a tomar asiento junto a su oxidado amigo, no sin antes dar a la chiquilla una escandalosa nalgada como si ella se tratara de una yegua a la cual esta es la única manera de echarla a andar.
-pero que cacho de culo mi buen, esas son viejas no como la que tengo en la casa jeje, ¿Cómo le hiciste para que esa chiquilla te pelara?, debiste meterle un buen susto- decía el sargento una vez retirada la nena, analizando a la nena entendía que esta mocosa debería de andar entre los mínimo diecisiete máximo diecinueve años, aun así el tema de la edad no le competía.
-lo que le metí fue otra cosa más grande y gorda y de ahí pa´ya no me la quito de encima, todas las noches quiere estar arriba del guayabo, se mueve pa´ya, se mueve pa´ca, me pela el plátano, y pa´que te cuento, hoy no acabo- decía el gordo.
La colorada jovencita se dirigió hacia donde se guardaban las bebidas, en ese momento mientras coqueta caminaba causando nuevamente admiración entre los clientes cruzó su hermosa mirada con la de Silvia quien sorprendida la veía ahí, según apenas no tenía mucho le había dicho lo asqueada que estaba de todo esto, y ahora la jovencita mesera veía como su cautiva amiga se había pegado un fogosísimo beso con un viejo que casi sería abuelo de ambas, hasta hace poco Silvia no pensaba que Margarita ya tuviera tanta confianza con Pancho.
Apenas cuando Mar intentaba sacar las cervezas sintió una caliente y sudada presencia detrás de ella, de pronto algo entre sus nalgas se le metía, algo de aspecto cilíndrico que parecía estar vivo y embonar perfecto entre la raya de su culo, volteó solo para ver la horrible cara bufante de Don Felipe, quien con todo y dientes de fuera (los cuales le eran imposibles esconderlos entre su boca) se le había repegado impúdicamente con la excusa de también él tomar una cerveza.
La nena sintió la mórbida presencia detrás de ella, inmediatamente le llegó un irrespirable hedor a sobacos, genitales, tabaco y aliento alcohólico. Vio como un grueso, peludo y moreno brazo se estiraba a la misma altura que el suyo, una pesada respiración le revolvía los cabellitos que sobresalían cubriendo su nuca.
-zorrita culona, que no se te olvide que tú y yo tenemos algo pendiente- dijo el anciano en voz bajita mientras ladeaba un poco su cabeza casi queriéndole pegar una mordida al cuello de la señorita, era el mismo viejo quien con sus chaqueteras manos acomodaba el tirante de la joven el cual estaba atorado en el bracito de ella, la muchachita pudo olfatear otra rancia esencia emanada de las podridas encías del repugnante vejestorio cuando este dialogaba sus oraciones, era como si este otro tuviera un animal muerto entre sus dientes y se estuviera agusanando.
La jovencita presa del miedo y cada segundo más asqueada hizo lo que tenía que hacer para regresar con los corruptos, Don Pancho ya con cerveza en mano continuó hablando con su viejo conocido, no sin antes sacar un poco las piernas para permitir que Margarita se sentara en ellas, la joven al recordar las llamadas de atención por parte de su actual pareja solo se acomodó arriba de él, Pancho la rodeó de la cintura con su poderoso brazo, depositando su mano en las suaves y tersas piernas de ella, tallándoselas.
-jejeje, Felipe parece chiquillo, ni porque ya casi le pega a los setenta años- dijo el servidor público alardeando de lo bien que se mantenía de salud el dueño de la cantina mientras este platicaba y se mostraba muy cariñoso con Lencha.
-seeee, ahí anda, el que no se le pare la verga es otra cosa, pero de que todavía anda, anda- el vacuno aprovechaba cada momento para darle un buen repaso manual a esas potentísimas piernotas que se le formaban a la nena y que sentada parecía tenerlas aún más potentes de lo que ya las tenía.
Ella en tanto deseaba que esta vergonzosa escena ya pasara, y es que estarse viendo como la vieja, la hembra (o como ella lo entendía, esposa) de un viejo por demás asqueroso no era tarea fácil, otra era tener que estar soportado su olor a sudor y descarados manoseos, por otra parte las atrevidas miradas de un viejo gendarme hasta ese momento conocido por ella que la incomodaban sobremanera, además de estar escuchando las albañilescas oraciones las cuales siempre estaban acompañadas por palabras como bollo, verga, culo, leche y demás, y por si esto fuera poco Don Pancho se atrevía a subirle el vestido hasta el punto donde casi se le viera la minúscula tanga.
Los intentos por detener a este enfermo era vanos, la hermosa muchachita veía como más viejos ahí presentes desatendían sus asuntos para admirarla a ella y principalmente como el viejo se la fajoneaba, algunos casi escurriéndole las babas de sus apestosas bocas, otros disimuladamente masajeándose el bulto escondido entre sus pantalones, pero todos con la misma cara de perros calientes. Ganas no le faltaban a la chica por pararse y darle al viejo una cachetada pero recordaba nuevamente las amenazas que este le hizo antes de venir y sobre todo, aun sentía el dolor en las heridas recién hechas con el pedazo de cable, pero de alguna manera tenía que demostrar su descontento.
-Don Pancho no haga eso, deténgase- dijo la nena, y es que el viejo le había metido sus gordos dedos dentro de la tanga y comenzaba a masajearle sus partes para disfrute del respetable, algunos de ellos ya habían alertado una línea rojiza atravesando una de las piernas de la chamaca.
La nena mostraba su incomodidad, le aborrecía que un viejo que no tenía mucho que la había maltratado ahora quisiera disfrutar de su cuerpo como si nada hubiera pasado, pero más la incomodaba la situación en público, muchos viejos presentes y sobre todo un viejo policía admirando la apretada telita semiprotegiendo su panocha.
-p… por favor Don Pancho, no… no haga eso- la nena se revolvía, bamboleaba su cuerpo y restregaba sus piernas tratando de impedir que el viejo la siguiera tocando, veía desesperada para todos lados buscando quizás alguien que se consternara con su situación y abogara por ella pero se encontraba con los rostros de asnos cachondos que poseían los finos caballeros en ese momento, la gran mayoría, por no decir todos, maduros de cuarenta para arriba y uno que otro fósil viviente.
-acuérdate lo que te dije zorra asquerosa, si sigues con tus mamadas vas a ver llegando a la casa- el viejo escondía su boca en la nuca de la chiquilla mientras repetía estas amenazantes palabras para después pasar a besarle sus pecosos y nuevamente desprotegidos hombros.
En ese momento los verdes ojitos de la exhibida muchacha se cruzaron con los negros de su hasta ahora única amiga, Silvia, quien yacía con una bandeja de meserear entre sus manos impactada con lo que estaba aconteciendo, viendo como Don Pancho literalmente le comía la oreja a su amiga mientras sus manos intentaban escurrírsele hasta lo más íntimo.
Para entonces, el Sargento Climaco podía ver algunos ríos de saliva correr por el cuello de la niña, pero sin perder detalle de como el delincuente no paraba de manosear ese delicioso sexo. Margarita de vez en cuando, en su lucha, se abría un poco de piernas mostrando al corrompido oficial, así como a una parte del público en general, su carnosa panocha apenas tapada por un pequeñísimo triangulo de negra tela, y por momentos el mismo judicial podía apreciar el nacimiento de tan carnosos labios vaginales, esto gracias a que Pancho en ocasiones movía la tanga de su lugar.
-jejej, Pancho como osas comer pan enfrente de los pobres- dijo el viejo oficial quitándose los lentes dejando expuestos unos ojerosos ojos, como si el viejo llevara trabajando de noche toda su vida.
-mira que mis amigos me están observando pendeja, no me hagas una escenita aquí, recuerda que me perteneces y puedo hacer contigo lo que me plazca- dijo el viejo dando una ligera mordida al cuello de la chiquilla.
Pero si bien la mente de la muchachita respondía negativamente ante estos depravados manoseos, su cuerpo decía otra cosa, y es que Pancho era un viejo lobo en estas cuestiones, no por nada llevaba toda una vida de sexo desenfrenado con cantidad de prostitutas y de tanto en tanto algo tuvo que haber aprendido, y es que las inquietas manos del infractor sabían muy bien donde estaban las partes más vulnerables de la chiquilla, que si bien no todas las mujeres son igual de sensibles en el mismo punto, la mayoría tiende a experimentar sensaciones parecidas, y en caso de no ser así el viejo explotaba otras zonas erógenas.
Poco después de que la nena medio asimilara su condición el viejo ya sentía las primeras humectaciones de ese mágico elixir que de la nena brotaba cálidamente desde el interior de su sexo, Pancho pasaba y repasaba sus dedos por toda la extensión de la depilada zanjita, sintiendo lo apretado de dichos labios vaginales y la sensible bolita arriba de ellos mientras dedicaba una mirada jocosa a su compañero de mesa, este le daba un sorbo a su cerveza sin dejar de mirar el exquisito cuerpo de la manoseada potranca, su corrompida mente era asaltada por visiones en donde él sometía genitalmente a la chiquilla mientras esta arqueaba su cuerpo sacando todo su exuberante trasero moviéndoselo sugestiva pudiendo escuchar el resonar de los gemidos de la chamaca como si en verdad se la estuviera culeando.
El corrupto oficial apenas había conocido a la chiquilla y ya estaba maquilando un plan sobre como poder bajársela a su pervertido y gordo amigo, como poder disfrutar de esas selectas carnes que conformaban a esa manzana de la discordia, y es que en ese deshonesto mundo no se podía confiar ni en la sombra propia.
Después de tallarle la concha a sus anchas, el viejo sacó sus dedos y los enseñó a la nena.
-mira puta, y dices que no te gusta, a ver, explícame esto- la chamaca veía dos de los hiperactivos dedos del pervertido empapados en sus jugosas intimidades.
-Don Pancho, por favor- dijo susurrante la acongojada nena.
Sin embargo el viejo volvió a la carga, esta vez tallando aún más descarado sus gruesos dedos por sobre el empapado panuchón, como un auténtico pulpo se enrollaba a modo de formarle con sus brazos una humana prisión a su cautiva, ladeaba su batracio rostro para de este modo lamer depravadamente la limpia orejita de Mar, comenzando con una serie de lamidas en todo el lóbulo y pabellón de la oreja, la nena por más que intentara alejar su rosto del marrano sujeto este siempre lograba alcanzarla, incrustándole su lengua muy dentro de su orejita.
Poco a poco, se fueron uniendo más aficionados al espectáculo, los hombres que después de un arduo día de trabajo desempeñando oficios tan desgastantes como la mecánica, la albañilería, la balconería y uno que otro limpiando el alcantarillado comenzaron a formar un semicírculo alrededor de la contrastante pareja de enamorados.
Margarita, con rostro asustado y cuerpo tembloroso, trataba de cerrar sus carnosos muslos para así evitar el cochino roce de los acorazados dedos del viejo sobre su delicada zona íntima, todo esto era imposibilitado en varias ocasiones pues el grasiento daba algún mordisco o rozaba exquisitamente el botoncito de la joven haciendo que esta sufriera algunos espasmos los cuales relajaban sus músculos logrando que al viejo le fuera posible volver a abrirla de patas.
La nena dio otro vistazo hacia su entorno dándose cuenta de que muchos de los caballeros ya se habían levantado de sus asientos y contemplaban en primera fila como ella estaba siendo masturbada por un tipo de lo más aborrecible y prepotente, y que además la triplicaba tanto en edad como en peso, el gendarme ahí sentado solo se tallaba disimuladamente su arma y de paso le daba otro buen sorbo a su cerveza, mostrando una amarilla risa tan enferma como la del redondo granuja.
Cada vez más público se levantaba de sus asientos para poder apreciar mejor la impúdica escena, y es que los que estaban hasta al fondo tenían que ponerse de pie pues los de las primeras filas les tapaban la acalorante visión. Algunos otros, envalentonados por las copas de más y al ver que el gordo parecía estarles regalando el morboso espectáculo se atrevían de manera zombificada a dar algunos pasos hacia enfrente rebasando la imaginaria línea de tolerancia.
-mira chiquilla, si sigues con tus mamadas de estarte moviendo y no dejarme hacer mi trabajo te echo a esta manada de perros hambrientos jeje, ¿quieres ver que soy capaz?- dijo el viejo aprovechando que su boca casi estaba sepultada en la oreja de Margarita.
La nena se quedó quieta al escuchar esa atroz propuesta no sin antes soportar el tufo a alcohol y cigarro proveniente de la boca del viejo macuarro, ella estaba a punto de pararse y darle una bofetada a tan reprobable canalla sin importar las consecuencias, pero apenas y el gordo sintió el levantamiento de ese cálido y voluptuoso cuerpo enterró con furia excesiva sus grasosos dedos en el bracito de esta casi llegándole al húmero, con esa acción la nena supo que tenía que regresar a su lugar.
-pedazo de puta, ¿no me crees?, orita mismo te echo a los perros- dijo el viejo en voz baja pero con la suficiente intensidad como para que la nena escuchara sus declaraciones.
-a ver bola de pendejos, en vista de lo bien que se la están pasando y de que mi vieja está un poco… caliente, ha decidido obsequiarles…- rápidamente la nena llevó sus sensuales labios hacia las percudidas orejas del porcino para decirle.
-no, por favor señor no, no me eche a esos hombres, por favor- decía la pavorosa muchachita ya casi queriendo romper en llanto, estaba hasta sudando viendo la clase de tipejos y espantapájaros que gozarían de sus servicios.
-muy tarde pendeja, con esto aprenderás que cuando yo digo algo se debe de obedecer a la primera- gruñía el asqueroso sujeto.
-no por favor, estaba nerviosa, por favor no lo haga- la nena, siempre hablado en voz baja trataba por todos los medios de lograr impedir los cometidos del viejo, prefería mil veces ser tocada en su intimidad por tan desagradable pelmazo a ser violada por una bola de malencarados borrachos que sin duda se darían el mayor festín de sus vidas, pero lo que a la nena no la convencía era la notable superioridad numérica que estos presentaban, ella solo era una, mientras que ellos eran alrededor de veinte sujetos.
Entre el público en general había de todo, hombres de apariencia cuarentona y quizás un par de ellos ya demostrando que estaban en los últimos días de su existencia debido a su avanzada edad, pero la gran mayoría siempre con una mirada expectante, un rostro calenturiento, una babeante boca y algo que se estiraba bajo sus pantalones.
-no seas así chiquilla, muchos de ellos no han cogido en meses, apoco los vas a dejar así… ahh ya sé, ¿no quieres que te manoseen ellos?, ¿solo quieres que te toque yo?, ¿por qué te gusta cómo te toco el bollo? jeje, ¿no es así?- la jovencita rápido intuyó que el viejo hablaba en su burlón lenguaje, sabia ella que tenía que seguirle el juego ya que de lo contrario esto derivaría en una noche de sexo desenfrenado con poco más de una veintena de tipos de lo más sucios y viles, y algunos adivinar qué tipo de enfermedad venérea la trasmitirían.
-s… si… si Don Pancho- respondía titubeante una chiquilla que trataba de evitar al máximo que fuera arrojada a los machos, como cual carne se arroja a los perros.
-sí que perra estúpida!!, ya sabes que a mí me gusta que me digan las oraciones completas, así no te entiendo!!, y puedo tomarme como respuesta una que puede ser muy diferente a la que me quieras dar- bramaba el vejestorio, para esto solo se dedicaba a besar el cuellito de la chiquilla.
-s… si… si… Don Pancho, solo usted… me gusta como me toca- dijo la nena.
-jeje, ya sabía, si cada que te toco la panocha pones una cara de puta que ni tú te reconocerías, pero mi niña, ya hice la invitación a todas estas personas, es de mala educación echarse para atrás- dijo el desalmado sujeto apretando a su hembra aún más en su sudado cuerpo.
-no por favor Don Pancho, eso no- los verdes ojitos de la nena ya estaba comenzando a cristalizarse por efecto de sus lágrimas.
-¿te portarás bien a partir de ahora?, pendeja- rebuznaba el caliente sujeto.
-si, si, me portare bien, haré todo lo que usted me diga, todo menos eso, por… por favor, no me eche a los señores esos-
-mm, eso de que harás todo lo que yo diga suena muy tentador, sin embargo creo que ya me lo has dicho antes y no has cumplido, ¿porque tendría que creerte ahora?- la joven tenía ganas de insultarlo, le llegaban a su mente insultos que ni ella había escuchado pero estando en desventaja tenía que guardar la compostura.
-se… se lo digo enserio- dijo la nena y para mostrar su sinceridad ella misma buscó los labios del viejo para fusionarse con él en un viscoso batido de lenguas, ahora era la nena la que trataba de llenarle la alcohólica y antihigiénica boca a ese desvergonzado con su fresco y naturalmente mentolado aliento.
-tóqueme, tóqueme Don Pancho- dijo la aterrada nena llevando ella misma una de las grotescas manos del viejo hacia su sexo para después con sus dos manitas tomar los caídos cachetes del viejo y así poder darle algunas lamidas a las bembas del cetáceo.
No es que la nena quisiera en realidad que el viejo la tocara pero tenía que mostrar su conformidad y su gusto a sus pervertidos toqueteos para así asegurarse que el viejo desechara la idea de ponerla a culear con el conglomerado, además ponía todo su empeño regalando al viejo los mejores y más apasionados besos, más sensuales que aquellos que alguna vez dio a su ex novio.
-te gusta?, te gusta lo que te hago?- preguntaba el porcino mientras estiraba la tanga remarcando escandalosamente los escurridos labios vaginales.
-si, si me gusta- susurraba la nena sin dejar de lamer las negras encías del pervertido.
Los viejos presentes vitoreaban la casi unión marital que se estaba llevando a cabo en tan improvisado tugurio, las chicas que fungían como meseras, entre ellas Silvia, veían incrédulas como esa hermosa chiquilla que las superaba a todas juntas en belleza y porte se pegaba un asqueroso beso con uno de los tipos más feos y viejos del lugar, una de ellas no aguantando el desagradable paladeo tuvo que correr al baño para vomitar.
El suertudo de Pancho nivelaba horizontalmente uno de sus brazos para después levantar el pulgar de esa mano en señal de victoria despertando una notable algarabía, un babelesco bullicio entre los participantes ya que cada uno expresaba sus comentarios al mismo tiempo mientras veían, calientes a mas no poder, como la lengua del gordo realizaba un salivoso y muy pegado movimiento de traslación alrededor de la de la chiquilla, ¿o era al revés?
-Pancho, ¿qué es eso que nos iba a regalar la putilla?- al parecer el público se impacientaba, pero Margarita al escuchar esto comenzó a surtir de besos al viejo tanto en su boca como en sus cachetes de perro bulldog, así como en su mugroso cuello.
-sí, dijites que nos iba a dar algo, jejeje-
-yo le voy por el culo- dijo otro ya dando un par de pasos al frente pensando que la nena ahí enfrente sería de ellos por esa noche.
-jeje, calmados, ¿cómo creen que esta pendeja esté interesada en ustedes?, ¿Qué no ven como me devora a besos como si me estuviera comiendo la verga?, la putilla solo estaba hablando de sus calzones, piensa regalarles el que está usando en este preciso momento, a ver!!!, ¿Quién lo quiere?, con olor a bollo!!- decía el chachalaquero viejo.
-¿solo los calzones?- preguntaba desilusionado uno de los congregados.
-ahh que fraude, yo pensé que nos la íbanos a coger- se quejaba otro.
-yo sí, yo si los quiero!!- dijo uno de los más ancestros estirando la mano como un condenado pidiendo un poco de agua, a partir de que este último habló un nuevo escándalo se apoderó de la pequeña sociedad mostrando el interés de cada uno por un simple pedazo de tela que servía para apenas cubrir el sexo de una curvilínea jovencita.
-mira cuanta fanaticada niña, ¿no pensarás decepcionar a tu público?- decía el viejo aprovechando que sus labios estaban libres pues la chiquilla ahora besaba apasionada el peludo pecho de su hombre.
El conjunto de pervertidos se alteró aún más cuando vieron que la jovencita levantaba un poco sus caderas, juntaba sus brillosas piernotas lo más que podía metiendo ambos pulgares en cada uno de los laterales de la tanga. Admirando, con cara de simios parando la trompa, como esa minúscula prenda iba deslizándose entre los delineados muslos al mismo tiempo que se remolinaba en su camino para terminar quedando enredada entre sus rodillas.
El gendarme que compartía mesa con la exhibicionista pareja no pudo más, y caliente bajó el cierre de su pantalón liberando su venuda tranca completamente parada y amoratada, con una enorme gota trasparente coronándola. Y así como él, otro de los presentes también lo hizo, y después otro, y otro más siguió con la reacción en cadena, para comenzar a realizar obscenos movimientos masturbadores. Para esto el número de personas había aumentado, ya eran aproximadamente unas treinta, completándose con los que hace momentos platicaban afuera.
Silvia aun veía como su amiga estaba siendo tratada como un simple entretenimiento, como era usada para saciar las bajezas de un infame, desde luego que no podía hacer nada para defenderla, quiso decirle a Felipe que pusiera orden pero lo vio igual de caliente que el resto de la multitud, incluso restregando su pelvis en la barra como si estuviera penetrando a alguien, y a unos metros de él, el tortuguesco Atilano masturbándose impúdicamente a sabiendas que la barra lo protegía de las miradas indiscretas, para esto también su vaina se encontraba protegida por su viejo mandil, el ambiente se ponía hostil también para la muchachita de cabellos negros quien tuvo miedo, así que dejó la charola en la barra haciendo acto de abandono.
A este tiempo la íntima prenda de la nena ya había llegado hasta sus tobillos, Mar doblaba un poco su cuerpo para alcanzar a quitársela completamente siendo aprovechada esta sugestiva postura por Pancho para admirar las redondeces de la joven y realizara vulgares movimientos de penetración vaginal o anal haciendo gestos en su feo rostro como si la vida se le fuera, siendo reverenciado por una parte de la muchedumbre, movimientos que Margarita al estar agachada con el culo levantado no pudo sentir ni apreciar.
La nena, ya con tanga en mano, intentaba retrasar al máximo la acción a continuación, mientras tanto los viejos se empujaban unos a otros por ganar una mejor posición, era tanta la felicidad carnavalesca que uno de ellos fue a parar al suelo empujado por otro de los que competían por quedar mejor ubicados. Los descompuestos rostros de los ahí presentes hacia dudar que en verdad se trataran de integrantes de la supuestamente inteligente especie humana, ya que Margarita lo último que veía en esas caras de chimpancés jariosos era raciocinio, y mucho menos, respeto hacia la integridad de ella como mujer.
Sin embargo después de otra advertencia del gordo ella tuvo que arrojar su prenda que para los viejos representaba un verdadero tesoro, los levantados brazos se peleaban como si se trataran de mujeres queriendo ganar el ramo en una boda. La tanga cayó entre las sucias manos de uno de los que ahí se masturbaba, de tanta emoción había dejado sus miserias de fuera sin importarle en lo más mínimo que aun hubiera mujeres presentes (pues otras dos meseras junto con Lencha veían atentas la desequilibrada acción, esta última parecía estar excitada). El triunfo de este personajillo no fue respetado por los demás comenzando una serie de jaloneos entre los presentes, escuchándose claramente gruñidos y berridos como si los que pelearan fueran cerdos queriendo acaparan el tazón más grande de techate.
Por otra orden del viejo Margarita se recostaba en él, entrecerrando sus ojos, sensualizando sus labios pero manteniendo sus piernas lo más cerradas posibles, el viejo levantaba el vestido de la damisela evidenciando un vientre tan plano y trabajado, ella intentó detenerlo pero al parecer algo que el viejo le dijo en secreto la hizo dejarlo seguir desnudándola. Los muslos de la chiquilla comenzaron a abrirse lentamente pero antes de enseñar su depilada vagina a todo el ganado ahí reunido llevó una de sus manitas improvisándola como protección vaginal, abarcando completamente su panocha.
Pero rápidamente la morena mano de Pancho se apropiaba de ese jugoso espacio desplazando a la blanca manita e incrustando el dedo medio dentro de la concha de esta, haciendo que la nena se sonrojara y expresara un ahogado gemido, llevando ella a su boca una de sus manitas para ubicar entre sus carnosos labios el dedo medio de esta.
De pronto el dedo anular del viejo acompañó al medio dentro de esa reducida cueva, el periodo de tiempo que precedió la completa penetración vaginal de la chiquilla fue lo suficiente como para que varios admiraran la lenta irrupción que cada dedo realizó, demostrando lo apretada que se encontraba esa delicada vagina, haciendo escurrir a más de uno por probar esas carnes que se enseñaban a pocos pasos de ellos.
El vestido de la nena lucía enrollado más arriba de su cintura, los morbosos sujetos se deleitaban con esa acalorada visión, muchos ya sudaban manchando de traspiración sus ya de por si sucias camisas, otros espumeaban descontroladamente sus bocas como cangrejos, sin embargo la nena se reusaba a abrir los ojos, solo escuchaba a los viejos mugir, expresando palabrotas o insultos hacia su persona, recalcándole su condición de puta, zorra, güila, así como los usos que para ellos tenía cualquiera de sus orificios. La nena también escuchaba el asqueroso sonido proveniente de la viscosa masturbación que muchos de ellos llevaban a cabo, escuchaba la pesada respiración del gordo así como una conversación que este llevaba a cabo con el comandante en donde el voluminoso hacia alarde de las cargadas eyaculaciones que ella podía realizar, despertando el interés del policía por ser testigo de una.
Fue aquí cuando el viejo realizó un movimiento tembloroso con su mano, esa que mantenía dos de sus dedos bien metidos dentro de la concha de la nena, para esto la otra mano se había escurrido por detrás de la espalda de la chiquilla abarcándole todo el trasero con ella. Ella comenzó a contorsionarse entre los brazos de su amante, intentando ahogar sus gemidos en su garganta, el gordo se daba gusto manoseando esas lubricadas partes la cuales en pocos minutos comenzaron a manifestar el clásico sonido húmedo de la concha de la nena cuando era masturbada a tan agresivas velocidades.
Ella en tanto, completamente apenada por saberse como un simple espectáculo para viejos hambrientos de carne, llevaba esa manita que anteriormente cubría sus labios para tapar sus ojitos, su tremendo cuerpo comenzaba a temblar y a transpirar, algunos gemidos también empezaban a escaparse de sus labios, incluso se le bajó todo el volumen a la música para que los caballeros escucharan con mayor calidad los gemidos que realizaba la muchachita.
La jauría se deleitaba escuchando los quejidos de la joven así como el húmedo sonido vaginal que de su caliente concha brotaba, los dedos del gordo lograban sacar por momentos algunas pesadas gotas de un líquido que emanaban de esa cavidad vaginal salpicando el moreno brazo de Pancho, también veían las carnosas piernas de la chiquilla temblando, las gruesas pantorrillas de la misma intentando elevar su cuerpecito, procurando mantener su posición o fruncir sus dedos ante el prolongado acoso de la que era víctima.
El gordo por su parte no dejaba de masturbar a la vez que de admirar el delineado cuerpo que tenía entre sus manos, la esbelta cinturita al aire libre y cubierta por cantidad incuantificable de gotas de sudor, ver como su morena mano se sumía dentro de esa apretada panocha, sentir el pesado culote descansar sobre su otra mano, notaba los erizados pezones casi queriendo agujerear el sugerente vestido, veía esa carita de zorra cada vez más fruncida y considerando el aumento en su temperatura tanto como de su respiración y latidos del corazón predecía que la nena estaba a punto de chorrearse.
Para esto la espasmada chiquilla había enrollado sus bracitos en el cuello de su torturador, abría sus labios para expresar gemidos cada vez más sonoros hasta que sintió como la lengua de Pancho nuevamente se le enterraba hasta su garganta. El obeso pervertido estaba quizás más caliente que ella, y es que disfrutaba ser el más afortunado de toda la manada, veía a esos humildes obreros en su mayoría conformarse con las migajas cuando él podía comerse a la hora que quisiera el pastel entero.
Uno de los viejos no pudo más y terminó vaciando su asquerosa concentración marfilesca, haciendo sonidos y movimientos raros, su mano rápidamente se cubrió de semen el cual caía pesado hasta el suelo.
-ya Don Pancho pareeee, me voy aaaa…!!!- grito la nena liberando su boquita del viejo bembas de bagre, pero con un gruesísimo lazo de saliva aun uniéndoles las lenguas.
-córrete pendeja!!, córrete puta, puta mamavergas!!!- rugía el viejo moviendo tan fuerte su brazo que sentía el adormecimiento de sus músculos, notándose el movimiento de sus grasas ante cada agitación de su brazo.
La nena comenzó a convulsionarse, una de sus manitas intentaba apoyarse de la mesa mientras la otra se estampaba constantemente en la grasosa voluminosidad de Pancho, este pelafustán sacó sus dedos de la vagina de la chiquilla para que de esta fuera liberada una potente eyaculación de calientes jugos agridulces.
Un verdadero aullido fue escuchado mientras la chiquilla se encontraba descargando su mujeril esencia, todos atentos se bebían con la mirada las sendas eyaculaciones que salían pausadas y acompañadas de un espasmo por parte de la jovencita quien se revolvía y casi desmayaba mientras terminaba de vaciarse.
La femenina expulsión dejó una pequeña poza aceitosa justo debajo de donde la niña yacía patiabierta aun jadeante y jalando aire dificultosamente, su acelerada respiración hacía pensar a los aglutinados que los senos de la señorita tenían pulmones propios. La bella niña llevaba una de sus manitas y la pasaba por todo su rostro en una forma de quitarse el exceso de traspiración que le daban un aspecto sensualmente brilloso.
El asqueroso y enfermo sujeto utilizaba los dos dedos, los cuales le habían servido como auténticos vibradores para lograr el lúbrico cometido, como si se trataran de una especie de destornillador, metía y sacaba los dedos de manera lenta pero pesada, con un rotante movimiento que dejaba ver las desquiciadas intenciones de un viejo que deseaba agrandar de una vez por todas el reducto vaginal de la escurrida chiquilla.
La joven no dejaba de gemir ante tal descarado acto, y es que los dedos del viejo estaba tan gruesos que unidos casi formaban la misma envergadura de su miembro, en pocas palabras era como si el viejo se la estuviera dejando ir toda, pronto los gemidos de la hembra fueron acompañados por una serie de sonidos producidos por el cetáceo como tratando de imitar los gemidos femeninos, en una especie de burla o de señal de triunfo del género masculino sobre el femenino, dejando bien en claro entre todos aquellos que dudaban aún que Pancho se comía todas las noches a la despampanante hembra vestida de blanco que hace unos días entró a la cantina robándose el corazón, e infinidad de chaquetas a su salud, de muchos.
La terrorífica anormalidad que se le formó al vejestorio dentro de sus pantalones fue tal que él mismo tuvo que sacar su pistola (el arma de fuego) para poder dejarle el espacio suficiente a su arma de carne, depositándola arriba de la mesa, justo a la vista del defensor de los derechos civiles y protector de la integridad de la comunidad y al cual parecía habérsele olvidado hace mucho haber jurado por la validez de dichos principios.
Regresando con el gordo, este había vuelto a acomodar dos de sus dedos dentro de la encharcada y olorosa vagina, el olor a bollo escurrido era tal que muchos de los ahí presentes se sentía hipnotizados por tan agridulce aroma, otros veían con una sed enferma esos restos de corrida estancándose entre las viejas maderas que conformaban el piso del establecimiento.
El viejo reinició con el suplicio efectuado a la joven martirizada, sus dedos sentían a carne viva las paredes vaginales completamente húmedas y dilatadas, veía a la nena toda colorada de su carita, cerrando los ojos y sintiendo al máximo los movimientos de esos temblorosos y callosos dedos que la penetraban.
El viejo escuchaba ahora más sonoro un acuoso sonido proveniente de la panocha, era tal el elixir expulsado que la aromatiza emanación podía metérsele hasta los pulmones, Don Pancho hasta prolongaba sus respiraciones expandiendo bruscamente sus enormes fosas nasales queriendo acaparar la mayor cantidad posible del afrodisiaco aroma, el viejo pronto fue testigo de las contracciones orgásmicas que nuevamente atacaron a la chiquilla, ella tuvo que enterrar sus dientes en uno de los fornidos brazos de su macho debido a las placenteras sensaciones que la enloquecían.
La alterada chiquilla realizaba un sonido que no entraba en la clasificación de gemido o pujido, era un sonido agudo como de un animal chillando, trataba de retrasar, de aguantar esa quemante sensación entre sus piernas que al mismo tiempo le causaba una rasquiña insoportable. Para esto el viejo guarro aprovechó otro punto a favor que le brindaba el cuerpo de su diosa.
Desde hace poco rato el viejo había notado lo hinchadísimo del clítoris, estaba tan duro que era más difícil no encontrarlo, una risa extremadamente aberrante y pervertida se le dibujó en su grasienta cara. Sumió lo más que pudo los dedos índice y medio de la mano libre entre las carnes que conformaban los externos labios vaginales, en una posición tan perfecta que el clítoris quedaba justo en medio de ambos dedos, esto permitía al viejo sentirlo desde la raíz o hasta más abajo de su nacimiento, y como si dichos dedos fueran unas tijeras el viejo fue juntándolos hasta que estos se unieron, quedando el palpitante botoncito apretado entre ellos.
Una vez hecho esto Don Pancho prosiguió con un sutil movimiento de fricción entre sus dedos, machacando el sensible frijolito, haciendo que la nena pronto jadeara como una verdadera perra, gradualmente Pancho elevaba la velocidad mientras veía el descompuesto rostro de la bella doncella, pronto la ardiente jovencita estaba tan extasiada con semejante y nunca antes experimentado trato que tuvo la necesidad de jadear con lengua de fuera, completamente roja de sus mejillas, envilecida y enloquecida, temblando de sus bracitos los cuales se abrazaban de la robusta bestia, siendo atacada por olas cada vez más grandes de un placer indescriptible, un placer que la había obligado a la buena a abrirse lo más posible de piernas, de este modo su bollo quedaba completamente expuesto e hinchado para los viejos en toda su pulsante y ovalada forma.
El viejo sudaba debido a la presión calorífica que la nena exudaba de su cuerpecito, tan sudado que ya manchaba completamente su camisa y la parte del pantalón que cubría su zona pélvica, llevado por un inmoral deseo más allá de la lujuria apretó aún más fuerte sus dedos casi triturando el pequeño clítoris, y comenzó con un fino movimiento de estiramiento como si lo quisiera desprender, aprovechaba lo sumidos que se encontraban sus dedos para literalmente masturbar el clítoris, haciendo que la chiquilla se retorciera entre sus bazos, se serpenteara, se ondulara y casi se derritiera, los ojos de la chiquilla casi se querían juntar, en estos momentos la jovencita carecía del conocimiento suficiente para advertir en qué lugar se encontraba y con qué clase de personas, con estos movimientos masturbatorios se le había ido toda la información requerida.
Mar no demoró mucho rato para derramarse con cargados chorros de líquido que terminaron por nutrir las pequeñas pozas en el suelo formando ahora un charco mayor, el cuerpo de la nena evidenciaba un ligero temblor cada que un chorro más se escapaba de su intimidad, el viejo había sacado sus manos cuando sintió ese conjunto de néctares liberarse pero era ahora la misma chiquilla quien se metía los dedos para terminar por descargarse, no sabía porque, pero la intensa picazón que sufrió en su concha la obligó a refregarse ella misma, terminando por secundar sus penetraciones con enloquecedores movimientos de cadera y berridos de hembra.
-¿ahora si me van a creer bola de pendejos?!!, todas las noches me ando comiendo a esta zorra!!, todas las noches le doy verga hasta casi matarla!!, pero es tan puta que siempre termina pidiéndome más!!, jajaja!!, solo véanla como ella misma se dedea la muy cochinota, a ver, ¿quién se carga la vieja más buenota? bola de putos!!!- el viejo Pancho reforzaba su orgullo de macho ante las anteriores burlas que los reunidos le hacían debido a que por su obesidad y vejez posiblemente ya no se las podría con una joven hembrita como la que en esos momentos era conocida como su supuesta vieja.
-tu puta madre Pancho!!, préstamela tan siquiera un día, verás que ya no regresa contigo jajaja!!- decía uno de los satisfechos espectadores.
-estoy tan caliente que hasta te chuparía los dedos- decía otro de los ahí reunidos, ante todo esto el oficial Climaco solo reía divertido mientras limpiaba el exceso de sudor en su frente con una servilleta, sin duda era un momento idóneo para desestresarse del papeleo y las continuas fallas que presentaba la efectiva en su tiempo de ausencia.
-a mí me vale verga, yo los voy a probar de suelo- dijo otro y cuando terminó de decir esta frase otro ya se le había adelantado y sorbía los jugos de la nena directamente del piso, hasta se apoyaba de sus abiertas manos para tener mejor posición, parecía un musulmán rezando en una mezquita.
Desde luego que a este festín se unieron mas creyentes, otros se empujaban como si fueran ñus tratando de acaparan el mejor espacio de la rivera, había un viejillo que no daba abasto sacando y metiendo su camaleónica lengua hábilmente, dándole constantes repasos a ese charco que cada vez se hacía más pequeño hasta que desapareció, los depravados sujetos se consumieron hasta la última gota.
-¿A dónde vas hija e´puta?, todavía no te he dado órdenes de retirarte!!- decía al gordo cuando vio que su nena se incorporaba después de haber analizado la enferma escena y en donde verificó que muchos la habían estado grabando desde quien sabe cuándo con su celular, quería llorar pero no tenía que demostrarle debilidad a este montón de puercos, si lloraría por lo menos lo haría donde no la vieran, en la casa del gordo.
-D… Don Pancho, quiero ir al baño- después del brutal estallido la nena no soportaba sus ganas de mear, hasta cruzaba sus piernas señas de las ganas que tenía, y es que algunas gotitas de orines ya resbalaban por sus muslos, y de paso tomaba esto como excusa para volver a “su casa” lo más rápido posible.
-méate aquí, anda- decía el aborrecible personaje.
Para Mar asimilar eso fue peor que dejarse manosear en público, como se le ocurría a este pedazo de asno que ella haría sus necesidades enfrente de todos los tambaleantes viejos verdes deseosos por admirar nuevamente sus partes, además de darse cuenta de que dos de la meseras, las cuales ni conocía, veían aterradas y asqueadas la recién llevada a cabo inmoral escena, sin duda Margarita sería el motivo de pláticas y chaquetas al menos por unas cuantas semanas.
-p… pero Don Pancho- objetaba la señorita.
-que te orines aquí pedazo de zorra que no entiendes!!!, o te hago entender a golpes pendeja!!!, pa´la puta verga cada generación nacen más pendejas!!!- dijo Pancho en un tono tan cruel y estruendoso que hasta hizo callar a la escandalosa jauría.
-Do… Don Pancho es que aquí… aquí no hay donde-
-me lleva la verga escuincla pendeja!!, ¿siempre tiene que ser a tu modo verdad?, a ver bola de putos!!, mi hembra quiere orinar!!, ¿quién de ustedes quiere beberse sus meados?- preguntó el gordo dirigiéndose a la respetable audiencia.
Muchos candidatos reclamaban para si la anhelada vacante, la gran mayoría hasta Atilano conformaban el conglomerado de reclutados de los cuales uno seria el seleccionado para desempañar tal heroica labor, claro que Pancho al ver las condiciones de la nena tuvo que darse prisa en su decisión, repasando minuciosamente cada una de las descuidadas caras de los aspirantes hasta que dio con uno, un viejo de apariencia ochentera completamente desprovisto de dientes, con un delgadísimo cuello en donde se apreciaba una enorme manzana de Adán, llegándole a dar forma de pescuezo de buitre.
Pancho lo llamó y él, feliz (aunque no parecía pues su cara de pocas pulgas no desaparecía) por haber sido el seleccionado analizaba casi cayéndose de borracho las órdenes dadas por el gordo como si este fuera un pupilo recibiendo las estrategias de su director técnico y se colocaba boca arriba en el suelo, con sus manos en forma de cruz como si este fuera un difunto en pleno velorio, con sus ojos bien abiertos y su boca manifestando una destornillada sonrisa completamente rosada pues carecía de piezas dentales observándose los hundimientos en donde tiempos atrás permanecieron las calcificadas piezas, rápidamente el redondo le ordenó a Margarita como colocarse y ella, con toda la pena y humillación del mundo se posicionaba.
Abría ligeramente sus piernas, colocando cada pie en los costados de donde yacía recostada la cabeza del vejete y lentamente descendía doblando sus potentes piernas hasta quedar en una postura conveniente para la micción, arremangaba su vestido para evitar que este pudiera mancharse de orina durante el acto y comenzaba a dejar salir los chorros de líquido dorado que cayeron en la cadavérica cara del viejo, era por demás notoria la incomodidad de la encuclillada chiquilla.
Nadie, absolutamente nadie, perdía detalle de lo que acontecía, para los viejos la nena quedaba de perfil pero se alcanzaba a ver entre sus escandalosos muslos un ligero chorrito amarillo que entraba limpio en la bocota del vejestorio, para este personajillo la delicada panocha de la nena le quedaba en un exquisito primer plano, podía verle los colorados labios vaginales completamente brillosos así como algunas partes en donde pequeños pelitos comenzaba a florecer. Para los de la barra (Atilano, Felipe y Lencha) era indescriptible la forma que el trasero de Margarita había adquirido, una forma estéticamente acorazonada seguida por una delgadísima cintura que se estilizaba aún más debido a la forma en que se le había enrollado el vestido, Pancho y Clímaco tenían la misma visión que los otros viejos solo que de perfil contrario y las jovencitas meseras procuraban hacer como si nada estuviera pasando. Silvia, quien venía regresando, contempló como su amiga le orinaba la cara a uno de los viejos más aberrantes y encimosos del lugar y que tantas veces le había faltado al respeto al ser ella, de entre todas las meseras, la más presentable anatómicamente, por lo que aun más asqueada que antes nuevamente decidió ir a tomar más aire fresco.
El viejo abría lo más que podía su boca, pronto esta le fue atiborrada con la rasposa sustancia desbordándosele de sus secos labios y bañándole toda la cara, la apenada Margarita se sentía morir de la vergüenza, estando ahí encuclillas emborrachando a un viejo desdentado con su orina, una vez incorporada le costaba un mundo mantener su frente en alto, no tenía autoestima para mirar a alguien a los ojos, fue la vez que sintió que más tardó en orinar y cuando acabó fue, para su suerte, retirada por el viejo.
-mira perra, vete para la casa, te bañas porque estás toda apestosa a concha y te pones bien zorra porque vamos a salir, en veinte minutos te quiero lista o ya sabes, habrá cable jeje- dijo Pancho para seguir dialogando como si nada con su benefactor.
-pues si como te decía, ya aprovechando que estás aquí quisiera pedirte un pequeño favor, se trata de una chiquilla que tengo aquí y quisiera pedirte que si podrías ir con Felipe y regr…- era lo que escuchaba Margarita hasta que la distancia le impidió seguir enterándose de los asuntos que tramaba su propietario, caminando mientras los borrachos admiraban su potente trasero pues sabían que iba completamente descalzonada.
La nena salía por la parte de atrás de la cantina, una vez abandonando por completo el recinto fue jalada por unos brazos hacia una parte aún más oscura, una zona que proporcionaba la invisibilidad precisa para pasar completamente desapercibida ante cualquier mirada curiosa.
-Maguito, ¿qué pasó?, ¿estás bien?, ¿te lastimaron?, discúlpame, quise ayudarte pero no pude- dijo la presencia abrazando con hermandad a la masturbada joven, para esto Margarita ya había reconocido la voz, se trataba de Silvia.
-no!!, no me abraces, estoy sucia!!- advertía Mar.
-ay, eso que, además traigo mandil jijiji, ven déjame darte un abrazo, lo necesitas-
-estoy bien, ¿y tú?, estaba preocupada, pensé que alguno hubiera querido propasarse contigo… aprovechando la confusión- decía Margarita mientras se apretaba fuertemente a su amiga, después de que esta la aceptó en esas condiciones, sudada, lubricada y orinada.
-ay mujer, después de lo que pasó tú preocupándote por mí, sabes que se defenderme, vente conmigo, no vivo bien pero ahí nos hacemos espacio-
-no como crees, estás loca, no puedo- respondía Mar, para esto ambas niñas ya habían bajado su voz.
-pero porque, no ves todo lo que se propasa contigo el… sapo ese, vamos agarra tus cosas y orita mismo te vas conmigo, no pienso dejarte una noche más con ese monstruo- dictaba la envalentonada joven.
Si bien estos últimos días la exquisita Margarita había estado muy ocupada en el ámbito sexual, ella lo que en estos momentos necesitaba era que le brindaran un poco de cariño, cariño de verdad, así que viendo la oportunidad de recibir un poquito de afecto se abrazaba a su amiga mientras recostaba su cabecita en el pecho de la otra joven, Silvia solo se dedicó a acariciarle los cabellos.
-te agradezco pero no, quizás la próxima vez que nos veamos tengamos más tiempo para platicar y darte todos los detalles- y así permanecieron las jóvenes, lapso que duró unos cuantos minutos.
-me voy, no tengo mucho tiempo, me va a llevar a quien sabe dónde- dijo Mar para a la poste ir despegando su cuerpo del de la otra chiquilla.
-cuídate amiga, mira toma- la joven cantinera se desprendía de un crucifijo que adornaba su cuello y se lo colocaba a Margarita.
-para que te cuide como me ha cuidado a mí en todo este tiempo- decía Silvia.
-gracias- dijo Mar, reconociendo la forma del adorno con sus dedos.
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Ya una vez bañada y lista, en el oxidado auto del gordo…
-escúchame bien zorrona, lo normal sería que yo te dejara amarrada en la casa pero como esa opción por el momento no es muy viable que digamos tendrás que acompañarme a todos los lugares donde yo vaya hasta nuevo aviso… otra cosa, en vista de que tú misma dijiste que ibas a realizar todo lo que yo quisiera creo que me deja en posición para mandarme la orden que a mí me dé mi regalada gana, así que como en las últimas horas he estado muy estresado debido a ciertos asuntos que a ti no te incuben y viendo los labios de puta que te gastas a los cuales les traigo unas ganas desde hace rato en el baño quiero que en todo lo que va a durar este viaje me vayas pegando la mejor mamada de verga que hayas dado hasta ahora en tu zorresca vida, entendiste?- croaba el desagradable vejete mientras regalaba un guiño de galanazo de telenovela a su hembra.
La nena no reclamó nada, pero aun así, mantenía su enojada carita viendo fijamente al viejo demostrando rechazo a la desagradable orden pero mucho mas a la desagradable persona que tenía como acompañante.
-anda zorra!!, qué esperas?!!, mámame la verga!!, si bien que sabes jeje- rugía el vejestorio, la nena completamente asqueada veía con terror la espeluznante erección escondida dentro de los pantalones del viejo, además de verle su fea, cachetona y grasosa cara reluciente de brillo.
-p… pero, bájese los pantalones- dijo la chiquilla tímidamente escondiendo su labio inferior detrás de sus dientes superiores.
-la verga!!, eres una perra que no sirve más que para tragar verga, así que anda jeje, se buenita y busca tu propio alimento, además el viaje no será largo, mínimo unos cuarenta minutos jeje- se expresaba la morsa.
La airada señorita, sin dejar de mirar al verraco parlante, llevaba sus manitas para desabrochar el cinturón del vejete, este pelmazo solo la contemplaba triunfante emitiendo una de sus más burlonas sonrisas mientras escuchaba como la hebilla del cinturón sonaba ante las manipulaciones de la jovencita, para esto la jovencita había levantado un poco la percudida camisa del viejo, observando la enorme panza peluda adornada por un ombligo muy salido.
Una vez que Mar destrabó el cinturón, abrió la oxidada cremallera y jaló el pantalón de tan odioso sujeto, pudo reverenciar como la enorme verga de Pancho saltaba como un resorte ante la mirada atónita de sus verdes ojitos, la nena juraba verla más larga, gruesa, venuda y terriblemente inflamada, le daba miedo tocarla porque daba la impresión de que al menor contacto esta se derramaría en la fétida esencia masculina.
-jejeje, siempre que la ves pones esa cara de puta, se nota que le traes unas ganas verdad??, respóndeme o te pego- sentenciaba el viejo ya con su brazo en forma de martillo.
La casi hipnotizada nena asintió con la cabeza, pero sabiendo ella que solamente daba la razón al transpirado puerco para así evitar su castigo, aunque bien reconocía un emanante olor a verga sucia, a verga vieja, a viscosos lubricantes atrayéndola hacia ellos para degustarlos, y es que la verga de Pancho al haber sido tan estimulada momentos atrás estaba completamente embarnizada de lubricantes, sin explicación alguna la boquita de Mar comenzó a producir saliva de manera descontrolada así como su respiración se hizo pesada y su carita colorada.
-anda putilla, no me tortures más y mámamela de una buena vez, mira como la tienes, ¿no te enorgulleces de saber cuál es tu verdadero potencial?, ¿de encontrar tu verdadera vocación?, algo para lo que no necesitaste estudiar y aun así eres más profesional que una putilla que se la pasó años matándose entre libros, anda puta complace a tu macho- dijo el viejo y segundos más tarde sentía como esos sugestivos labios daban la primera y casi mortal chupada a esa tremenda manzana que el viejo tenia por glande.
-siii, siii!!!, que rico, sigue perra, sigue chupándomela, la lengua, usa tu lengua!- dijo el degenerado y entre sus desequilibradas fantasías vislumbraba una gran estatua fálica siendo reverenciada por centenas de mujeres a gatas con dildos en manos, bocas, conchas y culos.
El casi sesentero y sudado gordo encendía su auto después de cuatro intentos en los que su carcacha no arrancaba y salía rumbo a su destino mientras una muchachita de recién dieciocho añitos le iba mamando la verga como condenada, y es que el gordo fue claro al decir que quería sentir la mejor mamada de verga en su vida, la nena solo estaba siendo obediente, pero ¿A dónde se dirigía el gordo?.
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Yago Apolinar Balcázar Moussa, mejor conocido en el bajo mundo como “El Nigeriano”, era un criminal cuyo principal negocio consistía en una de las más complejas redes de prostitución del Estado que se extendía en casi todos los sectores de las tres grandes urbanizaciones principales y las decenas de localidades alrededor de ellas. El apodo de “nigeriano” se debía en buena parte al color de su piel tan negra como el ébano, aunque si bien este personaje no era o fue habitante de ese país africano lo que si era cierto es que sus raíces provenían del continente negro, era más bien angoleño.
Dicho éxito empresarial se debía en mayor medida a que el macro empresario no tenía mucha competencia puesto que al contar con nexos importantes tenía el poder suficiente como para lograr sacar del camino a sus competidores ya sea desapareciéndolos a ellos o haciéndose cargo de las más selectas materias primas de sus contrincantes, además los poquitos que sobrevivían estaban casi en el olvido puesto que la organización de Yago renovaba sus productos constantemente, muchas veces disponiendo de muchachitas que aún estaban muy lejos de la mayoría de edad, y es que Don Apolinar había logrado acaparar clientes tan selectos o raros para sus compras/rentas que muchas veces le eran llegadas nenas cuyas edades apenas rebasaban los dos dígitos.
Don Apolinar era muy estricto en cuanto a su reglamento, no se les permitía a las chicas intentar hacer vida social con los clientes ya que eran estos mismos los que las acusaban por salirse del programa, derecho que estaba especificado en las cláusulas del contrato. Tampoco se les permitía intimar fuera del horario de trabajo, solamente con aquellos cuyo dueño (en este caso Don Apolinar) estipulara, era casi un pecado el que la chica llegara a presentar aumento de peso, pero mayor el que mostrara signos de embarazo, en cualquiera de los dos casos el castigo era la muerte, una vez que una pobre alma pasaba a formar parte de la mercancía de Don Apolinar ya no había forma de abandonar la organización al menos con vida.
Quizás este punto de los embarazos bien podría evitarse si Apolinar modificara un poco su reglamento, pero era tanta su pasión por el cliente que se le permitía a este último soltar sus prolíficos fluidos en donde él quisiera, además de que el uso de condón era un tema opcional para los consumidores. El buen Polo bien pudo evitar muchas desgracias en donde no solo una joven madre moría, pero consideraba al género femenino como el recurso natural más renovable de todos. Era irónico, ya que para cualquier mujer el saber que está esperando un hijo puede ser la dicha más grande de todas, pero para estas pobres almas el enterarse de tal acontecimiento era saber que su existencia en este mundo estaba contada, la posibilidad de que en cualquier momento pudieran manifestar nauseas o mareos las aterraba.
Pues es precisamente esta clase de gente con quien el gordo, junto con Margarita, estaba obligado a reunirse, una vez que la cogida entre Dulce y los pepenadores finalizó el gordo recibió una llamada por el mismísimo Yago advirtiéndole que tenía que presentarse ante él lo antes posible, el gordo no siendo pendejo decidió posponer todo lo que tenía planeado para reunirse con su prestamista, Pancho sabía que Don Polo solo advertía una vez y que era mucho más razonable cuando se dialogaba con él después de ese primer aviso que obligándolo a ir a buscar a quien le debiera o con quien tuviera algún malentendido, el buen Yago aborrecía distraerse de sus actividades por un boca floja o algún cliente moroso.
Esta era la razón por la que Margarita, aun mamando, podía alertar que el gordo manejaba a exceso de velocidad, se le veía molesto pero a la vez extasiado, en todo este tramo el grasoso sudó mucho más que un jugador de futbol rindiendo los noventa minutos en un clima por arriba de los 40 Celsius, por momentos cuando era detenido por algún semáforo aprovechaba para masajear las piernas o tetas de la chiquilla, o para mandarse un cargado escupo dentro de la boquita de Mar pues notaba que la nena no salivaba en ocasiones lo necesario.
Estando solo a unas cuadras de su destino el viejo pegaba un gruñido de cochino siendo capado debido a las potentes descargas de semen que eras inyectadas de manera limpia y directa dentro de la boquita de Mar, esta trataba de no ahogarse con tanto semen que salía sin comprensión lógica alguna de donde podía brotar tanto esperma, sus cachetes se inflaron mientras expresó un sufrido gesto expectorante que terminó por hacerla regar parte de la apestosa esencia la cual quedaba impregnada entre el enjambre de pelos negros y grisáceos que poblaban la obesa pelvis de Pancho, este sujeto al ver eso puso a la nena a limpiar sus cochinadas y de paso dejarle bien limpia la verga, ¿Cómo iba a presentarse en una reunión tan importante todo oloroso a semen?.
Después de poco más de una hora de viaje, lo cual fue un alivio para la entumida mandíbula de Margarita, la pareja llegaba a una discoteca cuya apariencia era la de cualquier establecimiento lujoso de este giro, lugar donde se supone estaba Don Apolinar, era un sitio de temporada puesto que este prófugo se la pasaba cambiando constantemente de residencia, y claro que este sitio no era en donde se tenía a las chicas. Pero el gordo sabía que este tipo de cosas no se resuelven entrando por la puerta principal así que avanzó, con Mar de la mano casi siendo desprendida de su brazo mientras intentaba equilibrar su coqueto caminado, por un estrecho, oscuro y sucio callejón en donde algunos vagos se habían ya instalado con sus cartones, zarapes viejos y páginas de periódicos para pasar la noche, algunos aun despiertos estaban tan agotados, enfermos y desnutridos que no interesaban en el escandaloso taconeo de la chica enfundada en otro minúsculo vestido.
El par llegó a una pequeña puerta que daba la impresión que el pasillo que conectaba se encontraría debajo del nivel de suelo, y así era. Pancho tocó como si hubiera ido a visitar a un familiar, de la puerta una pequeña rendija en donde solo se visualizaban los ojerosos y rojos ojos del que recibía se abrió y el gordo dio sus motivos de visita tratando de sonar lo más claro posible.
-un momento- dijo el hombre detrás de la puerta cerrado la rendija para unos segundos después volverla a abrir haciendo una pregunta.
-nombre?- preguntó el sujeto, volviendo a desaparecer cuando Pancho emitió su respuesta, Margarita veía que al gordo hasta le costaba tragar saliva.
-las armas se quedan aquí- una vez que la pareja ingresó dijo otro hombrecillo de cuerpo deforme y más chaparro que el que en primera instancia había abierto la puerta, Pancho no hubiera hecho caso a no ser que de unas sombras aparecieran otros tres mastodontes fuertemente armados y con cara de perros rabiosos cuyos ojos rápidamente se fueron a saborear las imponentes curvas de la chica apretadas por la tela del vestido.
Rápidamente uno de los recién llegados elementos de seguridad se colocó detrás del gordo para inspeccionarlo de pies a cabeza, el viejillo chaparro con risa de psicópata inteligentemente se colocó detrás de la señorita para proceder con lo mismo y es que este pequeño pervertido de ojos saltones no dejaba de morbosear y salivar desde que el estilizado cuerpo femenino que tenía enfrente hizo acto de ingreso a su guarida, hasta había salivado su mano para peinar sus quebradizos cabellos con tal de verse presentable.
El afortunado viejo se dio vida con sus temblorosas manos recorriendo el cuerpo de tan estética muchachita considerando que el infractor contaba con un brazo mucho más corto que el otro, las inquietas manos del babeante viejo circulaban lentamente las contorneadas piernas de Margarita según él para no encontrar algún micrófono cuando a simple vista se podía hacer la evaluación de dicha teoría, de repente Margarita tensó su cuerpo y es que el degenerado le había metido las manos por debajo de la falda de su vestido palpando libremente las tibias nalgotas de la joven, todo esto mientras Pancho era revisado por dos sujetos hasta de sus esponjados y secos cabellos mientras otros dos vigilaban a cierta distancia con sus armas listas para cualquier necesidad, pero mirando más que nada el voluptuoso cuerpo de la doncella siendo revisado por un pequeño y barrigón vejete con apenas cuatro pelos en su cabeza quien por momentos se abrazaba con total descaro a la nena para después tomar de las caderas a la joven y hacer ademanes obscenos como si se la estuviera culeando.
-uuuuhh, que suavecitas, y que duras están jejeje- decía el depravado dando severos apretones a las nalgas de la colorada joven, enterrando sus dedos en la vigorosa piel que forraba las más levantadas y potentes nalgotas que el viejillo hubiera visto en su vida y observando este descerebrado como un minúsculo hijo salía de entre ellas para dividirse en dos una vez llegando a la espalda baja de la joven, en la cual también observó una línea roja surcándola en donde casi se le desprendía la piel.
Poco después el viejo subía sus cochinas manos recorriendo la perfecta cintura de la chiquilla, levantándole pausadamente el vestido hasta dejar a la vista la casi enterrada tanga tan ajustada a su sexo para deleite de los presentes quienes descomponían su mirada en algo más sádico, el viejecillo presionaba sobre el delicado cuerpecito como si quisiera encontrar anomalías en su anatomía, llegando a esas chichotas y tomándolas de manera sinvergüenza cada una en una mano y levantándolas en determinados lapsos, no contento volvía a levantar un seno primero para después proceder a evaluar la segunda ubre como quien quiere determinar cuál de las dos pesa más, si la izquierda o la derecha, corroborando en base a sus finos y expertos conocimientos en evaluar chiches que estas que tenía a su manipulación pesaban lo mismo y tenían para él las medidas perfectas.
-óigame pero q…- se expresaba la joven quien desde hace rato hacia lucha por tapar sus intimidades con sus manitas, forcejeaba con el viejo pero este a pesar de su edad y estatura era más fuerte que ella.
-sshhhtttt, calla pendeja, deja que nuestro amigo haga su trabajo sino te vas a tragar una pistola más larga que esta jejeje- dijo uno de los cuidadores quienes miraban expectantes cada movimiento manual de su pigmeo amigo así como las defensivas posiciones que adoptaba la nena y que solo escandalizaban aún más sus curvas.
-tranquila culona, es parte del procedimiento- decía otro ya casi a un paso de masturbarse enfrente de ella, Mar volteaba a ver a Pancho, a quien ya habían terminado de revisarlo lográndole decomisar solamente un revolver y una navaja, la nena quizás esperaba cierta respuesta de su protector pero veía que ni él podía ayudarla en dicha situación, solo recibió un asentimiento por parte del obeso para dejarse manosear, para esto el pervertido que tenía detrás ya repegaba y frotaba como un perro caliente su quasimodesco cuerpo en el de ella apretando los senos lo más que pudiera mientras reía jovial por tal hazaña perpetrada.
De repente Margarita sintió que dejaban de tocarla pudiendo ella al fin reacomodar sus vestimentas, pensó que por fin había terminado su revisión, pero no fue así, el viejo chaparro se agachaba con cierta dificultad debido a la discapacidad en uno de sus brazos y se colocaba en medio de las delineadas piernotas de la joven atreviéndose a mirar por debajo del vestido, observando a primer plano la zona de Margarita donde no le llegan los rayos del sol.
-no que hace, viejo cochino- dijo Margarita cerrando rápidamente las piernas y alejándose un poco.
-espera putilla, abre las patas, creo que vi algo, esta puta trae algo aquí adentro!!- decía el pervertido señalando ahí abajo con su manita deforme.
-abre las piernas, o tendremos que abrírtelas a la fuerza mamita- dijo uno de los custodios.
-ábreles las piernas zorra- decía el mismo Pancho, tratando de defender a su adorada, sabía que esto que decía era lo mas prudente.
Margarita tuvo que obedecer no porque ella quisiera pero si por mayoría de votos, lentamente ambos tonificados muslos fueron abriéndose sin llegar a tanto, el pequeño aprovechador demostró honor a su adjetivo y tallaba su callosa mano (la deforme) en ambos muslos de la jovencita, esta demostraba cara de angustia y asco ante lo vivido pero por una situación extraña en su interior no se sentía tan incómoda como en la cantina, se pensaba la joven “¿será que el viejo hubiera hecho eso allá porque sabía que algo parecido me iban a hacer aquí?”, mientras estaba en esas cavilaciones el enano demostraba una habilidad manual casi equiparable a la de un artesano.
De repente las caricias fueron dando paso a tímidas cosquillitas que se extendían en todo el contorno de la zona acariciada, Margarita se notaba menos seria pero con un gesto torcido en su boquita, fue en eso cuando sintió los inquietos dedos del viejo caliente meterse dentro de su tanguita, por la parte de enfrente, sintiendo este desequilibrado una leve elevación debajo del monte venus seguida por una acalorada zanjita completamente desprotegida de vello, el viejo casi se chorrea al meter sus dedos dentro de esa grieta pasional y descubrir una caliente humedad brotándole dentro de ella, impregnando las paredes internas y se dio gusto en recorrer con su mano dicha rajita mientras la otra masajeaba el culo de la muchachita.
-jeje, esta putilla viene caliente, está bien empapada- dijo el pequeño pervertido, Mar se molestó cuando comenzaron estos ultrajes hacia su persona y estuvo a punto de golpear al pequeño trasgo pero sabía que si hacia eso algunos de los rinocerontes ahí presentes podrían meterse en defensa de su compañero, y reconocía que aun el gordo de su lado este estaba en desventaja al estar desarmado y ser solo uno.
Los compañeros del bienaventurado enano pudieron evidenciar una pequeña pronunciación en los pantalones de este, el viejo, quien ahora de su boca escurría baba como aquel que no logra controlar su propia salivación, sacaba sus dedos empapados en lubricantes para llevárselos torpemente a su boca, degustando de manera asquerosa el embriagante sabor de los caldos vaginales y reemplazando esa agridulce sustancia por fétidas y cargadas porciones de saliva para volver a embutir sus dedos en la delicada vagina.
Mar se ponía más nerviosa y para evitar caerse, pues su piernas comenzaban a temblar, se equilibró tomando como apoyo con una de sus manitas la dromedaria joroba del vejete, este seguía feliz metiendo sus dedos, escuchando ese sonido acuoso escaparse de la concha de la chiquilla, por momentos logrando que tímidos gemidos se escaparan de la boca de ella, escuchando incluso como la respiración de la fémina se hacía cada vez más pesada, volteó solo para darse cuenta que el rostro de la señorita estaba completamente sonrojado mientras sus ojos a veces parecían querer cerrarse, y alentado por esta faceta en la niña siguió hasta que uno de los armados gorilas fue cuestionado por Don Apolinar quien le hablaba por teléfono preguntando porque demoraba Pancho cuando ya se había advertido de su llegada, este gendarme terminó por considerar que ya era suficiente de sobajeos para proceder a escoltar a la pareja a su destino pues después de ese pasillo la construcción se dividía en casi un laberinto, mientras el duendecillo llevaba su mano discapacitada de manera dificultosa hacia su boca para probar una vez más los exquisitos néctares caldosos brotados de la sudadita vagina.
Y es que este viejo, debido a su discapacidad, era el único que no portaba un arma, su único y privilegiado puesto era revisar a las muchachitas con el fin de localizar micrófonos o armas, aunque no contaba con certificado que lo acreditara para esculcar a los machos, de estos se encargaban sus camaradas.
Durante el recorrido Margarita fue testigo de las más viles bajezas y atropellos hacia los derechos humanos, principalmente hacia las mujeres, era como recorrer el pasillo del inframundo, en ese estrecho pasillo por el que era conducida estaban ubicadas muchas puertas en donde se realizaban los cortes a las prostitutas que pertenecían a alguno que otro proxeneta que operaba bajo la bandera de Don Apolinar. Margarita avanzaba muy pegada al gordo pero sin dejar de mirar hacia las puertas que estuvieran abiertas, por cada paso que daba sentía como sus jugos se comprimían y batían en medio de sus carnosos muslos debido a la masturbada que le había pegado el deforme hombrecillo mientras escuchaba dentro de algunos cuartos gritos o gemidos como si estuvieran fornicando ahí adentro, la nena se detuvo en una puerta solo para contemplar como un viejo de vestimenta elegantemente ejecutiva hacia la entrega de una buena paca de dinero a otro mientras acariciaba de la espalda a una jovencita aparentemente drogada a la cual Mar estimó no contar ni con catorce añitos, aun con el excesivo maquillaje en su carita.
Más adelante divisó otra puerta en donde otra joven, esta aparentemente de más edad que ella, era violentamente golpeada con un palo por un cobarde vejete de aspecto casi setentero y quien le reclamaba por las pocas ganancias del día.
-nada más esto, nada más esto!!, así no me sirves!!- berreaba el villano dando otro certero golpe que acabó por noquear (eso quiso suponer Mar), a la muy bien arreglada joven, el castigador al ver que alguien (Mar) estaba observando lo sucedido solo hizo una seña a un sujeto que al parecer se encontraba detrás de la puerta y que no había sido advertido por Margarita, luego un calvo y enorme hombre casi fisicoculturista se asomó al tiempo que cerraba la puerta muy lentamente.
-espérame aquí pendeja- dijo el gordo ya una vez llegados al recibidor de Don Apolinar, un complejo amplio con dos barrigones y sombrerudos hombres que la hacían de guardias, uno de los cuales abrió la puerta para que la pareja hiciera entrada al sagrado recinto.
-mientras arreglo mis asuntos hazte amiga de alguno de esos culos, ahí platíquense sus zorrerías, ya regreso- dijo el gordo refiriéndose a dos hembras de apariencia callejera y visiblemente narcotizadas sentadas en un enorme sofá platicando entre ellas como grandes amigas, riendo a carcajadas a veces sin decirse una sola palabra.
El gordo entraba a la oficina de Don Apolinar…
-el gordo Pancho, tiempo sin verte, me alegra que hayas respondido a mi llamado, así me evitas la fatiga de enviar a mis muchachos tan lejos- saludaba el negro una vez alertada la hipopotámica presencia dentro de su oficina, otros tres mamuts sentados acompañaban al negro en su cubículo.
-bueno negro, he venido porque creo que ha habido una confusión, según mis cálculos el plazo para pagarte el dinero que te debo aun no vence, y si no es por ese asunto por el que me llamas, dime porque me has llamado entonces? jeje- decía un nervioso gordo completamente sudado y cuidándose las espaldas de los tres perros ubicados detrás de él.
-ahh, si, el plazo, estás en lo correcto, aun no vence, te mandé a llamar para dialogar sobre un pequeño comentario que me ha llegado a mis oídos y quisiera que me explicaras este… como decirlo… malentendido, ya que estoy seguro que de eso se trata- explicaba el viejo Polo, a pesar de sus rasgos étnicos el residir buena parte de su vida de este lado del mundo lo calificaban para desenvolverse muy bien al hablar en castellano.
-y cuál es ese comentario?- preguntaba el gordo.
-caballeros, por favor, dejarnos solos, vayan a donde les he encomendado si son tan amables- Don Apolinar despachaba a sus matones, sacaba un par de copas y una botella de Royal Salute.
-toma asiento Pancho por favor- el negro vestía un traje completamente blanco y holgado, un sombrero del mismo color y una larga pluma morada saliendo de este, así como un pequeño moñito haciéndole de corbata, su piel completamente oscura contrastaba con sus cejas, pequeña barba de chivo y un semicírculo de cabello rodeándole la parte trasera de su cabeza ya que estos conjuntos de pelos tenían una tonalidad completamente grisácea.
-verás Pancho, me ha llegado el rumor de que por ahí se dice… que la fecha de algunos pagos que me deben ya se vencieron y que yo no los estoy cobrando, además según los comentarios algunos de mis prestatarios ya no piensan pagarme… de hecho en este preciso momento mis muchachos van en busca de un individuo que se está jactado de haberme mandado a la misma chingada, cosa que es indudablemente falsa y que repercute en mi reputación mi buen Pancho, precisamente estoy en proceso de expandir mi negocio fuera del Estado pero… con esto, con este tipo de atropellos hacia mi buena voluntad como samaritano ¿Cómo voy a poder hacer alarde de conducir mi empresa en otras entidades de esta bella República cuando no puedo controlar lo que pasa en mi propio Estado?, ¿Cómo esperas que grupos asociados quieran invertir en este nuevo proyecto cuando escuchan que mis inversiones no son rentables? ¿Qué pensarán cuando lleguen a sus oídos comentarios de que no mantengo al día mis finanzas y concedo muchas facilidades que podrían poner en peligro sus intereses propios?- se expresaba Don Apolinar, dándose un buen trago después de estas letanías.
-mira, la verdad a mí el dinero no me preocupa, no pienses que le estoy llorando al dinero, yo podría permitir que tú no me pagaras y seguiría viviendo en igualdad de lujos y comodidades que me he ganado por ser tan noble y honrada persona, pero ese no es el chiste, según mis informantes tú eres uno de esos bocones que andan poniéndome en mal con la sociedad, y eso no me hace nada de gracia- el negro se dirigía ahora a una jaula con una especie de pajarillo raro dentro de ella para arrojarle un poco de alpiste, dándole la espalda al gordo.
-¿Qué tienes que decir a tu favor mi gordo amigo?- preguntaba Don Polo.
-ja, sabes… que yo nunca haría algo así mi negro, no sé quién es el que te informó dichas calumnias, ¿que yo ando diciendo tales embustes?, por favor jeje, de ser posible quisiera que me proporcionaras el nombre de esa persona o su dirección para yo también arreglar con él este malentendido, me pone en una situación muy incómoda y para nada agradable el hecho de dejarme a mí como una vulgar vieja verdulera, sabes que me manejo como todo un caballero y más cuando son cuestiones que involucran putas o dinero, sino, no me hubieras hecho ese préstamo cuando yo lo necesitaba- abogaba el gordo.
-así mero mi amigo, siempre has sido una persona derecha y cumplidora, que respeta las normas, de hecho me sorprende que algunos aseguren que algunos comentarios tan ofensivos provengan de ti Pancho, un miembro de la cofradía, un casi hermano para mí, el lazo que nos une es quizás más fuerte que aquel que involucra la propia sangre, siempre has sido una persona prudente y juiciosa, que acata las reglas y que comprende que estas no son perpetuas y que en algún momento pueden ir evolucionando conforme lo exija la situación y los cambios en el entorno, y como tal creo que no objetarás a algunos cambios y recortes de fechas de pago que me he obligado a realizar después de este desagradable sinsabor de boca- todo esto lo decía el negro viendo al pajarito.
-jeje, como que… recortes de fecha, no entiendo- parlaba el gordo, tragando saliva cuando escuchó los vocablos “cambios”, “recortes”, “fechas de pago”.
-te explico mi amigo, después de este enredo me puse a reflexionar y creo que me he vuelto algo suave a la hora de hacer mis cobros, suelo dar muchas facilidades a cambio de la tasa de interés más baja del mercado, quizás a esto se deba que muchos me estén perdiendo un poco el respeto y quiero evitar esto antes de que se vuelva un problema mayor y se me salga de control, muchos se crecerán y verán que el sistema es frágil y que el buen Apolinar es un viejo negro sin autoridad que cualquiera puede venir a mangonear por un simple plazo extemporáneo, así que me vi en la necesidad de recortar algunas fechas de pago, incluyendo la tuya- el negro regresaba a su escritorio y se ponía a ojear una revista para caballeros.
-p… pero negro, ¿cómo se te ocurre hacer eso sin mandar un aviso?-
-para eso estás aquí mi buen, para ponernos de acuerdo-
-e… entonces según tú, ¿cuándo seria ahora la fecha en que te tengo que pagar?- dijo Pancho después de quedarse un buen rato casi en estado de coma, pero pelando sus enormes ojos de sapo aplastado en el pavimento.
-a ver permíteme checar por favor, jeje, son tantos que me es imposible memorizarlos a todos- el negro se ponía unos lentes de aumento y sacaba una libretita.
-a ver… a ver… aquí está, según mi asesor financiero quien me ayudó a reacomodar mis cuentas por cobrar la nueva fecha seria… ahh chingao, según esto ya te retrasaste tres días, pero bueno no tomaré ese pequeño detalle en cuenta puesto que no estabas enterado, hagamos que no pasó nada y… pues bien, que sea hoy, ¿Qué te parece?, hoy es la fecha límite de tu pago- sentenciaba el negro quien jugaba con un pequeño bolígrafo además de escribir de vez en cuando algunas notas.
-hoy!!, pero esto es un ultraje!!, una canallada!!, como que hoy?, e… este… negro, no crees que estás siendo un poco incomprensivo?- dijo Pancho levantándose de su asiento.
-yo incomprensivo!!, en que forma, mira que no te estoy cobrando esos días de retraso, creo que estoy siendo muy ético y flexible considerando que no todos tienen los privilegios que a ti te he dado en su momento- el negro servía una segunda copa.
-mira mi buen, te voy a hablar al chile, siendo sincero he andado un poco corto, justo en estos momentos un camarada mío se está arreglando en un negocio en el que formamos parte y cuya ganancia me dejará los dividendos necesarios para liquidarte esa deuda, solo te pediría un día más- casi rogaba el gordo.
Pancho, si bien podría aventársele al negro y estrangularlo ahí mismo sabía que era observado por tres cámaras que vigilaban con lujo de detalles lo que ocurría ahí dentro, lo más seguro era que una vez teniendo al negro en el suelo luchando y pataleando por su vida Pancho tendría todo un regimiento de mastodontes encima apuntándolo a la cabeza. También Margarita desde su ubicación ya había alertado la presencia de una cámara más.
-un día eh, partamos de ahí para solucionarlo, yo podría darte ese día que me pides pero ¿qué me anticipas a cambio?, en dado caso no estoy dudando a tu palabra de que en un día me tendrás el dinero presupuestado pero… verás Pancho que como te digo a partir de hoy ya no seré tan condescendiente para con mis clientes, claro que refiriéndome a los clientes que piden un préstamo, en este caso tú, no aquellos que vienen por un rato de sano esparcimiento, así que no te irás de aquí hasta que me des un anticipo de por lo menos… un diez por ciento, es un trato justo, un favor por otro, que mira que mis muchachos en este momento van en busca de un pillo a quien no darán ningún tipo de beneficio en caso de encontrarlo, las ratas van a tener que comer hoy- dijo Don Polo moviendo su copa para llevársela a su negra boca.
-bueno negro, la verdad es que no traigo dinero- “esa perra, si no le hubiera comprado sus vestidos, mmm, no traigo dinero pero viene esa putilla” -aunque…- el negro quebraba una ceja ante una posible solución pensada por el gordo.
-aunque qué?- peguntaba interesado depositando su copa en el escritorio y entremezclando los dedos de sus manos, echando su cuerpo un poco hacia adelante.
-bueno, me acompaña una chiquilla que está tremenda, quizás te interese como abono- rebuznaba Pancho, este despiadado ser estaba dispuesto a todo con tal de seguir viviendo quitándonos el oxígeno, en sus planes estaba dejar a Margarita como si fuera una prenda que se empeñara.
-una prostituta eh, o sea, ¿no tienes dinero para pagarle al buenito de Yago pero si tienes dinero para contratarte a una prostituta?- Apolinar ponía cara de decepcionado.
-no claro que no, como crees, no es eso, esta puta no me costó ni un centavo- el buen Pancho sudaba hasta del culo, su enorme trasero ya había empapado la silla.
-ahh, vo´a creer, ¿qué clase de prostituta no cobra por sus servicios?, si al diccionario nos vamos entonces esa perra debería de tener otro adjetivo, en todo caso no me interesa esa panocha sacada de quien sabe que alcantarillado, mira que para no cobrar de seguro la muy puta ni siquiera ha de tener dientes, ¿Por qué meter tu verga en hoyos de dudosa procedencia cuando tienes a tu amigo Yago quien puede proveerte de auténticas diosas que cuentan con todas sus vacunas a precios razonables?, estas hembras no son solo para políticos y funcionarios, con un poco de ahorro hasta un huevón como tú podría hacerse de una por unas horas, pero bueno, la clase trabajadora y sus gustos-
-además, en dado caso de que la hembra esté en condiciones medianamente aceptables ¿qué te hace pensar que yo quisiera intimar con ella teniendo el más grande burdel a mi disposición?- cuestionaba el negro.
-mira Yago, soy un fino espectador, aunque no sea degustador, de tus bellas edecanes, le he visto el culo a todas y cada una de ellas y créeme que cuando te digo esto es porque no miento, ni la mejor carne de tu selecto harén le llegaría a los talones a esta chiquilla, mira te la describo, tiene unas tetas que apenas y me caben en la mano, unas caderas y una cinturita que casi parece guitarra, unas piernotas que casi casi me ahorcan mientras le mamo el bollo, hablando de bollo vieras lo exquisito que te exprime la verga cuando te la estás clavando, la carita de pendeja que tiene adornada con unos labios que nada más los ves y te corres, además de su piel bien suavecita y toda durita de donde la agarres- explicaba Pancho mientras con sus manos trataba de dramatizar las medidas de algunas partes del cuerpo de la bella Margarita.
-mm, interesante tu propuesta mi estimado, y te mentiría si te dijera que tu hembra no me ha despertado cierta curiosidad así como me la describes, pero creo que no te servirá como anticipo-
-Por qué?- preguntaba Pancho.
-ya está usada, mira Pancho aun el diez por ciento de lo que me debes es un precio lo suficientemente alto como para equipararlo con un bollo ya desvirgado; verás, los autos indiscutiblemente pierden su valor cada que salen de agencia o dependiendo del total de kilómetros que estos tengan recorridos, los celulares más anticuados se van devaluando cada que un modelo mejor equipado sale al mercado, es una regla básica, con las hembras pasa algo parecido, en un mundo donde la depreciación está a la orden del día nada se escapa, ni siquiera las mujeres, una vez que una mujer ha probado macho pierde considerablemente su valor, está dicho que su precio puede bajar hasta en un cincuenta por ciento del valor con el que se manejaría si estuviera virgen, una vez que sucede esto el cliente está en todo su derecho de considerar una renegociación en caso de que se le venda gato por liebre, o en su defecto la devolución íntegra de su dinero, estamos?, de este modo y sin necesidad de hacer cálculos si comparamos el monto total del diez por ciento de tu deuda contra lo que puede valer ese bollo me atrevo a profetizar que no sería redituable- dictaminaba Don Apolinar.
-es cierto- el gordo reconocía que las premisas del negro tenían toda la razón.
-así mero es esto mi buen, yo también tardé en acostumbrarme a este sistema pero, ya vez, nosotros no creamos las reglas- dijo el negro recostándose en su sillón, cruzando sus brazos por detrás de su nuca.
-pero ahora que recuerdo esa hembra es virgen del culo, considerando que el valor de un culo es mucho más elevado que el de una panocha, puede que sirva como anticipo- Pancho en realidad no sabía si Margarita seguiría virgen de su ano después de cacharla a ella con Lucio, pero estaba tan desesperado por alargar lo más posible su porcina vida.
-mm, interesante, continua- dijo el negro
-sí, sí, estoy seguro, esa hembra es virgen del culo, bueno al menos ella así lo presume y te doy mi palabra que yo no se lo he profanado, sabía que en algún momento podría necesitar de eso- dijo Pancho, el negro sacaba una pequeña calculadora de bolsillo para proceder a representar una sencilla fórmula y de esta manera obtener la cantidad que correspondería al diez por ciento de la deuda de Pancho para de este modo compararla con el valor nominal con el que se cotiza un culo virgen en el mercado, considerando que la edad de la fémina es un importante factor en esta ecuación pues ante mayor edad mayor será el precio de dicho agujero siempre y cuando este se mantenga puro, claro que también hay un límite de tolerancia en cuanto a la edad, pero Margarita estaba aún a varios años de rebasar esa fecha.
-¿Cuántos años tiene la putilla?- preguntaba Don Apolinar.
-18, así lo dice su credencial de elector- respondía Pancho acercando al negro la identificación oficial de la niña, el negro se daba cuenta de que ya no era necesario desarrollar dicha operación, con la edad de la fémina se daba por sentado que el pequeño trato sobrepasaba el punto de equilibrio.
-mm, que hermosa carita aun sin maquillaje, fíjate, que de un momento para acá me ha interesado tu propuesta, y esta damita está aquí?- preguntaba Don Apolinar.
-sí, le dejé en el recibidor,-
-bueno echémosles una mirada, veamos el cuerpo, aún falta que me convenza con su talle- el negro se incorporaba, hacía un pequeño hueco entre la persiana y visualizaba a la joven hembra más perfecta que en su repugnante vida pudo llegar a contemplar.
Veía a una escultural hembra de escandaloso vestido rosita con su espalda recargada en la pared, con sus bracitos cruzados justo debajo de sus senos, con un gesto de impaciencia que se reflejaba en su chapuda carita, labios y en su taconeo en el piso, y corroborado con el constante movimiento de cabeza mirando hacia todas direcciones, la femenina silueta era tan perfecta que podía apreciarse desde esa distancia unas espectaculares curvaturas demostrando la calidad que Pancho presumía, desde luego que el viejo quedó maravillado con tal mujer y de repente fue abordado por unas insanas ganas por poseerla.
La nena despegaba su cuerpo de la pared para mandarse un estirón de brazos señal de que estaba aburrida mandándose un bostezo que alcanzó a tapar educadamente con su manita, utilizaba una de sus manitas como abanico pues el recibidor de Don Apolinar no contaba con el acondicionamiento adecuado, utilizaba ahora sus manitas para bajar el vestido a modo de cubrirse sus tremendas piernas tan delineadas para posteriormente llevarlas hacia el escote de su vestido y subirlo un poco, evidenciando el buen Yago como las enormes tetas se apretujaban entre ellas y contra el sensual atuendo remarcando el contorno de sus inicios, para finalizar la nena se volvía a recargar en la pared haciendo a un lado el flequillo de su cabello.
-ahh, que hembra!!, que feminidad!!, que elegancia!!, que belleza!!, pero si es la mismísima Venus!!, rápido Pancho hazla pasar, checaremos si es verdad lo que predica esa jovencita sobre su cochino- decía Don Apolinar, Pancho salía en dirección a su hembra.
-el negro te quiere ver, así que ándale, moviendo ese culo, yo te esperaré aquí afuera mientras-
-a mí?- preguntaba Margarita dando otro bostezo, ya iban a dar las tres de la mañana, era normal que tuviera sueño.
-si a ti pendeja, pos a quien más?, anda menea ese culo que ya me quiero ir!!-
Margarita salía en dirección a la oficina de Don Apolinar contoneándose sugestiva ante la envidiosa mirada de las no tan agraciadas féminas que yacían sentadas en el sofá y con quienes desde hace rato había estado compitiendo visualmente en una lucha por demostrar quién era más hembra, una contienda consistente en retantes miradas que para los hombres pasan desapercibida, sin embargo también pensaba sobre lo que el negro querría de ella, era más que obvio que de seguro tendría que prestarle algún agujero de su cuerpo y se aterraba pensando en algunas pláticas con su amiga Mary sobre lo que esta le contaba de… los negros, pensaba ella pero también reconocía que ya se había tragado unas que otras herramientas que no estaban del todo pequeñas. Sin embargo, en su inocencia sobre la idea de que todavía quedaban personas buenas, confiaba que tal vez existiera una remota posibilidad de que el individuo ahí dentro no tuviera esos pervertidos fines.
-adelante- dijo el babeante Apolinar cuando veía como la puerta se abría.
-buenas, e… este… Don Pancho me dijo que… me quería ver- dijo nerviosa Margarita, observando a un enorme hombre negro vestido de blanco, parado y expandiendo sus brazos en el escritorio, con una sonrisa que degenerada.
-adelante chiquilla, ahhhh que hermosa voz, el sonido que produces al hablar es comparado con el canto de un bello ángel, sin lugar a duda chiquilla tu voz sería digna para ser la principal entre un coro formado por los ángeles más bellos y melodiosos- Margarita solo frunció su ceja ante tales palabras, preguntándose qué tipo de droga había ingerido el oscuro individuo.
-ehh, gracias- dijo después.
-mi nombre es Don Apolinar, Don Apolinar Balcázar, y tú, mi Venus, cuál es tu nombre?- preguntaba el negro recorriendo con su mirada el estilizado cuerpo ahí presente, si de lejos era exquisito, de cerca era imponente.
-M… Margarita- respondía la chiquilla, mirando curiosamente la pluma en el sombrero.
-ahhh, ahhh, que dicha!!, que dicha!!, y dime mi bella Margarita, que tal te han parecido mis aposentos?- el negro vejete se había detenido en esas piernotas que apenas y eran tapadas por el delgado vestido, Margarita se dio cuenta de ello y dio un tirón para por lo menos hacer notar su incomodidad.
-ehh, bueno, ahora que lo dice, me han parecido algo…- la nena estaba tratando de armar su oración cuando fue interrumpida por el negro.
-pero acércate criatura y siéntate, voy a comunicarte las buenas nuevas que han ocurrido mientras estabas afuera- el negro comenzaba a poner al tanto a la chiquilla de la situación financiera de Pancho y de cómo se había llegado al acuerdo final, Mar se sentaba notando cierta humedad en la silla, tocando el cojín de la misma con sus manos para comprobar su hipótesis.
-pero qué??!!, ustedes dos están locos!!, o sea señor, en qué cabeza cabe el tratarme como si fuera una p…, ¿porque ese gordo no ofreció el suyo?, ahí si no verdad, ¿sabe qué? yo me voy de aquí- dijo Margarita completamente ofendida por lo que se había enterado medio incorporándose de su asiento.
-creo que eso no sería lo más prudente mi bella dama, ahora que Pancho te ha heredado a ti esa parte de la deuda estás obligada a liquidar el pequeño impuesto requerido, y eso solo se podrá hacer con ese pequeño asterisco que tienes entre esas nalgotas- dijo el viejo mientras casi se saboreaba el pequeño agujero.
-pero que cosa de heredar de que, si ese viejo no es nada mío, yo ni lo conozco!!- dijo la bella, levantándose, apoyándose del escritorio con ambas palmas sacando un poco el culo debido a que la posición así lo ameritaba, haciendo que el vestido llegara apenas a lo de cuatro dedos de mostrar el redondo nacimiento de sus nalgas.
-tranquila chiquilla, no son necesarios los gritos para interactuarnos, ¿en serio no lo conoces?, él me ha dicho que ya se conocen íntimamente, creo que debí haberle entendido mal, pero bueno que más da, así como lo oyes Pancho me ha ofrecido tu culo como anticipo a su deuda, pero para concretar esto y que sea una formalidad necesito saber si eres virgen de ahí, así que vamos, respóndeme, eres virgen del culo?- insistía al vejete.
-qué?, señor como se atreve- Margarita se ponía extremadamente colorada.
-responde anda, no seas tímida mi pequeña Venus, eres virgen del culo?- decía el negro quitándose su sombrero, depositándolo en un pequeño perchero, mostrando su brillosa calva.
-oiga señor, yo no tengo porque responderle eso- dijo Mar, el viejo se levantó y caminó hacia la puerta de entrada para bajar una cortinita y de paso aprovechar para poner el seguro a la puerta.
La desconfiada Mar no perdía detalle del andar del viejo por su oficina, escuchó un sonido similar a unos tacones en el suelo llegándose a pensar que el viejo trajera puestos un par, desvió su mirada hacia los pies de Don Apolinar para contemplar que el viejo complementaba su extravagante vestuario con unos suecos.
-claro que debes, es un dato importantísimo para que esta plática continúe, porque si no, sería una pérdida de tiempo, tiempo que estoy desperdiciando dialogando con una jovencita quien no es capaz de responder una sencilla pregunta y que me está haciendo distraerme de otras actividades que si ameritan mi disposición- oraba el negro acercándose peligrosamente a la joven ojiverde.
-señor, usted me hace una pregunta que es de lo más incómoda, ¿cómo piensa que yo voy a andarle contando mis intimidades a un completo desconocido como lo es usted?, ¿por qué esa insistencia en conocer mi estado?, ¿qué tan importante puede ser para usted el hecho de que una mujer aun siga virgen?- preguntaba Margarita alejándose, posicionándose ahora a un costado del escritorio mientras el negro recargaba sus manos en la silla donde estuvo sentada la jovencita.
-la virginidad significa para muchos pureza y recato, para mí es una ideología moral vendida a las señoritas para mantenerlas aisladas de los verdaderos placeres para los cuales fueron creadas!! (el viejo tomaba una pose como de político romano), encadenadas en esas ataduras que por siglos las han restringido bajo el yugo de la castidad y decencia, valores que no han demostrado servir para prosperar, al contrario, las mujeres que suelen liberarse de esa psicológica prisión son irónicamente las más afortunadas en todos los ámbitos de la vida, hay muchos ejemplos de ello- el negro dejaba su posición y se abalanzó sobre la chiquilla, sin lograr atraparla puesto que Mar alcanzó a reaccionar para ubicarse ahora en la silla donde el viejo estuvo sentado.
“viejo loco” pensaba Mar -y según usted ¿para que fuimos creadas?-
-jaja, mi niña no permito que una dama me haga tantos cuestionamientos debido a que su condición no la dota de tales privilegios, pero tratándose de una belleza como tú mi preciosa Venus, haré una excepción y me ofreceré a responderte, según las santas escrituras la creación de ustedes explica una inversión que ni el mismo Dios contempló en realizar cuando ideaba su máxima obra, la mujer en primera instancia no estaba presupuestada, Dios creó a un joven varón llamado Adán, privilegiado por un extenso paraíso que se extendía hasta donde llegaran sus ojos y encomendado a gobernar a las demás criaturas también creadas, pasado un tiempo el joven explicó a Dios que se sentía solitario y que no veía razón alguna para la cual haya sido provisto de órganos sexuales cuando no tenía hembra con la cual aparearse, fue aquí donde Dios se dio cuenta de su estupidez y fue entonces que creó a Eva para que esta desahogara esas penas por las que el pobre Adán pasaba, algo así lo explica esta… religión, no soy un partidario de la Iglesia cristiana pero me inspiré en esa visión que ellos dan a entender de la mujer para yo formar mi propio paraíso, es un concepto frio el que ellos manejan pero que las mujeres no se han quejado de ello como se quejan de otras cosas, ¿acaso no es una ofensa a nuestro señorial mandato el hecho de que la mujer quiera tener los mismo privilegios que el hombre cuando deberían de agradecer que por lo menos existen?, ¿no va eso en contra de la función para la que fueron desarrolladas en primera instancia?, ¿no se le llama a eso desobediencia o acto de rebeldía hacia las tareas que su mismo Dios les ha encomendado?- el viejo mandaba otro manotazo tratando de alcanzar el brazo de la señorita, pero está nuevamente se escabulló, llegando a donde originalmente estuvo sentada.
-viejo loco, si nosotras no existiéramos ¿cómo se reproduciría la especie humana entonces?-
-a mí no me cuestiones cosas que no van de acorde a mis ideologías, fíjate que yo también he meditado ese planteamiento pero no encuentro respuesta que me satisfaga, llegando a pensar que eso que llaman religión es más falso que la virginidad de tu concha; mi hermosa Venus, ¿piensas estar huyendo de mí toda la madrugada?- preguntaba el viejo.
-de ser posible si, desde que llegué aquí no he visto más que bajezas en contra de las mujeres, ¿es necesario eso?, ¿qué le da derecho a tratar así a las personas?, lo voy a denunciar si llega a ponerme un dedo encima y por permitir todo esto- preguntaba la enfadada joven mirando sigilosamente los movimientos del viejo.
-jajajaja, no me hagas reír mi niña, nunca pensé encontrar tanta ingenuidad en una sola persona, pero ya dejémonos de tonterías y venga, ponernos a culiar, vamos, anda, gatea, gatea para tu macho pedazo de zorra, que voy a dejarte llena de leche, tanta que en tres días exudaras solo semen-
-es usted un monstruo, como puede haber gente tan enferma como usted, prefiero estar muerta antes de permitir que usted me ponga una mano encima- dijo Mar y corrió intentando llegar a la puerta, pero el tiempo que demoró jalándola sin éxito, buscando el seguro y el nerviosismo que hacía temblar sus manitas impidieron que pudiera escapar antes de ser sometida por Don Apolinar.
-¿y morir virgen del culo no te hace tan aborrecible como yo?, cada una de ustedes fue provista de tres exquisitos agujeros los cuales están demandadas a utilizar, la naturaleza es sabia y no se equivoca mi bella Margarita (Don Apolinar daba una potente aspiración al cuello de la nena), seguramente en varias ocasiones te han asaltado las ganas de meterte tus deditos por carecer de una buena verga, y si la naturaleza te dotó de tales cavidades es para que cualquier hombre las reclame y utilice, estamos en nuestro derecho de reclamar lo que por ley nos corresponde, con tu actitud y arrogancia solo estás despreciando y desprestigiando tu propia condición de mujer, y estás demostrando un absurdo repudio hacia tus obligaciones como hembra, por no decir que sientes vergüenza del género al que perteneces, lo que te hace quedar en una posición más degradante de la que a tu juicio me estimas- el viejo había sometido a la chiquilla de ambas muñecas y le hablaba directamente al oído con esa característica voz gruesa propia de la raza negra.
-no!!, usted está loco, suélteme!, Don Panchooo!!!- se movía la chiquilla como pez atrapado en el anzuelo mientras su carita se comenzaba a descomponer por un naciente llanto.
-¿para qué lo llamas?, ¿Qué no entiendes que fue él quien te ha puesto precio porque simple y sencillamente para eso sirves?, pero basta de pláticas mi Venus, vamos a tributar a la sabia creación por habernos provisto de órganos sexuales utilizándolos como ella misma lo dicta, anda que ya desde hace rato me está palpitando la verga- el negro comenzaba a palpar las tibias carnes de la bella doncella.
Margarita al escuchar esto innatamente volteó hacia la zona pélvica del negro viejo para contemplar como una bíblica erección era manifestada aun en esos holgados pantalones. Pancho en tanto estaba tan distraído con las no tan voluptuosas féminas que servían como entretenimiento para las visitas de Don Apolinar, era tanta la bajeza de este tipo que les había dado a esas mujeres una función casi comparable a la de una usada revista, de esas que leemos en las peluquerías mientras esperamos nuestro turno.
-un culo virgen es mi máxima debilidad, mi bella, me da rabia el reflexionar que una buena parte de las musas se niegan rotundamente a hacerlo por ahí sin entender las ventajas y los placeres que esto conlleva, pero hoy será tu día mi pequeña- dijo el negro, peinando con una de sus manos los lacios cabellos de la aterrada jovencita, admirando su brillo y sintiendo su sedosidad.
Margarita trataba por todos los medios de zafarse de las garras de tan despreciable villano, sus uñas se clavaban y rasguñaban la puerta como si fuera una gatita intentando treparla, con su mano libre el negro levantó el vestido de la joven enardeciéndose con la perfecta silueta de esas carnosas y relucientes nalgotas, haciendo círculos con su mano en cada cachete y dándole de nalgadas a cada una de ellas para comprobar si existía flacidez en ese cuerpo de diosa, obviamente no encontró tal cosa.
-excelente, está en su punto- dijo el viejo.
El potente trasero de la chiquilla era hipnotizante, en esa pose su tremendo culo se manifestaba en una perfecta curvatura que lo hacía ver más levantado, el cuerpo de la nena lucía proporcionado a manera de dar a entender que el mayor peso de ella radicaba de sus caderas hacia abajo, mostrándonos de la parte de arriba, una brevísima espalda y unos femeninos bracitos, lo único grande es esa parte eran sus senos.
-en vista de que te estás reservando tu derecho a declarar, me tomaré el atrevimiento de cerciorarme por mi mismo si es que sigues virgen del culo, amada Venus- dijo el negro casi tragándose la orejita de la niña, ella podía escuchar un asqueroso sonido a saliva corriendo por entre los dientes del pervertido precediendo a cada palabra, como si este masticara como cerdo.
-no!!, que va a hacer?- la nena comenzó a sacudirse más enérgica el escuchar al viejo decirle que iba a realizarle su auditoria interna.
Don Apolinar chupaba uno de sus larguísimos y toscos dedos medios y procedía a intentar incrustarlo dentro del virginal conducto, sin embargo se molestó que la chiquilla no quisiera poner de su parte.
-no te muevas tanto perra!!!- gritaba sulfurado el africano, en esa oficina la pareja estaba protegida para gritar todas las peladeces que quisieran sin el temor a ser escuchados.
-no por favor, si soy virgen!!, soy virgen de mi colita!!, por favor no me lo haga por ahí!!!-
-ahhh, pero qué barbaridad!!!, que blasfemia estoy escuchando!!!, que sacrilegio tan mas grande hacia tu propio ser!!!, esto es inaceptable bajo cualquier contexto y por lo tanto no puede seguir así!!!, hay que tomar cartas en el asunto, no puedo permitirme que te vayas de aquí virgen de la cola mi preciosa Venus, eso iría en contra de mis principios, así que vámonos, al escritorio!!- dijo el viejo, pero antes de llevarse a la nena hacia su mueble observó que esta traía algo adornándole el cuello.
-pero… ¿Qué significa esto?, ¿Qué acaso no entendiste todo lo que te acabo de explicar?, ¿Cómo puedes adorar a un ser que te considera un proyecto no relevante y que no cree en tus rendimientos?, esta clase de artilugios están prohibidos dentro de mi morada- dijo el negro y de un tirón despojó a Margarita de la prenda que le había regalado Silvia, arrojándola a cualquier esquina, si bien el negro no la había advertido antes era porque dicha alhaja yacía enterrada entre los hinchados senos de la nena.
Como la prenda, del mismo modo la jovencita fue trenzada de sus cabellos y arrojada al escritorio, quedando boca abajo y con su vestido tan levantado que enseñaba todo el inicio de sus redondas nalgas así como parte de su panocha protegida por la tanga, rápidamente el negro fue en busca de someterla antes de que ella pudiera incorporarse, levantó aún más el vestido de la nena para volver a degustarse con cada centímetro de ese culote, utilizando sus negras manos para sobar las dos piernas desde la mitad del muslo, pasando por las imponentes colinas hasta llegar a la cintura, como si Don Apolinar fuera un masajista calificado.
-señor por favor no me lo haga!- dijo la nena sintiendo la aspereza con que era frotada.
-calla zorra!!, te va a doler más si no te relajas!!, vamos a ver- el negro tomaba la tanga de Mar y la deslizaba hasta las rodillas quedando esta prenda aun con la marca de su concha entre su textura.
-pero que tácticas tan tramposas manejas, pequeña ramera, esta conchita casi pareciera de una quinceañera, hasta podría jurar que la tienes así a propósito y todo por puuuta!!!, porque te gusta calentar a los machos para que estos no soporten tanta lujuria y te partan la concha a vergazos!!!, no puedo resistir la tentación a disfrutártela jeje, solo espero que no se lo digas a Pancho, ¿puedo contar con tu silencio?- preguntaba el sinvergüenza al ver la depilada conchita de la nena dando una asfixiante respiración inhalando el dulce aroma a sexo femenino desprotegido.
-solo… si promete no metérmela por mi colita- dijo la ruborizada nena después de pensársela unos minutos, prefería que se la dejaran ir por la panocha, donde según ella ya podría soportar la imponente y negra virilidad, a sentir esa cosota triturándole el culo (recordar que el buen Lucio estuvo a punto de desvírgarselo con un miembro de similares características, en esa ocasión Margarita aceptó pues además de que estaba caliente el prófugo le había dado su palabra de que al primer signo de dolor, él la sacaría).
-no, ese es un trato que ya está pactado y que maneja dinero de por medio, y por lo tanto no es revocable- dictaba el viejo.
-entonces le diré a Pancho- dijo la nena pensando que con esto se intimidaría el viejo.
-ya zorra, dile lo que quieras, Pancho es tan buen amigo mío que estoy seguro que me disculpara por unos veinte pesos más de descuento, es capaz de venderte por un six de cerveza- dijo el negro al tiempo que se desprendía de su camisa, dejando ver un achocolatado cuerpo para nada atlético, más bien flaco del tronco aunque chichón y barrigón y con una importante comunidad de bolitas blancas en su pecho, consistentes en ásperos pelos completamente canos, aunque de sus brazos mostraba mucha rudeza, los antebrazos llenos de venas estaban más musculosos que sus brazos.
Rápidamente el negro tomó posición en el culo de Mar, acoplando su asquerosa y negra boca en el asterisco de esta, comenzado a lengüetear todo el contorno de dicho reducto anal y virginal mientras con su mano acariciaba la delicada y sensible panocha, Margarita callaba ante las repugnantes lamidas y los caninos sonidos que el viejo realizaba, este desalmado ahora apretaba las caderas de Mar para empujarlas hacia su boca, estaba tan concentrado que daba la impresión de que su boca estuviera cosida al ano de la chiquilla.
Por momentos el negro cernía su cabeza como si quisiera arrancar algo, resoplaba, se detenía por tiempos indeterminados y se volvía a hundir en ese paraíso, Mar solo realizaba gemidos ahogados mirando desde su posición como el negro enterraba su cara entre sus nalgas para volver a regresar su rostro hacia cualquier parte que no fuera esa al tiempo que movía sus muslos como intentando patalear.
Después de lamer el recto a sus anchas y de haber dado una incontable cantidad de lamidas a las esponjosas nalgas, el viejo ahora pasaba a hacer lo mismo con la concha de Mar, desgustándose con todos esos néctares que comenzaban a brotarle a tan suculenta chiquilla, Margarita en tanto se mantenía silenciosa sintiendo las irrespetuosas lamidas hacia sus intimidades, apuñando las manitas arriba del escritorio, aplastando sus pechos en contra de la gruesa madera, y sintiendo como el negro cada vez la iba abriendo más de piernas, pero también sintiéndose tan sucia, como una vulgar prostituta pues lo que el negro le había hecho para ella era indeseable y obsceno, producto de los encuentros carnales más depravados de los cuales ella nunca ideó el formar parte.
Mientras estos pensamientos abordaban la mente de la ya sometida nena, Don Polo sacaba su garrote y se lo meneaba orgulloso exhibiendo su brillosa cabezota que casi parecía un zapote prieto, estuvo así unos minutos hasta que dedujo que su verga había alcanzado los niveles máximos de dureza para pasar ahora a incorporarse e impactar el tiznado trozo contra las frondosas nalgas de la joven. Margarita al sentir estas vergales cachetadas hacia sus nalgas por algo tan duro como el hierro y caliente como un tizón recién sacado de las brasas intentó escabullirse moviendo sus brazos de forma torpe, y es que esa cosota era tan pesada que la joven sentía que le estaban golpeando las nalgas con un marro, el negro al sentir que su presa mostraba nuevamente rebeldía presionó con todas sus fuerzas una de sus manotas sobre la fina espalda de la chiquilla haciendo que esta casi se sumiera en la madera.
El negro tomó a Mar de su vestido levantándola y dándole la vuelta en el aire dejándola caer nuevamente en el escritorio pero ahora boca arriba, admirándola mientras se desprendía de sus holgados pantalones.
El negro sacó completa la tanga y abrió de piernas a la joven maravillándose con el sudado y sonrosado bollito emitiendo un sensual aroma, Don Apolinar escupía una importante cantidad de babas en una de sus manos para lubricar con esta asquerosa mezcla su tremendo aparato de 30 centímetros y colmado de venas hasta en los lugares donde era mas normal no mostrarlas, con una enorme barba ceniza colgándole de los huevos casi en igualdad de proporciones que la que le colgaba de su barbilla, pero sobre todo, con unos oscuros y taurinos testículos que caían pesados estirando a mas no poder el escroto.
-no por favor señor se lo suplico, no me lo haga!!- decía la bella Margarita al tiempo que con sus manitas entrecruzadas intentaba proteger su vaginal entrada, la nena se movía y retorcía arriba del escritorio tirando papeles, la lapicera, el calendario y hasta un pequeño adorno floral, y aunque por momentos intentaba incorporase el negro a base de empujones la devolvía a su posición.
-deja de moverte perra estúpida!!!- rebuznó el viejo y comenzó a surtirse a Mar con fieras cachetadas que terminaron por aturdirla debido a la rudeza de los golpes, sumados a lo pesadas que Don Apolinar tenía las manos.
-ahora aprieta los dientes que ahí te va jjeje- dijo el viejo golpeando delicadamente con su verga el monte venus de la chiquilla, la aterrada Mar por un momento se quedó hipnotizada al ver el grosor de tan imponente trozo y, haciendo las evaluaciones correspondientes, llegaba a la conclusión de que eso era científicamente imposible que cupiera dentro de ella, eso sin considerar que en cada palpitación el mazacuatón engrosaba un par de centímetros más.
Don Apolinar tomó su animalesco barreno y comenzó con una lenta intromisión de su morenazo aparato el cual rebotó en la entrada de la vagina al intentar la primera intromisión, fueron en total tres seguidos golpecitos glandeales en los cuales la verga del viejo se vio impedida para entrar, la comparación era exagerada, solo a un loco se le ocurriría meter esa boa en un espacio tan reducido.
Pero este viejo estaba lo suficientemente embravecido notando que la resistencia de la vagina era muy superior a la de cualquiera de las tantas que había sometido y casi comparada con la de una verdadera virgen, con una de sus manos dirigía su monstruoso instrumento, el cual parecía una lanza, para después de varios intentos considerar que muy posiblemente se quedaría con las ganas, a no ser que estando en esos reflexivos momentos el ya sudado viejo comenzara a notar que las barreras que impedían la penetración vaginal de la bella doncella cedían dejando que el mayúsculo glande se abriera paso en dicho recinto.
Con solo su glande metido, el viejo tiraba toscamente del escote de la asustada niña dejando al descubierto los formidables y jugosos melones en toda su redonda magnificencia, para arrojársele como un voraz ternero cubriendo solamente el pezón de una de las mamas con su boca y comenzar a succionar como si quisiera arrancarlo para después proceder con la otra y así realizar el cambio cada que lo estimara conveniente, la sollozante Margarita comenzó a sentir asco de ella misma, ¿cómo es que permitía que un viejo con esos ideales estuviera teniendo el derecho de disfrutar de su cuerpo con el mayor cinismo?, ¿Cómo es que a raíz de haber conocido al gordo le hubiera tocado ofrecer su cuerpo a tan despreciables seres? y con sus manitas intentaba retirar la casi calva cabeza de Don Apolinar mientras se quejaba por algunos mordisco en sus pezones.
-suélteme, suélteme, por favor!!- decía la nena pero el viejo no hacía caso, solo se dedicaba a chupar pechos como un malnacido.
El negro por su parte ondulaba su cuerpo, como cobra siendo seducida por la melodía de un pungi, con toda la intención de ir ganando más terreno dentro de ese afrodisiaco reducto, pronto su negro cuerpo se calentó a niveles infernales sudando océanos, gruesos goterones de sudor bajaban lentamente recorriendo las arrugadas pieles que conformaban su diabólico rostro, sus potentes brazos y su deforme tronco y es que el visualizar la candente escena de una jovencita tan curvilínea intentando zafarse del el sin éxito alguno lo calentaba. Margarita en tanto apretaba sus dientes debido a la fuerza de compresión que ejercía el equino instrumento tratando de reclamarla, su carita ya estaba completamente colorada, sus castaños cabellos comenzaban a revolotearse y sus senos y pezones iban adquiriendo una tonalidad roja debido a las chupadas, apretujadas y jaloneos por parte de Don Apolinar, quien los amasaba como cual panadero prepara su mezcla.
Misma tonalidad estaba siendo adquirida por su panochita la cual al estar en constante acoso por la mayúscula verga comenzaba, sin que Mar tuviera control sobre ello, a lubricarse preparándose para el desaforado encuentro carnal.
La nena resistía los apretujones cuando sintió que algo la había atravesado hasta el útero, y es que el negro dejaba irle unos 24 centímetros de gruesa carne maciza sin el menor miramiento para detenerse ahí y darle un sorbo a su copa, las paredes vaginales de Mar hacían un esfuerzo sobrehumano por conseguir adaptarse a tan desmesurada envergadura que le palpitaba dentro de ella, la nena con una carita de terror y dolor alcazaba a visualizar la retorcidamente viciosa cara de Don Apolinar, es aquí donde la nena prestaba mayor atención a ese mulato toro de descendencia africana quien se había a apoderado ahora de su cuello y se lo apretaba como si quisiera estrangularla.
La nena veía el enorme esfuerzo del viejo para asfixiarla notándose un sinnúmero de venas a punto de explotarle recorriéndole tora su taurina cara, veía que las arrugas y facciones le daban a entender que este viejo casi vendría siendo de la misma edad que Pancho, notaba ya con un solo ojo (el otro lo había cerrado) ese esponjoso y grisáceo cabello que el viejo aún conservaba en sus laterales craneales tan esponjado que casi tenía la similitud de algodón de azúcar pero que hacían darle parecido al payaso Eso en su singular melena, como sus labios se descomponían por las fuerzas manuales que el negro estaba realizando y como esa barba comenzaba a regarse con las babas que de la boca de este iban cayendo, fue en eso que Mar no pudo seguir vislumbrando tan horroroso espécimen humano porque este despiadado comenzó a moverse dentro de ella causándole dolores que la hicieron revolverse.
El jovial viejo consideraba que el tiempo para que las medidas vulvales se acostumbraran a su grosor incluso se había excedido, así que comenzó con lentos apuntalazos contra esa frágil vagina que se abría al máximo para recibir al lubricado intruso, rápidamente las aceitosas mezclas provenientes de la verga del viejo empaparon toda la panocha de esta, llegando a embarrar los sitios aledaños a la ya colorada concha de Margarita quedando todo el perímetro completamente embarnizado. Poco a poco la apuntaladas comenzaron a ser más viles e inhumanas haciendo que Margarita tuviera que apoyarse con sus manitas de ambos laterales del escritorio, al ser este mueble un poco corto de anchura le permitía a la jovencita aferrarse a el, estirando sus brazos, para evitar caerse pues eso es lo que presentía que sucedería si no encontraba el apoyo suficiente.
-oohhhgggg!!, muuuhhhh!!!, la sienteeess!!!, la sientesss mi pequeña Venuss!!!- mugía el despiadado negro ante cada nuevo embiste que se mandaba en contra de la indefensa criatura, observándola toda estiradita exhibiendo sus orgullosos senos ya babeados por él.
-esss… es muy grandeee!!!… sáquelaaaaa!!!- decía la pobre muchachita completamente sometida por Don Apolinar, la nena en vez de gemir gritaba ante cada azote vergal del que era víctima, sus ojos parecían volteársele
Pero de igual manera, cuando la nena se quejaba debido a la longitud de esa bestial herramienta, su boquita fue asaltada por la enorme y bembona boca de Don Apolinar quien aprovechó que la nena la tenía abierta para verter el resto de su fino whisky en esa carnosa boca, metiéndole su viscosa lengua lo más profundo para saborear el licor mezclado con las babas de la nena, para después, con este músculo, comenzar a ejercer movimientos de penetración tal como los que su verga realizaba, en estos momentos Mar estaba siendo penetrada tanto de su concha como de su boca.
La mano de negro abandonó el cuellito de esta, dejándole una importante marca roja, para ubicarse en su sexo, comenzando con finísimos movimientos de fricción por encima de su placentero clítoris, el negro remolinaba uno de sus dedos alrededor de esta protuberancia de tal manera que pronto el clítoris se sintió cortejado por los expertos movimientos de Don Polo hinchándose y esparciendo las primeras descargas de júbilo que alteraban la mente de la chiquilla al tiempo que asomaba de su capucha, tanto que está en poco tiempo comenzó a mover su lengua al compás de la de Don Apolinar, chocándolas y batiéndolas llenando de babas todo el escritorio pero sin dejar de moverse tratando de liberarse.
La cara de Don Polo era de un verdadero briago de morbo, estas femeninas acciones solo lo alentaba a seguir empujando con más fuerza, su de por si plano y negro trasero se aplastaba aún más cada que el viejo daba un arponazo en contra de la jugosa panocha, salpicando líquidos vaginales y preseminales por doquier en cada colisión que se pegaban ambos órganos, hasta que llegó a la penetración máxima pues Mar ya se tragaba firmemente los 30 centímetros que media la vara del africano, todo esto emitiendo alargados berrido que duraban mucho tiempo sin detenerse y levantando ella misma su vientre, contorsionándolo mientras el negro la aferraba de su esbelta cintura y la seguía penetrando.
Tanto salvaje golpeteo hicieron que la nena dejara de tener agarre de los bordes del escritorio, por lo que sus bracitos al no tener apoyo de ningún tipo no les quedó de otra que aferrarse de la negra espalda del viejo, que viéndolos de otro modo, era como si la pareja estuviera cogiendo mientras se abrazaban.
Si el viejo solo se hubiera dedicado a mancillarla vergalmente lo más probable era que con esas medidas Mar ya estuviera desmayada pues los verdes ojitos de la nena desaparecían constantemente, pero el viejo trataba de mantenerla consiente. En cada arremetida que el viejo se mandara y viera que la nena cerrara sus ojitos como queriendo desconectarse le mandaba una fuerte cachetada que la regresaba a este mundo o a veces un envión aún más fuerte también ayudaba a despertarla, mientras le chiquilla en cada agresión de este tipo solo veía una sombra negra moviéndose entre sus piernas las cuales ya yacían recargadas en los hombros de Don Polo, el viejo alertaba como los ojitos de la nena se perdían quedando solamente visible la esclerótica.
El viejo sentía como su verga era abrazada por una deliciosa sensación térmica más elevada, indicio de que algo sucedía dentro del cuerpo de la nena, su cuerpo ya se había puesto más buenote a raíz de la preparación que manifestaba la nena cada que entraba en cópula, sus senos por ende aumentaban en volumen debido en gran parte a lo erizado de sus pezones, misma condición en que su estimulado clítoris, el cual no aguantando la tortura manual del vejo loco consistente en pellizcos y jaloneos, terminó por enviar a todo el cuerpo de Mar sendas descargas de éxtasis que terminaron por espasmear su frágil pero voluptuoso cuerpecito, terminando esta por descargarse en potentes maguerazos de néctares caldosos y calientes que salpicaron el deforme cuerpo del viejo.
Durante este intenso orgasmo la niña dejó de aferrarse de la ancha espalda para aferrarse ahora de los marcadísimos y venudos brazos del mulato, este había dejado de embestirla pues tal como lo predijo Pancho la vagina de Mar le había succionado tan rico la verga que estuvo a nada de vaciar toda su añejo líquido dentro de ella, el viejo solo permanecía estático pero con su taladro dentro de la papayita, bufando como toro cansado, echándole ese alcohólico aliento sobre el fino rostro de la nena en cada respiración, con su monstruosa lengua de fuera unida a la de la niña por un grueso cordón de saliva, sintiendo cada uno el pesar de sus respiraciones.
Después de un intenso fogueo de casi 20 minutos en donde la casi nula comunicación entre ambos seres sexuados fueros gritos, gemidos, rebuznos y cualquier cantidad de quejidos el negro se dio por satisfecho con la concha para permanecer inmóvil descansado todo sudado después de la exquisita revolcada que se acababa de pegar con la según él, viva imagen de su diosa favorita, o como este individuo suponía que así sería la Venus en su forma humana.
-ahora mi pequeña Venus, antes de probar tu culo acomodémonos en una posición que a mí, en lo personal, me encanta- dijo el viejo saliéndose de la nena, expresando ella facetas de dolor y gemidos ante el lento desacople.
La verga del viejo salía escurriendo en lubricantes, una vez que terminó de salir en todos sus centímetros una buena cantidad de jugos provenientes del orgasmo recién experimentado por Margarita cayeron al suelo debido a que la verga la había hecho de tapón impidiendo su escape.
El viejo rodeaba el escritorio, jalaba a su pequeña de sus temblorosos bracitos y la acomodaba a medida que ahora ella quedara con su cabeza colgando hacia el precipicio, rápidamente el viejo se trepó con un elástico brinco, quedando encuclillado arriba de dicho mueble con su negro culo a escasos centímetros del rostro de Mar. Don Apolinar con una de sus manos tomó su caliente y húmedo miembro tan negro como el color de un refresco de Cola y lo llevó hasta la boquita de la nena, ella al sentir esa deformidad golpeándole su carita, pues el viejo atinaba a todo menos a sus carnosos y rosaditos labios, ladeó su rostro para evitar concretar las claras y enfermas intenciones del vejete.
-no seas tímida mi pequeña, abre tu boquita o en estos momentos te agarro a golpes, ¿quieres eso perra mamavergas?!!!!- ladraba el viejo.
Pero la nena no hizo caso y seguía esquivando las arremetidas del chuzo, su carita ya estaba bañada de lubricantes debido a las tantas erróneas insistencias del viejo, parecía como si se le hubiera untando aceite en su bello rostro, fue hasta que el viejo, cansado de tanto intento fallido regaló una poderosa mordida a una de las piernas de la joven, lanzando ella un grito abriendo su boquita y ahí, durante ese momento, el negro aprovechó para meterle su verga hasta casi su esófago pelando los ojos la pobre martirizada por tan cruenta tortura.
Velozmente el negro comenzó a dar una rutina de sentadillas haciendo que su verga, por razones más que claras, penetrara salvajemente la fresca boquita de Mar, ella en tanto resistía todo lo que podía, pero a raíz que comenzaron a trascurrir los primeros minutos comenzó a faltarle el aire. Su carita, de roja, cambio a azul y luego a morada, sus ojitos se inyectaban de una importante cantidad de venas, su cabecita se agitaba al ritmo de las sentadillas y los pesados huevotes del verdugo se balanceaban y chocaban contra su bello rostro, antes de liberarla el viejo sumió lo mas que pudo su verga en contra de ella, haciendo que sus huevos se aplastaran contra de la carita de la nena cubriéndosela casi completa, riéndose el pelmazo a carcajadas pues no sentía la respiración de ella en sus grandes bolas y eso le hacía gracia, hasta que por fin la liberó.
La verga salió tan gruesa como siempre había estado, incluso el cuellito de Mar disminuyó en grosor y es que la carne era tanta que le abultaba en su garganta, Mar expresó una desesperada inhalación costándole un mundo jalar aire, sus manitas yacías enrolladas en las dobladas piernas de Don Apolinar quien se daba un respiro pues la posición para él era un tanto agotadora además de no estar acostumbrado al ejercicio, una vez que el viejo estimó que la nena ya estaría renovada y lista para un nuevo asalto atravesó nuevamente con su aberración los carnosos labios de Margarita.
La vista que el negro tenia de la nena consistía en una estilizada cintura y un perfecto vientre cuyos trazos bajaban y se ondulaban formando las prominentes caderas para después dividirse en dos piernas y justo en medio de ellas un colorado y depilado bollito, esta acalorante imagen despertó unas insaciables ganas en Don Apolinar por volver a devorárselo, así que enrolló sus negros brazos entre las blanquitas nalgas de la joven para levantarlas al punto de tener a centímetros de su boca la concha de la nena, para después pegársele como una verdadera garrapata.
El negro quien devoraba panocha como un condenado a la guillotina se aferraba de los torneados muslos de Margarita, arqueándole la espalda, y en esta pose seguía con sus humillaciones orales a la pobre niña, sintiendo hasta los mínimos movimientos de lengua de la señorita tallándole su verga, las potentes embestidas ya habían hecho que Mar casi se doblara del cuello, su cabeza estaba ya casi oculta en el borde del escritorio, ella ahora se apoyaba con sus dos manitas del suelo estirando sus brazos, el negro de repente comenzó a bufar y a hablar incoherencias según Mar, pero era más bien que Don Polo emitía peladeces, insultos y vulgaridades en su natal idioma que la nena no comprendía.
Lo que Margarita no advertía era que el viejo, aparte de estarla llenando de peladeces, también avisaba que estaba a punto de correrse, sus bolas se hincharon hasta la desproporción y su verga manifestó un grosor indescriptible, y fue el mismo viejo quien tomando los muslos de la joven y apretándolos contra su negro cuerpo enterró su estaca hasta lo más profundo que esta llegara y después de un fuerte mugido casi de buey comenzó a sacudirse descargando violentísimas eyaculaciones de amargo líquido blancuzco dentro de la boca de Mar, solo se necesitaron de tres chorros, cada uno secundado con su respectiva sentadilla, para que la cavidad bucal de la nena se viera inundada en leche, no conteniendo tanta mermelada blanca la boquita de Mar comenzó a derramarse en esa fétida sustancia la cual escurrió por toda su carita, además también de su nariz comenzó a brotar la tan olorosa mezcla para unos momentos más tarde comenzar a brotarle hasta de sus lagrimales.
El viejo, con cara de asno cachondo, comenzó a quejarse y moverse descontrolado, sacando su lenguota y revoloteándola al tiempo que giraba su cabeza como un loco, casi pareciendo que lo estuvieran exorcizando pero en realidad estaba realizando una danza extraña. Margarita, aun con su boquita llena de verga regurgitaba gruesas cantidades de semen, teniendo que hacer varios tragos en contra de su voluntad para no ahogarse con este espeso líquido, hubiera limpiado su carita con sus manos pero justo cuando pensaba en esta posibilidad el viejo se acomodó muy concha, sentándose encima del tronco y senos de la señorita, imposibilitándole el movimiento de brazos con su lampiño, negro y sudado trasero y dejándola con muchas dificultades para respirar.
Don Apolinar se tomaba un descanso después de la agotadora faena, su verga escurría un grueso hilo de leche el cual la unía con el cuerpo de la nena, una vez recuperado tomó a la muchachita de sus cabellitos subiéndola por completo al escritorio para volverla a acomodar boca abajo, ubicándose rápidamente para de nuevo lubricar el ano con su saliva.
-ahora si mi pequeña Venus, probemos ese agujerito- dijo esto para sumir nuevamente su aberrante cara en los cachetes de la nena, ella por reflejo acostó su cuerpo completamente pero el viejo en pocos segundos le había levantado las caderas y por ende el culo, sumiendo entre las nalgas de Mar su oscura cara la cual contrastaba de manera increíble con las blanquitas posaderas de la joven.
El viejo atacó en primera instancia la concha, su lengua se revolvía de manera asquerosa haciendo un intercambio de fluidos con la panocha de la moqueada nena, sus labios casi tan gruesos como los vaginales degustaban en demasía de esa agridulce cuevita, ella en tanto comenzó a sentir otra vez, importantes destellos en su vagina que sensibilizaban todas sus demás zonas erógenas, quería detener eso pero algo dentro de ella le impedía moverse, no sabía si era por miedo o porque en realidad ¿le estaba gustando lo que le hacían?, al pensar esto trataba de nublar su mente pero sin que se diera cuenta ya estaba gimiendo nuevamente. Una vez el viejo desprendiéndose de esa olorosa concha pasó al ano el cual palpitaba de puro gusto pues también había estado recibiendo una estimulación consistente en dedeos, y es que mientras el viejo mamaba concha como desesperado uno de sus dedos realizaba el reconocimiento de la zona anal.
Como primera acción el viejo se dedicó a lamer y morder la suave carne principalmente el gran canal que divide cachete con cachete, la nena, a pesar de lo asquerosa que se imaginaba su situación, el recibir esas lamidas estaban, sin que ella quisiera aceptarlo, calentándola de nuevo, y es que las cosquillitas que sentían eran más que eso, Don Apolinar quiso penetrar analmente a Margarita con su lengua, pero este órgano era demasiado flácido como para profanar esa barrera tan heroica, vanos fueron todos sus intentos pues la enorme lengua de sapo del viejo se quebraba en cualquiera de las direcciones al intentar penetrarla, en todos los esfuerzos dicha lengua terminaba doblándose como si fuera de plástico para disgusto del reprobable, el viejo totalmente encolerizado por el juego sucio que estaba empleando la chiquilla tomó su verga para de una vez por todas romperle el culo a tan preciosa señorita.
Don Apolinar se mandó el primer envión, sin embargo la poderosa embestida a pesar de haber hecho un terrible esfuerzo en donde el viejo perdió gran parte de sus energías, no logró traspasar la resistente barrera anal, después de unos cuatro minutos en que el viejo estuvo presionando con su verga al máximo esta terminó por flaquear en su primer intento desviándose hacia arriba, terminando él y ella, mas cansados en este asalto que con todo el anterior, uno por ejercer fuerza pélvica y la otra por apretar su anal esfínter.
Los cuerpos sudorosos reflejaban la amarillenta luz proveniente de la vieja bombilla que alumbraba la oficina, el negro arrodillado y la nena casi en posición de perrito se preparaban para un segundo choque, nuevamente el viejo herido en su orgullo de macho por no poder penetrar a la primera a esta hembra se mandaba otro fiero empujón aun más viril, la batalla que libraron nuevamente estos dos órganos fue titánica, un enorme y negro barreno empujando apoyado en primera instancia por una de las manos del viejo no podía vencer la resistencia de un ano de dieciocho añitos, después el bufante viejo empujaba con las dos manos haciendo descomunales fuerzas pélvicas que se reflejaban en su descompuesto rostro y ni así.
-aaahhhhh!!!, maldita perra!!!, afloja el pinche culo!!!, no lo pongas duro hija de la gran putaaaa!!!!!- el viejo se le marcaba toda la yugular y dejó escapar gruesas gotas de saliva al emitir este último insulto.
-yaaaa!!!, por favoooorr!!!. No sigaaaaaa!!!, me va a partiiirr!!!, eso estaaa… muy grandeeee!!!!, no va a caber!!!!- se quejaba la nena.
-claro que va cabeeeerrr!!!, tiene que caberrr!!! si no tiene mucho se la dejeeee ir a una putilla mucho más chica que tuuu!!!!!- berreaba el viejo.
-es usteddd un monstruooooo!!!!!-
-calladdd, zorraaaaa!!!, o señorrr, o mi Dios Todopoderosoooo!!!, protector de los indefensoooss!!!, rey de reyeeeesss!!!!, dame la fuerza para romperle el culo a esta putaaaaaaa!!!!, y cumplir con tu mandato divinoooooo!!!!- sin embargo al parecer el Dios al que le rezaba Don Apolinar estaba en el baño pues no escuchó sus plegarias terminado este negro por desistir de su segundo intento.
-maldita perra estás bien dura!!, pero eso me excita, me calienta, cuando te penetre hasta van a tronar tus paredes anales jejeje, y el pensar eso me pone duro a mí también-
Las respiraciones eran tan pesadas tanto de uno como del otro bando, la agotada nena permanecía arriba del escritorio confiada en que este negro no lograría su maquiavélico cometido y terminaría rindiéndose mientras el sudor invadía su escultural cuerpo y ya había empapado completamente su vestido el cual seguía enrollado en su cintura, el extenuado viejo analizaba esa abertura anal y se preguntaba el porqué de su desdicha, Margarita estaba apenas recuperando las fuerzas cuando sintió que algo nuevamente empujaba por metérsele, pero este algo era más delgado.
En un instinto de supervivencia la nena quiso incorporarse ayudada de sus bracitos pero debido al desgaste anterior estos no le respondieron, estaba tan agotada que era un milagro que por lo menos hablara.
El africano trataba primero con un dedo y a este se le fue sumando otro, lentamente y después de un asqueroso escupo con todo y gargajos impactado contra el ano de la señorita los dedos fueron buscando un minúsculo reducto para poder atravesar esa férrea entrada hasta que lo lograron a la altura de la primer falange, ambos dedos en forma de gancho intentaban desgarrar ese cerradísimo conducto, una vez que el viejo divisó un estrechísimo espacio brindado por el ano no lo dudó y metió su lengua en el interior de este.
Este órgano gustativo entró de manera dificultosa, aunque el estar demasiado viscosa le permitió lentamente ir ganando más terreno, Margarita sintió como si un animal estuviera violando su posterior salida, rápidamente volteó y vio al viejo nuevamente enterrándole toda su cara en su exuberante trasero, exhibía una cara tremendamente descompuesta, todo se le arrugaba principalmente su frente, ceño y las arrugas que unen la nariz con la boca. El negro volteaba a verla a ella para regalarle un guiño para después volver a cerrar sus ojos y concentrase en lo suyo.
-no haga eso por favoorrr!!!- dijo Mar y con una de sus manitas intentó ahuyentar al animal golpeándolo en su brilloso cráneo pero este viejo no lo despegaban con nada.
Casi a velocidad luz el viejo sacaba sus ganchos llevando ambas manos a enterrarse entre las carnes de la nena, sus dedos apretaban y se sumían en las nalgas como si estas fueran de manteca a pesar de la dureza que las caracterizaban. Al liberar los dedos, la lengua quedó atrapada pero con la suficiente libertad para moverse dentro de la nena y comenzar con su trabajo, Margarita podía sentir la bufante y caliente respiración del viejo recorriéndole toda su raya, llegándole hasta su espalda, y de paso erizarle todos los casi imperceptibles vellitos que cubrían su femenino cuerpo, y es que la espalda de la nena era muy sensible a las caricias.
En varios intervalos de tiempo Don Apolinar cosquilleaba también el clítoris estimando que este ya debería de estar relajado, esta manipulación sumada a las indescriptibles sensaciones que se estaban despertando en Margarita llevaban a la nena a descomponer muy lentamente su carita, el gesto notablemente incómodo y molesto iba cambiando muy pausadamente al de una auténtica zorrita viciosa.
La mano que anteriormente golpeaba al viejo ahora lo hacía con menos ímpetu, así hasta que abandonó esa actividad para intentar ahora disimular los quejidos, su carita de la nena se ladeaba en la madera del escritorio pegándose a dicho material de uno de sus cachetitos y su otra mano se aferraba de una de las esquinas del mueble, notándose en su fina espalda toda la femenina musculatura. Por su parte, el pervertido negro reía dentro de sí al evidenciar que la nena poco a poco era sometida a los placeres anales y ahora su lengua ganaba más espacio mientras una de sus manos masajeaba la dulce papayita y de repente frotaba el hinchadísimo clítoris como si quisiera sacarle brillo.
El viejo también apretaba y estrangulaba las nalgas que estas, en varias de sus partes, esponjaban sus carnes haciendo que las líneas que dividían los músculos de la espalda baja de Margarita se notaran bastante, incluso ese par de hoyitos ubicados en dicha zona se alertaban escandalosamente cada que el viejo masajeaba de abajo hacia arriba las potentes nalgotas. Poco a poco Mar se iba entregando a las sucias caricias, con sus ojitos cerrados su carita se direccionaba como si estuviera viendo hacia abajo, sus pómulos estaban enrojecidos y una pesada gota de saliva caía de su boca la cual permanecía abierta debido a que ya gemía audiblemente observándose su esponjosa lengüita, transformación que al viejo Polo le fascinaba.
El viejo seguía con sus talladas sobre la colorada vagina de Mar, por momentos sus dedos sentían el pesar de una sustancia viscosa de consistencia melosa cayendo sobre ellos y la utilizaba para lubricar sus dedos y comenzar a penetrarla vaginalmente con estos, de manera lenta y cadenciosa pero rozando donde tenía que rozar haciendo casi derretir a la ya entregada señorita quien no quería aceptar lo que le tocaba, pero que después de mucho rato de estarse moviendo o quejándose ahora estaba quietecita y suspirante.
-ahhh!!!, mmm!!!, afffggg!!, mmmhhggggg- Margarita ya no se limitaba al expresar sus gemidos y no solo eso, su mente la traicionaba pensando oraciones que ella juraba no estructurar.
“ayy que rico, que rico se siente esto, tengo… unas ganas de refregarme mmm”,
“maldito viejo, deje de tocarme o me voy a venir otra vez”
“la quiero, la quiero dentroo” todos estos pensamientos asaltaban la mente de Margarita al punto de que cuando se dio cuenta ya estaba meneando su culo como una gatita en celo, movimiento que también mecía la negra cabeza de Don Apolinar.
Una vez alertados estos felinos movimientos Don Apolinar se dijo que ya era mucho de estar lamiendo ano, sacó su lengua y sin esperar más tiempo llevó nuevamente su verga en contra de esa rebelde entrada, mandó un pegajoso escupo que atinó impecable al recto para ahora mandarse un poderoso envión (no sin antes aprovechar los vaginales jugos de la nena como cubierta para su verga) que de igual manera fue detenido por la titánica resistencia, sin embargo el viejo notaba en su enemiga que tal fortaleza comenzaba a derrumbarse, notando también como ella parecía estar parando mas el culo, y con esta motivadora postura tomó las caderas de ella acercándose el culo para dar más fuerza a su empellón sintiendo como el glande se sumió unos centímetros.
-uuuuhhhggggg- un pujido se escapó de los labios de Mar cuando sentía como el glande iba abriéndose el espacio necesario, casi escuchándose el tronar de sus paredes anales ante cada centímetro ganado, tal como el viejo lo había advertido.
Fue algo más que doloroso para Margarita pues a cada centímetro de verga que se comía su ano le correspondía casi un minuto de sufrida lucha a ese miembro para arrebatárselo, faltando casi la mitad del pepináceo barreno el viejo se la dejó ir toda, a lo bestia, provocando un aullido en la jovenzuela la cual se quebró de su espalda al tiempo que temblaba de su cuerpecito y en su carita sus señales de vida iban desapareciendo, la jovencita no pudo asimilar dicho trato y cayó en un estado de semiinconciencia solo sintiendo un mortífero dolor en su ano y una barra ardiente y palpitante atravesándoselo y es que Mar había sido desvirgada analmente por una verga de 30 centímetros.
La maniaca risa que se dibujó en la cara de Don Polo era como para pintarla en un cuadro teniendo el efecto de que los santos del Vaticano se derretirían al presenciarla, su risa parecía provenir de los más entraño del infierno, sus mugidos eran de un auténtico toro en plena corrida, mientras resoplaba admiraba el femenino cuerpo que tenía atravesado notando como sus manos abarcaba casi toda la breve cintura de la joven caucásica que yacía mancillada.
Entonces el negro jaló aún más hacia él las nalgas de la nena, y así sin importarle que esta estuviera casi inconsciente comenzó a embestirla sin razón alguna como si no hubiera un mañana, el conducto era muy estrecho pero el negro escupía a cada rato procurando mantenerlo lúbrico. Como si se tratara de un luchador este asno llevó una de sus manos a la nuca de la joven para someterla o jalarla de sus cabellos sin dejar de embestirla con crueldad, rudeza que se notaba en sus satánicos semblantes, en los temblores que atacaban el potente cuerpo de la niña en cada arremetida y en los sonidos que producían los astronómicos choques de los cuerpos en colisión.
-escúchame bien perra asquerosa, en este momento te estás tragando toda mi verga, lo que más te conviene es poner tu culo flojito ya que si empiezas a estarlo apretando puede que cuando te la saque me traiga todo el forro interno de tu recto, ¿quieres andar con el ano de fuera?- preguntaba el negro, la semi inconsciente nena respondía negativamente con un movimiento de cabeza.
-entonces ¿vas a tener tu culo flojito para mi? jeje- volvía a preguntar el negro, la nena esta vez asintió afirmativamente.
El negro bajaba su terrible cara de equino caliente buscado con sus bembas la boquita de la nena, la cual yacían abierta con la carnosa lengua de fuera y con una enorme poza de saliva debajo, para pegarse un repulsivo beso, beso que sorprendentemente la nena correspondió gimiendo y pujando, y beso que al negro le supo a su propio semen pues en la boca de la nena aun había vestigio de esta suciedad, pero con mayor presencia en su rostro en donde sendas costras blancas y pegajosas ya un poco secas cubrían en buena parte el bello cutis de Margarita, incluso la nena parecía estar llorando blanco pero era el mismo semen que escurría de sus lagrimales.
Poco después al parecer la panocha también reaccionaba a los ataques anales con descargas de jugos en cada arremetida hasta el punto en que un gran y viscoso cordón de flujo trasparente colgaba desde la elevada concha de la nena llegando hasta tocar el mueble. Cada empujón, en el que el viejo enterraba hasta el fondo su gruesa vara, iba acompañado de una agridulce expulsión de néctares por parte de la panocha de Mar los cuales salpicaban como si de una regadera se tratara, así hasta que la nena se corrió como Dios manda, casi orinando sus hirvientes caldos los cuales cayeron sobre el escritorio empapando algunas facturas que por ahí se encontraban.
-jejej, perra hija de la gran puta, te corres peor que las puercas- bufaba el viejo.
El bembón viejo, sin sacar su taladro, comenzó a retroceder su cuerpo hasta bajarse del mueble sin salirse de la nena y al mismo tiempo jalando a su doncella hasta que ambos cuerpos genitalmente pegados como perros abotonados yacían semi encorvados y de pie al lado del escritorio, las carnosas piernas de Mar a pesar de su notable dureza temblaban debido a las energías gastadas en el episodio anterior, en tanto el viejo lucía entero, parecía haber recuperado su poderío, este enfermizo sujeto tenia a Mar sometida de su nuca haciendo encorvar un poco la espalda de ella, mientras ella se apoyaba del borde del escritorio con sus dos delicadas manitas al tiempo que sacaba un poco el clavado culo ya que la posición así la ubicaba.
La jadeante nena estaba terriblemente agitada con su cabello cayéndole hacia abajo cubriéndole toda su carita. El brilloso negro decidió invertir posición, quedando él ahora recargado de espaldas en el escritorio mientras que Mar se recargaba con el culo en el recio y negro cuerpo dejando caer sus bracitos los cuales no le respondían, Tomándola de las caderas e inclinándola un poco de espaldas el negro la atraía hacia él, haciendo que la nena se ensartara en su humeante instrumento.
En cada ensartada, se podía observar la femenina corpulencia marcarse un poco más de lo normal, en sus bracitos, en sus piernas y muslos, y sobre todo en su abdomen, la nena evidenciaba un cuerpo tan tonificado como si fuera de una maestra de yoga, su proporción era tan perfecta que en cualquier posición que fuera acomodada esta terminaría enardeciendo a su macho con sus excelsas curvaturas.
Rápidamente, para gusto de viejo, la pequeña hembrita comenzó a gemir debido a los casi sentones que se pegaba arriba del moreno miembro, Don Apolinar se apoderaba de los danzantes senos volviéndolos a estrujar y aplastar como si quisiera sacarles el relleno, como si quisiera sacarle el merengue a tan apetitosas mamas ya que comenzó a jalar los pezones al más puro estilo como se ordeña una vaca empezando a salir un líquido blancuzco semitransparente a partir de los fuertes jaloneos.
El viejo enrollaba uno de sus antebrazos en el cuello de la nena y de este modo la atraía hacia él, arqueándola a la mitad de su cuerpo, para esto ladeaba el rostro de la viciosa nena para fundirse con ella en un guarro enredo de lenguas, ella tímidamente aceptaba la cochina acción aunque después podía verse más desinhibida intentando por ella misma anudar su lengua con la del viejo mientras este desalmado se dedicaba a sobajear cada milímetro del esbelto vientre de la chiquilla. Las manos del negro viejo no se daban abasto recorriendo cada centímetro del modelado cuerpo de la blanca chica.
En la caliente oficina de Don Apolinar todo eran jadeos, gemidos y berridos, además de que todo el ambiente estaba aromatizado a sexo con penetrantes aromas tanto a agria verga vieja como a concha húmeda, así como un fuerte olor a sudoración masculina, este hedor a macho caliente, a machos rústico, sumado a los potentes embistes tan certeros y placenteros así como a la forma en que el viejo acariciaba todo su cuerpecito y como le comía la boca, y un poco a los escandalosos sonidos provenientes del choque de los desnudos cuerpos estaban haciendo que la nena llegara a otro clímax tan épico que casi se sintió en el cielo de las vergas, donde las huevotes rellenos con crema blanca crecen de los árboles listos para ser degustados así como las enormes vergas brotan del suelo, y una gran cascada de semen caliente en donde hermosas hembras se bañan todos los días corre de manera perpetua por los siglos de los siglos.
Estando en estos fantasiosos momentos la nena, con carita más que viciosa, se dejaba caer de espaldas siento atajada por la negra bestia fornicadora detrás de ella para desbordarse en otro chorreante orgasmo en donde cada eyaculación fue secundada por un ligero movimiento pélvico como abdominal de la nena, llegando a ondular su cuerpo de manera exquisita arriba de la morena tranca al tiempo que también ella misma se daba de sentones comiéndose la verga completa pegando un berrido en cada sentón, el negro tuvo que sostenerla de sus bracitos para que esta no se derrumbara pues sus piernas, a pesar de verse vigorosas, se aguadaron al sentir el desprender de tan importante cantidad de jugos, primero temblaron para después unirse de las rodillas y terminar perdiendo todo el vigor.
En estas condiciones la nena fue chispada de su culo sin el menor cuidado y arrojada al sillón, donde antes estaban sentados los tres mafiosos que salieron en busca de un briboncillo, quedando acomodada boca abajo a todo lo largo del mueble para después el viejo posarse encima de ella, contrastando pieles a mas no poder, Don Apolinar ubicó su tieso miembro a la altura de las nalgas de Mar para dejársela ir primero por la concha, procurando lubricar su miembro lo mayor posible, para después sacarlo e intentar meterlo en el culo de la nena., nuevamente ejercía presión importante hasta lograr embutírselo por el culo a la nena para después sacárselo y volvérselo a dejar ir por la panocha, y así estuvo el viejo realizando un total de casi veinte repeticiones entre ano y concha hasta que al fin se decidió nuevamente por el coloradísimo culo.
De nuevo la venuda verga entraba a marchas forzadas, notándose un poco de dificultad de esta para sumirse en ese apretado conducto, mientras la nena se ponía hasta bizca al sentir otra vez la violenta entrada de tan desmesurado grosor, teniendo que apretar el descanso del sillón tanto con sus manitas como con sus dientes siendo ahora ella la que casi bufaba.
-uuuhhhgggggggfffffsssssss- Margarita dejaba salir un sonido similar a como si le hubieran sacado el aire una vez que sintió el arponazo con el que el chuzo del viejo entró completamente, casi arrancando ella el pedazo de forro del sillón con una mordida.
Así, acostados, la pareja comenzaba nuevamente a fornicar arriba del sillón, Don apolinar moviéndose como gusano y Margarita intentando mantener su culo lo más levantado posible para según ella soportar mejor las embestidas, las cuales eran tan brutales que después de unos minutos de intensa cogidera las patas del sillón comenzaran a crujir y doblarse así como su asiento a sumirse. Un sinfín de cucarachas huyeron despavoridas debido a los temblores que azotaban el sillón representando para estos bichos una señal apocalíptica de su empolillado mundo.
La caliente Margarita procuraba de vez en cuando voltear a ver al viejo a su cara, mirando las terribles facciones de un ser cuya única aspiración en la vida se limitaba a coger a cuanta jovencita le levantara la verga para, pasados unos segundos, retirar su verde mirada al tiempo que cerraba sus ojitos concentrándose en las arremetidas y gimiendo de manera escandalosa y hasta evidenciando una cómplice risilla mientras su compañero de coito la acompañaba con horrísonos graznidos y mugidos.
Y es que la nena recibía azotes con fuerza taurina, ella misma recordaba al gordo, a Felipe, al Lucio llamándola puta, perra y demás y para su sorpresa esto la calentaba hasta la insania, se sentía tan frágil e indefensa en este nuevo mundo lleno de bestias sedientas de sexo y enardecidas por disfrutar de sus orificios, y ahora con este nuevo macho encima de ella solo se disponía a gemir y aullar más fuerte pero convenciéndose ella misma de su posición, calidad o condición como una simple y vulgar puta disponible para el macho que quisiera tomarla pensaba ella, pero cuando se meditaba esta propuesta su mente le dictaminó que estaba equivocada ya que ni siquiera tenía ese derecho, que en realidad era con quien el gordo le ordenara revolcarse, aceptando la nena esta orden con un meneo de caderas tan excelso que alteraron al negro a tomarla de sus cabellos y enterrarla entre los viejos cojines levantándole el culo para mandarse sus más bestiales arremetidas sin importar que en realidad pudiera hasta matar a su víctima.
La concha de Mar escurría harto jugo, el cual caía pesado desde esa cuevita, que ya había formado un visible charco de néctares arriba del sillón de donde era sometida, el negro también aportaba a la causa pues su barreno dejaba escapar ríos de lubricantes los cuales se fusionaban con los de la concha de la nena para formar un viscoso revoltijo de fluidos.
Después de un lapso de casi cuarenta y cinco minutos en donde el africano nunca dejó de mancillar el rojísimo culo de la nena, este depravado sentía como sus mocos ya estaban a la vuelta, dando inhumanas empaladas a la grácil anatomía femenina que yacía ya casi desmayada y convulsionante por otro agotador orgasmo que terminó por vaciarla y que la dejó en un inminente ataque de espasmos, Don Apolinar sentía los espesos litros de marfilesca nata bajar por sus conductos y estando estos en la punta de su glande enterró lo más que pudo su negra vaina haciendo que la nena despertara pegando un lúgubre aullido al tiempo que le llenaba el culo con su pegajosa y cremosa esencia.
El viejo arrojaba las cuantiosas cantidades de condensada leche hasta el fondo del culo de Margarita la cual sentía como iba siendo inseminada por la apestosa esencia, inexplicablemente a raíz de la fuerte descarga la nena comenzó a emitir una ligera risita como si estuviera disfrutando que un negro le estuviera rellenando el culo, mientras el negro se desgargantaba en gritos y casi se dislocaba la cabeza meneándola de aquí para allá, a la vez que notorios temblores asaltaban su abultado vientre dándonos a entender que en cada uno una exagerada inyección de rancio esperma era arrojada a las entrañas de Mar, llenándole todo el culo y parte de los intestinos, para terminar el viejo, desplomándose arriba de la señorita mientras su verga iba perdiendo dureza dentro de ella y terminaba por vomitarse.
Casi una media hora la pareja de amantes estuvo recostada en el sillón, Margarita debajo y el viejo arriba de ella, asegurándose que su verga la drenara completamente, sacándola muy lentamente después de sentirse que se había quedado seco, quedando la verga unida al ano de la joven por un elástico hilo blanco que simulaba un ondulado puente colgante.
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Pancho, quien yacía sentado en el sofá del recibidor, veía como el sonriente negro venía a hacerle entrega de su curvilíneo y disfrutado paquete, la jovencita con cara de extremo cansancio, sudada, con su pelito alborotado, vestido mal acomodado y un poco roto de su escote, concha escurrida, culo burbujeante y ardiéndole, y con extrañas marcas semitransparentes haciéndole brillar su cara observaba al gordo tan risueño sentado y aferrando de la cintura, con una de sus manazas, a una de las chicas mientras le pegaba tremendo besote de lengua siendo disfrutado por ella, al mismo tiempo que la otra prostituta, arrodillada, solo movía la cabeza ascendente y descendentemente, entendiendo la Margarita que esta otra puta estaba pegándole una mamada a su macho, la nena experimentó un extraño sentimiento, algo como entre enojo combinado con ¿“celos”?, pero quizás sería más bien repulsión a esa rechoncha persona por utilizarla como un artículo de trueque mientras él disfrutaba tranquilo de la vida, estaba intentando convencerse de eso mientras aferraba su escote con una de sus manitas para no enseñar las chiches cuando vio a la puta que mamaba la verga del gordo acomodarse a manera de cabalgarlo, posición que no duró mucho pues el negro fue a entablar una pequeña conversación con Pancho al tiempo que se estrechaban la mano para proceder a despedirse.
Ya en el coche y con la luz del nuevo día, después de haber pasado nuevamente el improvisado retén en donde ahora la nena no fue manoseada, Pancho se mandaba otra orden, la misma de hace rato, la nena tendría que volver a mamarle la verga todo lo que durara el camino con la diferencia de que la verga de Don Pancho esta vez olía a semen, y estaba impregnada de babas y jugos vaginales procedentes de otra mujer.
-Don Pancho, es que estoy muy cansada- se quejaba la nena una vez enterada de la orden al tiempo que se ladeaba en el sillón del coche pues su culo le incomodaba demasiado.
-ora, ora zorra, solo será unos cuantos minutos y por haberme hecho ese otro favorcito te dejaré descansar todo el día jeje- decía el gordo refiriéndose a la forma en que anticipó a su deuda.
La jovencita aceptaba y nuevamente se pegaba a esa verga como si fuera la última que mamaría en su vida, haciendo retorcer al despiadado viejo con semejantes lamidas, chupadas y succiones que le pegaba, esta vez la nena hasta sacaba su lengua para castigársela con la verga del viejo, y de paso aprovechaba para latigarse su rostro de adolecente con dicho aparato, y es que Mar quería derramar al sudado viejo rápidamente para así dejar de mamar y en su afán por conseguir el sucio propósito lo miraba con carita tierna y mimosa mientras se metía la verga lo más que podía
Ni siquiera ella supo por qué le hacía tales cuestionamientos – ¿así le gusta Don Pancho? ¿Lo hago bien?- decía la nena sin poder explicarse el porqué de su actuar, y cuando recordó que esa verga había sido mamada por otra hembra que no fuera ella se le pegó al glande con los puros labios y comenzó a dar de potentes succiones queriendo sacarle hasta la última gota de leche al sudado viejo, cuya traspiración ya aromatizaba el oxidado cacharro, y es que la nena quería demostrarle a su macho que para mamar vergas nadie como ella.
Por momentos la joven hembra tomaba la apestosa verga de su base con una de sus manitas para proceder a mandarse ininterrumpidas chupadas llegando a realizar entre cuarenta y cincuenta repeticiones en un solo minuto para después parar un poco para darse un descanso mirando media coquetilla al gordo a quien ni así se le quitaba la cara de agrio, hasta procuraba que el gordo viera el fino movimiento labial que ella realizaba y en donde se podía observar era para saborearse los líquidos preseminales.
Mientras tanto el viejo con cara de ogro conducía sin dejar de sentir los exquisitos labios y lengua allá abajo haciéndole maravillas, por momentos movía la palanca para cambiar la velocidad y de paso aprovechaba para tallar la cabeza de la niña de la misma manera que se le hace tal cariñito a un perro mientras ella sentía la pesada mano revolviéndole sus cabellitos.
El viejo no demoró mucho en tener su primera corrida la cual fue depositada completa dentro de la boquita de la nena, dictaminándole que le enseñara su lengua llena de semen para después decirle que se la enseñara una vez que se hubiera tragado tal mezcla, aun así el viejo no dejó que Margarita descansara exigiéndole que no parara de chupar hasta que ellos llegaran a su destino, en el camino la nena tuvo que tragarse otra corrida igual de cargada que la anterior pero según ella más espesa para después casi a unas cuadras volver a tragarse otra dejando la verga del viejo completamente desinflada aunque esto no fue motivo para que su lengua siguiera recorriéndola, fue tal la cantidad de semen ingerido por la nena que las nacientes ganas por probar desayuno desaparecieron con las nutritivas raciones espermáticas.
Una vez que Margarita escuchó al motor apagarse pudo respirar un aire de alivio, llevándose sus dos manitas a la cara, tallándosela y subiéndolas hasta peinar su cabello, esperó a que el pesado viejo se bajara del auto para poder hacer lo propio, unos destellos de luces en tonalidades azules y rojas llamaron su atención y más porque se trataban de dos patrullas estacionadas enfrente de la cantina de Felipe, la cansada nena, recuperando todas sus energías como por arte de magia, alcanzó a gritar.
-nooo!!!, que hacen!!!, no se lo lleven!!!- terminó por salir corriendo hacia las patrullas quitándose los tacones durante el trayecto para poder correr más rápido así como aferrando el escote de su vestido para no enseñar sus pesadas y bamboleantes tetas.
Continuará…
Recalcando sus palabras y abriendo su boca, se puso a reanimar mi alicaído miembro…
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Saco su miembro, tomó mi cara obligándome a abrir mi boca y comenzaron a caer sus disparos de semen, yo cerré los ojos y sentí los chorros, sentí un liquido caliente y viscoso en mis ojos, nariz y boca. El sujeto me trataba peor que a una puta haciendo cosas que no haría ni por dinero. El luego de terminar de humillarme dijo -¡¡Yaaa, ahhh ahora si Laura has quedado bien cogida y bañada de semen como vos querías!! Yo como pude lo mire con odio de muerte, el sonrío y siguió burlándose diciendo -¡¡Te vez linda con tu cara llena de leche!! Luego fuimos al baño donde me limpio la cara y los restos de semen de mi pelo. Luego me llevo a mi pieza, y seleccionó un pantalón rosado bien ceñido al cuerpo con una mini tanga roja y una remerita ajustada de varios colores, luego me dijo -¡¡Que rica estas!! ¡¡Laura me gusta mucho tu culo y tus tetas bien paraditas, parece mentira que te acabo de culiar!! Yo pensaba lo mismo parecía mentira como yo una mujer soltera de 33 años, linda con un cuerpo envidiable había caído en sus manos, en las manos de un gordo baboso y sucio, que debería haber sido un sueño algún día tocarme y poseerme y que ahora lo había logrado.
Hola soy Vivian, tengo 34 años, realmente siempre me encanto la independencia, es por eso que me independice de mis padres aunque ya tarde tuve que hacerlo, aunque estaba viviendo con una amiga, decidimos cambiarnos por separado, yo conseguí un lindo departamento a muy bajo precio a unas cuadras de mis padres, era hermoso el departamento. Tengo que aclarar que soy muy atractiva, demasiado, o sea en realidad mi cuerpo tuvo mucho que ver mis años de gimnasio, ya que siempre quise mantener todo en su lugar. Junto con mi cabello rubio bien claro y suavemente enrulado. Mis ojos color miel y grandes, mis pechos bien erguidos, desafiantes, incitan, mi perfecta cola, bien parada, resaltada por la ropa que me coloco realmente es tan notorio que es inevitable las miradas continuas cuando ando por la calle, obvio seguidas de mis buenas piernas, no pasan desapercibidas, realmente mis medidas quedaron en 90-55-93.
No sabia que hacer, llegamos al departamento y vi por el espejo que se trataba del mendigo, el que me sujetaba desde atrás fuertemente, entonces ya dentro del departamento me dijo al oído con su asquerosa y mal oliente voz -¡¡Tranquila gatita, me parece que no entendés. Estoy acá porque te vengo a coger toda la noche, me tenés loco yegua, te quiero romper el culo!! ¡¡Te cagabas de risa de mí y me mostrabas tu rico culito, pero ahora lo tengo en mis manos!! Y metió su asquerosa mano en mi hermosa cola. Yo estalle en llantos al escuchar sus aberrantes intenciones, el miedo me sobrepaso no sabia q hacer lloraba desesperada, el me dijo al oído nuevamente -¡Si gritas te mato a golpes! Y luego me empujo fuertemente, cuando estaba por gritar me dio un cachetazo fuertísimo, y otro así me dejo mas muerta de miedo sin saber que hacer, solo llorar. Luego me tomó fuertemente del brazo con su enorme y áspera mano, mientras me decía
-¡¡No te quisiera asustar mas, pero te digo que te lo voy a romper, porque estoy desesperado por penetrarlo, te voy a bombear peor que por la concha!! Yo cerré los ojos, y pedí un milagro, pero no iba a llegar, puso una de sus manos sobre mi espalda y me apretaba contra el colchón y con la otra empezó a dirigir su enorme y asqueroso miembro hacia mi cola. Empezó a empujar, sentía el calor de su miembro detrás mío, hasta que sentí que la cabeza de su miembro empezaba a romper mi orificio para entrar, solté un grito fuertemente con desesperación -¡¡Noooooo, pará hijo de puta que no entra!! ¡¡AAahhhhhyyyy!! Pero el seguía metiendo ese enorme miembro sin compasión y yo seguía gritando desaforadamente de dolor -¡¡Sacala turro degenerado, aaaayyyyyyyyy!! El maldito enfermo nuevamente como antes empujó violentamente, haciéndome ver las estrellas del terrible dolor, le daba trompadas al colchón mientras abría toda la boca buscando desesperadamente aire. Parecía que me iba a morir, cuando metió todo su miembro en mí, con su boca en mi nuca me dijo burlándose -¡¡Sentila bien yegua que te va a quedar el culo bien abierto!! Y comenzó a meter y sacar violentamente.
Para los que no hayáis leído la primera parte, me llamo Esthela y para mi desgracia, durante un viaje de placer fui secuestrada por un millonario texano que me recluyó en una finca. Allí, he sufrido humillaciones de todo tipo: teniendo todo a mi disposición, debía de pagar en carne por ello. De forma que he sido su conejita de laboratorio y mediante hormonas, me ha convertido en una vaca lechera a la que ordeña a su antojo.
Mis días han sido una sucesión de agravios, dolor y sexo. Para comer he tenido que mamársela, dejar que me sodomice y solo he mantenido mi virginidad a salvo porque ese malvado dice que la tiene reservada para un evento especial. Aunque no me he atrevido a preguntar cuándo va a hacer uso de ella porque temo su respuesta, sé que pronto lo averiguaré y que lo que ha planeado no va ser de mi agrado.
Os lo digo porque mi “dueño”, así quiere que le llame, hoy me ha traído ropa y me ha ordenado que me la ponga para dormir. Nada más verla, comprendí que esa túnica blanca podría ser mi “traje de novia y que con ella, ese pervertido me va a desflorar y quitar con ello, la poca autoestima que me queda.
¡Odio a ese cabrón! Ojala tuviera fuerzas para suicidarme y que terminar así con mi sufrimiento…
Mi despertar en unas ruinas.
A la mañana siguiente desperté completamente desnuda en una especie de catre. Recordaba haberme vestido con la túnica que me entregó mi secuestrador por lo que alguien debió de quitármela. Durante unos segundos dudé si esa habitación era parte de la finca pero rápidamente comprendí que estaba en una choza al ver a través de los huecos de los troncos que sostenían el tejado, que estaba en mitad de la selva.
«¡Hay gente!», exclamé esperanzada al oír voces en el exterior.
Creyendo que me había liberado, no me importó el salir corriendo sin nada que me tapara. Nada más irrumpir al exterior, se me cayó el alma a los pies al descubrir que estaba en mitad de la selva, dentro de una especie de aldea. Viendo que había un grupo de mujeres de aspecto oriental en una de las chozas, me acerqué a donde estaban y les pregunté:
-¿Dónde estoy? ¿Pueden ayudarme?
Las indígenas me miraron y mediante señas me hicieron entender que no me comprendían. Insistiendo, repetí mis preguntas en inglés con el mismo resultado, para ellas mis palabras eran ininteligibles. Casi llorando intenté explicarle que me habían secuestrado y que necesitaba su ayuda, pero lo único que conseguí fue que con una sonrisa una de las más ancianas me diera agua en un cazo de barro.
-No tengo sed, ¡lo que quiero es volver a casa!- grité derrumbándome al saber que ese sujeto había planeado todo y que me había dejado esperanzarme para que así fuera todavía más duro el saber que seguía en sus manos.
Sentada en un tronco, me dejé llevar por mi angustia y comencé a sollozar desconsoladamente mientras esas mujeres me sonreían. Su actitud amable lejos de confortarme, azuzó mis llantos y durante largo rato, no hice otra cosa que llorar hasta que una joven de ojos rasgados se acercó a mi con un crio en sus brazos.
– Cho bú, cho bú- me pidió.
Al no comprender que era lo que quería, me la quedé mirando y entonces, me pasó al bebé mediante gestos me explicó que quería que le diera de mamar. Estaba a punto de negarme cuando el puñetero enano al sentir mis pechos repletos, llevó su boca hasta uno de mis pezones y se puso a chupar con desesperación. La sensación de esa boquita mamando de mi teta me gustó e incluso solté un suspiro, al notar que al vaciar mi seno estaba rebajando el dolor que sentía al tenerlo lleno.
Todavía no me había acostumbrado a tener al crio colgado de mi pecho cuando otra madre viendo que del otro brotaba un chorrito de leche, trajo a otro crio y lo puso también a mamar. La sorpresa de sentirme ama de cría me paralizó y aunque estaba indignada, no pude reaccionar al saber que dependía de la buena voluntad de los habitantes de ese poblado para sobrevivir. Mi decisión resultó acertada porque mientras los dos bebés me ordeñaban, llegó otra indígena con un plato de frutas y sin pedirme opinión, comenzó a darme de comer en la boca.
«Me están cebando para obtener mi leche», comprendí desesperada cuando la madre del chaval viendo que el niño ya se había atiborrado lo recogió, cediendo su puesto en mis tetas a los retoños de otras dos mujeres que esperaban haciendo cola frente a mí.
Humillada hasta decir tuve que aguantar que, de dos en dos, los pequeños de la aldea mamaran de mis pechos hasta que consiguieron vaciarlos. Al darse cuenta que ya habían ordeñado todo su contenido, las mujeres cogieron a su hijos y reanudaron sus labores cotidianas, dejándome allí tirada.
«Para ellas, ¡soy ganado!», comprendí mientras volvía llorando a la choza en la que desperté y aunque fuera por un momento, eché de menos a mi captor porque al menos él era uno.
No llevaba ni diez minutos, escondida y llorando mi desgracia en la penumbra de esa cabaña cuando un ruido en la entrada me hizo levantar la mirada. Al hacerlo descubrí a dos muchachos todavía adolescentes observándome desde la puerta. En sus ojos detecté un extraño brillo, que se incrementó cuando en silencio se acercaron hasta el catre donde yo estaba.
-¿Qué queréis?- grité angustiada al no saber sus intenciones.
No tardé en comprobar qué era lo que les había llevado allí porque sentándose uno a cada lado, tapándome la boca, me hicieron callar mientras llevaban sus bocas hasta mis pechos. Al contrario que los niños que solo se alimentaban, la forma en que esos dos recorrieron con sus lenguas mis pezones me hizo saber que sus razones eran otras y más cuando el más avispado de los dos, llevó su mano hasta mi entrepierna y se puso a pajearme obviando mis protestas.
« ¡Van a violarme!», incapaz de gritar pensé mientras intentaba zafarme de su acoso.
A los mocosos les hizo gracia mi rebeldía y reteniéndome entre los dos, sin dejar de intentar succionar mi leche, se dedicaron a recorrer mi cuerpo con sus manos mientras intentaba defenderme con un frenesí que me dejó agotada. Cuando dejé de debatirme, las caricias de los chavales se hicieron más sensuales pero no por ello menos humillantes. Usando sus dientes mordisquearon mis pezones al tiempo que con sus dedos hurgaban en mis dos agujeros. La ausencia de violencia no consiguió tranquilizarme y por ello, intenté gritar cuando obligándome a ponerme a cuatro patas uno de ellos, separó mis nalgas con sus manos y hundiendo su cara en ellas, comenzó a lamer mi ojete con su lengua.
-¡Por favor! ¡No lo hagas!- chillé al sentir su apéndice hurgando dentro de mi culo.
Pero entonces su acompañante, tirando de mi melena hacia abajo, introdujo su falo hasta el fondo de mi garganta evitando de ese modo mis quejas. Afortunadamente el tamaño de ambos miembros nada tenían que ver con la verga de mi captor porque de haber tenido la longitud y el grosor al que me tenía acostumbrada ese indeseable, a buen seguro me hubieran roto el culo de una manera cruel. Aun así al no haber preparado con anterioridad mi esfínter, su intrusión me dolió atrozmente.
Con su pene en el interior de mis intestinos, el puñetero chaval llevó sus manos hasta mis ya adoloridos pezones y cogiéndolos entre los dedos, comenzó a tirar de ellos con pasión.
-¡Dios!- chillé al sentirlos maltratados.
La tortura de tetas produjo un efecto no previsto y como si esas adolescentes yemas hubiesen abierto un grifo en mis areolas, de estas comenzó a brotar un chorro de blanca leche que emocionó al muchacho que tenía su polla en mi boca. Sacando su miembro, se tumbó debajo de mí y se puso a mamar de mis pechos mientras su amigo machacaba sin parar mi entrada trasera.
-¡No quiero!- chillé angustiada al sentir que los dientes del puñetero crio alternando entre mis pechos y el pene del otro campeando en mi culo estaban elevando la temperatura de mi cuerpo.
La mezcla de humillación, dolor y excitación me tenía confundida. Mientras mi mente se revelaba ante tamaña agresión, mi cuerpo comportándose como un traidor me pedía más. La humedad de mi chochito era una muestra evidente de mi calentura pero más aún que involuntariamente llevara una mano entre mis piernas y sin pensar, me pajeara mientras esos dos me forzaban. Mis agresores se rieron de mis gritos de angustia y mientras uno se daba un banquete con el nutritivo producto de mis tetas, el otro comenzó a azotarme en el culo pidiéndome mediante gestos que me moviera.
-¡Dejadme!- imploré descompuesta al notar que contra mi voluntad todas mis neuronas estaban en ebullición.
Sé que de haberme entendido, tampoco me hubiesen soltado ese par de energúmenos porque para ellos yo solo era un medio para satisfacer sus oscuras necesidades. Al no comprender siquiera mis palabras, los dos indígenas siguieron a lo suyo hasta que sentí que el pene que estaba martilleando dentro de mi trasero, eyaculaba rellenando con su semen mi culito.
-¡Maldito!- aullé menos indignada de lo que debería porque en ese momento mi coño parecía un ardiente polvorín a punto de explotar.
La gota que derramó el vaso y que me llevó en volandas hasta el mayor orgasmo que nunca había sentido, fue levantar mi mirada y ver a mi “dueño” sonriendo a dos metros del catre donde estaba siendo violada. Su presencia y la satisfacción que sentía al verme disfrutando de esa agresión, hizo que mi cuerpo colapsara y liberando mi tensión, me corrí en voz en grito mientras increíblemente le pedía perdón a ese sujeto por hacerlo. Os juro que todavía hoy no comprendo que fue lo que me motivó a disculparme.
Muerto de risa, mi captor echó a los críos de la cabaña y sentándose en el catre, me contestó mientras acariciaba mi melena:
-Putita mía, no has podido evitarlo. Desde que conocí a esta tribu hace años y descubrí que estaban esperando que su diosa les mandara una reina, te he estado buscando por todo el mundo. Sabiendo que según sus creencias esa deidad les mandaría una virgen de cuyos pechos brotara leche, te capturé y te estoy condicionando para ser su representante terrenal.
-No entiendo- respondí limpiando las lágrimas que surcaban mis mejillas.
Mi “dueño” me regaló un lametazo en un pezón antes de contestar:
-Para ellos, esa reina les procurara alimento mientras ellos le ofrecen placer. Todas las penurias a las que te he sometido tenían una razón, está noche te desvirgaré en su presencia mientras amamantas a los miembros de la tribu.
Al conocer mi destino debía de haberme sentido molesta pero mi cuerpo me traicionó al notar su lengua recorriendo mis pechos y pegando un grito, me volví a correr sin poderlo evitar. Aun sabiendo que era producto del lavado de cerebro al que me tenía sometida, me retorcí sobre ese catre pidiendo que me tomara. Necesitaba ser desvirgada por “él” y por eso comportándome como su puta, me arrodillé frente a mi captor para rogarle que me hiciera suya.
Ese cabrón sonrió al ver mi entrega y manteniéndose de pie junto a mí, se bajó su bragueta. Comprendí que se esperaba de mí y por vez primera mi sexo se encharcó mientras metía una mano dentro de su pantalón para sacar su verga. Al sentir entre mis dedos ese duro tronco, mi boca se me hizo agua y como si me fuera mi vida en ello, se la saqué mientras babeaba.
-Necesito chupársela- susurré obsesionada mientras acercaba mi boca a su miembro.
En ese momento, mi mente estaba dividida. Una parte estaba avergonzada por mi claudicación pero la otra se sintió arrastrada a devorar esa morbosa tentación que tenía a mi alcance. Sacando mi lengua me puse a lamer su extensión con lágrimas en los ojos.
« ¿Qué estoy haciendo?», maldije al tiempo que recorría golosamente los bordes de su glande. Cómo un ser sin voluntad, abrí mis labios y agachando lentamente mi cabeza, experimenté como ese pene se iba introduciendo en el interior de mi boca. La satisfacción que experimenté al sentir su erección llenando mi garganta y el latigazo de placer que inundó mi coño, me hicieron saber que estaba perdiendo la batalla contra ese sujeto.
El que se autodenominaba como mi dueño gruñó al experimentar la húmeda caricia con la que yo, su puta, le estaba regalando y presionando con sus manos sobre mi cabeza, hundió su verga por completo en mi interior mientras me ordenaba que me masturbara. Os juro que intenté hacer oídos sordos a su mandato pero entonces me vi contrariando mis deseos y separando mis rodillas, hundí un par de dedos en mi sexo al tiempo que su glande se hacía presente contra mis amígdalas.
« ¡No puedo parar!», casi llorando pensé al comprobar el ardor con el que torturaba mi clítoris.
Cuanto más intentaba evitar seguir pajeándome, con mayor énfasis introducía sin pausa mis yemas en mi vulva. Dominada por una pasión incontrolable buscaba que el placer de mi secuestrador coincidiera con el mío y por eso al sentir la explosión de su polla en mi boca, me corrí nuevamente mientras mi mente sollozaba de vergüenza.
Habiendo satisfecho sus oscuras apetencias, el sujeto me obligó a limpiar su verga con mi lengua para acto seguido desaparecer sin despedirse.
Durante el resto de la mañana, me quedé encerrada en la choza. Una vez que mi secuestrador me había dejado sola, la certeza que nunca volvería a mi país me hizo llorar desconsoladamente. Hundida en mi depresión, me acurruqué en un rincón del camastro dando rienda suelta a mi dolor. Fueron horas duras en las que añoré mi vida anterior dándola por perdida.
Mi humillación fue máxima cuando sobre sobre las doce, tres jovencitas llegaron cargadas con frutas. Al verlas me recluí todavía más en mi sufrimiento pero entonces ellas me forzaron a comer. En un principio incluso me abrieron la boca para que tragara hasta que viendo la inutilidad de mi rebeldía dejé que me fueran dando uno tras otro trozos de lo que ellas consideraban un manjar. El problema vino cuando al terminar y tal como me había anticipado el sujeto esas tres crías exigieron su recompensa.
Sacándome de mi sopor una de las muchachas me abrió la camisa y antes que me pudiese quejar acercó su boca a mi pezón para comenzar a mamar. Jamás en mi vida me imaginé amamantando a una mujer y menos a dos, porque a los pocos segundos una segunda se apropió del pecho libre y buscó mi leche. Os parecerá extraño pero tras la sorpresa inicial, la sensación de esas dos lenguas ordeñando mis ubres me gustó y por eso relajándome sobre el catre, dejé que siguieran ordeñándome. Lo que no me esperaba fue que la tercera, viendo mi disposición, se acomodara entre mis piernas y separándolas, hundiera su cara entre ellas.
-¡Qué haces!- protesté pegando un gemido.
La oriental malinterpretó mi queja y creyendo que era de placer, usó su lengua para dar un largo y profundo lametazo a lo largo de mi sexo. La ternura y sensualidad con la que esa jovencita trató mi coñito, me hizo gritar pero esta vez de gusto, tras lo cual sus dos compañeras sin dejar de mamar quisieron también agradecer mi leche por medio de caricias. Esas seis manos y esas tres bocas al unísono, me hicieron boquear y sin poderlo evitar, la calentura me dominó. Colaborando con mis captoras, separé aún más las rodillas al notar las manos de las chicas torturando mi clítoris mientras su amiga seguía dando buena cuenta de mi coño.
-¡Parad!- les pedí sabiendo que estaba a punto de correrme sin percatarme que, según sus creencias, ellas debían de procurar el placer de su reina para que sus pechos nunca se vaciaran.
Azuzadas por mis gritos, esas crías me hicieron ponerme en pie y mientras dos de ellas se ocupaban de mi sexo, sentí que la otra separaba mis nalgas y hundía su lengua dentro de mi ojete. Al experimentar esa intrusión, me volví loca y presionando las cabezas de las que tenía frente a mí, me corrí dando aullidos. Ellas al sentir el geiser en el que se había convertido mi coño, se alternaron en el intento de secar ese manantial mientras a mi espalda, la tercera seguía follando con su lengua mi culito.
-¡Dios!- gemí llena de gozo ya entregada al placer.
La persistencia y la profundidad de las caricias de las orientales hizo que uniera sin pausa un orgasmo con el siguiente al tiempo que en mi mente la idea que ese destino no iba a ser tan malo empezaba a florecer….
Con mis 18 años, era una chica excepcional, me gustaba que todos me miraran y debo admitir que tenia con que, mi altura 1.75 con mi cabellos rubios lacios, unos pechos muy erguidos medianos, una cintura estrechísima y mi cola bien paradita y menudita. No me podía quejar, llamaba mucho la atención.
Esto sucedió en el transcurso del ciclo escolar, yo iba a un colegio normal, me divertía mucho hacia lo que quería, entre todo lo que hacia, me hacia muchos amigos, por ejemplo el celador del colegio, un tipo de unos 45 años, gordo sucio y enorme, re baboso, pero conmigo era buenísimo, yo me reía mucho viendo la cara de bobo con la que me miraba todo el tiempo. Siempre me decía que le presentara a mi tía, que era la profesora de matemáticas, pero yo me reía y lo tomaba como un chiste, ya que mi tía lo odiaba, decía que era un baboso asqueroso y que iba a hacer todo lo posible para echarlo.
Mi tía, Roxana, tiene 33 años, linda por donde se la mire, castaña oscura con el cabello apenas pasando los hombros, unos pechos medios grandes bien parados, una cintura diminuta, era como de avispa y terminaba en esa cola tan salida para afuera y redonda y bien parada que es lo que mas llamaba la atención, ella siempre se viste muy sexy, con pantalones bien ajustados o polleras ceñidas al cuerpo que marcan su curva posterior.
Todos los días la saludaba en la escuela, baja la atenta mirada de Mario, el celador.
Un día al llegar a mi casa, mis padres me comunicaron de que les había salido un viaje a Europa y que se irían el lunes, siendo yo tan chica me dijeron si no tenia problema en quedarme en lo de mi tía, yo triste por no ir, pero feliz por quedarme libre de padres, acepte sin dudarlo aunque fuera por un mes aproximadamente, estaba acostumbrada a estar con mi tía y salir a divertirme con ella.
Con el correr del tiempo Mario me preguntaba mas sobre mi tía, me preguntaban si estaba casada, cuantos años tenía, si salía con algún tipo, si le gustaba salir. Yo le contestaba sinceramente y teniéndole un poco de lastima, ya que mi tía en su vida se fijaría en el, siendo que lo odiaba.
Luego en uno de los recreos me fui a hablar con ella, ese día llevaba puestos unos pantalones negros que le marcaba mucho la cola, apuntaba directamente al cielo, mientras hablábamos, miré para el lugar de Mario y ahí lo vi mirándola, babeando casi, estaba como segado.
Al otro día en el recreo como siempre me fui a hablar con el, estaba mas insoportable que nunca con el tema de que le presentara a mi tía y yo no sabia como decirle que mi tía no se fijaría en el ni por un millón de dólares, sin que lo tomara a mal, pero bueno después de darle unos rodeos, pude salir de la situación sin tener que decirle la verdad.
Al llegar la salida, el se acerco a mi y me dijo –Flor, le voy a mandar un mensajito al cel a tu tía, me voy a hacer el anónimo, después decime que dijo.
Al llegar a la casa de mi tía, ella estaba en el baño, así que con muchísima curiosidad, decidí ir su cuarto y tomar el celular, rápidamente entre a los mensajes y leí el mensaje, eran pocas palabras y directas, decía “No puedo parar de mirarte todo ese cuerpazo que tenes, me gustaría probarlo y ver si me resiste”, yo deje el celular donde estaba y salí de su cuarto pensando en lo desubicado que podía ser Mario. Me daba vergüenza preguntarle a mi tía e iba a quedar más que evidente que yo tenía algo que ver, así que no le pregunte nada, y ella tampoco me dijo nada. Al otro día Mario me dijo “Le llego?? Te dijo algo?? Yo con nervios, le dije que no, el puso cara de disgusto, entonces me dijo “A la salida le voy a mandar otro”, yo sonriendo y ocultando la incomodidad le dije que bueno.
Al llegar a casa, repetí la misma formula, y leí el nuevo mensaje que decía “Un fin de semana te aguantaras?” Yo sin saber que hacer, salí del cuarto callada, mientras almorzábamos ella y me comento de un admirador anónimo, así me dijo y que si yo no sabia quien podía ser. Yo le dije que no tenia ni idea, y ella me dijo “-Bueno si mañana me vuelve a escribir, le voy a contestar”
Al otro día en el recreo Mario me volvió a preguntar, yo le dije lo que me había dicho mi tía textualmente, el sonrió de oreja a oreja, bueno a la salida le escribo.
Cuando llegue a casa, no perdí tiempo y fui directamente a leer lo que había escrito abrí y leí, decía -“Te aseguro que nunca probaste algo como lo que yo tengo, hasta duele un poco” Yo lo deje rápidamente, pensando en que estaba enfermo con lo que decía.
Mi tía no me dijo nada hasta el almuerzo cuando se sentó frente a mi y me dijo “Flor, este sábado que vos salís con tus amigas, yo quiero conocer al admirador del celular, así que vos salí y yo lo conozco”. Yo no dije nada, solo afirme la opción y no pensé en nada mas, cuando me fui a dormir no entendía como una mujer como mi tía le gustaba recibir esos mensajes tan directos y desubicados, pero bueno, tal vez era todo un juego y cuando viera que era Mario lo iba a dejar tirado.
Al otro día en el colegio, Mario se acerco rápidamente a mi en el colegio y me dijo en tono feliz -¡Mira lo que me escribió tu tía! Yo agarre su celular escépticamente y leí, decía “Hay que ver para creer, el sábado próximo si queres vení a cenar a las 10 y vemos”
Al llegar el sábado como a las 8 de la noche, mi tía se había bañado y perfumado, al salir de su cuarto como a las 9, vi que se había puesto un pantalón ajustado blanco y un top ajustado también blanco, junto con unos tacos altísimos de unos 10 cm. mas o menos, la verdad que se veía increíble, cuando se daba vuelta se le veía mucho la cola a través de la delgada tela del pantalón. Yo rápidamente me fui a juntar con mis amigas y al no encontrarlas no sabia que hacer, si volvía que iba a hacer, iba a molestar y hasta tal vez mi tía me regañara enfrente de Mario y nos mandara a los dos bien lejos, por no decir otra cosa. Quedarme dando vueltas por ahí, de noche, tampoco era buena idea, así que decidí volver y entrar por el garaje hasta mi pieza y acostarme sin que ella lo notase.
Ya estaba adentro cuando sonó el timbre a las 10 en punto y llego. Ella fue a atender y se quedo callada un rato, supuse que al verlo, lo insultaría y lo echaría a volar, pero no fue así, hablaron no se que, porque estaba yo muy lejos y no podía escucharlos, y entraron, luego de comer, casi callados todo el tiempo, se pararon y fueron para el cuarto de mi tía. Entraron rápidamente y dejaron la puerta junta, yo tarde unos minutos hasta escuchar unos sonidos raros, en acercarme, cuando me asome por la junta de la puerta, vi a mi tía en los brazos de Mario, el le tocaba el culo con las dos manos, abriéndole los cachetes.
Ella bajaba su mano hasta la cremallera de el, una vez que le desabrochó el pantalón se lo bajó y le bajo el calzoncillo y apareció un miembro muy gordo y largo, muy grande y venoso, ella no perdió el tiempo y lo agarró y lo acariciaba con una mano.
Mario le metió un dedo en la raya del culo a mi tía y ella comenzó moverse como meneando su cola, incitando a que le tocara mas el culo.
Mario, con un movimiento rápido soltó la cola de mi tía y saco el top de ella, para comenzar a apretar sus grandes pechos, los estrujaba fuertemente mientras que le decía que estaban muy ricos y grandes, luego se los llevo a la boca, metiendo toda su cabezota entre ellos, mi tía levantaba la cabeza gimiendo y le decía que siguiera. Yo estaba boca abierta observando y poco a poco sintiendo una sensación rara atravesando todo mi cuerpo.
Paso poco tiempo así, cuando mi tía voluntariamente se puso de rodillas, agarro ese miembro enorme y comenzó a pasárselo por la cara mientras que lo miraba a Mario y le preguntaba si le gustaba eso, el gemía y le decía que se la tragara toda, ella rápidamente lo hizo, pero solo entraba hasta la mitad, ella succionaba fuertemente, parecía estar obsesionada por ese miembro, lo acariciaba, besaba y recorría entero con su lengua.
Al parecer Mario no aguanto mas el deseo y con un movimiento violento levanto a mi tía del cuello, y le bajó de un solo tirón su pantalón blanco, dejándola casi totalmente desnuda, solo tenia una minúscula tanga blanca y sus tacos, el la miro diciendo “Que putita sos, mira las tanguitas que te pones, te gusta que te la pongan, por eso las usas” mi tía en lugar de contestar solo gimió o dio un si gimiendo, Mario se recostó en la cama dejando su gran estaca apuntando al techo y le dijo a ella “Vamos putita, vení y cabalgame” mi tía con una caminada bien exagerada se acerco hasta la cama, se sacó la tanga y se puso sobre el, poco a poco fue metiendo ese miembro enorme en su interior, al copas de sus gritos de placer y dolor, hasta que se la metió entera, se quedo un rato quieta y luego comenzó a moverse sobre el, primero despacio y luego con toda la furia que parece que tenia, clavándose todo ese enorme aparato en su ser, mientras gritaba de placer, estaba sacada totalmente, sus pelos se sacudían para todos lados, Mario también gozaba mientras que sus dos manotas se habían aferrado a la hermosa cola de mi tía y la movía contra su miembro a su antojo. Mi tía no paraba de gemir y moverse, al poco rato Mario le dijo “Me vengo putita!!”, mi tía lejos de decir algo, acelero sus movimientos y Mario gimió fuertemente acabando dentro de ella, mientras que ella también parecía que acababa y se desvanecía sobre el cuerpo de el. Ambos estaban bastante sudados y cansados parecían, mientras que Mario le decía “Sabia que tarde o temprano ibas a ser mía, sos la mujer mas exquisita que me he cogido”.
Yo pensé en lo que el decía y era un poco obvio, el no era un tipo atractivo, en realidad estaba muy lejos de serlo, pero mi tía había accedido totalmente a el, siendo que ella tiene un cuerpazo y puede tener al hombre que quiera, lo había elegido a el y se le notaba feliz. No lo podía entender mucho.
No paso mucho tiempo y ahora ambos hablaban muy bajo, así que solo veía que movían los labios, de pronto ambos se levantaron, Mario entonces la tomo por el cuello a mi tía y la giró indicándole la cama, ella puso cara de desaprobación primero, pero luego accedió y luego el le decía “Vamos acomódate como lo perrita que sos” mi tía sonreía ante el insulto y obedecía como si estuviera feliz, al estar en cuatro patas, se podía notar aun mas la tremenda cola de mi tía, era perfecta, bien redonda y pulposa, Mario se puso detrás suyo y se escupió la cabezota de su miembro, para luego apoyarla en la entrada de la cola de mi tía. Ella no tardo en reaccionar y grito “Ahhhh, no para” el no hizo caso y siguió entrando en su hermosa cola. Ella se quejaba mas fuerte a medida que ese moustroso miembro le seguía entrando, de pronto Mario la metió mas, lo que hizo que ella levantara la cabeza gritando “Ahhhhhhyyyy no, por favor, sacala noooo ahhhhh” pero el la sujetaba de las caderas fuertemente y le decía “Falta poco, aguanta putita, después vas a pedirme que no te la saque”, en realidad faltaba bastante entrar, así que Mario se inclinó un poco sobre la espalda de ella y empujo un poco mas, metiendo otro pedazo. Ella se inclinó, quedando casi su cabeza sobre las sabanas y tomo mucho aire y lo soltó. Mario empujó más y ya casi la tenía toda adentro. Ella volvió a gritar “Nooooo, bastaaaa, sacalaaaa ahhhhhhyyy!!” Y movía la cabeza para los costados negando. Pero Mario empujo lo ultimo de su enorme miembro y termino metiéndosela toda en el interior de su hermoso culo, ella se quejaba y seguía gritándole “¡¡¡Sacala, basta, por favor ahhhhhyyy, me duele mucho!!!”, pero no era la intención de Mario obviamente, el se la dejó adentro y le decía “Aguanta un poco perrita, que ahora se viene lo bueno”, ella había dejado su cabeza ya sobre las sabanas y respiraba hondo y soplaba fuerte soltando el aire, era obvio que le dolía mucho. Tardo bastante, hasta que su respiración se hizo normal, Mario al darse cuenta, ahí empezó a bombearle el culo sacando y metiendo su miembro primero lentamente, pero igual mi tía volvió a sentir dolor y gritó “¡¡Mas despacio cabrón!! El paro un poco y de a poco iba subiendo el ritmo, el gemía cada vez mas y empezó a darle mas duro, ahora los golpes eran fuertes en cada embestida y mi tía se iba cada vez mas para adelante dejando su culo mas y mas parado, Mario cada vez aceleraba su ritmo, al tiempo que ella seguía gritando pero con algunos gemidos en cada metida, de pronto ella se puso de nuevo firme y colocándose en cuatro patas nuevamente, entonces Mario sin perder el tiempo se subió un poco sobre ella y rodeándola con sus brazos, le agarro sus tetas mientras que la seguía cogiendo fuertemente, en realidad el le daba muy duro y mi tía gritaba “¡¡Mas despacio te dije, por favor!!” “¡¡Me duele mucho!!” Pero él debía estar muy caliente teniendo la posibilidad de romper ese hermoso culo, lo agarraba fuertemente de los glúteos, se los abría bien y se la enterraba cada vez con mas fuerza, chocando sus huevos con el cuerpo de ella, de pronto comenzó a gemir cada vez mas fuerte y grito “¡¡Ahhyyy ya acabo, te voy a llenar este rico culito de mi leche puta!!” Y le dio con todo hasta que acabó, haciendo gritar más a mi tía por la fuerza del empuje. Luego de estar quietos unos cuantos minutos, yo estaba con la boca abierta sin poder creer lo que acababa de ver, como podía ser que mi tía que lo odiaba hubiera estado con Mario y se dejara hacer todo eso que se dejo hacer, pero de pronto mi tía le dijo a Mario que se saliera de encima, que quería ir al baño, yo rápidamente y en silencio me fui para mi habitación pensando en acostarme y esperar que no me descubriera.
No se cuanto tiempo habrá pasado que yo estaba acostada, tal vez media hora, eran como las 3 de la mañana cuando escuche un fuerte grito de mi tía, mas fuerte que ninguno, rápidamente me levante para ir a ver que sucedía, cuando llegue al mismo lugar a donde había estado viendo hace unos minutos, escuche el fuerte ruido de la cama, parecía que se estaba por quebrar, miré detenidamente y vi a mi tía boca abajo con las piernas juntas y a Mario dándole por el culo con una velocidad tremenda, era terrible como le daba y en cada enterrada ella gritaba “¡¡Aaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhggggg!!” pero él disfrutaba cada vez mas y tomaba mas envión para clavarla de nuevo, la cama parecía que se caería haciendo un ruido espantoso, Mario estaba transpirado totalmente y colorado y le gritaba a mi tía “¡¡Vamos, pará bien el culo carajo, que te lo quiero romper putita!!”, ella lejos de enfadarse por la forma en que el la trataba, levantaba mas su cola.
La tuvo mucho tiempo embistiéndola fuertemente contra su culo, hasta que acabó de nuevo y la sacó, gimiendo fuertemente, mi tía gemía aliviada, no se como resistía.
Mario se levanto y se empezó a vestir, yo supuse que para irse, pero cuando el lo estaba haciendo, mi tía se levanto, con algo de dificultad y le dijo “Ya te vas??, no sos tanto como decías?? Esa pijita no aguanta mas??” Mario sonrió maliciosamente pero enfadado al haber tocado su orgullo, y dándose vuelta rápidamente, tomó a mi tía de los pelos y la tiró sobre la cama, para luego sujetándola de los pelos dejarla en cuatro patas, sin nada de preámbulos, metió todo su miembro en su interior y empezó a moverse salvajemente, haciendo crujir increíblemente la cama, mi tía intentaba mantenerse y paraba aun mas su cola, mientras que gritaba desaforadamente y buscaba aire, sus manos comenzaron a intentar manotear a Mario, como intentándoselo sacar de arriba mientras que le decía “Pará, pará, basta cabrón” “Mas despacio, me estas partiendo” pero Mario estaba enceguecido con su culo y parecía que se lo taladraba, ella temblaba y su cara de dolor era apreciable, ella gemía y lloraba del dolor a la que la sometía “agggghhhhhhh” “Ahhhhggyyyyyy” Mario seguía transpirando y acelerando cada vez mas su ritmo, lo que hacia que el cuerpo de mi tía fuera y viniera a un compás salvaje, sus pechos se sacudían fuertemente y Mario se subió un poco mas arriba de ella para alcanzarlos con sus manos a la vez que seguía montándola, mientras que le gritaba casi al odio “¡¡Esto es lo que querías puta, es esto ¿no?!!” “¡¡Te voy a destrozar este rico culo, puta de mierda, sos mi puta ahora!!” y aumentaba el ritmo de su bombeo, mi tía no paraba de gritar y entre sus gritos decía casi gimiendo “¡¡Siii, soy tu puta, sigue por favor, voy a dejarte que vengas a mi casa a cogerme cuando quieras y como quieras, seré tuya y haré lo que me digas, además dejare que te cojas a mi sobrina si queres!!” yo me quede helada al escuchar eso de mi tía, pero una sensación de intriga y excitación atravesó todo mi cuerpo, algo que nunca había sentido, curiosidad de porque mi tía hacia eso, que se sentiría, porque estaba fuera de si, tanto le gustaba?? Realmente no lo podía entender, pero mi cuerpo sentía mucha curiosidad.
Seguí observando, y mi tía gritaba ante cada embiste brutal de Mario, el la agarraba de los pelos y la hacia atrás, los gritos y gemidos de mi tía debían oírse en toda la cuadra casi, sudaba mucho también y se aferraba a las sabanas con fuerza, resistiendo la brutalidad de la penetración que sufría, porque Mario casi saltaba arriba de ella, haciendo que la cama hiciera unos ruidos infernales, entraba y salía su miembrote de ese hermoso culo y ella lo paraba mas, para recibirla mejor, no se cuanto tiempo estuvieron así, hasta que Mario no pudo aguantar mas y acabó dentro de ella gimiendo descontroladamente “Ahhhhhhhhuuhhhhh”, luego la sacó y se la puso en la boca, ella como pudo, totalmente desvanecida chupó para limpiar los restos de semen que tenia su gordote miembro, el gemía levemente, con aires de grandeza y de pronto sentí que miraba para donde yo estaba, era imposible que me viera, imagine yo, pero su mirada tan directa me hacia sentir una sensación extraña de miedo e intriga imposible de entender.
Cuando llego el lunes, estuve hablando con Mario, el se veía muy contento realmente, casi no me pregunto por mi tía, yo me reía por dentro, sabiendo que el creía que yo no sabia nada, pero era todo lo contrario.
Al otro fin de semana, supe que ambos se iban a volver a ver, ese fin de semana salí a bailar, así que no se que pudo pasar, pero se que el estuvo ahí, mi tía también estaba muy eufórica y simpática, mas que de costumbre, no podía entender como al gordo baboso, como ella decía, ahora lo quería tanto. Esa duda me recorría por dentro con ánimos de preguntar, pero no podía decirle que había visto, así que pensé en intentar preguntárselo a Mario.
No sabia como hacer para preguntárselo, ni como encarar el tema, era muy prohibido para mi, un jueves como cualquier otro, mi tía me dijo que el fin de semana se iba a una convención y que me dejaba sola, que tuviera cuidado, yo lo vi perfecto para poder citar a Mario y que el me contara todo.
Llego el sábado y a Mario le dije que fuera a eso de las 7 de la tarde, como siempre me vestí muy bien, pero me puse ropa un poco provocativa, unas botas altas, un pantalón blanco ajustado que se traslucía un poco mi tanguita blanca también, una remerita blanca también ajustada con una escritura, y mi pelo bien suelto, así generalmente me visto para salir a bailar, pero ese día me vestí así para ver la reacción de Mario.
Rápidamente se hizo la hora y Mario llego puntualmente, pude sentir su mirada en todo mi cuerpo, me miro detenidamente mis pechos y cuando me di vuelta para que pasara, gire y puede ver como se quedo mirándome fijamente la cola, yo me sentí muy bien al ver que había llamado su atención y tal vez competía con mi tía en atractiva. Luego se sentó, y empezamos a hablar de cosas sin sentido, yo me paraba de vez en cuando y sacaba cola para ir a buscar algo, o me pasaba cerca de el, jugaba al ver que el me desvestía con la mirada. De pronto, sonó el teléfono, yo fui a atenderlo y como esta en una mesita chiquita, me agache en ángulo de noventa grados para atenderlo, sacando mi cola más y dejándola bien a la vista de Mario. Yo me sorprendí al saber que era mi tía, y me gire para ver a Mario cuando decía que era ella, el de pronto cambio la cara y se le hizo una gran sonrisa. Yo no entendí pero me ríe también y luego mi tía me despidió.
Volví a sentarme y yo entonces le dije que ya venia, me pare y cuando me estaba yendo hacia la cocina, el me tomó del brazo y luego sentí un cachetazo fuerte, yo grité de dolor y me asuste y entonces Mario me tomo de la cara y me dijo -¡¡Quedate quieta y tranquila gatita, que estoy acá porque tu tía me dejo que te cogiera toda la noche!! ¡¡Me tenés más caliente que tu tía, yegua, te quiero romper el culo!! Yo temblaba de miedo y no lo podía creer, cuando fui a gritar el me puso la mano en la boca y me empujó contra la pared, y luego me dijo amenazantemente -¡¡Quedate callada, y no te preocupes que este pedazo te va a comer por todos lados!! Y luego me punteo con su entre pierna sobre la mia, yo comencé a llorar, pensando en mi tía y en como me podía haber entregado, aunque al mismo tiempo sentía mucho calor interno al sentirme sometida igual que ella. El me tomó mis manos con una sola mano de el y las puso sobre mi cabeza, luego con su mano libre me empezó a manosear violentamente mi cola, mientras que su boca me besaba y yo intentaba oponerme, eso pareció no gustarle porque se separó de mi y con su mano libre me sacó a la fuerza mi remerita y mi corpiño rompiéndolo a los tirones, yo quede con mis pechos al aire, yo intente soltarme, pero el me dijo -¡¡Quedate quieta!! Y luego me comenzó a tocar mis tetas de forma desesperada, los apretaba, juntaba y separaba y lamía por ahí, era realmente muy asqueroso, de pronto su otra mano me soltó y se fue directamente a seguir manoseando y apretando los cachetes de mi cola. Yo no sabia que hacer y me quedaba quieta, llorando. De pronto me sujeto fuerte, tomándome por la cintura y me dio un beso muy fuerte y asqueroso, apoyando su bulto contra mi.
Luego, me agarro los pelos con una mano y con la otra se bajo el pantalón y su slip, dejando ver su miembro enorme completamente duro frente a mi, yo me quede helada, nunca había visto un miembro en vivo y en directo, y menos tan gordo, el sujeto aprovechando mi asombro, rápidamente se puso contra la pared, y tirandome del pelo me hizo arrodillar, tomó su gran pene con la mano y comenzó a luchar para ponerlo en mi boca, yo lo esquivaba como podía, y no abría la boca, pero el sujeto me pasaba su miembro por la cara, ya el gozaba con esa humillación, pero luego me grito y tiró de mi pelo fuerte hacia arriba -¡¡Vamos abrí la boca o te dejo pelada pendeja!! Yo medio que intente abrir la boca y el aprovecho rápido para meter por lo menos la gigante cabeza de su miembro, el sabor y olor eran repugnantes, quería vomitar me sentía demasiado humillada, lloraba desconsoladamente esperando que la pesadilla terminara pronto. Luego de moverse un poco intentando hacer entrar un poco su miembro en mi boca, me levantó y me agarró de la cintura, y me llevó a la cama. Yo estaba muerta de miedo, pero sabia que no había vuelta atrás, estábamos los dos solos y el aprovecharía muy bien la oportunidad, cuando estuvimos parados frente a la cama, el me giró y quedando de espaldas a el, pude sentir como me apoyaba vilmente sobre mi pantalón, luego sus manos se las ingeniaron para rápidamente despojarme de el, quedando solo con mi pequeña tanguita blanca de algodón, yo temblaba al sentirme completamente desnuda y teniendo detrás a ese sujeto que había estado haciéndole un montón de cosas a mi tía, a el debió gustarle lo que vio, porque rápidamente se puso atrás mío y me punteo fuertemente, y sus manos me sujetaron por delante de mis pechos, su aliento agitado en mi nuca me hacia sentir presa de su incontrolable deseo y morbo al tenerme absolutamente impotente entre sus gordas manos, luego me dijo al oído con tono meloso -¡¡Vamos bebe, subite a la camita y ponete en cuatro!! Yo lagrimeando, pero sin protestar lo hice, mientras que él, se acomodaba atrás y seguía apoyándome hasta el cansancio, luego bajo mi tanguita dejándola a la altura de mis rodillas y paso su mano por mi vagina, la cual estaba húmeda, pero virgen todavía, poco a poco sentí como su miembro se acercaba mas a la entrada de mi ser, entonces me voltee y le dije -¡Suavecito, por favor! Y volví a darme vuelta sonrojada por lo q acababa de decir, sintiéndome una puta, de pronto sentí un fuerte dolor en mi vagina, el sujeto acaba de meter la cabezota de su miembro de un golpe, con mucha fuerza, y seguía metiendo el resto lo que me provocó un fuerte dolor y grite bien fuerte -¡¡Noooooo, hijo de puta, soltame!! Pero el lejos de hacerme caso me dijo -¡¡Tu tía siempre dice lo mismo y significa que quiere mas!! Y riéndose, me penetró el fondo y comenzó a gran velocidad a penetrarme, yo no paraba de llorar y gritar, las lagrimas me desbordaban y el dolor era intenso, mientras que sentía como el gemía y estaba agitadísimo por la violencia de sus movimientos, no se cuanto tiempo el sujeto me tuvo así, creo que perdí la noción del tiempo, solo pensaba en el dolor, hasta que de pronto el gimió fuerte y sentí como acababa dentro mío. Yo me sentí muy mal, humillada completamente, y llore desconsoladamente sin parar, el se salio de mi y se quedo parado al costado de la cama, yo no podía moverme del dolor que sentía, y solo lloraba sin parar. El estaba parado y me dijo:
-¡¡No llores tanto, que ahora viene lo mejor, le toca el turno a tu rico culito!! ¡¡Me va a costar metértela, pero como sea te la voy a meter!! Y luego se rió a carcajadas, yo no podía imaginarme nada, solo lloraba y me sentía usada y abusada, entonces el me dijo -¡¡Volvé a ponerte en cuatro!! Yo temblando lo hice, tal vez después se iría rápido, luego el se coloco atrás y con una mano me apretó fuerte sobre la espalda, haciendo quedar mi cara contra el colchón y con su otra mano empezó a dirigir su gordo miembro hacia mi cola, poco a poco empezó a empujar, hasta que sentí que me empezaba a romper mi orificio y grité aullando -¡¡Nnnnnooooo, pará hijo de puta, Nooo entra!! ¡¡Ahhhhhhhhhhhgggggggggggg!! ¡¡Sacala hijo de puta degenerado aaaahhyyyyyy!! El mundo estalló a mi alrededor, era brutal, bestial, indescriptible el dolor, no imaginable, por dentro la presión seguía y yo sentía que el maldito quería perforarme hasta los intestinos. Como podía movía la cabeza para los costados desesperada. Mientras lloraba sin parar, el gozaba y gritaba -¡¡Este es el culo más estrecho y pequeño que me he cogido!! Yo gritaba desesperada y golpeaba el colchón, entre lagrimas, mientras que abría la boca buscando desesperadamente aire, no se cuanto tiempo fue, pero sentí como su ingle se apoyaba sobre mi cola, entonces el se puso sobre mi y con su boca en mi nuca me dijo -¡¡Sentila bien pendeja rica, que te voy a dejar este culito mas abierto que el de tu tía jajajajajaaj!! Y luego comenzó un vaivén violentamente contra mi, yo gritaba de dolor y buscaba aire ante tanto dolor, me embestía fuertemente, como queriéndome partir, y yo solo lloraba, cuando empecé a acostumbrarme al sufrimiento instintivamente intente parar mi cola en cada empujón, no se cuanto tiempo paso, hasta que de pronto él con un nuevo grito acabó -¡¡Ahhuuuugggggg!! Y lleno mi cola de su asqueroso liquido. Luego se acostó al lado mío y me dijo -¡¡Voy a esperar un rato y te la voy a volver a poner en el culo, me ha encantado!! Yo me quede tirada, no podía moverme del dolor que sentía, y lloraba desconsoladamente.
Después de un rato de estar acariciarme el pelo, me dijo -¡¡Vamos es hora de volver a gozarte pendeja!! Y con un movimiento rápido, me levanto y me acomodó de rodillas con las manos apoyadas en el respaldo de la cama, quedando mi cola a su disposición, rápidamente él se puso detrás, se escupió un poco la mano, y se paso la saliva por la cabeza de su hinchado miembro, luego casi gritando apoyó la cabeza en mi cola y empezó a presionar, volví a sentir ese terrible dolor que instintivamente tiré una mano para atrás para intentar frenarlo, pero el me agarró la mano y mi dijo con un grito -¡¡Nada de manotazos, no te pongas histérica y empezá a sentirla que te voy a volver a partir!! Y empujó mas fuerte y me penetro completamente, yo di un alarido de dolor -¡¡Aaaagggggggggggyyyyy!! Era brutal el dolor y me retorcía del dolor, mientras él me decía -¡¡Sentila adentro de tu hermoso culo pendeja!! Y comenzó un vaivén salvaje que duro unos interminables y dolorosos 10 minutos creo, hasta que se quedo quieto, con su miembro todo clavado en mi, después empezó a sacarla casi toda y empujar con todo para adentro, sus huevos golpeaban contra mi cola y yo gritaba en cada embiste, hasta que se puso casi encima mío y tomándome de los pechos me bombeo en movimientos cortos y termino nuevamente en mi cola aullando de placer y yo gritando de dolor, humillación y un poco de placer prohibido.
Desde ese momento empecé a entender porque mi tia se sumía a el, y desde ese momento el comenzó a venir seguido a vernos a ambas.
NOTA DEL AUTOR
Siempre he tenido la mala costumbre de dejar los relatos a medias. Ya sea por falta de tiempo, por la saturación de ideas para otros relatos o simplemente la falta de atención. Mi intención es que eso ya no suceda; creo que esta serie – que no espero que pase de las cinco partes – será la primera de muchas que escribiré con la firme intención de empezar-terminar. Es decir, no comenzar otra historia hasta que no termine otra.
Es obvio, lo sé, pero a veces se me han dificultado esa clase de cosas.
Junto con este relato, he creado una “portada” con los personajes de la historia (este lo pondré en Comentarios, una vez que se publique la historia). Simple ocurrencia, pero que servirá de algo para quienes quieren guiarse acerca del aspecto fisico de los personajes que aparecen en la historia. Quienes prefieran dejarlo a su imaginación, excelente, simplemente ignoren el link con la imagen.
Espero les guste, personalmente creo que es una historia buena y que he cuidado en redactar lo mejor posible. Cualquier error o desacuerdo, por favor haganmelo saber, siempre es bueno mejorar.
Pasenla bien, saludos.
BUENBATO
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ASALTO A LA CASA DE VERANO
Ayer había sido su cumpleaños y, a pesar del desvelo del festejo, se había levantado temprano para nadar. Quizá la piscina era lo que más disfrutaba de aquel lugar. Adentro, su madre y su hermana debían seguir dormidas; eran apenas las 8 de la mañana, pero Mireya había madrugado como muy comúnmente solía hacerlo.
El agua estaba fría, pero el sol comenzaba a salir, y el calentador de piscina, aún en su nivel más bajo, era suficiente para que aquel baño fuera disfrutable. Nadaba de un lado a otro, avanzando principalmente con la fuerza de sus piernas.
Ya llevaba casi una hora nadando, pero el desayuno – pan y un vaso de leche – que había ingerido hacia unas horas tuvieron su efecto. Sintió ganas de cagar, y salió de la alberca para dirigirse al baño del patio, un cuartito en medio del pasto del jardín.
Entró e hizo sus necesidades, mientras tarareaba una canción. Sintió como si alguien estuviese afuera, pero pronto comprendió que, si alguien era, se trataría de su madre o su hermana. Terminó, se limpió el exterior de su esfínter con papel higiénico, bajó la palanca del inodoro, se subió el bikini de su traje de baño y salió del cuarto de baño.
Caminó de vuelta hacia la piscina, pero sintió una presencia extraña. Apenas iba a voltear hacia atrás cuando una mano la rodeó por la cintura y otra más le tapó su boca y rostro.
Arriba, su hermana mayor, Sonia, apenas despertaba. Como toda muchacha de su edad, lo primero que hizo fue revisar su celular. Como cada verano, estaba pasando las vacaciones de verano con su familia, y como cada verano, su padre no estaba presente. Era de entender, trabajaba en cruceros caribeños, de modo que aquella época era la que más le mantenía ocupado. Ella iba a la universidad desde hacia un año, y aquel era su primer verano como universitaria.
Pero en realidad se aburría en aquel lugar, no era la ciudad capital donde solía vivir antes, sino la casa de verano que sus padres habían comprado desde hacia cinco años y donde había pasado, para su desgracia, los últimos cinco veranos.
Era una casa de verano colocada sobre una pequeña colina, en un apacible pero pequeño pueblo al interior del país, lejos de las costas. Ni siquiera tenia vecinos, la casa más cercana estaba a doscientos metros y era ocupada principalmente por turistas extranjeros. El pueblo, una ciudadela de menos de cinco mil habitantes, se hallaba a cinco minutos en auto, y era tan aburrido como quedarse en casa.
Pero al menos había internet, y con eso era suficiente para mantenerse en línea durante todo el día, planeando las cosas que pensaba hacer una vez que terminara aquel infierno de vacaciones. Pero sintió calor, y entonces comprendió que, de nuevo, Mireya había apagado el aire acondicionado.
Aquello irritó a Sonia, por que detestaba amanecer sudada; se quitó la bata de dormir y salió del cuarto en bragas y con las tetas al aire. Entró al baño, y cuando estaba a punto de cerrar la puerta una fuerza la detuvo.
– ¡Me voy a bañar! – se quejó, intentando cerrar la puerta – ¡Mireya!
Pero de pronto, las cortinas de baño a su espalda se movieron y una figura salió de estas, tapándole el rostro con un trapo y haciéndola perder el conocimiento en menos de un minuto.
Ya eran las nueve de la mañana cuando Leonor despertó; hacia frio, por que el aire acondicionado se había quedado encendido toda la noche. Salió de entre las sabanas, con pantalones de pijama y las tetas desnudas, y corrió a ponerse la cálida bata de dormir. Se hubiese vuelto a arrojar a la cama, para dormir más, pero ya era demasiado de día para eso.
Se acicaló un poco frente al espejo, y salió de la recamara. Se dirigió al cuarto de sus hijas, pero no las encontró ahí. Tampoco en el baño había nadie, así que bajó las escaleras. Aun no llegaba a la planta baja cuando un sonido, como gemido, la alertó. Venía de la sala, y ahí se dirigió de inmediato. Su corazón pareció detenerse cuando se encontró con sus dos hijas.
Ambas se encontraban atadas, sentadas en las sillas del comedor. Pero estas estaban sentadas al revés, de manera que sus pies habían sido atados a las patas delanteras de la silla, en tanto que sus manos habían sido esposadas abrazando el respaldo de las sillas. Estaban alejadas a dos metros una de otra.
Mireya, la menor, llevaba aun su traje de baño y una playera de su padre. Aun llevaba el cabello húmedo por la piscina. Sonia, la mayor, vestía sólo con sus bragas y con una blusa blanca. Les había dejado cubrirse la parte superior de sus cuerpos.
Más que estar sentadas, parecían mantenerse recargadas a duras penas sobre la silla, con el culo volando en aquella incomoda posición que provocaban sus ataduras. Les podía ver sus rostros asustados; y parecía que intentaban decirle algo, pero no podían debido a la mordaza acallaba sus bocas.
Los gemidos aumentaron más, como si sus hijas quisieran decirle algo. Intentó acercarse a ellas, para auxiliarlas, pero una fuerza la detuvo por la espalda. Rápidamente fue rodeada por unos fuertes brazos; intentó zafarse, pero era inútil.
– ¡Será mejor que se tranquilice! – dijo una voz, que provenía de la cocina.
Segundos después, un segundo sujeto de camisa amarilla entró a la sala desde la cocina, con el rostro cubierto por un pasamontañas y con una pistola en sus manos. Debía tener, a juzgar por su voz y su complexión, unos 25 años. Hizo un movimiento, quitándole el seguro al arma y preparando aparentemente un disparo.
– No queremos que ocurra una desgracia – dijo, mientras jalaba una silla que después arrastró hasta ponerla en medio de las sillas donde estaban atrapadas las hijas de Leonor.
– ¿Q…qu…qué es lo que quiere? – preguntó Leonor, aterrorizada
– Muchas cosas – dijo el hombre, sentándose en la silla – pero eso lo iremos viendo sobre la marcha. Por lo pronto necesito que se tranquilice.
– Suelte a mis hijas y me tranquilizo. – espetó Leonor, tratando de verse fuerte
– No estamos aquí para seguir su ordenes señora, primera lección.
– ¿Entonces qué quiere?, dígame
– Lo que queramos nos lo darán, por las buenas o las malas, segunda lección.
Leonor no entendía nada, pero aquello le aterrorizaba en toda proporción. Temía por la seguridad de sus hijas, pero no se le ocurría algo que pudiera hacer.
– Déjenos ir, y quédese con lo que quiera – ofreció.
El hombre le sonrió, maliciosamente. Tomó el arma con su mano derecha y con la izquierda pasó su mano sobre la espalda de Sonia, recorriéndola con la yema de sus dedos. Tras esto, tomó el arma con la mano izquierda, y con la derecha hizo lo mismo sobre la espalda de Mireya. Las muchachas temblaron, y Leonor sentía que perdía el conocimiento de sólo ver aquello.
– Ahí si se equivoca, doña Leonor, no venimos por otra cosa que no sea usted y sus hijas.
La mujer intentó comprender lo dicho, pero de pronto el hombre que la sostenía por detrás la soltó, pero sólo para empujarla y hacerla caer sobre el suelo boca abajo. Ella intentó aprovechar esto para alejarse a rastras, pero el pesado pie del hombre la detuvo dolorosamente. Escuchaba sollozar a sus hijas a través de las mordazas, pero por más que intentaba levantarse aquello se le volvía imposible.
Dejó de intentarlo cuando los zapatos del hombre que estaba sentado entre sus hijas aparecieron frente a ella; alzó la vista y lo vio sonriendo, mientras parecía desabrocharse sus pantalones. Aquello aterró a Leonor, que no era incapaz de comprender a qué iba aquello.
– ¡No! – imploró – ¡No por favor!
– ¿De verdad? – dijo burlón el hombre – Bien, si no es contigo será con alguna de ellas… – giró y comenzó a avanzar hacia las hijas de la mujer.
– ¡No! – dijo esta desde el suelo, haciéndolo detenerse – ¡Por favor! Lo que quiera menos esto.
El hombre regresó hacia ella, mientras terminaba de sacarse el cinturón.
– Ya le dije señora, no tiene más opción que colaborar. Lo que queramos lo conseguiremos, por las buenas o por las malas.
Se acercó, y bajó el cierre de su bragueta. Parecía a punto de sacarse el miembro cuando una gruesa voz interrumpió.
– Yo primero – dijo el hombre que pisaba sobre Leonor – Acuérdate que yo primero.
Sólo entonces Leonor prestó su atención al sujeto que la había mantenido forzadamente sobre el suelo. Volteó lo que pudo, era un hombre fuerte y alto, y su voz le parecía extrañamente conocida, pero fuera de ello también llevaba un pasamontañas y una camisa azul.
Dejó de pisarla, y entonces Leonor vio cómo el sujeto de la camisa amarilla regresaba a la silla, junto a sus hijas. Se acomodó haciéndose hacia atrás, de manera que podía tenerlas en la mira; o al menos esas creyó que eran sus intenciones, pues el hombre no dejaba de apuntarles amenazadoramente.
– Le voy a explicar lo que hará – dijo la gruesa voz del hombre de azul, que le quitó de encima su pesado pie – Usted obedece lo que le digamos o nos cobramos cualquier tontería que se le ocurra con la dignidad o la vida de sus hijas. ¿Estamos?
Leonor se levantó, parecía diminuta frente a aquel hombre que parecía mucho mayor que su compañero; debía tener la misma edad que ella, y eso que ella tenía 42 años de edad. Pero además de todo eso, debía medir un metro y ochenta centímetros de altura. Y si no era más alto, sería por el ancho de sus hombros y la grandeza general de su complexión. Todo eso la hizo sentirse definitivamente impotente, y pareció quedarse sin opción.
– Está bien – dijo con una voz queda – Pero por favor, no le haga nada a mis hijas, se lo ruego.
El hombre pareció no escucharla, la tomó groseramente de los cabellos y la arrastró hacia uno de los sofás de la sala. Leonor tenía 42 años, pero aun conservaba bastante la belleza de su cuerpo; era de complexión bajita, pero tenía unas curvas que apenas comenzaban a tener el desgaste de los años. De su último embarazo, hacia apenas catorce años, no parecían quedar muchas secuelas.
La forma de sus glúteos aun se antojaba apetecible bajo las telas de su pantalón de pijama, y la bata de dormir mostraba parte de sus aun bien formadas tetas con las que contaba.
Su cabello era largo y negro, lo que le iba bien con la tez clara de su piel. Tenía un rostro sonriente, que no era evidente en ese momento, con una boca grande, dientes alineados y labios carnosos. Su mirada era inquietante, en un sentido erótico, pues tenía unos ojos ligeramente rasgados que le daban cierto aire exótico.
Pero en aquel momento, recién levantada de la cama, tenía más características de un ama de casa que de modelo; pero en realidad aquello poco importaba, por que, fuese como fuese, era fundamentalmente bonita. Parecía una niña castigada frente a aquel hombre; y todo lo que sucedía podían verlo sus hijas, amarradas a las sillas, soportando los constantes manoseos del hombre de la camisa amarilla.
Pero Leonor no se podía enterar de aquello, por que el enorme hombre de azul la arrojó pesadamente sobre el sofá grande. Ella creyó que se la follaría ahí mismo, frente a sus hijas, pero se sorprendió al ver cómo aquel hombre se sentaba al extremo del sofá.
Entonces comprendió; él comenzó a sacarse el cinturón y bajarse la bragueta. Ella, arrodillada al otro extremo del sofá, parecía adivinar su destino cercano. Él se bajó los pantalones y calzoncillos hasta sus pies, dejando ver por fin la forma de su verga.
Eran 21 centímetros de una verga venosa y gruesa; tan morena como la piel de aquel hombre. Ya estaba en pleno proceso de erección, y bastó una sencilla sobada para que se parara completamente.
– Ven acá – dijo el hombre, golpeando pesadamente el asiento del sofá con la palma de su mano
– ¡No! – imploró Leonor
– ¡Lucas! – gritó al muchacho de amarillo, que en seguida se levanto.
El tal Lucas se colocó detrás de Sonia, la hija mayor de Leonor y, jalándole de los cabellos, la hizo doblar el cuello hacia atrás. Apunto el arma a su sien, pero no pasó mucho cuando Leonor pidió perdón e imploró que la dejaran en paz.
– Suéltala – dijo el hombre de azul – Creo que Doña Leonor está entendiendo de qué se trata esto.
En efecto, Leonor supo entonces que en realidad no había escapatoria. Con aquel individuo apuntándole a sus hijas, lo menos que podía hacer era obedecerlos, evitando lo más posible que abusaran de sus hijas. De ella dependería que no hicieran daño a sus hijas, y ahora estaba consiente de eso.
No tuvo aquel hombre que repetirlo; ella se acercó gateando hasta la altura de la entrepierna de aquel sujeto. Sabía que sus hijas miraban, y que vería todo lo que sucedería, pero no pensaba quejarse. Obedecería con tal de que no hubiera alguna represalia contra ellas.
Quedó a un lado del hombre, como si se tratará de su mascota. Él la miraba a través del pasamontañas, y no terminaba de parecerle familiar aquel sujeto. De pronto el abrió la boca.
– Chúpamela – dijo
Y no tuvo que insistir, la mujer bajó la cabeza y se llevó aquella verga a su boca. No era la primera vez que mamaba una verga, ni de esas características ni en aquella posición; pero por dentro quería morir sólo de pensar que sus hijas la miraban con angustia.
Comenzó a mamar aquel falo; primero trató de acostumbrarse al sabor. Nunca le había gustado el sabor de una verga, pero junto a su marido había ido acostumbrándose al fuerte sabor – y olor – que conllevaba realizar sexo oral. De manera que, por ese lado, no había mayor diferencia.
Lo hizo bien, por que, a pesar de todo, las felaciones se le facilitaban bastante gracias a su amplia boca y sus labios carnosos. El hombre no podía quejarse; pero tampoco pudo evitar colocar su mano sobre la nuca de la mujer y comenzar a pujarla; esto provocaba en ella pequeños atragantos que parecían gustarle a aquel cruel sujeto.
Leonor comenzaba a fastidiarse con aquella fuerza sobre su nuca que por poco y le provocaba el vomito; de modo que se atrevió a imponer fuerza en su cuello para evitar aquello. Pareció funcionar por un momento, pero, cuando menos se lo esperaba, la mano del hombre cayó sobre su cabeza y la mantuvo durante casi cinco segundos tosiendo con su verga entera atragantando a la pobre mujer.
Cuando por fin la liberó, la pobre Leonor tuvo que respirar profundamente mientras un rio de saliva corría por sus mejillas. Miró asustada a aquel hombre.
– Vas a ser mi puta, y como tal me obedecerás – dijo, para después volver a dejar caer su mano sobre Leonor, haciéndola regresar a su tarea.
Por fortuna, él ya no volvió a atragantarla; ella pudo seguir con la felación tranquilamente. De vez en cuando recordaba a sus hijas, y volteaba a verlas de vez en cuando. Ellas trataban de no mirar, llevando sus ojos hacia el suelo; pero de vez en cuando sus miradas se entrecruzaban en una especie de terror y apoyo de ánimos.
El sujeto no sólo recibía la felación; sus asquerosas manos la acariciaban por todo el cuerpo. A veces las tetas, a veces su espalda, su vientre, a veces su cabello o sus nalgas; durante un momento que pareció eterno, se instalaron bajo su pijama y sus bragas para acariciar con la palma su culo, y para recorrer con su dedo índice la línea que dividía sus nalgas.
Ella continuó con aquel estremecedor trabajo, soportando todo aquello, hasta que de pronto el hombre la detuvo. La hizo a un lado, cómo si se tratara de una perra, y se puso de pie. La colocó en cuatro sobre el sofá, y él se colocó detrás de ella, mientras la sostenía por las caderas. De pie, las dimensiones de su verga parecían evidenciarse aun más.
Leonor no tenía que ser adivina; sabía que aquel hombre la penetraría. En efecto, las manos del sujeto la desvistieron de un solo y violento movimiento de sus pantalones de la pijama, y lo mismo con sus bragas. No se las quitó completamente, sino que las arrinconó hasta sus pies.
Ella se estremeció al sentir la desnudez en la parte baja de su cuerpo, y de sus nalgas brotaron sus poros, enchinados por aquella sensación. Él le acarició, atraído por aquella situación; y concluyó las caricias con una suave nalgada. Aprovechó también para manosear el coño velludo de Leonor; eran unos vellos recientes, que evidenciaban la costumbre de ella de rasurárselos. Pero era evidente que, a falta de su marido, no había mucha necesidad; de pronto que los alrededores de su concha se hallaban rasposos.
Estaba claro qué era lo que seguía. Pensaba oponerse, pero no soportaba la idea de que, el otro sujeto, volviera a hacerle daño a alguna de sus hijas. Aceptó con resignación su destino, y espero el momento en que la verga de aquel hombre la atravesara.
Y no tuvo que esperar mucho; pronto el sujeto colocó la punta de su falo en la entrada del coño, y lenta pero progresivamente, la penetró hasta el fondo. Aquello consterno a Leonor, por que, aun con todo su pesar, se dio cuenta de que estaba excitada y de que su coño estaba completamente lubricado. Se sintió culpable, pero la verdadera vergüenza vino cuando el hombre abrió la boca.
– ¡Que fácil entró! – ladró – ¿Vieron a la puta de su madre? La muy zorra esta completamente mojada.
Las niñas ya ni siquiera lloraban, por que sus lágrimas se habían agotado; pero evidentemente aquellas palabras le dolían más que cualquier cosa. Era evidente: su madre no había podido evitar excitarse con aquella situación.
– ¿Te gusta perrita? – continuó humillándola el sujeto – ¿Te gustó cómo te la metí?
Leonor no contestaba, hasta que sintió un pellizco en su teta, a través de la tela de su bata de dormir. El hombre repitió.
– ¿Te gusta o no?
– Si – dijo ella, al fin
– ¿Si qué, putita?
– Si me gusta – repitió ella, la voz de aquel sujeto no dejaba de resultarle conocida
– ¿Te gustó chuparme la verga? ¿Eh? ¿Te gustó que tus niñas te vieran mamándomela como una zorra?
Leonor tardó en contestar, las lágrimas volvían a recorrer su rostro y su garganta se había ennudecido. Detestaba aquella situación; detestaba tener la verga de aquel sujeto clavada totalmente en su coño.
– Si – dijo, tras unos segundos – Si me gustó.
Él ya no dijo nada; comenzó a bombearla. Metía y sacaba su verga del humedecido coño de Leonor. A ella le causaba dolor y una evidente molestia; pero conforme avanzaba aquello, no pudo evitar comenzar a sentir placer. Primero su respiración se aceleró, pero al poco rato comenzó a gemir sin posibilidad de evitarlo.
Aquel pene era, de entrada, más grande y grueso que el de su marido; pero no había querido admitirlo hasta que no sintió el placer de tenerlo dentro de ella. Se comenzaba a sentir culpable, por disfrutar de aquello cuando se suponía que era lo peor que le podía haber pasado en la vida. Gemía de placer, lloraba de culpa.
El sujeto de la camisa azul, por su parte, parecía interesado en dar placer a la mujer de la que se aprovechaba; variaba velocidades, lanzaba embestidas repentinas que provocaban gritos en Leonor. Y todo aquello daba resultado entre las piernas de aquella mujer que no paraba de morderse los labios ante las arremetidas.
Ni siquiera habían cambiado de posición; y Leonor parecía haber olvidado su situación puesto que en ningún momento intentó detener aquello. Con sus bragas y pijama en sus pies y su culo alzado, no paró de ser penetrada por aquel desconocido; sintió el primer orgasmo, pero intentó no evidenciarlo, aunque las contracciones de su coño lo demostraban, al menos para el hombre que la penetraba.
– ¿Te viniste, perrita? – murmuró aquel hombre en su oído
– No – mintió Leonor
– No me engañas, Leonor, te has venido como una verdadera zorrita.
– Nooo… – insistió Leonor, antes de perder la voz ante la respiración entre cortada que le provocaban las embestidas.
El hombre se mantuvo inclinado sobre ella, y aprovechó para tomarle las tetas con las palmas de sus manos. Las apretujó y manoseó todo lo que quiso, y no tardó en deslizarlas bajo la bata de dormir para poder apretujar las tetas desnudas de la mujer. Pero aquello no fue suficiente, y no tardó en detenerse un momento para desvestir de plano el torso de la mujer.
Ella ya no opuso resistencia alguna; de alguna forma, en su interior, deseaba continuar siendo bombeada de inmediato, y así lo fue una vez que sus tetas quedaron al aire, a merced total de aquel hombre que no las desaprovechó, sino que se agasajó de lleno magreándolas con sus grandes manos.
De pronto se acordaba de sus hijas, de sus pobres hijas que tenían que ver aquella terrible escena. Ya no volteaba a verlas, porque le dolía la idea de que supieran que estaba disfrutando de aquello. Había tratado de que sus gemidos parecieran de dolor, y no quería que fueran sus ojos los que delataran el placer que recorría su cuerpo y su mente.
Pero sus hijas no la estaban pasando muy cómodo; el sujeto de la camisa amarilla hacía rato que se entretenía con sus cuerpos. Los tocaba, las lanzaba suaves nalgadas y apretujaba lo que se podía de sus expuestos culos. Apretujaba sus tetas y pellizcaba suavemente sus pezones; les besaba sus mejillas. Había comenzado a hacerlo sólo con Sonia, la mayor, y la que más tenia formas de una mujer; pero con el tiempo comenzó a perder toda moral e inició también los manoseos contra Mireya, casi una niña.
En una de esas, el sujeto se había puesto de pie; se había colocado tras Sonia, masajeándole primero la espalda, pero bajando lentamente. Así siguió hasta que terminó por deslizar su pervertida mano por debajo de las bragas de la muchacha, recorriendo con sus dedos el canal que se formaba en medio del culo de la muchacha. Ella lloró, ya sin lágrimas, y comprendió que de ninguna forma estaba a salvo.
Después, y contra todo pronóstico, el sujeto sacó su mano y se dirigió tras de la pobre Mireya. Ella comenzó a temblar desde el primer contacto, y comenzó a gritar como pudo pese a la mordaza, pero fue inútil. Nadie más que su hermana mayor miraba la forma en que aquel hombre metía sus manos por debajo de su bikini, hasta magrear con sus dedos su coño virgen y tierno. También comenzó a imaginar lo que en aquel día le esperaría.
Ambas habían estado llorando por aquello, y por la horrible escena de su madre siendo abusada por aquel desconocido. Habían tratado de mantenerse fuertes, especialmente cuando su madre había tratado de calmarlas con la mirada; pero habían terminado por perder, al igual que ella, toda esperanza. Estaban a merced de aquellos sujetos, y ya no podían engañarse.
– ¡Ya! – comenzó a decir Leonor, de pronto, en un aparente recuerdo de la verdadera naturaleza de los hechos – ¡Por favor! ¡Ya déjeme!
Pero el hombre parecía no escucharla, parecía inmerso en aquello, y sus movimientos acelerados recordaban la imagen de un perro montado. Las nalgas de Leonor estaban húmedas de sus jugos y sudores combinados.
– ¡Por favor! – repitió Leonor, con la voz entrecortada, en un evidente reinicio de su llanto.
Entonces el hombre paró; pero parecía evidentemente molesto. La jaló de una pierna y la hizo caer de bruces sobre el suelo. Cuando ella se intentó incorporar, él la jaló terriblemente de los cabellos, obligándola a arrodillarse. Entonces el hombre comenzó a masturbar furiosamente su verga y, cuando la madre de las muchachas comenzaba a recuperar la compostura, un chorro de esperma y semen salpicó sobre su rostro. No podía alejarse, porque el hombre la mantenía con fuerza de su cabello, de modo que tuvo que soportar aquella humillación de la que sus hijas eran espectadoras.
Finalmente la soltó, con la cara completamente matizada de semen y esperma que se le había metido hasta en los ojos. Lloraba, humillada y agotada, mientras seguía rogando que las dejaran en paz.
– ¡Por favor! – insistió, llorando de lleno – Sólo déjennos ir. ¿Qué más quiere de mí?
– Por el momento de ti nada – dijo el hombre, que sacudió los últimos restos en su verga sobre la mujer; al tiempo que sonreía maliciosamente.
CONTINUARÁ…
Los tipos no pudieron evitar mirar mi culo ni mis tetas y eso lejos de agradarme, me enfadó porque me parecía inconcebible que se fijaran en una cría que bien podía ser su hija. Afortunadamente ese mal rato acabó en cuanto crucé la puerta que salía al exterior ya que esos malditos prefirieron quedarse bajo el aire acondicionado del hall.
Todavía sintiéndome sucia por el modo que esos babosos me habían mirado, me tumbé en una hamaca y me puse a darme crema mientras echaba un vistazo a mi alrededor. La piscina estaba casi vacía. Únicamente un matrimonio chino jugaba con su hijo en la parte menos profunda. Eso me dio la tranquilidad de esparcir el bronceador por mis nalgas.
Con lágrimas en los ojos y mirando su figura en esa pequeña pantalla, pregunté qué era lo que quería de mí. El malvado soltó una carcajada y respondió:
Os juro que no había asumido esa sensación como producto del afrodisiaco y por eso me quité el jersey, mientras seguía tenedor a tenedor disfrutando de la lasaña. Pero cuando el calor seguía en aumento y ya me sobraba la corbata de colegiala, asustada comprendí la razón de tal sofoco. Aterrorizada y dejando al lado el dichoso plato, luché durante unos segundos que me parecieron eternos contra esa calentura química.
¡SEGURO QUE TE GUSTARÁ!